sábado, septiembre 20, 2008

Desde París y Lourdes, la lección del Papa «litúrgico»


Autor: Sandro Magister Fuente: chiesa.espresso.repubblica.it

En las tres Misas celebradas durante su viaje a París y a Lourdes, Benedicto XVI ha seguido el rito postconciliar.
Pero la ha enriquecido voluntariamente con elementos característicos del viejo rito: la cruz en el centro del altar, la comunión dada en la boca a los fieles arrodillados, la sacralidad del conjunto. Lo del recíproco “enriquecimiento” entre los dos ritos es el objetivo principal que ha impulsado a Benedicto XVI a promulgar en el 2007 el motu propio "Summorum Pontificum", en el que ha liberalizado el uso del rito antiguo de la Misa, el del Misal romano de 1962.
Por el contrario, los opositores del motu propio consideran que el uso del rito antiguo no enriquece, sino que vacía las conquistas del Concilio Vaticano II en su conjunto. Los obispos franceses se han contado entre los más críticos de la iniciativa del Papa, antes y después de la promulgación del motu propio.
El domingo 14 de septiembre, al encontrar en Lourdes a los obispos de Francia, el Papa Joseph Ratzinger no ha dejado de solicitarles que sean pastores que acogen a todos, también a los fieles que se sienten más “en casa” con el rito antiguo.
El Papa había anticipado sus ideas sobre los dos ritos de la Misa, al responder a los periodistas en el avión que llevaba a Francia, el viernes 12 de septiembre. Pero en los cuatros días de su visita a París y a Lourdes, a propósito de esto, Benedicto XVI ha dicho mucho más. En la exposición llevada a cabo el 12 de septiembre en el Collége des Bernardins ha explicado el nacimiento de la gran música occidental, en los monasterios del Medioevo, en palabras que obligan a reflexionar sobre la cualidad exultante de la música litúrgica de hoy y sobre la necesidad de volver a darle vida, conforme a su sentido originario.
En la homilía de las vísperas, en la catedral de Notre-Dame, ha invocada para las liturgias terrenas una "belleza" que las aproxime a las liturgias celestiales. Y ha exhortado a los sacerdotes a ser fieles a la oración cotidiana de la Liturgia de las Horas.
En la homilía de la Misa celebrada en la Explanada de los Inválidos, el 13 de septiembre, ha esbozado la doctrina de la eucaristía y de la “presencia real” del cuerpo y de la sangre de Cristo, con palabras muy exigentes que obligan a celebrar la Misa con un fervor sagrado que ha sido demasiado descuidado en las últimas décadas.
Y en la meditación conclusiva de la procesión eucarística en Lourdes, la tarde del 14 de septiembre, Benedicto XVI ha vuelto a tratar el tema de la “presencia real”. Con un pasaje dedicado a los que “no pueden recibir a Jesús en el sacramento, pero que pueden contemplarlo con fe y amor, y expresar el deseo de poder unirse finalmente a Él”.
Entre éstos se pueden contar a los católicos divorciados y vueltos a casar, a quienes la Iglesia no les da la comunión.
Pero su “deseo”, ha dicho el Papa, “tiene gran valor delante de Dios”.
A estos llamados para recuperar el espíritu auténtico de la liturgia, Benedicto XVI ha agregado además, el 14 de septiembre en Lourdes, una ilustración del sentido profundo del Angelus Domini, la oración mariana que él recita en público cada domingo del año al mediodía.

A continuación, cuanto ha dicho día tras día Benedicto XVI, sobre cada uno de estos puntos:

detallados más abajo

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