Queridos amigos: Paz y Bien.
Hoy, siguiendo con las enseñanzas de la Iglesia sobre la presencia real de Jesús en la Eucaristía, comenzamos con el libro sobre: LA SANTA MISA.
Fuente: LA MISA, UNA FIESTA CON JESUS.
Autor: P. Angel Peña Benito, misionero agustino recoleto, con sede en Lima (Perú)
PRIMERA PARTE:
Tema: LA MISA.
En esta primera parte, queremos hacer unas reflexiones sobre lo que es la misa y la importancia de la misa dominical en la vida de cada cristiano. Igualmente, la comunión es sumamente importante, pues la misa sin comunión quedaría incompleta.
EL DOMINGO (Continuación)
La misa del domingo es el centro mismo de la vida cristiana. El Papa Juan Pablo II aconsejaba: No tengáis miedo de dar vuestro tiempo a Cristo. Sí, abramos nuestro tiempo a Cristo para que Él lo pueda iluminar y dirigir. El tiempo ofrecido a Cristo nunca es tiempo perdido, sino más bien ganado para la humanización de nuestras relaciones y de nuestra vida (DD 7).
Los fieles que por enfermedad, incapacidad o cualquier causa grave se ven impedidos, procuren unirse de lejos y del mejor modo posible a la celebración de la misa dominical, preferiblemente con las lecturas y oraciones previstas en el misal para aquel día, así como con el deseo de la Eucaristía. En muchos países, la televisión y la radio ofrecen la posibilidad de unirse a una celebración eucarística, cuando ésta se desarrolla en un lugar sagrado. Obviamente, este tipo de transmisiones no permite de por sí satisfacer el precepto dominical que exige la participación en la asamblea de los hermanos mediante la reunión en un mismo lugar y la consiguiente posibilidad de la comunión eucarística. Pero para quienes se ven impedidos de participar en la Eucaristía y están, por tanto, excusados de cumplir el precepto, la transmisión televisiva o radiofónica es una preciosa ayuda, sobre todo si se completa con el generoso servicio de los ministros extraordinarios que lle van la Eucaristía a los enfermos, transmitiéndoles el saludo y la solidaridad de toda la Comunidad (DD 54).
No olvidemos que la misa es una asamblea de hermanos reunidos para escuchar la palabra de Dios y celebrar la Eucaristía con Cristo, ofreciéndose con Él al Padre y uniéndose a Él en la comunión. Es un tiempo de amor con Jesús, que produce una inmensa alegría y, por eso, podemos decir que es una fiesta con Jesús. Vale la pena dejarlo todo para asistir a la misa. Es el mejor tiempo empleado de la vida.
Juan Pablo II decía: ¡No temáis! ¡Abrid de par en par las puertas a Cristo! (DD 7). Gritad con todas las fuerzas de vuestra vida en silencio, pero de todo corazón: Por Cristo, con Él y en Él, a Ti Dios Padre omnipotente en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén. Que estas palabras sean para nosotros como un canto de amor y de alabanza que debe resonar con fuerza en cada misa para expresarle a Jesús nuestra entrega total. Un canto que debe continuar durante todo el día y todos los días, como expresión de nuestro amor y de nuestra entrega.
Por consiguiente, no nos perdamos ninguna misa, pues una misa que se pierde, se pierde para toda la eternidad. Las gracias que podíamos haber recibido nunca las podremos recibir. (Final)
Un saludo cordial en Jesús Eucaristía y en María, Medianera de todas las gracias.
José Luis Elizalde Esparza.
domingo, septiembre 28, 2008
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