miércoles, diciembre 05, 2007

Queridos amigos: Paz y Bien
Comenzamos con un nuevo tema: LA CENA DEL SEÑOR
Fuente: JESUS EUCARISTÍA, EL AMIGO QUE SIEMPRE TE ESPERA
Autor: P. Ángel Peña Benito, O.A.R.
Tema: LA CENA DEL SEÑOR

Un aspecto importante de la misa es que Jesús la instituyó en el marco de una cena familiar para indicar así que todos formamos una sola gran familia en El. El pan es uno, somos muchos, pero un solo cuerpo, porque todos participamos del único pan (1 Co 10,17). Y S. Gregorio Magno afirma todos estamos incorporados al mismo y único Cuerpo de Cristo. Por eso, el valor de la misa desborda el círculo de participantes a la celebración y se extiende a todos los hombres de todos los tiempos. Desde el primer hombre hasta el último, desde la primera partícula creada hasta la última, desde este lugar en que me encuentro hasta el más remoto lugar del universo. Es una misa cósmica y universal.En cada misa y comunión unimos nuestras vidas y nuestros destinos con Cristo y con todos los hombres, que son también nuestros hermanos. Precisamente, cuando Cristo celebró la última Cena, les partió un único pan y les dio a beber de un único cáliz para significar que todos estaban unidos en el mismo destino y en la misma ofrenda. Lo mismo ocurre ahora al participar todos del mismo banquete pascual del amor, llegando a ser por la comunión cuerpo de Cristo y sangre de Cristo. Por eso, asistir a la misa y no comulgar es como asistir a un banquete y no querer comer.En la comunión es donde mejor se realiza el deseo de Jesús de que todos sean UNO. “Yo en ellos y Tú en Mí para que sean perfectamente UNO (Jn 17,23). Para que el amor con que Tú me has amado esté en ellos y Yo en ellos (Jn 17,26). Todos formamos una UNIDAD en Jesús y, por eso, debemos amar a los hermanos con el amor de Jesús. Y esto debe manifestarse en el respeto, comprensión, perdón, compasión, caridad... Jesús nos dice: Lo que hiciereis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a Mí me lo hacéis (Mt 25,40). Sería una contradicción amar a Cristo Eucaristía y no amar a los hermanos. Si alguno dice amo a Dios, pero aborrece a su hermano, miente (1 Jn 4,20). El que ama a su hermano está en la luz, pero el que lo aborrece está en tinieblas (1 Jn 2,10).Al comulgar, dejamos que los demás entren también en nuestra Vida junto con Cristo. Esto quiere decir que debemos asumir y hacer nuestras, de alguna manera, sus alegrías, penas, sufrimientos y necesidades. Ser de Cristo es también ser de los demás y para los demás. Por eso, necesitamos llenar nuestro corazón del amor de Cristo para compartirlo con los demás. Debemos demostrar en nuestra vida diaria que amamos a Jesús con todo nuestro corazón, amando sin excepción a todos como hermanos. Para mejor hacerlo esto realidad, necesitamos el alimento diario de la Eucaristía. (continuará)Un saludo cordial en Jesús Eucaristía, el Amigo que siempre te espera, y en María, Medianera de todas las gracias.
José Luis Elizalde

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