viernes, octubre 31, 2008

1198 - 18/10/2008

Queridos amigos: Paz y Bien.

En el día de hoy, siguiendo con las enseñanzas de la Iglesia sobre la presencia real de Jesús en la Eucaristía, continuamos con

el libro sobre: LA SANTA MISA.

Fuente: LA MISA, UNA FIESTA CON JESUS.

Autor: P. Angel Peña Benito, misionero agustino recoleto, con sede en Lima (Perú)

TERCERA PARTE REFLEXIONES (Continuación)

Los cristianos de los primeros siglos asistían a misa antes del alba, porque tenían que ir a trabajar al salir el sol, ya que el domingo no era día de fiesta. Cuando, a partir del año 321, el domingo se convirtió en día festivo y la misa pudo celebrarse a media mañana, muchos siguieron asistiendo a la misa antes del canto del gallo, porque era la hora en que las mujeres se reunieron para ir al sepulcro, constatando la resurrección. A lo largo de los siglos, la importancia del domingo llegó a la prohibición del trabajo manual para darle más significado al sentido de fiesta. En la actualidad, muchos deben trabajar el domingo por obligación, pero los que no tengan esa obligación, deberían respetar el domingo como un día de descanso, un día para estar con la familia y un día sagrado para ir a misa.

El Papa Benedicto XVI en su exhortación apostólica Sacramento de amor, afirma que cristiano es el que vive según el domingo. Y dice: Vivir el domingo quiere decir ser conscientes de la liberación traída por Cristo y hacer de nuestra vida una ofrenda a Dios (No. 72).

La fe peligra cuando no se siente deseo de participar en la misa dominical. Perder el sentido del domingo como día del Señor para santificarlo es síntoma de una pérdida del sentido auténtico de la libertad de los hijos de Dios.

Y aunque esté permitido cumplir el precepto dominical el sábado por la tarde es preciso recordar que el domingo merece ser santificado en sí mismo para que no termine siendo un día vacío de Dios (No. 73).

Un saludo cordial en Jesús Eucaristía y en María, Medianera de todas las gracias.

José Luis Elizalde Esparza.

No hay comentarios.: