28 de diciembre - Los Santos Inocentes
Mujer de esperanza
María es grande precisamente porque quiere enaltecer a Dios en lugar de a sí misma. Ella es humilde: no quiere ser sino la sierva del Señor (cf. Lc 1, 38,48). Sabe que contribuye a la salvación del mundo, no con una obra suya, sino sólo poniéndose plenamente a disposición de la iniciativa de Dios. María es una mujer de esperanza: sólo porque cree en las promesas de Dios y espera la salvación de Israel, el ángel puede presentarse a ella y llamarla al servicio total de estas promesas.
Benedicto XVI: Deus Caritas est: Dios es amor,
lunes, diciembre 31, 2007
El misterio de la Navidad
Queridos hermanos y hermanas:
En estos días, a medida que nos acercamos a la gran fiesta de Navidad, la liturgia nos invita a intensificar nuestra preparación, poniéndonos a disposición muchos textos bíblicos del Antiguo y del Nuevo Testamento, que nos estimulan a comprender cada vez mejor el sentido y el valor de esta celebración anual.
La Navidad, por una parte, nos hace conmemorar el prodigio increíble del nacimiento del Hijo unigénito de Dios de la Virgen María en la cueva de Belén; y, por otra, nos exhorta también a esperar, velando y orando, a nuestro Redentor, que en el último día "vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos".
Quizá hoy también nosotros, los creyentes, esperamos realmente al Juez; ahora bien, todos esperamos justicia. Vemos tantas injusticias en el mundo, en nuestro pequeño mundo, en casa, en el barrio, así como en el gran mundo de los Estados, de las sociedades. Y esperamos que se haga justicia. La justicia es un concepto abstracto: se hace justicia. Nosotros esperamos que venga concretamente quien puede hacer justicia. En este sentido, oramos: "Ven, Señor Jesucristo, como Juez. Ven a tu manera".
El Señor sabe cómo entrar en el mundo y crear justicia. Pedimos que el Señor, el Juez, nos responda; que realmente cree justicia en el mundo. Esperamos justicia, pero no puede ser sólo expresión de una exigencia con respecto a los demás. Esperar justicia en el sentido cristiano significa sobre todo que nosotros mismos comenzamos a vivir ante los ojos del Juez, según los criterios del Juez; que comenzamos a vivir en su presencia, realizando la justicia en nuestra vida. Así, realizando la justicia, poniéndonos en presencia del Juez, esperamos la justicia en la realidad.
Este es el sentido del Adviento, de la vigilancia. La vigilancia del Adviento quiere decir vivir ante los ojos del Juez, preparándonos así nosotros mismos y preparando al mundo para la justicia. Por tanto, de esta manera, viviendo ante los ojos del Dios-Juez, podemos preparar al mundo para la venida de su Hijo, disponer el corazón para acoger "al Señor que viene".
El Niño, a quien hace unos dos mil años adoraron los pastores en una cueva en la noche de Belén, no se cansa de visitarnos en la vida cotidiana, mientras como peregrinos nos encaminamos hacia el Reino. En su espera, el creyente se hace intérprete de las esperanzas de toda la humanidad; la humanidad anhela la justicia; así, aunque frecuentemente de una manera inconsciente, espera a Dios, espera la salvación que sólo Dios puede darnos. Para nosotros, los cristianos, esta espera se caracteriza por la oración asidua, como se muestra en la serie particularmente sugestiva de invocaciones que se nos proponen durante estos días de la Novena de Navidad tanto en el aleluya de la misa, como en la antífona antes del cántico del Magnificat en las Vísperas.
Cada una de las invocaciones, que imploran la venida de la Sabiduría, del Sol de justicia, del Dios-con-nosotros, contiene una oración dirigida al Esperado de los pueblos para que apresure su venida. Ahora bien, invocar el don del nacimiento del Salvador prometido significa también comprometerse para preparar el camino, para predisponer una digna morada no sólo en el ambiente en torno a nosotros, sino sobre todo en nuestra alma.
Dejándonos guiar por el evangelista san Juan, tratemos por tanto de dirigir en estos días nuestro pensamiento y nuestro corazón al Verbo eterno, al Logos, a la Palabra que se hizo carne y de cuya plenitud hemos recibido gracia sobre gracia (cf. Jn 1, 14.16). Esta fe en el Logos Creador, en la Palabra que creó el mundo, en Aquel que vino como un Niño, esta fe y su gran esperanza, por desgracia, hoy parecen alejadas de la realidad de la vida de cada día, pública o privada. Parece que esta verdad es demasiado grande. Nosotros mismos nos arreglamos según nuestras posibilidades, al menos eso es lo que parece. Pero así el mundo resulta cada vez más caótico e incluso violento: lo comprobamos cada día. Y la luz de Dios, la luz de la Verdad, se apaga. La vida se vuelve oscura y sin brújula.
¡Qué importante es, por tanto, ser realmente creyentes! Como creyentes, reafirmemos con fuerza, con nuestra vida, el misterio de salvación que trae consigo la celebración de la Navidad de Cristo. En Belén se manifestó al mundo la Luz que ilumina nuestra vida; se nos reveló el Camino que nos lleva a la plenitud de nuestra humanidad. Si no se reconoce que Dios se hizo hombre, ¿qué sentido tiene festejar la Navidad? La celebración se vacía. Ante todo nosotros, los cristianos, debemos reafirmar con profunda y sentida convicción la verdad del Nacimiento de Cristo para testimoniar delante de todos la conciencia de un don inaudito que es riqueza no sólo para nosotros, sino para todos. De aquí brota el deber de la evangelización, que es precisamente comunicar este eu-angelion, esta "buena nueva". Es lo que ha recordado recientemente el documento de la Congregación para la doctrina de la fe titulado: "Nota doctrinal acerca de algunos aspectos de la evangelización", que quiero presentar a vuestra reflexión y profundización personal y comunitaria.
Queridos amigos, en esta preparación inmediata a la Navidad, la oración de la Iglesia se hace más intensa, para que se realicen las esperanzas de paz, de salvación, de justicia, de las que el mundo tiene necesidad urgente. Pidamos a Dios que la violencia sea vencida con la fuerza del amor, que los enfrentamientos cedan el paso a la reconciliación, que la prepotencia se transforme en deseo de perdón, de justicia y de paz. Que los deseos de bondad y de amor que nos intercambiamos en estos días lleguen a todos los ambientes de nuestra vida cotidiana. Que la paz esté en nuestros corazones, para que se abran a la acción de la gracia de Dios. Que la paz reine en las familias, para que pasen la Navidad unidas ante el belén y el árbol lleno de luces. Que el mensaje de solidaridad y de acogida que brota de la Navidad contribuya a crear una sensibilidad más profunda ante las antiguas y nuevas formas de pobreza, ante el bien común, en el que todos estamos llamados a participar. Que todos los miembros de la comunidad familiar, en especial los niños, los ancianos, las personas más débiles, puedan sentir el calor de esta fiesta, y que se dilate después durante todos los días del año.
Que la Navidad sea para todos la fiesta de la paz y de la alegría: alegría por el nacimiento del Salvador, Príncipe de la paz. Como los pastores, apresuremos ya desde ahora nuestro paso hacia Belén. Así, en el corazón de la Nochebuena también nosotros podremos contemplar al "Niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre", junto con María y José (Lc 2, 12.16).
Pidamos al Señor que abra nuestra alma para que podamos entrar en el misterio de su Nacimiento. María, que donó su seno virginal al Verbo de Dios, que lo contempló niño entre sus brazos maternos, y que sigue ofreciéndolo a todos como Redentor del mundo, nos ayude a hacer de la próxima Navidad una ocasión de crecimiento en el conocimiento y en el amor de Cristo. Este es el deseo que expreso con afecto a todos vosotros, que estáis aquí presentes, a vuestras familias y a vuestros seres queridos.
¡Feliz Navidad a todos!
Saludos
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. En particular, a los Tarsicios de Lucena, a las delegaciones del Gobierno mexicano y del Estado de Jalisco, a los sacerdotes del Colegio Mexicano de Roma, así como a los demás grupos venidos de España y de otros países latinoamericanos. Pidamos al Señor que abra nuestra alma para que entre en ella el misterio de su Nacimiento. A todos vosotros y a vuestras familias os deseo una santa y feliz Navidad. Muchas gracias.
(En italiano)Saludo por último a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. A pocos días de la solemnidad de la Navidad, ojalá que el amor que Dios manifiesta a la humanidad en el nacimiento de Cristo acreciente en vosotros, queridos jóvenes, el deseo de servir generosamente a vuestros hermanos. Que para vosotros, queridos enfermos, sea fuente de consuelo y serenidad, porque el Señor viene a visitarnos, trayendo consolación y esperanza. Y que a vosotros, queridos recién casados, os impulse a consolidar vuestra promesa de amor y fidelidad recíproca.
BENEDICTO XVI AUDIENCIA GENERAL Miércoles 19 de diciembre de 2007
En estos días, a medida que nos acercamos a la gran fiesta de Navidad, la liturgia nos invita a intensificar nuestra preparación, poniéndonos a disposición muchos textos bíblicos del Antiguo y del Nuevo Testamento, que nos estimulan a comprender cada vez mejor el sentido y el valor de esta celebración anual.
La Navidad, por una parte, nos hace conmemorar el prodigio increíble del nacimiento del Hijo unigénito de Dios de la Virgen María en la cueva de Belén; y, por otra, nos exhorta también a esperar, velando y orando, a nuestro Redentor, que en el último día "vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos".
Quizá hoy también nosotros, los creyentes, esperamos realmente al Juez; ahora bien, todos esperamos justicia. Vemos tantas injusticias en el mundo, en nuestro pequeño mundo, en casa, en el barrio, así como en el gran mundo de los Estados, de las sociedades. Y esperamos que se haga justicia. La justicia es un concepto abstracto: se hace justicia. Nosotros esperamos que venga concretamente quien puede hacer justicia. En este sentido, oramos: "Ven, Señor Jesucristo, como Juez. Ven a tu manera".
El Señor sabe cómo entrar en el mundo y crear justicia. Pedimos que el Señor, el Juez, nos responda; que realmente cree justicia en el mundo. Esperamos justicia, pero no puede ser sólo expresión de una exigencia con respecto a los demás. Esperar justicia en el sentido cristiano significa sobre todo que nosotros mismos comenzamos a vivir ante los ojos del Juez, según los criterios del Juez; que comenzamos a vivir en su presencia, realizando la justicia en nuestra vida. Así, realizando la justicia, poniéndonos en presencia del Juez, esperamos la justicia en la realidad.
Este es el sentido del Adviento, de la vigilancia. La vigilancia del Adviento quiere decir vivir ante los ojos del Juez, preparándonos así nosotros mismos y preparando al mundo para la justicia. Por tanto, de esta manera, viviendo ante los ojos del Dios-Juez, podemos preparar al mundo para la venida de su Hijo, disponer el corazón para acoger "al Señor que viene".
El Niño, a quien hace unos dos mil años adoraron los pastores en una cueva en la noche de Belén, no se cansa de visitarnos en la vida cotidiana, mientras como peregrinos nos encaminamos hacia el Reino. En su espera, el creyente se hace intérprete de las esperanzas de toda la humanidad; la humanidad anhela la justicia; así, aunque frecuentemente de una manera inconsciente, espera a Dios, espera la salvación que sólo Dios puede darnos. Para nosotros, los cristianos, esta espera se caracteriza por la oración asidua, como se muestra en la serie particularmente sugestiva de invocaciones que se nos proponen durante estos días de la Novena de Navidad tanto en el aleluya de la misa, como en la antífona antes del cántico del Magnificat en las Vísperas.
Cada una de las invocaciones, que imploran la venida de la Sabiduría, del Sol de justicia, del Dios-con-nosotros, contiene una oración dirigida al Esperado de los pueblos para que apresure su venida. Ahora bien, invocar el don del nacimiento del Salvador prometido significa también comprometerse para preparar el camino, para predisponer una digna morada no sólo en el ambiente en torno a nosotros, sino sobre todo en nuestra alma.
Dejándonos guiar por el evangelista san Juan, tratemos por tanto de dirigir en estos días nuestro pensamiento y nuestro corazón al Verbo eterno, al Logos, a la Palabra que se hizo carne y de cuya plenitud hemos recibido gracia sobre gracia (cf. Jn 1, 14.16). Esta fe en el Logos Creador, en la Palabra que creó el mundo, en Aquel que vino como un Niño, esta fe y su gran esperanza, por desgracia, hoy parecen alejadas de la realidad de la vida de cada día, pública o privada. Parece que esta verdad es demasiado grande. Nosotros mismos nos arreglamos según nuestras posibilidades, al menos eso es lo que parece. Pero así el mundo resulta cada vez más caótico e incluso violento: lo comprobamos cada día. Y la luz de Dios, la luz de la Verdad, se apaga. La vida se vuelve oscura y sin brújula.
¡Qué importante es, por tanto, ser realmente creyentes! Como creyentes, reafirmemos con fuerza, con nuestra vida, el misterio de salvación que trae consigo la celebración de la Navidad de Cristo. En Belén se manifestó al mundo la Luz que ilumina nuestra vida; se nos reveló el Camino que nos lleva a la plenitud de nuestra humanidad. Si no se reconoce que Dios se hizo hombre, ¿qué sentido tiene festejar la Navidad? La celebración se vacía. Ante todo nosotros, los cristianos, debemos reafirmar con profunda y sentida convicción la verdad del Nacimiento de Cristo para testimoniar delante de todos la conciencia de un don inaudito que es riqueza no sólo para nosotros, sino para todos. De aquí brota el deber de la evangelización, que es precisamente comunicar este eu-angelion, esta "buena nueva". Es lo que ha recordado recientemente el documento de la Congregación para la doctrina de la fe titulado: "Nota doctrinal acerca de algunos aspectos de la evangelización", que quiero presentar a vuestra reflexión y profundización personal y comunitaria.
Queridos amigos, en esta preparación inmediata a la Navidad, la oración de la Iglesia se hace más intensa, para que se realicen las esperanzas de paz, de salvación, de justicia, de las que el mundo tiene necesidad urgente. Pidamos a Dios que la violencia sea vencida con la fuerza del amor, que los enfrentamientos cedan el paso a la reconciliación, que la prepotencia se transforme en deseo de perdón, de justicia y de paz. Que los deseos de bondad y de amor que nos intercambiamos en estos días lleguen a todos los ambientes de nuestra vida cotidiana. Que la paz esté en nuestros corazones, para que se abran a la acción de la gracia de Dios. Que la paz reine en las familias, para que pasen la Navidad unidas ante el belén y el árbol lleno de luces. Que el mensaje de solidaridad y de acogida que brota de la Navidad contribuya a crear una sensibilidad más profunda ante las antiguas y nuevas formas de pobreza, ante el bien común, en el que todos estamos llamados a participar. Que todos los miembros de la comunidad familiar, en especial los niños, los ancianos, las personas más débiles, puedan sentir el calor de esta fiesta, y que se dilate después durante todos los días del año.
Que la Navidad sea para todos la fiesta de la paz y de la alegría: alegría por el nacimiento del Salvador, Príncipe de la paz. Como los pastores, apresuremos ya desde ahora nuestro paso hacia Belén. Así, en el corazón de la Nochebuena también nosotros podremos contemplar al "Niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre", junto con María y José (Lc 2, 12.16).
Pidamos al Señor que abra nuestra alma para que podamos entrar en el misterio de su Nacimiento. María, que donó su seno virginal al Verbo de Dios, que lo contempló niño entre sus brazos maternos, y que sigue ofreciéndolo a todos como Redentor del mundo, nos ayude a hacer de la próxima Navidad una ocasión de crecimiento en el conocimiento y en el amor de Cristo. Este es el deseo que expreso con afecto a todos vosotros, que estáis aquí presentes, a vuestras familias y a vuestros seres queridos.
¡Feliz Navidad a todos!
Saludos
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. En particular, a los Tarsicios de Lucena, a las delegaciones del Gobierno mexicano y del Estado de Jalisco, a los sacerdotes del Colegio Mexicano de Roma, así como a los demás grupos venidos de España y de otros países latinoamericanos. Pidamos al Señor que abra nuestra alma para que entre en ella el misterio de su Nacimiento. A todos vosotros y a vuestras familias os deseo una santa y feliz Navidad. Muchas gracias.
(En italiano)Saludo por último a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. A pocos días de la solemnidad de la Navidad, ojalá que el amor que Dios manifiesta a la humanidad en el nacimiento de Cristo acreciente en vosotros, queridos jóvenes, el deseo de servir generosamente a vuestros hermanos. Que para vosotros, queridos enfermos, sea fuente de consuelo y serenidad, porque el Señor viene a visitarnos, trayendo consolación y esperanza. Y que a vosotros, queridos recién casados, os impulse a consolidar vuestra promesa de amor y fidelidad recíproca.
BENEDICTO XVI AUDIENCIA GENERAL Miércoles 19 de diciembre de 2007
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Navidad, Tiempo De Conversión
Esta navidad debe ser especial, y una excelente oportunidad para nuestra conversión...
Para los católicos, la navidad significa uno de los grandes tiempos del año litúrgico. Recordamos y celebramos uno de los profundos misterios de nuestra Fe: el que Dios se haya hecho hombre.
Se dice fácilmente, pero al profundizarlo ¡Caemos de espaldas! Dios mismo, presente en la tierra, naciendo del seno purísimo de María, se hace carne, una carne que amará, y que sufrirá todo lo que un humano puede amar y sufrir.
La natividad del Señor es una celebración al "si" de la Santísima Virgen, que sin reparos ha aceptado la Voluntad del Altísimo. Ahora, con la Navidad, ese sí da un fruto, un bebé, pequeño, indefenso, vulnerable. El Rey de reyes nace en un humilde rincón. Casi podríamos llamarla "humildad suprema", de no ser porque el Señor quiso humillarse aún más, ser más vulnerable todavía, y quedarse por siempre entre nosotros escondido en un trozo pan. Hoy, cada día, en el Santísimo Sacramento está también presente aquel niño.
Para los católicos, esta debe ser una fecha de profunda y alegre reflexión. Hemos sido bautizados en nombre de ese niño pequeño, y con ello hemos recibido el privilegio del perdón de la falta original. Porque Jesús, el Cristo, el Mesías, nació en Belén, hoy podemos salvarnos. Ese hermoso niño, menudo y tierno como todos los bebés, algún día sorprendería a sus padres en el Templo hablando con los Doctores; convertiría el agua en vino; dominaría tempestades; convertiría a unos humildes pescadores en santos; multiplicaría unos cuantos panes y peces para alimentar a miles; proclamaría las bienaventuranzas; entraría triunfante en Jerusalén; sería traicionado por uno de los suyos, arrestado, flagelado y asesinado en una cruz; ese bebé un día conocería la muerte, pero triunfaría sobre ella. Ese pequeño niño sería quien removería la historia del mundo, liberando a los esclavos y humillando a los soberbios.
Y hoy, aquí, ahora, entre tecnología, computadoras, micro-chips, discos compactos y tecnologías de toda índole, Jesús sigue con nosotros. ¡Y nosotros que seguimos viviendo sin pensar en él!
La navidad para los católicos es una invitación a recordar con el corazón en la mano que Dios nos ama tanto, que nos ha dado a su Hijo Unigénito. ¿Cómo le estamos correspondiendo?
Esta época del año, en la que convivimos en familia haciéndonos regalos, abrazándonos unos a otros es un momento de pausa para reflexionar seriamente sobre nuestras vidas, sobre el papel que tiene Dios en nuestra existencia diaria.
Es un momento para pensar en el Sumo Pontífice y amarlo profundamente, porque es el Vicario de Cristo. También es un momento para dar gracias a María, madre nuestra por aquel "si" que cambio el curso de nuestra existencia. Es un momento para rezar por la Iglesia, por su unidad. La Navidad es este momento que todos necesitamos de Esperanza y de Fe, que debe convertirse en caridad, en amor hacia Dios, hacia nuestros Padres, hacia nuestros hermanos, una caridad para el amigo y para el enemigo por igual. Y también un momento para la conversión.
El año está por terminar, y aún tenemos tiempo en esta Navidad de realizar una profunda conversión en nuestras vidas. La navidad, época de milagros, debe lograr nuestra conversión. Una conversión basada en conocer nuestra Fe, en comprenderla, en asumirla. Esta navidad puede ser diferente a cualquier otra. Solo basta con que tú y que yo reflexionemos profundamente en todos los misterios de nuestra Fe. Dios, que todo lo puede, sembrará en nuestra alma (quizá un poco marchita) con el soplo de su espíritu, una conversión para ser católicos verdaderos. Eso que quizá pueda parecer tan difícil, lo puede hacer quien fue alguna vez una solo un pequeño bebé. Pidamosle al Niño Jesús esta Navidad que nos conceda la gracia de la conversión hacia una vida católica plena, congruente y comprometida. Y si todo esto no nos ha inspirado un poco, esta noche busquemos la estrella, y quizá como a los pastores, alguna salte a la vista y nois diga "ven, sígueme". Si la seguimos con seguridad encontraremos un pequeño pesebre y en ese humilde habitaculo a Maria, a Jose y a un Niño envuelto en pañales..Si esto ocurre, sin duda será lo que prometio Dios Padre en el Paraiso, lo que anunciaron los profetas y los que vieron los pobres de espiritu y de corazon y unamonos a los coros celestiales cantando
GLORIA A DIOS EN LAS ALTURAS Y EN LA TIERRA PAZ A LOS HOMBRES QUE AMA EL SEÑOR !!!!
Para los católicos, la navidad significa uno de los grandes tiempos del año litúrgico. Recordamos y celebramos uno de los profundos misterios de nuestra Fe: el que Dios se haya hecho hombre.
Se dice fácilmente, pero al profundizarlo ¡Caemos de espaldas! Dios mismo, presente en la tierra, naciendo del seno purísimo de María, se hace carne, una carne que amará, y que sufrirá todo lo que un humano puede amar y sufrir.
La natividad del Señor es una celebración al "si" de la Santísima Virgen, que sin reparos ha aceptado la Voluntad del Altísimo. Ahora, con la Navidad, ese sí da un fruto, un bebé, pequeño, indefenso, vulnerable. El Rey de reyes nace en un humilde rincón. Casi podríamos llamarla "humildad suprema", de no ser porque el Señor quiso humillarse aún más, ser más vulnerable todavía, y quedarse por siempre entre nosotros escondido en un trozo pan. Hoy, cada día, en el Santísimo Sacramento está también presente aquel niño.
Para los católicos, esta debe ser una fecha de profunda y alegre reflexión. Hemos sido bautizados en nombre de ese niño pequeño, y con ello hemos recibido el privilegio del perdón de la falta original. Porque Jesús, el Cristo, el Mesías, nació en Belén, hoy podemos salvarnos. Ese hermoso niño, menudo y tierno como todos los bebés, algún día sorprendería a sus padres en el Templo hablando con los Doctores; convertiría el agua en vino; dominaría tempestades; convertiría a unos humildes pescadores en santos; multiplicaría unos cuantos panes y peces para alimentar a miles; proclamaría las bienaventuranzas; entraría triunfante en Jerusalén; sería traicionado por uno de los suyos, arrestado, flagelado y asesinado en una cruz; ese bebé un día conocería la muerte, pero triunfaría sobre ella. Ese pequeño niño sería quien removería la historia del mundo, liberando a los esclavos y humillando a los soberbios.
Y hoy, aquí, ahora, entre tecnología, computadoras, micro-chips, discos compactos y tecnologías de toda índole, Jesús sigue con nosotros. ¡Y nosotros que seguimos viviendo sin pensar en él!
La navidad para los católicos es una invitación a recordar con el corazón en la mano que Dios nos ama tanto, que nos ha dado a su Hijo Unigénito. ¿Cómo le estamos correspondiendo?
Esta época del año, en la que convivimos en familia haciéndonos regalos, abrazándonos unos a otros es un momento de pausa para reflexionar seriamente sobre nuestras vidas, sobre el papel que tiene Dios en nuestra existencia diaria.
Es un momento para pensar en el Sumo Pontífice y amarlo profundamente, porque es el Vicario de Cristo. También es un momento para dar gracias a María, madre nuestra por aquel "si" que cambio el curso de nuestra existencia. Es un momento para rezar por la Iglesia, por su unidad. La Navidad es este momento que todos necesitamos de Esperanza y de Fe, que debe convertirse en caridad, en amor hacia Dios, hacia nuestros Padres, hacia nuestros hermanos, una caridad para el amigo y para el enemigo por igual. Y también un momento para la conversión.
El año está por terminar, y aún tenemos tiempo en esta Navidad de realizar una profunda conversión en nuestras vidas. La navidad, época de milagros, debe lograr nuestra conversión. Una conversión basada en conocer nuestra Fe, en comprenderla, en asumirla. Esta navidad puede ser diferente a cualquier otra. Solo basta con que tú y que yo reflexionemos profundamente en todos los misterios de nuestra Fe. Dios, que todo lo puede, sembrará en nuestra alma (quizá un poco marchita) con el soplo de su espíritu, una conversión para ser católicos verdaderos. Eso que quizá pueda parecer tan difícil, lo puede hacer quien fue alguna vez una solo un pequeño bebé. Pidamosle al Niño Jesús esta Navidad que nos conceda la gracia de la conversión hacia una vida católica plena, congruente y comprometida. Y si todo esto no nos ha inspirado un poco, esta noche busquemos la estrella, y quizá como a los pastores, alguna salte a la vista y nois diga "ven, sígueme". Si la seguimos con seguridad encontraremos un pequeño pesebre y en ese humilde habitaculo a Maria, a Jose y a un Niño envuelto en pañales..Si esto ocurre, sin duda será lo que prometio Dios Padre en el Paraiso, lo que anunciaron los profetas y los que vieron los pobres de espiritu y de corazon y unamonos a los coros celestiales cantando
GLORIA A DIOS EN LAS ALTURAS Y EN LA TIERRA PAZ A LOS HOMBRES QUE AMA EL SEÑOR !!!!
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MENSAJE DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI PARA LA CELEBRACIÓN DE LA JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ
1 ENERO 2008
FAMILIA HUMANA, COMUNIDAD DE PAZ
1. Al comenzar el nuevo año deseo hacer llegar a los h ombres y mujeres de todo el mundo mis fervientes deseos de paz, junto con un caluroso mensaje de esperanza. Lo hago proponiendo a la reflexión común el tema que he enunciado al principio de este mensaje, y que considero muy importante: Familia humana, comunidad de paz. De hecho, la primera forma de comunión entre las personas es la que el amor suscita entre un hombre y una mujer decididos a unirse establemente para construir juntos una nueva familia. Pero también los pueblos de la tierra están llamados a establecer entre sí relaciones de solidaridad y colaboración, como corresponde a los miembros de la única familia humana: « Todos los pueblos -dice el Concilio Vaticano II- forman una única comunidad y tienen un mismo origen, puesto que Dios hizo habitar a todo el género humano sobre la entera faz de la tierra (cf. Hch 17,26); también tienen un único fin últim o, Dios »[1].
Familia, sociedad y paz
2. La familia natural, en cuanto comunión íntima de vida y amor, fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer[2], es el « lugar primario de ‘‘humanización'' de la persona y de la sociedad »[3], la « cuna de la vida y del amor »[4]. Con razón, pues, se ha calificado a la familia como la primera sociedad natural, « una institución divina, fundamento de la vida de las personas y prototipo de toda organización social »[5].
3. En efecto, en una vida familiar « sana » se experimentan algunos elementos esenciales de la paz: la justicia y el amor entre hermanos y hermanas, la función de la autoridad manifestada por los padres, el servicio afectuoso a los miemb ros más débiles, porque son pequeños, ancianos o están enfermos, la ayuda mutua en las necesidades de la vida, la disponibilidad para acoger al otro y, si fuera necesario, para perdonarlo. Por eso, la familia es la primera e insustituible educadora de la paz. No ha de sorprender, pues, que se considere particularmente intolerable la violencia cometida dentro de la familia. Por tanto, cuando se afirma que la familia es « la célula primera y vital de la sociedad »[6], se dice algo esencial. La familia es también fundamento de la sociedad porque permite tener experiencias determinantes de paz. Por consiguiente, la comunidad humana no puede prescindir del servicio que presta la familia. El ser humano en formación, ¿dónde podría aprender a gustar mejor el « sabor » genuino de la paz sino en el « nido » que le prepara la naturaleza? El lengua je familiar es un lenguaje de paz; a él es necesario recurrir siempre para no perder el uso del vocabulario de la paz. En la inflación de lenguajes, la sociedad no puede perder la referencia a esa « gramática » que todo niño aprende de los gestos y miradas de mamá y papá, antes incluso que de sus palabras.
4. La familia, al tener el deber de educar a sus miembros, es titular de unos derechos específicos. La misma Declaración universal de los derechos humanos, que constituye una conquista de civilización jurídica de valor realmente universal, afirma que « la familia es el núcleo natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a ser protegida por la sociedad y el Estado »[7]. Por su parte, la Santa Sede ha querido reconocer una especial dignidad jurídica a la familia publicando la Carta de los derechos de la familia. En el Preámbulo se dice: « Los derechos de la persona, aunque expresados como derechos del individuo, tienen una dimensión fundamentalmente social que halla su expresión innata y vital en la familia »[8]. Los derechos enunciados en la Carta manifiestan y explicitan la ley natural, inscrita en el corazón del ser humano y que la razón le manifiesta. La negación o restricción de los derechos de la familia, al oscurecer la verdad sobre el hombre, amenaza los fundamentos mismos de la paz.
5. Por tanto, quien obstaculiza la institución familiar, aunque sea inconscientemente, hace que la paz de toda la comunidad, nacional e internacional, sea frágil, porque debilita lo que, de hecho, es la principal « agencia » de paz. Éste es un punto que merece una reflexión especial: todo lo que contribuye a debilitar la familia fundada en el matrimonio de un hombre y una mujer, lo que directa o indirectamente dificulta su disponibilidad para la acogida responsable de una nueva vida, lo que se opone a su derecho de ser la primera responsable de la educación de los hijos, es un impedimento objetivo para el camino de la paz. La familia tiene necesidad de una casa, del trabajo y del debido reconocimiento de la actividad doméstica de los padres; de escuela para los hijos, de asistencia sanitaria básica para todos. Cuando la sociedad y la política no se esfuerzan en ayudar a la familia en estos campos, se privan de un recurso esencial para el servicio de la paz. Concretamente, los medios de comunicación social, por las potencialidades educativas de que disponen, tienen una responsabilidad esp ecial en la promoción del respeto por la familia, en ilustrar sus esperanzas y derechos, en resaltar su belleza.
La humanidad es una gran familia
6. La comunidad social, para vivir en paz, está llamada a inspirarse también en los valores sobre los que se rige la comunidad familiar. Esto es válido tanto para las comunidades locales como nacionales; más aún, es válido para la comunidad misma de los pueblos, para la familia humana, que vive en esa casa común que es la tierra. Sin embargo, en esta perspectiva no se ha de olvidar que la familia nace del « sí » responsable y definitivo de un hombre y de una mujer, y vive del « sí » consciente de los hijos que poco a poco van formando parte de ella. Para prosperar, la comunidad familiar necesita el consenso generoso de todos sus miembros. Es preciso que esta toma de conciencia llegue a ser también un a convicción compartida por cuantos están llamados a formar la común familia humana. Hay que saber decir el propio « sí » a esta vocación que Dios ha inscrito en nuestra misma naturaleza. No vivimos unos al lado de otros por casualidad; todos estamos recorriendo un mismo camino como hombres y, por tanto, como hermanos y hermanas. Por eso es esencial que cada uno se esfuerce en vivir la propia vida con una actitud responsable ante Dios, reconociendo en Él la fuente de la propia existencia y la de los demás. Sobre la base de este principio supremo se puede percibir el valor incondicionado de todo ser humano y, así, poner las premisas para la construcción de una humanidad pacificada. Sin este fundamento trascendente, la sociedad es sólo una agrupación de ciudadanos, y no una comunidad de hermanos y hermanas, llamados a formar una gran familia.
Familia, comunidad hu mana y medio ambiente
7. La familia necesita una casa a su medida, un ambiente donde vivir sus propias relaciones. Para la familia humana, esta casa es la tierra, el ambiente que Dios Creador nos ha dado para que lo habitemos con creatividad y responsabilidad. Hemos de cuidar el medio ambiente: éste ha sido confiado al hombre para que lo cuide y lo cultive con libertad responsable, teniendo siempre como criterio orientador el bien de todos. Obviamente, el valor del ser humano está por encima de toda la creación. Respetar el medio ambiente no quiere decir que la naturaleza material o animal sea más importante que el hombre. Quiere decir más bien que no se la considera de manera egoísta, a plena disposición de los propios intereses, porque las generaciones futuras tienen también el derecho a obtener beneficio de la creación, ejerciendo en ella la misma libertad responsable que reivindicamos p ara nosotros. Y tampoco se ha de olvidar a los pobres, excluidos en muchos casos del destino universal de los bienes de la creación. Hoy la humanidad teme por el futuro equilibrio ecológico. Sería bueno que las valoraciones a este respecto se hicieran con prudencia, en diálogo entre expertos y entendidos, sin apremios ideológicos hacia conclusiones apresuradas y, sobre todo, concordando juntos un modelo de desarrollo sostenible, que asegure el bienestar de todos respetando el equilibrio ecológico. Si la tutela del medio ambiente tiene sus costes, éstos han de ser distribuidos con justicia, teniendo en cuenta el desarrollo de los diversos países y la solidaridad con las futuras generaciones. Prudencia no significa eximirse de las propias responsabilidades y posponer las decisiones; significa más bien asumir el compromiso de decidir juntos después de haber ponderado responsablemente la vía a seguir, con el objetivo de fortalecer esa alianza entre ser humano y medio ambiente que ha de ser reflejo del amor creador de Dios, del cual procedemos y hacia el cual caminamos.
8. A este respecto, es fundamental « sentir » la tierra como « nuestra casa común » y, para ponerla al servicio de todos, adoptar la vía del diálogo en vez de tomar decisiones unilaterales. Si fuera necesario, se pueden aumentar los ámbitos institucionales en el plano internacional para afrontar juntos el gobierno de esta « casa » nuestra; sin embargo, lo que más cuenta es lograr que madure en las conciencias la convicción de que es necesario colaborar responsablemente. Los problemas que aparecen en el horizonte son complejos y el tiempo apremia. Para hacer frente a la situación de manera eficaz es preciso actuar de común acuerdo. Un ámbito en el que sería particularmente necesario intensificar el diálogo entre las Naciones es el de la gestión de los recursos energéticos del planeta. A este respecto, se plantea una doble urgencia para los países tecnológicamente avanzados: por un lado, hay que revisar los elevados niveles de consumo debidos al modelo actual de desarrollo y, por otro, predisponer inversiones adecuadas para diversificar las fuentes de energía y mejorar la eficiencia energética. Los países emergentes tienen hambre de energía, pero a veces este hambre se sacia a costa de los países pobres que, por la insuficiencia de sus infraestructuras y tecnología, se ven obligados a malvender los recursos energéticos que tienen. A veces, su misma libertad política queda en entredicho con formas de protectorado o, en todo caso, de condicionamiento que se muestran claramente humillantes.
Familia, comunidad humana y economía
9. Una condición esencial para la paz en cada familia es que se apoye sobre el sólido fundamento de valores espirituales y éticos compartidos. Pero se ha de añadir que se tiene una auténtica experiencia de paz en la familia cuando a nadie le falta lo necesario, y el patrimonio familiar -fruto del trabajo de unos, del ahorro de otros y de la colaboración activa de todos- se administra correctamente con solidaridad, sin excesos ni despilfarro. Por tanto, para la paz familiar se necesita, por una parte, la apertura a un patrimonio trascendente de valores, pero al mismo tiempo no deja de tener su importancia un sabio cuidado tanto de los bienes materiales como de las relaciones personales. Cuando falta este elemento se deteriora la confianza mutua por las perspectivas inciertas que amenazan el futuro del núcleo familiar.
10. Una consideración parecida puede hacerse respecto a esa otra gran familia que es la humanida d en su conjunto. También la familia humana, hoy más unida por el fenómeno de la globalización, necesita además un fundamento de valores compartidos, una economía que responda realmente a las exigencias de un bien común de dimensiones planetarias. Desde este punto de vista, la referencia a la familia natural se revela también singularmente sugestiva. Hay que fomentar relaciones correctas y sinceras entre los individuos y entre los pueblos, que permitan a todos colaborar en plan de igualdad y justicia. Al mismo tiempo, es preciso comprometerse en emplear acertadamente los recursos y en distribuir la riqueza con equidad. En particular, las ayudas que se dan a los países pobres han de responder a criterios de una sana lógica económica, evitando derroches que, en definitiva, sirven sobre todo para el mantenimiento de un costoso aparato burocrático. Se ha de tener también debidamente e n cuenta la exigencia moral de procurar que la organización económica no responda sólo a las leyes implacables de los beneficios inmediatos, que pueden resultar inhumanas.
Familia, comunidad humana y ley moral
11. Una familia vive en paz cuando todos sus miembros se ajustan a una norma común: esto es lo que impide el individualismo egoísta y lo que mantiene unidos a todos, favoreciendo su coexistencia armoniosa y la laboriosidad orgánica. Este criterio, de por sí obvio, vale también para las comunidades más amplias: desde las locales a la nacionales, e incluso a la comunidad internacional. Para alcanzar la paz se necesita una ley común, que ayude a la libertad a ser realmente ella misma, en lugar de ciega arbitrariedad, y que proteja al débil del abuso del más fuerte. En la familia de los pueblos se dan muchos comportamientos arbitrarios, tanto dentr o de cada Estado como en las relaciones de los Estados entre sí. Tampoco faltan tantas situaciones en las que el débil tiene que doblegarse, no a las exigencias de la justicia, sino a la fuerza bruta de quien tiene más recursos que él. Hay que reiterarlo: la fuerza ha de estar moderada por la ley, y esto tiene que ocurrir también en las relaciones entre Estados soberanos.
12. La Iglesia se ha pronunciado muchas veces sobre la naturaleza y la función de la ley: la norma jurídica que regula las relaciones de las personas entre sí, encauzando los comportamientos externos y previendo también sanciones para los transgresores, tiene como criterio la norma moral basada en la naturaleza de las cosas. Por lo demás, la razón humana es capaz de discernirla al menos en sus exigencias fundamentales, llegando así hasta la Razón creadora de Dios que es el origen de todas las cosas. E sta norma moral debe regular las opciones de la conciencia y guiar todo el comportamiento del ser humano. ¿Existen normas jurídicas para las relaciones entre las Naciones que componen la familia humana? Y si existen, ¿son eficaces? La respuesta es sí; las normas existen, pero para lograr que sean verdaderamente eficaces es preciso remontarse a la norma moral natural como base de la norma jurídica, de lo contrario ésta queda a merced de consensos frágiles y provisionales.
13. El conocimiento de la norma moral natural no es imposible para el hombre que entra en sí mismo y, situándose frente a su propio destino, se interroga sobre la lógica interna de las inclinaciones más profundas que hay en su ser. Aunque sea con perplejidades e incertidumbres, puede llegar a descubrir, al menos en sus líneas esenciales, esta ley moral común que, por encima de las diferencias cultural es, permite que los seres humanos se entiendan entre ellos sobre los aspectos más importantes del bien y del mal, de lo que es justo o injusto. Es indispensable remontarse hasta esta ley fundamental empleando en esta búsqueda nuestras mejores energías intelectuales, sin dejarnos desanimar por los equívocos o las tergiversaciones. De hecho, los valores contenidos en la ley natural están presentes, aunque de manera fragmentada y no siempre coherente, en los acuerdos internacionales, en las formas de autoridad reconocidas universalmente, en los principios del derecho humanitario recogido en las legislaciones de cada Estado o en los estatutos de los Organismos internacionales. La humanidad no está « sin ley ». Sin embargo, es urgente continuar el diálogo sobre estos temas, favoreciendo también la convergencia de las legislaciones de cada Estado hacia el reconocimiento de los derechos humanos fundamentales. El crecimiento de la cultura jurídica en el mundo depende además del esfuerzo por dar siempre consistencia a las normas internacionales con un contenido profundamente humano, evitando rebajarlas a meros procedimientos que se pueden eludir fácilmente por motivos egoístas o ideológicos.
Superación de los conflictos y desarme
14. La humanidad sufre hoy, lamentablemente, grandes divisiones y fuertes conflictos que arrojan densas nubes sobre su futuro. Vastas regiones del planeta están envueltas en tensiones crecientes, mientras que el peligro de que aumenten los países con armas nucleares suscita en toda persona responsable una fundada preocupación. En el Continente africano, a pesar de que numerosos países han progresado en el camino de la libertad y de la democracia, quedan todavía muchas guerras civiles. El Medio Oriente sigue siendo aún escenario de conflict os y atentados, que influyen también en Naciones y regiones limítrofes, con el riesgo de quedar atrapadas en la espiral de la violencia. En un plano más general, se debe hacer notar, con pesar, un aumento del número de Estados implicados en la carrera de armamentos: incluso Naciones en vías de desarrollo destinan una parte importante de su escaso producto interior para comprar armas. Las responsabilidades en este funesto comercio son muchas: están, por un lado, los países del mundo industrialmente desarrollado que obtienen importantes beneficios por la venta de armas y, por otro, están también las oligarquías dominantes en tantos países pobres que quieren reforzar su situación mediante la compra de armas cada vez más sofisticadas. En tiempos tan difíciles, es verdaderamente necesaria una movilización de todas las personas de buena voluntad para llegar a acuerdos concreto s con vistas a una eficaz desmilitarización, sobre todo en el campo de las armas nucleares. En esta fase en la que el proceso de no proliferación nuclear está estancado, siento el deber de exhortar a las Autoridades a que reanuden las negociaciones con una determinación más firme de cara al desmantelamiento progresivo y concordado de las armas nucleares existentes. Soy consciente de que al renovar esta llamada me hago intérprete del deseo de cuantos comparten la preocupación por el futuro de la humanidad.
