Queridos amigos: Paz y Bien.
En el día de hoy, siguiendo con las enseñanzas de la Iglesia sobre la presencia real de Jesús en la Eucaristía, continuamos con el libro sobre:
LA SANTA MISA.
Fuente: LA MISA, UNA FIESTA CON JESUS.
Autor: P. Angel Peña Benito, misionero agustino recoleto, con sede en Lima (Perú)
SEGUNDA PARTE. (Continuación)
f) PLEGARIA EUCARISTICA
Después del Santo, viene la plegaria eucarística. En ella, no sólo se nos recuerdan los acontecimientos de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, sino que el Espíritu Santo hace que estos hechos se hagan realidad en el altar. Por eso, decimos que la misa es el memorial de la pasión, muerte y resurrección de Jesús.
Memorial significa hacer realidad aquí y ahora un acontecimiento salvífico que tuvo lugar hace mucho tiempo. Pero para que se hagan realidad estos acontecimientos necesitamos el poder del Espíritu Santo. Por consiguiente, invocamos la gracia del Espíritu Santo (primera epiclesis), diciendo en la segunda plegaria:Te pedimos, Señor, que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu de manera que sean para nosotros Cuerpo y Sangre de Jesucristo Nuestro Señor.
Para los cristianos orientales, tiene tanta importancia esta invocación al Espíritu Santo, que para ellos éste es el momento de la consagración, es decir, el momento en que Cristo se hace realmente presente en el altar. Para nosotros, el momento clave es el momento de la consagración por separado del pan y del vino. Durante la consagración los fieles estarán de rodillas a no ser que lo impida la enfermedad o la estrechez del lugar o la aglomeración de los participantes o cualquier otra causa razonable. Y los que no pueden arrodillarse en la consagración, harán una profunda inclinación mientras el sacerdote hace la genuflexión después de ella (OGMR 43).
El sacerdote dice:Tomad y comed todos de él (pan), porque esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros. Igualmente, el sacerdote toma el cáliz y dice:Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía.
Démonos cuenta que el sacerdote en ese momento es Jesús, Jesús y él se han unido sustancialmente. Por eso, es tan importante que el sacerdote sea puro y libre de todo pecado, al menos mortal. El canon 899 dice que personifica a Cristo durante la misa. Su persona es absorbida por la persona de Cristo y Cristo actúa a través de él como si fuera él mismo. Por eso, el sacerdote, como si fuera el mismo Cristo, dice las mismas palabras de Cristo para realizar la consagración.Ahora bien, anotemos que se dice: Tomad y comed todos de él, porque esto es mi cuerpo que será entregado por vosotros.
El sacerdote debe hacer suyas estas palabras de por vida. Y lo mismo cada fiel comprometido con Cristo. Debe tomar su propio cuerpo, que significa toda su vida, y entregarla a Cristo por la salvación de sus hermanos. Y les invita a todos: Tomad y comed, es decir, recibid mi amor, mi alegría y mis bendiciones, porque estoy a vuestro servicio para siempre. Un cristiano que vive íntimamente en unión con Cristo, especialmente un sacerdote, y que renueva su unión total en cada consagración, debe hacer realidad esta entrega a Cristo y a los hermanos para que tengan derecho a recibir siempre su amor, paz, alegría y bendición. (Continuará)
Un saludo cordial en Jesús Eucaristía y en María, Medianera de todas las gracias.
José Luis Elizalde Esparza.
miércoles, octubre 22, 2008
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