Mensaje Espiritual
Viernes, 25 de enero de 2008
La Conversión de San Pablo
Hechos 22, 3-16 / Marcos 16, 15-18
Salmo responsorial Sal 116, 1. 2
R/. "Vayan por todo el mundo, anuncien el Evangelio”
Santoral:
La Conversión de San Pablo, Apóstol
Un mensaje especial
Bucear por lo más profundo de nosotros
es duro y costoso, pero es algo que nos da vida
y ofrece vida a los que nos rodean.
Con frecuencia preferimos permanecer de espaldas
a nuestra realidad, a nuestra historia, sin darnos cuenta
que en nuestro pasado se asientan las bases
de lo que hoy hemos llegado a ser.
Si rebobinamos la película de nuestra vida
puede que encontremos cosas que no nos gustan,
cosas que nos han hecho daño sin apenas darnos cuenta,
pero también encontraremos cosas maravillosas que,
al visualizarlas, nos harán sentir el gran amor de Dios Padre.
Cuando venimos al mundo Dios pone en nuestras manos
un gran tesoro que debemos cuidar y mimar.
En el trayecto de la misma ese tesoro a veces se esconde,
desaparece de repente sin preguntarnos siquiera
si queremos esconderlo. Somos fruto de lo que somos
y de lo que nos rodea, pero el "tesoro" está ahí.
Me pregunto cuáles son los tesoros de mi vida,
en que momentos ese tesoro se ha perdido de mi vista
y ha dado paso al dolor y a la sinrazón.
Cuando contemplamos el firmamento estrellado
sentimos con melancolía la grandeza de Dios
expresada también en la naturaleza,
en aquello que no alcanzamos.
¿Por qué no preguntarnos sobre la grandeza
que albergamos dentro de nosotros mismos?
¿sobre la grandeza que aportamos a los demás?
Creo que la amistad es un cauce de expresión
de lo que soy con el otro y de lo que el otro es conmigo,
un regalo que Dios pone en nuestras manos y que,
con cariño y ternura, acogemos en nuestra vida.
Busquemos juntos amigo mío, busquemos ese regalo
de Dios que habita en tu interior. Yo, de puntillas
y sintiendo lo sagrado que hay en ti lo viviré contigo siempre.
Sentiré el paso de tu historia, de tu herida, de tu gozo.
Profundicemos sobre lo que eres, sobre lo que soy
y me haces ser. Unidos siempre como hermanos
de un mismo Padre, unidos con los lazos del amor y la amistad.
Ayúdame a "ser contigo", ayúdame a sentirme libre
y con total confianza para poder darte lo mejor que soy,
lo mejor que tengo.
Desde mi pequeñez y debilidad te ofrezco lo que soy tal cual soy.
Hazme partícipe de tu búsqueda, de tu dolor... no cierres puertas
al amor, abre rendijas de esperanza y redención.
Vivo en ti, vives en mí. Dios en el centro.
Mi "Mensaje especial" es un mensaje de apertura y entrega,
de aceptación y sinceridad.
Con el corazón abierto te invito a seguir escribiendo
el libro de nuestra vida.
"Cada atardecer volvemos una página más de nuestra vida,
tal y como haya quedado, ponla en manos del Padre
y vuelve a empezar al día siguiente"
domingo, enero 27, 2008
MI REINO NO ES DE ESTE MUNDO
Cielo
Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuera de este mundo, mis servidores lucharían para que no fuera entregado a los judíos; pero mi Reino no es de aquí (Juan 18, 36).
No temáis, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros el Reino (Lucas 12, 32).
En casa de mi Padre hay muchas moradas (Juan 14, 2).
Os he dicho estas cosas para que mi alegría esté en vosotros, y vuestro gozo sea completo (Juan 15, 11).
Siervo bueno y fiel, has sido fiel en lo poco y te constituiré sobre lo mucho: entra en el gozo de tu Señor (Mateo 25, 21).
En verdad, en verdad te digo que hoy estarás conmigo en el Paraíso (Lucas 23, 43).
Es semejante el Reino de los Cielos a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, mientras dormían los hombres, vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue.Cuando brotó la hierba y echó espiga, entonces apareció también la cizaña. Los siervos del amo acudieron a decirle: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿Como es que tiene cizaña? Él les dijo: Algún enemigo lo hizo.Le respondieron los siervos: ¿Quieres que vayamos y la arranquemos? Pero él respondió: No, no sea que, al arrancar la cizaña, arranquéis junto con ella el trigo. Dejad que crezcan ambas hasta la siega y al tiempo de la siega diré a los segadores: Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla; el trigo, en cambio, almacenadlo en mi granero (Mateo 13, 24-30).El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno. El enemigo que la sembró es el Diablo; la siega es el fin del mundo; los segadores son los ángeles.Del mismo modo que se reúne la cizaña y se quema en el fuego, así será al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles y apartarán de su Reino todos los que causan escándalo y obran la maldad, y los arrojarán en el Horno de fuego. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga (Mateo 13, 37-43).
Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuera de este mundo, mis servidores lucharían para que no fuera entregado a los judíos; pero mi Reino no es de aquí (Juan 18, 36).
No temáis, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros el Reino (Lucas 12, 32).
En casa de mi Padre hay muchas moradas (Juan 14, 2).
Os he dicho estas cosas para que mi alegría esté en vosotros, y vuestro gozo sea completo (Juan 15, 11).
Siervo bueno y fiel, has sido fiel en lo poco y te constituiré sobre lo mucho: entra en el gozo de tu Señor (Mateo 25, 21).
En verdad, en verdad te digo que hoy estarás conmigo en el Paraíso (Lucas 23, 43).
Es semejante el Reino de los Cielos a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, mientras dormían los hombres, vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue.Cuando brotó la hierba y echó espiga, entonces apareció también la cizaña. Los siervos del amo acudieron a decirle: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿Como es que tiene cizaña? Él les dijo: Algún enemigo lo hizo.Le respondieron los siervos: ¿Quieres que vayamos y la arranquemos? Pero él respondió: No, no sea que, al arrancar la cizaña, arranquéis junto con ella el trigo. Dejad que crezcan ambas hasta la siega y al tiempo de la siega diré a los segadores: Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla; el trigo, en cambio, almacenadlo en mi granero (Mateo 13, 24-30).El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno. El enemigo que la sembró es el Diablo; la siega es el fin del mundo; los segadores son los ángeles.Del mismo modo que se reúne la cizaña y se quema en el fuego, así será al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles y apartarán de su Reino todos los que causan escándalo y obran la maldad, y los arrojarán en el Horno de fuego. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga (Mateo 13, 37-43).
¡Alégrate, el Señor está contigo!
Mensaje Espiritual
Jueves, 24 de enero de 2008
Semana 2ª durante el año
1 Samuel 18, 6-9; 19, 1-7 / Marcos 3, 7-12
Salmo responsorial Sal 55, 2-3. 9-12. 13
R/. "¡En Dios confío y no temo!”
Santoral:
María, Reina de la Paz,
San Francisco de Sales
Instantes
Algunos de los más grandes logros
surgen de pequeños esfuerzos
repetidos una y otra vez.
Consistentemente enfocados
en la misma dirección,
esos esfuerzos adquieren
un poder enorme,
prácticamente imparable.
Las rocas más duras y resistentes
serán finalmente desgastadas
por débiles y diminutas gotas de agua.
Así también esfuerzos pequeños y positivos,
finalmente producirán resultados
valiosos e importantes.
En los momentos aparentemente
más insignificantes, tus pensamientos
y tus actos realmente importan.
Importan muchísimo más
de lo que parecería.
Porque es en esos momentos,
pequeños, comunes y corrientes
que se van construyendo
extraordinarios logros.
Una vida diferente, una vida de éxito
y realización, se alcanza a través
del vivir cotidiano.
Aunque quizás te muevas
apenas unos centímetros cada vez,
esos pequeños pasos, uno tras otro,
te llevarán finalmente a miles
de kilómetros de distancia.
Reconoce el valor y la verdadera
oportunidad que hay en cada instante,
porque son ellos los que se combinan
entre si para construir una vida
grande y maravillosa.
Mensaje Espiritual
Jueves, 24 de enero de 2008
Semana 2ª durante el año
1 Samuel 18, 6-9; 19, 1-7 / Marcos 3, 7-12
Salmo responsorial Sal 55, 2-3. 9-12. 13
R/. "¡En Dios confío y no temo!”
Santoral:
María, Reina de la Paz,
San Francisco de Sales
Instantes
Algunos de los más grandes logros
surgen de pequeños esfuerzos
repetidos una y otra vez.
Consistentemente enfocados
en la misma dirección,
esos esfuerzos adquieren
un poder enorme,
prácticamente imparable.
Las rocas más duras y resistentes
serán finalmente desgastadas
por débiles y diminutas gotas de agua.
Así también esfuerzos pequeños y positivos,
finalmente producirán resultados
valiosos e importantes.
En los momentos aparentemente
más insignificantes, tus pensamientos
y tus actos realmente importan.
Importan muchísimo más
de lo que parecería.
Porque es en esos momentos,
pequeños, comunes y corrientes
que se van construyendo
extraordinarios logros.
Una vida diferente, una vida de éxito
y realización, se alcanza a través
del vivir cotidiano.
Aunque quizás te muevas
apenas unos centímetros cada vez,
esos pequeños pasos, uno tras otro,
te llevarán finalmente a miles
de kilómetros de distancia.
Reconoce el valor y la verdadera
oportunidad que hay en cada instante,
porque son ellos los que se combinan
entre si para construir una vida
grande y maravillosa.
Filoxeno de Mabboug :
“Inmediatamente, dejando sus redes, lo siguieron”
Libro de Isaías 8,23.9,1-3.
porque ya no habrá oscuridad allí donde reinaba la angustia. En un primer tiempo, el Señor humilló al país de Zabulón y al país de Neftalí, pero en el futuro llenará de gloria la ruta del mar, el otro lado del Jordán, el distrito de los paganos. El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz; sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz. Tú has multiplicado la alegría, has acrecentado el gozo; ellos se regocijan en tu presencia. como se goza en la cosecha, como cuando reina la alegría por el reparto del botín. Porque el yugo que pesaba sobre él, la barra sobre su espalda y el palo de su carcelero, todo eso lo has destrozado como en el día de Madián. Carta I de San Pablo a los Corintios 1,10-13.17.Hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, yo los exhorto a que se pongan de acuerdo: que no haya divisiones entre ustedes y vivan en perfecta armonía, teniendo la misma manera de pensar y de sentir. Porque los de la familia de Cloe me han contado que hay discordias entre ustedes. Me refiero a que cada uno afirma: "Yo soy de Pablo, yo de Apolo, yo de Cefas, yo de Cristo". ¿Acaso Cristo está dividido? ¿O es que Pablo fue crucificado por ustedes? ¿O será que ustedes fueron bautizados en el nombre de Pablo? Porque Cristo no me envió a bautizar, sino a anunciar la Buena Noticia, y esto sin recurrir a la elocuencia humana, para que la cruz de Cristo no pierda su eficacia. Evangelio según San Mateo 4,12-23.Cuando Jesús se enteró de que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea. Y, dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, a orillas del lago, en los confines de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías: ¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, país de la Transjordania, Galilea de las naciones! El pueblo que se hallaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en las oscuras regiones de la muerte, se levantó una luz. A partir de ese momento, Jesús comenzó a proclamar: "Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca". Mientras caminaba a orillas del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban las redes al mar porque eran pescadores. Entonces les dijo: "Síganme, y yo los haré pescadores de hombres". Inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo siguieron. Continuando su camino, vio a otros dos hermanos: a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca con Zebedeo, su padre, arreglando las redes; y Jesús los llamó. Inmediatamente, ellos dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron. Jesús recorría toda la Galilea, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias de la gente.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
“Inmediatamente, dejando sus redes, lo siguieron”
Libro de Isaías 8,23.9,1-3.
porque ya no habrá oscuridad allí donde reinaba la angustia. En un primer tiempo, el Señor humilló al país de Zabulón y al país de Neftalí, pero en el futuro llenará de gloria la ruta del mar, el otro lado del Jordán, el distrito de los paganos. El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz; sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz. Tú has multiplicado la alegría, has acrecentado el gozo; ellos se regocijan en tu presencia. como se goza en la cosecha, como cuando reina la alegría por el reparto del botín. Porque el yugo que pesaba sobre él, la barra sobre su espalda y el palo de su carcelero, todo eso lo has destrozado como en el día de Madián. Carta I de San Pablo a los Corintios 1,10-13.17.Hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, yo los exhorto a que se pongan de acuerdo: que no haya divisiones entre ustedes y vivan en perfecta armonía, teniendo la misma manera de pensar y de sentir. Porque los de la familia de Cloe me han contado que hay discordias entre ustedes. Me refiero a que cada uno afirma: "Yo soy de Pablo, yo de Apolo, yo de Cefas, yo de Cristo". ¿Acaso Cristo está dividido? ¿O es que Pablo fue crucificado por ustedes? ¿O será que ustedes fueron bautizados en el nombre de Pablo? Porque Cristo no me envió a bautizar, sino a anunciar la Buena Noticia, y esto sin recurrir a la elocuencia humana, para que la cruz de Cristo no pierda su eficacia. Evangelio según San Mateo 4,12-23.Cuando Jesús se enteró de que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea. Y, dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, a orillas del lago, en los confines de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías: ¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, país de la Transjordania, Galilea de las naciones! El pueblo que se hallaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en las oscuras regiones de la muerte, se levantó una luz. A partir de ese momento, Jesús comenzó a proclamar: "Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca". Mientras caminaba a orillas del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban las redes al mar porque eran pescadores. Entonces les dijo: "Síganme, y yo los haré pescadores de hombres". Inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo siguieron. Continuando su camino, vio a otros dos hermanos: a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca con Zebedeo, su padre, arreglando las redes; y Jesús los llamó. Inmediatamente, ellos dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron. Jesús recorría toda la Galilea, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias de la gente.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Beato Juan XXIII :
Jesús se da hasta el extremo (Jn 13,1)
Segundo Libro de Samuel 1,1-4.11-12.19.23-27.
Después de la muerte de Saúl, David volvió de derrotar a los amalecitas y permaneció dos días en Siquelag. Al tercer día, llegó un hombre del campamento de Saúl, con la ropa hecha jirones y la cabeza cubierta de polvo. Cuando se presentó ante David, cayó con el rostro en tierra y se postró. "¿De dónde vienes?", le preguntó David.
El le respondió: "Me he escapado del campamento de Israel".
David añadió: "¿Qué ha sucedido?
Cuéntame todo". Entonces él dijo: "La tropa huyó del campo de batalla y muchos del pueblo cayeron en el combate; también murieron Saúl y su hijo Jonatán".
Entonces David rasgó sus vestiduras, y lo mismo hicieron todos los hombres que estaban con él. Se lamentaron, lloraron y ayunaron hasta el atardecer por Saúl, por su hijo Jonatán, por el pueblo del Señor y por la casa de Israel, porque habían caído al filo de la espada.
"¡Tu esplendor ha sucumbido, Israel, en las alturas de tus montañas! ¡Cómo han caído los héroes! ¡Saúl y Jonatán, amigos tan queridos, inseparables en la vida y en la muerte! Eran más veloces que águilas, más fuertes que leones.
Hijas de Israel, lloren por Saúl, el que las vestía de púrpura y de joyas y les prendía alhajas de oro en los vestidos. ¡Cómo han caído los héroes en medio del combate! ¡Ha sucumbido Jonatán en lo alto de tus montañas! ¡Cuánto dolor siento por ti, Jonatán, hermano mío muy querido! Tu amistad era para mí más maravillosa que el amor de las mujeres. ¡Cómo han caído los héroes, cómo han perecido las armas del combate!".
Evangelio según San Marcos 3,20-21.Jesús regresó a la casa, y de nuevo se juntó tanta gente que ni siquiera podían comer. Cuando sus parientes se enteraron, salieron para llevárselo, porque decían: "Es un exaltado". Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios. Leer el comentario del Evangelio por : Beato Juan XXIII (1881-1963), papa Plegaria a Jesús en el Santísimo Sacramento
Jesús se da hasta el extremo (Jn 13,1)
Oh Jesús, alimento de las almas que sobrepasa toda realidad natural, este pueblo inmenso se dirige a ti clamando. Se esfuerza para dar a su vocación humana y cristiana un nuevo impulso, para embellecerla con virtudes interiores, siempre dispuesto al sacrificio del que tú eres la misma imagen por la palabra y por el ejemplo. Tú eres el primero de nuestros hermanos; tú has andado primero el camino de cada uno de nosotros; tú has perdonado las faltas de todos. Y tú llamas a todos a dar un testimonio de vida más noble, más activo, más comprensivo.
Jesús, “pan de vida” (Jn 6,35), el solo y único alimento esencial del alma, acoge a todos los pueblos a tu mesa. Ella hace presente la realidad divina sobre la tierra, la prenda de las bondades celestiales, la certeza de un entendimiento dichoso entre los pueblos y una lucha pacífica de cara al verdadero progreso y a la civilización. Alimentados por ti y de ti, los hombres serán fuertes en la fe, gozosos en la esperanza, activos en la caridad.
Las buenas voluntades triunfarán de las trampas tendidas por el mal; triunfarán del egoísmo, de la pereza. Y los hombres rectos y temerosos de Dios escucharán levantarse de la tierra, de la cual la Iglesia quiere ser la imagen aquí abajo, los primeros ecos misteriosos y suaves de la ciudad de Dios. Tú nos conduces a los buenos pastos; tú nos proteges. Muéstranos, Jesús, los bienes de la tierra de los vivos (sl 26,13).
Jesús se da hasta el extremo (Jn 13,1)
Segundo Libro de Samuel 1,1-4.11-12.19.23-27.
Después de la muerte de Saúl, David volvió de derrotar a los amalecitas y permaneció dos días en Siquelag. Al tercer día, llegó un hombre del campamento de Saúl, con la ropa hecha jirones y la cabeza cubierta de polvo. Cuando se presentó ante David, cayó con el rostro en tierra y se postró. "¿De dónde vienes?", le preguntó David.
El le respondió: "Me he escapado del campamento de Israel".
David añadió: "¿Qué ha sucedido?
Cuéntame todo". Entonces él dijo: "La tropa huyó del campo de batalla y muchos del pueblo cayeron en el combate; también murieron Saúl y su hijo Jonatán".
Entonces David rasgó sus vestiduras, y lo mismo hicieron todos los hombres que estaban con él. Se lamentaron, lloraron y ayunaron hasta el atardecer por Saúl, por su hijo Jonatán, por el pueblo del Señor y por la casa de Israel, porque habían caído al filo de la espada.