15. Hace ahora sesenta años, la Organización de las Naciones Unidas hacía pública de modo solemne la Declaración universal de los derechos humanos (1948-2008). Con aquel documento la familia humana reaccionaba ante los horrores de la Segunda Guerra Mundial, reconociendo la propia unidad basada en la igual dignidad de todos los hombres y poniendo en el centro de la convivencia humana el respeto de los derechos fundamentales de los individuos y de los pueblos: fue un paso decisivo en el camino difícil y laborioso hacia la concordia y la paz. Una mención especial merece también la celebración del 25 aniversario de la adopción por parte de la Santa Sede de la Carta de los derechos de la familia (1983-2008), así como el 40 aniversario de la celebración de la primera Jornada Mundial de la Paz (1968-2008). La celebración de esta Jornada, fruto de una intuición providencial del Papa Pablo VI, y retomada con gran convicción por mi amado y venerad o predecesor, el Papa Juan Pablo II, ha ofrecido a la Iglesia a lo largo de los años la oportunidad de desarrollar, a través de los Mensajes publicados con ese motivo, una doctrina orientadora en favor de este bien humano fundamental. Precisamente a la luz de estas significativas efemérides, invito a todos los hombres y mujeres a que tomen una conciencia más clara sobre la común pertenencia a la única familia humana y a comprometerse para que la convivencia en la tierra refleje cada vez más esta convicción, de la cual depende la instauración de una paz verdadera y duradera. Invito también a los creyentes a implorar a Dios sin cesar el gran don de la paz. Los cristianos, por su parte, saben que pueden confiar en la intercesión de la que, siendo la Madre del Hijo de Dios que se hizo carne para la salvación de toda la humanidad, es Madre de todos.
Deseo a todos un feliz AÑO NUEVO
Vaticano, 8 de diciembre de 2007.
1 ENERO 2008
FAMILIA HUMANA, COMUNIDAD DE PAZ
1. Al comenzar el nuevo año deseo hacer llegar a los h ombres y mujeres de todo el mundo mis fervientes deseos de paz, junto con un caluroso mensaje de esperanza. Lo hago proponiendo a la reflexión común el tema que he enunciado al principio de este mensaje, y que considero muy importante: Familia humana, comunidad de paz. De hecho, la primera forma de comunión entre las personas es la que el amor suscita entre un hombre y una mujer decididos a unirse establemente para construir juntos una nueva familia. Pero también los pueblos de la tierra están llamados a establecer entre sí relaciones de solidaridad y colaboración, como corresponde a los miembros de la única familia humana: « Todos los pueblos -dice el Concilio Vaticano II- forman una única comunidad y tienen un mismo origen, puesto que Dios hizo habitar a todo el género humano sobre la entera faz de la tierra (cf. Hch 17,26); también tienen un único fin últim o, Dios »[1].
Familia, sociedad y paz
2. La familia natural, en cuanto comunión íntima de vida y amor, fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer[2], es el « lugar primario de ‘‘humanización'' de la persona y de la sociedad »[3], la « cuna de la vida y del amor »[4]. Con razón, pues, se ha calificado a la familia como la primera sociedad natural, « una institución divina, fundamento de la vida de las personas y prototipo de toda organización social »[5].
3. En efecto, en una vida familiar « sana » se experimentan algunos elementos esenciales de la paz: la justicia y el amor entre hermanos y hermanas, la función de la autoridad manifestada por los padres, el servicio afectuoso a los miemb ros más débiles, porque son pequeños, ancianos o están enfermos, la ayuda mutua en las necesidades de la vida, la disponibilidad para acoger al otro y, si fuera necesario, para perdonarlo. Por eso, la familia es la primera e insustituible educadora de la paz. No ha de sorprender, pues, que se considere particularmente intolerable la violencia cometida dentro de la familia. Por tanto, cuando se afirma que la familia es « la célula primera y vital de la sociedad »[6], se dice algo esencial. La familia es también fundamento de la sociedad porque permite tener experiencias determinantes de paz. Por consiguiente, la comunidad humana no puede prescindir del servicio que presta la familia. El ser humano en formación, ¿dónde podría aprender a gustar mejor el « sabor » genuino de la paz sino en el « nido » que le prepara la naturaleza? El lengua je familiar es un lenguaje de paz; a él es necesario recurrir siempre para no perder el uso del vocabulario de la paz. En la inflación de lenguajes, la sociedad no puede perder la referencia a esa « gramática » que todo niño aprende de los gestos y miradas de mamá y papá, antes incluso que de sus palabras.
4. La familia, al tener el deber de educar a sus miembros, es titular de unos derechos específicos. La misma Declaración universal de los derechos humanos, que constituye una conquista de civilización jurídica de valor realmente universal, afirma que « la familia es el núcleo natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a ser protegida por la sociedad y el Estado »[7]. Por su parte, la Santa Sede ha querido reconocer una especial dignidad jurídica a la familia publicando la Carta de los derechos de la familia. En el Preámbulo se dice: « Los derechos de la persona, aunque expresados como derechos del individuo, tienen una dimensión fundamentalmente social que halla su expresión innata y vital en la familia »[8]. Los derechos enunciados en la Carta manifiestan y explicitan la ley natural, inscrita en el corazón del ser humano y que la razón le manifiesta. La negación o restricción de los derechos de la familia, al oscurecer la verdad sobre el hombre, amenaza los fundamentos mismos de la paz.
5. Por tanto, quien obstaculiza la institución familiar, aunque sea inconscientemente, hace que la paz de toda la comunidad, nacional e internacional, sea frágil, porque debilita lo que, de hecho, es la principal « agencia » de paz. Éste es un punto que merece una reflexión especial: todo lo que contribuye a debilitar la familia fundada en el matrimonio de un hombre y una mujer, lo que directa o indirectamente dificulta su disponibilidad para la acogida responsable de una nueva vida, lo que se opone a su derecho de ser la primera responsable de la educación de los hijos, es un impedimento objetivo para el camino de la paz. La familia tiene necesidad de una casa, del trabajo y del debido reconocimiento de la actividad doméstica de los padres; de escuela para los hijos, de asistencia sanitaria básica para todos. Cuando la sociedad y la política no se esfuerzan en ayudar a la familia en estos campos, se privan de un recurso esencial para el servicio de la paz. Concretamente, los medios de comunicación social, por las potencialidades educativas de que disponen, tienen una responsabilidad esp ecial en la promoción del respeto por la familia, en ilustrar sus esperanzas y derechos, en resaltar su belleza.
La humanidad es una gran familia
6. La comunidad social, para vivir en paz, está llamada a inspirarse también en los valores sobre los que se rige la comunidad familiar. Esto es válido tanto para las comunidades locales como nacionales; más aún, es válido para la comunidad misma de los pueblos, para la familia humana, que vive en esa casa común que es la tierra. Sin embargo, en esta perspectiva no se ha de olvidar que la familia nace del « sí » responsable y definitivo de un hombre y de una mujer, y vive del « sí » consciente de los hijos que poco a poco van formando parte de ella. Para prosperar, la comunidad familiar necesita el consenso generoso de todos sus miembros. Es preciso que esta toma de conciencia llegue a ser también un a convicción compartida por cuantos están llamados a formar la común familia humana. Hay que saber decir el propio « sí » a esta vocación que Dios ha inscrito en nuestra misma naturaleza. No vivimos unos al lado de otros por casualidad; todos estamos recorriendo un mismo camino como hombres y, por tanto, como hermanos y hermanas. Por eso es esencial que cada uno se esfuerce en vivir la propia vida con una actitud responsable ante Dios, reconociendo en Él la fuente de la propia existencia y la de los demás. Sobre la base de este principio supremo se puede percibir el valor incondicionado de todo ser humano y, así, poner las premisas para la construcción de una humanidad pacificada. Sin este fundamento trascendente, la sociedad es sólo una agrupación de ciudadanos, y no una comunidad de hermanos y hermanas, llamados a formar una gran familia.
Familia, comunidad hu mana y medio ambiente
7. La familia necesita una casa a su medida, un ambiente donde vivir sus propias relaciones. Para la familia humana, esta casa es la tierra, el ambiente que Dios Creador nos ha dado para que lo habitemos con creatividad y responsabilidad. Hemos de cuidar el medio ambiente: éste ha sido confiado al hombre para que lo cuide y lo cultive con libertad responsable, teniendo siempre como criterio orientador el bien de todos. Obviamente, el valor del ser humano está por encima de toda la creación. Respetar el medio ambiente no quiere decir que la naturaleza material o animal sea más importante que el hombre. Quiere decir más bien que no se la considera de manera egoísta, a plena disposición de los propios intereses, porque las generaciones futuras tienen también el derecho a obtener beneficio de la creación, ejerciendo en ella la misma libertad responsable que reivindicamos p ara nosotros. Y tampoco se ha de olvidar a los pobres, excluidos en muchos casos del destino universal de los bienes de la creación. Hoy la humanidad teme por el futuro equilibrio ecológico. Sería bueno que las valoraciones a este respecto se hicieran con prudencia, en diálogo entre expertos y entendidos, sin apremios ideológicos hacia conclusiones apresuradas y, sobre todo, concordando juntos un modelo de desarrollo sostenible, que asegure el bienestar de todos respetando el equilibrio ecológico. Si la tutela del medio ambiente tiene sus costes, éstos han de ser distribuidos con justicia, teniendo en cuenta el desarrollo de los diversos países y la solidaridad con las futuras generaciones. Prudencia no significa eximirse de las propias responsabilidades y posponer las decisiones; significa más bien asumir el compromiso de decidir juntos después de haber ponderado responsablemente la vía a seguir, con el objetivo de fortalecer esa alianza entre ser humano y medio ambiente que ha de ser reflejo del amor creador de Dios, del cual procedemos y hacia el cual caminamos.
8. A este respecto, es fundamental « sentir » la tierra como « nuestra casa común » y, para ponerla al servicio de todos, adoptar la vía del diálogo en vez de tomar decisiones unilaterales. Si fuera necesario, se pueden aumentar los ámbitos institucionales en el plano internacional para afrontar juntos el gobierno de esta « casa » nuestra; sin embargo, lo que más cuenta es lograr que madure en las conciencias la convicción de que es necesario colaborar responsablemente. Los problemas que aparecen en el horizonte son complejos y el tiempo apremia. Para hacer frente a la situación de manera eficaz es preciso actuar de común acuerdo. Un ámbito en el que sería particularmente necesario intensificar el diálogo entre las Naciones es el de la gestión de los recursos energéticos del planeta. A este respecto, se plantea una doble urgencia para los países tecnológicamente avanzados: por un lado, hay que revisar los elevados niveles de consumo debidos al modelo actual de desarrollo y, por otro, predisponer inversiones adecuadas para diversificar las fuentes de energía y mejorar la eficiencia energética. Los países emergentes tienen hambre de energía, pero a veces este hambre se sacia a costa de los países pobres que, por la insuficiencia de sus infraestructuras y tecnología, se ven obligados a malvender los recursos energéticos que tienen. A veces, su misma libertad política queda en entredicho con formas de protectorado o, en todo caso, de condicionamiento que se muestran claramente humillantes.
Familia, comunidad humana y economía
9. Una condición esencial para la paz en cada familia es que se apoye sobre el sólido fundamento de valores espirituales y éticos compartidos. Pero se ha de añadir que se tiene una auténtica experiencia de paz en la familia cuando a nadie le falta lo necesario, y el patrimonio familiar -fruto del trabajo de unos, del ahorro de otros y de la colaboración activa de todos- se administra correctamente con solidaridad, sin excesos ni despilfarro. Por tanto, para la paz familiar se necesita, por una parte, la apertura a un patrimonio trascendente de valores, pero al mismo tiempo no deja de tener su importancia un sabio cuidado tanto de los bienes materiales como de las relaciones personales. Cuando falta este elemento se deteriora la confianza mutua por las perspectivas inciertas que amenazan el futuro del núcleo familiar.
10. Una consideración parecida puede hacerse respecto a esa otra gran familia que es la humanida d en su conjunto. También la familia humana, hoy más unida por el fenómeno de la globalización, necesita además un fundamento de valores compartidos, una economía que responda realmente a las exigencias de un bien común de dimensiones planetarias. Desde este punto de vista, la referencia a la familia natural se revela también singularmente sugestiva. Hay que fomentar relaciones correctas y sinceras entre los individuos y entre los pueblos, que permitan a todos colaborar en plan de igualdad y justicia. Al mismo tiempo, es preciso comprometerse en emplear acertadamente los recursos y en distribuir la riqueza con equidad. En particular, las ayudas que se dan a los países pobres han de responder a criterios de una sana lógica económica, evitando derroches que, en definitiva, sirven sobre todo para el mantenimiento de un costoso aparato burocrático. Se ha de tener también debidamente e n cuenta la exigencia moral de procurar que la organización económica no responda sólo a las leyes implacables de los beneficios inmediatos, que pueden resultar inhumanas.
Familia, comunidad humana y ley moral
11. Una familia vive en paz cuando todos sus miembros se ajustan a una norma común: esto es lo que impide el individualismo egoísta y lo que mantiene unidos a todos, favoreciendo su coexistencia armoniosa y la laboriosidad orgánica. Este criterio, de por sí obvio, vale también para las comunidades más amplias: desde las locales a la nacionales, e incluso a la comunidad internacional. Para alcanzar la paz se necesita una ley común, que ayude a la libertad a ser realmente ella misma, en lugar de ciega arbitrariedad, y que proteja al débil del abuso del más fuerte. En la familia de los pueblos se dan muchos comportamientos arbitrarios, tanto dentr o de cada Estado como en las relaciones de los Estados entre sí. Tampoco faltan tantas situaciones en las que el débil tiene que doblegarse, no a las exigencias de la justicia, sino a la fuerza bruta de quien tiene más recursos que él. Hay que reiterarlo: la fuerza ha de estar moderada por la ley, y esto tiene que ocurrir también en las relaciones entre Estados soberanos.
12. La Iglesia se ha pronunciado muchas veces sobre la naturaleza y la función de la ley: la norma jurídica que regula las relaciones de las personas entre sí, encauzando los comportamientos externos y previendo también sanciones para los transgresores, tiene como criterio la norma moral basada en la naturaleza de las cosas. Por lo demás, la razón humana es capaz de discernirla al menos en sus exigencias fundamentales, llegando así hasta la Razón creadora de Dios que es el origen de todas las cosas. E sta norma moral debe regular las opciones de la conciencia y guiar todo el comportamiento del ser humano. ¿Existen normas jurídicas para las relaciones entre las Naciones que componen la familia humana? Y si existen, ¿son eficaces? La respuesta es sí; las normas existen, pero para lograr que sean verdaderamente eficaces es preciso remontarse a la norma moral natural como base de la norma jurídica, de lo contrario ésta queda a merced de consensos frágiles y provisionales.
13. El conocimiento de la norma moral natural no es imposible para el hombre que entra en sí mismo y, situándose frente a su propio destino, se interroga sobre la lógica interna de las inclinaciones más profundas que hay en su ser. Aunque sea con perplejidades e incertidumbres, puede llegar a descubrir, al menos en sus líneas esenciales, esta ley moral común que, por encima de las diferencias cultural es, permite que los seres humanos se entiendan entre ellos sobre los aspectos más importantes del bien y del mal, de lo que es justo o injusto. Es indispensable remontarse hasta esta ley fundamental empleando en esta búsqueda nuestras mejores energías intelectuales, sin dejarnos desanimar por los equívocos o las tergiversaciones. De hecho, los valores contenidos en la ley natural están presentes, aunque de manera fragmentada y no siempre coherente, en los acuerdos internacionales, en las formas de autoridad reconocidas universalmente, en los principios del derecho humanitario recogido en las legislaciones de cada Estado o en los estatutos de los Organismos internacionales. La humanidad no está « sin ley ». Sin embargo, es urgente continuar el diálogo sobre estos temas, favoreciendo también la convergencia de las legislaciones de cada Estado hacia el reconocimiento de los derechos humanos fundamentales. El crecimiento de la cultura jurídica en el mundo depende además del esfuerzo por dar siempre consistencia a las normas internacionales con un contenido profundamente humano, evitando rebajarlas a meros procedimientos que se pueden eludir fácilmente por motivos egoístas o ideológicos.
Superación de los conflictos y desarme
14. La humanidad sufre hoy, lamentablemente, grandes divisiones y fuertes conflictos que arrojan densas nubes sobre su futuro. Vastas regiones del planeta están envueltas en tensiones crecientes, mientras que el peligro de que aumenten los países con armas nucleares suscita en toda persona responsable una fundada preocupación. En el Continente africano, a pesar de que numerosos países han progresado en el camino de la libertad y de la democracia, quedan todavía muchas guerras civiles. El Medio Oriente sigue siendo aún escenario de conflict os y atentados, que influyen también en Naciones y regiones limítrofes, con el riesgo de quedar atrapadas en la espiral de la violencia. En un plano más general, se debe hacer notar, con pesar, un aumento del número de Estados implicados en la carrera de armamentos: incluso Naciones en vías de desarrollo destinan una parte importante de su escaso producto interior para comprar armas. Las responsabilidades en este funesto comercio son muchas: están, por un lado, los países del mundo industrialmente desarrollado que obtienen importantes beneficios por la venta de armas y, por otro, están también las oligarquías dominantes en tantos países pobres que quieren reforzar su situación mediante la compra de armas cada vez más sofisticadas. En tiempos tan difíciles, es verdaderamente necesaria una movilización de todas las personas de buena voluntad para llegar a acuerdos concreto s con vistas a una eficaz desmilitarización, sobre todo en el campo de las armas nucleares. En esta fase en la que el proceso de no proliferación nuclear está estancado, siento el deber de exhortar a las Autoridades a que reanuden las negociaciones con una determinación más firme de cara al desmantelamiento progresivo y concordado de las armas nucleares existentes. Soy consciente de que al renovar esta llamada me hago intérprete del deseo de cuantos comparten la preocupación por el futuro de la humanidad.
15. Hace ahora sesenta años, la Organización de las Naciones Unidas hacía pública de modo solemne la Declaración universal de los derechos humanos (1948-2008). Con aquel documento la familia humana reaccionaba ante los horrores de la Segunda Guerra Mundial, reconociendo la propia unidad basada en la igual dignidad de todos los hombres y poniendo en el centro de la convivencia humana el respeto de los derechos fundamentales de los individuos y de los pueblos: fue un paso decisivo en el camino difícil y laborioso hacia la concordia y la paz. Una mención especial merece también la celebración del 25 aniversario de la adopción por parte de la Santa Sede de la Carta de los derechos de la familia (1983-2008), así como el 40 aniversario de la celebración de la primera Jornada Mundial de la Paz (1968-2008). La celebración de esta Jornada, fruto de una intuición providencial del Papa Pablo VI, y retomada con gran convicción por mi amado y venerad o predecesor, el Papa Juan Pablo II, ha ofrecido a la Iglesia a lo largo de los años la oportunidad de desarrollar, a través de los Mensajes publicados con ese motivo, una doctrina orientadora en favor de este bien humano fundamental. Precisamente a la luz de estas significativas efemérides, invito a todos los hombres y mujeres a que tomen una conciencia más clara sobre la común pertenencia a la única familia humana y a comprometerse para que la convivencia en la tierra refleje cada vez más esta convicción, de la cual depende la instauración de una paz verdadera y duradera. Invito también a los creyentes a implorar a Dios sin cesar el gran don de la paz. Los cristianos, por su parte, saben que pueden confiar en la intercesión de la que, siendo la Madre del Hijo de Dios que se hizo carne para la salvación de toda la humanidad, es Madre de todos.
Deseo a todos un feliz AÑO NUEVO
Vaticano, 8 de diciembre de 2007.
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ME LO ENVIO RIOSALADO
domingo, diciembre 30, 2007
Queridos amigos: Paz y Bien
Hoy es un día grande para todos los cristianos.
Hoy celebra la Iglesia el día de la SAGRADA FAMILIA de Nazaret compuesta por JESÚS, MARÍA Y JOSÉ.
Vamos a reflexionar un poco... con este mensaje del P. Karl Rahner S.J. que dice así sobre el "jefe de la familia" San José.
Lo titula: JOSE, HIJO DE DAVID, NO TENGAS MIEDO ¿Por qué san José quería despedir a María?
Quizás por las siguientes razones: se sentía y debía sentirse, por así decirlo, excluido de aquel misterio que se desarrollaba entre María y el Cielo. Ella estaba en cierta manera bajo el poder de alguien superior; el mismo Dios se la reservaba para sí. Por eso, José creía, al menos eso es lo que nosotros podemos pensar, que no podía tener de ninguna manera pretensión sobre ella, y por esta razón pensaba dejarla en secreto. Si entendemos así el texto -en todo caso ésta es una posible manera de entenderlo-, entonces el mensaje del cielo y el ángel que en sueños se dirige a José reciben un sentido totalmente nuevo y diferente. El cielo no se contenta con hacer saber a José que María ha concebido a su Hijo por intervención de Dios -si bien este sueño celeste confirma este hecho que José ya conocía por María-, sino que el mensaje era esencial stá en esto: "Toma, no obstante, a María contigo. Sé, por lo tanto -le dice el cielo-, un padre para este niño, cumple con los deberes de padre para con este niño que el cielo ha dado a tu prometida. Guarda, defiende, ama y protege a este niño". Tal es la misión que el cielo confía a José. Se puede decir, por tanto, que es el padre adoptivo y el guardían del niño no solamente por el hecho de que su esposa lo ha concebido por intervención del cielo, sino porque el mismo Dios quería que hiciese las veces de padre para el Hijo de Dios venido para la salvación del mundo. Por eso, José recibe el mandato de poner el nombre al niño; por eso mismo, a José se le atribuye el título de Hijo de David, porque era necesario que Jesús fuera conocido y considerado como Hijo de David, hecho que no hubiera sido evidente si su padre de la tierra no hubiera sido también Hijo de David, de la raza real de David. Un saludo cordial en la Sagrada Familia, Jesús, José y María. José Luis Elizalde P.S. Acaban de fallecer dos de mis más íntimos amigos, Julio en Santander (España) y Chemi en México D.F. Os ruego una oración por sus almas
Hoy es un día grande para todos los cristianos.
Hoy celebra la Iglesia el día de la SAGRADA FAMILIA de Nazaret compuesta por JESÚS, MARÍA Y JOSÉ.
Vamos a reflexionar un poco... con este mensaje del P. Karl Rahner S.J. que dice así sobre el "jefe de la familia" San José.
Lo titula: JOSE, HIJO DE DAVID, NO TENGAS MIEDO ¿Por qué san José quería despedir a María?
Quizás por las siguientes razones: se sentía y debía sentirse, por así decirlo, excluido de aquel misterio que se desarrollaba entre María y el Cielo. Ella estaba en cierta manera bajo el poder de alguien superior; el mismo Dios se la reservaba para sí. Por eso, José creía, al menos eso es lo que nosotros podemos pensar, que no podía tener de ninguna manera pretensión sobre ella, y por esta razón pensaba dejarla en secreto. Si entendemos así el texto -en todo caso ésta es una posible manera de entenderlo-, entonces el mensaje del cielo y el ángel que en sueños se dirige a José reciben un sentido totalmente nuevo y diferente. El cielo no se contenta con hacer saber a José que María ha concebido a su Hijo por intervención de Dios -si bien este sueño celeste confirma este hecho que José ya conocía por María-, sino que el mensaje era esencial stá en esto: "Toma, no obstante, a María contigo. Sé, por lo tanto -le dice el cielo-, un padre para este niño, cumple con los deberes de padre para con este niño que el cielo ha dado a tu prometida. Guarda, defiende, ama y protege a este niño". Tal es la misión que el cielo confía a José. Se puede decir, por tanto, que es el padre adoptivo y el guardían del niño no solamente por el hecho de que su esposa lo ha concebido por intervención del cielo, sino porque el mismo Dios quería que hiciese las veces de padre para el Hijo de Dios venido para la salvación del mundo. Por eso, José recibe el mandato de poner el nombre al niño; por eso mismo, a José se le atribuye el título de Hijo de David, porque era necesario que Jesús fuera conocido y considerado como Hijo de David, hecho que no hubiera sido evidente si su padre de la tierra no hubiera sido también Hijo de David, de la raza real de David. Un saludo cordial en la Sagrada Familia, Jesús, José y María. José Luis Elizalde P.S. Acaban de fallecer dos de mis más íntimos amigos, Julio en Santander (España) y Chemi en México D.F. Os ruego una oración por sus almas
Queridos amigos: Paz y Bien
El tema de hoy es, simplemente el deseo de algo que todos los enamorados de Jesús Eucaristía aspiran: LA UNION CON DIOS.
Fuente: JESUS EUCARISTÍA, EL AMIGO QUE SIEMPRE TE ESPERA
Autor: P. Ángel Peña Benito, O. A. R. misionero agustino recoleto, con sede en Lima (Perú) Tema: UNIDOS PARA SIEMPRE.
He aquí una parábola del grano de trigo, que llegó a ser hostia. Jesús decía: "En verdad, en verdad os digo que, si el grano de trigo no cae en tierra y muere, quedará solo; pero si muere, dará mucho fruto" (Jn 12,24). Érase una vez un granito de trigo, pequeño y sencillo, que quería ser santo y llegar hasta el cielo. Y se ofreció a Dios... y se puso en sus manos de buen sembrador. Y el Señor, de inmediato, con mucho cariño, lo colocó en tierra buena y lo cuidó como a un niño. Pero el granito, gritaba..., pasaba las noches oscuras, a solas, con miedo y con frío, muriendo a sí mismo, pero, sin saberlo, renaciendo a una vida más hermosa y bella. Y empezó a crecer como espiga, débil y temerosa, azotada por las lluvias y mecida por los vientos. Y fue creciendo, creciendo, acariciada por el sol, y soñaba, soñaba... y pedía y oraba. Cuando estuvo madura, un día de estío se presentó el segador. Y ella, alarmada, gritaba y decía: "A mí, no, porque yo estoy destinada a ser santa y elevarme hasta el cielo". Pero el hombre, tal vez, distraído, metió la hoz, despiadado, y quebró sus ensueños de oro. "Oh Señor, clamó entonces la espiga, ya no puedo llegar a tus brazos. Sálvame mi Señor, que me muero". Pero el Señor, cual si nada escuchase, respondió con un largo silencio... Y aquel hombre, tomando la espiga, bajo el trillo la puso al momento... Y los granos crujieron... y cual sarta de perlas preciosas, por la era rodaron deshechos. Y vinieron más hombres y metieron los granos de trigo en un saco viejo, llevándolos luego al molino, donde finísimo polvo se hicieron. Y la harina seguía llorando. Pero arriba, en el cielo, seguían callando.., y, aquí abajo, seguían moliendo. Y ¿por qué callaría Jesús? Y ¿por qué, si era pura e inocente, le negaba el consuelo? Pero ella obediente, seguía sufriendo... Y Jesús preparaba la harina. Y una hostia bellísima hicieron. Y la novia soñaba... Su belleza brilló ante el altar, y los ángeles vinieron a verla, Y Jesús y su gloria bajaron y en la misa se unieron a ella. Y María, la Madre, gozaba... Y la esposa decía al Cordero: Ahora sí, que te amo con toda mi alma. Ahora sí, porque Tú eres mi cielo. Y Jesús la abrazaba en su pecho y con voz melodiosa le decía muy quedo: Yo quería que fueras mi esposa y anhelaba tenerte en mi cielo. Pero escucha, mi amor, a mis brazos, sólo pueden llegarse los niños, y quienes siempre obedecen sin miedo y siguen mis huellas ¡sufriendo! Un saludo cordial en Jesús Eucaristía, el Amigo que siempre te espera, y en su Madre la Virgen María, Medianera de todas las gracias que bajan del cielo.
José Luis Elizalde
El tema de hoy es, simplemente el deseo de algo que todos los enamorados de Jesús Eucaristía aspiran: LA UNION CON DIOS.
Fuente: JESUS EUCARISTÍA, EL AMIGO QUE SIEMPRE TE ESPERA
Autor: P. Ángel Peña Benito, O. A. R. misionero agustino recoleto, con sede en Lima (Perú) Tema: UNIDOS PARA SIEMPRE.
He aquí una parábola del grano de trigo, que llegó a ser hostia. Jesús decía: "En verdad, en verdad os digo que, si el grano de trigo no cae en tierra y muere, quedará solo; pero si muere, dará mucho fruto" (Jn 12,24). Érase una vez un granito de trigo, pequeño y sencillo, que quería ser santo y llegar hasta el cielo. Y se ofreció a Dios... y se puso en sus manos de buen sembrador. Y el Señor, de inmediato, con mucho cariño, lo colocó en tierra buena y lo cuidó como a un niño. Pero el granito, gritaba..., pasaba las noches oscuras, a solas, con miedo y con frío, muriendo a sí mismo, pero, sin saberlo, renaciendo a una vida más hermosa y bella. Y empezó a crecer como espiga, débil y temerosa, azotada por las lluvias y mecida por los vientos. Y fue creciendo, creciendo, acariciada por el sol, y soñaba, soñaba... y pedía y oraba. Cuando estuvo madura, un día de estío se presentó el segador. Y ella, alarmada, gritaba y decía: "A mí, no, porque yo estoy destinada a ser santa y elevarme hasta el cielo". Pero el hombre, tal vez, distraído, metió la hoz, despiadado, y quebró sus ensueños de oro. "Oh Señor, clamó entonces la espiga, ya no puedo llegar a tus brazos. Sálvame mi Señor, que me muero". Pero el Señor, cual si nada escuchase, respondió con un largo silencio... Y aquel hombre, tomando la espiga, bajo el trillo la puso al momento... Y los granos crujieron... y cual sarta de perlas preciosas, por la era rodaron deshechos. Y vinieron más hombres y metieron los granos de trigo en un saco viejo, llevándolos luego al molino, donde finísimo polvo se hicieron. Y la harina seguía llorando. Pero arriba, en el cielo, seguían callando.., y, aquí abajo, seguían moliendo. Y ¿por qué callaría Jesús? Y ¿por qué, si era pura e inocente, le negaba el consuelo? Pero ella obediente, seguía sufriendo... Y Jesús preparaba la harina. Y una hostia bellísima hicieron. Y la novia soñaba... Su belleza brilló ante el altar, y los ángeles vinieron a verla, Y Jesús y su gloria bajaron y en la misa se unieron a ella. Y María, la Madre, gozaba... Y la esposa decía al Cordero: Ahora sí, que te amo con toda mi alma. Ahora sí, porque Tú eres mi cielo. Y Jesús la abrazaba en su pecho y con voz melodiosa le decía muy quedo: Yo quería que fueras mi esposa y anhelaba tenerte en mi cielo. Pero escucha, mi amor, a mis brazos, sólo pueden llegarse los niños, y quienes siempre obedecen sin miedo y siguen mis huellas ¡sufriendo! Un saludo cordial en Jesús Eucaristía, el Amigo que siempre te espera, y en su Madre la Virgen María, Medianera de todas las gracias que bajan del cielo.
José Luis Elizalde
Queridos amigos: Paz y Bien
Ayer os enviaba la SEMBLANZA DE PILAR ELIZALDE ESPARZA,
mi querida hermana, que subió a la casa del Padre Dios el día de Navidad del año 1992 y en el día de hoy hizo sus votos perpetuos en la Congregación de las Hermanas Reparadoras.
Hoy os invito a continuar con el nuevo tema: UNION DE CORAZONES.
Fuente: JESUS EUCARISTÍA, EL AMIGO QUE SIEMPRE TE ESPERA
Autor: P. Ángel Peña Benito, O.A.R.
Tema: UNION DE CORAZONES
Nunca mejor que en el momento de la comunión podremos decir con san Pablo "Nuestra vida está escondida con Cristo en Dios" (Col 3, 3). Entonces formamos una UNIDAD en Cristo con todos los hombres. Como diría san Agustín: "Tu alma ya no es tuya, sino de todos tus hermanos, como sus almas son también tuyas; mejor dicho, sus almas igualmente con la tuya no son varias almas, sino una sola, la única de Cristo" (Epístola 24, 3). "Cristo lo es TODO en todos" (Col 3, 11) y formamos con Él una sola alma y un solo corazón. "El que come mi carne y bebe mi sangre está en Mí y Yo en él" (Juan 6, 56). Decía santa Catalina de Génova: "Yo no tengo alma ni corazón, mi corazón y mi alma son los de Jescuristo". Precisamente, el fin de la comunión es la fusión de los corazones y de las almas en Jesús. Y debemos vivir esta unión con Jesús, Dios y hombre, las veinticuatro horas del día. Algunos santos han vivido esta unión de corazones de modo singular, pues Jesús les ha cambiado su propio corazón por el suyo. Este cambio de corazones se lo concedió a Santa Catalina de Siena. Cuenta su director, el Beato Raimundo: "Un día le pareció ver que su eterno Esposo venía a ella como de costumbre, que le abría el costado izquierdo, le quitaba el corazón y se marchaba, de suerte que quedaba sin corazón. La impresión de esta visión fue tal... que Catlina dijo a su confesor que ya no tenía corazón en su cuerpo... Algún tiempo después, se le apareció el Señor, teniendo en sus sagradas manos un corazón humano rojo y resplandeciente. Acercándosele , el Señor le abrió de nuevo el costado izquierdo e introduciendo el corazón que tenía en las manos le dijo: Hija mía, así como el otro día te he llevado tu corazón, así hoy te entrego el mío, que te hará vivir siempre". Esta gracias, algunos santos la han recibido con la Eucaristía, teniendo permenentemente en su pecho a Jesús sacramentado y estando así en unión continua con su humanidad santísima. Así nos lo refiere san Antonio Mª Claret en su autobiografía: "En el día 26 de Agosto de 1861, hallándome en oración en la Iglesia del Rosario en la Granja, a las siete de la tarde, el Señor me concedió la gracia grande de la conservación de las especies sacramentales y tener siempre, día y noche, el Santísimo Sacramento en el pecho". La gracia de la unión de corazones la recibimos nosotros también durante el tiempo que permanecen en nosotros las especies sacramentales. El P. Pío de Pietrelcina manifestó en una ocasión: "¡qué dulce fue la conversación que sostuve con el paraíso esta mañana después de comulgar! El Corazón de Jesús y mi propio corazón se fundieron. Ya no eran dos corazones palpitantes, sino uno solo. Mi corazón se había perdido como una gota se pierde en el océano". En ese momento, dice S. Cipriano: "nuestra unión con Cristo unifica nuestros afectos y voluntades". y la Vble. Cándida de la Eucaristía aseguraba: "mi alma y la de Jesús se hacen UNA. S. Lorenzo Justiniano exclamaba: "Oh admirable milagro de tu amor, Señor Jesús, que has querido unirnos a tu Cuerpo de tal modo que tengamos una sola alma y un solo Corazón inseparablemente unidos contigo". Que tú también seas UNO con Jesús y que tengas sus mismos pensamientos, sentimientos y deseos. Que tu voluntad y la suya sean UNA para que puedas decirle en todo momento: "que no se haga mi voluntad, sino la tuya" (Mt 26,39). Que seas sagrario viviente de Jesús como María, y puedas decir con Sta. Teresita: "Señor ¿no sois omnipotente? Permaneced en mí como en el sagrario, no os alejéis jamás de vuestra pequeñita hostia" (Ofrenda al Amor misericordioso). Un saludo cordial en Jesús Eucaristía, el Amigo que siempre te espera y jamás falla, y en María, Madre nuestra.
José Luis Elizalde
Ayer os enviaba la SEMBLANZA DE PILAR ELIZALDE ESPARZA,
mi querida hermana, que subió a la casa del Padre Dios el día de Navidad del año 1992 y en el día de hoy hizo sus votos perpetuos en la Congregación de las Hermanas Reparadoras.
Hoy os invito a continuar con el nuevo tema: UNION DE CORAZONES.
Fuente: JESUS EUCARISTÍA, EL AMIGO QUE SIEMPRE TE ESPERA
Autor: P. Ángel Peña Benito, O.A.R.
Tema: UNION DE CORAZONES
Nunca mejor que en el momento de la comunión podremos decir con san Pablo "Nuestra vida está escondida con Cristo en Dios" (Col 3, 3). Entonces formamos una UNIDAD en Cristo con todos los hombres. Como diría san Agustín: "Tu alma ya no es tuya, sino de todos tus hermanos, como sus almas son también tuyas; mejor dicho, sus almas igualmente con la tuya no son varias almas, sino una sola, la única de Cristo" (Epístola 24, 3). "Cristo lo es TODO en todos" (Col 3, 11) y formamos con Él una sola alma y un solo corazón. "El que come mi carne y bebe mi sangre está en Mí y Yo en él" (Juan 6, 56). Decía santa Catalina de Génova: "Yo no tengo alma ni corazón, mi corazón y mi alma son los de Jescuristo". Precisamente, el fin de la comunión es la fusión de los corazones y de las almas en Jesús. Y debemos vivir esta unión con Jesús, Dios y hombre, las veinticuatro horas del día. Algunos santos han vivido esta unión de corazones de modo singular, pues Jesús les ha cambiado su propio corazón por el suyo. Este cambio de corazones se lo concedió a Santa Catalina de Siena. Cuenta su director, el Beato Raimundo: "Un día le pareció ver que su eterno Esposo venía a ella como de costumbre, que le abría el costado izquierdo, le quitaba el corazón y se marchaba, de suerte que quedaba sin corazón. La impresión de esta visión fue tal... que Catlina dijo a su confesor que ya no tenía corazón en su cuerpo... Algún tiempo después, se le apareció el Señor, teniendo en sus sagradas manos un corazón humano rojo y resplandeciente. Acercándosele , el Señor le abrió de nuevo el costado izquierdo e introduciendo el corazón que tenía en las manos le dijo: Hija mía, así como el otro día te he llevado tu corazón, así hoy te entrego el mío, que te hará vivir siempre". Esta gracias, algunos santos la han recibido con la Eucaristía, teniendo permenentemente en su pecho a Jesús sacramentado y estando así en unión continua con su humanidad santísima. Así nos lo refiere san Antonio Mª Claret en su autobiografía: "En el día 26 de Agosto de 1861, hallándome en oración en la Iglesia del Rosario en la Granja, a las siete de la tarde, el Señor me concedió la gracia grande de la conservación de las especies sacramentales y tener siempre, día y noche, el Santísimo Sacramento en el pecho". La gracia de la unión de corazones la recibimos nosotros también durante el tiempo que permanecen en nosotros las especies sacramentales. El P. Pío de Pietrelcina manifestó en una ocasión: "¡qué dulce fue la conversación que sostuve con el paraíso esta mañana después de comulgar! El Corazón de Jesús y mi propio corazón se fundieron. Ya no eran dos corazones palpitantes, sino uno solo. Mi corazón se había perdido como una gota se pierde en el océano". En ese momento, dice S. Cipriano: "nuestra unión con Cristo unifica nuestros afectos y voluntades". y la Vble. Cándida de la Eucaristía aseguraba: "mi alma y la de Jesús se hacen UNA. S. Lorenzo Justiniano exclamaba: "Oh admirable milagro de tu amor, Señor Jesús, que has querido unirnos a tu Cuerpo de tal modo que tengamos una sola alma y un solo Corazón inseparablemente unidos contigo". Que tú también seas UNO con Jesús y que tengas sus mismos pensamientos, sentimientos y deseos. Que tu voluntad y la suya sean UNA para que puedas decirle en todo momento: "que no se haga mi voluntad, sino la tuya" (Mt 26,39). Que seas sagrario viviente de Jesús como María, y puedas decir con Sta. Teresita: "Señor ¿no sois omnipotente? Permaneced en mí como en el sagrario, no os alejéis jamás de vuestra pequeñita hostia" (Ofrenda al Amor misericordioso). Un saludo cordial en Jesús Eucaristía, el Amigo que siempre te espera y jamás falla, y en María, Madre nuestra.
José Luis Elizalde
sábado, diciembre 29, 2007
Tabernáculo del Señor
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEidGsY9PAdYYGZShQC_BYKVC7AM57u8ieAX5y3sckbhleX2rAr8TvOuiMXdYd8UoTum1sSKXhHYyl5FL0g2asZGP7cAJqIIMnR48dmUPoUfdDyis2nLpw8WuYBclivMiLUPbcexew/s400/MaterDiviniAmoris.jpg)
María la madre de Cristo,
nos enseña verdaderamente lo que significa entrar en comunión con Cristo: María ha ofrecido su propia carne, su propia sangre a Jesús y así deviene el tabernáculo viviente del Verbo, dejándose penetrar en cuerpo y espíritu por su presencia. Nosotros invocamos, a nuestra santa Madre, para que nos ayude a abrir cada día más todo nuestro ser a la presencia de Cristo; para que ella nos lleve a seguirle fielmente, día tras día, por el camino de nuestra vida.
Benedicto XVI, Homilia, 26-05-2005
Benedicto XVI, Homilia, 26-05-2005
Dios te salve, María,
llena eres de gracia,
el Señor es contigo,
bendita tú eres entre todas las mujeres
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amen.
Fiesta: 24 diciembre
San Chárbel MAKHLOUF 1828-1898 Ermitaño del rito maronita y primer santo oriental canonizado por la Sede Apostólica desde el siglo XIII.
Gran amante de la Eucaristía y de la Virgen Santísima.
Dios ha querido manifestar su gloria por medio de este humilde ermitaño. Gran cantidad de milagros ocurren por su intercesión. Numerosas de sus imágenes milagrosamente exudan aceite el cual se utiliza en la oración por los enfermos. Además de ser bien conocido en el Medio Oriente y en toda la Iglesia, en América es, particularmente venerado en México a partir de la inmigración maronita que comenzó en el siglo XIX. Su devoción se propaga en la actualidad muy rápido por el aumento de milagros. Parece que Dios desea utilizar este santo como signo de su deseo de unificar el Oriente con el Occidente.
"Yo tomaré de lo mas escogido del Cedro, de lo alto de sus ramas y le plantaré sobre un monte alto...Y dará fruto y llegará a ser un Noble Cedro" -Ezequiel 17:22-23
Nació en el pueblo de Beqakafra, a 140km. del Líbano, capital libanesa, el 8 de mayo, de 1828. Era el quinto hijo de Antun Makhlouf y Brigitte Chidiac, una piadosa familia campesina. Fue bautizado a los ocho días en la Iglesia de Ntra. Señora en su pueblo natal, recibiendo por nombre Yusef (José). A los tres años el padre de Yusef fue inscrito en el ejército turco en la guerra contra los egipcios y muere cuando regresaba a casa. Su madre cuida de la familia siendo gran ejemplo de virtud y fe. Pasado un tiempo, ella se casa de nuevo con un hombre devoto quien eventualmente será ordenado sacerdote (en el rito maronita, hombres casados son elegibles al sacerdocio).
Yusef ayudó a su padrastro en el ministerio sacerdotal. Ya desde joven era ascético y de profunda oración. Yusef estudió en la pequeña escuela parroquial del pueblo. A la edad de 14 años fue pastor de ovejas y aumenta su oración. Se retiraba con frecuencia a una cueva que descubrió cerca de los pastizales para adentrarse en horas de oración. Por ello recibió muchas burlas de otros jóvenes pastores. Dos de sus tíos maternos eran ermitaños pertenecientes a la Orden Libanesa Maronita. Yusef acudía a ellos con frecuencia para aprender sobre la vida religiosa y el monacato en especial.
