sábado, noviembre 08, 2008

17/10/08 - SANTA MARGARITA MARÍA de ALACOQUE

Religiosa(1648-1690)
Jesús vino al mundo para salvarnos y el amor que Él tiene a cada uno de los hombres es lo más maravilloso que podemos imaginar. Esta verdad no la predicaban así los jansenistas de los días que aparece en Francia esta maravilla de niña, que luchará desde su retiro de Paray-le-Monial con todas sus fuerzas para demostrar que esto es verdad, que la misericordia de Dios es infinita y que Dios es rico en misericordia.
Nació el 22 de julio de 1647 en la ciudad de Lhautecaur donde su padre Claudio desempeñaba el cargo de notario real. Será la quinta de sus hermanos. Quizá sus padres no pensaron al imponerle el nombre que verdaderamente aquel regalo de Dios sería una «preciosa Margarita para Jesús».
Su niñez fue angelical. A los cuatro añitos fue llevada al castillo de Corcheval donde vivía su madrina Margarita de Saint Amour. Su madrina era profundamente piadosa. A la entrada del castillo estaba la capilla siempre dispuesta para poder ser visitada. Allí pasaba largos ratos de rodillas ante el Santísimo Sacramento y ante el altar de la Virgen María la pequeñina Margarita. Cuando ya sea mayor dirá ella misma: «Toda mi inclinación ya durante estos tiernos años era esconderme en el bosque para estar sola y poder rezar».
En el castillo había dos damas que eran muy diferentes: Una, buen temperamento, cariñosa, amable... pero no vivía bien la fe. Los demás no lo sabían. Margarita huía de ella. La otra era arisca, poco cariñosa, siempre de mal genio y con ésta trataba bastante la niña. Después se supo que ésta era una buena cristiana. La pequeñina tenía buen olfato para conocer las personas.
Muerta su madrina volvió al hogar paterno. Poco después moría su padre. Su madre la quería muchísimo y trataba de educarla lo mejor posible, pero en su casa no era ella la que mandaba y esto le hacía mucho sufrir a la pequeña Margarita que se daba cuenta de todo. Cayó enferma su madre y pidió con todas sus fuerzas al Señor que la curara de aquella enfermedad. Ella se consagraría a Dios si su madre curaba. Repentinamente se sintió curada de todos sus males.
El amor tan profundo y único que sentía por su madre debía ahora quedar relegado a un segundo plano ya que el Señor la llamaba de modo cada día más claro a seguirle en la vida de total consagración, en la vida religiosa. Tuvo que luchar con fuerza ya que los atractivos del mundo, un lisonjero matrimonio, sus familiares... todo le hacía reflexionar sobre el paso que estaba decidida a dar. ¿Será ésta la voluntad de Dios?

Por fin, viéndolo todo claro y después de haberlo consultado bien, a sus 22 años, el 25 de mayo de 1671, al visitar a las religiosas de la Visitación de Paray-le-Monial, oyó una voz que le dijo: «Aquí es donde yo te quiero». María que le había prometido ayudarla en su enfermedad la había traído a su Casa, a las «Hijas de Santa María».
Desde su ingreso en el Noviciado una cosa tuvo bien clara: Su entrega total al Divino Corazón de Jesús tratando de crecer cada día más y más en el amor hacia Él y hacia la Cruz.

El Señor la eligió para ser la «pregonera» de su Corazón Sacratísimo. Vistió el hábito el 25 de agosto de 1671.
Se entregó de lleno también al amor hacia la Virgen María y ésta la colmó de sus gracias sobrenaturales. El Sagrado Corazón se le apareció en muchas ocasiones.
Y he aquí que, el 27 de diciembre de 1673, daba comienzo el descubrimiento espiritual que formará el núcleo de su vida. Así llegó la gran revelación del Corazón de Jesús a su mensajera. Mientras ella adoraba al Santísimo Sacramento en uno de los dias de la infraoctava del Corpus (junio de 1675), Nuestro Señor se le apareció mostrándole su divino Corazón y le dijo:
"Mira este Corazón que tanto ha amado a los hombres y que todo ha perdonado hasta consumirse y agotarse para demostrarles su amor; y, en cambio, no recibe de la mayoría más que ingratitudes, por sus irreverencias, sacrilegios y desacatos en este sacramento de amor.

Pero lo que me es todavía más sensible es que obren así hasta los corazones que de manera especial se han consagrado a Mí.
Por esto te pido que el primer viernes después de la octava del Corpus se celebre una fiesta particular para honrar mi Corazón, comulgando en dicho día y reparando las ofensas que he recibido en el augusto sacramento del altar.
Te prometo que mi Corazón derramará en abundancia las bendiciones de su divino amor sobre cuantos le tributen este homenaje y trabajen en propagar aquella práctica".
Santa Margarita María entiende bien el mensaje que debe transmitir a toda la Iglesia de parte de su divino Salvador.
Le hizo las doce conocidas promesas en favor de los que fueran devotos de su Sagrado Corazón. Este fue «su Gran Encuentro». Entonces ella exclamó como Santo Tomás: «Señor mío y Dios mío». El 17 de octubre de 1690 siente el peso de la Pasión del Señor. Se inmola para siempre. Tenía 43 años. Era una Santa.
Ramillete espiritual: «Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.» Gal. 6, 2
OraciónInfunde, Señor, en nosotros el espíritu de santidad con que enriqueciste tan singularmente a Santa Margarita María, para que también nosotros, lleguemos a conocer por experiencia el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, y seamos colmados de la total plenitud de Dios. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.-
Promesas del Sagrado Corazón a quienes cumplan con los nueve primeros viernes de mes consecutivos.
(1) Les daré todas las gracias necesarias en su estado de vida.
(2) Estableceré la paz en sus hogares.
(3) Los consolaré en todas sus aflicciones.
(4) Seré su refugio en su vida y sobre todo en la muerte.
(5) Bendeciré grandemente todas sus empresas.
(6) Los pecadores encontrarán en Mi Corazón la fuente y el océano infinito de misericordia.
(7) Las almas tibias crecerán en fervor.
(8) Las almas fervorosas alcanzarán mayor perfección.
(9) Bendeciré el hogar o sitio donde esté expuesto Mi Corazón y sea honrado.
(10) Daré a los sacerdotes el don de tocar a los corazones más empedernidos.
(11) Los que propaguen esta devoción, tendrán sus nombres escritos en Mi Corazón, y de El, nunca serán borrados.
(12) Yo les prometo, en el exceso de la infinita misericordia de mi Corazón, que Mi amor todopoderoso le concederá a todos aquellos que comulguen nueve primeros viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final; no morirán, en Mi desgracia ni sin recibir los sacramentos; Mi divino Corazón será su refugio seguro en este último momento.

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