Queridos amigos: Paz y Bien
En el día de hoy finalizamos el tema: EL SACRIFICIO DEL ALTAR
Fuente: JESUS EUCARISTÍA, EL AMIGO QUE SIEMPRE TE ESPERA
Autor: P. Ángel Peña Benito, O.A.R.
Tema: EL SACRIFICIO DEL ALTAR (final)
"Los méritos del sacrificio de la misa son infinitos e inmensos, se extienden a todos los hombres de todo lugar y de todo tiempo. Porque el sacerdote y la víctima es el hombre-Dios (MD 2,1). Sin embargo, la aplicación de los méritos infinitos de Jesús a los hombres concretos depende de su receptividad y disponibilidad.
No podemos decir: Cristo pagó por nuestros pecados, ya estoy perdonado y ya todo está perdonado para siempre. Eso sería como decir que todos estarían, por adelantado, ya salvados independientemente de sus obras y que no importaría ser buenos o malos. Lo cual va en contra de toda sana Teología. -Para que la redención y salvación de todos se haga efectiva, es necesario que todos establezcan contacto vital con el sacrificio de la cruz, y de esta forma, los méritos que de El se derivan les serán transmitidos aplicados.
Se puede decir que Cristo ha construido en el Calvario un estanque de purificación y de salvación que llenó con la sangre vertida por El; pero, si los hombres no se bañan en sus ondas Y no lavan en ellas las manchas de su iniquidad, no pueden ciertamente ser purifica dos y salvados- (MD 2,2).Cristo ha querido el sacrificio eucarístico como renovación constante de su infinito amor y como remedio de nuestra debilidad. Él nos ha concedido la gracia inmensa de hacer diariamente nuestro, el gran acontecimiento de la salvación. Pero tengamos presente que la salvación más que un acontecimiento histórico es una persona: Cristo. Él es la salvación. El es sacerdote, víctima y altar (Prefacio pascual V).
Su existencia es una misa perpetua, una misa viviente, una misa sin fin. Todas las misas, celebradas por los sacerdotes, son participaciones de la única misa de Jesús. Para que ello ocurra es necesario que el sacerdote sea arrebatado por el Espíritu Santo y sea transformado en Jesús y se identifique con El y sea, en algún sentido transportado al Corazón de Jesús, para vivir la misa de Jesús en El, con El y por El.
Estamos acostumbrados a decir que, en la misa, el sacerdote hace presente o actualiza -aquí y ahora- el sacrificio de Jesús, pero quizá sería más exacto decir que el sacerdote, al ser Jesús e identificarse con El en la misa, se hace presente a la misa eterna de Jesús. Para comprenderlo mejor pongamos el ejemplo del sol. Decimos que el sol -sale todos los días-, pero el sol no -sale-, está ahí, es la tierra la que va a su encuentro y se hace presente a El. Eso mismo pasa en la misa.Vayamos también nosotros con el sacerdote cada día a meternos en el Corazón de Jesús, ofreciéndonos con El al Padre, para vivir la misa de Jesús.
De este modo, seremos otros cristos en la tierra y El podrá vivir en nosotros, de nuevo, su pasión, muerte y resurrección. Digamos con S. Pascual Bailón: -Soy feliz al unir el pobre sacrificio de mi vida al sacrificio de Jesús-. Si somos amigos, debemos estar unidos en las alegrías y en las penas, llevar juntos el peso de la salvación de los hombres y formar así una sola alma y un solo corazón.
Vivamos la misa de Jesús y hagamos de nuestra vida una misa viviente, una misa sin fin. Un saludo cordial en Jesús Eucaristía, el Amigo que siempre te espera, y en María, Medianera de todas las gracias.
José Luis Elizalde
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