miércoles, diciembre 05, 2007

Queridos amigos: Paz y Bien
Hoy comenzamos un tema nuevo: LA MISA VIVIENTE
Fuente: JESUS EUCARISTÍA, EL AMIGO QUE SIEMPRE TE ESPERA.
Autor: P. Ángel Peña Benito, O.A.R., misionero agustino recoleto
Tema: LA MISA VIVIENTE

Cada uno debe vivir su propia misa por su ofrecimiento continuo con Jesús al Padre. El concilio Vaticano II nos recomienda: “Aprendan los fieles a ofrecerse a sí mismos al ofrecer la hostia inmaculada, no sólo por manos del sacerdote, sino juntamente con El” (SC 48).De esta manera, “nuestra humilde ofrenda, insignificante en si; como el aceite de la viuda, se hará aceptable a los ojos de Dios por su unión a la oblación de Jesús” (Juan Pablo II, 7-11-82). Un buen momento para ello es cuando el sacerdote dice: “Por Cristo, con El y en El a Ti Dios Padre Omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén”. Mejor aún, si lo hacemos en el momento central de la consagración y repetimos en privado con Jesús y el sacerdote: ESTO ES MI CUERPO, que será entregado por vosotros... ESTE ES EL CALIZ DE MI SANGRE... que será derramada por vosotros. Y, al decir esto, nos ponemos en total disponibilidad a los planes de Dios y decimos de verdad: este cuerpo mío, con todo lo que soy y tengo, mi vida, mis trabajos y dolores.., los entrego por la salvación de mis hermanos. Ofrezco también mi sangre gota a gota, o a raudales, día a día, con mis sudores y lágrimas, con los sufrimientos y humillaciones, incomprensiones y calumnias... TODO lo entrego con Jesús al Padre. Otro momento importantísimo para renovar este ofrecimiento de nosotros mismos es el momento de la comunión y de nuestra íntima unión con Jesús; en ese momento, se unen nuestras vidas y nuestros corazones y debemos tener los mismos sentimientos de entrega total al Padre por los demás.Haz como aquella religiosa que me escribía: “La misa es el centro de mi vida entera. En el momento de la consagración, Jesús me sumerge en El, y con El me ofrece al Padre como víctima de amor. Cuando el sacerdote dice ESTO ES MI CUERPO Y ESTA ES MI SANGRE, es como si me lo hiciera repetir con El, pues todo lo pongo en sus manos. Estoy en permanente comunión con El y pienso en las misas que se celebran a lo largo y ancho del mundo y renuevo mi entrega en unión con cada misa que se celebra”.Y otra me aseguraba: “Cuando asisto a la misa, me pongo con todo mi ser en la patena con Jesús, en total disponibilidad para dejarme transformar por El y dar la vida, como El, por la salvación del mundo. Entonces, le digo: Haz de mí lo que tú quieras, sea lo que sea te doy las gracias, porque te amo y confío en Tí, porque Tú eres mi Padre mi Señor y mi Dios”. Vivir la misa de nuestra vida es ofrecerlo todo por la salvación de los demás. (continuará)Un saludo cordial en Jesús y María,
José Luis Elizalde

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