miércoles, octubre 15, 2008

1185 - 05/10/2008

Queridos amigos: Paz y Bien.
Hoy, siguiendo con las enseñanzas de la Iglesia sobre la presencia real de Jesús en la Eucaristía, continuamos con el libro sobre:
LA SANTA MISA.
Fuente: LA MISA, UNA FIESTA CON JESUS.
Autor: P. Angel Peña Benito, misionero agustino recoleto, con sede en Lima (Perú)
SEGUNDA PARTE.
LA MISA PASO A PASO.
Podemos decir que la misa consta de dos partes: la liturgia de la palabra y la liturgia eucarística tan estrechamente unidas entre sí, que constituyen un solo acto de culto, ya que en la misa se dispone la mesa, tanto de la palabra de Dios como del cuerpo de Cristo, en la que los fieles encuentran instrucción y alimento (OGMR 28).
LITURGIA EUCARÍSTICA (Continuación)
b) La limosna o donación
La limosna puede recogerse inmediatamente antes de la procesión de las ofrendas, dejando un espacio vacío en el que se puede cantar alguna canción. De esta manera, la presentación de la limosna, se hace en unión con las ofrendas del pan y del vino. En otros lugares, se recoge la limosna mientras se hace la procesión y la oración sobre las ofrendas. Pero durante la procesión de las ofrendas se acompaña con el canto del ofertorio.
Lo que sí se debe tener muy en cuenta es que lo que damos, lo estamos dando a Dios. Antiguamente, era obligatorio dar el diezmo de los ingresos, es decir, la décima parte; y en los pueblos también daban las primicias o primeros frutos de la tierra, y se los llevaban al sacerdote. Dentro de la Iglesia católica hay grupos especiales a quienes se les inculca esta práctica, pero la Iglesia no obliga, pues la inmensa mayoría de católicos no la cumplirían.
Sin embargo, es bueno saber que Dios ha prometido abundantes bendiciones a quienes con generosidad cumplen esta práctica, como un reconocimiento de que todos los bienes que tenemos, incluso el sueldo que recibimos, es un regalo de Dios que nos da la vida, la salud y el trabajo.
Podemos leer los textos Mal 3, 8-10; Eclo 35, 11-13; Mt 19, 29; 2 Co 9, 7-8.
Dios nunca se dejará ganar en generosidad. Por tanto, seamos generosos, pensando que, al contribuir en la limosna de la misa, estamos dándolo a Dios. Al fin de cuentas, Dios nos da todo lo que tenemos: vida, salud, dinero, familia, fe; Si estuviéramos enfermos,
¿qué no haríamos para curarnos?
¿Cuánto estaríamos dispuestos a gastar para conseguir la salud?
Pues contribuir con lo que Dios nos ha dado es una manera de reconocer que todo es un regalo de Dios y que Él es el Señor y dueño de nuestra vida y de nuestras cosas.
En los países en los que se contribuye por medio de asignaciones tributarias que cada ciudadano debe asignar a su Iglesia, es una grave irresponsabilidad ser católico y no asignarlo a la Iglesia católica. Y, aunque se asigne a la Iglesia, eso no justifica el no dar más, pues del sueldo mensual se puede dar generosamente el diezmo. El diezmo no es más que un reconocimiento personal de que el dinero que tengo es de Dios y, por ello, reconozco su señorío sobre mi dinero y le doy una parte de lo que Él me ha dado primero, para su Iglesia y para las obras de Dios. (Continuará)
Un saludo cordial en Jesús Eucaristía y en María, Medianera de todas las gracias.
José Luis Elizalde Esparza.

No hay comentarios.: