lunes, enero 05, 2009

NAVIDAD EN EL CONVENTO


 

               

La Navidad en el convento es quizás  la celebración más luminosa y atrayente, cargada de emoción del deseo de recibir de nuevo la alegre noticia de que Dios está con nosotros. Toda la liturgia es una continúa respuesta de Dios y la confianza en el Dios de la alianza: “He aquí que yo pongo por fundamento en Sión una piedra elegida, angular, preciosa y fundamental” (Is 28,16), “Porque una criatura nos ha nacido, un hijo de nos ha dado. Estará el señorío en su hombro, y se llamará su nombre maravilla de consejero, Dios fuerte, siempre Padre, Príncipe de la Paz” ( Is 9,5).Con su presencia quedará revestida la humanidad de toda dignidad, porque toda nuestra vida humana alienta la semilla divina.

Con la riqueza de la liturgia, que nos va mostrando en la Palabra de Dios una historia real de unos profetas que esperaban al Salvador por las promesas dadas a nuestros padres. Con las imágenes que tanto se destacan tanto del Nuevo como del Antiguo Testamento, nos vemos reflejadas en la humilde mujer del pueblo que ora constantemente desde su verdad dándose a su Señor.

María vive del Amor que le ofrece conocimiento y lucidez para responder en cada momento su historia de vida y de profundización de la Escritura. Este tiempo en que por desgracia tenemos que ver tanta pobreza en los inmigrantes, escuchar a gente ahogada por tantos sufrimientos de enfermedad, de soledad, de desengaños, de tantas frustraciones cotidianas; miramos al que viene en el nombre del Señor: Jesús encarnado en el compromiso con los pobres de la tierra.

Nuestra vida no está alejada de esta pobreza, donde sólo triunfa los que son capaces de mentir a costa de los demás, de nuestros hermanos oprimidos por el poder.  Vivimos desde estas realidades orando, contemplando, adorando, sirviendo en continúa acción de gracias, desde este empobrecimiento hablamos a Dios y se dialoga con los hombres. No, nos quedamos en la desesperanza de tanta pobreza, hay que llenarla de luz y de la riqueza de Dios no para que se consuelen sino para que luchen con la verdad.

Por eso hay que celebrar  el don de la fraternidad, vivir con la pobreza de Nazaret compartiendo lo que tenemos, irradiar nuestra alegría profunda de ser consagradas manteniendo la familia de Dios como el ámbito sacramental donde nos vamos realizando como personas creyentes. El ayuno y la abstinencia ya más que la privación están al desechar de nosotras las sombras de la oscuridad de la persona, lo que desfigura el mensaje de Jesús,  que transmite un convento, un hábito y una forma de ser ante la sociedad.

La Casa se adornada con toda clase de figuras y guirnaldas, frases del Evangelio que se hacen con nuestras manos, ¡qué cambio de colorido! Parece que el entorno está rejuvenecido de belleza y esplendor.  Se ora más intensamente teniendo en cuenta  los acontecimientos del mundo para que la Palabra creadora y salvadora sea acogida sin miedos.

Por esto y mucho más es por lo que brindamos en este aniversario del nacimiento de Jesucristo, hijo de María que procede del Padre: Que los pobres sean amados y ayudados por todos nosotros. Que los ricos sean honestos para compartir sus riquezas con los que no tienen tanto y que los políticos aprendan a vivir sin los sueldos tan disparatados con el resto de los demás, sean capaces de renunciar por el bienestar de todos. Que nuestros Presidentes tengan la sensibilidad de servir, ser útiles al pueblo que han puesto en él su confianza para llevar a cabo los proyectos de economía o socioculturales y el respeto a las creencias.

                                     MM. Dominicas, mariaalegriaop@yahoo.es

 

 

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