"¡Tu esplendor ha sucumbido, Israel, en las alturas de tus montañas! ¡Cómo han caído los héroes! ¡Saúl y Jonatán, amigos tan queridos, inseparables en la vida y en la muerte! Eran más veloces que águilas, más fuertes que leones.
Hijas de Israel, lloren por Saúl, el que las vestía de púrpura y de joyas y les prendía alhajas de oro en los vestidos. ¡Cómo han caído los héroes en medio del combate! ¡Ha sucumbido Jonatán en lo alto de tus montañas! ¡Cuánto dolor siento por ti, Jonatán, hermano mío muy querido! Tu amistad era para mí más maravillosa que el amor de las mujeres. ¡Cómo han caído los héroes, cómo han perecido las armas del combate!".
Evangelio según San Marcos 3,20-21.Jesús regresó a la casa, y de nuevo se juntó tanta gente que ni siquiera podían comer. Cuando sus parientes se enteraron, salieron para llevárselo, porque decían: "Es un exaltado". Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios. Leer el comentario del Evangelio por : Beato Juan XXIII (1881-1963), papa Plegaria a Jesús en el Santísimo Sacramento
Jesús se da hasta el extremo (Jn 13,1)
Oh Jesús, alimento de las almas que sobrepasa toda realidad natural, este pueblo inmenso se dirige a ti clamando. Se esfuerza para dar a su vocación humana y cristiana un nuevo impulso, para embellecerla con virtudes interiores, siempre dispuesto al sacrificio del que tú eres la misma imagen por la palabra y por el ejemplo. Tú eres el primero de nuestros hermanos; tú has andado primero el camino de cada uno de nosotros; tú has perdonado las faltas de todos. Y tú llamas a todos a dar un testimonio de vida más noble, más activo, más comprensivo.
Jesús, “pan de vida” (Jn 6,35), el solo y único alimento esencial del alma, acoge a todos los pueblos a tu mesa. Ella hace presente la realidad divina sobre la tierra, la prenda de las bondades celestiales, la certeza de un entendimiento dichoso entre los pueblos y una lucha pacífica de cara al verdadero progreso y a la civilización. Alimentados por ti y de ti, los hombres serán fuertes en la fe, gozosos en la esperanza, activos en la caridad.
Las buenas voluntades triunfarán de las trampas tendidas por el mal; triunfarán del egoísmo, de la pereza. Y los hombres rectos y temerosos de Dios escucharán levantarse de la tierra, de la cual la Iglesia quiere ser la imagen aquí abajo, los primeros ecos misteriosos y suaves de la ciudad de Dios. Tú nos conduces a los buenos pastos; tú nos proteges. Muéstranos, Jesús, los bienes de la tierra de los vivos (sl 26,13).
Papa Benedicto XVI:
La conversión de san Pablo: “No soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí” (Gal 2,20)
Libro de los Hechos de los Apóstoles 22,3-16.
"Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero me he criado en esta ciudad y he sido iniciado a los pies de Gamaliel en la estricta observancia de la Ley de nuestros padres. Estaba lleno de celo por Dios, como ustedes lo están ahora. Perseguí a muerte a los que seguían este Camino, llevando encadenados a la prisión a hombres y mujeres; el Sumo Sacerdote y el Consejo de los ancianos son testigos de esto. Ellos mismos me dieron cartas para los hermanos de Damasco, y yo me dirigí allá con el propósito de traer encadenados a Jerusalén a los que encontrara en esa ciudad, para que fueran castigados. En el camino y al acercarme a Damasco, hacia el mediodía, una intensa luz que venía del cielo brilló de pronto a mi alrededor. Caí en tierra y oí una voz que me decía:
'Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?'.
Le respondí: '¿Quién eres, Señor?',
y la voz me dijo: 'Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues'.
Los que me acompañaban vieron la luz, pero no oyeron la voz del que me hablaba. Yo le pregunté:
'¿Qué debo hacer, Señor?'.
El Señor me dijo: 'Levántate y ve a Damasco donde se te dirá lo que debes hacer'.
Pero como yo no podía ver, a causa del resplandor de esa luz, los que me acompañaban me llevaron de la mano hasta Damasco. Un hombre llamado Ananías, fiel cumplidor de la Ley, que gozaba de gran prestigio entre los judíos del lugar, vino a verme y,
acercándose a mí, me dijo: 'Hermano Saulo,
recobra la vista'. Y en ese mismo instante, pude verlo.
El siguió diciendo: 'El Dios de nuestros padres te ha destinado para conocer su voluntad, para ver al Justo y escuchar su Palabra, porque tú darás testimonio ante todos los hombres de lo que has visto y oído.
Y ahora, ¿qué esperas?
Levántate, recibe el bautismo y purifícate de tus pecados, invocando su Nombre'.
Evangelio según San Marcos 16,15-18.
Entonces les dijo: "Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
Papa Benedicto XVI Audiencia general del 08•11•06
La conversión de san Pablo: “No soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí” (Gal 2,20)
El encuentro con Cristo en el camino de Damasco, ha revolucionado, literalmente, la vida de Pablo… Es importante, pues, que nos demos cuenta hasta qué punto Jesucristo puede incidir en la vida de un hombre y también de la nuestra…: ¿cómo es el encuentro de un ser humano con Cristo? ¿y en qué consiste la relación que se desprende de dicho encuentro?... Pablo nos ayuda a comprender el valor fundamental e irreemplazable de la fe. Fijaos en lo que escribe en la carta a los Romanos: “Sostenemos que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la Ley” (3,28). E igualmente en la carta a los Gálatas: “Sabemos que el hombre no se justifica por cumplir la Ley, sino por creer en Cristo Jesús” (2,16)… “Estar justificados” quiere decir ser hechos justos, es decir, ser acogidos por la justicia misericordiosa de Dios y entrar en comunión con él. Y, por consiguiente, poder establecer una relación mucho más auténtica con todos nuestros hermanos. Y ello sobre la base de un perdón total de nuestros pecados. Pues bien, Pablo afirma, con toda la claridad posible, que esta condición de vida no depende de nuestras eventuales obras buenas, sino de la pura gracia de Dios: “Todos somos justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención de Cristo Jesús”” (Rm 3,24).
Con estas palabras san Pablo expresa el contenido fundamental de su conversión, la nueva dirección de su vida como resultante de su encuentro con Cristo resucitado. Antes de su conversión, Pablo no era un hombre lejos de Dios y de su Ley; por el contrario, era un judío observante, de una observancia fiel hasta el fanatismo.
Pero iluminado por su encuentro con Cristo comprendió que había buscado construirse a sí mismo, construir su propia justicia, y que era toda esta justicia la que él mismo vivía. Comprendió que era absolutamente necesaria una nueva orientación de su vida. Y esta nueva orientación la encontramos expresada en estas palabras: “Mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí” (Gal 2,20). Pablo, pues, no vive ya para sí mismo, por su propia justicia. Vive de Cristo y con Cristo.
La conversión de san Pablo: “No soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí” (Gal 2,20)
Libro de los Hechos de los Apóstoles 22,3-16.
"Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero me he criado en esta ciudad y he sido iniciado a los pies de Gamaliel en la estricta observancia de la Ley de nuestros padres. Estaba lleno de celo por Dios, como ustedes lo están ahora. Perseguí a muerte a los que seguían este Camino, llevando encadenados a la prisión a hombres y mujeres; el Sumo Sacerdote y el Consejo de los ancianos son testigos de esto. Ellos mismos me dieron cartas para los hermanos de Damasco, y yo me dirigí allá con el propósito de traer encadenados a Jerusalén a los que encontrara en esa ciudad, para que fueran castigados. En el camino y al acercarme a Damasco, hacia el mediodía, una intensa luz que venía del cielo brilló de pronto a mi alrededor. Caí en tierra y oí una voz que me decía:
'Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?'.
Le respondí: '¿Quién eres, Señor?',
y la voz me dijo: 'Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues'.
Los que me acompañaban vieron la luz, pero no oyeron la voz del que me hablaba. Yo le pregunté:
'¿Qué debo hacer, Señor?'.
El Señor me dijo: 'Levántate y ve a Damasco donde se te dirá lo que debes hacer'.
Pero como yo no podía ver, a causa del resplandor de esa luz, los que me acompañaban me llevaron de la mano hasta Damasco. Un hombre llamado Ananías, fiel cumplidor de la Ley, que gozaba de gran prestigio entre los judíos del lugar, vino a verme y,
acercándose a mí, me dijo: 'Hermano Saulo,
recobra la vista'. Y en ese mismo instante, pude verlo.
El siguió diciendo: 'El Dios de nuestros padres te ha destinado para conocer su voluntad, para ver al Justo y escuchar su Palabra, porque tú darás testimonio ante todos los hombres de lo que has visto y oído.
Y ahora, ¿qué esperas?
Levántate, recibe el bautismo y purifícate de tus pecados, invocando su Nombre'.
Evangelio según San Marcos 16,15-18.
Entonces les dijo: "Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
Papa Benedicto XVI Audiencia general del 08•11•06
La conversión de san Pablo: “No soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí” (Gal 2,20)
El encuentro con Cristo en el camino de Damasco, ha revolucionado, literalmente, la vida de Pablo… Es importante, pues, que nos demos cuenta hasta qué punto Jesucristo puede incidir en la vida de un hombre y también de la nuestra…: ¿cómo es el encuentro de un ser humano con Cristo? ¿y en qué consiste la relación que se desprende de dicho encuentro?... Pablo nos ayuda a comprender el valor fundamental e irreemplazable de la fe. Fijaos en lo que escribe en la carta a los Romanos: “Sostenemos que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la Ley” (3,28). E igualmente en la carta a los Gálatas: “Sabemos que el hombre no se justifica por cumplir la Ley, sino por creer en Cristo Jesús” (2,16)… “Estar justificados” quiere decir ser hechos justos, es decir, ser acogidos por la justicia misericordiosa de Dios y entrar en comunión con él. Y, por consiguiente, poder establecer una relación mucho más auténtica con todos nuestros hermanos. Y ello sobre la base de un perdón total de nuestros pecados. Pues bien, Pablo afirma, con toda la claridad posible, que esta condición de vida no depende de nuestras eventuales obras buenas, sino de la pura gracia de Dios: “Todos somos justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención de Cristo Jesús”” (Rm 3,24).
Con estas palabras san Pablo expresa el contenido fundamental de su conversión, la nueva dirección de su vida como resultante de su encuentro con Cristo resucitado. Antes de su conversión, Pablo no era un hombre lejos de Dios y de su Ley; por el contrario, era un judío observante, de una observancia fiel hasta el fanatismo.
Pero iluminado por su encuentro con Cristo comprendió que había buscado construirse a sí mismo, construir su propia justicia, y que era toda esta justicia la que él mismo vivía. Comprendió que era absolutamente necesaria una nueva orientación de su vida. Y esta nueva orientación la encontramos expresada en estas palabras: “Mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí” (Gal 2,20). Pablo, pues, no vive ya para sí mismo, por su propia justicia. Vive de Cristo y con Cristo.

27 de enero - Francia. Aix-en-Provence. Santa María de los Ángeles
La Salve
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María! Ruega por nosotros Santa Madre de Dios. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

26 de enero - Italia. N.S. del Lago (1872)
La Madre reconciliará a sus hijos
La Madre reconciliará a sus hijos
La causa de la unidad es una causa mariana. La Madre reconciliará a sus hijos. ¿Por qué el deseo de María no sería de usar su bondad y la Providencia para consolar a la Esposa de Cristo, la Iglesia, a través del largo esfuerzo de esta empresa, para llevar a su perfección total la unidad de los miembros de la familia cristiana, que es el fruto de su ilustre maternidad? En María, Dios nos ha dado el más celoso guardián de la unidad cristiana.
Papa León XIII (1878 - 1903)
Papa León XIII (1878 - 1903)
PERSEVERAR
“Perseverar es la contraseña”.
Dice Jesús:
“Un grupo de mineros bajaron a una mina donde sabían que había tesoros, pero muy escondidos en las entrañas de la tierra. Empezaron a excavar. El terreno era duro y el trabajo lleno de fatiga. Muchos se cansaron y arrojaron los picos y se fueron. Otros se burlaron del jefe de la escuadra, tratándolo casi como de loco. Otros maldijeron su suerte, el trabajo, la tierra, la mina, y con coraje golpearon el suelo, despedazando el filón en pedazos inútiles, y luego después de haber visto que no habían ganado nada, se fueron también. Permaneció solo el más perseverante. Con dulzura trató las capas de la tierra tenaz para perforarla sin destruir. Hizo pruebas, ahondó, excavó. Un filón, espléndido, precioso, salió por fin a la luz. La perseverancia del minero fue premiada y con el metal purísimo que descubrió, pudo obtener muchos trabajos y conquistar mucha gloria y muchos clientes, porque todos desean ese metal que sólo la perseverancia supo encontrar, allí donde los otros, perezosos e iracundos no consiguieron nada.
Pero el oro encontrado, para que sea bello y para que sirva al orfebre, debe por su parte perseverar en el deseo de que se trabaje en él. Si el oro, después del primer trabajo de excavación, no quisiese padecer penas, sería un metal tosco y rústico. Veis, pues, que no basta el primer entusiasmo para lograr algo, bien se trate de apóstoles, de discípulos, como de fieles. Es necesario perseverar.
Ermasteo tenía muchos compañeros, y en el primer entusiasmo prometieron venir. Pero sólo él vino. Muchos son mis discípulos, y más los habrá, pero la tercera parte de la mitad, sólo lo serán hasta el final. Perseverar es la contraseña para todas las cosas buenas.
Cuando arrojáis el trasmallo para atrapar las conchas de la púrpura ¿lo hacéis de una sola vez? No. Sino una después de otra, y por horas, días, meses, prontos a regresar al lugar al año siguiente, porque da pan y comodidad a vosotros y a vuestras familias. ¿Querríais comportaros de manera diversa con las cosas más grandes que son los intereses de Dios y de vuestras almas? ¿con las de vuestros hermanos? ¿Bien seáis fieles, bien discípulos? En verdad os digo que para extraer la púrpura de las vestiduras eternas es necesario perseverar hasta el final.
Dice Jesús:
“Un grupo de mineros bajaron a una mina donde sabían que había tesoros, pero muy escondidos en las entrañas de la tierra. Empezaron a excavar. El terreno era duro y el trabajo lleno de fatiga. Muchos se cansaron y arrojaron los picos y se fueron. Otros se burlaron del jefe de la escuadra, tratándolo casi como de loco. Otros maldijeron su suerte, el trabajo, la tierra, la mina, y con coraje golpearon el suelo, despedazando el filón en pedazos inútiles, y luego después de haber visto que no habían ganado nada, se fueron también. Permaneció solo el más perseverante. Con dulzura trató las capas de la tierra tenaz para perforarla sin destruir. Hizo pruebas, ahondó, excavó. Un filón, espléndido, precioso, salió por fin a la luz. La perseverancia del minero fue premiada y con el metal purísimo que descubrió, pudo obtener muchos trabajos y conquistar mucha gloria y muchos clientes, porque todos desean ese metal que sólo la perseverancia supo encontrar, allí donde los otros, perezosos e iracundos no consiguieron nada.
Pero el oro encontrado, para que sea bello y para que sirva al orfebre, debe por su parte perseverar en el deseo de que se trabaje en él. Si el oro, después del primer trabajo de excavación, no quisiese padecer penas, sería un metal tosco y rústico. Veis, pues, que no basta el primer entusiasmo para lograr algo, bien se trate de apóstoles, de discípulos, como de fieles. Es necesario perseverar.
Ermasteo tenía muchos compañeros, y en el primer entusiasmo prometieron venir. Pero sólo él vino. Muchos son mis discípulos, y más los habrá, pero la tercera parte de la mitad, sólo lo serán hasta el final. Perseverar es la contraseña para todas las cosas buenas.
Cuando arrojáis el trasmallo para atrapar las conchas de la púrpura ¿lo hacéis de una sola vez? No. Sino una después de otra, y por horas, días, meses, prontos a regresar al lugar al año siguiente, porque da pan y comodidad a vosotros y a vuestras familias. ¿Querríais comportaros de manera diversa con las cosas más grandes que son los intereses de Dios y de vuestras almas? ¿con las de vuestros hermanos? ¿Bien seáis fieles, bien discípulos? En verdad os digo que para extraer la púrpura de las vestiduras eternas es necesario perseverar hasta el final.
Queridos amigos: Paz y Bien
Continuamos con nuetro tema: TESTIMONIOS
Fuente: JESUS EUCARISTÍA, EL AMIGO QUE SIEMPRE TE ESPERA
Autor: P. Ángel Peña Benito, O.A.R.
Tema: TESTIMONIOS (continuación)
El P. Antón Luli, jesuita albanés, manifestaba en el Encuentro mundial de sacerdotes, celebrado en Fátima en 1996, su testimonio personal: "Apenas terminada mi formación, me arrestaron en 1947 tras un proceso falso e injusto. He vivido 17 años como prisionero y otros tantos en trabajos forzados. Prácticamente, he conocido la libertad a los 80 años, cuando en 1989 pude celebrar por primera vez la misa con la gente. Mi vida ha sido un milagro de la gracia de Dios y me sorprendo de haber podido sufrir tanto con una fuerza que no era la mía, sino de Dios. Me han oprimido con toda clase de torturas... Pero, cuando podía, celebraba la misa clandestinamente. No podía confiar en nadie, pues si me descubrían, me fusilaban. Así estuve 11 años.
En una ocasión, tuve una experiencia extraordinaria, que me recordaba la transfiguración de Jesús. La desolación dio paso a una maravillosa experiencia de Jesús. Era como si estuviera allí presente, frente a mí y yo le pudiera hablar. Aquel momento fue determinante, pues comenzaron de nuevo las torturas. Sin aquel amor de Jesús, hubiera muerto, quizás desesperado".
Así relata él su experiencia y cómo la celebración de la misa y la comunión, cuando le era posible, clandestinamente, era su fuerza en medio de tanto sufrimiento y soledad. Y tú ¿a qué esperas para ir a Jesús? Ojalá que lo ames tanto que seas como aquel campesino que todos los días iba temprano a la iglesia y le decía a su familia: "Voy a dar los buenos días a Dios, voy a visitar a mi amigo Jesús". O como aquél que decía: "Voy a calentar mi corazón al sol". Pues sentía su amor tan grande a Jesús que, a veces, en su corazón sentía el fuego de su amor. Seamos como aquel campesino del que habla el cura de Ars, que iba todos los días a la iglesia y se quedaba mirando al sagrario bastante tiempo. Y al preguntarle qué hacía respondió: "Yo lo miro y El me mira". Eso es lo que debemos hacer también nosotros: mirar y dejarnos mirar. Amar y dejarnos amar. No hace falta hablar mucho, pues la mejor oración es la oración de contemplación, que es un silencio amoroso o un amor silencioso ante la grandeza y el amor de un Dios que se ha quedado por amor en este maravilloso sacramento.
