Queridos amigos: Paz y Bien
Comenzamos hoy el tema: EL SACRIFICIO DEL ALTAR
Fuente: JESUS EUCARISTÍA, EL AMIGO QUE SIEMPRE TE ESPERA
Autor: P. Ángel Peña Benito, O.A.R.
Tema: EL SACRIFICIO DEL ALTAR
Sacrificio, en sentido etimológico, es hacer sagrada una cosa. Para que haya sacrificio se requieren tres cosas:
una cosa ofrecida (víctima),
alguien que la ofrece (sacerdote) y
Dios a quien ofrecerlo.
Pues bien, la misa es verdadero sacrificio, porque en ella Cristo es, al mismo tiempo, Víctima y sacerdote, y se ofrece al Padre.Lo esencial de la misa es el ofrecimiento que Cristo hace de Sí mismo al Padre. Así lo dice Pío XII en la encíclica Mediator Dei con estas palabras: el sacrificio eucarístico, por su misma naturaleza, es la incruenta inmolación de la divina víctima;Aquí inmolación incruenta hay que entenderla como ofrecimiento de Sí mismo sin derramamiento de sangre, porque es un sacrificio sacramental.
Las especies eucarísticas simbolizan la cruenta separación del cuerpo y de la sangre; (MD 2,1)Ahora bien, este ofrecimiento de Sí mismo al Padre lo hizo Jesús desde el primer instante de su existencia y lo seguirá haciendo por la eternidad, porque es sacerdote eterno.
Este ofrecimiento, que se hizo palpable el día de Navidad al aparecer entre nosotros, siguió siendo realidad durante toda su vida, especialmente en el momento de la última Cena, al hacer partícipes a sus discípulos de su destino y unirlos en su misma ofrenda, pues quiere que su ofrenda sea compartida con toda la Iglesia.
De ahí que la misa sea también un banquete sacrificial, en el que hay que unirse a Cristo en la comunión. Esta comunión -atañe a la integridad del sacrificio y es enteramente necesaria para el ministro que sacrifica, pero para los fieles es tan sólo vivamente recomendada- (MD 2,3). Según esto, Cristo, sacerdote eterno, sigue ofreciéndose y, en cierto modo, celebrando una misa místicamente en cada hostia consagrada e la que se encuentra y dentro de nosotros, en el altar de nuestra alma, e el momento en que lo recibimos en comunión. Sin embargo, hablar d esta misa mística es hablar del sacrificio eucarístico en sentido muy general. Estrictamente hablando, la misa. es la renovación y actualización del sacrificio de la cruz, pues ése fue el momento supremo, el momento cumbre en el que Cristo se ofreció totalmente a Sí mismo al Padre.Y no sólo se ofreció a Sí mismo, sino que unió a su ofrenda a toda la Iglesia.
Por eso, la misa es también un sacrificio eclesial, pues s ofrece con su Cuerpo, que es la Iglesia. Es el Cristo total, Cabeza Cuerpo, quien celebra la misa. Ya decía S. Agustín que la plenitud de Cristo es la Cabeza y los miembros: el Cristo total; (In Jo Ev. 21 ,8).“La Iglesia entera, ejerciendo juntamente con Cristo la función de sacerdote y víctima, ofrece el sacrificio de la misa y en El se ofrece así misma (MF). Por eso los fieles deben tomar parte activa en la misa, ofreciendo la divina víctima a Dios Padre y uniendo la ofrenda de su propia existencia (Carta de Juan Pablo II, 1, 10, 89). Pues como dice S. Agustín es también nuestro misterio el que se celebra en el altar (Sermo 272).Ahora bien, ¿por qué?, si Cristo murió una sola vez, podemos celebrar diariamente el sacrificio eucarístico? Cristo es sacerdote eterno y se ofrece sin cesar al Padre, su voluntad no cambia. Sigue entregando en cada momento su cuerpo (persona) y su sangre (su vida) como ofrenda permanente que hizo de una vez para siempre. Por eso, el sacrificio de la cruz es propiamente único sacrificio de Cristo, que sigue vivo y actual. La misa, como el sacrificio de Cristo, tiene valor infinito. (continuará)
Un saludo cordiale en Jesús Eucaristía, el Amigo que siempre te espera, y en Maria, Medianera de todas las Gracias
José Luis Elizalde
domingo, diciembre 02, 2007
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