Es bueno analizar algunos comportamientos de Jesús como Buen Pastor. Esas conductas del Señor serán la base de las que cualquier pastor debe asumir en la guía del rebaño que Dios le ha confiado.
En el evangelio de Juan, leemos: «… las ovejas lo siguen por que conocen su voz» Jn 10, 4 y «Yo soy el buen pastor. Así como mi Padre me conoce a mi y yo conozco a mi Padre, así también yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mi…» Jn 10, 14-15.
I. JESÚS COCONCE A SUS OVEJAS
Jesús nos conoce personalmente, por nuestro nombre. Esa es una hermosa realidad.
En la Biblia se habla del conocimiento que Dios tiene de los hombres. El Salmo 139 (138) Dios lo sabe todo, nos dice que el creador nos conoce desde que se estaba tejiendo nuestro cuerpo en las entrañas maternas. El sabe en detalle toda nuestra vida, nuestras entradas y salidas, estemos sentados o estemos de pie, sea de día o de noche, que vayamos a las alturas o a los abismos, El conoce nuestros pensamientos antes que nuestros labios los puedan expresar.
El es el que todo lo crea, el que todo lo sabe, el que todo lo puede, el que todo lo da y todo lo perdona. El es el Pastor que conoce su rebaño. Esa revelación que el Antiguo Testamento hizo del Padre Celestial, el Nuevo Testamento la aplica a Jesús, el Buen Pastor.
Jesús nos conoce para liberarnos. San Agustín lo comento con estas frases “A veces se encuentran muchas ovejas de Cristo, sin que ella mismas lo adviertan, siendo así que Dios, en los secretos de su predestinación, las ha elegido. Deshonestos que serán frutos castos, blasfemos de Cristo que después creerán en El. Cristo los conoce a todos”
Fray Luís de León, se ocupo de un tema parecido, de la siguiente manera: “Rige y apacienta acomodándose a la necesidad de cada uno, por lo que puede decir que conoce por su nombre a sus ovejas. Que Cristo tiene su estilo con los flacos y el suyo con los crecidos… la perfecta gobernación es la luz vida, que se ajusta siempre a lo particular. Solo Cristo, con su infinita bondad y sabiduría, puede gobernar de ese modo”
II- IMPORTANCIA DE CONOCERSE
En las relaciones humanas es muy importante conocer a las personas, saber sus nombres. Por eso suelen repartirse tarjetas, escarapelas o fotoches, en donde se resalta el nombre de quien las lleva, de modo que quien se encuentre con esa persona pueda hablarle llamándola apropiadamente. Ese sistema lo suelen emplear en las Fuerzas Armadas, para los soldados, y en muchas empresas públicas y privadas, para identificar a los empleados y oficinistas. Bodas de Cana lo usa en sus REM, Jornadas, Seminarios y en todos los eventos que organiza.
Esa es una excepción, porque el mundo actual favorece el anonimato. Las personas se hunden en la marea humana, en donde nadie es conocido ni nadie conoce.
Nadie conoce, era la expresión latinas para aludir a los desconocidos. “Nº” es la sigla con la que se designa a las personas de las que nada se sabe. Así clasifican a los cadáveres no identificados en la morgue, mientras a los presos de las carcelas o a los enfermos de los hospitales los rebautizan con un número.
Quizá muchos hayan percibido expresiones de agrado o las de sorpresa que manifiestan algunas personas cuando un desconocido las llama por su propio nombre. Es tanta la extrañeza de algunos que hasta preguntan como hicieron para conocerlos, sin darse cuenta que ellos mismos llevan su nombre, escrito con caracteres legibles, colgando del cuello o prendido al pecho.
III. MIS OVEJAS ME CONOCEN A MÍ.
Los discípulos de Jesús conocen su voz. No solo su llamado, el silbido con que convoca su rebaño, sino que conocen a Jesús y creen en El: en su divinidad y su humanidad, en su vida y su doctrina, en su amor y su misericordia, en su sabiduría y su poder.