Ahora, repitiendo las palabras de Carlo Carretto, quisiera decir a todos aquéllos que dejan en solitario el sagrario: "Imaginad que es cierto lo que dice la Iglesia de que, bajo el signo sacramental del pan, se halla la presencia viva de Jesús... ¿No sentiréis necesidad de ir a quedaros junto a El y hacerle compañía? Yo creo que Jesús está presente en la Eucaristía. ¡Cuánto me ha ayudado esta fe! ¡Cuánto debo a esta presencia! Es aquí delante donde aprendí a orar. Cuando en el desierto de África me pasaba ocho días sin ver a nadie entre las dunas, cuando en una ocasión me pasé cuarenta días solo entre la tierra y el cielo estrellado del Sahara... me habría vuelto loco sin esta presencia de Jesús a mi lado, sin este amor atento siempre a las muestras de tu amor. Es allí en el desierto con Jesús Eucaristía, donde sentí más intensamente la presencia de Dios".
Algo parecido le ocurrió a un sacerdote jesuita italiano, prisionero de los rusos en la segunda guerra mundial y que estuvo varios años solo en una celda de la famosa prisión de Moscú "Lubianka". Decía:"Si no hubiera sido por la presencia de Jesús Eucaristía a mi lado, me hubiera vuelto loco". Él, siempre que podía, celebraba la misa con un poco de pan y un poco de vino, y guardaba la Eucaristía para sentir la presencia y la compañía de Jesús a su lado y no sentirse solo. ¡Qué maravilla! Jesús viene a una pequeña celda carcelaria a celebrar el gran misterio de la Redención ante el llamado de un humilde sacerdote, recluido en el lugar más infernal del mundo.
Y El sigue manifestándose como a aquel sencillo campesino de Pimpicos (Provincia de Cutervo, en el Perú), que los primeros viernes acudía a la parroquia, después de haber caminado varias horas, a veces, con barro, lluvia, frío, pero con alegría para recibir a Jesús, y sentía su amor en lo más íntimo de su ser. O como se manifestó también a aquellos universitarios católicos en la capilla de una casa de retiros, el año 1967, en los que derramó su Espíritu, dando comienzo a la Renovación carismática católica en el mundo. Ellos hablaban de haber sentido sensiblemente el amor y la presencia de Jesús, descubriendo por primera vez en su vida lo que era amarlo y adorarlo. Y tú ¿nunca has sentido paz al adorar a Jesús Eucaristía? Haz la prueba, vete a visitarlo. Jesús siempre te ama y te espera. (fin del tema)
Un saludo cordial en Jesús Eucaristía, el Amigo que siempre te espera, y en María, Madre de Dios y Madre nuestra.
José Luis Elizalde
Continuamos con nuetro tema: TESTIMONIOS
Fuente: JESUS EUCARISTÍA, EL AMIGO QUE SIEMPRE TE ESPERA
Autor: P. Ángel Peña Benito, O.A.R.
Tema: TESTIMONIOS (continuación)
El P. Antón Luli, jesuita albanés, manifestaba en el Encuentro mundial de sacerdotes, celebrado en Fátima en 1996, su testimonio personal: "Apenas terminada mi formación, me arrestaron en 1947 tras un proceso falso e injusto. He vivido 17 años como prisionero y otros tantos en trabajos forzados. Prácticamente, he conocido la libertad a los 80 años, cuando en 1989 pude celebrar por primera vez la misa con la gente. Mi vida ha sido un milagro de la gracia de Dios y me sorprendo de haber podido sufrir tanto con una fuerza que no era la mía, sino de Dios. Me han oprimido con toda clase de torturas... Pero, cuando podía, celebraba la misa clandestinamente. No podía confiar en nadie, pues si me descubrían, me fusilaban. Así estuve 11 años.
En una ocasión, tuve una experiencia extraordinaria, que me recordaba la transfiguración de Jesús. La desolación dio paso a una maravillosa experiencia de Jesús. Era como si estuviera allí presente, frente a mí y yo le pudiera hablar. Aquel momento fue determinante, pues comenzaron de nuevo las torturas. Sin aquel amor de Jesús, hubiera muerto, quizás desesperado".
Así relata él su experiencia y cómo la celebración de la misa y la comunión, cuando le era posible, clandestinamente, era su fuerza en medio de tanto sufrimiento y soledad. Y tú ¿a qué esperas para ir a Jesús? Ojalá que lo ames tanto que seas como aquel campesino que todos los días iba temprano a la iglesia y le decía a su familia: "Voy a dar los buenos días a Dios, voy a visitar a mi amigo Jesús". O como aquél que decía: "Voy a calentar mi corazón al sol". Pues sentía su amor tan grande a Jesús que, a veces, en su corazón sentía el fuego de su amor. Seamos como aquel campesino del que habla el cura de Ars, que iba todos los días a la iglesia y se quedaba mirando al sagrario bastante tiempo. Y al preguntarle qué hacía respondió: "Yo lo miro y El me mira". Eso es lo que debemos hacer también nosotros: mirar y dejarnos mirar. Amar y dejarnos amar. No hace falta hablar mucho, pues la mejor oración es la oración de contemplación, que es un silencio amoroso o un amor silencioso ante la grandeza y el amor de un Dios que se ha quedado por amor en este maravilloso sacramento.
Ahora, repitiendo las palabras de Carlo Carretto, quisiera decir a todos aquéllos que dejan en solitario el sagrario: "Imaginad que es cierto lo que dice la Iglesia de que, bajo el signo sacramental del pan, se halla la presencia viva de Jesús... ¿No sentiréis necesidad de ir a quedaros junto a El y hacerle compañía? Yo creo que Jesús está presente en la Eucaristía. ¡Cuánto me ha ayudado esta fe! ¡Cuánto debo a esta presencia! Es aquí delante donde aprendí a orar. Cuando en el desierto de África me pasaba ocho días sin ver a nadie entre las dunas, cuando en una ocasión me pasé cuarenta días solo entre la tierra y el cielo estrellado del Sahara... me habría vuelto loco sin esta presencia de Jesús a mi lado, sin este amor atento siempre a las muestras de tu amor. Es allí en el desierto con Jesús Eucaristía, donde sentí más intensamente la presencia de Dios".
Algo parecido le ocurrió a un sacerdote jesuita italiano, prisionero de los rusos en la segunda guerra mundial y que estuvo varios años solo en una celda de la famosa prisión de Moscú "Lubianka". Decía:"Si no hubiera sido por la presencia de Jesús Eucaristía a mi lado, me hubiera vuelto loco". Él, siempre que podía, celebraba la misa con un poco de pan y un poco de vino, y guardaba la Eucaristía para sentir la presencia y la compañía de Jesús a su lado y no sentirse solo. ¡Qué maravilla! Jesús viene a una pequeña celda carcelaria a celebrar el gran misterio de la Redención ante el llamado de un humilde sacerdote, recluido en el lugar más infernal del mundo.
Y El sigue manifestándose como a aquel sencillo campesino de Pimpicos (Provincia de Cutervo, en el Perú), que los primeros viernes acudía a la parroquia, después de haber caminado varias horas, a veces, con barro, lluvia, frío, pero con alegría para recibir a Jesús, y sentía su amor en lo más íntimo de su ser. O como se manifestó también a aquellos universitarios católicos en la capilla de una casa de retiros, el año 1967, en los que derramó su Espíritu, dando comienzo a la Renovación carismática católica en el mundo. Ellos hablaban de haber sentido sensiblemente el amor y la presencia de Jesús, descubriendo por primera vez en su vida lo que era amarlo y adorarlo. Y tú ¿nunca has sentido paz al adorar a Jesús Eucaristía? Haz la prueba, vete a visitarlo. Jesús siempre te ama y te espera. (fin del tema)
Un saludo cordial en Jesús Eucaristía, el Amigo que siempre te espera, y en María, Madre de Dios y Madre nuestra.
José Luis Elizalde
Queridos amigos: Paz y Bien
Ayer terminábamos el OCTAVARIO DE ORACION POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS y la Liturgia Ecuménica nos invita a seguir orando para que el Espíritu Santo derrame sobre todos sus componentes los dones de la fe, la justicia, el amor y la unidad, para que haya una sola Iglesia y un sólo Pastor.
Tenemos un tarea por delante que no es fácil, pero tenemos la esperanza de que el Señor que nos dice: Pedid y recibiréis... nos colmará de su gracia para conseguir la tan deseada
UNIDAD DE TODOS LOS CRISTIANOS.
Continuamos con nuestro tema:
JESUS EUCARISTÍA, EL AMIGO QUE SIEMPRE TE ESPERA,
para que podamos conocerle cada día más, amarle más, y seguirle con más entusiasmo.
Todo para la mayor gloria de Dios, Trino y Uno, y salvación del género humano.
Fuente: JESUS EUCARISTÍA, EL AMIGO QUE SIEMPRE TE ESPERA
Autor: P. Ángel Peña Benito, O.A.R. misionero agustino recoleto, con sede en Lima (Perú)TERCERA PARTE: TESTIMONIOS Y MILAGROS
Tema: TESTIMONIOS
En esta tercera parte, vamos a considerar casos concretos de testimonios, conversiones, sanaciones y milagros, a lo largo de los siglos, para que podamos reafirmar nuestra fe en la presencia viva y real de Jesús en este sacramento. Jesús sigue actuando y haciendo maravillas hoy en la Eucaristía, como lo hacía hace dos mil años. Así nos lo confirman también los testimonios de los santos.
TESTIMONIOS
Muchas religiosas contemplativas, con las que me escribo, me han relatado sus experiencias con Jesús Eucaristía. Una de ellas me decía: "Las gracias más grandes que he recibido en mi vida, las he recibido, directamente de la sagrada Eucaristía y, especialmente, el matrimonio espiritual". Otra me escribía: "Mi celda está cerquita del Sagrario y puedo irme a visitarlo con frecuencia. Acabo de estar con El Y me envolvió el silencio impresionante y me dejé llevar por El. Fue algo tan hermoso... Jesús Eucaristía me hacía sentir las dulzuras de su amor sacramentado.
Y me pareció oír su dulce voz, pero fuertemente persuasiva y dulcemente tajante: "Yo soy Jesús y te amo mucho".Una alegre y feliz religiosa ancianita, me manifestaba: "Soy muy feliz. He hecho del sagrario mi morada y le he pedido a Jesús que venga a hacer de mi corazón su sagrario. Así estamos siempre juntos. ¡Qué lindo es vivir siempre con Jesús, formando un solo corazón!". ¡Qué felices los religiosos que pueden vivir bajo el mismo techo de Jesús!.
Me contaba una religiosa: "Un día fui a la capilla y, después de ponerme de rodillas, me vino un recogimiento tan grande como jamás me había ocurrido y por mucho esfuerzo que hubiera hecho por recogerme ni de tal forma lo hubiera podido adquirir. Parecía que se me arrebataba el alma. Jesús me hizo comprender de una manera inefable el misterio del sacerdocio y hasta la gloria y recompensa que tendrán después. También me hizo ver cómo está y nos espera en la Eucaristía y, sobre todo, el infinito amor que nos tiene. Un poco más y hubiera bastado para fallecer de amor, me sentía toda abrasada y casi no podía resistir tanto amor".
El Bto Rafael, monje trapense muerto a los 27 años, en l938 decía "En la paz y el silencio del templo mi alma se abandona a Dios. Si este Dios, que se oculta en un poco de pan, no estuviera tan abandonado, los hombres serían más felices, pero no quieren serlo. Todos los conflictos sociales, todas las diferencias se allanarían, si mirásemos un poco más hacia ese Dios tan abandonado, que está en nuestras iglesias".
Seamos como aquellos católicos de las islas Kiribati en Oceanía, que se reunían todos los domingos en la playa para adorar a Jesús Eucaristía, presente en las iglesias de Tahití a 5000 Kms. de distancia. O como aquel catequista de un pueblecito de los Andes peruanos que reunía a su gente los domingos y les decía, abriendo un corporal ante el altar de la capilla: "Adoremos a Cristo, que estuvo aquí con nosotros hace 22 años".Cuando estuve en el retiro mundial para sacerdotes en Roma del (5-9 de Octubre de 1984), teníamos una hora de adoración cada día en la Basílica Vaticana.
Eramos 7.000 sacerdotes de todos los países, unidos en una sola oración, adorando a nuestro Dios. ¡Qué días de gloria pasé en aquella ocasión! Muchos sacerdotes, durante la segunda guerra mundial llevaban siempre en el pecho la sagrada Eucaristía para darla en comunión a los soldados y también para tener fuerza y valor para soportar las pruebas de la guerra.
Con Jesús a nuestro lado, todo es más fácil.Cuando estuve de capellán militar en Ceuta, en el Norte de África, las religiosas adoratrices me hablaban de cómo algunas niñas musulmanas, a pesar de no creer, sentían que allí, en el sagrario, estaba Dios. Algo parecido le sucedió a aquella joven judía, cuando era alumna de un colegio de religiosas.
Me escribía así: "Un día cuando tenía 11 años, una amiga del colegio me invitó a entrar a la capilla, donde estaba el Santísimo Sacramento y, al entrar, instantáneamente, sin pensarlo, sentí con una fuerte claridad que allí en el sagrario, que yo llamaba "caja", allí estaba Dios. No sabría explicarlo, pero esto mismo me pasó en las dos siguientes iglesias católicas que visité". Ésta fue la piedra de toque para convertirse.
Actualmente, Sor María del Carmelo es religiosa contemplativa en un convento de Inglaterra. (continuará).
Un saludo cordial en Jesús Eucaristía, el Amigo que siempre te espera, y en María, Madre de Dios y Madre nuestra.
José Luis Elizalde
Ayer terminábamos el OCTAVARIO DE ORACION POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS y la Liturgia Ecuménica nos invita a seguir orando para que el Espíritu Santo derrame sobre todos sus componentes los dones de la fe, la justicia, el amor y la unidad, para que haya una sola Iglesia y un sólo Pastor.
Tenemos un tarea por delante que no es fácil, pero tenemos la esperanza de que el Señor que nos dice: Pedid y recibiréis... nos colmará de su gracia para conseguir la tan deseada
UNIDAD DE TODOS LOS CRISTIANOS.
Continuamos con nuestro tema:
JESUS EUCARISTÍA, EL AMIGO QUE SIEMPRE TE ESPERA,
para que podamos conocerle cada día más, amarle más, y seguirle con más entusiasmo.
Todo para la mayor gloria de Dios, Trino y Uno, y salvación del género humano.
Fuente: JESUS EUCARISTÍA, EL AMIGO QUE SIEMPRE TE ESPERA
Autor: P. Ángel Peña Benito, O.A.R. misionero agustino recoleto, con sede en Lima (Perú)TERCERA PARTE: TESTIMONIOS Y MILAGROS
Tema: TESTIMONIOS
En esta tercera parte, vamos a considerar casos concretos de testimonios, conversiones, sanaciones y milagros, a lo largo de los siglos, para que podamos reafirmar nuestra fe en la presencia viva y real de Jesús en este sacramento. Jesús sigue actuando y haciendo maravillas hoy en la Eucaristía, como lo hacía hace dos mil años. Así nos lo confirman también los testimonios de los santos.
TESTIMONIOS
Muchas religiosas contemplativas, con las que me escribo, me han relatado sus experiencias con Jesús Eucaristía. Una de ellas me decía: "Las gracias más grandes que he recibido en mi vida, las he recibido, directamente de la sagrada Eucaristía y, especialmente, el matrimonio espiritual". Otra me escribía: "Mi celda está cerquita del Sagrario y puedo irme a visitarlo con frecuencia. Acabo de estar con El Y me envolvió el silencio impresionante y me dejé llevar por El. Fue algo tan hermoso... Jesús Eucaristía me hacía sentir las dulzuras de su amor sacramentado.
Y me pareció oír su dulce voz, pero fuertemente persuasiva y dulcemente tajante: "Yo soy Jesús y te amo mucho".Una alegre y feliz religiosa ancianita, me manifestaba: "Soy muy feliz. He hecho del sagrario mi morada y le he pedido a Jesús que venga a hacer de mi corazón su sagrario. Así estamos siempre juntos. ¡Qué lindo es vivir siempre con Jesús, formando un solo corazón!". ¡Qué felices los religiosos que pueden vivir bajo el mismo techo de Jesús!.
Me contaba una religiosa: "Un día fui a la capilla y, después de ponerme de rodillas, me vino un recogimiento tan grande como jamás me había ocurrido y por mucho esfuerzo que hubiera hecho por recogerme ni de tal forma lo hubiera podido adquirir. Parecía que se me arrebataba el alma. Jesús me hizo comprender de una manera inefable el misterio del sacerdocio y hasta la gloria y recompensa que tendrán después. También me hizo ver cómo está y nos espera en la Eucaristía y, sobre todo, el infinito amor que nos tiene. Un poco más y hubiera bastado para fallecer de amor, me sentía toda abrasada y casi no podía resistir tanto amor".
El Bto Rafael, monje trapense muerto a los 27 años, en l938 decía "En la paz y el silencio del templo mi alma se abandona a Dios. Si este Dios, que se oculta en un poco de pan, no estuviera tan abandonado, los hombres serían más felices, pero no quieren serlo. Todos los conflictos sociales, todas las diferencias se allanarían, si mirásemos un poco más hacia ese Dios tan abandonado, que está en nuestras iglesias".
Seamos como aquellos católicos de las islas Kiribati en Oceanía, que se reunían todos los domingos en la playa para adorar a Jesús Eucaristía, presente en las iglesias de Tahití a 5000 Kms. de distancia. O como aquel catequista de un pueblecito de los Andes peruanos que reunía a su gente los domingos y les decía, abriendo un corporal ante el altar de la capilla: "Adoremos a Cristo, que estuvo aquí con nosotros hace 22 años".Cuando estuve en el retiro mundial para sacerdotes en Roma del (5-9 de Octubre de 1984), teníamos una hora de adoración cada día en la Basílica Vaticana.
Eramos 7.000 sacerdotes de todos los países, unidos en una sola oración, adorando a nuestro Dios. ¡Qué días de gloria pasé en aquella ocasión! Muchos sacerdotes, durante la segunda guerra mundial llevaban siempre en el pecho la sagrada Eucaristía para darla en comunión a los soldados y también para tener fuerza y valor para soportar las pruebas de la guerra.
Con Jesús a nuestro lado, todo es más fácil.Cuando estuve de capellán militar en Ceuta, en el Norte de África, las religiosas adoratrices me hablaban de cómo algunas niñas musulmanas, a pesar de no creer, sentían que allí, en el sagrario, estaba Dios. Algo parecido le sucedió a aquella joven judía, cuando era alumna de un colegio de religiosas.
Me escribía así: "Un día cuando tenía 11 años, una amiga del colegio me invitó a entrar a la capilla, donde estaba el Santísimo Sacramento y, al entrar, instantáneamente, sin pensarlo, sentí con una fuerte claridad que allí en el sagrario, que yo llamaba "caja", allí estaba Dios. No sabría explicarlo, pero esto mismo me pasó en las dos siguientes iglesias católicas que visité". Ésta fue la piedra de toque para convertirse.
Actualmente, Sor María del Carmelo es religiosa contemplativa en un convento de Inglaterra. (continuará).
Un saludo cordial en Jesús Eucaristía, el Amigo que siempre te espera, y en María, Madre de Dios y Madre nuestra.
José Luis Elizalde
Queridos amigos: Paz y Bien
Hoy, día 25, CONVERSION DE SAN PABLO,
concluimos el OCTAVARIO DE ORACION POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS
Fuente: www.proyectovocacional.com
Textos bíblicos, meditaciones y oraciones para el Octavario
DIA OCTAVO: Orad siempre para que sean uno
Que la paz reine entre vosotros (1 Tes 5,13b) Is 11,6-13
El lobo habitará con el cordero Sal 122
Haya paz dentro de tus muros 1 Tes 5,13b-18
Que la paz reine entre vosotros Jn 17,6-24 Que sean uno
COMENTARIO
Dios desea que los seres humanos vivan entre ellos en paz. Esta paz no es simplemente una ausencia de guerra o de conflictos; el shalom querido por Dios nace de una humanidad reconciliada, de una familia humana que comparte y refleja en sí misma la paz que solo Dios puede dar.
La imagen del lobo viviendo con el cordero, del león dormido cerca del cabrito, intenta ofrecernos una visión simbólica del futuro que Dios desea para nosotros. Puesto que no podemos establecer este shalom por nuestra sola voluntad, estamos llamados a ser instrumentos de la paz del Señor, artesanos de la obra divina de la reconciliación.
La paz, como la unidad, es un don y una llamada. La oración de Jesús por la unidad de sus discípulos no era ni una orden ni una petición, sino una invocación dirigida al Padre en la víspera de su muerte. Es una oración que surge de lo más profundo de su corazón y de su misión, en el momento en el que prepara a sus discípulos para el tiempo futuro: PADRE, QUE SEAN UNO.
Mientras celebramos el centenario de la Semana de Oración por la unidad y recordamos todas las aspiraciones, oraciones e iniciativas en la búsqueda de la unidad de los cristianos suscitadas durante siglos, es conveniente hacer balance de los pasos que hemos realizado hasta ahora, guiados por el Espíritu Santo.
Para nosotros es ocasión de dar gracias por los numerosos frutos que nos ha dado la oración por la unidad. En muchos lugares, la animosidad y los malentendidos han cedido su lugar al respeto y la amistad entre los cristianos y sus distintas comunidades. Sucede a menudo que cristianos que se reúnen para rezar juntos por la unidad dan a continuación un testimonio común del Evangelio a través de acciones concretas y trabajando codo a codo al servicio de los más necesitados.
El diálogo permitió construir puentes de comprensión recíproca y solucionar desacuerdos doctrinales que nos dividían. No obstante, el momento presente deberá ser también para nosotros un tiempo de arrepentimiento, ya que nuestras divisiones están en contradicción con la oración de Cristo por la unidad y con el mandato de Pablo de vivir en paz entre nosotros. Actualmente, los cristianos están abiertamente en desacuerdo sobre distintos temas: más allá de las diferencias doctrinales que nos separan aún, tenemos a menudo posiciones divergentes sobre cuestiones de moral y ética, sobre la guerra y la paz, sobre problemas de actualidad que necesitan un testimonio común.
Debido a nuestras divisiones internas y a los conflictos entre nosotros, no estamos en condiciones de responder a la noble vocación de ser signos e instrumentos de la unidad y de la paz queridos por Dios. ¿Qué decir entonces? Tenemos razones para alegrarnos pero también para estar tristes. Damos gracias, en este centenario, por las últimas generaciones que se consagraron generosamente al servicio de la reconciliación; renovemos hoy nuestro compromiso de ser artífices de la unidad y de la paz queridas por Cristo. Finalmente, este momento particular nos ofrece la ocasión de reflexionar de nuevo sobre lo que significa orar sin cesar, a través de nuestras palabras y nuestras acciones, a través de la vida de nuestras Iglesias.
ORACION
Señor, haz que seamos uno: uno en nuestras palabras para que te dirijamos una oración humilde y común; uno en nuestro deseo y en nuestra búsqueda de la justicia; uno en el amor, para servirte en el más pequeño de nuestros hermanos y hermanas; uno en la espera de ver tu rostro. Señor, haz que seamos uno en ti. Amén.Un saludo cordial en Jesús Eucaristía, el Amigo que siempre te espera, y en María, Madre de Dios y Madre nuestra, Medianera de todas las gracias. ¡Que seamos UNO en el amor y en la justicia, en la confianza mutua, en la fe de Cristo Jesús en su sermón de la Última Cena!
José Luis Elizalde
Hoy, día 25, CONVERSION DE SAN PABLO,
concluimos el OCTAVARIO DE ORACION POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS
Fuente: www.proyectovocacional.com
Textos bíblicos, meditaciones y oraciones para el Octavario
DIA OCTAVO: Orad siempre para que sean uno
Que la paz reine entre vosotros (1 Tes 5,13b) Is 11,6-13
El lobo habitará con el cordero Sal 122
Haya paz dentro de tus muros 1 Tes 5,13b-18
Que la paz reine entre vosotros Jn 17,6-24 Que sean uno
COMENTARIO
Dios desea que los seres humanos vivan entre ellos en paz. Esta paz no es simplemente una ausencia de guerra o de conflictos; el shalom querido por Dios nace de una humanidad reconciliada, de una familia humana que comparte y refleja en sí misma la paz que solo Dios puede dar.
La imagen del lobo viviendo con el cordero, del león dormido cerca del cabrito, intenta ofrecernos una visión simbólica del futuro que Dios desea para nosotros. Puesto que no podemos establecer este shalom por nuestra sola voluntad, estamos llamados a ser instrumentos de la paz del Señor, artesanos de la obra divina de la reconciliación.
La paz, como la unidad, es un don y una llamada. La oración de Jesús por la unidad de sus discípulos no era ni una orden ni una petición, sino una invocación dirigida al Padre en la víspera de su muerte. Es una oración que surge de lo más profundo de su corazón y de su misión, en el momento en el que prepara a sus discípulos para el tiempo futuro: PADRE, QUE SEAN UNO.
Mientras celebramos el centenario de la Semana de Oración por la unidad y recordamos todas las aspiraciones, oraciones e iniciativas en la búsqueda de la unidad de los cristianos suscitadas durante siglos, es conveniente hacer balance de los pasos que hemos realizado hasta ahora, guiados por el Espíritu Santo.
Para nosotros es ocasión de dar gracias por los numerosos frutos que nos ha dado la oración por la unidad. En muchos lugares, la animosidad y los malentendidos han cedido su lugar al respeto y la amistad entre los cristianos y sus distintas comunidades. Sucede a menudo que cristianos que se reúnen para rezar juntos por la unidad dan a continuación un testimonio común del Evangelio a través de acciones concretas y trabajando codo a codo al servicio de los más necesitados.
El diálogo permitió construir puentes de comprensión recíproca y solucionar desacuerdos doctrinales que nos dividían. No obstante, el momento presente deberá ser también para nosotros un tiempo de arrepentimiento, ya que nuestras divisiones están en contradicción con la oración de Cristo por la unidad y con el mandato de Pablo de vivir en paz entre nosotros. Actualmente, los cristianos están abiertamente en desacuerdo sobre distintos temas: más allá de las diferencias doctrinales que nos separan aún, tenemos a menudo posiciones divergentes sobre cuestiones de moral y ética, sobre la guerra y la paz, sobre problemas de actualidad que necesitan un testimonio común.
Debido a nuestras divisiones internas y a los conflictos entre nosotros, no estamos en condiciones de responder a la noble vocación de ser signos e instrumentos de la unidad y de la paz queridos por Dios. ¿Qué decir entonces? Tenemos razones para alegrarnos pero también para estar tristes. Damos gracias, en este centenario, por las últimas generaciones que se consagraron generosamente al servicio de la reconciliación; renovemos hoy nuestro compromiso de ser artífices de la unidad y de la paz queridas por Cristo. Finalmente, este momento particular nos ofrece la ocasión de reflexionar de nuevo sobre lo que significa orar sin cesar, a través de nuestras palabras y nuestras acciones, a través de la vida de nuestras Iglesias.
ORACION
Señor, haz que seamos uno: uno en nuestras palabras para que te dirijamos una oración humilde y común; uno en nuestro deseo y en nuestra búsqueda de la justicia; uno en el amor, para servirte en el más pequeño de nuestros hermanos y hermanas; uno en la espera de ver tu rostro. Señor, haz que seamos uno en ti. Amén.Un saludo cordial en Jesús Eucaristía, el Amigo que siempre te espera, y en María, Madre de Dios y Madre nuestra, Medianera de todas las gracias. ¡Que seamos UNO en el amor y en la justicia, en la confianza mutua, en la fe de Cristo Jesús en su sermón de la Última Cena!
José Luis Elizalde
Queridos amigos: Paz y Bien
Hoy, día 24, DIA SEPTIMO DEL OCTAVARIO DE ORACION PARA LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS
Fuente: www.proyectovocacional.com
Textos bíblicos, meditaciones y oraciones para el Octavario DIA SEPTIMO:
Orad porque tenemos necesidad
Sostened a los débiles (1 Tes 5,14) 1 Sm 1,9-20
Ana reza al Señor para que le conceda un niño
Sal 86 Atiende a mi súplica 1 Tes 5,(12a)13b-18
Os pedimos... que sostengáis a los débiles Lc 11,5-13 Quien pide recibe
COMENTARIO
Profundamente afligida por su esterilidad, Ana imploró de Dios que le conceda un niño: su oración fue escuchada y, pasados unos días, nació Samuel (que significa "al Señor se lo pedí"). En el evangelio de Lucas, Jesús mismo nos dice que "quien pide recibe"; así en la oración, nos dirigimos a Dios para que responda a nuestras necesidades. La respuesta puede no corresponder a lo que esperamos, pero Dios nos responde siempre. El poder de la oración es inmenso, sobre todo cuando está vinculado al servicio.
El Evangelio nos enseña que Cristo quiere que nos amemos y que nos ayudemos unos a otros. En la carta de Pablo a los Tesalonicenses, el tema del servicio se reanuda con el imperativo: "Sostened a los débiles". Sabemos que es posible responder de manera ecuménica, de una manera concreta, a la miseria y al desamparo.
Las Iglesias de tradiciones diferentes trabajan a menudo mano a mano, pero en algunas circunstancias su testimonio es seriamente debilitado por su falta de unidad. Cuando queremos orar juntos, a veces somos profundamente desconfiados respecto de las distintas formas de oración que encontramos en otras tradiciones cristianas: las oraciones de los católicos dirigidos a Dios por la intercesión de los santos o de Maria, la madre de Jesús; las oraciones litúrgicas ortodoxas; las oraciones pentecostales; las oraciones espontáneas que los protestantes dirigen directamente a Dios. Se observa que la diversidad de las formas de oración es mejor apreciada.
En las Iglesias americanas, la experiencia de renovación pentecostal ha conducido también a un mejor reconocimiento del poder de la oración, lo que, poco a poco, ayudó a los pentecostales a sentirse más cómodos en el movimiento ecuménico. Del mismo modo, el diálogo con las Iglesias ortodoxas en el seno del Consejo Ecuménico de las Iglesias ha permitido comprender mejor las formas de las oraciones propias de cada uno.
Es indudable que la fe en el poder de la oración es común al conjunto de nuestras tradiciones y puede contribuir mucho a la causa de la unidad cristiana, una vez que hayamos comprendido y superado nuestras diferencias. Debemos apoyar con nuestras oraciones todos los diálogos que mantienen nuestras Iglesias sobre las divergencias que impiden aún reunirnos en torno a la mesa del Señor.
Celebrar juntos el memorial de Cristo y elevar hacia él nuestra común acción de gracias nos permitirá realizar un gran paso adelante en el camino de la unidad.
ORACION
Señor, ayúdanos a ser de verdad uno cuando rogamos por la curación de nuestro mundo, de las divisiones entre nuestras Iglesias y por nuestra propia curación. Haz que no dudemos de que tú nos escuchas y que tú nos responderás.
Te lo pedimos en el nombre de Jesucristo. Amén.
Un saludo cordial en Jesús Eucaristía, el Amigo que siempre te espera, y en María, Madre de Dios y Madre nuestra. ¡Que todos seamos UNO!
José Luis Elizalde
Hoy, día 24, DIA SEPTIMO DEL OCTAVARIO DE ORACION PARA LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS
Fuente: www.proyectovocacional.com
Textos bíblicos, meditaciones y oraciones para el Octavario DIA SEPTIMO:
Orad porque tenemos necesidad
Sostened a los débiles (1 Tes 5,14) 1 Sm 1,9-20
Ana reza al Señor para que le conceda un niño
Sal 86 Atiende a mi súplica 1 Tes 5,(12a)13b-18
Os pedimos... que sostengáis a los débiles Lc 11,5-13 Quien pide recibe
COMENTARIO
Profundamente afligida por su esterilidad, Ana imploró de Dios que le conceda un niño: su oración fue escuchada y, pasados unos días, nació Samuel (que significa "al Señor se lo pedí"). En el evangelio de Lucas, Jesús mismo nos dice que "quien pide recibe"; así en la oración, nos dirigimos a Dios para que responda a nuestras necesidades. La respuesta puede no corresponder a lo que esperamos, pero Dios nos responde siempre. El poder de la oración es inmenso, sobre todo cuando está vinculado al servicio.
El Evangelio nos enseña que Cristo quiere que nos amemos y que nos ayudemos unos a otros. En la carta de Pablo a los Tesalonicenses, el tema del servicio se reanuda con el imperativo: "Sostened a los débiles". Sabemos que es posible responder de manera ecuménica, de una manera concreta, a la miseria y al desamparo.
Las Iglesias de tradiciones diferentes trabajan a menudo mano a mano, pero en algunas circunstancias su testimonio es seriamente debilitado por su falta de unidad. Cuando queremos orar juntos, a veces somos profundamente desconfiados respecto de las distintas formas de oración que encontramos en otras tradiciones cristianas: las oraciones de los católicos dirigidos a Dios por la intercesión de los santos o de Maria, la madre de Jesús; las oraciones litúrgicas ortodoxas; las oraciones pentecostales; las oraciones espontáneas que los protestantes dirigen directamente a Dios. Se observa que la diversidad de las formas de oración es mejor apreciada.
En las Iglesias americanas, la experiencia de renovación pentecostal ha conducido también a un mejor reconocimiento del poder de la oración, lo que, poco a poco, ayudó a los pentecostales a sentirse más cómodos en el movimiento ecuménico. Del mismo modo, el diálogo con las Iglesias ortodoxas en el seno del Consejo Ecuménico de las Iglesias ha permitido comprender mejor las formas de las oraciones propias de cada uno.
Es indudable que la fe en el poder de la oración es común al conjunto de nuestras tradiciones y puede contribuir mucho a la causa de la unidad cristiana, una vez que hayamos comprendido y superado nuestras diferencias. Debemos apoyar con nuestras oraciones todos los diálogos que mantienen nuestras Iglesias sobre las divergencias que impiden aún reunirnos en torno a la mesa del Señor.
Celebrar juntos el memorial de Cristo y elevar hacia él nuestra común acción de gracias nos permitirá realizar un gran paso adelante en el camino de la unidad.
ORACION
Señor, ayúdanos a ser de verdad uno cuando rogamos por la curación de nuestro mundo, de las divisiones entre nuestras Iglesias y por nuestra propia curación. Haz que no dudemos de que tú nos escuchas y que tú nos responderás.
Te lo pedimos en el nombre de Jesucristo. Amén.
Un saludo cordial en Jesús Eucaristía, el Amigo que siempre te espera, y en María, Madre de Dios y Madre nuestra. ¡Que todos seamos UNO!
José Luis Elizalde
Queridos amigos: Paz y Bien
Hoy, día 23, DIA SEXTO DEL OCTAVARIO DE ORACION POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS
Fuente: www.proyectovocacional.com
Textos bíblicos, meditaciones y oraciones para el Octavario
Día sexto: Orad siempre para obtener la gracia de colaborar con Dios Estad siempre alegres. No ceséis de orar (1 Tes 5,16) 2 Sm 7,18-29 La oración de alabanza y de alegría de David Sal 86 Señor, escucha 1 Tes 5,(12a)13b-18 Estad siempre alegres Lc 10,1-24 El envío de los setenta y dos discípulos
COMENTARIO
En la oración modelamos nuestra voluntad según Dios y participamos así en la realización de su deseo. Tenemos necesidad que el Espíritu Santo cambie el corazón de los creyentes y nos dé la gracia de colaborar con Dios y participar en su misión y proyecto de unidad.
Mientras pedimos sin cesar por eso, somos conscientes de que son necesarios más obreros para la cosecha. Con motivo de numerosos encuentros ecuménicos, y en particular del National Workshop on Christian Unity que se celebra todos los años en los Estados Unidos, se destacó la necesidad de promover la participación de los jóvenes para que el movimiento ecuménico pueda prosperar hoy y en las generaciones futuras. Es necesario que aún más obreros conozcan la alegría de la oración para contribuir a la obra de Dios.
Las lecturas del sexto día nos ayudan a comprender mejor lo que significa trabajar en el servicio del Evangelio. David, sorprendido de ser elegido por el Señor para participar en la edificación de un espléndido templo, afirma: ¿"De verdad Dios podrá vivir sobre la tierra?" y concluye: "Quieres ahora bendecir la casa de tu criado, para que permanezca siempre en tu presencia". El salmista ruega: "Señor, enséñame tu camino, para que te sea fiel, guía mi corazón para que tema tu nombre. Señor Dios mío, te daré gracias de todo corazón, daré gloria a tu nombre por siempre".
En el envío de los setenta y dos discípulos, Jesús confirma que gracias a ellos y a todos los que creerán en él a través de su palabra, su paz y la buena noticia que declarará que "el Reino de Dios ha llegado hasta nosotros" serán anunciadas al mundo.
Cuando sus discípulos vuelven contentos de nuevo, aunque también traen la experiencia del rechazo, Jesús se alegra de sus éxitos al someter los demonios: es necesario seguir extendiendo la noticia, sin detenerse. Dios quiere que su pueblo sea uno. Como los cristianos de Tesalónica, se nos exhorta a ser "siempre alegres" y a orar "sin cesar", manteniendo la esperanza de que, si nos comprometemos plenamente a colaborar con Dios, se realizará por fin la unidad según su voluntad.
ORACION
Señor Dios, en la perfecta unidad de tu ser, guarda en nuestros corazones el ardiente deseo y la esperanza de la unidad para que nunca dejemos de trabajar al servicio de tu Evangelio. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Un saludo cordial en Jesús Eucaristía, el Amigo que siempre te espera, y en María, Madre de Dios y Madre nuestra,
José Luis Elizalde
Hoy, día 23, DIA SEXTO DEL OCTAVARIO DE ORACION POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS
Fuente: www.proyectovocacional.com
Textos bíblicos, meditaciones y oraciones para el Octavario
Día sexto: Orad siempre para obtener la gracia de colaborar con Dios Estad siempre alegres. No ceséis de orar (1 Tes 5,16) 2 Sm 7,18-29 La oración de alabanza y de alegría de David Sal 86 Señor, escucha 1 Tes 5,(12a)13b-18 Estad siempre alegres Lc 10,1-24 El envío de los setenta y dos discípulos
COMENTARIO
En la oración modelamos nuestra voluntad según Dios y participamos así en la realización de su deseo. Tenemos necesidad que el Espíritu Santo cambie el corazón de los creyentes y nos dé la gracia de colaborar con Dios y participar en su misión y proyecto de unidad.
Mientras pedimos sin cesar por eso, somos conscientes de que son necesarios más obreros para la cosecha. Con motivo de numerosos encuentros ecuménicos, y en particular del National Workshop on Christian Unity que se celebra todos los años en los Estados Unidos, se destacó la necesidad de promover la participación de los jóvenes para que el movimiento ecuménico pueda prosperar hoy y en las generaciones futuras. Es necesario que aún más obreros conozcan la alegría de la oración para contribuir a la obra de Dios.
Las lecturas del sexto día nos ayudan a comprender mejor lo que significa trabajar en el servicio del Evangelio. David, sorprendido de ser elegido por el Señor para participar en la edificación de un espléndido templo, afirma: ¿"De verdad Dios podrá vivir sobre la tierra?" y concluye: "Quieres ahora bendecir la casa de tu criado, para que permanezca siempre en tu presencia". El salmista ruega: "Señor, enséñame tu camino, para que te sea fiel, guía mi corazón para que tema tu nombre. Señor Dios mío, te daré gracias de todo corazón, daré gloria a tu nombre por siempre".
En el envío de los setenta y dos discípulos, Jesús confirma que gracias a ellos y a todos los que creerán en él a través de su palabra, su paz y la buena noticia que declarará que "el Reino de Dios ha llegado hasta nosotros" serán anunciadas al mundo.
Cuando sus discípulos vuelven contentos de nuevo, aunque también traen la experiencia del rechazo, Jesús se alegra de sus éxitos al someter los demonios: es necesario seguir extendiendo la noticia, sin detenerse. Dios quiere que su pueblo sea uno. Como los cristianos de Tesalónica, se nos exhorta a ser "siempre alegres" y a orar "sin cesar", manteniendo la esperanza de que, si nos comprometemos plenamente a colaborar con Dios, se realizará por fin la unidad según su voluntad.
ORACION
Señor Dios, en la perfecta unidad de tu ser, guarda en nuestros corazones el ardiente deseo y la esperanza de la unidad para que nunca dejemos de trabajar al servicio de tu Evangelio. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Un saludo cordial en Jesús Eucaristía, el Amigo que siempre te espera, y en María, Madre de Dios y Madre nuestra,
José Luis Elizalde
Mantener Despierta La Sensibilidad A La Verdad
Fuente: Ecclesia
Autor: Benedicto XVI
Magnífico rector, autoridades políticas y civiles, ilustres docentes y personal técnico y administrativo, queridos jóvenes alumnos:
Es para mí motivo de profunda alegría reunirme con la comunidad de la Universidad «La Sapienza» de Roma con ocasión de la inauguración de su año académico.
Desde hace siglos, esta universidad marca el camino y la vida de la ciudad de Roma, haciendo fructificar las mejores energías intelectuales en todos los campos del saber. Tanto en la época en que esta institución, tras su fundación por obra del papa Bonifacio VIII, dependía directamente de la autoridad eclesiástica, como sucesivamente, cuando el Studium Urbis se desarrolló como institución del estado italiano, vuestra comunidad académica ha sabido conservar un gran nivel científico y cultural que la sitúa entre las más prestigiosas universidades del mundo. La Iglesia de Roma contempla desde siempre con simpatía y admiración este centrouniversitario, reconociendo su dedicación, en ocasiones ardua y fatigosa, a la investigación y a la formación de las nuevas generaciones. Durante estos últimos años no han faltado momentos significativos de colaboración y de diálogo.
Recuerdo, en particular, el encuentro mundial de rectores con ocasión del Jubileo de las Universidades, en el que vuestra comunidad se hizo cargo no sólo de la acogida y la organización, sino, por encima de todo, de la profética y compleja propuesta de la elaboración de un «nuevo humanismo para el tercer milenio».
Tengo el placer, en la presente circunstancia, de expresar mi gratitud por la invitación que me ha sido dirigida a acudir a vuestra universidad para impartir en ella una lección. Desde esta perspectiva me he planteado ante todo la siguiente pregunta: ¿Qué puede y debe decir un Papa en una ocasión como ésta? En mi lección de Ratisbona hablé, desde luego, como Papa, pero lo hice sobre todo en mi calidad de antiguo profesor de aquella universidad mía, tratando de enlazar recuerdos y actualidad. Pero la universidad «La Sapienza», antigua universidad de Roma, me invita precisamente como Obispo de Roma, por lo que debo hablar en calidad de tal.
Verdad es que «La Sapienza» fue antaño la universidad del Papa, pero hoy es una universidad laica dotada de esa autonomía que, con arreglo a su propio concepto fundacional, siempre ha formado parte de la naturaleza universitaria, que ha de vincularse exclusivamente a la autoridad de la verdad. En su libertad frente a autoridades políticas y eclesiásticas, la universidad halla su particular función, precisamente también al servicio de la sociedad moderna, que necesita una institución de semejantes características.
Y vuelvo a mi pregunta inicial: ¿Qué puede y debe decir el Papa en su encuentro con la universidad de su ciudad? Reflexionando sobre este interrogante, me ha parecido que éste encerraba otros dos, cuya aclaración debería encaminarnos por sí sola hacia la respuesta. Hay que preguntarse, en efecto: ¿Cuál es la naturaleza y misión del papado? Y también: ¿Cuál es la naturaleza y misión de la universidad? En este contexto, no quisiera deteneros y detenerme en prolijas disquisiciones acerca de la naturaleza del papado. Bastará una breve alusión. El Papa es ante todo Obispo de Roma y, como tal, en virtud de la sucesión al apóstol Pedro, tiene una responsabilidad episcopal para con toda la Iglesia católica.
La palabra «obispo» (epískopos), que en su significado más inmediato remite a «vigilante», ya en el Nuevo Testamento se fundió con el concepto bíblico de pastor: el obispo es quien,desde un punto de observación más elevado, mira al conjunto, ocupándose del camino correcto y de la cohesión de éste. A este respecto, dicha designación de su misión orienta nuestra mirada ante todo hacia el interior de la comunidad creyente. El obispo —el pastor— es el hombre que vela por esa comunidad, el que la conserva unida manteniéndola en el camino que lleva a Dios, indicado según la fe cristiana por Jesús, y no sólo indicado, pues él mismo es para nosotros el Camino.Pero esa comunidad por la que el obispo vela, ya sea grande o pequeña, vive en el mundo: sus condiciones, su camino, su ejemplo y su palabra influyen inevitablemente en todo el resto de la comunidad humana en su conjunto. Y cuanto mayor sea, sus buenas condiciones o su eventual degradación repercutirán en mayor medida en toda la Humanidad. Vemos hoy con gran claridad hasta qué punto las condiciones de las religiones y la situación de la Iglesia —con sus crisis y sus renovaciones— influyen en el conjunto de la Humanidad. Así el Papa, precisamente como pastor de su comunidad, ha ido transformándose progresivamente en una voz de la razón ética de la Humanidad.
Llegados a este punto, sin embargo, surge de inmediato la objeción según la cual el Papa no hablaría realmente sobre la base de la razón ética, sino que tomaría sus juicios de la fe, por lo que no podría pretender que éstos fueran válidos para cuantos no comparten esa fe. Tendremos que abordar de nuevo este argumento, toda vez que plantea la cuestión absolutamente fundamental: ¿Qué es la razón? ¿Cómo puede una afirmación —sobre todo una norma moral— demostrarse «razonable»? Quisiera aquí, por ahora, señalar tan sólo brevemente que John Rawls, si bien niega el carácter de razón «pública» a las doctrinas religiosas comprensivas, ve sin embargo en la razón «no pública» de ellas al menos una razón que no podría, en nombre de una racionalidad insensibilizada por el laicismo, permanecer completamente desconocida para cuantos la sustentan.
Entre otras cosas, él ve un criterio de esta razonabilidad en el hecho de que tales doctrinas se derivan de una tradición responsable y motivada, en cuyo seno, durante tiempos dilatados, se han desarrollado argumentaciones lo suficientemente buenas en apoyo de la correspondiente doctrina. En esta afirmación me parece importante el reconocimiento de que la experiencia y la demostración a lo largo de generaciones —el fondo histórico de la sabiduría humana— constituyen también una señal de su razonabilidad y de su significado persistente. Ante una razón ahistórica que intenta autoconstruirse únicamente en una racionalidad ahistórica, hay que valorizar la sabiduría de la Humanidad como tal —la sabiduría de las grandes tradiciones religiosas— como un fenómeno que no se puede tirar impunemente a la papelera de la historia de las ideas.
Volvamos a la pregunta de partida. El Papa habla como representante de una comunidad creyente en la que, a lo largo de siglos de existencia, ha madurado una determinada sabiduría de vida; habla como representante de una comunidad que guarda en sí un tesoro de conocimiento y de experiencia ética importante para toda la Humanidad: en este sentido habla como representante de una razón ética.
Pero ahora hemos de preguntarnos: ¿Qué es, pues, la universidad? ¿Cuál es su función? Se trata de una pregunta gigantesca a la que, una vez más, puedo intentar responder en estilo casi telegráfico con alguna observación. Creo que puede decirse que el origen auténtico e íntimo de la universidad estriba en elanhelo de conocimiento propio del hombre. Éste quiere saber qué es todo aquello que lo rodea. Quiere verdad. Bajo este aspecto es posible considerar la interrogación propia de Sócrates como el impulso del que nació la universidad occidental. Pienso, por ejemplo y por mencionar tan sólo un texto, en su disputacon Eutifrón, quien defiende ante Sócrates la religión mítica y su devoción. A ello contrapone el filósofo la pregunta: «Tú crees que entre los dioses existen realmente una guerra recíproca y terribles enemistades y combates […] ¿Debemos, oh Eutifrón, decir efectivamente que todo eso es verdad?» (6 b-c). En esta preguntaaparentemente poco devota —que, sin embargo, en Sócrates procedía de una religiosidad más profunda y más pura, de la búsqueda del Dios realmente divino—, los cristianos de los primeros siglos se reconocieron a sí mismos y reconocieron su camino. Acogieron su fe no de manera positivista o como vía de escape de deseos insatisfechos; la concibieron como disolución de la niebla de la religión mitológica para hacer sitio al descubrimiento del Dios que es Razón creadora y al mismo tiempo Razón-Amor. Por eso no consideraban ellos la interrogación de la razón acerca del Dios más grande y sobre la naturaleza y el sentido auténticos del ser humano una forma problemática de falta de religiosidad, sino como parte integrante de la esencia de su modo de ser religiosos.
No necesitaban, por lo tanto,disipar o arrinconar la interrogación socrática, sino que podían —o mejor dicho, debían— acogerla y reconocer como parte de la propia identidad la búsqueda afanosa de la razón para alcanzar el conocimiento de la verdad íntegra. Así, en el ámbito de la fe cristiana, en el mundo cristiano, podía —o mejor dicho, debía— nacer la universidad.
Es menester dar un paso más. El hombre quiere conocer, quiere verdad. Verdad es ante todo algo relacionado con ver, con comprender, con la theoría, tal y como la tradición griega la denomina. Pero la verdad nunca es meramente teórica.
Agustín, al establecer una correlación entre las Bienaventuranzas del Sermón del Monte y los dones del Espíritu mencionados en Isaías 11, afirmó una reciprocidad entre scientia y tristitia: el mero saber —dice— entristece. Y en efecto, quien se limita a ver y aprender todo lo que en el mundo acontece, acaba poniéndose triste. Pero verdad significa más que saber: el conocimiento de la verdad tiene como objetivo el conocimiento del bien. Éste es también el sentido de la interrogación socrática: ¿Cuál es el bien que nos hace auténticos? La verdad nos hace buenos, y la bondad es verdadera: éste es el optimismo que vive en la fe cristiana, pues se leha concedido la visión del Logos, de la Razón creadora que, en la encarnación de Dios, se reveló al mismo tiempo como el Bien, como la Bondad misma.
Hubo en la teología medieval una profunda disputa sobre la relación entre teoría y praxis, sobre la justa relación entre conocer y obrar; se trata de una disputa que no es preciso desentrañar aquí. Y en efecto, la universidad medieval, con sus cuatro facultades, presenta dicha correlación. Empecemos por la facultad que, según la concepción de entonces, era la cuarta: la de Medicina. Si bien se la consideraba más «arte» que ciencia, con todo, su inserción en el cosmos de la universidad significaba claramente que se la situaba en el ámbito de la racionalidad, que el arte de curar estaba bajo la guía de la razón y quedaba sustraído al ámbito de la magia. Curar es tarea que siempre requiere algo más que la mera razón, pero precisamente por eso necesita la conexión entre saber y poder, necesita pertenecer a la esfera de la ratio. Inevitablemente se plantea la cuestión de la relación entre praxis y teoría, entre conocimiento y acción, en la Facultad de Derecho. Se trata de dar justa forma a la libertad humana, que es siempre libertad en la comunión recíproca: el derecho es el presupuesto de la libertad, y no su antagonista. Pero surge aquí de inmediato la pregunta: ¿Cómo individuar los criterios de justicia que hacen posible una libertad vivida junto con los demás y que sirven para que elhombre sea bueno? Se impone aquí un salto al presente: es la cuestión de cómo encontrar una normativa jurídica que constituya un ordenamiento de la libertad, de la dignidad humana y de los derechos humanos. Es la cuestión que nos ocupa hoy en los procesos democráticos de formación de la opinión y que al mismo tiempo nos angustia como cuestión para el futuro de la Humanidad. Jürgen Haberlas expresa, en mi opinión, algo en lo que coincide gran parte del pensamiento actual cuando dice que la legitimidad de una carta constitucional como presupuesto de la legalidad dimanaría de dos fuentes: de la participación política igualitaria de todos los ciudadanos y de la forma razonable con la que se resuelven los contrastespolíticos. Respecto a esta «forma razonable», observa que ésta no puede limitarse a ser una lucha por conseguir mayorías aritméticas, sino que debe caracterizarse como «procedimiento argumental sensible a la verdad» («wahrheitssensibles Argumentationsverfahren»). Está bien expresado, pero es algo harto difícil detransformar en praxis política. Los representantes de ese «procedimiento argumental» público son, como es sabido, preferentemente los partidos en su calidad de responsables de la voluntad política. En efecto, éstos tendrán inevitablemente como objetivo sobre todo la consecución de mayorías, de resultas de lo cual sólo se dedicarán, de manera prácticamente inevitable, a intereses que prometen satisfacer: intereses que, lamentablemente, son con frecuencia particulares y no sirven en realidad al conjunto. Una vez más, la sensibilidad a la verdad cae derrotada ante la sensibilidad a los intereses. Yo encuentro significativo que Habermas hable de la sensibilidad a la verdad como de un elemento necesario en el procedimiento de argumentación política, lo que vuelve a introducir el concepto de verdad en el debate filosófico y en el político.
Pero entonces se antoja inevitable la pregunta de Pilato: ¿Qué es la verdad? ¿Y cómo se la reconoce? Si para ello nos remitimos a la «razón pública», como hace Rawls, seguirá necesariamente otra pregunta: ¿Qué es razonable? ¿De qué manera una razón se demuestra razón verdadera? En cualquier caso, resulta evidente apartir de lo dicho que, en la búsqueda del derecho de la libertad, de la verdad de la justa convivencia, deben ser escuchadas instancias distintas de los partidos y de los grupos de interés, sin que ello suponga la más mínima negación de la importancia de éstos. Volvemos así a la estructura de la universidad medieval. Además de la de Derecho, había facultades de Filosofía y de Teología, a las que se les encomendaba la investigación sobre el ser del hombre en su totalidad, y con ella la tarea de mantener despierta la sensibilidad a la verdad.
Incluso podría decirse que ése es el sentido permanente y verdadero de ambas facultades: ser guardianas de la sensibilidad a la verdad, no permitir que el hombre se vea apartado de la búsqueda de la verdad. ¿Pero cómo pueden desempeñar esa tarea? Se trata de una pregunta por la que es preciso afanarse una y otra vez y que nunca queda planteada y contestada de una vez por todas. Por eso, llegados a este punto, tampoco yo puedo dar una respuesta en sentido estricto, sino más bien invitar a seguir caminando con esta pregunta, caminando junto con esos grandes que a lo largo de toda la historia lucharon y buscaron con sus repuestas y con su inquietud por la verdad, que nos remite constantemente más allá de toda respuesta.
