V. Necesidad de una Pastoral de los Derechos Humanos
27. Juan Pablo II resaltó el cincuentenario de la Declaración Universal de los Derechos de Hombre celebrando en Roma, en julio de 1998, un congreso mundial sobre la Pastoral de los Derechos Humanos. En el discurso de apertura señaló que “el primer objetivo de la pastoral de los derechos humanos es hacer de suerte que la aceptación de los derechos universales en la “letra” implique la puesta en obra de su “espíritu” en todas partes y de la manera más eficaz a partir de la verdad sobre el hombre, de la igual dignidad de toda persona, hombre o mujer, creado a imagen de Dios y hecho hijo de Dios en Cristo” . Esto de “Pastoral de los Derechos Humanos” es un término a registrar, que a los cristianos nos debe merecer una amplia reflexión. Es, sin duda, un aspecto capital de la “Pastoral Social”, que debe ser asumido más explícitamente, con una mejor reflexión y acción pastoral.
“Ve, y procede tú de la misma manera”
28. La principal razón de ello es que la Iglesia no enseña nada, tampoco la dignidad de la persona humana, sólo para que lo conozcamos. Todo el anuncio del Evangelio es para que lo conozcamos con la mente, lo aceptemos en el corazón, lo pongamos por obra, y así vivamos como hombres nuevos. Cuando el doctor de la Ley le pregunta a Jesús “¿quién es mi prójimo?” (Lc 10,30), no le responde con una definición filosófica, sino haciéndole notar quién se comporta como prójimo. Y no sólo eso, sino que lo exhorta a obrar de la misma manera: “¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo?... ‘El que tuvo compasión de él’, le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: ‘Ve, y procede tú de la misma manera’” (Lc 10,36-37).Esto que es válido para cada cristiano, vale también para la Iglesia como cuerpo. Y sobre todo con respecto a la defensa de los derechos humanos. Pues estos son atropellados muchas veces por la autoridad pública, ante la cual la persona individual se encuentra inerme y fácilmente sucumbe. Muy distinto sería que el autoritarismo tuviese que enfrentarse a la opinión y resistencia de una comunidad cuyos miembros, a la vez que respetan a la autoridad, saben resistir sus abusos con fortaleza espiritual y acción política.
Quejas de dolor por una herida que no cierra
29. En estos días tuvo lugar la condena a prisión perpetua del Capellán de la Policía Bonaerense, el P. Christian Von Wernich. He ofrecido mi oración por él y la seguiré ofreciendo. No pocos, que me encuentran al paso o me envían mails, me manifiestan sus sentimientos, sea frente a la declaración de la Comisión Ejecutiva del Episcopado, sea ante los hechos del 70, incluida la conducta del capellán mencionado. Los siento muy contrapuestos. Pero en todos percibo algo común: perplejidad, disgusto, bronca. En lo jóvenes, perplejidad y disgusto, porque no saben bien de qué se trata y no entienden por qué los vienen a fastidiar con algo que les es ajeno. En los adultos, perplejidad y bronca, porque todavía no han terminado de elaborar su luto por el hijo desparecido o por el marido militar asesinado. A las expresiones de dolor no hay que exigirles lógica, ni responderles en ese plano. Cada dolor es único, no se lo puede comparar con ningún otro y merece ser respetado. Sin embargo, tanto dolor me duele. Y me obliga a preguntarme: ¿qué es lo que en el fondo unos y otros le siguen cuestionando a la Iglesia jerárquica, a pesar de tantos perdones pedidos por escrito, e incluso de uno dramatizado en el 2000 en el Encuentro Eucarístico Nacional en Córdoba, sobre un escenario enorme en el Chateau Carreras, presidido por la cúpula episcopal revestida de morado?
Hablar no basta
30. La gente no niega las diligencias que hizo cada obispo particular por los encarcelados o desaparecidos de su Diócesis, aunque muchas veces no las conoce. Tampoco se queja porque haya faltado doctrina por par parte del Episcopado. Dejando de lado a los que hoy hablan de mala fe, y excepto los periodistas jóvenes, o los adultos que vivían en su burbuja, todo el mundo sabe que la jerarquía habló cuando en la Argentina, salvo honrosas excepciones personales, no se movía ni una mosca. Me parece que la objeción de fondo es otra: que la jerarquía como cuerpo, además de hablar con documentos públicos y con diálogos reservados, no obró en su momento en forma más práctica. Por ejemplo, organizando alguna iniciativa concreta conocida de todos, que sirviese tanto para canalizar y publicitar las denuncias de desaparecidos, buscarles el rastro, exigir su reaparición, cuanto para difundir mejor la enseñanza impartida sobre el respeto a la dignidad de la persona humana que nunca puede ser atropellada. Lo mismo vale de no haber hecho una más amplia difusión de la enseñanza sobre no resistir la violencia de un régimen militar con la violencia de la guerrilla revolucionaria, y no haber tomado medidas más eficaces con algunos clérigos que flirteaban con la guerrilla. Hoy se vuelve a escuchar: “A mi hijo el cura tal lo embarcó en la guerrilla. Él está hoy vivito y coleando. Pero ¿dónde está mi hijo? ¿Qué medida tomó el Obispo con ese cura? A mí él todavía no me pidió perdón”.