Vocación
A los 20 años de edad, Yusef es el sostén de su casa. Es el tiempo de contraer matrimonio pero el se siente llamado a otra vida. Después de tres años de espera, escuchó la voz del Señor: "Deja todo, ven y sígueme". Así, una mañana del año 1851 se dirige al convento de Ntra. Señora de Mayfouq, donde fue recibido como postulante. Al entrar en el noviciado renuncia a su nombre bautismal y escoge como nombre de consagración : Chárbel.
Un tiempo mas tarde lo envían al Convento de Annaya, en donde profesó los votos perpetuos como monje en 1853. Lo enviaron inmediatamente al Monasterio de San Cypriano de Kfifen, donde realizó sus estudios de filosofía y teología, llevando una vida ejemplar de obediencia y observancia. Fue ordenado sacerdote el 23 de julio, de 1859 por Mons. José al Marid, bajo el patriarcado de Paulo Massad. Al poco tiempo regresó al Monasterio de Annaya por orden de sus superiores. Ahí pasó muchos años de vida ejemplar de oración y apostolado. Entre estos, el cuidado de los enfermos, el pastoreo de almas y el trabajo manual en cosas muy humildes.
Ermitaño
Chárbel recibió autorización para la vida ermitaña el 13 de febrero, de 1875 . Desde ese momento hasta su muerte, ocurrida en la ermita de los Santos Pedro y Pablo, la víspera de la Navidad del año 1898, se dedicó a la oración (rezaba 7 veces al día la Liturgia de las Horas), la ascesis, la penitencia y el trabajo manual. Comía una vez al día y llevaba silicio.
Muerte y milagros
El padre Chárbel alcanzó la celebridad después de su muerte. Dios quiso señalar a este santo por numerosos prodigios: Su cuerpo se ha mantenido incorrupto, sin la rigidez habitual, con la temperatura de una persona viva. Suda sangre, ocurren prodigios de luz constatados por muchas personas. El pueblo lo veneraba como santo aunque la jerarquía y sus mismos superiores prohibieron su culto formal mientras la Iglesia no pronunciara su veredicto.
En 1950, al pasarle un amito por la cara, quedó impresa en la prenda el rostro de Cristo como en el Sudario de Turín. (Ver "Leyendas Negras de la Iglesia" por Vittorio Messori pg. 210).
Beatificación y Canonización
Dado al constante culto del pueblo, el Padre Superior General Ignacio Dagher solicitó al Papa Pío XI en 1925, la apertura del proceso de beatificación del P. Chárbel. Fue beatificado durante la clausura del Concilio Vaticano II, el 5 de diciembre, de 1965 por el Papa Pablo VI. El Papa dijo: "Un ermitaño de la montaña libanesa está inscrito en el número de los Bienaventurados... Un nuevo miembro de santidad monástica enriquece con su ejemplo y con su intercesión a todo el pueblo cristiano. El puede hacernos entender, en un mundo fascinado por las comodidades y la riqueza, el gran valor de la pobreza, de la penitencia y del ascetismo, para liberar el alma en su ascensión a Dios".
El 9 de octubre de 1977, durante el Sínodo Mundial de Obispos, el Papa canonizó al P. Chárbel con la siguiente proclama: "En honor de la Santa e Individua Trinidad, para la exaltación de la fe católica y promoción de la vida cristiana, con la autoridad de Nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y nuestra, después de madura deliberación y tras implorar intensamente la ayuda divina... decretamos y definimos que el beato Chárbel Majluf es SANTO, y lo inscribimos en el catálogo de los santos, estableciendo que sea venerado como santo con piadosa devoción en toda la Iglesia. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo."
Es el primer santo oriental desde el siglo XIII.
Fuente: SCTJM
Oración
Dios, infinitamente santo y glorificado en medio de tus santos. Tú que inspiraste al santo monje y ermitaño Chárbel para que viviese y muriese en perfecta unión con Jesús Cristo, dándose la fuerza para renunciar al mundo y hacer triunfar desde su ermita, el heroísmo de sus virtudes monásticas: pobreza, obediencia y santidad. Te imploramos nos concedas la gracia de amarte y servirte siguiendo su ejemplo.
Dios Todopoderoso, Tú que has manifestado el poder de la intercesión de San Chárbel a través de sus numerosos milagros y favores, concédenos la gracia que te imploramos por su intercesión (....) Amén.
(Padrenuestro, Ave María y Gloria).
San Chárbel MAKHLOUF 1828-1898 Ermitaño del rito maronita y primer santo oriental canonizado por la Sede Apostólica desde el siglo XIII.
Gran amante de la Eucaristía y de la Virgen Santísima.
Dios ha querido manifestar su gloria por medio de este humilde ermitaño. Gran cantidad de milagros ocurren por su intercesión. Numerosas de sus imágenes milagrosamente exudan aceite el cual se utiliza en la oración por los enfermos. Además de ser bien conocido en el Medio Oriente y en toda la Iglesia, en América es, particularmente venerado en México a partir de la inmigración maronita que comenzó en el siglo XIX. Su devoción se propaga en la actualidad muy rápido por el aumento de milagros. Parece que Dios desea utilizar este santo como signo de su deseo de unificar el Oriente con el Occidente.
"Yo tomaré de lo mas escogido del Cedro, de lo alto de sus ramas y le plantaré sobre un monte alto...Y dará fruto y llegará a ser un Noble Cedro" -Ezequiel 17:22-23
Nació en el pueblo de Beqakafra, a 140km. del Líbano, capital libanesa, el 8 de mayo, de 1828. Era el quinto hijo de Antun Makhlouf y Brigitte Chidiac, una piadosa familia campesina. Fue bautizado a los ocho días en la Iglesia de Ntra. Señora en su pueblo natal, recibiendo por nombre Yusef (José). A los tres años el padre de Yusef fue inscrito en el ejército turco en la guerra contra los egipcios y muere cuando regresaba a casa. Su madre cuida de la familia siendo gran ejemplo de virtud y fe. Pasado un tiempo, ella se casa de nuevo con un hombre devoto quien eventualmente será ordenado sacerdote (en el rito maronita, hombres casados son elegibles al sacerdocio).
Yusef ayudó a su padrastro en el ministerio sacerdotal. Ya desde joven era ascético y de profunda oración. Yusef estudió en la pequeña escuela parroquial del pueblo. A la edad de 14 años fue pastor de ovejas y aumenta su oración. Se retiraba con frecuencia a una cueva que descubrió cerca de los pastizales para adentrarse en horas de oración. Por ello recibió muchas burlas de otros jóvenes pastores. Dos de sus tíos maternos eran ermitaños pertenecientes a la Orden Libanesa Maronita. Yusef acudía a ellos con frecuencia para aprender sobre la vida religiosa y el monacato en especial.
Vocación
A los 20 años de edad, Yusef es el sostén de su casa. Es el tiempo de contraer matrimonio pero el se siente llamado a otra vida. Después de tres años de espera, escuchó la voz del Señor: "Deja todo, ven y sígueme". Así, una mañana del año 1851 se dirige al convento de Ntra. Señora de Mayfouq, donde fue recibido como postulante. Al entrar en el noviciado renuncia a su nombre bautismal y escoge como nombre de consagración : Chárbel.
Un tiempo mas tarde lo envían al Convento de Annaya, en donde profesó los votos perpetuos como monje en 1853. Lo enviaron inmediatamente al Monasterio de San Cypriano de Kfifen, donde realizó sus estudios de filosofía y teología, llevando una vida ejemplar de obediencia y observancia. Fue ordenado sacerdote el 23 de julio, de 1859 por Mons. José al Marid, bajo el patriarcado de Paulo Massad. Al poco tiempo regresó al Monasterio de Annaya por orden de sus superiores. Ahí pasó muchos años de vida ejemplar de oración y apostolado. Entre estos, el cuidado de los enfermos, el pastoreo de almas y el trabajo manual en cosas muy humildes.
Ermitaño
Chárbel recibió autorización para la vida ermitaña el 13 de febrero, de 1875 . Desde ese momento hasta su muerte, ocurrida en la ermita de los Santos Pedro y Pablo, la víspera de la Navidad del año 1898, se dedicó a la oración (rezaba 7 veces al día la Liturgia de las Horas), la ascesis, la penitencia y el trabajo manual. Comía una vez al día y llevaba silicio.
Muerte y milagros
El padre Chárbel alcanzó la celebridad después de su muerte. Dios quiso señalar a este santo por numerosos prodigios: Su cuerpo se ha mantenido incorrupto, sin la rigidez habitual, con la temperatura de una persona viva. Suda sangre, ocurren prodigios de luz constatados por muchas personas. El pueblo lo veneraba como santo aunque la jerarquía y sus mismos superiores prohibieron su culto formal mientras la Iglesia no pronunciara su veredicto.
En 1950, al pasarle un amito por la cara, quedó impresa en la prenda el rostro de Cristo como en el Sudario de Turín. (Ver "Leyendas Negras de la Iglesia" por Vittorio Messori pg. 210).
Beatificación y Canonización
Dado al constante culto del pueblo, el Padre Superior General Ignacio Dagher solicitó al Papa Pío XI en 1925, la apertura del proceso de beatificación del P. Chárbel. Fue beatificado durante la clausura del Concilio Vaticano II, el 5 de diciembre, de 1965 por el Papa Pablo VI. El Papa dijo: "Un ermitaño de la montaña libanesa está inscrito en el número de los Bienaventurados... Un nuevo miembro de santidad monástica enriquece con su ejemplo y con su intercesión a todo el pueblo cristiano. El puede hacernos entender, en un mundo fascinado por las comodidades y la riqueza, el gran valor de la pobreza, de la penitencia y del ascetismo, para liberar el alma en su ascensión a Dios".
El 9 de octubre de 1977, durante el Sínodo Mundial de Obispos, el Papa canonizó al P. Chárbel con la siguiente proclama: "En honor de la Santa e Individua Trinidad, para la exaltación de la fe católica y promoción de la vida cristiana, con la autoridad de Nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y nuestra, después de madura deliberación y tras implorar intensamente la ayuda divina... decretamos y definimos que el beato Chárbel Majluf es SANTO, y lo inscribimos en el catálogo de los santos, estableciendo que sea venerado como santo con piadosa devoción en toda la Iglesia. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo."
Es el primer santo oriental desde el siglo XIII.
Fuente: SCTJM
Oración
Dios, infinitamente santo y glorificado en medio de tus santos. Tú que inspiraste al santo monje y ermitaño Chárbel para que viviese y muriese en perfecta unión con Jesús Cristo, dándose la fuerza para renunciar al mundo y hacer triunfar desde su ermita, el heroísmo de sus virtudes monásticas: pobreza, obediencia y santidad. Te imploramos nos concedas la gracia de amarte y servirte siguiendo su ejemplo.
Dios Todopoderoso, Tú que has manifestado el poder de la intercesión de San Chárbel a través de sus numerosos milagros y favores, concédenos la gracia que te imploramos por su intercesión (....) Amén.
(Padrenuestro, Ave María y Gloria).
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ME LA ENVIO MI AMIGO RIOSALADO
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Para esta Navidad el Santo Padre nos ha dicho:
Sólo un día separa a este cuarto domingo de Adviento de la santa Navidad. Mañana por la noche nos reuniremos para celebrar el gran misterio del amor que nunca termina de sorprendernos. Dios se hizo hijo del hombre para que nos convirtiéramos en hijos de Dios. Durante el Adviento, del corazón de la Iglesia se ha elevado con frecuencia una imploración: «Ven, Señor, a visitarnos con tu paz, que tu presencia nos llene de alegría».
La misión evangelizadora de la Iglesia es la respuesta al grito «ven, Señor Jesús», que atraviesa toda la historia de la salvación y que sigue alzándose de los labios de los creyentes. «Ven, Señor, a transformar nuestros corazones para que en el mundo se difundan la justicia y la paz».
Esto es lo que pretende señalar la Nota doctrinal acerca de algunos aspectos de la evangelización publicada por la Congregación para la Doctrina de la Fe. El documento quiere recordar a todos los cristianos, en una situación en la que con frecuencia ya no les queda claro ni siquiera a muchos fieles la razón misma de la evangelización, que la acogida de la Buena Nueva en la fe lleva de por sí a comunicar la salvación recibida como un don.
De hecho, la verdad que salva la vida, que se hizo carne en Jesús, enciende el corazón de quien la recibe con un amor al prójimo que mueve la libertad para devolver lo que se ha recibido gratuitamente. Ser alcanzados por la presencia de Dios, que se hace como uno de nosotros en Navidad, es un don inestimable, un don capaz de hacernos vivir el abrazo universal de los amigos de Dios, en esa red de amistad con Cristo que une el cielo y la tierra, que orienta la libertad humana hacia su cumplimiento y que, si es vivida en su verdad, florece con un amor gratuito y lleno de atención por el bien de todos los hombres.
No hay nada más hermoso, urgente e importante que volver a dar gratuitamente a los hombres lo que hemos recibido gratuitamente de Dios.
No hay nada que nos pueda eximir o dispensar de este exigente y fascinante compromiso. La alegría de la Navidad que ya experimentamos, al llenarnos de esperanza, nos empuja al mismo tiempo a anunciar a todos la presencia de Dios en medio de nosotros.
La Virgen María es modelo incomparable de evangelización, pues no comunicó al mundo una idea, sino el mismo Jesús, el Verbo encarnado. Invoquémosla con confianza para que la Iglesia anuncie también a nuestro tiempo a Cristo Salvador.
Cada cristiano y cada comunidad experimentan la alegría de compartir con los demás la buena noticia de que Dios amó tanto al mundo que le entregó a su Hijo unigénito para que el mundo se salve por medio de Él. Este es el auténtico sentido de la Navidad, que siempre tenemos que redescubrir y vivir intensamente.
Que podamos ver con los ojos de Maria al Dios de la Gloria en este pequeño Niño que Ella nos ha dado, para que creciendo en nosotros lo podamos llevar a nuestros hermanos. Oremos juntos. LuisMaria
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ME LA ENVIO MI AMIGO RIOSALADO
María en el corazón de la espera de Israel
« He aquí que una doncella está en cinta y va a dar a luz un hijo» (Is 7,14)
Los santos y los místicos son también unánimes en decir que la virgen, modesta, no hubiese imaginado jamás que ella podía ser la madre del Salvador. Sin embargo, ese era el gran signo sobre la venida del Mesías, anunciada por el profeta Isaías: «Pues bien el Señor mismo va a daros una señal; he aquí que una doncella está en cinta y va a dar a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel.» (Is 7,14). El texto hebreo habla de una joven y la traducción griega de una « virgen » pero se olvida a menudo la importante traducción del arameo que los judíos consideran como canónica e incluso más fiable que la traducción griega. Esta traducción a la "lengua de los hombres" que el Talmud pone en relación directa con el texto hebreo "lengua de Dios" para mejor comprenderle, usa en la profecía de Isaías un término preciso que designa a "una joven comprometida y todavía no casada."
Dios te salve, María,
llena eres de gracia,
el Señor es contigo,
bendita tú eres entre todas las mujeres
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amen.
Dios te salve, María,
llena eres de gracia,
el Señor es contigo,
bendita tú eres entre todas las mujeres
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amen.
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ME LO ENVIO RIOSALADO
Reflexión de Navidad 2007
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjveKGGZCRScVQpkPhx5KXIMoAD1frKkUgeb0uQLfgJHoBdeJmTGozTwluXzbi0vHGuilSbSRk2KOwSqxRxbXQ20bXwlG0dPmdXThm2R6dGTp0Un_YI0T_ljrf8EAnfJkk3VzNBRQ/s400/3617437706.jpg)
María da a luz a Jesús.
" Por aquellos días salió un decreto del emperador Augusto, por el que se debía proceder a un censo en todo el imperio.Este fue el primer censo, siendo Quirino gobernador de Siria.
Todos, pues, empezaron a moverse para ser registrados cada uno en su ciudad natal. José también, que estaba en Galilea, en la ciudad de Nazaret, subió a Judea, a la ciudad de David, llamada Belén, porque era descendiente de David; allí se inscribió con María, su esposa, que estaba embarazada.
Mientras estaban en Belén, llegó para María el momento del parto, y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, pues no había lugar para ellos en la sala principal de la casa.
En la región había pastores que vivían en el campo y que por la noche se turnaban para cuidar sus rebaños. Se les apareció un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de claridad. Y quedaron muy asustados.
Pero el ángel les dijo: «No tengan miedo, pues yo vengo a comunicarles una buena noticia, que será motivo de mucha alegría para todo el pueblo. Hoy, en la ciudad de David, ha nacido para ustedes un Salvador, que es el Mesías y el Señor. Miren cómo lo reconocerán: hallarán a un niño recién nacido, envuelto en pañales y acostado en un pesebre.»
De pronto una multitud de seres celestiales aparecieron junto al ángel, y alababan a Dios con estas palabras: «Gloria a Dios en lo más alto del cielo y en la tierra paz a los hombres: ésta es la hora de su gracia.»
Después de que los ángeles se volvieron al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: «Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha dado a conocer.» Fueron apresuradamente y hallaron a María y a José con el recién nacido acostado en el pesebre. Entonces contaron lo que los ángeles les habían dicho del niño. Todos los que escucharon a los pastores quedaron maravillados de lo que decían.
María, por su parte, guardaba todos estos acontecimientos y los volvía a meditar en su interior.
Después los pastores regresaron alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, tal como los ángeles se lo habían anunciado.
Cumplidos los ocho días, circuncidaron al niño y le pusieron el nombre de Jesús, nombre que había indicado el ángel antes de que su madre quedara embarazada.."
Lc. 2, 1-21
Al llegar a Belén para cumplir con los requisitos del censo, le llega a María el tiempo de dar a luz. El evangelio nos dice que no había lugar para ellos en el albergue, en esos días Belén estaría colmado de viajeros, y claro, quien se iba a fijar en un humilde carpintero y su esposa; resultarían insignificante entre la gente. Pero Jesús debía nacer y contar para ello con un lugar abrigado, al menos. Así es como arreglan como pueden un pesebre para que María de a luz a su hijo primogénito, lo envuelva en pañales y lo recueste junto a ella. Podemos pensar la cantidad de cosas que pasarían por el pensamiento de María en esos momentos. Entre el dolor del parto, su sorpresa y desconcierto ante las cosas de Dios. ¡ Nada menos que Dios mismo, naciendo aquí en un pesebre! Por ella no había problemas, siempre se las arreglaba en lugares humildes. Pero, Jesús, entre la paja de un establo....¡Que misterioso son los caminos de Dios! Es llamativo destacar que, apenas nacido Jesús, en María quien lo abriga y lo arropa. Pese a haber dado a luz allí mismo, no descansa de inmediato sino que su primera preocupación es que su hijo este bien. No repara en ella misma sino que atiende primero a Jesús, pese al cansancio y dolor que produce cualquier parto, más en esas condiciones. Ya desde el nacimiento, María aparece íntegramente dedicada a su Hijo. Han pasado largos meses desde aquel día en Nazareth, donde recibe el mensaje de la anunciación. Su entrega sencilla comienza a manifestarse en obras concretas.
Primero esta Jesús y su misión, todo gira en torno a él. Incluso su propia vida, libremente ofrecida para ser la madre de Dios.
Los primeros destinatarios de la buena noticia de Jesús, el Salvador, son los pastores. La posada estaría llena de gente; algunos, más importante - o por lo menos más ricos- que María y José; para ellos sí había lugar. Sin embargo, nadie en la posada, ni siquiera en la ciudad, es advertido del nacimiento ocurrido. Podemos pensar que quizás algunos lo hallan conocido, pero sin darle mas importancia que la de un simple parto. Máxime teniendo en cuenta que sus padres eran un sencillo carpintero y su mujer venidos de lejos.
Para descubrir a Jesús es necesario una actitud del corazón, no basta con los sentidos. Puede ocurrirnos, como a sus contemporáneos, que pasemos frente a él sin reconocerlo. Quienes sí descubren a Jesús son los pastores. Alejados de la ciudad pasaban la noche en vela. La noticia del nacimiento los sorprende. La luz del Señor signo de vida y novedad, los envuelve. Sienten temor, que más que miedo es respeto ante las cosas de Dios. También María había experimentado este sentimiento ante la venida del ángel. Pero la presencia de Dios no puede engendrar miedo sino alegría: No teman, les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo. Los pastores, admirados, quieren comprobar por sí mismos lo que habían visto y oído. Se ponen en camino rápidamente en busca del niño. Unos a otros comentan: " Sí, sí; debemos estar atentos. La señal es un niño recién nacido, en pañales, acostado en un pesebre".
Muchos se hubieran reído ante el anuncio del ángel o, por lo menos, no hubiesen prestado atención a sus palabras. Sin embargo, los pastores, hombres pobres y sencillos, reconocen en ese mensaje la esperada llegada del Mesías. Es una gran alegría para todos, la esperanza de la liberación ha llegado. Dios no ha olvidado sus promesas. Está con nosotros. Su nombre es Jesús y ha nacido en un pesebre. Solo los pobres del lugar, los pastores de Belén, tienen conocimiento de suceso. Dios se hace hombre desde los pobres y son ellos los primeros destinatarios de su mensaje.