Teología y filosofía forman a este respecto una peculiar pareja gemelar, en la que ninguna de las dos puede quedar totalmente separada de la otra, si bien cada una debe conservar su propia misión e identidad. Es mérito histórico de Santo Tomás de Aquino, ante la diferenciada respuesta de los Padres motivada por su contextohistórico, haber puesto de relieve la autonomía de la filosofía y con ella el derecho y la responsabilidad propios de la razón que se interroga basándose en sus propias fuerzas. Diferenciándose de las filosofías neoplatónicas, en las que religión y filosofía quedaban inseparablemente entrelazadas, los Padres habían presentado la fe cristiana como la verdadera filosofía, subrayando también que dicha fe se corresponde con las exigencias de la razón que va en busca de la verdad, que la fe es el «sí» a la verdad que se diferencia de las religiones míticas, convertidas en mera costumbre. Pero después, al nacer la universidad, en Occidente ya no existían aquellas religiones, sino sólo el cristianismo, por lo que era preciso subrayar de manera nueva la responsabilidad propia de la razón, que no queda absorbida por la fe. Por eso Tomás pudo actuar en un momento privilegiado: por vez primera los escritos filosóficos de Aristóteles eran accesibles en su integridad; estaban presentes las filosofías hebreas y árabes en calidad de apropiaciones y prolongaciones específicas de la filosofía griega. Por eso el cristianismo, en un diálogo novedoso con la razón de esos otros con los que iba encontrándose, tuvo que luchar por su propia razonabilidad. La Facultad de Filosofía, que, con su denominación de «Facultad de los artistas», sólo había sido hasta aquel momento propedéutica respecto a la teología, se transformó en facultad de pleno derecho, en compañera autónoma de la teología y de la fe que en ella se refleja. No podemos examinar aquí la entusiasmante confrontación que de ello se derivó, pero, en mi opinión, la idea de Santo Tomás respecto a la relación entre filosofía y teología podría hallar expresión en la fórmula acuñada por el Concilio de Calcedonia para la cristología: filosofía y teología deben relacionarse entre sí «sin confusión y sin separación». «Sin confusión» significa que cada una de ellas debe conservar suidentidad propia. La filosofía debe seguir siendo realmente una investigación de la razón en su propia libertad y responsabilidad; debe ver sus límites y, precisamente en ellos, también su grandeza y amplitud. La teología debe seguir abrevándose en un tesoro de conocimiento no inventado por ella, que siempre la supera y que, como nunca puede agotarse del todo mediante la reflexión, precisamente por ello activa una y otra vez el pensamiento. Junto con «sin confusión» también permanece vigente «sin separación»: la filosofía no vuelve a empezar cada vez desde el punto cero del sujeto que piensa de manera aislada, sino que se mantieneen el gran diálogo de la sabiduría histórica, que crítica y dócilmente al mismo tiempo sigue acogiendo y desarrollando; pero tampoco debe cerrarse ante lo que las religiones y en especial la fe cristiana han recibido y dado a la Humanidad como señal del camino. Varias cosas afirmadas por teólogos en el transcurso de la historia o incluso llevadas a la práctica por las autoridades eclesiales se han demostrado falsas precisamente gracias a la historia, y hoy nos confunden. Pero al mismo tiempo es verdad que la historia de los santos, la historia del humanismo crecido sobre la base de la fe cristiana demuestra la verdad de dicha fe en su núcleo esencial, lo que hace también de ella una instancia para la razón pública. Es cierto que mucho de lo que dicen la teología y la fe sólo puede llevarse a cabo en el seno de la fe, por lo que no puede presentarse como exigencia para aquellas personas para las que la fe permanece inaccesible. Pero también es verdad que el mensaje de la fe cristiana nunca es tan sólo una «comprehensive religious doctrine» (doctrina religiosa comprensiva, N d T) en el sentido que le da Rawls, sino una fuerza purificadora para la propia razón, a la que ayuda a ser más ella misma. El mensaje cristiano, en virtud de su origen, debería ser siempre un acicate a la verdad y, por consiguiente, una fuerza contra la presión del poder y de los intereses.
Pues bien; hasta ahora sólo he hablado de la universidad medieval, procurando sin embargo dejar traslucir la naturaleza permanente de la universidad y de su misión. En los tiempos modernos se han abierto nuevas dimensiones del saber, que en la universidad se valorizan sobre todo en dos grandes ámbitos: en primer lugar, en las ciencias naturales, que se han desarrollado sobre la base de la conexión entre la experimentación y la racionalidad que se presupone en la materia; en segundo lugar, en las ciencias históricas y humanísticas, en las que el hombre, escudriñando el espejo de su historia y aclarando las dimensiones de su naturaleza, intenta comprenderse mejor. En este desarrollo no sólo se le ha abierto a la Humanidad una inmensa medida de saber y poder; también se han incrementado el conocimiento y el reconocimiento de los derechos y de la dignidad del hombre, algo de lo que sólo podemos alegrarnos. Pero el camino del hombre jamás puede darse por concluido, y el peligro de su caída en la inhumanidad nunca queda totalmente conjurado, tal y como nos enseña el panorama de la historia actual. El peligro para el mundo occidental —por ceñirnos a éste— estriba hoy en que el hombre, precisamente debido a la grandeza de su saber y poder, se rinda ante la cuestión de la verdad. Y ello significa al mismo tiempo que la razón, al final, claudica ante la presión de los intereses y la atracción de la utilidad, que se ve obligada a reconocer como criterio último. Si enfocamos esto desde el punto de vista de la estructura de la universidad, veremos que se corre el peligro de que la filosofía, al no sentirse ya capaz de su verdadera misión, se degrade en positivismo, y la teología, con su mensaje dirigido a la razón, quede confinada a la esfera privada de un grupo de mayores o menores dimensiones. Pero si la razón, preocupada por su presunta pureza, hace oídos sordos al gran mensaje que le envían la fe cristiana y susabiduría, se agosta como un árbol cuyas raíces no logran alcanzar ya las aguas que le dieron vida. Pierde la valentía de la verdad y, al perderla, lejos de crecer, se empequeñece. Aplicado a nuestra cultura europea, ello significa que si la razón sólo aspira a autoconstruirse sobre la base del círculo de sus propias argumentaciones y de lo que en cada momento la convence y, preocupada por su laicidad, se desprende de las raíces que le dan vida, en vez de volverse más razonable y pura se descompone y se hace añicos.
Vuelvo con ello al punto de partida. ¿Qué tiene que hacer o que decir el Papa en la universidad? Seguramente no debe tratar de imponer a otros de forma autoritaria la fe, que sólo puede ofrecerse en libertad. Más allá de su ministerio de pastor en la Iglesia y sobre la base de la naturaleza intrínseca de dicho ministerio pastoral, essu misión mantener despierta la sensibilidad a la verdad e invitar una y otra vez a la razón a salir en busca de la verdad, del bien, de Dios y, por ese camino, estimularla a vislumbrar las luces útiles surgidas a lo largo de la historia de la fe cristiana y a percibir así a Jesucristo como la Luz que alumbra la historia y que ayuda a encontrar el camino hacia el futuro.
Vaticano, 17 de enero de 2008
BENEDICTUS PP XVI
(Original italiano procedente del archivo informático de la Santa Sede; traducciónde ECCLESIA.)
Fuente: Ecclesia
Autor: Benedicto XVI
Magnífico rector, autoridades políticas y civiles, ilustres docentes y personal técnico y administrativo, queridos jóvenes alumnos:
Es para mí motivo de profunda alegría reunirme con la comunidad de la Universidad «La Sapienza» de Roma con ocasión de la inauguración de su año académico.
Desde hace siglos, esta universidad marca el camino y la vida de la ciudad de Roma, haciendo fructificar las mejores energías intelectuales en todos los campos del saber. Tanto en la época en que esta institución, tras su fundación por obra del papa Bonifacio VIII, dependía directamente de la autoridad eclesiástica, como sucesivamente, cuando el Studium Urbis se desarrolló como institución del estado italiano, vuestra comunidad académica ha sabido conservar un gran nivel científico y cultural que la sitúa entre las más prestigiosas universidades del mundo. La Iglesia de Roma contempla desde siempre con simpatía y admiración este centrouniversitario, reconociendo su dedicación, en ocasiones ardua y fatigosa, a la investigación y a la formación de las nuevas generaciones. Durante estos últimos años no han faltado momentos significativos de colaboración y de diálogo.
Recuerdo, en particular, el encuentro mundial de rectores con ocasión del Jubileo de las Universidades, en el que vuestra comunidad se hizo cargo no sólo de la acogida y la organización, sino, por encima de todo, de la profética y compleja propuesta de la elaboración de un «nuevo humanismo para el tercer milenio».
Tengo el placer, en la presente circunstancia, de expresar mi gratitud por la invitación que me ha sido dirigida a acudir a vuestra universidad para impartir en ella una lección. Desde esta perspectiva me he planteado ante todo la siguiente pregunta: ¿Qué puede y debe decir un Papa en una ocasión como ésta? En mi lección de Ratisbona hablé, desde luego, como Papa, pero lo hice sobre todo en mi calidad de antiguo profesor de aquella universidad mía, tratando de enlazar recuerdos y actualidad. Pero la universidad «La Sapienza», antigua universidad de Roma, me invita precisamente como Obispo de Roma, por lo que debo hablar en calidad de tal.
Verdad es que «La Sapienza» fue antaño la universidad del Papa, pero hoy es una universidad laica dotada de esa autonomía que, con arreglo a su propio concepto fundacional, siempre ha formado parte de la naturaleza universitaria, que ha de vincularse exclusivamente a la autoridad de la verdad. En su libertad frente a autoridades políticas y eclesiásticas, la universidad halla su particular función, precisamente también al servicio de la sociedad moderna, que necesita una institución de semejantes características.
Y vuelvo a mi pregunta inicial: ¿Qué puede y debe decir el Papa en su encuentro con la universidad de su ciudad? Reflexionando sobre este interrogante, me ha parecido que éste encerraba otros dos, cuya aclaración debería encaminarnos por sí sola hacia la respuesta. Hay que preguntarse, en efecto: ¿Cuál es la naturaleza y misión del papado? Y también: ¿Cuál es la naturaleza y misión de la universidad? En este contexto, no quisiera deteneros y detenerme en prolijas disquisiciones acerca de la naturaleza del papado. Bastará una breve alusión. El Papa es ante todo Obispo de Roma y, como tal, en virtud de la sucesión al apóstol Pedro, tiene una responsabilidad episcopal para con toda la Iglesia católica.
La palabra «obispo» (epískopos), que en su significado más inmediato remite a «vigilante», ya en el Nuevo Testamento se fundió con el concepto bíblico de pastor: el obispo es quien,desde un punto de observación más elevado, mira al conjunto, ocupándose del camino correcto y de la cohesión de éste. A este respecto, dicha designación de su misión orienta nuestra mirada ante todo hacia el interior de la comunidad creyente. El obispo —el pastor— es el hombre que vela por esa comunidad, el que la conserva unida manteniéndola en el camino que lleva a Dios, indicado según la fe cristiana por Jesús, y no sólo indicado, pues él mismo es para nosotros el Camino.Pero esa comunidad por la que el obispo vela, ya sea grande o pequeña, vive en el mundo: sus condiciones, su camino, su ejemplo y su palabra influyen inevitablemente en todo el resto de la comunidad humana en su conjunto. Y cuanto mayor sea, sus buenas condiciones o su eventual degradación repercutirán en mayor medida en toda la Humanidad. Vemos hoy con gran claridad hasta qué punto las condiciones de las religiones y la situación de la Iglesia —con sus crisis y sus renovaciones— influyen en el conjunto de la Humanidad. Así el Papa, precisamente como pastor de su comunidad, ha ido transformándose progresivamente en una voz de la razón ética de la Humanidad.
Llegados a este punto, sin embargo, surge de inmediato la objeción según la cual el Papa no hablaría realmente sobre la base de la razón ética, sino que tomaría sus juicios de la fe, por lo que no podría pretender que éstos fueran válidos para cuantos no comparten esa fe. Tendremos que abordar de nuevo este argumento, toda vez que plantea la cuestión absolutamente fundamental: ¿Qué es la razón? ¿Cómo puede una afirmación —sobre todo una norma moral— demostrarse «razonable»? Quisiera aquí, por ahora, señalar tan sólo brevemente que John Rawls, si bien niega el carácter de razón «pública» a las doctrinas religiosas comprensivas, ve sin embargo en la razón «no pública» de ellas al menos una razón que no podría, en nombre de una racionalidad insensibilizada por el laicismo, permanecer completamente desconocida para cuantos la sustentan.
Entre otras cosas, él ve un criterio de esta razonabilidad en el hecho de que tales doctrinas se derivan de una tradición responsable y motivada, en cuyo seno, durante tiempos dilatados, se han desarrollado argumentaciones lo suficientemente buenas en apoyo de la correspondiente doctrina. En esta afirmación me parece importante el reconocimiento de que la experiencia y la demostración a lo largo de generaciones —el fondo histórico de la sabiduría humana— constituyen también una señal de su razonabilidad y de su significado persistente. Ante una razón ahistórica que intenta autoconstruirse únicamente en una racionalidad ahistórica, hay que valorizar la sabiduría de la Humanidad como tal —la sabiduría de las grandes tradiciones religiosas— como un fenómeno que no se puede tirar impunemente a la papelera de la historia de las ideas.
Volvamos a la pregunta de partida. El Papa habla como representante de una comunidad creyente en la que, a lo largo de siglos de existencia, ha madurado una determinada sabiduría de vida; habla como representante de una comunidad que guarda en sí un tesoro de conocimiento y de experiencia ética importante para toda la Humanidad: en este sentido habla como representante de una razón ética.
Pero ahora hemos de preguntarnos: ¿Qué es, pues, la universidad? ¿Cuál es su función? Se trata de una pregunta gigantesca a la que, una vez más, puedo intentar responder en estilo casi telegráfico con alguna observación. Creo que puede decirse que el origen auténtico e íntimo de la universidad estriba en elanhelo de conocimiento propio del hombre. Éste quiere saber qué es todo aquello que lo rodea. Quiere verdad. Bajo este aspecto es posible considerar la interrogación propia de Sócrates como el impulso del que nació la universidad occidental. Pienso, por ejemplo y por mencionar tan sólo un texto, en su disputacon Eutifrón, quien defiende ante Sócrates la religión mítica y su devoción. A ello contrapone el filósofo la pregunta: «Tú crees que entre los dioses existen realmente una guerra recíproca y terribles enemistades y combates […] ¿Debemos, oh Eutifrón, decir efectivamente que todo eso es verdad?» (6 b-c). En esta preguntaaparentemente poco devota —que, sin embargo, en Sócrates procedía de una religiosidad más profunda y más pura, de la búsqueda del Dios realmente divino—, los cristianos de los primeros siglos se reconocieron a sí mismos y reconocieron su camino. Acogieron su fe no de manera positivista o como vía de escape de deseos insatisfechos; la concibieron como disolución de la niebla de la religión mitológica para hacer sitio al descubrimiento del Dios que es Razón creadora y al mismo tiempo Razón-Amor. Por eso no consideraban ellos la interrogación de la razón acerca del Dios más grande y sobre la naturaleza y el sentido auténticos del ser humano una forma problemática de falta de religiosidad, sino como parte integrante de la esencia de su modo de ser religiosos.
No necesitaban, por lo tanto,disipar o arrinconar la interrogación socrática, sino que podían —o mejor dicho, debían— acogerla y reconocer como parte de la propia identidad la búsqueda afanosa de la razón para alcanzar el conocimiento de la verdad íntegra. Así, en el ámbito de la fe cristiana, en el mundo cristiano, podía —o mejor dicho, debía— nacer la universidad.
Es menester dar un paso más. El hombre quiere conocer, quiere verdad. Verdad es ante todo algo relacionado con ver, con comprender, con la theoría, tal y como la tradición griega la denomina. Pero la verdad nunca es meramente teórica.
Agustín, al establecer una correlación entre las Bienaventuranzas del Sermón del Monte y los dones del Espíritu mencionados en Isaías 11, afirmó una reciprocidad entre scientia y tristitia: el mero saber —dice— entristece. Y en efecto, quien se limita a ver y aprender todo lo que en el mundo acontece, acaba poniéndose triste. Pero verdad significa más que saber: el conocimiento de la verdad tiene como objetivo el conocimiento del bien. Éste es también el sentido de la interrogación socrática: ¿Cuál es el bien que nos hace auténticos? La verdad nos hace buenos, y la bondad es verdadera: éste es el optimismo que vive en la fe cristiana, pues se leha concedido la visión del Logos, de la Razón creadora que, en la encarnación de Dios, se reveló al mismo tiempo como el Bien, como la Bondad misma.
Hubo en la teología medieval una profunda disputa sobre la relación entre teoría y praxis, sobre la justa relación entre conocer y obrar; se trata de una disputa que no es preciso desentrañar aquí. Y en efecto, la universidad medieval, con sus cuatro facultades, presenta dicha correlación. Empecemos por la facultad que, según la concepción de entonces, era la cuarta: la de Medicina. Si bien se la consideraba más «arte» que ciencia, con todo, su inserción en el cosmos de la universidad significaba claramente que se la situaba en el ámbito de la racionalidad, que el arte de curar estaba bajo la guía de la razón y quedaba sustraído al ámbito de la magia. Curar es tarea que siempre requiere algo más que la mera razón, pero precisamente por eso necesita la conexión entre saber y poder, necesita pertenecer a la esfera de la ratio. Inevitablemente se plantea la cuestión de la relación entre praxis y teoría, entre conocimiento y acción, en la Facultad de Derecho. Se trata de dar justa forma a la libertad humana, que es siempre libertad en la comunión recíproca: el derecho es el presupuesto de la libertad, y no su antagonista. Pero surge aquí de inmediato la pregunta: ¿Cómo individuar los criterios de justicia que hacen posible una libertad vivida junto con los demás y que sirven para que elhombre sea bueno? Se impone aquí un salto al presente: es la cuestión de cómo encontrar una normativa jurídica que constituya un ordenamiento de la libertad, de la dignidad humana y de los derechos humanos. Es la cuestión que nos ocupa hoy en los procesos democráticos de formación de la opinión y que al mismo tiempo nos angustia como cuestión para el futuro de la Humanidad. Jürgen Haberlas expresa, en mi opinión, algo en lo que coincide gran parte del pensamiento actual cuando dice que la legitimidad de una carta constitucional como presupuesto de la legalidad dimanaría de dos fuentes: de la participación política igualitaria de todos los ciudadanos y de la forma razonable con la que se resuelven los contrastespolíticos. Respecto a esta «forma razonable», observa que ésta no puede limitarse a ser una lucha por conseguir mayorías aritméticas, sino que debe caracterizarse como «procedimiento argumental sensible a la verdad» («wahrheitssensibles Argumentationsverfahren»). Está bien expresado, pero es algo harto difícil detransformar en praxis política. Los representantes de ese «procedimiento argumental» público son, como es sabido, preferentemente los partidos en su calidad de responsables de la voluntad política. En efecto, éstos tendrán inevitablemente como objetivo sobre todo la consecución de mayorías, de resultas de lo cual sólo se dedicarán, de manera prácticamente inevitable, a intereses que prometen satisfacer: intereses que, lamentablemente, son con frecuencia particulares y no sirven en realidad al conjunto. Una vez más, la sensibilidad a la verdad cae derrotada ante la sensibilidad a los intereses. Yo encuentro significativo que Habermas hable de la sensibilidad a la verdad como de un elemento necesario en el procedimiento de argumentación política, lo que vuelve a introducir el concepto de verdad en el debate filosófico y en el político.
