“Perseverar es la contraseña”.
Dice Jesús:
“Un grupo de mineros bajaron a una mina donde sabían que había tesoros, pero muy escondidos en las entrañas de la tierra. Empezaron a excavar. El terreno era duro y el trabajo lleno de fatiga. Muchos se cansaron y arrojaron los picos y se fueron. Otros se burlaron del jefe de la escuadra, tratándolo casi como de loco. Otros maldijeron su suerte, el trabajo, la tierra, la mina, y con coraje golpearon el suelo, despedazando el filón en pedazos inútiles, y luego después de haber visto que no habían ganado nada, se fueron también. Permaneció solo el más perseverante. Con dulzura trató las capas de la tierra tenaz para perforarla sin destruir. Hizo pruebas, ahondó, excavó. Un filón, espléndido, precioso, salió por fin a la luz. La perseverancia del minero fue premiada y con el metal purísimo que descubrió, pudo obtener muchos trabajos y conquistar mucha gloria y muchos clientes, porque todos desean ese metal que sólo la perseverancia supo encontrar, allí donde los otros, perezosos e iracundos no consiguieron nada.
Pero el oro encontrado, para que sea bello y para que sirva al orfebre, debe por su parte perseverar en el deseo de que se trabaje en él. Si el oro, después del primer trabajo de excavación, no quisiese padecer penas, sería un metal tosco y rústico. Veis, pues, que no basta el primer entusiasmo para lograr algo, bien se trate de apóstoles, de discípulos, como de fieles. Es necesario perseverar.
Ermasteo tenía muchos compañeros, y en el primer entusiasmo prometieron venir. Pero sólo él vino. Muchos son mis discípulos, y más los habrá, pero la tercera parte de la mitad, sólo lo serán hasta el final. Perseverar es la contraseña para todas las cosas buenas.
Cuando arrojáis el trasmallo para atrapar las conchas de la púrpura ¿lo hacéis de una sola vez? No. Sino una después de otra, y por horas, días, meses, prontos a regresar al lugar al año siguiente, porque da pan y comodidad a vosotros y a vuestras familias. ¿Querríais comportaros de manera diversa con las cosas más grandes que son los intereses de Dios y de vuestras almas? ¿con las de vuestros hermanos? ¿Bien seáis fieles, bien discípulos? En verdad os digo que para extraer la púrpura de las vestiduras eternas es necesario perseverar hasta el final.
domingo, enero 27, 2008
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