La pobreza del pesebre y la sencillez de un chiquito recién nacido son la señal segura que confirmará el anuncio. Cosas familiares y cotidianas que los pastores sabrán ver. Dios que nace pobre y solo, entre la paja que servía de descanso a los animales. Los pastores van a su encuentro cantando alegremente. Lo reconocen como suyo. Este es el Mesías. En el pesebre hallan a José, María y el niño. Felices los que creen que se cumplirán las promesas de Dios. Cuentan todo lo que han escuchado y se marchan alegres alabando y glorificando a Dios. Han buscado y han encontrado. Desde aquel día sus vidas serán distintas. Habrán hallado una razón para vivir. Jesús, el Salvador está entre nosotros.
Recostada aun lado de Jesús brindándole calor y refugio seguro, María observa todo lo que pasa. Escucha los relatos de los pastores y contempla sus rostros alborozados. Los deja acercar y tocar despacito a Jesús. Vuelve a mirar sus rostros y los escucha alejarse entre cantos. Todas estas cosas las guarda en el corazón y las medita silenciosa. Forman parte de su ya iniciado camino hacia el Señor. Muchas resultan todavía incomprensibles y misteriosas. Sin embargo, ya habrá tiempo para comprenderlas; mientras tanto, a seguir el camino.
Jesús nace pobre, entre los pobres. Todavía hoy a muchos le cuesta identificar al Dios en el cual han puesto sus esperanzas con este que nace humildemente en un pesebre porque no hay otro sitio para sus padres. Esta solidaridad de Dios con los que sufren, con los que viven marginados, nos interpela y desafía. Entre nosotros también existen muchos hermanos que no tienen lugar. Para ellos no hay sitios en las fabricas u oficinas, para encontrar trabajo digno; tampoco en los hospitales para atender su salud a menudo deteriorada;y cuantos niños vagan por nuestras calles sin que nadie se fije en ellos, sin lugar para ellos en las escuelas (incluso en muchas de enseñanza "católica"). En todo ellos, verdaderas multitudes en algunos países, se hace presente Jesús. Allí llega, llevado por la virgen y desde allí es dado a luz. ¿Qué significa que Jesús nazca entre los pobres?. ¿Cómo hacer de su mensaje una gran alegría para todo el pueblo?. ¿Qué hacer para que el cristianismo recupere su sentido liberador y promotor de una vida mas digna?. Todos estos interrogantes se esclarecen desde la óptica de María, la virgen fiel. Para que Jesús naciera conforme a lo que había sido anunciado, ella camina varios kilómetros hasta Belén. Una vez allí soporta el rechazo y la incomprensión, de los que teniendo, le niegan un sitio para alojarse, ¿Irá a instalarse María con Jesús en nuestros corazones si no estamos abiertos, si rechazamos también a los que necesitan?. Sin quejas, comparte la escasa comodidad del pesebre y allí da a luz a Jesús, en solidaridad con los pobres de todas las épocas. Muchas cosas no comprende pero las medita en su interior y las acepta silenciosas. A veces, la voluntad de Dios no es tan clara como quisiéramos; pero ella nos enseña a decir sí, y ponernos en camino.
Jesús nace pobre. Ellos son los primeros en reconocerlo a través de una señal que todavía hoy puede servirnos. Seguramente en nuestro tiempo no hay pesebres o por lo menos no son tan comunes como entonces. Lo importante es descubrir que Jesús sigue naciendo entre los humildes. Al margen de los grandes acontecimientos. Quizás esté en una pequeña villa o en un hospital o en un Hogar de ancianos o un instituto de menores. Nos hace falta descubrirlo y ponernos a su servicio. Para ello podemos tomar ejemplo de los pastores. Hacernos pobres con ellos, mantenernos en vigilia atenta, aprender a discernir los anuncios que Dios nos hace a diario solo desde un compromiso de vida y acción por los demás podremos hacer del evangelio una gran noticia de esperanza y alegría para todos. Es preciso cambiar el corazón, descubrir dónde está Dios y, simplemente, practicar el amor. Como María.
María, en el nacimiento, entrega lo mejor de sí, su hijo, a los hombres. Vive su maternidad con alegría y entrega fiel al plan del Padre. Comienza una larga etapa en su camino de fe, que culminará frente a la cruz en el calvario. En ese momento María entregará totalmente a su hijo, para que desde la muerte nos conduzca a la vida verdadera. Desde su nacimiento la madre irá preparando a Jesús para esa hora, e irá ella también preparándose para acompañarlo en su misión.
De la madre aprendemos a compartir lo mejor para bien de todos los hombres. Aprendemos a desprendernos de las cosas, y aún de lo que amamos para seguir los caminos de Dios y procurar realizar su voluntad. De ella tomamos fuerzas para comprometernos con nuestro pueblo, sus dolores, sufrimientos y esperanzas. En medio de él queremos gestar la venida de Jesús. De María aprendemos a dar la vida por los que nos rodean y vivir para los demás. Ella alimenta nuestro trabajo por un mundo mejor, donde brille claramente la luz de Jesús, el Salvador.
Primero esta Jesús y su misión, todo gira en torno a él. Incluso su propia vida, libremente ofrecida para ser la madre de Dios.
Los primeros destinatarios de la buena noticia de Jesús, el Salvador, son los pastores. La posada estaría llena de gente; algunos, más importante - o por lo menos más ricos- que María y José; para ellos sí había lugar. Sin embargo, nadie en la posada, ni siquiera en la ciudad, es advertido del nacimiento ocurrido. Podemos pensar que quizás algunos lo hallan conocido, pero sin darle mas importancia que la de un simple parto. Máxime teniendo en cuenta que sus padres eran un sencillo carpintero y su mujer venidos de lejos.
Para descubrir a Jesús es necesario una actitud del corazón, no basta con los sentidos. Puede ocurrirnos, como a sus contemporáneos, que pasemos frente a él sin reconocerlo. Quienes sí descubren a Jesús son los pastores. Alejados de la ciudad pasaban la noche en vela. La noticia del nacimiento los sorprende. La luz del Señor signo de vida y novedad, los envuelve. Sienten temor, que más que miedo es respeto ante las cosas de Dios. También María había experimentado este sentimiento ante la venida del ángel. Pero la presencia de Dios no puede engendrar miedo sino alegría: No teman, les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo. Los pastores, admirados, quieren comprobar por sí mismos lo que habían visto y oído. Se ponen en camino rápidamente en busca del niño. Unos a otros comentan: " Sí, sí; debemos estar atentos. La señal es un niño recién nacido, en pañales, acostado en un pesebre".
Muchos se hubieran reído ante el anuncio del ángel o, por lo menos, no hubiesen prestado atención a sus palabras. Sin embargo, los pastores, hombres pobres y sencillos, reconocen en ese mensaje la esperada llegada del Mesías. Es una gran alegría para todos, la esperanza de la liberación ha llegado. Dios no ha olvidado sus promesas. Está con nosotros. Su nombre es Jesús y ha nacido en un pesebre. Solo los pobres del lugar, los pastores de Belén, tienen conocimiento de suceso. Dios se hace hombre desde los pobres y son ellos los primeros destinatarios de su mensaje.
La pobreza del pesebre y la sencillez de un chiquito recién nacido son la señal segura que confirmará el anuncio. Cosas familiares y cotidianas que los pastores sabrán ver. Dios que nace pobre y solo, entre la paja que servía de descanso a los animales. Los pastores van a su encuentro cantando alegremente. Lo reconocen como suyo. Este es el Mesías. En el pesebre hallan a José, María y el niño. Felices los que creen que se cumplirán las promesas de Dios. Cuentan todo lo que han escuchado y se marchan alegres alabando y glorificando a Dios. Han buscado y han encontrado. Desde aquel día sus vidas serán distintas. Habrán hallado una razón para vivir. Jesús, el Salvador está entre nosotros.
Recostada aun lado de Jesús brindándole calor y refugio seguro, María observa todo lo que pasa. Escucha los relatos de los pastores y contempla sus rostros alborozados. Los deja acercar y tocar despacito a Jesús. Vuelve a mirar sus rostros y los escucha alejarse entre cantos. Todas estas cosas las guarda en el corazón y las medita silenciosa. Forman parte de su ya iniciado camino hacia el Señor. Muchas resultan todavía incomprensibles y misteriosas. Sin embargo, ya habrá tiempo para comprenderlas; mientras tanto, a seguir el camino.
Jesús nace pobre, entre los pobres. Todavía hoy a muchos le cuesta identificar al Dios en el cual han puesto sus esperanzas con este que nace humildemente en un pesebre porque no hay otro sitio para sus padres. Esta solidaridad de Dios con los que sufren, con los que viven marginados, nos interpela y desafía. Entre nosotros también existen muchos hermanos que no tienen lugar. Para ellos no hay sitios en las fabricas u oficinas, para encontrar trabajo digno; tampoco en los hospitales para atender su salud a menudo deteriorada;y cuantos niños vagan por nuestras calles sin que nadie se fije en ellos, sin lugar para ellos en las escuelas (incluso en muchas de enseñanza "católica"). En todo ellos, verdaderas multitudes en algunos países, se hace presente Jesús. Allí llega, llevado por la virgen y desde allí es dado a luz. ¿Qué significa que Jesús nazca entre los pobres?. ¿Cómo hacer de su mensaje una gran alegría para todo el pueblo?. ¿Qué hacer para que el cristianismo recupere su sentido liberador y promotor de una vida mas digna?. Todos estos interrogantes se esclarecen desde la óptica de María, la virgen fiel. Para que Jesús naciera conforme a lo que había sido anunciado, ella camina varios kilómetros hasta Belén. Una vez allí soporta el rechazo y la incomprensión, de los que teniendo, le niegan un sitio para alojarse, ¿Irá a instalarse María con Jesús en nuestros corazones si no estamos abiertos, si rechazamos también a los que necesitan?. Sin quejas, comparte la escasa comodidad del pesebre y allí da a luz a Jesús, en solidaridad con los pobres de todas las épocas. Muchas cosas no comprende pero las medita en su interior y las acepta silenciosas. A veces, la voluntad de Dios no es tan clara como quisiéramos; pero ella nos enseña a decir sí, y ponernos en camino.
Jesús nace pobre. Ellos son los primeros en reconocerlo a través de una señal que todavía hoy puede servirnos. Seguramente en nuestro tiempo no hay pesebres o por lo menos no son tan comunes como entonces. Lo importante es descubrir que Jesús sigue naciendo entre los humildes. Al margen de los grandes acontecimientos. Quizás esté en una pequeña villa o en un hospital o en un Hogar de ancianos o un instituto de menores. Nos hace falta descubrirlo y ponernos a su servicio. Para ello podemos tomar ejemplo de los pastores. Hacernos pobres con ellos, mantenernos en vigilia atenta, aprender a discernir los anuncios que Dios nos hace a diario solo desde un compromiso de vida y acción por los demás podremos hacer del evangelio una gran noticia de esperanza y alegría para todos. Es preciso cambiar el corazón, descubrir dónde está Dios y, simplemente, practicar el amor. Como María.
María, en el nacimiento, entrega lo mejor de sí, su hijo, a los hombres. Vive su maternidad con alegría y entrega fiel al plan del Padre. Comienza una larga etapa en su camino de fe, que culminará frente a la cruz en el calvario. En ese momento María entregará totalmente a su hijo, para que desde la muerte nos conduzca a la vida verdadera. Desde su nacimiento la madre irá preparando a Jesús para esa hora, e irá ella también preparándose para acompañarlo en su misión.
De la madre aprendemos a compartir lo mejor para bien de todos los hombres. Aprendemos a desprendernos de las cosas, y aún de lo que amamos para seguir los caminos de Dios y procurar realizar su voluntad. De ella tomamos fuerzas para comprometernos con nuestro pueblo, sus dolores, sufrimientos y esperanzas. En medio de él queremos gestar la venida de Jesús. De María aprendemos a dar la vida por los que nos rodean y vivir para los demás. Ella alimenta nuestro trabajo por un mundo mejor, donde brille claramente la luz de Jesús, el Salvador.
María,
Tú nos enseñas
Que Jesús nace hoy
También entre los pobres.
Tu presencia viva
Entre los que sufren
Nos estimula a dar la vida
Por Jesús y nuestro pueblo.
Enséñanos a sufrir con los que sufren
Y a esperar con los que esperan,
Y a trabajar firmemente
Por hacer de nuestro mundo
un sitio donde hay lugar para todos,
para vivir dignamentetodos y no unos pocos.
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REFLEXION POR MARCELO MURUA
jueves, diciembre 27, 2007
TE LO ENVIO TU ANGEL
LAS COSAS NO SON SIEMPRE LO QUE PARECEN
Dos Angeles viajeros se pararon para pasar la noche en el hogar de una familia muy adinerada. La familia era ruda y no quiso permitirle a los Angeles que se quedaran en la habitación de huéspedes de la mansión. En vez de ser así, a los Angeles le dieron un espacio pequeño en el frío sótano de la casa. A medida que ellos preparaban sus camas en el duro piso, el Angel más viejo vio un hueco en la pared y lo reparó. Cuando el Angel más joven preguntó ¿por qué?, el Angel más viejo le respondió, "Las Cosas no siempre son lo que parecen."
La siguiente noche, el par de Angeles vino a descansar en la casa de un señor y una señora, muy pobres, pero el señor y su esposa eran muy hospitalarios. Después de compartir la poca comida que la familia pobre tenía, la pareja le permitió a los Angeles que durmieran en su cama donde ellos podrían tener una buena noche de descanso. Cuando amaneció, al siguiente día, los Angeles encontraron bañados en lágrimas al Señor y a su Esposa. La única vaca que tenían, cuya leche había sido su única entrada de dinero, yacía muerta en el campo. El Angel más joven estaba furioso y preguntó al Angel más viejo, ¿cómo pudiste permitir que esto hubiera pasado? El primer hombre lo tenía todo, sin embargo tú lo ayudaste; El Angel más joven le acusaba. La segunda familia tenía muy poco, pero estaba dispuesta a compartirlo todo, y tú permitiste que la vaca muriera.
"Las Cosas no siempre son lo que parecen," le replicó el Angel más viejo. "Cuando estábamos en aquel sótano de la inmensa mansión, yo noté que había oro almacenado en aquel hueco de la pared. Debido a que el propietario estaba tan obsesionado con avaricia y no dispuesto a compartir su buena fortuna, yo sellé el hueco, de manera tal que nunca lo encontraría."
"Luego, anoche mientras dormíamos en la cama de la familia pobre, el ángel de la muerte vino en busca de la esposa del agricultor. Y yo le di a la vaca en su lugar. “Las Cosas no siempre son lo que parecen."
Algunas veces, eso es exactamente lo que pasa cuando las cosas no salen como uno espera que salgan. Si tú tienes fe, solamente necesitas confiar en que cualesquiera que fueran las cosas que vengan, serán siempre para tu ventaja. Y podrías no saber esto hasta un poco más tarde …
Algunas personas vienen a nuestras vidas y rápidamente se van…
oooO
( )
Algunas personas \ (
se convierten en amigos \ _) y
permanecen por un tiempo...
dejando huellas hermosas
en nuestros corazones...
oooO
( ) y nunca volvemos a ser igual, porque hemos hecho un buen amigo!!
\ (
\_ )
Ayer es historia.
Mañana un misterio.
Hoy es un regalo.
Es por ello que es llamado el presente!
Creo que esta vida es especial...vívela y saborea cada momento...Esto no es parte de una presentación o de un show!
(\ /)
( \ __ / )
( \( )/ )
( / \ )
( / ) TOMA ESTE PEQUEÑO ANGEL
( / \/ \ ) Y MANTENLO CERCA DE TI
/ \ ES TU ANGEL GUARDIAN
( ) ENVIADO PARA CUIDARTE
____
ESTE ES UN ANGEL GUARDIAN MUY ESPECIAL...
Dos Angeles viajeros se pararon para pasar la noche en el hogar de una familia muy adinerada. La familia era ruda y no quiso permitirle a los Angeles que se quedaran en la habitación de huéspedes de la mansión. En vez de ser así, a los Angeles le dieron un espacio pequeño en el frío sótano de la casa. A medida que ellos preparaban sus camas en el duro piso, el Angel más viejo vio un hueco en la pared y lo reparó. Cuando el Angel más joven preguntó ¿por qué?, el Angel más viejo le respondió, "Las Cosas no siempre son lo que parecen."
La siguiente noche, el par de Angeles vino a descansar en la casa de un señor y una señora, muy pobres, pero el señor y su esposa eran muy hospitalarios. Después de compartir la poca comida que la familia pobre tenía, la pareja le permitió a los Angeles que durmieran en su cama donde ellos podrían tener una buena noche de descanso. Cuando amaneció, al siguiente día, los Angeles encontraron bañados en lágrimas al Señor y a su Esposa. La única vaca que tenían, cuya leche había sido su única entrada de dinero, yacía muerta en el campo. El Angel más joven estaba furioso y preguntó al Angel más viejo, ¿cómo pudiste permitir que esto hubiera pasado? El primer hombre lo tenía todo, sin embargo tú lo ayudaste; El Angel más joven le acusaba. La segunda familia tenía muy poco, pero estaba dispuesta a compartirlo todo, y tú permitiste que la vaca muriera.
"Las Cosas no siempre son lo que parecen," le replicó el Angel más viejo. "Cuando estábamos en aquel sótano de la inmensa mansión, yo noté que había oro almacenado en aquel hueco de la pared. Debido a que el propietario estaba tan obsesionado con avaricia y no dispuesto a compartir su buena fortuna, yo sellé el hueco, de manera tal que nunca lo encontraría."
"Luego, anoche mientras dormíamos en la cama de la familia pobre, el ángel de la muerte vino en busca de la esposa del agricultor. Y yo le di a la vaca en su lugar. “Las Cosas no siempre son lo que parecen."
Algunas veces, eso es exactamente lo que pasa cuando las cosas no salen como uno espera que salgan. Si tú tienes fe, solamente necesitas confiar en que cualesquiera que fueran las cosas que vengan, serán siempre para tu ventaja. Y podrías no saber esto hasta un poco más tarde …
Algunas personas vienen a nuestras vidas y rápidamente se van…
oooO
( )
Algunas personas \ (
se convierten en amigos \ _) y
permanecen por un tiempo...
dejando huellas hermosas
en nuestros corazones...
oooO
( ) y nunca volvemos a ser igual, porque hemos hecho un buen amigo!!
\ (
\_ )
Ayer es historia.
Mañana un misterio.
Hoy es un regalo.
Es por ello que es llamado el presente!
Creo que esta vida es especial...vívela y saborea cada momento...Esto no es parte de una presentación o de un show!
(\ /)
( \ __ / )
( \( )/ )
( / \ )
( / ) TOMA ESTE PEQUEÑO ANGEL
( / \/ \ ) Y MANTENLO CERCA DE TI
/ \ ES TU ANGEL GUARDIAN
( ) ENVIADO PARA CUIDARTE
____
ESTE ES UN ANGEL GUARDIAN MUY ESPECIAL...
SEMBLANZAS DE NUESTROS INTERCESORES
PROLOGO
por D. José Vicente Pérez Ortiz, en la actualidad Canónigo y Rector del Seminario de Santander, Párroco de Solares en 1994, cuando se escribieron estas Semblanzas.
¡Cuántas veces he oído decir: NO HAY VOCACIONES!
Y nos quedamos con el ánimo decaído. Pero de repente, ha brotado la esperanza con un proyecto genial. Un catequista, me dijo un día, sonriente: “Esta mañana, de madrugada, cuando meditaba, me ha venido una idea interesante relacionada con el tema de las Vocaciones”. Y me lo contó. ¡Qué grata sorpresa! El Señor sigue actuando a través de personas buenas con una gran visión de Iglesia.
Y el catequista comenzó con sus jóvenes de catequesis a enviar a todos los Conventos de España una carta vocacional. ¡Todos unidos a orar con la misma intención! ¡Cómo el Señor no nos va a escuchar! Este Proyecto comenzó siendo pequeño, como un grano de mostaza, y hoy se está convirtiendo en un gran árbol! ¡Una pequeña chispa... provocó un gran incendio!
Se necesita la ayuda del cielo para este proyecto. Por eso se han escogido cuatro intercesores, que ofrecieron su cruz y sufrimiento por las vocaciones:
Gabriel Briones Pérez (1957-1993), un Laico en la Cruz.
Pilar Elizalde Esparza, (1939-1992) Hermana Misionera de María Reparadora
Sor Pilar Argumánez Fuentes (1947-1991) Concepcionista, Religiosa contemplativa
P. Leocadio Galán Barrena (1910-1990) Sacerdote-párroco y Fundador del Instituto de los Esclavos de María y de los Pobres.
Cumplimos el encargo de Cristo: “Pedid y recibiréis”. Ahora le toca a Él conceder para su Iglesia: Sacerdotes, Religiosos, Personas consagradas y Laicos generosos y comprometidos hasta la santidad heroica.
Que Santa María, Reina de los Apóstoles, bendiga este Proyecto Vocacional.
Hoy, 4 de Abril, escribo estas líneas, Domingo de Ramos en el que se conmemora el triunfo de Jesús en Jerusalén. Creo que hoy es un día señalado para hablar solamente de JESUS. Sin embargo, me he permitido la osadía de dedicar estas líneas a una persona muy querida para El y para mí, que también hizo su entrada triunfal en la Jerusalén celestial, en un día muy señalado, elegido por Dios para ella: El día de Navidad. Se trata del tránsito a la Casa del Padre de mi hermana Pilar, Misionera de la Congregación de Hermanas de María Reparadora.
Era el día siete de Diciembre de 1992. Acababan de dar las seis de la mañana. En la Clínica Sta. Isabel, de Sevilla, mi hermana Pilar se encontraba ya en fase terminal.
