Queridos amigos: Paz y Bien.
Hoy continuamos con ese nuevo tema: ENCUENTROS CON DIOS.
Fuente: LA MARAVILLA DE SER HIJO DE DIOS.
Autor: Padre Ángel Peña Benito, misionero agustino recoleto.
Tema: ENCUENTROS CON DIOS. (final)
Recuerdo que en una ocasión, en 1970, me encontraba en plena selva, en el Departamento de Junín, en el Perú. Había ido con otro sacerdote para celebrar bautismos y matrimonios. Aquel día, al anochecer, fuimos a la orilla del río y al contemplar las estrellas, y ante la majestad de la selva y los misteriosos sonidos de la noche, sentí de modo extraordinario la presencia de Dios y me sentí feliz de ser sacerdote para siempre. En cierta ocasión, un sacerdote me contaba su encuentro con Dios como una profunda experiencia de su amor y lo comparaba a una bomba atómica que hubiera explotado en su interior. Creía que iba a morir de tanto amor y de tanto gozo. La mística mexicana Concepción Cabrera de Armida nos habla de una experiencia suya y dice: "Después de comulgar, volví a sentir el impulso divino y me dejé llevar de la voluntad de Dios. Me vi sumergida en un abismo de luz, de claridad, de eso inexplicable que arrebata el sentido, quedando el alma suspensa y en un punto fija... ese punto era Dios, abismo de pureza y de infinitos resplandores. Y ese Dios en tres personas distintas, pero con un solo corazón, diré con una sola ternura, con un amor eterno, infinito, es el que está encerrado en el más pequeño punto de una hostia consagrada. Oh Dios mío, Trinidad beatísima, te amo tanto que, si me fuera dado aumentar en un átomo tu dicha, lo haría aun a costa de mi vida".Mi amigo Rafael Aita tuvo la gracia de encontrarse con Dios en una experiencia de muerte y sintió profundamente su amor la noche del 20 de Enero de 1996. A raíz de este hecho cambió radicalmente su vida. Él escribe:Gracias, Señor, porque en tu infinita misericordia te compadeciste de mí y me enseñaste que debía acudir a Tipara encontrar fuerza y alimento para seguir adelante.Mi tesoro es el recuerdo de tu infinita dulzura,de tu maravillosa ternura, de tu grandiosa nobleza,cuando me enseñaste sin palabras que yo era tu hijo.Llevo en mi corazón tu amor que lo llena todoy camino incomprendido y bombardeado por tanta mezquindad, tanta ceguera y, a la vez, tanto sufrimiento,por no querer entregarse a Ti y amarte de todo corazón.Todo esto me causa un profundo dolor,pero sé que al fin del desierto de este mundo encontraré el Jordán y lo pasaré contigo de la mano.Y cada día, cuando despierto, pienso que es un día menos que me queda para llegar a la tierra prometiday todas mis esperanzas y mis ansiasestán en volver a verte y sentir tu amor divino...correr hacia Ti, correr a tus brazos, gritando y llorando de alegría y así poder decirte por toda la eternidad:¡Padre, cuánto te amo!Ojalá tú también puedas encontrarte con Él y decir como André Frossard: "Oh Señor, te amo tanto que ni toda la eternidad será suficiente para decirte cuánto te amo".
Un saludo cordial en los Corazones de Jesús y María.
José Luis Elizalde Esparza.
martes, agosto 12, 2008
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