jueves, octubre 30, 2008

1197 - 17/10/2008

Queridos amigos: Paz y Bien.
En el día de hoy, siguiendo con las enseñanzas de la Iglesia sobre la presencia real de Jesús en la Eucaristía, continuamos con el libro
sobre: LA SANTA MISA.
Fuente: LA MISA, UNA FIESTA CON JESUS.
Autor: P. Angel Peña Benito, misionero agustino recoleto, con sede en Lima (Perú)
TERCERA PARTE REFLEXIONES

Todo lo que hemos dicho sobre la grandeza admirable del misterio de la misa como fuente de inmensa alegría, no lo entienden muchos católicos que van a misa por cumplir, distraídos y con poca fe. Y, cuando falta la fe en lo que se celebra y no estamos seguros de que es realmente el mismo Jesucristo, nuestro Dios y Señor, el que viene a nuestro encuentro para celebrar una fiesta con nosotros, entonces la misa parece un espectáculo.
Un espectáculo no muy divertido y quizás aburrido, porque no se entiende nada. Algunos van a misa pensando en que termine pronto y les molesta si el sermón u homilía se alarga un poco. Y es que, cuando falta fe y no hay amor por Jesús, la misa aprovecha muy poco o nada.
Pero si comprendiéramos que todos los ángeles y santos nos acompañan, que el cielo entero está presente, actuaríamos de otra manera. Iríamos bien vestidos como a una fiesta celestial, y nunca llegaríamos tarde a la cita con Jesús.
Recordemos que, en cada misa, está presente María con san José. La sagrada familia estaba unida en la tierra y lo está también en el cielo y en cada misa. Por otra parte, la acción del Espíritu Santo es indispensable para la realización del gran milagro de la consagración del pan y del vino en el cuerpo y la sangre de Jesús.
Lamentablemente, muchos católicos no son practicantes y para ellos la misa dominical no tiene ninguna importancia. Al alejarse de la Eucaristía, su vida espiritual está vacía o raquítica. Por eso, es preciso que los católicos tomen conciencia de la importancia de la misa del domingo. Los primeros cristianos arriesgaban su vida por asistir a misa y nosotros preferimos ir de paseo antes que ir a misa. No nos damos cuenta de cuántas bendiciones y alegrías nos perdemos para esta vida y para la eternidad. (Continuará).
Un saludo cordial en Jesús Eucaristía y en María, Medianera de todas las gracias.
José Luis Elizalde Esparza.

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