Le habían operado el día 19 de Noviembre de un cáncer de mama. Unas semanas antes, había llegado a Sevilla, vía Madrid, desde el Perú, donde realizaba su labor como Misionera.
Hacía una hora que yo me encontraba con ella. Había ido a sustituir a las Hermanas que le velaban por la noche. Estaba inquieta. La metástasis se había extendido por todo su cuerpo. Con la confianza de hermano, después de hacer el ofrecimiento de obras del día, le cogí la mano con mucha suavidad, y le dije:
¡Qué suerte tienes, Piluca! ¡Pensar que te vas a ir a la Casa del Padre en el día de la Inmaculada! ¡Qué envidia me das! ¡Qué bien sabes elegir el día!
Apenas pude terminar la frase. Se hizo un silencio grande. Me miró. Las lágrimas se deslizaban por mis mejillas, a pesar de sentir en lo hondo de mi corazón una alegría infinita. Por un lado quería que así fuera, porque su amor por la Virgen Inmaculada era inmenso, no cabía en su pecho. Todos los hermanos nos habíamos hecho a la idea de que se nos marcharía en un día muy señalado. El médico que le atendía en la Clínica nos había dicho que le quedaba muy poca vida y esto hizo que todos los hermanos nos congregáramos a su alrededor. Por primera vez, desde la muerte de nuestra madre, hacía quince años, estábamos juntos los ocho hermanos más los cuñados. Nos queda el recuerdo de una fotografía, todos juntos (era su deseo) alrededor de su cama.
¡No, José Luis, no me voy mañana; me iré a la Casa del Padre el día de Navidad!, me respondió en voz muy bajita.
Aquel día comenzó a experimentar altibajos en su estado terminal. Las mañanas las pasaba un poco mejor que los atardeceres. Por las noches no dormía. Cerraba los ojos y ofrecía sus sufrimientos por sus pobres de Panamá y Perú.
La Noche Buena la pasamos todos los hermanos en nuestros domicilios, Santander y Pamplona, excepto mis hermanas, Carmen, viuda, y Nieves, Misionera Dominica, también en el Perú, y que había venido a España para atenderla en sus últimos días. Las dos estaban en Sevilla.
Aquella Noche Buena fue muy íntima para mis hermanas. Pilar había cenado con ellas una sopa y unos yogures. Había tenido la fuerza suficiente para escribir a sus Hermanas Reparadoras del Perú sus últimos consejos. Eran las 9,30 de la noche y Nieves le acababa de hacer la que sería su última fotografía en la tierra. Se había levantado para cenar. A las 11.40 le dijo a su hermana Nieves, con voz muy queda:
Acuéstame. Estoy muy cansada. Ponme el Belén en esa mesa, junto a la cama.
Le costaba respirar y tenía puesta la mascarilla de oxígeno. Mi hermana la observaba. A las 12.20, cuando amanecía el día de Navidad, dió tres suspiros (de entrega a Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo), inclinó la cabeza hacia la derecha y expiró. Se había cumplido su deseo de ir a la Casa del Padre el día de Navidad.
A su hermana Nieves, un día antes, le había dicho:
“No quiero Misa de Difuntos. La quiero de Resurrección. Nada de ornamentos morados. Que sean blancos, de luz, de alegría, de resurrección, de paz eterna”.
Y así se hizo. El funeral se celebró al día siguiente, de blanco. Lo concelebraron el capellán de las Hermanas de María Reparadora de Sevilla, dos sacerdotes de Huelva que, junto con otras doce personas habían venido a sus exequias, y dos Padres Misioneros. Y se cantó el Alleluya: ¡Resucitó, resucitó, resucitó, Aleluya!
El día 25, día de Navidad, a la 01,30 de la mañana sonaba el teléfono. La Noche Buena, por encargo de mi hermana Pilar, se debía celebrar con la alegría propia del día. Cena de Noche Buena, villancicos, alegría santa de quienes conmemoraban la llegada del Salvador, del Dios-Niño. A las doce de la noche celebrábamos el cumpleaños de mi suegra. Cumplía 83 años. Y estábamos repartiendo los regalos de Navidad (Reyes anticipados), cuando sonó el teléfono. Os podéis imaginar nuestra reacción. Todos esperamos lo peor. Al otro lado del hilo la voz de mi hermana Nieves:
José Luis, Pily acaba de morir santamente. Ya he llamado a todos los hermanos y están en camino. Te llamo para que dispongas lo que creas más conveniente.
Os puedo asegurar que lo primero que vino a mi mente fueron las palabras de mi hermana Pilar aquel día 7 de Diciembre.
•No, José Luis, no me voy mañana. Me iré a la Casa del Padre el día de Navidad.
Parece como si tuviera prisa por celebrar la Navidad, abrazada a Dios Trino y Uno, a su Niño Jesús, a su Madre María, y a San José.
Yo me imagino la fiesta del Cielo. ¡Qué recibimiento el suyo! Después de 30 años entregada al servicio de los más pobres. Había pasado cuatro años en Barcelona, después de sus votos y mientras realizaba los estudios de Teología, al cuidado de los niños con el síndrome de Dawn, muchos, profundos.
No sabes, José Luis, lo que se puede querer a estos niños, me decía un día. En ellos ves a Jesús mejor que en ningún otro sitio.
Otros tres o cuatro años en Málaga, siempre al servicio de los más pobres, dando catequesis a los niños y adultos de los barrios de la periferia de la ciudad. En Marca (Huelva), con permiso de sus Superioras, y durante cuatro años, quiso sufrir en su carne, junto con otras compañeras, la experiencia del trabajo, como obrera. Por su formación universitaria podían haber aspirado a un trabajo administrativo o cosa similar. Ellas eligieron trabajar como personal de limpieza en la Seguridad Social. Sintieron en su sangre la amargura y la injusticia del despido.
Se encararon con la Administración en defensa de sus derechos y el de sus compañeras de trabajo. Con el dinero de la limpieza tenían que sostener su humilde casa (yo llegué a conocerla y dormir en ella, en el suelo), cuidar de la capillita del barrio y atender ¡nunca les quedaba ni un solo céntimo para ellas! a los más pobres y marginados.
Hasta la Providencia parecía que les daba la espalda. Por si era poca la pobreza en que vivían, el río se desbordó y las casas del barrio quedaron anegadas por las aguas en más de un metro...
A los niños y adultos les enseñaban a leer y escribir, a realizar las labores que María realizaría en Nazaret, como madre. Pero, sobre todo, les enseñaron a amar muy de veras a Jesús Eucaristía y a María. Después de sus ocho horas de trabajo (a partir de las cinco de la mañana) y después de su trabajo de apostolado en el Barrio de Los Almendros de Marca, dedicaban su tiempo a la oración reparadora, junto al Santísimo, y a formar a los jóvenes y adultos en el Amor de Dios y en el amor al prójimo.
Desde Marca (Huelva), el trabajo le parecía poco. Marchó a Panamá. 13 años dedicados al apostolado de las tribus autóctonas y, junto a ello, como Maestra de Novicias, a la formación y dirección espiritual de las aspirantes a la vida religiosa de su Congregación.
En Noviembre de 1991 es trasladada a Lima. Su enfermedad ya había hecho presa en ella. Sin embargo, ninguna de sus hermanas religiosas supo nada sobre tan terrible mal. Su vida era normal, totalmente entregada a los demás.
En el mes de Octubre de 1992, después de consultar con los médicos de Lima, y cuando ya nada se podía hacer por su salud, es enviada a Sevilla. El día 19 de Noviembre, es operada de cáncer de mama en la Clínica Sta. Isabel. ¿Desde cuándo supo ella que ya no tenía remedio?
Era el 1 de Octubre de 1989. El día 10 de ese mismo mes cumplía 50 años. Nadie sabía de su enfermedad y la enfermedad iba minando su salud poco a poco. Los primeros síntomas los había advertido siete años atrás. Previendo su fin, ya cercano (tres años más de sufrimiento en silencio), escribía estos versos:
MI DARDO DE AMOR
Mi dardo de Amor
para el postrer día.
Mi dardo de Amor,
Tú bien me lo guardas.
Tu dardo, Dios mío,
Espíritu puro,
será en “aquel día”
obra consumada:
¡Tu dardo de Amor!
La última vez,
¡qué dicha tan fuerte!
deshecho el pecado,
roto su aguijón,
seré toda tuya,
sin miedo a perderte
ni a desagradarte,
con el alma llena
de tu SER - CANCION.
Mi dardo de Amor
será maravilla,
será siempre muestra
del único Dios
que siendo un buen Padre
Ternura infinita-
un Hijo -alegría-,
Esposo querido,
nos dan el Espíritu
que es fuego de Amor.
El último día,
lo espero gozosa,
será el día clave
de mi Redención.
Será la alegría
siempre acá buscada
y que a tropezones
apenas vivió.
El último día,
al Cielo conjuro,
con Teresa al frente,
para que allí venga
junto a la que es Madre,
María, tan bella,
tan dulce, tan tierna,
y allí todos juntos
diremos:¡Loor,
Amor, Alabanza,
al Dios Infinito,
al Dios Trino y Uno,
al Dios del Amor!
El último día,
me visto de gala,
repleta de gracia,
de don, de ilusión,
para aquel abrazo
que no tiene ocaso,
y que solo sabe
decir siempre: ¡AMOR!
El último día,
despierto gozosa
de este lindo sueño,
que acá comenzó,
que tiene sus flores
y también sus cruces,
pero saludables
para nuestra vida,
que a Dios quiere siempre
quitarle su DON.
¡Qué dicha, Dios mío!
no habrá nubarrones,
ni sombras perdidas.
El último día,
¡seré yo tan madre!
pues que el Padre Amante
me dio el Corazón
de María, Hija,
la Esposa y la Madre
de la Creación.
El último día,
¡Dios mío, te quiero!
no habrá sol radiante
el Sol eres Tú.
El último día,
sin ocaso al frente,
podré cantar siempre:
¡Amar al Amor!
El último día,
¡que venga ya pronto!
con la Iglesia digo:
“Marana-ta-Cristo,
ven, Jesús, Señor”.
El último día,
Espíritu suave,
Espíritu ardiente,
Espíritu - Amor.
Me atrae y me lleva,
me coloca al frente
de una gran legión:
legión de pequeños
que otra ley ya tienen:
El primero, el último,
pues es pecador.
El último día,
¡Delicia del Cielo!
el último día,
¡Mi canción de Amor!
El último día,
yo soy transformada,
el último día,
me llamo ya Amor.
El último día,
corazón de Madre,
el último día,
MARIA, soy yo.
El último día
¡soy ya tan dichosa!
el último día,
mi gozo de Amor.
El último día,
vivo ya en familia,
el último día,
“HESED” ya soy yo.
El último día,
mi Dios, Trino y Uno,
el último día,
no habrá amanecer.
El último día,
es un sol radiante,
ya es mediodía,
es Banquete fiel.
El último día,
¡qué será, Dios mío!
Mi último día,
pronto va a llegar:
¿Qué son unos años,
20, 30 al mucho?
Muy presto se pasan
mi Dios, todo Amor.
El último día,
ya está aquí, a la puerta,
¡Ya poco me queda,
por verte, Jesús!
El último día,
lo tengo aquí cerca,
contigo es el cielo,
¡Mi Dios, Mi Señor!
El último día,
¡Qué hermoso te veo!
Tú eres Dios de Amores
que Amor me pidió.
El último día,
yo veré al “mendigo”,
gozando dichoso
porque al fin triunfó
logró que mi vida
toda de Amor fuese,
logró su deseo:
¡Todo COMUNION!
El último día,
el Padre, el Espíritu,
con el Hijo al frente
lograrán mi unión.
El último día...
cuando yo despierte,
abrazada al cuello
del Dios Trino – Amor;
El último día,
Tu DARDO me espera;
El último día,
¡Ven ya pronto, Amor!
¡Para alabanza del Padre!
El “último día”,
ya puede ser HOY.
¡Gracias!
Pilar (1-10-89)
TESTIGO DE SU AMOR AL SEÑOR Y A LOS HOMBRES
Esta página tan sencilla, que vais a leer, me la envió “la Eugenia”, toda una mujer, el alma de la Asociación de Vecinos de El Almendro (Huelva) donde la Hna. Pilar Elizalde, Hna de María Reparadora, vivió su pobreza, pero también su alegría. No he querido añadir ni quitar nada. “La Eugenia”, setenta y muchos años, lo dice todo. (Copiado de la Hoja Parroquial de El Almendro - Huelva).
Nuestra querida Pilar Elizalde,
como paloma blanca, se fue volando hasta el Cielo.
En la Comunidad de la Parroquia de S. Pablo,
quedaron sus alegres recuerdos.
Cómo llegó a la Parroquia lo sabemos todos.
Nos enseñó su Evangelio;
a los pequeños llegó con su corazón abierto,
en catequesis, en Eucaristías, sus cantos estaban abiertos.
Su manera de enseñar...
como Dios podía hacerlo. No le faltaba alegría,
su sonrisa salía de adentro,
para todos sus vecinos del Almendro,
de la Asociación, de la Residencia,
que con su fregona enseñaba el Evangelio a muchos de ellos.
Ella corría, corría, su parada no tenía fin.
Nunca se sintió cansada y un día se nos fue muy lejos,
a Panamá, con los pobres, con los humildes,
con los sencillos, como dice el Evangelio.
Allí encontró a los suyos: Eran grandes,
eran chicos, eran negros.
A todos quería acogerlos..., de comunidad en comunidad...,
Siempre marchaba en busca de ellos.
En Cavuco, como ella me decía... de noche..., de día...,
no cuidaba de su cuerpo.
Jesús murió por nosotros, ella por su Evangelio.
¡Qué enfermedad tan mala le corría por todo el cuerpo!
Últimamente se fue... porque no tenía bastante...hacia el Perú.
Allí no la dejaban vivir.
Solo tenía soltura para ayudar a los demás.
“Sendero Luminoso” la perseguía. Pero ella
hasta que no pudo más con su enfermedad
lo resistió todo.
Yo podría contar mucho más de ella,
ya que fueron once años escribiéndonos.
Ella me decía que no dejara de hacerlo.
Y yo así lo hacía.
Pilar, ya no voy a escribirte más,
pero como estás junto a Dios,
te hablaré en silencio.
El grupo tuyo lo hará igual porque todos te queremos.
Toda la Comunidad te recordará con cariño y amor.
Nos has dejado un gran recuerdo.
Y todos sabemos que en el cielo
están contentos porque a él HA LLEGADO LA ALEGRIA.
Paco Girón, Manolo Salazar (sacerdotes) y toda la Comunidad
no te decimos ¡Adiós!
Tu Resurrección está siempre con nosotros.
Mi familia y “la Eugenia”, como tú me llamabas
te dicen: ¡Hasta siempre!
El día 26 de Diciembre, en su funeral, había quince personas del Almendro.
“La Eugenia”, mientras la enterraban en el Panteón de las Religiosas de su Congregación, nos sorprendió de nuevo. Nos pidió permiso para leer una poesía que Pilar le había dedicado hacía 14 años. Era como un preludio de su entrega a Dios. Decía así:
ROSA ROJA
¡Se tronchó...!
era roja la rosa,
era de un rojo vivo y
¡se tronchó...!
Se rompió por el tallo;
El color le pesaba... ¡pobre flor!
¡Si hubiera sido blanca o amarilla,
si no hubiera tenido ese color...!
Pero, con el color tan encendido,
era roja la rosa y... ¡se tronchó...!
Era roja la rosa de mi vida,
era de un rojo vivo, sólo amor.
Se rompió por el tallo
al sentir la mirada del Señor.
Pero... Tú la quisiste toda roja
y se rompió mi vida... ¡por AMOR!
Ese mismo día 25 de Diciembre, día de su tránsito a la Casa del Padre, una de sus Hermanas de Congregación, nos escribía, vía fax, esta sentida carta:
25 Diciembre 1992
PARA LOS HERMANOS DE LA HNA. PILAR ELIZALDE - SEVILLA
Muy queridos todos:
Esta mañana he recibido la noticia de la muerte de Pilar, después que tenía la sensación de que iba mejorando un poco, aunque sin esperanzas de que llegara a una gran transformación en su proceso de gravedad.
En momentos como éste, las palabras no pueden expresar la fuerza de los sentimientos, pero desde que supe de su enfermedad y las características de la misma, he ido haciendo el camino de la aceptación de lo ya sucedido.
He sentido mucho estar lejos en este momento. Aun sabiendo que la cercanía física no resuelve nada, el proceso de asimilación de la enfermedad se te hace más evidente. Yo me quedo más bien con su imagen de cuando la vi en Perú, seguramente ya bastante enferma, pero sin que lo advirtiéramos.
El dinamismo, el deseo de ayudar a todos, la disponibilidad para los envíos más difíciles, el entusiasmo por el reino de Dios y el fervor de espíritu capaz de pasar muy largos tiempos de oración de día y de noche, hablan algo de su fuerza interior, de su fe. Y es esto lo que quiero guardar sobre todo, con la experiencia vivida de amistad y fraternidad, desde hace tanto tiempo.
Hoy recordaba la primera vez que nos vimos, un poco después de la muerte de vuestro padre. Más tarde la entrada en la vida religiosa, tiempos juntas en el Noviciado y Juniorado y luego cada una por nuestro camino... El Señor nos ha unido, no solamente en la amistad, sino en la vocación y en el compartir una misma experiencia espiritual que nos ha ido acercando cada vez más. Su partida es para mí otro mensaje que a través de ella he recibido de Dios. La vida es para entregarla y cuando ya se ha llenado la parte de cada uno, partir...
Es así como la muerte es el sello de la vida. Es así cómo Dios se hace amor total en la vida personal. Es así, cómo en el mundo guarda para siempre, como semilla que germina en su seno, la presencia del Señor resucitado a quien en estos días celebramos como parte de nosotros mismos.
A cada uno mi unión y mis oraciones. A todos os recuerdo y me siento unida a vuestro dolor y a vuestra esperanza cristiana. Que ella, y los padres y hermanos a quienes ha encontrado ya, sean para vosotros, siempre, consuelo y alegría de parte de Dios.
Un abrazo fuerte,
Hna. P.E., Hna. de María Reparadora.
ALGUNOS RASGOS DE SU ESPIRITUALIDAD
Quizás, una de las cosas que más caracterizan la personalidad de la Hna. Pilar Elizalde, Misionera Reparadora, sea su profundo amor a la Sma. Trinidad, expresada muchas veces en su cuaderno de notas, y su amor a la Eucaristía. Me cuenta una de sus compañeras de Panamá que después de haber andado muchas horas por la selva, con barro hasta las rodillas, y de cruzar lagunas con el agua hasta la cintura, cuando sus acompañantes caían materialmente rendidas por el cansancio, ella se retiraba y pasaba muchas horas ante el Sagrario.
Otra nota característica de su vida espiritual era su inmenso amor a la Virgen María, reflejado múltiples veces en sus poesías y en los resúmenes de sus meditaciones. Jesús y María, junto a su Madre Fundadora, Beata Emilia d’Oultremont, a la que amaba con ternura, como lo refleja en sus notas escritas; Sta. Teresita, con su infancia espiritual; San Francisco de Asís y Sta. Clara, por su amor a la pobreza y su simplicidad de vida; San Ignacio de Loyola y S. Francisco Javier, su paisano, de quien aprendió a darlo todo, desafiando dificultades y peligros. Para ella, el fundamento de su vida era dar a conocer la Palabra de Dios a los pobres y humildes, decirles que Dios es todo AMOR e INFINITA MISERICORDIA y que siempre lo esperasen todo de Jesús y de María, su Madre.
El cumplimiento de las Reglas de su Congregación y sobre todo la Obediencia a sus Superioras, hicieron de ella una religiosa ejemplar hasta su último aliento en la Noche Buena de 1992. Panamá, Perú, su Huelva querida, la llorarán con la alegría de la Resurrección.
por D. José Vicente Pérez Ortiz, en la actualidad Canónigo y Rector del Seminario de Santander, Párroco de Solares en 1994, cuando se escribieron estas Semblanzas.
¡Cuántas veces he oído decir: NO HAY VOCACIONES!
Y nos quedamos con el ánimo decaído. Pero de repente, ha brotado la esperanza con un proyecto genial. Un catequista, me dijo un día, sonriente: “Esta mañana, de madrugada, cuando meditaba, me ha venido una idea interesante relacionada con el tema de las Vocaciones”. Y me lo contó. ¡Qué grata sorpresa! El Señor sigue actuando a través de personas buenas con una gran visión de Iglesia.
Y el catequista comenzó con sus jóvenes de catequesis a enviar a todos los Conventos de España una carta vocacional. ¡Todos unidos a orar con la misma intención! ¡Cómo el Señor no nos va a escuchar! Este Proyecto comenzó siendo pequeño, como un grano de mostaza, y hoy se está convirtiendo en un gran árbol! ¡Una pequeña chispa... provocó un gran incendio!
Se necesita la ayuda del cielo para este proyecto. Por eso se han escogido cuatro intercesores, que ofrecieron su cruz y sufrimiento por las vocaciones:
Gabriel Briones Pérez (1957-1993), un Laico en la Cruz.
Pilar Elizalde Esparza, (1939-1992) Hermana Misionera de María Reparadora
Sor Pilar Argumánez Fuentes (1947-1991) Concepcionista, Religiosa contemplativa
P. Leocadio Galán Barrena (1910-1990) Sacerdote-párroco y Fundador del Instituto de los Esclavos de María y de los Pobres.
