Queridos amigos: Paz y Bien
Hoy comenzamos un tema nuevo,
como DENUNCIA contra
la dignidad de la persona humana:
INJUSTICIAS SOCIALES.
Fuente: LA MARAVILLA DE SER HIJO DE DIOS.
Autor: Padre Ángel Peña Benito, misionero
agustino recoleto, con sede en Lima (Perú).
Tema: INJUSTICIAS SOCIALES.
Hay muchas clases de injusticias sociales, una de las más palpables es la del salario injusto, pues muchos patrones ven al trabajador como un objeto y a su trabajo como una mercancía, que ellos compran al mejor precio. Por eso, cuando hay poco trabajo y mucha demanda, pueden abusar de los trabajadores indefensos, que tienen que trabajar en lo que sea al precio de lo que sea.
Aún es más dramática esta situación, cuando se refiere a inmigrantes o ilegales, que en ciertos países están desprotegidos, sin seguros y con salarios mínimos, por debajo de lo normal del país.Por eso, hay que tener muy en cuenta, como decía el Papa León XIII en la encíclica "Rerum Novarum" y lo recalca Juan Pablo II en la "Centesimus annus", que el trabajo es una actividad ordenada a proveer las necesidades de la vida y, en concreto, a su conservación; y que el trabajo tiene una dimensión social, por su íntima relación con la familia del trabajador.
De ahí que el salario debe ser familiar y alcanzar para el sustento de la familia. Según el Banco mundial, hay en el mundo unos 1,116 millones de personas, que sobreviven con menos de un dólar diario per cápita. Por esto, es urgente que las personas, las empresas y los países ricos superen una visión egoísta de la vida y dejen su pasión obsesiva de "tener más" a costa de quien sea y de lo que sea.
Porque no sólo hay que mirar a los beneficios económicos, sino que hay que procurar crear nuevos puestos de trabajo para dar una vida digna a muchas familias. Esto quiere decir que los ricos no pueden mirar solamente a sus propios intereses económicos y guardar su dinero en Bancos internacionales o usarlo solamente para su propia diversión y viajes de placer, sino que deben ver la manera de colaborar con sus países en la construcción de una sociedad, donde los bienes sean mejor distribuidos y haya más trabajo para todos. La "huida de capitales" puede ser una grave injusticia contra los propios connacionales.
Para la defensa de los trabajadores "la Iglesia aprueba y defiende la creación de sindicatos. Éste es un derecho natural y el Estado no puede impedir su formación, pues debe tutelar los derechos naturales y no destruirlos. Prohibiendo tales asociaciones, se contradiría a sí mismo" (Centessimus Annus, 7).
En ciertas circunstancias "la huelga puede ser moralmente legítima, cuando constituye un recurso inevitable, si no necesario, para obtener un beneficio proporcionado. Pero resulta moralmente inaceptable, cuando va acompañada de violencias o también, cuando se lleva a cabo en función de objetivos no directamente vinculados con las condiciones de trabajo o contrario al bien común" (Catecismo, 2435).
La Iglesia enseña que la propiedad privada no es un derecho incondicional y absoluto, pues tiene una función social. Dios da los bienes para todos y nadie puede apropiárselos de modo absoluto, sino que debe ayudar con ellos a los demás. Esto mismo decía Pablo VI en la encíclica "Populorum Progressio", añadiendo que "el bien común, algunas veces, exige la expropiación si, por el hecho de su extensión, de su explotación deficiente o nula, de la miseria que de ello resulta a la población, del daño considerable producido a los intereses del país, algunas posesiones sirven de obstáculo a la propiedad colectiva" (Centessimus Annus, 24). (continuará).
Un saludo cordial en el Espíritu Santo que habita en nosotros por el Bautismo, y en el Corazón Inmaculado de María.
José Luis Elizalde Esparza
lunes, mayo 26, 2008
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