El evangelio nos habla de cómo Jesús fue conocido por los pastores (Lc 2, 16) y por los magos (Mt 2, 11)que lo adoraron. Como lo recibieron Simeón y Ana (Lc 2, 21-38). Como la Virgen Maria conservaba todas las cosas cuidadosamente en el corazón (Lc 2, 51), como los apóstoles fueron llamados por Jesús (Mc 1, 16-20; 2, 13-14), como la samaritana descubrió que Jesús era el Mesías (Jn 4, 25-26), como Zaqueo se oyó llamado por su nombre (Lc 19, 5-6), como un ladrón fue invitado al paraíso (Lc 23, 43), como el centurión romano se dio cuenta de que Jesús era en verdad Hijo de Dios (Mt 27, 54), como Maria Magdalena escucho la voz inconfundible de su Pastor (Jn 20, 16), como lo reconocieron los dos discípulos que iban a Meaux (Lc 24, 30-31), como se dio cuenta el discípulo amado que era Jesús el desconocido que hablaba desde la playa y orientaba a los siete pescadores frustrados que estaban pasando la noche en vano (Jn 21, 7)
Esta experiencia fue similar a la de Pablo cuando caído en tierra, escucho: “Yo soy Jesús, a quien tu persigues” He 9, 5.
Esa es la misma experiencia espiritual que pueden tener hoy los seguidores de Jesús, que escuchan en el corazón la voz del Pastor y reconocen que es El quien los llama, para que estén con El y caminen con El.
CONCLUSION
El evangelio nos dice que Jesús conoce sus ovejas y es conocido por ellas.
Como Dios, su Padre, también Jesús nos conoce individualmente.
Para Jesús, no somos seres anónimos, sino personas concretas.
Los cristianos debemos tener la experiencia de conocer a Jesús, como lo hicieron personajes del Evangelio.
Jesús nos invita a que estemos con El y caminemos con El.
YO SOY EL BUEN PASTOR. EL BUEN PASTOR DA SU VIDA POR LAS OVEJAS. Jn 10, 11.
En el evangelio de Juan, leemos: «… las ovejas lo siguen por que conocen su voz» Jn 10, 4 y «Yo soy el buen pastor. Así como mi Padre me conoce a mi y yo conozco a mi Padre, así también yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mi…» Jn 10, 14-15.
I. JESÚS COCONCE A SUS OVEJAS
Jesús nos conoce personalmente, por nuestro nombre. Esa es una hermosa realidad.
En la Biblia se habla del conocimiento que Dios tiene de los hombres. El Salmo 139 (138) Dios lo sabe todo, nos dice que el creador nos conoce desde que se estaba tejiendo nuestro cuerpo en las entrañas maternas. El sabe en detalle toda nuestra vida, nuestras entradas y salidas, estemos sentados o estemos de pie, sea de día o de noche, que vayamos a las alturas o a los abismos, El conoce nuestros pensamientos antes que nuestros labios los puedan expresar.
El es el que todo lo crea, el que todo lo sabe, el que todo lo puede, el que todo lo da y todo lo perdona. El es el Pastor que conoce su rebaño. Esa revelación que el Antiguo Testamento hizo del Padre Celestial, el Nuevo Testamento la aplica a Jesús, el Buen Pastor.
Jesús nos conoce para liberarnos. San Agustín lo comento con estas frases “A veces se encuentran muchas ovejas de Cristo, sin que ella mismas lo adviertan, siendo así que Dios, en los secretos de su predestinación, las ha elegido. Deshonestos que serán frutos castos, blasfemos de Cristo que después creerán en El. Cristo los conoce a todos”
Fray Luís de León, se ocupo de un tema parecido, de la siguiente manera: “Rige y apacienta acomodándose a la necesidad de cada uno, por lo que puede decir que conoce por su nombre a sus ovejas. Que Cristo tiene su estilo con los flacos y el suyo con los crecidos… la perfecta gobernación es la luz vida, que se ajusta siempre a lo particular. Solo Cristo, con su infinita bondad y sabiduría, puede gobernar de ese modo”
II- IMPORTANCIA DE CONOCERSE
En las relaciones humanas es muy importante conocer a las personas, saber sus nombres. Por eso suelen repartirse tarjetas, escarapelas o fotoches, en donde se resalta el nombre de quien las lleva, de modo que quien se encuentre con esa persona pueda hablarle llamándola apropiadamente. Ese sistema lo suelen emplear en las Fuerzas Armadas, para los soldados, y en muchas empresas públicas y privadas, para identificar a los empleados y oficinistas. Bodas de Cana lo usa en sus REM, Jornadas, Seminarios y en todos los eventos que organiza.
Esa es una excepción, porque el mundo actual favorece el anonimato. Las personas se hunden en la marea humana, en donde nadie es conocido ni nadie conoce.
Nadie conoce, era la expresión latinas para aludir a los desconocidos. “Nº” es la sigla con la que se designa a las personas de las que nada se sabe. Así clasifican a los cadáveres no identificados en la morgue, mientras a los presos de las carcelas o a los enfermos de los hospitales los rebautizan con un número.
Quizá muchos hayan percibido expresiones de agrado o las de sorpresa que manifiestan algunas personas cuando un desconocido las llama por su propio nombre. Es tanta la extrañeza de algunos que hasta preguntan como hicieron para conocerlos, sin darse cuenta que ellos mismos llevan su nombre, escrito con caracteres legibles, colgando del cuello o prendido al pecho.
III. MIS OVEJAS ME CONOCEN A MÍ.
Los discípulos de Jesús conocen su voz. No solo su llamado, el silbido con que convoca su rebaño, sino que conocen a Jesús y creen en El: en su divinidad y su humanidad, en su vida y su doctrina, en su amor y su misericordia, en su sabiduría y su poder.
El evangelio nos habla de cómo Jesús fue conocido por los pastores (Lc 2, 16) y por los magos (Mt 2, 11)que lo adoraron. Como lo recibieron Simeón y Ana (Lc 2, 21-38). Como la Virgen Maria conservaba todas las cosas cuidadosamente en el corazón (Lc 2, 51), como los apóstoles fueron llamados por Jesús (Mc 1, 16-20; 2, 13-14), como la samaritana descubrió que Jesús era el Mesías (Jn 4, 25-26), como Zaqueo se oyó llamado por su nombre (Lc 19, 5-6), como un ladrón fue invitado al paraíso (Lc 23, 43), como el centurión romano se dio cuenta de que Jesús era en verdad Hijo de Dios (Mt 27, 54), como Maria Magdalena escucho la voz inconfundible de su Pastor (Jn 20, 16), como lo reconocieron los dos discípulos que iban a Meaux (Lc 24, 30-31), como se dio cuenta el discípulo amado que era Jesús el desconocido que hablaba desde la playa y orientaba a los siete pescadores frustrados que estaban pasando la noche en vano (Jn 21, 7)
Esta experiencia fue similar a la de Pablo cuando caído en tierra, escucho: “Yo soy Jesús, a quien tu persigues” He 9, 5.
Esa es la misma experiencia espiritual que pueden tener hoy los seguidores de Jesús, que escuchan en el corazón la voz del Pastor y reconocen que es El quien los llama, para que estén con El y caminen con El.
CONCLUSION
El evangelio nos dice que Jesús conoce sus ovejas y es conocido por ellas.
Como Dios, su Padre, también Jesús nos conoce individualmente.
Para Jesús, no somos seres anónimos, sino personas concretas.
Los cristianos debemos tener la experiencia de conocer a Jesús, como lo hicieron personajes del Evangelio.
Jesús nos invita a que estemos con El y caminemos con El.
YO SOY EL BUEN PASTOR. EL BUEN PASTOR DA SU VIDA POR LAS OVEJAS. Jn 10, 11.
1 comentario:
Hola:
Me gusta mucho tu blog.
¡Felices Pascuas!
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