sábado, noviembre 10, 2007

La Misericordia de Dios y María Santísima

...Y, como si no hubiera dicho nada acerca de tu Santísima Madre concédeme la gracia de alabarla dignamente, a pesar de todos sus enemigos que lo son tuyos y gritarles a voz en cuello con todos los santos: "No espere alcanzar Misericordia de Dios quien ofenda a su Madre bendita".
Para alcanzar tu Misericordia, una verdadera devoción hacia tu Santísima Madre y difundir esta devoción por toda la tierra, concédeme amarte ardientemente y acepta para ello la súplica inflamada que te dirijo con San Agustín y tus verdaderos amigos:

Tú eres, oh Cristo,

Mi Padre Santo, mi Dios Misericordioso,
Mi Rey poderoso, mi Buen Pastor,
Mi Único Maestro, mi mejor ayuda,
Mi Amado hermosísimo, mi Pan vivo,
Mi Sacerdote por la eternidad,
Mi Guía hacia la Patria,
Mi Luz verdadera, mi dulzura santa,
Mi Camino recto, mi Sabiduría preclara,
Mi humilde simplicidad, mi concordia pacífica,
Mi protección total, mi rica heredad,Mi Salvación eterna....

¡Cristo Jesús, Señor amabilísimo!

¿Por qué habré deseado durante la vida
algo fuera de Ti, mi Jesús y mi Dios?
¿Dónde me hallaba cuando no pensaba en Ti?
Anhelos todos de mi corazón,
inflámense y desbórdense desde ahora
hacia el Señor Jesús;
corran, que mucho se han retrasado,
apresúrense hacia la meta,
busquen a quien buscan.

¡Dulce Jesús, que todo buen corazón dispuesto a la alabanza,
Te ame, se deleite en Ti, se admire ante Ti!
¡Dios de mi corazón!¡Herencia mía, Cristo Jesús!
¡Desfallezca el latir de mi corazón!
Vive, Señor, en mí;
Enciéndase en mi pecho la viva llama de tu Amor,
Acrézcase en incendio;
Arda siempre en el altar de mi corazón,
Queme en mis entrañas,
Incendie lo íntimo de mi alma,
Y que en el día de mi muerte
Comparezca yo consumado en tu Presencia. Amén.
He querido transcribir esta maravillosa plegaria de San Agustín, para que repitiéndola todos los días pidas el Amor de Jesucristo, ese Amor que estamos buscando por medio de la excelsa María.


San Luis María Grignion de Montfort.
"Tratado de la Verdadera Devoción", 66-67

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