sábado, mayo 31, 2008

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Queridos amigos: Paz y Bien.

Finalizamos el tema: INJUSTICIAS SOCIALES.

Para mayor referencia las encíclicas

RERUM NOVARUM y CENTESSIMUS ANNUS.

Fuente: LA MARAVILLA DE SER HIJO DE DIOS.

Autor: Padre Ángel Peña Benito, misionero

agustino recoleto, con sede en Lima (Perú).

Tema: INJUSTICIAS SOCIALES (final).


Con relación a los contratos, decía León XIII, que "el consentimiento de las partes, si están en situaciones demasiado desiguales, no basta para garantizar la justicia del contrato... y esto vale también para los contratos internacionales" (Rerum Novarum 10 y Catecismo 2434). Por esto mismo, Juan Pablo II, hablando de la deuda externa de los países pobres decía: "No es lícito exigir o pretender su pago, cuando éste vendría a imponer de hecho opciones políticas tales que llevaran al hambre y a la desesperación a poblaciones enteras. No se puede pretender que las deudas contraídas sean pagadas con sacrificios insoportables. Hay que encontrar modalidades de reducción, dilación o extinción de las deudas compatibles con el derecho fundamental de los pueblos a la subsistencia y al progreso" (Centessimus Annus, número 35).Igualmente, en la encíclica "Sollicitudo rei socialis" afirma que hay que dar a los pobres no sólo de lo que nos sobra, sino hasta de lo necesario. Dice que "la Iglesia tiene la convicción de que ella misma y sus ministros y cada uno de sus miembros están llamados a aliviar la miseria de los que sufren cerca o lejos, no sólo con lo superfluo, sino hasta con lo necesario. Ante casos de necesidad no se debe dar preferencia a los adornos superfluos de los templos y a los objetos preciosos del culto divino; al contrario, podría ser obligatorio enajenar estos bienes para dar pan, bebida, vestido y casa a quien carece de ello" (Número 31).La Iglesia, en toda cuestión social, recalca el valor del ser humano. Por eso, hay que evitar las condiciones degradantes de trabajo, en ambientes malsanos, sin protecciones ante los peligros, y denunciar los abusos y acosos sexuales para conservar el puesto de trabajo. Vivimos en una época de crisis de valores. Para muchos, los conceptos de amor, libertad, trabajo, derechos humanos no significan lo que realmente son por su naturaleza. Hablan de amor como si fuera libertinaje sexual; de libertad como si todo pudiera hacerse sin cortapisas de ninguna clase; y, cuando hablan de derechos humanos, hablan solamente de los suyos. En este contexto, la mujer es vista, muchas veces, como objeto de placer, los hijos como un obstáculo para la felicidad de los padres, la familia como una institución que quita la libertad, el trabajo como algo pesado que hay que evitar. Es la civilización de lo fácil y de lo cómodo. Por eso, hay que revalorar el trabajo de la persona, como necesario para su realización personal.Decía Juan Pablo II en España el 7 de Noviembre de 1982 que: "el trabajo es un deber moral. Es un acto de alegría y se convierte en alegría: alegría profunda de darse a la propia familia y a los demás... Por eso, hay que hacer bien el trabajo. No se puede rehuir el deber de trabajar ni trabajar mediocremente, sin interés, y sólo por cumplir, sino hacerlo bien para realizarnos debidamente". Puesto que "mediante el trabajo, el hombre no sólo transforma la naturaleza, adaptándola a las propias necesidades, sino que se realiza a sí mismo como hombre, es más, en un cierto sentido, se hace más hombre" (Laborem Exercens número 9). El trabajo dignifica al hombre y lo llena de la alegría de Dios, siempre que sea digno y honrado, y en condiciones dignas. Porque "el trabajo es para el hombre y no el hombre para el trabajo" (Catecismo 2428) y "el que no quiera trabajar que no coma" (carta 2ª Tesalónicos 3, 10).

Un saludo cordial en el Espíritu Santo que habita en nosotros por el Bautismo, y en el Corazón Inmaculado de María.

José Luis Elizalde Esparza

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