Decididamente transcurre el noveno mes del Año Paulino que iniciara, el papa Benedicto XVI, el pasado 28 de junio. A esta altura del camino, y faltando poco más de tres meses para concluirlo, es bueno intentar medir algunos posibles resultados y/o comprobar, por consecuencia, si se vislumbran algunos horizontes con características paulinas en nuestros ambientes.
Aunque no podemos exigir mucho, en tan poco tiempo, y esperar resultados a largo plazo, les propongo algunas preguntas para examinarnos:
- ¿Qué literatura de Pablo hemos leídos? ¿A qué acontecimientos paulinos hemos participado?
- ¿Qué influencia ha tenido este año, dedicado al apóstol Pablo, sobre nuestra vida personal, comunitaria y eclesial?
- ¿Qué hemos aprendido del camino misionero de Pablo?
Espero que estas, y otras preguntas que nos podemos hacer, ayuden a ver dónde estamos parados en este Año Paulino, que con tanto entusiasmo programara el Papa hasta el 29 de junio de 2009.
Como cristianos, y como comunidad eclesial, el Año Paulino nos está invitando a transitar por los caminos del Apóstol. En estos tiempos en que hubo muchos cambios de parámetros sociales y que la crisis a nivel mundial nos golpea. ¿Qué tiene que decirnos Pablo? Muchas veces constatamos que algunos se asustan por aquellos que se apartan de la Iglesia, y tal vez no son tan rigorosos a la hora de cuestionarse sobre nuestra responsabilidad en la realidad de lo que pasa.
Sin lugar a dudas, el Apóstol nos traza el camino justo para enfrentar los nuevos desafíos que existen en este llamado “cambio de época”. Todo nos motiva a la creatividad, como Pablo primero fuera retado para entregar el Evangelio a otras culturas y pueblos. Hoy debemos volver a anunciar el mensaje de Jesucristo en una sociedad que está perdiendo sus raíces cristianas. La realidad en la cual vivió Pablo no es la misma que vivimos hoy nosotros, aunque vislumbremos posibles paralelos.
Si deseamos que el mensaje de Jesucristo perdure, con Pablo nos presentamos al hombre y la mujer de hoy, sin temor y con esperanza. Los que entienden el espíritu paulino no se dejan condicionar ante las realidades contrastantes de la realidad nacional, regional e internacional y familiar y eclesial.
Hoy tenemos la oportunidad de hacer comprensible el Evangelio a los hombres de nuestro tiempo, bebiendo del renovando ardor misionero paulino.
Entiendo que hay dos extremos que el misionero del siglo XIX debe evitar: el de quedarse tocando siempre la misma música, como si nada hubiera cambiado, o de bajar la intensidad del anuncio, como desanimados porque a nadie le interesa escuchar el mensaje cristiano. Justamente es Pablo quien ayudó a la Iglesia naciente a cambiar el contenido de su lenguaje, adecuándolo a otras culturas, y ampliando la geografía cristiana existente, visitando a otros pueblos que aún no sabían nada de Jesucristo.
Pablo vivió tiempos y exigencias nuevas, buscando encontrar nuevas respuestas a los nuevos problemas. No quedó paralizado ante lo nuevo que le planteaban los no judíos. Más bien, se dejó conducir por el Espíritu, acertando con las palabras justas para comunicar y hacerse entender por sus interlocutores. De aquí sale la pregunta inicial: ¿Seguimos el camino de Pablo o nos quedamos en la misma propuesta de ayer?
El Año Paulino nos permite reabrir un camino de actualización eclesial. Primero, conocer a Pablo, y luego abrir el horizonte de la misión con palabras adecuadas a la cultura post cristiana de hoy.
Nos invitamos a no perder la oportunidad. Desde este sitio deseamos que no pase sin dejar huellas que perduren en el tiempo.
¡Gracia y Paz a todos ustedes!
Fuente: Soc.S.Pablo
Oración al Apóstol San Pablo por el Año Paulino
¡Oh glorioso San Pablo!, |
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