Pero entonces se antoja inevitable la pregunta de Pilato: ¿Qué es la verdad? ¿Y cómo se la reconoce? Si para ello nos remitimos a la «razón pública», como hace Rawls, seguirá necesariamente otra pregunta: ¿Qué es razonable? ¿De qué manera una razón se demuestra razón verdadera? En cualquier caso, resulta evidente apartir de lo dicho que, en la búsqueda del derecho de la libertad, de la verdad de la justa convivencia, deben ser escuchadas instancias distintas de los partidos y de los grupos de interés, sin que ello suponga la más mínima negación de la importancia de éstos. Volvemos así a la estructura de la universidad medieval. Además de la de Derecho, había facultades de Filosofía y de Teología, a las que se les encomendaba la investigación sobre el ser del hombre en su totalidad, y con ella la tarea de mantener despierta la sensibilidad a la verdad.
Incluso podría decirse que ése es el sentido permanente y verdadero de ambas facultades: ser guardianas de la sensibilidad a la verdad, no permitir que el hombre se vea apartado de la búsqueda de la verdad. ¿Pero cómo pueden desempeñar esa tarea? Se trata de una pregunta por la que es preciso afanarse una y otra vez y que nunca queda planteada y contestada de una vez por todas. Por eso, llegados a este punto, tampoco yo puedo dar una respuesta en sentido estricto, sino más bien invitar a seguir caminando con esta pregunta, caminando junto con esos grandes que a lo largo de toda la historia lucharon y buscaron con sus repuestas y con su inquietud por la verdad, que nos remite constantemente más allá de toda respuesta.
Teología y filosofía forman a este respecto una peculiar pareja gemelar, en la que ninguna de las dos puede quedar totalmente separada de la otra, si bien cada una debe conservar su propia misión e identidad. Es mérito histórico de Santo Tomás de Aquino, ante la diferenciada respuesta de los Padres motivada por su contextohistórico, haber puesto de relieve la autonomía de la filosofía y con ella el derecho y la responsabilidad propios de la razón que se interroga basándose en sus propias fuerzas. Diferenciándose de las filosofías neoplatónicas, en las que religión y filosofía quedaban inseparablemente entrelazadas, los Padres habían presentado la fe cristiana como la verdadera filosofía, subrayando también que dicha fe se corresponde con las exigencias de la razón que va en busca de la verdad, que la fe es el «sí» a la verdad que se diferencia de las religiones míticas, convertidas en mera costumbre. Pero después, al nacer la universidad, en Occidente ya no existían aquellas religiones, sino sólo el cristianismo, por lo que era preciso subrayar de manera nueva la responsabilidad propia de la razón, que no queda absorbida por la fe. Por eso Tomás pudo actuar en un momento privilegiado: por vez primera los escritos filosóficos de Aristóteles eran accesibles en su integridad; estaban presentes las filosofías hebreas y árabes en calidad de apropiaciones y prolongaciones específicas de la filosofía griega. Por eso el cristianismo, en un diálogo novedoso con la razón de esos otros con los que iba encontrándose, tuvo que luchar por su propia razonabilidad. La Facultad de Filosofía, que, con su denominación de «Facultad de los artistas», sólo había sido hasta aquel momento propedéutica respecto a la teología, se transformó en facultad de pleno derecho, en compañera autónoma de la teología y de la fe que en ella se refleja. No podemos examinar aquí la entusiasmante confrontación que de ello se derivó, pero, en mi opinión, la idea de Santo Tomás respecto a la relación entre filosofía y teología podría hallar expresión en la fórmula acuñada por el Concilio de Calcedonia para la cristología: filosofía y teología deben relacionarse entre sí «sin confusión y sin separación». «Sin confusión» significa que cada una de ellas debe conservar suidentidad propia. La filosofía debe seguir siendo realmente una investigación de la razón en su propia libertad y responsabilidad; debe ver sus límites y, precisamente en ellos, también su grandeza y amplitud. La teología debe seguir abrevándose en un tesoro de conocimiento no inventado por ella, que siempre la supera y que, como nunca puede agotarse del todo mediante la reflexión, precisamente por ello activa una y otra vez el pensamiento. Junto con «sin confusión» también permanece vigente «sin separación»: la filosofía no vuelve a empezar cada vez desde el punto cero del sujeto que piensa de manera aislada, sino que se mantieneen el gran diálogo de la sabiduría histórica, que crítica y dócilmente al mismo tiempo sigue acogiendo y desarrollando; pero tampoco debe cerrarse ante lo que las religiones y en especial la fe cristiana han recibido y dado a la Humanidad como señal del camino. Varias cosas afirmadas por teólogos en el transcurso de la historia o incluso llevadas a la práctica por las autoridades eclesiales se han demostrado falsas precisamente gracias a la historia, y hoy nos confunden. Pero al mismo tiempo es verdad que la historia de los santos, la historia del humanismo crecido sobre la base de la fe cristiana demuestra la verdad de dicha fe en su núcleo esencial, lo que hace también de ella una instancia para la razón pública. Es cierto que mucho de lo que dicen la teología y la fe sólo puede llevarse a cabo en el seno de la fe, por lo que no puede presentarse como exigencia para aquellas personas para las que la fe permanece inaccesible. Pero también es verdad que el mensaje de la fe cristiana nunca es tan sólo una «comprehensive religious doctrine» (doctrina religiosa comprensiva, N d T) en el sentido que le da Rawls, sino una fuerza purificadora para la propia razón, a la que ayuda a ser más ella misma. El mensaje cristiano, en virtud de su origen, debería ser siempre un acicate a la verdad y, por consiguiente, una fuerza contra la presión del poder y de los intereses.
Pues bien; hasta ahora sólo he hablado de la universidad medieval, procurando sin embargo dejar traslucir la naturaleza permanente de la universidad y de su misión. En los tiempos modernos se han abierto nuevas dimensiones del saber, que en la universidad se valorizan sobre todo en dos grandes ámbitos: en primer lugar, en las ciencias naturales, que se han desarrollado sobre la base de la conexión entre la experimentación y la racionalidad que se presupone en la materia; en segundo lugar, en las ciencias históricas y humanísticas, en las que el hombre, escudriñando el espejo de su historia y aclarando las dimensiones de su naturaleza, intenta comprenderse mejor. En este desarrollo no sólo se le ha abierto a la Humanidad una inmensa medida de saber y poder; también se han incrementado el conocimiento y el reconocimiento de los derechos y de la dignidad del hombre, algo de lo que sólo podemos alegrarnos. Pero el camino del hombre jamás puede darse por concluido, y el peligro de su caída en la inhumanidad nunca queda totalmente conjurado, tal y como nos enseña el panorama de la historia actual. El peligro para el mundo occidental —por ceñirnos a éste— estriba hoy en que el hombre, precisamente debido a la grandeza de su saber y poder, se rinda ante la cuestión de la verdad. Y ello significa al mismo tiempo que la razón, al final, claudica ante la presión de los intereses y la atracción de la utilidad, que se ve obligada a reconocer como criterio último. Si enfocamos esto desde el punto de vista de la estructura de la universidad, veremos que se corre el peligro de que la filosofía, al no sentirse ya capaz de su verdadera misión, se degrade en positivismo, y la teología, con su mensaje dirigido a la razón, quede confinada a la esfera privada de un grupo de mayores o menores dimensiones. Pero si la razón, preocupada por su presunta pureza, hace oídos sordos al gran mensaje que le envían la fe cristiana y susabiduría, se agosta como un árbol cuyas raíces no logran alcanzar ya las aguas que le dieron vida. Pierde la valentía de la verdad y, al perderla, lejos de crecer, se empequeñece. Aplicado a nuestra cultura europea, ello significa que si la razón sólo aspira a autoconstruirse sobre la base del círculo de sus propias argumentaciones y de lo que en cada momento la convence y, preocupada por su laicidad, se desprende de las raíces que le dan vida, en vez de volverse más razonable y pura se descompone y se hace añicos.
Vuelvo con ello al punto de partida. ¿Qué tiene que hacer o que decir el Papa en la universidad? Seguramente no debe tratar de imponer a otros de forma autoritaria la fe, que sólo puede ofrecerse en libertad. Más allá de su ministerio de pastor en la Iglesia y sobre la base de la naturaleza intrínseca de dicho ministerio pastoral, essu misión mantener despierta la sensibilidad a la verdad e invitar una y otra vez a la razón a salir en busca de la verdad, del bien, de Dios y, por ese camino, estimularla a vislumbrar las luces útiles surgidas a lo largo de la historia de la fe cristiana y a percibir así a Jesucristo como la Luz que alumbra la historia y que ayuda a encontrar el camino hacia el futuro.
Vaticano, 17 de enero de 2008
BENEDICTUS PP XVI
(Original italiano procedente del archivo informático de la Santa Sede; traducciónde ECCLESIA.)
La Escuela Católica No Debe Perder Su Identidad Católica
Fuente: Vaticano
Autor: Zenit CIUDAD DEL VATICANO,
lunes, 21 enero 2008.
En medio de la actual «crisis educativa», la escuela católica no puede perder su identidad: su perspectiva humana y cristiana, afirma el Papa.
Benedicto XVI dejó esta consigna a los participantes en la asamblea plenaria de la Congregación para la Educación Católica, reunidos este martes en el Vaticano.
«La escuela católica, que tiene como misión primaria formar al alumno según una visión antropológica integral, a pesar de estar abierta a todos y respetando la identidad de cada uno, no puede dejar de presentar su perspectiva educativa, humana y cristiana», afirmó el Papa.
El obispo de Roma presentó «el nuevo desafío que hacen todavía más agudo la globalización y el creciente pluralismo, es decir, el encuentro de las religiones y de las culturas en la búsqueda común de la verdad». «La acogida de la pluralidad cultural de los alumnos y de los padres tiene que afrontar necesariamente dos exigencias: por un lado, no puede excluir a alguien en nombre de su pertenencia cultural o religiosa; por otro, una vez reconocida y acogida esta diversidad cultural y religiosa, no debe quedarse en mera constatación», afirmó.
Según el Papa, «esto implicaría negar que las culturas se respetan verdaderamente cuando se encuentran, pues todas las culturas auténticas están orientadas hacia la verdad del hombre y hacia su bien».
Benedicto XVI aseguró que «los hombres, procedentes de culturas diferentes, pueden hablarse, comprenderse más allá de las distancias de espacio y de tiempo, pues en el corazón de cada persona se anidan las mismas grandes aspiraciones al bien, a la justicia, a la verdad, a la vida y al amor».
Fuente: Vaticano
Autor: Zenit CIUDAD DEL VATICANO,
lunes, 21 enero 2008.
En medio de la actual «crisis educativa», la escuela católica no puede perder su identidad: su perspectiva humana y cristiana, afirma el Papa.
Benedicto XVI dejó esta consigna a los participantes en la asamblea plenaria de la Congregación para la Educación Católica, reunidos este martes en el Vaticano.
«La escuela católica, que tiene como misión primaria formar al alumno según una visión antropológica integral, a pesar de estar abierta a todos y respetando la identidad de cada uno, no puede dejar de presentar su perspectiva educativa, humana y cristiana», afirmó el Papa.
El obispo de Roma presentó «el nuevo desafío que hacen todavía más agudo la globalización y el creciente pluralismo, es decir, el encuentro de las religiones y de las culturas en la búsqueda común de la verdad». «La acogida de la pluralidad cultural de los alumnos y de los padres tiene que afrontar necesariamente dos exigencias: por un lado, no puede excluir a alguien en nombre de su pertenencia cultural o religiosa; por otro, una vez reconocida y acogida esta diversidad cultural y religiosa, no debe quedarse en mera constatación», afirmó.
Según el Papa, «esto implicaría negar que las culturas se respetan verdaderamente cuando se encuentran, pues todas las culturas auténticas están orientadas hacia la verdad del hombre y hacia su bien».
Benedicto XVI aseguró que «los hombres, procedentes de culturas diferentes, pueden hablarse, comprenderse más allá de las distancias de espacio y de tiempo, pues en el corazón de cada persona se anidan las mismas grandes aspiraciones al bien, a la justicia, a la verdad, a la vida y al amor».
sábado, enero 26, 2008
El Evangelio de hoy
Marcos 3, 7-12
En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, seguido por una muchedumbre de galileos. Una gran multitud, procedente de Judea y Jerusalén, de Idumea y Transjordania y de la parte de Tiro y Sidón, habiendo tenido noticias de lo que Jesús hacía, se trasladó a donde él estaba.Entonces rogó Jesús a sus discípulos que le consiguieran una barca para subir en ella, porque era tanta la multitud, que estaba a punto de aplastarlo.En efecto, Jesús había curado a muchos, de manera que todos los que padecían algún mal, se le echaban encima para tocarlo. Cuando los poseídos por espíritus inmundos lo veían, se echaban a sus pies y gritaban: "Tú eres el Hijo de Dios". Pero Jesús les prohibía que lo manifestaran.
+ Reflexión
El pasaje que nos presenta hoy San Marcos nos dice que "una multitud lo seguía". Y nos aclara que lo seguían "porque había sanado a muchos", por eso todos querían tocarlo. Sin embargo, ¿Cuántos de esta multitud estaban dispuestos a vivir de acuerdo con la enseñanza del Maestro, a vivir de acuerdo con el Evangelio? ¿Cuántos de los que fueron sanados y liberados de espíritus inmundos, ya una vez libres de sus males, continuaron viviendo según el estilo de vida propuesto por Jesús? Al parecer pocos, pues en la escena del juicio de Jesús no hubo nadie que dijera nada en su favor.Es triste que todavía entre nosotros los cristianos se repita la misma historia, que la gente continúe buscando los milagros del Señor, en lugar de buscar al Señor de los milagros. Es lamentable que muchas personas, una vez que han recibido la gracia que tanto necesitaban, no vuelvan a acordarse del Señor, sino hasta que una nueva necesidad aparezca en el horizonte de su vida.¿Tú estás buscando que Jesús resuelva tu vida, o buscas vivir de acuerdo con el Evangelio de Jesús?
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
Marcos 3, 7-12
En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, seguido por una muchedumbre de galileos. Una gran multitud, procedente de Judea y Jerusalén, de Idumea y Transjordania y de la parte de Tiro y Sidón, habiendo tenido noticias de lo que Jesús hacía, se trasladó a donde él estaba.Entonces rogó Jesús a sus discípulos que le consiguieran una barca para subir en ella, porque era tanta la multitud, que estaba a punto de aplastarlo.En efecto, Jesús había curado a muchos, de manera que todos los que padecían algún mal, se le echaban encima para tocarlo. Cuando los poseídos por espíritus inmundos lo veían, se echaban a sus pies y gritaban: "Tú eres el Hijo de Dios". Pero Jesús les prohibía que lo manifestaran.
+ Reflexión
El pasaje que nos presenta hoy San Marcos nos dice que "una multitud lo seguía". Y nos aclara que lo seguían "porque había sanado a muchos", por eso todos querían tocarlo. Sin embargo, ¿Cuántos de esta multitud estaban dispuestos a vivir de acuerdo con la enseñanza del Maestro, a vivir de acuerdo con el Evangelio? ¿Cuántos de los que fueron sanados y liberados de espíritus inmundos, ya una vez libres de sus males, continuaron viviendo según el estilo de vida propuesto por Jesús? Al parecer pocos, pues en la escena del juicio de Jesús no hubo nadie que dijera nada en su favor.Es triste que todavía entre nosotros los cristianos se repita la misma historia, que la gente continúe buscando los milagros del Señor, en lugar de buscar al Señor de los milagros. Es lamentable que muchas personas, una vez que han recibido la gracia que tanto necesitaban, no vuelvan a acordarse del Señor, sino hasta que una nueva necesidad aparezca en el horizonte de su vida.¿Tú estás buscando que Jesús resuelva tu vida, o buscas vivir de acuerdo con el Evangelio de Jesús?
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
Jesús predica el Evangelio
Fuente: Catholic.net
Autor: Carlos Llaca
Marcos 3, 20-21
En aquel tiempo volvió Jesús con sus discípulos a casa y se juntó tanta gente, que no los dejaban ni comer. Se enteraron sus parientes y fueron a hacerse cargo de él, pues decían: Está fuera de sí.
Reflexión
A primera vista parece que este Evangelio habla mal de Cristo en vez de hablar bien. Pero si leemos entre líneas encontraremos que no es así. Cristo se consagró al Padre para cumplir una misión dada, concreta e importantísima, que era precisamente la salvación de todos los hombres. Y Cristo, sabiendo la responsabilidad que tenía y teniendo un amor infinito hacia el Padre, no dudaba en sacrificar nada para cumplir su misión, por amor al Padre y a los hombres.
Si tenía que predicar todo el día, lo hacía, aunque esto implicara quedarse sin comer, aunque no durmiera, aunque apenas tuviera tiempo para descansar. Hasta cierto punto, es normal que sus parientes, al verle, dijeran “está fuera de sí.” Y claro, una persona apasionada por llevar el Evangelio a todas las gentes no puede hacer otra cosa que aparecer como un loco delante de los hombres. Pero delante de Dios, es un héroe, pues su principal motivación es el amor. Contemplemos el ejemplo de Cristo e imitémosle en esa locura por hacer el bien a los que nos rodean, por amor a Cristo y su Reino.
Fuente: Catholic.net
Autor: Carlos Llaca
Marcos 3, 20-21
En aquel tiempo volvió Jesús con sus discípulos a casa y se juntó tanta gente, que no los dejaban ni comer. Se enteraron sus parientes y fueron a hacerse cargo de él, pues decían: Está fuera de sí.
Reflexión
A primera vista parece que este Evangelio habla mal de Cristo en vez de hablar bien. Pero si leemos entre líneas encontraremos que no es así. Cristo se consagró al Padre para cumplir una misión dada, concreta e importantísima, que era precisamente la salvación de todos los hombres. Y Cristo, sabiendo la responsabilidad que tenía y teniendo un amor infinito hacia el Padre, no dudaba en sacrificar nada para cumplir su misión, por amor al Padre y a los hombres.
Si tenía que predicar todo el día, lo hacía, aunque esto implicara quedarse sin comer, aunque no durmiera, aunque apenas tuviera tiempo para descansar. Hasta cierto punto, es normal que sus parientes, al verle, dijeran “está fuera de sí.” Y claro, una persona apasionada por llevar el Evangelio a todas las gentes no puede hacer otra cosa que aparecer como un loco delante de los hombres. Pero delante de Dios, es un héroe, pues su principal motivación es el amor. Contemplemos el ejemplo de Cristo e imitémosle en esa locura por hacer el bien a los que nos rodean, por amor a Cristo y su Reino.
Aparición de Jesús a los once
Fuente: Catholic.net
Autor: Noé Patiño
Marcos 16, 15-18
En aquel tiempo se apareció Jesús a los Once y les dijo: Id por todo el mundo y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien.