Cumplimos el encargo de Cristo: “Pedid y recibiréis”. Ahora le toca a Él conceder para su Iglesia: Sacerdotes, Religiosos, Personas consagradas y Laicos generosos y comprometidos hasta la santidad heroica.
Que Santa María, Reina de los Apóstoles, bendiga este Proyecto Vocacional.
HNA. PILAR ELIZALDE ESPARZA
(1939-1992)
Religiosa Misionera (Panamá y Perú)
de las Hermanas de María Reparadora,
fallecida santamente en Sevilla
el 25 de Diciembre de 1992, a los 53 años de edad.
(1939-1992)
Religiosa Misionera (Panamá y Perú)
de las Hermanas de María Reparadora,
fallecida santamente en Sevilla
el 25 de Diciembre de 1992, a los 53 años de edad.
Hoy, 4 de Abril, escribo estas líneas, Domingo de Ramos en el que se conmemora el triunfo de Jesús en Jerusalén. Creo que hoy es un día señalado para hablar solamente de JESUS. Sin embargo, me he permitido la osadía de dedicar estas líneas a una persona muy querida para El y para mí, que también hizo su entrada triunfal en la Jerusalén celestial, en un día muy señalado, elegido por Dios para ella: El día de Navidad. Se trata del tránsito a la Casa del Padre de mi hermana Pilar, Misionera de la Congregación de Hermanas de María Reparadora.
Era el día siete de Diciembre de 1992. Acababan de dar las seis de la mañana. En la Clínica Sta. Isabel, de Sevilla, mi hermana Pilar se encontraba ya en fase terminal.
Le habían operado el día 19 de Noviembre de un cáncer de mama. Unas semanas antes, había llegado a Sevilla, vía Madrid, desde el Perú, donde realizaba su labor como Misionera.
Hacía una hora que yo me encontraba con ella. Había ido a sustituir a las Hermanas que le velaban por la noche. Estaba inquieta. La metástasis se había extendido por todo su cuerpo. Con la confianza de hermano, después de hacer el ofrecimiento de obras del día, le cogí la mano con mucha suavidad, y le dije:
¡Qué suerte tienes, Piluca! ¡Pensar que te vas a ir a la Casa del Padre en el día de la Inmaculada! ¡Qué envidia me das! ¡Qué bien sabes elegir el día!
Apenas pude terminar la frase. Se hizo un silencio grande. Me miró. Las lágrimas se deslizaban por mis mejillas, a pesar de sentir en lo hondo de mi corazón una alegría infinita. Por un lado quería que así fuera, porque su amor por la Virgen Inmaculada era inmenso, no cabía en su pecho. Todos los hermanos nos habíamos hecho a la idea de que se nos marcharía en un día muy señalado. El médico que le atendía en la Clínica nos había dicho que le quedaba muy poca vida y esto hizo que todos los hermanos nos congregáramos a su alrededor. Por primera vez, desde la muerte de nuestra madre, hacía quince años, estábamos juntos los ocho hermanos más los cuñados. Nos queda el recuerdo de una fotografía, todos juntos (era su deseo) alrededor de su cama.
¡No, José Luis, no me voy mañana; me iré a la Casa del Padre el día de Navidad!, me respondió en voz muy bajita.
Aquel día comenzó a experimentar altibajos en su estado terminal. Las mañanas las pasaba un poco mejor que los atardeceres. Por las noches no dormía. Cerraba los ojos y ofrecía sus sufrimientos por sus pobres de Panamá y Perú.
La Noche Buena la pasamos todos los hermanos en nuestros domicilios, Santander y Pamplona, excepto mis hermanas, Carmen, viuda, y Nieves, Misionera Dominica, también en el Perú, y que había venido a España para atenderla en sus últimos días. Las dos estaban en Sevilla.
Aquella Noche Buena fue muy íntima para mis hermanas. Pilar había cenado con ellas una sopa y unos yogures. Había tenido la fuerza suficiente para escribir a sus Hermanas Reparadoras del Perú sus últimos consejos. Eran las 9,30 de la noche y Nieves le acababa de hacer la que sería su última fotografía en la tierra. Se había levantado para cenar. A las 11.40 le dijo a su hermana Nieves, con voz muy queda:
Acuéstame. Estoy muy cansada. Ponme el Belén en esa mesa, junto a la cama.
Le costaba respirar y tenía puesta la mascarilla de oxígeno. Mi hermana la observaba. A las 12.20, cuando amanecía el día de Navidad, dió tres suspiros (de entrega a Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo), inclinó la cabeza hacia la derecha y expiró. Se había cumplido su deseo de ir a la Casa del Padre el día de Navidad.
A su hermana Nieves, un día antes, le había dicho:
“No quiero Misa de Difuntos. La quiero de Resurrección. Nada de ornamentos morados. Que sean blancos, de luz, de alegría, de resurrección, de paz eterna”.
Y así se hizo. El funeral se celebró al día siguiente, de blanco. Lo concelebraron el capellán de las Hermanas de María Reparadora de Sevilla, dos sacerdotes de Huelva que, junto con otras doce personas habían venido a sus exequias, y dos Padres Misioneros. Y se cantó el Alleluya: ¡Resucitó, resucitó, resucitó, Aleluya!
El día 25, día de Navidad, a la 01,30 de la mañana sonaba el teléfono. La Noche Buena, por encargo de mi hermana Pilar, se debía celebrar con la alegría propia del día. Cena de Noche Buena, villancicos, alegría santa de quienes conmemoraban la llegada del Salvador, del Dios-Niño. A las doce de la noche celebrábamos el cumpleaños de mi suegra. Cumplía 83 años. Y estábamos repartiendo los regalos de Navidad (Reyes anticipados), cuando sonó el teléfono. Os podéis imaginar nuestra reacción. Todos esperamos lo peor. Al otro lado del hilo la voz de mi hermana Nieves:
José Luis, Pily acaba de morir santamente. Ya he llamado a todos los hermanos y están en camino. Te llamo para que dispongas lo que creas más conveniente.
Os puedo asegurar que lo primero que vino a mi mente fueron las palabras de mi hermana Pilar aquel día 7 de Diciembre.
•No, José Luis, no me voy mañana. Me iré a la Casa del Padre el día de Navidad.
Parece como si tuviera prisa por celebrar la Navidad, abrazada a Dios Trino y Uno, a su Niño Jesús, a su Madre María, y a San José.
Yo me imagino la fiesta del Cielo. ¡Qué recibimiento el suyo! Después de 30 años entregada al servicio de los más pobres. Había pasado cuatro años en Barcelona, después de sus votos y mientras realizaba los estudios de Teología, al cuidado de los niños con el síndrome de Dawn, muchos, profundos.
No sabes, José Luis, lo que se puede querer a estos niños, me decía un día. En ellos ves a Jesús mejor que en ningún otro sitio.
Otros tres o cuatro años en Málaga, siempre al servicio de los más pobres, dando catequesis a los niños y adultos de los barrios de la periferia de la ciudad. En Marca (Huelva), con permiso de sus Superioras, y durante cuatro años, quiso sufrir en su carne, junto con otras compañeras, la experiencia del trabajo, como obrera. Por su formación universitaria podían haber aspirado a un trabajo administrativo o cosa similar. Ellas eligieron trabajar como personal de limpieza en la Seguridad Social. Sintieron en su sangre la amargura y la injusticia del despido.
Se encararon con la Administración en defensa de sus derechos y el de sus compañeras de trabajo. Con el dinero de la limpieza tenían que sostener su humilde casa (yo llegué a conocerla y dormir en ella, en el suelo), cuidar de la capillita del barrio y atender ¡nunca les quedaba ni un solo céntimo para ellas! a los más pobres y marginados.
Hasta la Providencia parecía que les daba la espalda. Por si era poca la pobreza en que vivían, el río se desbordó y las casas del barrio quedaron anegadas por las aguas en más de un metro...
A los niños y adultos les enseñaban a leer y escribir, a realizar las labores que María realizaría en Nazaret, como madre. Pero, sobre todo, les enseñaron a amar muy de veras a Jesús Eucaristía y a María. Después de sus ocho horas de trabajo (a partir de las cinco de la mañana) y después de su trabajo de apostolado en el Barrio de Los Almendros de Marca, dedicaban su tiempo a la oración reparadora, junto al Santísimo, y a formar a los jóvenes y adultos en el Amor de Dios y en el amor al prójimo.
Desde Marca (Huelva), el trabajo le parecía poco. Marchó a Panamá. 13 años dedicados al apostolado de las tribus autóctonas y, junto a ello, como Maestra de Novicias, a la formación y dirección espiritual de las aspirantes a la vida religiosa de su Congregación.
En Noviembre de 1991 es trasladada a Lima. Su enfermedad ya había hecho presa en ella. Sin embargo, ninguna de sus hermanas religiosas supo nada sobre tan terrible mal. Su vida era normal, totalmente entregada a los demás.
En el mes de Octubre de 1992, después de consultar con los médicos de Lima, y cuando ya nada se podía hacer por su salud, es enviada a Sevilla. El día 19 de Noviembre, es operada de cáncer de mama en la Clínica Sta. Isabel. ¿Desde cuándo supo ella que ya no tenía remedio?
Era el 1 de Octubre de 1989. El día 10 de ese mismo mes cumplía 50 años. Nadie sabía de su enfermedad y la enfermedad iba minando su salud poco a poco. Los primeros síntomas los había advertido siete años atrás. Previendo su fin, ya cercano (tres años más de sufrimiento en silencio), escribía estos versos:
MI DARDO DE AMOR
Mi dardo de Amor
para el postrer día.
Mi dardo de Amor,
Tú bien me lo guardas.
Tu dardo, Dios mío,
Espíritu puro,
será en “aquel día”
obra consumada:
¡Tu dardo de Amor!
La última vez,
¡qué dicha tan fuerte!
deshecho el pecado,
roto su aguijón,
seré toda tuya,
sin miedo a perderte
ni a desagradarte,
con el alma llena
de tu SER - CANCION.
Mi dardo de Amor
será maravilla,
será siempre muestra
del único Dios
que siendo un buen Padre
Ternura infinita-
un Hijo -alegría-,
Esposo querido,
nos dan el Espíritu
que es fuego de Amor.
El último día,
lo espero gozosa,
será el día clave
de mi Redención.
Será la alegría
siempre acá buscada
y que a tropezones
apenas vivió.
El último día,
al Cielo conjuro,
con Teresa al frente,
para que allí venga
junto a la que es Madre,
María, tan bella,
tan dulce, tan tierna,
y allí todos juntos
diremos:¡Loor,
Amor, Alabanza,
al Dios Infinito,
al Dios Trino y Uno,
al Dios del Amor!
El último día,
me visto de gala,
repleta de gracia,
de don, de ilusión,
para aquel abrazo
que no tiene ocaso,
y que solo sabe
decir siempre: ¡AMOR!
El último día,
despierto gozosa
de este lindo sueño,
que acá comenzó,
que tiene sus flores
y también sus cruces,
pero saludables
para nuestra vida,
que a Dios quiere siempre
quitarle su DON.
¡Qué dicha, Dios mío!
no habrá nubarrones,
ni sombras perdidas.
El último día,
¡seré yo tan madre!
pues que el Padre Amante
me dio el Corazón
de María, Hija,
la Esposa y la Madre
de la Creación.
El último día,
¡Dios mío, te quiero!
no habrá sol radiante
el Sol eres Tú.
El último día,
sin ocaso al frente,
podré cantar siempre:
¡Amar al Amor!
El último día,
¡que venga ya pronto!
con la Iglesia digo:
“Marana-ta-Cristo,
ven, Jesús, Señor”.
El último día,
Espíritu suave,
Espíritu ardiente,
Espíritu - Amor.
Me atrae y me lleva,
me coloca al frente
de una gran legión:
legión de pequeños
que otra ley ya tienen:
El primero, el último,
pues es pecador.
El último día,
¡Delicia del Cielo!
el último día,
¡Mi canción de Amor!
El último día,
yo soy transformada,
el último día,
me llamo ya Amor.
El último día,
corazón de Madre,
el último día,
MARIA, soy yo.
El último día
¡soy ya tan dichosa!
el último día,
mi gozo de Amor.
El último día,
vivo ya en familia,
el último día,
“HESED” ya soy yo.
El último día,
mi Dios, Trino y Uno,
el último día,
no habrá amanecer.
El último día,
es un sol radiante,
ya es mediodía,
es Banquete fiel.
El último día,
¡qué será, Dios mío!
Mi último día,
pronto va a llegar:
¿Qué son unos años,
20, 30 al mucho?
Muy presto se pasan
mi Dios, todo Amor.
El último día,
ya está aquí, a la puerta,
¡Ya poco me queda,
por verte, Jesús!
El último día,
lo tengo aquí cerca,
contigo es el cielo,
¡Mi Dios, Mi Señor!
El último día,
¡Qué hermoso te veo!
Tú eres Dios de Amores
que Amor me pidió.
El último día,
yo veré al “mendigo”,
gozando dichoso
porque al fin triunfó
logró que mi vida
toda de Amor fuese,
logró su deseo:
¡Todo COMUNION!
El último día,
el Padre, el Espíritu,
con el Hijo al frente
lograrán mi unión.
El último día...
cuando yo despierte,
abrazada al cuello
del Dios Trino – Amor;
El último día,
Tu DARDO me espera;
El último día,
¡Ven ya pronto, Amor!
¡Para alabanza del Padre!
El “último día”,
ya puede ser HOY.
¡Gracias!
Pilar (1-10-89)
TESTIGO DE SU AMOR AL SEÑOR Y A LOS HOMBRES
Esta página tan sencilla, que vais a leer, me la envió “la Eugenia”, toda una mujer, el alma de la Asociación de Vecinos de El Almendro (Huelva) donde la Hna. Pilar Elizalde, Hna de María Reparadora, vivió su pobreza, pero también su alegría. No he querido añadir ni quitar nada. “La Eugenia”, setenta y muchos años, lo dice todo. (Copiado de la Hoja Parroquial de El Almendro - Huelva).
Nuestra querida Pilar Elizalde,
como paloma blanca, se fue volando hasta el Cielo.
En la Comunidad de la Parroquia de S. Pablo,
quedaron sus alegres recuerdos.
Cómo llegó a la Parroquia lo sabemos todos.
Nos enseñó su Evangelio;
a los pequeños llegó con su corazón abierto,
en catequesis, en Eucaristías, sus cantos estaban abiertos.
Su manera de enseñar...
como Dios podía hacerlo. No le faltaba alegría,
su sonrisa salía de adentro,
para todos sus vecinos del Almendro,
de la Asociación, de la Residencia,
que con su fregona enseñaba el Evangelio a muchos de ellos.
Ella corría, corría, su parada no tenía fin.
Nunca se sintió cansada y un día se nos fue muy lejos,
a Panamá, con los pobres, con los humildes,
con los sencillos, como dice el Evangelio.
Allí encontró a los suyos: Eran grandes,
eran chicos, eran negros.
A todos quería acogerlos..., de comunidad en comunidad...,
Siempre marchaba en busca de ellos.
En Cavuco, como ella me decía... de noche..., de día...,
no cuidaba de su cuerpo.
Jesús murió por nosotros, ella por su Evangelio.
¡Qué enfermedad tan mala le corría por todo el cuerpo!
Últimamente se fue... porque no tenía bastante...hacia el Perú.
Allí no la dejaban vivir.
Solo tenía soltura para ayudar a los demás.
“Sendero Luminoso” la perseguía. Pero ella
hasta que no pudo más con su enfermedad
lo resistió todo.
Yo podría contar mucho más de ella,
ya que fueron once años escribiéndonos.
Ella me decía que no dejara de hacerlo.
Y yo así lo hacía.
Pilar, ya no voy a escribirte más,
pero como estás junto a Dios,
te hablaré en silencio.
El grupo tuyo lo hará igual porque todos te queremos.
Toda la Comunidad te recordará con cariño y amor.
Nos has dejado un gran recuerdo.
Y todos sabemos que en el cielo
están contentos porque a él HA LLEGADO LA ALEGRIA.
Paco Girón, Manolo Salazar (sacerdotes) y toda la Comunidad
no te decimos ¡Adiós!
Tu Resurrección está siempre con nosotros.
Mi familia y “la Eugenia”, como tú me llamabas
te dicen: ¡Hasta siempre!
El día 26 de Diciembre, en su funeral, había quince personas del Almendro.
“La Eugenia”, mientras la enterraban en el Panteón de las Religiosas de su Congregación, nos sorprendió de nuevo. Nos pidió permiso para leer una poesía que Pilar le había dedicado hacía 14 años. Era como un preludio de su entrega a Dios. Decía así:
ROSA ROJA
¡Se tronchó...!
era roja la rosa,
era de un rojo vivo y
¡se tronchó...!
Se rompió por el tallo;
El color le pesaba... ¡pobre flor!
¡Si hubiera sido blanca o amarilla,
si no hubiera tenido ese color...!
Pero, con el color tan encendido,
era roja la rosa y... ¡se tronchó...!
Era roja la rosa de mi vida,
era de un rojo vivo, sólo amor.
Se rompió por el tallo
al sentir la mirada del Señor.
Pero... Tú la quisiste toda roja
y se rompió mi vida... ¡por AMOR!
Ese mismo día 25 de Diciembre, día de su tránsito a la Casa del Padre, una de sus Hermanas de Congregación, nos escribía, vía fax, esta sentida carta:
25 Diciembre 1992
PARA LOS HERMANOS DE LA HNA. PILAR ELIZALDE - SEVILLA
Muy queridos todos:
Esta mañana he recibido la noticia de la muerte de Pilar, después que tenía la sensación de que iba mejorando un poco, aunque sin esperanzas de que llegara a una gran transformación en su proceso de gravedad.
En momentos como éste, las palabras no pueden expresar la fuerza de los sentimientos, pero desde que supe de su enfermedad y las características de la misma, he ido haciendo el camino de la aceptación de lo ya sucedido.
He sentido mucho estar lejos en este momento. Aun sabiendo que la cercanía física no resuelve nada, el proceso de asimilación de la enfermedad se te hace más evidente. Yo me quedo más bien con su imagen de cuando la vi en Perú, seguramente ya bastante enferma, pero sin que lo advirtiéramos.
El dinamismo, el deseo de ayudar a todos, la disponibilidad para los envíos más difíciles, el entusiasmo por el reino de Dios y el fervor de espíritu capaz de pasar muy largos tiempos de oración de día y de noche, hablan algo de su fuerza interior, de su fe. Y es esto lo que quiero guardar sobre todo, con la experiencia vivida de amistad y fraternidad, desde hace tanto tiempo.
Hoy recordaba la primera vez que nos vimos, un poco después de la muerte de vuestro padre. Más tarde la entrada en la vida religiosa, tiempos juntas en el Noviciado y Juniorado y luego cada una por nuestro camino... El Señor nos ha unido, no solamente en la amistad, sino en la vocación y en el compartir una misma experiencia espiritual que nos ha ido acercando cada vez más. Su partida es para mí otro mensaje que a través de ella he recibido de Dios. La vida es para entregarla y cuando ya se ha llenado la parte de cada uno, partir...
Es así como la muerte es el sello de la vida. Es así cómo Dios se hace amor total en la vida personal. Es así, cómo en el mundo guarda para siempre, como semilla que germina en su seno, la presencia del Señor resucitado a quien en estos días celebramos como parte de nosotros mismos.
A cada uno mi unión y mis oraciones. A todos os recuerdo y me siento unida a vuestro dolor y a vuestra esperanza cristiana. Que ella, y los padres y hermanos a quienes ha encontrado ya, sean para vosotros, siempre, consuelo y alegría de parte de Dios.
Un abrazo fuerte,
Hna. P.E., Hna. de María Reparadora.
ALGUNOS RASGOS DE SU ESPIRITUALIDAD
Quizás, una de las cosas que más caracterizan la personalidad de la Hna. Pilar Elizalde, Misionera Reparadora, sea su profundo amor a la Sma. Trinidad, expresada muchas veces en su cuaderno de notas, y su amor a la Eucaristía. Me cuenta una de sus compañeras de Panamá que después de haber andado muchas horas por la selva, con barro hasta las rodillas, y de cruzar lagunas con el agua hasta la cintura, cuando sus acompañantes caían materialmente rendidas por el cansancio, ella se retiraba y pasaba muchas horas ante el Sagrario.
Otra nota característica de su vida espiritual era su inmenso amor a la Virgen María, reflejado múltiples veces en sus poesías y en los resúmenes de sus meditaciones. Jesús y María, junto a su Madre Fundadora, Beata Emilia d’Oultremont, a la que amaba con ternura, como lo refleja en sus notas escritas; Sta. Teresita, con su infancia espiritual; San Francisco de Asís y Sta. Clara, por su amor a la pobreza y su simplicidad de vida; San Ignacio de Loyola y S. Francisco Javier, su paisano, de quien aprendió a darlo todo, desafiando dificultades y peligros. Para ella, el fundamento de su vida era dar a conocer la Palabra de Dios a los pobres y humildes, decirles que Dios es todo AMOR e INFINITA MISERICORDIA y que siempre lo esperasen todo de Jesús y de María, su Madre.
El cumplimiento de las Reglas de su Congregación y sobre todo la Obediencia a sus Superioras, hicieron de ella una religiosa ejemplar hasta su último aliento en la Noche Buena de 1992. Panamá, Perú, su Huelva querida, la llorarán con la alegría de la Resurrección.
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