sábado, diciembre 22, 2007

III. La conciencia eclesial sobre la Persona Humana,
fundamento de la Doctrina Social de la Iglesia

17. La contemplación de la persona humana - el hombre concreto - es la que da origen a toda la Doctrina Social de la Iglesia. Juan XXIII, en la encíclica Mater et Magistra, expresa y sintetiza con claridad la conciencia que la Iglesia tiene sobre ello: “El principio fundamental de esta concepción (de la convivencia humana) consiste en que cada uno de los seres humanos es y debe ser el fundamento, el fin y el sujeto de todas las instituciones en las que se expresa y se actúa la vida social: cada uno de los seres humanos visto en lo que es y en lo que debe ser según su naturaleza intrínsecamente social, y en el plan providencial de su elevación al orden sobrenatural. De este principio fundamental, que defiende la dignidad sagrada de la persona, el Magisterio de la Iglesia,… ha desarrollado, especialmente en este último siglo, una doctrina social, que indica con claridad el camino seguro para reconstruir las relaciones de convivencia según los criterios universales, que responden a la naturaleza, a las diversas esferas del orden temporal y al carácter de la sociedad contemporánea, y precisamente por esto pueden ser aceptados por todos” .Cuestión a los estudiantes
18. Releyendo la encíclica Mater et Magistra (1961), y estando con estudiantes de un Centro de estudios como éste, no puedo evitar la siguiente pregunta: ¿quieren ustedes tomarse el pulso y saber cómo andan en el reconocimiento de la dignidad de la persona humana? ¿Y, por tanto, cómo andan en su preparación a la misión que desempeñarán mañana en la Iglesia y en el mundo? ¿Quieren saber desde ahora cómo tratarán mañana a la gente que Dios les encomendará? Les respondo: vean qué importancia le dan al estudio y a la puesta en práctica de la Doctrina Social de la Iglesia. Que no es otra cosa que el desarrollo del principio fundamental de la dignidad de la persona humana; es decir, de la dignidad de toda persona concreta. En la mencionada encíclica, Juan XXIII exhorta con insistencia a estudiar la Doctrina Social y a aplicarla: “Hoy más que nunca es indispensable que esta doctrina sea conocida, asimilada, llevada a la realidad social en las formas y en la medida que las circunstancias permiten o reclaman: función ardua, pero nobilísima. Con ardiente llamamiento invitamos a cumplir esta función no solo a nuestros hermanos e hijos esparcidos por todo el mundo, sino también a todos los hombres de buena voluntad. Volvemos a afirmar ante todo que la doctrina social cristiana es una parte integrante de la concepción cristiana de la vida. Mientras advertimos con satisfacción que en varios institutos se enseña esta doctrina desde hace tiempo, nos apremia exhortar a que por medio de cursos ordinarios y en forma sistemática se extienda la enseñanza a todos los seminarios y a todos los colegios católicos de cualquier grado. Se introduzca además en los programas de instrucción religiosa de las parroquias y de las asociaciones de apostolado de los seglares; se difunda con medios modernos de expresión: periódicos, revistas, publicaciones de divulgación y científicas, radio y televisión” . Valor del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia19. Han pasado 46 años de esta exhortación. ¿Cuánto hemos crecido los católicos, fieles y pastores, en el conocimiento y práctica de la Doctrina Social de la Iglesia? ¿Cuánto han crecido nuestros centros de formación en su enseñanza y estudio? Para ello hoy ustedes cuentan con un instrumento formidable: el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, redactado y publicado recientemente por el Pontificio Consejo Justicia y Paz, por mandato de Juan Pablo II. Vale la pena recordar lo que dijimos de él los Obispos: “La riqueza intrínseca del Compendio y la autoridad que dispuso su composición, nos permiten considerarlo como un hecho eclesial y pastoral de magnitud. Y, aunque redactado primeramente para uso de los Pastores, recomendamos su estudio y aplicación a todos los miembros del Pueblo de Dios, en particular a los miembros del clero encargados de exponer la doctrina cristiana, a los catequistas, a los docentes católicos y a los fieles laicos que tienen especiales responsabilidades en la construcción de la sociedad” .

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