Reflexión:
Nos encontramos en el monte de los olivos, en el mismo lugar donde cuarenta días antes, Jesús era entregado por uno de sus discípulos y donde todos los demás le abandonaron. Pero las cosas han cambiado y ya no son los mismos apóstoles de antes, la Resurrección los ha cambiado. Y Jesús se da cuenta de esto, por eso, les da una nueva misión: predicar el evangelio a todos los hombres, suscitar la fe, transmitir la salvación mediante el bautismo: he aquí la misión de los apóstoles después de la Resurrección. Y nosotros católicos somos hoy en día esos apóstoles resucitados.
Es verdad que en nuestras vidas hemos abandonado a Cristo muchas veces, pero eso a Jesús no le importa. Él nos llama a predicar el evangelio como volvió a llamar a los apóstoles y como un día llamó a san Pablo, cuya conversión celebramos hoy. San Pablo persiguió a los apóstoles y quería borrar el nombre de Jesús de Nazareth de la faz de Israel. Pero Jesús resucitado le convierte de un perseguidor a un precursor de la Buena Nueva y en un apóstol apasionado de este Cristo a quien perseguía. Jesús nos manda a predicar el Evangelio y es el primero que nos da ejemplo convirtiendo al más “temido” de todos los judíos.
La conversión infundió en Saulo una fe que lo hace ser misionero incansable; enciende en su alma un ardor de caridad que le obliga a transmitir a los demás la verdad que ha encontrado; le da la fuerza para ser tanto de palabra como de obra un ferviente testimonio del evangelio. Ahora bien, ¿qué nos diferencia a nosotros de san Pablo? Tenemos la misma fe, la misma caridad, la misma doctrina, el mismo Dios... Pero nos falta su amor apasionado a Cristo, que le llevó a considerar todo basura y estiércol comparado con Cristo.
Hoy es un día de conversión. No esperemos más, convirtámonos en esos apóstoles resucitados y pidamos esa fe y ese amor que convirtió a san Pablo para que nos convierta también a nosotros en luz y fuego en medio de la oscuridad del mundo.
Fuente: Catholic.net
Autor: Noé Patiño
Marcos 16, 15-18
En aquel tiempo se apareció Jesús a los Once y les dijo: Id por todo el mundo y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien.
Reflexión:
Nos encontramos en el monte de los olivos, en el mismo lugar donde cuarenta días antes, Jesús era entregado por uno de sus discípulos y donde todos los demás le abandonaron. Pero las cosas han cambiado y ya no son los mismos apóstoles de antes, la Resurrección los ha cambiado. Y Jesús se da cuenta de esto, por eso, les da una nueva misión: predicar el evangelio a todos los hombres, suscitar la fe, transmitir la salvación mediante el bautismo: he aquí la misión de los apóstoles después de la Resurrección. Y nosotros católicos somos hoy en día esos apóstoles resucitados.
Es verdad que en nuestras vidas hemos abandonado a Cristo muchas veces, pero eso a Jesús no le importa. Él nos llama a predicar el evangelio como volvió a llamar a los apóstoles y como un día llamó a san Pablo, cuya conversión celebramos hoy. San Pablo persiguió a los apóstoles y quería borrar el nombre de Jesús de Nazareth de la faz de Israel. Pero Jesús resucitado le convierte de un perseguidor a un precursor de la Buena Nueva y en un apóstol apasionado de este Cristo a quien perseguía. Jesús nos manda a predicar el Evangelio y es el primero que nos da ejemplo convirtiendo al más “temido” de todos los judíos.
La conversión infundió en Saulo una fe que lo hace ser misionero incansable; enciende en su alma un ardor de caridad que le obliga a transmitir a los demás la verdad que ha encontrado; le da la fuerza para ser tanto de palabra como de obra un ferviente testimonio del evangelio. Ahora bien, ¿qué nos diferencia a nosotros de san Pablo? Tenemos la misma fe, la misma caridad, la misma doctrina, el mismo Dios... Pero nos falta su amor apasionado a Cristo, que le llevó a considerar todo basura y estiércol comparado con Cristo.
Hoy es un día de conversión. No esperemos más, convirtámonos en esos apóstoles resucitados y pidamos esa fe y ese amor que convirtió a san Pablo para que nos convierta también a nosotros en luz y fuego en medio de la oscuridad del mundo.
Predicación y curación de enfermos
Fuente: Catholic.net
Autor: P Juan Pablo Menéndez
Marcos 3, 7-12
Jesús se retiró con sus discípulos hacia el mar, y le siguió una gran muchedumbre de Galilea. También de Judea, de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, de los alrededores de Tiro y Sidón, una gran muchedumbre, al oír lo que hacía, acudió a él. Entonces, a causa de la multitud, dijo a sus discípulos que le prepararan una pequeña barca, para que no le aplastaran. Pues curó a muchos, de suerte que cuantos padecían dolencias se le echaban encima para tocarle. Y los espíritus inmundos, al verle, se arrojaban a sus pies y gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios». Pero él les mandaba enérgicamente que no le descubrieran.
Reflexión
Tanta era la atracción de Cristo en vida que en la playa no había lugar para él. Sube a una barca para poder enseñarles a todos las cosas del Reino. Cristo desea subir a una barca. Allí hay muchísimas, pero Él sólo subirá a una. Es la primera vez que Cristo hace una cosa semejante. Él quiere hablarle a la gente, pero se encuentra impedido por el poco espacio. Él te pide permiso para subir a la barca de tu vida y desde allí llamar a todos a la felicidad. Él puede cambiar tu vida, como lo hizo con sus apóstoles. Eran rudos pescadores, y terminaron dando su vida por la extensión del Reino. Ahora te toca a ti. Dios te quiere subir a su barca para cambiar tu vida y la de los hombres que escuchen su voz a través del medio que eres tú. No te preocupes si no te sientes apto para ser instrumento de Dios, Él hará todo si tú le das tu sí. Y ya verás cómo serás feliz haciendo felices a los demás.
Fuente: Catholic.net
Autor: P Juan Pablo Menéndez
Marcos 3, 7-12
Jesús se retiró con sus discípulos hacia el mar, y le siguió una gran muchedumbre de Galilea. También de Judea, de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, de los alrededores de Tiro y Sidón, una gran muchedumbre, al oír lo que hacía, acudió a él. Entonces, a causa de la multitud, dijo a sus discípulos que le prepararan una pequeña barca, para que no le aplastaran. Pues curó a muchos, de suerte que cuantos padecían dolencias se le echaban encima para tocarle. Y los espíritus inmundos, al verle, se arrojaban a sus pies y gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios». Pero él les mandaba enérgicamente que no le descubrieran.
Reflexión
Tanta era la atracción de Cristo en vida que en la playa no había lugar para él. Sube a una barca para poder enseñarles a todos las cosas del Reino. Cristo desea subir a una barca. Allí hay muchísimas, pero Él sólo subirá a una. Es la primera vez que Cristo hace una cosa semejante. Él quiere hablarle a la gente, pero se encuentra impedido por el poco espacio. Él te pide permiso para subir a la barca de tu vida y desde allí llamar a todos a la felicidad. Él puede cambiar tu vida, como lo hizo con sus apóstoles. Eran rudos pescadores, y terminaron dando su vida por la extensión del Reino. Ahora te toca a ti. Dios te quiere subir a su barca para cambiar tu vida y la de los hombres que escuchen su voz a través del medio que eres tú. No te preocupes si no te sientes apto para ser instrumento de Dios, Él hará todo si tú le das tu sí. Y ya verás cómo serás feliz haciendo felices a los demás.
La gran obra de una vida es la fidelidad
Fuente: GAMA - Virtudes y valores
Autor: Armando Cuéllar, LC.
Amar, entregarse, sacrificarse, donarse… son diversas formas de conjugar la fidelidad.
Es bien conocida la historia de El Señor de los Anillos. Frodo, de un momento a otro se encuentra enredado en la historia de un anillo que significa la salvación de toda la Tierra Media. Ha sido elegido para una misión que jamás había sospechado. No está sólo. Tiene una comunidad.
La pequeña comitiva pasa por mil peripecias para conseguir su objetivo. La nieve pantanosa en las montañas nevadas, la batalla en las Minas de Moria. Gandalf desparece. Las sucesivas peleas contra los orcos. La gran victoria frente al reto que se les presentó en el abismo de Helm. La destrucción de Sarumán. Al final Frodo se queda solo.
También Sam se ha separado.
Tolkien plasma de modo loable el aspecto psicológico del protagonista en estos momentos. Toda la responsabilidad recae sobre Frodo. No tiene a nadie. Su fidelidad es la suya y nadie le puede sustituir. Los enemigos siguen al acecho. Ha recibido una misión y que se cumpla depende de él y sólo de él. Todos conocemos el desenlace de la historia. Hizo hasta lo imposible y la providencia se encargó de que el anillo fuera destruido..., junto con Gollum.
Todos hemos recibido una misión y la obra de nuestra vida es realizarla. La fidelidad es una virtud que se consigue día a día, minuto a minuto. Es la constancia en las propias determinaciones. En el campo humano y profesional ésta alcanza su mayor grado en la realización de la propia elección de vida. A Frodo le ofrecieron la misión de destruir el anillo, aceptó y fue consecuente con su respuesta hasta donde pudo.
Esto exige varios requisitos: objetivos claros, constancia, tenacidad, reciedumbre, “amor a la camiseta”, cultivo de los detalles en la vivencia de lo que se ha elegido. Con los actos de hoy construimos el hombre maduro que queremos ser mañana. La fidelidad es la corona y la gloria del hombre que ha amado con pasión lo que ha hecho de su vida.
La fidelidad es una virtud que está al alcance de todos y que tiene infinitas expresiones en cualquier campo de la vida humana. Es fiel el amigo que no vuelve la espalda a los suyos en los momentos de dificultad, más aún los acompaña y les brinda todo su apoyo moral y material.
Es fiel el novio que ni de lejos juega con el amor de su prometida, sino que lo cultiva con los pequeños detalles de cariño y afecto: la invita a salir, la respeta, evita lo que le molesta.
Es fiel el esposo que, después de una larga aventura de años y años con su mujer, cada mañana le brinda la misma frescura de su amor en su beso de “¡Buenos días!”. Reina entre los dos un ambiente de total confianza porque saben que son fieles y ninguno fallará.
Es fiel el hombre consagrado que cada mañana se presenta ante su Señor con una sonrisa en los labios y un sincero “Gracias por el nuevo día. Aquí estoy para hacer tu voluntad”.
Nadie es verdaderamente fiel por temor al castigo. Esto no sería auténtica fidelidad. La fidelidad es un compromiso que nace de lo más hondo de nosotros mismos. Es un “conozco las consecuencias y quiero, con todo lo que implique…”. El hombre fiel es el que confirma su opción fundamental con cada una de las pequeñas decisiones que forman el entramado de su existencia. Es un hombre libre que aceptó y sigue aceptando, que amó y sigue amando. La fidelidad es la confirmación diaria de un sí que no pertenece al pasado.
Los frutos del que es fiel no se hacen esperar. La felicidad profunda y la alegría verdadera vienen a constituir el fruto más evidente de la auténtica fidelidad. El hombre fiel es maduro, sincero, trabajador, realista.
Hay una coherencia entre lo que es y dice ser. Ser fiel es creer, confiar, amar…, sufrir con resignación, aguantar con paciencia, esperar contra toda esperanza, luchar sin desalentarse, empeñarse en la meta, apasionarse por el ideal, perseverar en medio de las más atroces dificultades… para corresponder a otro que primero nos ha sido fiel. Para nosotros, católicos, ese Otro se escribe con mayúscula y su nombre es Jesucristo.
Para el cristiano ser fiel significa corresponder al inmenso amor de Dios a la propia persona. Ser un fiel católico no significa cumplir pura y secamente los mandamientos… “porque si no me voy a condenar”.
La fidelidad no se edifica sobre los cimientos inconsistentes de una moral negativa que cifra todo en torno al “no”. La formulación negativa de algunos mandamientos del decálogo tiene su razón de ser en el Amor, que jamás es negativo: “Amarás A Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”. Renunciamos a aquello para amar más a Dios.
“El cristianismo es el encuentro con una persona: Jesucristo”, nos decía el Papa Benedicto XVI en su primera encíclica. Es a Él a quien le somos fieles, porque antes él ha sido fiel a su amor hacia nosotros.
La gran obra de una vida, sea en el matrimonio, sea en la vida sacerdotal o religiosa, sea en el campo profesional o social se encuentra en la fidelidad a Dios, a los demás y a nosotros mismos. Cada uno, como Frodo, tiene una misión para la que fue creado por Dios. Está en sus manos realizarla o hacerla fracasar.
Dificultades y sufrimientos no faltarán, y esto se constata en toda vida humana. Pero el hombre fiel tiene su mirada clavada en un ideal y nada lo mueve de allí.
El grado de plenitud de nuestra vida es el grado de lo fieles que somos. Siendo lo que somos y hemos elegido ser llevaremos en alto nuestra dignidad de cristianos, católicos, seguidores de Jesucristo, seguros de alcanzar un día no muy lejano la recompensa prometida: “Ven siervo bueno y fiel, porque has sido fiel en lo poco, te recompensaré en lo mucho, entra en el gozo de tu Señor…”
¡Vence el mal con el bien!
Fuente: GAMA - Virtudes y valores
Autor: Armando Cuéllar, LC.
Amar, entregarse, sacrificarse, donarse… son diversas formas de conjugar la fidelidad.
Es bien conocida la historia de El Señor de los Anillos. Frodo, de un momento a otro se encuentra enredado en la historia de un anillo que significa la salvación de toda la Tierra Media. Ha sido elegido para una misión que jamás había sospechado. No está sólo. Tiene una comunidad.
La pequeña comitiva pasa por mil peripecias para conseguir su objetivo. La nieve pantanosa en las montañas nevadas, la batalla en las Minas de Moria. Gandalf desparece. Las sucesivas peleas contra los orcos. La gran victoria frente al reto que se les presentó en el abismo de Helm. La destrucción de Sarumán. Al final Frodo se queda solo.
También Sam se ha separado.
Tolkien plasma de modo loable el aspecto psicológico del protagonista en estos momentos. Toda la responsabilidad recae sobre Frodo. No tiene a nadie. Su fidelidad es la suya y nadie le puede sustituir. Los enemigos siguen al acecho. Ha recibido una misión y que se cumpla depende de él y sólo de él. Todos conocemos el desenlace de la historia. Hizo hasta lo imposible y la providencia se encargó de que el anillo fuera destruido..., junto con Gollum.
Todos hemos recibido una misión y la obra de nuestra vida es realizarla. La fidelidad es una virtud que se consigue día a día, minuto a minuto. Es la constancia en las propias determinaciones. En el campo humano y profesional ésta alcanza su mayor grado en la realización de la propia elección de vida. A Frodo le ofrecieron la misión de destruir el anillo, aceptó y fue consecuente con su respuesta hasta donde pudo.
Esto exige varios requisitos: objetivos claros, constancia, tenacidad, reciedumbre, “amor a la camiseta”, cultivo de los detalles en la vivencia de lo que se ha elegido. Con los actos de hoy construimos el hombre maduro que queremos ser mañana. La fidelidad es la corona y la gloria del hombre que ha amado con pasión lo que ha hecho de su vida.
La fidelidad es una virtud que está al alcance de todos y que tiene infinitas expresiones en cualquier campo de la vida humana. Es fiel el amigo que no vuelve la espalda a los suyos en los momentos de dificultad, más aún los acompaña y les brinda todo su apoyo moral y material.
Es fiel el novio que ni de lejos juega con el amor de su prometida, sino que lo cultiva con los pequeños detalles de cariño y afecto: la invita a salir, la respeta, evita lo que le molesta.
Es fiel el esposo que, después de una larga aventura de años y años con su mujer, cada mañana le brinda la misma frescura de su amor en su beso de “¡Buenos días!”. Reina entre los dos un ambiente de total confianza porque saben que son fieles y ninguno fallará.
Es fiel el hombre consagrado que cada mañana se presenta ante su Señor con una sonrisa en los labios y un sincero “Gracias por el nuevo día. Aquí estoy para hacer tu voluntad”.
Nadie es verdaderamente fiel por temor al castigo. Esto no sería auténtica fidelidad. La fidelidad es un compromiso que nace de lo más hondo de nosotros mismos. Es un “conozco las consecuencias y quiero, con todo lo que implique…”. El hombre fiel es el que confirma su opción fundamental con cada una de las pequeñas decisiones que forman el entramado de su existencia. Es un hombre libre que aceptó y sigue aceptando, que amó y sigue amando. La fidelidad es la confirmación diaria de un sí que no pertenece al pasado.
Los frutos del que es fiel no se hacen esperar. La felicidad profunda y la alegría verdadera vienen a constituir el fruto más evidente de la auténtica fidelidad. El hombre fiel es maduro, sincero, trabajador, realista.
Hay una coherencia entre lo que es y dice ser. Ser fiel es creer, confiar, amar…, sufrir con resignación, aguantar con paciencia, esperar contra toda esperanza, luchar sin desalentarse, empeñarse en la meta, apasionarse por el ideal, perseverar en medio de las más atroces dificultades… para corresponder a otro que primero nos ha sido fiel. Para nosotros, católicos, ese Otro se escribe con mayúscula y su nombre es Jesucristo.
Para el cristiano ser fiel significa corresponder al inmenso amor de Dios a la propia persona. Ser un fiel católico no significa cumplir pura y secamente los mandamientos… “porque si no me voy a condenar”.
La fidelidad no se edifica sobre los cimientos inconsistentes de una moral negativa que cifra todo en torno al “no”. La formulación negativa de algunos mandamientos del decálogo tiene su razón de ser en el Amor, que jamás es negativo: “Amarás A Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”. Renunciamos a aquello para amar más a Dios.
“El cristianismo es el encuentro con una persona: Jesucristo”, nos decía el Papa Benedicto XVI en su primera encíclica. Es a Él a quien le somos fieles, porque antes él ha sido fiel a su amor hacia nosotros.
La gran obra de una vida, sea en el matrimonio, sea en la vida sacerdotal o religiosa, sea en el campo profesional o social se encuentra en la fidelidad a Dios, a los demás y a nosotros mismos. Cada uno, como Frodo, tiene una misión para la que fue creado por Dios. Está en sus manos realizarla o hacerla fracasar.
Dificultades y sufrimientos no faltarán, y esto se constata en toda vida humana. Pero el hombre fiel tiene su mirada clavada en un ideal y nada lo mueve de allí.
El grado de plenitud de nuestra vida es el grado de lo fieles que somos. Siendo lo que somos y hemos elegido ser llevaremos en alto nuestra dignidad de cristianos, católicos, seguidores de Jesucristo, seguros de alcanzar un día no muy lejano la recompensa prometida: “Ven siervo bueno y fiel, porque has sido fiel en lo poco, te recompensaré en lo mucho, entra en el gozo de tu Señor…”
¡Vence el mal con el bien!
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