Queridos amigos: Paz y Bien
Hoy seguimos con uno de los temas más interesantes: LA CENA DEL SEÑOR.
Fuente: JESUS EUCARISTÍA, EL AMIGO QUE SIEMPRE TE ESPERA
Autor: P. Ángel Peña Benito, O:A.R., misionero agustino recoleto
Tema: LA CENA DEL SEÑOR
En la misa decimos: Te pedimos que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del cuerpo y sangre de Cristo. Esta unión era una verdadera realidad entre los primeros cristianos que hasta ponían todos sus bienes en común y, en determinados días hacían mesa en común, poniendo los ricos los manjares y siendo invitados los pobres, que carecían de todo. Después, esta costumbre se fue perdiendo y quedó la colecta de las ofrendas en la misa para repartirlo a los pobres.
Ya en el año 155 S. Justino afirma que en la misa los que poseen bienes dan espontáneamente lo que quieren y lo recogido es consignado al sacerdote que preside, el cual ayuda a los huérfanos, a las viudas, a los necesitados, a los enfermos, a los prisioneros, a los forasteros, en una palabra a los que están en dificultad (Apología 5,67).
Nosotros no podemos comulgar con Cristo y despreciar a los demás, pues todos somos un mismo cuerpo de Cristo y una misma sangre, por participar todos del mismo pan y ser concorpóreos de Cristo (S. Juan Damasceno, De FIDE Ort 4,13). El mismo S. Agustín llama a la Eucaristía “signo de unidad y vínculo de caridad”. Por esto, S. Juan Crisóstomo, ya en su tiempo, ataca a quienes quieren ser cristianos y no tienen caridad con el prójimo y les dice: “Cristo dio a todos por igual su Cuerpo y tú ¿ni siquiera das tu pan? ¿Qué dices? ¿No temes hacer el memorial de Cristo y desprecias a los pobres? ¿No les das a los pobres participación alguna en tu mesa? (In 1 Co hom 27,4). También S. Agustín afirmaba: “come indignamente el Cuerpo y Sangre Cristo quien no vive el amor la unidad y la paz, exigidos por el Cuerpo de Cristo... En ese caso, no recibe un misterio que le aprovecha, sino más bien un sacramento que lo condena (Sermo 227).
Todos formamos una sola y gran familia en Cristo. Todos estamos unidos al mismo Jesucristo. El es el anfitrión que nos invita a su mesa. El está sentado a la mesa con nosotros, como un amigo, en cada Eucaristía, que es el banquete pascual del amor. La Eucaristía es una fiesta de familia, donde todos comemos juntos como hermanos, sin exclusivismos ni marginaciones, y donde se crean lazos de amistad. Por eso, la Eucaristía es fuente de solidaridad y fraternidad. Jesús quiso que todos los hijos del Padre estuvieran sentados a la misma mesa, judíos y no judíos, amos y esclavos, hombres y mujeres... Eso significa que hay que superar las diferencias raciales, sociales, culturales o nacionales para unirnos en la misma mesa y crear unidad. En los primeros tiempos, hasta ponían todos sus bienes en común (Cf Hech 2,44; 4,34). Y se llamaban hermanos (Cf Hech 6,3; 11,1.29; 15,32).
La misa es una fiesta familiar con Cristo y los hermanos. Vayamos bien vestidos a esta fiesta con Jesús, con la mayor limpieza posible de cuerpo y alma. Nuestro Padre Dios nos espera, al menos todos los domingos. ¿No seremos capaces de obedecerle? ¿Le diremos que tenemos cosas más importantes que El?
Si en cada misa repartieran mil dólares, seguramente que se llenarían las iglesias y no habría sitios vacíos, pero no creemos que las bendiciones que recibimos valen muchísimo más, inmensamente más, que todos los dólares del mundo. Si no vemos, no creemos, porque nos falta fe. Y nos pasa como a los habitantes de Nazaret, que no recibían milagros de Jesús, por su falta de fe. Tú, cuando vayas a misa, no vayas como si fueras a la playa o al mercado o a un espectáculo público. Se debe notar hasta en tu porte exterior.
Un saludo cordial en Jesús Eucaristía, el Amigo qe siempre te espera, y en María, Medianera de todas las gracias
José Luis Elizalde
jueves, diciembre 06, 2007
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