lunes, febrero 26, 2007

CAMINO HACIA LA PASCUA

Miércoles de ceniza
"Cuidad de no practicar las virtudes para ser vistos por los hombres" (Mt 6,1)


La piedad cristiana ha de tener siempre dos vertientes: la que se dirige hacia Dios y la que no olvida a los hombres. ¿Cómo puedes decir que quieres al Dios al que no ves y olvidas al hombre al que si ves? “Si dices que amas a Dios, a quien no ves, y no amas a tu hermano a quien ves, eres un mentiroso" (San Juan)
Comenzamos este tiempo de cuaresma con el convencimiento de que, hoy más que nunca, necesitamos de estos días cómo brújula para reorientar nuestra vida hacia Dios.
La piedad cristiana, como don del Espíritu y tarea personal, implica reservar espacios y momentos propicios para que Dios se haga presente en lo más hondo de nuestro ser. E igualmente, cuando uno descubre esa presencia poderosa y dinamizadora, siente necesidad de salir al encuentro de los demás. Jesús, cultivó como nadie, estas dos facetas de la piedad: vivió en sintonía con el Padre y, esa comunión con Dios, la hacía visible a través del compromiso con los más pobres.
San Francisco Javier, como el mismo Jesús, se pasaba largas noches en Malaca orando. Su “Dios de la cruz” era su coloquio preferido e irrenunciable que le centraba para compartir penas y alegrías, pruebas y sufrimientos. Todo lo negativo, ante la cruz y por la oración, se relativizaba. Todo lo bueno, ante la cruz, se convertía en un trampolín de optimismo y de fuerza para su acción evangelizadora.


INTERPELACIÓN PARA HOY

¿Piedad en estos tiempos? Si. La necesitamos: la que baja del cielo para fortalecernos individualmente y, la que surgiendo de nosotros, se explaya para hacer más digna y mejor la vida de los demás.
¿Cómo aramos nuestra vida cristiana? ¿Nos aseguramos zonas para que nuestra vida espiritual crezca? ¿Nos dejamos asfixiar por el mundo de las prisas que nos asola en perjuicio de nuestro cuidado espiritual?


Dime (Anónimo)

Dime: por qué cuando no estoy contigo, los días son más tristes y
melancólicos, cargados de nubes grises y sin un rayo de luz?

Dime: por qué cuando me faltas TU, me irrito con facilidad, no tengo
consideración con los demás, y todos me parecen falsos y embusteros?

Dime: por qué cuando no estás a mi lado, el trabajo se me hace más
pesado, los sufrimientos eternos, las noches de confusión
interminables; y experimento insatisfacción, angustia y duda?


Dime: por qué cuando me ausento de tu presencia, le pierdo sentido a la vida y busco refugio a mi soledad en los vicios y en el aturdimiento, a pesar de que en ellos sólo encuentro sinsabores y tribulación?

Dios mío, no estés lejos; si de Tí me viene la alegría, el deseo de
amar y de vivir, concédeme estar siempre CONTIGO.

J.Leoz

No hay comentarios.: