Dejemos que el Espíritu Santo guíe nuestra vida.
“Nos encontramos en la obra de Jesucristo al Espíritu Santo como guía y artífice de la misma. Lo encontramos en el umbral mismo de la vida de Jesucristo: en la encarnación como hacedor de la misma; y nos lo volvemos a encontrar al final, sellando la obra redentora de Cristo, el día de Pentecostés. Está presente a lo largo de toda su vida: lo conduce al desierto, lo unge en el Jordán, y se establece entre los dos una perfecta unión de tal manera que el espíritu de Cristo es el Espíritu Santo.”
Aquí estamos tocando algo esencial o nuclear en la vida cristiana: el cristiano debe dejarse llevar por el Espíritu Santo. Es como la tarjeta de identidad de un auténtico cristiano. El punto de referencia de la bondad o maldad de una acción para un cristiano siempre debe ser lo que dice el Espíritu Santo. Pero el Espíritu actúa a través de sus representantes, comenzando con el Santo Padre. Cuando el Papa aclara la doctrina cristiana muchas veces exige de los cristianos una humilde y sacrificada sumisión de su inteligencia y voluntad al Magisterio de la Iglesia.
Hay muchos casos en los cuales los cristianos tienen que dejarse guiar por el Espíritu Santo. Son bien conocidos los reclamos de los ambientes secularistas de permitir el aborto y eutanasia directos como “conquistas” del hombre moderno.
El Magisterio papal ha aclarado en diversas ocasiones la posición de la Iglesia sobre estos temas vitales. Esta posición no ha tenido una acogida demasiado favorable en ciertas partes del mundo. En el fondo constatamos que hay una lucha entre el Espíritu Santo y el espíritu de este mundo.
Hay muchos casos en los cuales los cristianos tienen que dejarse guiar por el Espíritu Santo. Son bien conocidos los reclamos de los ambientes secularistas de permitir el aborto y eutanasia directos como “conquistas” del hombre moderno.
El Magisterio papal ha aclarado en diversas ocasiones la posición de la Iglesia sobre estos temas vitales. Esta posición no ha tenido una acogida demasiado favorable en ciertas partes del mundo. En el fondo constatamos que hay una lucha entre el Espíritu Santo y el espíritu de este mundo.
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