Queridos amigos: Paz y Bien.
En el día de hoy, siguiendo con las enseñanzas de la Iglesia sobre la presencia real de Jesús en la Eucaristía, continuamos con el libro
sobre: LA SANTA MISA.
Fuente: LA MISA, UNA FIESTA CON JESUS.
Autor: P. Angel Peña Benito, misionero agustino recoleto, con sede en Lima (Perú)
SEGUNDA PARTE. (Continuación)
d) COMUNION DEL SACERDOTE Y DEL PUEBLO (Continuación)
El sacerdote se prepara con una oración en secreto para recibir con fruto el cuerpo y la sangre de Cristo. Los fieles hacen lo mismo, orando en silencio (OGMR 84).
A continuación, el sacerdote presenta la hostia partida sobre la patena o sobre el cáliz, diciendo: Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor (u otras parecidas palabras).
Al decir Cordero de Dios, está refiriéndose a Jesús como Cordero pascual. Y nosotros celebramos la gran fiesta de la Pascua, es decir, de su resurrección, comiendo el Cordero pascual, que es Cristo.
El pueblo responde con las palabras del centurión (Mt 8,8): Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.A continuación, comulga el sacerdote. Mientras comulga, comienza el canto de comunión. El canto se prolonga mientras el sacerdote administra la comunión a los fieles, diciendo: El cuerpo de Cristo.
Al decir El cuerpo de Cristo, está recalcando que Jesús, no sólo está como Dios en unión con el Padre y el Espíritu Santo en la hostia consagrada, sino que está también como hombre, con su cuerpo humano. Y todos responden: AMÉN.
Todos deben responder con voz clara el Amén antes de recibir la hostia para reafirmar su fe en la presencia viva y real de Jesús en la Eucaristía. Pero todos deben tener en cuenta lo que dice san Pablo: El que come el pan y bebe el cáliz del Señor indignamente, se hace reo del cuerpo y de la sangre del Señor. Examínese pues, el hombre a sí mismo y, entonces, coma del pan y beba del cáliz pues el que come y bebe sin discernir el cuerpo, come y bebe su propia condenación (1 Co 11, 27-29).
Pero si lo recibe dignamente, será para él el mejor alimento espiritual y la mayor fuente de bendiciones en su vida.Ya hemos, dicho anteriormente, que la comunión es el momento más importante y sublime de cada día, porque es el momento de mayor unión con Dios por medio de la humanidad de Jesús. Por Jesús llegamos al Padre en unión con el Espíritu Santo. María siempre nos acompaña con nuestro ángel, cuando vamos a comulgar. Y sería muy conveniente invitar expresamente a todos los ángeles y santos para que nos ayuden a recibir y agradecer dignamente a Jesús sacramentado.Suele decirse que las especies sacramentales permanecen en nosotros durante unos diez o quince minutos. Es decir, que nuestra unión sacramental con Jesús dura unos diez o quince minutos. Por ello, durante este tiempo, no debemos distraernos ni salir del templo. Debemos estar en oración con Jesús en nuestro corazón.
Si alguna persona no puede comulgar por algún motivo especial, por no tener regularizado su matrimonio o por estar en pecado grave, puede arrepentirse y comulgar espiritualmente. La comunión espiritual es una buena práctica que podemos renovar muchas veces al día. Consiste en desear ardientemente recibir sacramentalmente a Jesús; pero, al no poder hacerlo, le manifestamos nuestro deseo lleno de amor, porque queremos unirnos a Él y ser Uno con Él.Un saludo cordial en Jesús Eucaristía y en María, Medianera de todas las gracias.
José Luis Elizalde Esparza.
miércoles, octubre 29, 2008
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