Dolor del pasado para reflexionar la acción pastoral en el futuro
31. A treinta años de los hechos acaecidos hay gente que sigue llorando. Son situaciones dramáticas que tienen que hacernos reflexionar. Todo lo que se diga, aunque suene disparatado y por momentos ofensivo, es secundario. Sacando bien de mal, hemos de recordar la misión que nos dio Jesús: “Ustedes son la sal de la tierra… Ustedes son la luz del mundo…No se puede ocultar una ciudad situada sobre la montaña” Mt 5,11-14). Ante las reacciones recibidas, intentaré una reflexión. Vale lo que vale. La ofrezco con humildad y libertad. La amnesia argentina: una septicemia peligrosa32. Me resulta significativo que todo el mundo mire lo que hizo o no hizo la jerarquía eclesiástica. Y que, en cambio, nadie objete el desastre del breve gobierno del presidente Héctor Cámpora, que comenzó abriendo la cárcel y terminó prácticamente con la masacre de Ezeiza. Que casi nadie recuerde la debacle del gobierno de Isabel Perón y su incapacidad para reprimir la guerrilla conforme a ley y la justicia. Que menos cuestione el disparate histórico del general Perón de haberla llevado a la fórmula presidencial. “¡Con Perón no se jode!”, es lo que hoy se escucha. Que nadie se acuerde que el Partido Justicialista, con Italo Luder a la cabeza, por la simple idolatría a un apellido, se negó a promover la remoción de Isabel Perón por la vía legal del juicio político. Que nadie se acuerde cómo ante la inminencia del golpe desertaron los máximos dirigentes sindicales. Que nadie se acuerde que el Partido Comunista aplaudió el golpe del 24 de marzo del 76. Que nadie recuerde que, excepto el diario La Prensa, ningún medio publicó la lista documentada de los desaparecidos. Que nadie recuerde que muchos medios (diarios, revistas, radios, TV), que hoy continúan existiendo con el mismo nombre, no sólo aplaudieron el golpe, sino que sostuvieron activamente al régimen militar. Que nadie recuerde que muchos acusadores actuales eran en esos años jóvenes exitosos ocupados sólo en labrar su fortuna. En la Argentina nadie se acuerda de nada. Sólo se recuerda lo que no hizo la Iglesia jerárquica en cuanto cuerpo episcopal: un ente compuesto por pocas personas que, humanamente hablando, era débil, - y lo sigue siendo -, pues no disponía de ninguno de los enormes recursos que, para oponerse a la locura de la dictadura militar, tenían los demás grupos sociales: partidos políticos, sindicatos, empresas, universidades, medios de comunicación. Esta amnesia y el falso diagnóstico de lo que sucedió en la Argentina es como una septicemia muy peligrosa, que sigue poniendo en peligro la salud de la República.
A la búsqueda de una medicina eficaz
33. Sin embargo, ante esta amnesia, me surge una pregunta: ¿esta actitud de negar las propias responsabilidades en la hecatombe sufrida, y acusar por ella a la jerarquía eclesiástica, es sólo expresión de la hipocresía tan difundida en el mundo de la política, de la cultura y de los medios de comunicación? ¿O, a pesar de todo, esconde algo válido, que los cristianos, y especialmente los pastores, deberíamos saber rescatar para el futuro? Aunque muchos de los acusadores no crean en el Evangelio, ¿no habría en su acusación un secreto reconocimiento que esperaban encontrar en la Iglesia algo que falta en la Argentina, muy necesario para ser Nación, y que es muy difícil hallar? Esto es lo que pienso. Y esto tan difícil de hallar es la virtud de la “parresía”, la total confianza en Dios, la fortaleza y libertad de espíritu, tan apreciada en la predicación y accionar de los Apóstoles y en el testimonio de los mártires cristianos. Estos sabían respetar a la autoridad, de corazón, así fuese Nerón. Pero, con la fuerza del Espíritu Santo, sabían resistir pacífica y firmemente sus abusos, aunque les costase la cárcel y la muerte. De este modo, aunque no sabían decir la palabra “democracia”, plantaron sus mejores semillas. Tendremos que revisar si este doble enunciado – respeto sincero a la autoridad y resistencia firme a sus abusos - está bien formulado en nuestros Catecismos y tratados de Teología Moral. Y en qué medida inspira nuestro accionar cristiano.
Una misión para el futuro
34. ¡Muchachos! Mucha gente no cree en Dios. Es probable que haya cada vez más ateos confesos. Pero sin duda los ateos siempre querrán que los cristianos les mostremos por nuestro testimonio de vida que creemos de veras que Dios existe, que para nosotros es el único, a quien amamos por sobre todas las cosas, y que por amor a él amamos a todos los hombres que él creó, y que, por defender su dignidad y sus derechos fundamentales, somos capaces, con la fuerza divina, de soportar la cárcel y la muerte.
Tarea a diseñar
35. Una Pastoral de los Derechos Humanos, por la que abogó Juan Pablo II, supone algunos supuestos teóricos y líneas prácticas de acción. Pero bosquejar esto lo dejo para mejor ocasión. + Carmelo Juan Giaquinta17 octubre 1007, memoria de San Ignacio de Antioquia, Obispo y MártirSeminario Metropolitano Inmaculada ConcepciónJosé Cubas 3543 – 1419 Buenos AiresMail: carmelojuangiaquinta@gmail.com
Publicado por Alicia Videla en 18:02 2 comentarios
sábado, diciembre 22, 2007
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario