La amistad se demuestra con hechos.
La amistad se acrisola en el perdón mutuo por los fallos mutuos. Un buen amigo sabe perdonar una y otra vez: “para eso están los amigos”.
La amistad es agradecida. Un buen amigo sabe agradecer: es de bien nacidos ser agradecidos.
La amistad es discreta. Un buen amigo no comenta en público interioridades o defectos de sus amigos, ni los etiqueta.
La amistad no se busca enemigos. Se lee en Camino: No tengas enemigos. -Ten solamente amigos: amigos... de la derecha -si te hicieron o quisieron hacerte bien- y... de la izquierda -si te han perjudicado o intentaron perjudicarte-. (n. 838).
La amistad no es envidiosa. La envidia destruye la amistad: es la auténtica plaga de la amistad
Escribe san Basilio: “El escita no envidia al egipcio, sino que cada uno envidia a los de su propia nación; y dentro de la nación, no se envidian los que no se conocen, sino los que se tratan mucho.
Se tiene envidia del vecino, del colega de profesión, del pariente; y dentro de los parientes, de los que tienen la misma edad y la misma sangre, de los propios hermanos. Y del mismo modo que el trigo tiene una epidemia que se llama la niebla, la amistad tiene una plaga que se llama la envidia.” (Homilía sobre la envidia)
Saint Exupery
Amigo mío,
tengo tanta necesidad de tu amistad
Tengo sed de un compañero que respete en mí,
por encima de los litigios de la razón,
el peregrino de aquel fuego.
A veces tengo necesidad de gustar por adelantado el calor
prometido, y descansar, más allá de mí mismo,
en esa cita que será la nuestra.
Hallo la paz.
Hallo la paz.
Más allá de mis palabras torpes,
más allá de los razonamientos que me pueden engañar,
tú consideras en mí, simplemente al Hombre
Tú honras en mí al embajador de creencias,
Tú honras en mí al embajador de creencias,
de costumbres, de amores particulares.
Si difiero de ti, lejos de menos cabarte te engrandezco.
Me interrogas como se interroga al viajero,
Yo, que como todos,
experimento la necesidad de ser reconocido,
me siento puro en ti y voy hacia ti.
Tengo necesidad de ir allí donde soy puro.
Jamás han sido mis fórmulas ni mis andanzas
las que te informaron acerca de lo que soy,
sino que la aceptación de quien soy te ha hecho
necesariamente indulgente
para con esas andanzas y esas fórmulas.
Te estoy agradecido porque me recibes tal como soy.
¿Qué he de hacer con un amigo que me juzga?
Si todavía combato,
combatiré un poco por ti.
Tengo necesidad de ti.
Tengo necesidad de ayudarte a vivir.
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