miércoles, octubre 29, 2008

1194 - 14/10/2008

Queridos amigos: Paz y Bien.
En el día de hoy, siguiendo con las enseñanzas de la Iglesia sobre la presencia real de Jesús en la Eucaristía, continuamos con el libro
sobre: LA SANTA MISA.
Fuente: LA MISA, UNA FIESTA CON JESUS.
Autor: P. Angel Peña Benito, misionero agustino recoleto, con sede en Lima (Perú)
SEGUNDA PARTE. (Continuación)
d) COMUNION DEL SACERDOTE Y DEL PUEBLO (Continuación)

Decía santa Teresa de Jesús: Cuando no podáis comulgar ni oír misa, podéis comulgar espiritualmente, que es de grandísimo provecho. El mismo concilio de Trento afirmaba: Aquellos que comen en deseo aquel celeste pan eucarístico, experimentan su fruto y provecho por la fe viva que obra por la caridad (Denz 881).De todos modos, quienes pueden comulgar deberían hacerlo todos los días a ser posible. La Iglesia recomienda comulgar siempre que se asista a la misa, pero especialmente los domingos, cuando hay obligación de asistir. Venir a misa y no comulgar es como ir a un banquete y no comer.
Y eso será un pecado de omisión del que Dios nos pedirá cuentas.Desde el concilio IV de Letrán (1215) es obligación grave comulgar, al menos, una vez al año (canon 920).
Además, el que ha recibido la comunión, puede recibirla de nuevo el mismo día solamente dentro de la celebración eucarística que participe (canon 917). Se puede, pues, comulgar dos veces al día, normalmente en la mañana y otra en la tarde. Para comulgar, es preciso abstenerse de tomar alimento y bebida (excepto agua y medicina) al menos una hora antes de comulgar (canon 919). Y, si alguno es consciente de estar en pecado grave, no debe comulgar sin antes confesarse sacramentalmente.
La comunión es algo tan sublime que hay que darle la máxima importancia. No puede recibirse por costumbre o por un compromiso social. Hay que prepararse lo mejor posible y, después dar gracias durante un tiempo prudencial. Decía santa Magdalena de Pazzi: Los minutos que siguen a la comunión son los más preciosos de nuestra vida. Son los minutos más propicios de nuestra parte para tratar con Dios y, de su parte, para comunicarnos su amor.
La comunión es el mejor alimento espiritual y el mejor medio de santificación. Pero no olvidemos que la misa y la comunión están íntimamente unidas. Se puede comulgar fuera de la misa, pero como algo excepcional.
También es importante que, durante el día, podamos hacer algunas visitas a Jesús Eucaristía. Y, si no podemos, por estar enfermos o por vivir en lugares distantes, al menos, hagamos visitas y comuniones espirituales frecuentes a Jesús sacramentado.
Como aquellos cristianos de las islas de Kiribati, que se reunían los domingos a orar en la playa y el catequista les decía: Ahora vamos a adorar a Jesús, que está en las iglesias de Tahití a 5.000 Kms de distancia. Ciertamente para Jesús no hay distancia. El amor es la distancia más corta entre dos personas y, sobre todo, entre Jesús y nosotros. Por eso, la comunión es el medio más sublime que Dios nos ha dado para unirnos a Él.
Comulgar debe ser una verdadera fiesta para nosotros. Comulgar con Jesús es una fiesta que ni los ángeles pueden tener, porque no pueden comulgar. Hagamos de cada misa una fiesta, viviéndola intensamente y recibiendo a Jesús en la comunión.
Un saludo cordial en Jesús Eucaristía y en María, Medianera de todas las gracias.
José Luis Elizalde Esparza.

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