III. La conciencia eclesial sobre la Persona Humana,fundamento de la Doctrina Social de la Iglesia
17. La contemplación de la persona humana - el hombre concreto - es la que da origen a toda la Doctrina Social de la Iglesia. Juan XXIII, en la encíclica Mater et Magistra, expresa y sintetiza con claridad la conciencia que la Iglesia tiene sobre ello: “El principio fundamental de esta concepción (de la convivencia humana) consiste en que cada uno de los seres humanos es y debe ser el fundamento, el fin y el sujeto de todas las instituciones en las que se expresa y se actúa la vida social: cada uno de los seres humanos visto en lo que es y en lo que debe ser según su naturaleza intrínsecamente social, y en el plan providencial de su elevación al orden sobrenatural. De este principio fundamental, que defiende la dignidad sagrada de la persona, el Magisterio de la Iglesia,… ha desarrollado, especialmente en este último siglo, una doctrina social, que indica con claridad el camino seguro para reconstruir las relaciones de convivencia según los criterios universales, que responden a la naturaleza, a las diversas esferas del orden temporal y al carácter de la sociedad contemporánea, y precisamente por esto pueden ser aceptados por todos” .
Cuestión a los estudiantes.
18. Releyendo la encíclica Mater et Magistra (1961), y estando con estudiantes de un Centro de estudios como éste, no puedo evitar la siguiente pregunta: ¿quieren ustedes tomarse el pulso y saber cómo andan en el reconocimiento de la dignidad de la persona humana? ¿Y, por tanto, cómo andan en su preparación a la misión que desempeñarán mañana en la Iglesia y en el mundo? ¿Quieren saber desde ahora cómo tratarán mañana a la gente que Dios les encomendará? Les respondo: vean qué importancia le dan al estudio y a la puesta en práctica de la Doctrina Social de la Iglesia. Que no es otra cosa que el desarrollo del principio fundamental de la dignidad de la persona humana; es decir, de la dignidad de toda persona concreta.
En la mencionada encíclica, Juan XXIII exhorta con insistencia a estudiar la Doctrina Social y a aplicarla: “Hoy más que nunca es indispensable que esta doctrina sea conocida, asimilada, llevada a la realidad social en las formas y en la medida que las circunstancias permiten o reclaman: función ardua, pero nobilísima. Con ardiente llamamiento invitamos a cumplir esta función no solo a nuestros hermanos e hijos esparcidos por todo el mundo, sino también a todos los hombres de buena voluntad. Volvemos a afirmar ante todo que la doctrina social cristiana es una parte integrante de la concepción cristiana de la vida. Mientras advertimos con satisfacción que en varios institutos se enseña esta doctrina desde hace tiempo, nos apremia exhortar a que por medio de cursos ordinarios y en forma sistemática se extienda la enseñanza a todos los seminarios y a todos los colegios católicos de cualquier grado. Se introduzca además en los programas de instrucción religiosa de las parroquias y de las asociaciones de apostolado de los seglares; se difunda con medios modernos de expresión: periódicos, revistas, publicaciones de divulgación y científicas, radio y televisión” .
Valor del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia.
19. Han pasado 46 años de esta exhortación. ¿Cuánto hemos crecido los católicos, fieles y pastores, en el conocimiento y práctica de la Doctrina Social de la Iglesia? ¿Cuánto han crecido nuestros centros de formación en su enseñanza y estudio? Para ello hoy ustedes cuentan con un instrumento formidable: el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, redactado y publicado recientemente por el Pontificio Consejo Justicia y Paz, por mandato de Juan Pablo II. Vale la pena recordar lo que dijimos de él los Obispos: “La riqueza intrínseca del Compendio y la autoridad que dispuso su composición, nos permiten considerarlo como un hecho eclesial y pastoral de magnitud. Y, aunque redactado primeramente para uso de los Pastores, recomendamos su estudio y aplicación a todos los miembros del Pueblo de Dios, en particular a los miembros del clero encargados de exponer la doctrina cristiana, a los catequistas, a los docentes católicos y a los fieles laicos que tienen especiales responsabilidades en la construcción de la sociedad” .
IV. Atropellos a los Derechos Humanos
La Dignidad de la Persona fuente de los Derechos Humanos.
20. En vísperas del Adviento de 2005, en la carta pastoral sobre la Doctrina Social de la Iglesia, “Una luz para reconstruir la Nación” (11.11.05), los Obispos argentinos relacionamos la dignidad humana con el misterio de la Encarnación, y desde ella damos el paso a los derechos humanos: “De esta dignidad brotan los derechos fundamentales e inalienables de todo ser humano, que no lo abandonan nunca, desde su concepción hasta su muerte natural. Y esto, no importa su condición: varón o mujer, rico o pobre, sabio o ignorante, inocente o reo, y cualquiera sea su color. Esta dignidad es la clave y el centro del misterio del hombre y de todo lo que lo atañe. Desde ella todo problema humano puede ser iluminado y hallar solución. Esta dignidad nos ilumina también para apreciar la grandeza sublime de la vida terrena y de los esfuerzos con que el hombre procura hacerla más plenamente humana. No por ser peregrino del cielo, el cristiano descuida la construcción de la patria terrena” (2).Es un paso natural. Si tanta es la dignidad de la persona humana, le corresponden por su misma naturaleza todos los derechos que faciliten su desarrollo. De lo contrario hablar de su dignidad sería una declamación puramente retórica.El atropello a las personas y la conciencia de los Derechos humanos.
21. Juan Pablo II, en vísperas del Gran Jubileo de los dos mil años del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, hizo un camino en cierto modo al revés del que hicimos los Obispos: desde esa inminente celebración miró hacia atrás y, contemplando la historia vivida, en especial durante el segundo milenio, y constatando los atropellos cometidos contra la dignidad del hombre y sus derechos inalienables, dedujo cuánto los cristianos hemos olvidado el sentido del misterio de Navidad. Permanecerá para siempre memorable su carta apostólica Tertio Millenio Adveniente (10-11-1994), y la exhortación que en ella hace a que “la Iglesia asuma con una conciencia más viva el pecado de sus hijos recordando todas las circunstancias en las que, a lo largo de la historia, se han alejado del espíritu de Cristo y de su Evangelio, ofreciendo al mundo, en vez del testimonio de una vida inspirada en los valores de la fe, el espectáculo de modos de pensar y actuar que eran verdaderas formas de antitestimonio y escándalo” (n. 33) . Un renglón que el Papa señala especialmente es el atropello a los derechos humanos: “Y sobre el testimonio de la Iglesia en nuestro tiempo, ¿cómo no sentir dolor por la falta de discernimiento, que a veces llega a ser aprobación, de no pocos cristianos, frente a la violación de fundamentales derechos humanos por parte de regímenes totalitarios?”Y con ésta asocia dos claudicaciones más: la injusticia social y el desconocimiento de la DSI: “¿Y no es acaso de lamentar, entre las sombras del presente, la corresponsabilidad de tantos cristianos en graves formas de injusticia y de marginación social? Hay que preguntarse cuántos, entre ellos, conocen a fondo y practican coherentemente las directrices de la doctrina social de la Iglesia” (n.36) .
Auschwitz: monumento a las consecuencias del totalitarismo.
22. Los dos caminos mencionados no son contrarios, sino complementarios. El primero, el de los Obispos argentinos, es lógico, pues apunta a presentar a los fieles la Doctrina Social de la Iglesia y el Compendio de la misma. El otro, el del Papa, es directamente pastoral, pues quería ayudar a los fieles cristianos a preparar el corazón para la celebración del Gran Jubileo.Conviene, sin embargo, que, por un instante, rehagamos el camino del Papa. Porque ha sido el atropello ejercido contra el hombre en una medida nunca antes imaginada lo que ha llevado modernamente a poner de relieve el valor de su Dignidad y de sus Derechos. Sin negar la maldad del colonialismo británico, que se impuso al mundo durante dos siglos, y duró hasta la Segunda Guerra Mundial, y sin negar tampoco la demencia de la guerra nueva inventada por Busch contra el terrorismo, que desde hace cuatro años desangra a Irak, no cabe duda que los regímenes totalitarios surgidos después de la Primera Guerra Mundial, en especial el comunismo soviético y el nazismo, son las expresiones máximas del desprecio al hombre que jamás hayan surgido. A falta de un breve estudio sobre la Segunda Guerra Mundial, les recomiendo a ustedes los jóvenes que lean el Mensaje de Juan Pablo II “Cinquanta anni fa” , en ocasión del 50° aniversario del final de la segunda guerra mundial en Europa (8-5-1995). Y que se formulen algunas preguntas: ¿Cómo fueron posibles tales regímenes totalitarios en Alemania y la URSS, países de cultura muy avanzada y con un cristianismo enraizado desde siglos? ¿Cómo se perpetraron en ellos masacres tan horribles contra los propios conciudadanos? ¿Cómo el antisemitismo alcanzó un grado inimaginable de paranoia que apenas se puede adivinar visitando los lager? Como dice Juan Pablo II, “Auschwitz, junto a otros lager, permanece como el símbolo dramáticamente elocuente de las consecuencias del totalitarismo” (ib.5).
La crueldad contra el hombre: en el mundo y en la Argentina.
23. Ya van sesenta y dos años desde la terminación de la Segunda Guerra. Es muchísimo tiempo. La mayoría de ustedes podría pensar que el nazismo y comunismo son realidades muy antiguas cuyas atrocidades ya no pueden volver a suceder. Por ello conviene que recuerden otros hechos terribles, muy dolorosos y más cercanos a ustedes: la llamada “guerra de limpieza étnica” de los Balcanes en la década del 90, y el genocidio de Ruanda en 1994. Y para no patear la pelota al corner, como si la Argentina fuese un país beatífico, conviene que recuerden “el terror de Estado” instaurado en la Argentina en la década del 70, desde los tiempos de la presidencia de Isabel Perón, proseguido y perfeccionado con crueldad inimaginada por el gobierno de la Junta militar. Y con esto no niego “el estado de terror” instaurado por la guerrilla, ni adhiero a la tesis de que las atrocidades cometidas por ella no configuren también crímenes de lesa humanidad. No creo en absoluto en la llamada teoría de los “Dos demonios”, pero tampoco en la teoría de “Ángeles y demonios” .
24. A pesar del “¡Nunca Más!”, que decimos con tanto ardor, y aunque a ustedes los jóvenes pueda resultarles angustiante lo que les voy a decir: lo que sucedió en la Argentina puede volver a suceder, y peor aún, si como ciudadanos no nos educamos en el respeto absoluto de la dignidad del hombre y de los derechos humanos. Y esto de manera concreta y cotidiana. Las catástrofes estallan de golpe, pero tienen una larga preparación a través de pequeños pasos que, sumados, se tornan irresistibles. Y por si esto les pareciere exceso de pesimismo: ¿recuerdan los sucesos de hace un año, un día como hoy, 17 de octubre, cuando el traslado a San Vicente de los restos del general Perón? ¿Son sólo ramalazos de viejos rencores? ¿O preludios de nuevas discordias? Jesús nos enseña a mirar los sucesos como signos de los tiempos (cf. LC 12,54-56), no como anécdotas para llenar los noticieros. Algo nos dicen. Hemos de saberlos ver e interpretar.
La crueldad de la guerra contra Irak.
25. Y hablando de atropellos de los que ustedes son testigos contemporáneos, pregunto: ¿sesionará alguna vez un tribunal internacional donde George W. Busch, presidente de los EE.UU., rinda cuenta de la guerra contra Irak? ¿Ésta, iniciada con una mentira solemne a los oídos de todo el mundo, no es acaso un crimen de lesa humanidad? Por mucho menos el Presidente Nixon tuvo que renunciar. En cambio, la ciudadanía norteamericana lo confirmó a Busch por un segundo mandato. ¿No conocía ésta su mentira sobre las armas de destrucción masiva? ¿Se ha vuelto cómplice de esa mentira y de las atrocidades del ejército norteamericano? Ya no se podrá decir que éste combate los totalitarismos para sembrar la democracia.Corre por cuenta de quien lo diga que, con esta apreciación, yo avalaría la tiranía de Sadan Husein y los crímenes de lesa humanidad cometidos por él. Pero es preciso afirmar con claridad que un mal no se combate con otro.
La Declaración Universal de los Derechos del Hombre.
26. Volvamos a las crueldades de la Segunda Guerra Mundial. Concluida ésta, y mejor conocido el horror de los campos nazis de exterminio, y luego descubiertas las masacres cometidas por el régimen soviético, la humanidad despertó por un momento. Fue así que las Naciones Unidas, el 10 de diciembre de 1948, votaron la Declaración Universal de los Derechos Humanos, “uno de los documentos más preciosos y más significativos de la historia del derecho”, como lo calificó Juan Pablo II en el 50ª aniversario de su publicación.Sin embargo, el Papa lamenta que “estos derechos fundamentales, proclamados, codificados y celebrados, son todavía objeto de graves y continuas violaciones”. Que “con mucha frecuencia, se afirma la tendencia de algunos a elegir a gusto de sus conveniencias tal o cual derecho dejando de lado aquellos que contradicen sus intereses del momento. Otros no dudan en aislar de su contexto los derechos particulares para mejor obrar a su gusto, confundiendo libertad con licencia, o para asegurarse ventajas que poco tienen que ver con la solidaridad humana… Evitemos que con los años que pasan este texto fundador no sea más que un monumento que se admira, o, peor, un documento de archivos” .
V. Necesidad de una Pastoral de los Derechos Humanos.
27. Juan Pablo II resaltó el cincuentenario de la Declaración Universal de los Derechos de Hombre celebrando en Roma, en julio de 1998, un congreso mundial sobre la Pastoral de los Derechos Humanos. En el discurso de apertura señaló que “el primer objetivo de la pastoral de los derechos humanos es hacer de suerte que la aceptación de los derechos universales en la “letra” implique la puesta en obra de su “espíritu” en todas partes y de la manera más eficaz a partir de la verdad sobre el hombre, de la igual dignidad de toda persona, hombre o mujer, creado a imagen de Dios y hecho hijo de Dios en Cristo” . Esto de “Pastoral de los Derechos Humanos” es un término a registrar, que a los cristianos nos debe merecer una amplia reflexión. Es, sin duda, un aspecto capital de la “Pastoral Social”, que debe ser asumido más explícitamente, con una mejor reflexión y acción pastoral.“Ve, y procede tú de la misma manera”.
28. La principal razón de ello es que la Iglesia no enseña nada, tampoco la dignidad de la persona humana, sólo para que lo conozcamos. Todo el anuncio del Evangelio es para que lo conozcamos con la mente, lo aceptemos en el corazón, lo pongamos por obra, y así vivamos como hombres nuevos. Cuando el doctor de la Ley le pregunta a Jesús “¿quién es mi prójimo?” (Lc 10,30), no le responde con una definición filosófica, sino haciéndole notar quién se comporta como prójimo. Y no sólo eso, sino que lo exhorta a obrar de la misma manera: “¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo?... ‘El que tuvo compasión de él’, le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: ‘Ve, y procede tú de la misma manera’” (Lc 10,36-37).Esto que es válido para cada cristiano, vale también para la Iglesia como cuerpo. Y sobre todo con respecto a la defensa de los derechos humanos. Pues estos son atropellados muchas veces por la autoridad pública, ante la cual la persona individual se encuentra inerme y fácilmente sucumbe. Muy distinto sería que el autoritarismo tuviese que enfrentarse a la opinión y resistencia de una comunidad cuyos miembros, a la vez que respetan a la autoridad, saben resistir sus abusos con fortaleza espiritual y acción política.
Quejas de dolor por una herida que no cierra.
29. En estos días tuvo lugar la condena a prisión perpetua del Capellán de la Policía Bonaerense, el P. Christian Von Wernich. He ofrecido mi oración por él y la seguiré ofreciendo. No pocos, que me encuentran al paso o me envían mails, me manifiestan sus sentimientos, sea frente a la declaración de la Comisión Ejecutiva del Episcopado, sea ante los hechos del 70, incluida la conducta del capellán mencionado. Los siento muy contrapuestos. Pero en todos percibo algo común: perplejidad, disgusto, bronca. En lo jóvenes, perplejidad y disgusto, porque no saben bien de qué se trata y no entienden por qué los vienen a fastidiar con algo que les es ajeno. En los adultos, perplejidad y bronca, porque todavía no han terminado de elaborar su luto por el hijo desparecido o por el marido militar asesinado. A las expresiones de dolor no hay que exigirles lógica, ni responderles en ese plano. Cada dolor es único, no se lo puede comparar con ningún otro y merece ser respetado. Sin embargo, tanto dolor me duele. Y me obliga a preguntarme: ¿qué es lo que en el fondo unos y otros le siguen cuestionando a la Iglesia jerárquica, a pesar de tantos perdones pedidos por escrito, e incluso de uno dramatizado en el 2000 en el Encuentro Eucarístico Nacional en Córdoba, sobre un escenario enorme en el Chateau Carreras, presidido por la cúpula episcopal revestida de morado?
Hablar no basta.
30. La gente no niega las diligencias que hizo cada obispo particular por los encarcelados o desaparecidos de su Diócesis, aunque muchas veces no las conoce. Tampoco se queja porque haya faltado doctrina por par parte del Episcopado. Dejando de lado a los que hoy hablan de mala fe, y excepto los periodistas jóvenes, o los adultos que vivían en su burbuja, todo el mundo sabe que la jerarquía habló cuando en la Argentina, salvo honrosas excepciones personales, no se movía ni una mosca. Me parece que la objeción de fondo es otra: que la jerarquía como cuerpo, además de hablar con documentos públicos y con diálogos reservados, no obró en su momento en forma más práctica. Por ejemplo, organizando alguna iniciativa concreta conocida de todos, que sirviese tanto para canalizar y publicitar las denuncias de desaparecidos, buscarles el rastro, exigir su reaparición, cuanto para difundir mejor la enseñanza impartida sobre el respeto a la dignidad de la persona humana que nunca puede ser atropellada. Lo mismo vale de no haber hecho una más amplia difusión de la enseñanza sobre no resistir la violencia de un régimen militar con la violencia de la guerrilla revolucionaria, y no haber tomado medidas más eficaces con algunos clérigos que flirteaban con la guerrilla. Hoy se vuelve a escuchar: “A mi hijo el cura tal lo embarcó en la guerrilla. Él está hoy vivito y coleando. Pero ¿dónde está mi hijo? ¿Qué medida tomó el Obispo con ese cura? A mí él todavía no me pidió perdón”.
Dolor del pasado para reflexionar la acción pastoral en el futuro.
31. A treinta años de los hechos acaecidos hay gente que sigue llorando. Son situaciones dramáticas que tienen que hacernos reflexionar. Todo lo que se diga, aunque suene disparatado y por momentos ofensivo, es secundario. Sacando bien de mal, hemos de recordar la misión que nos dio Jesús: “Ustedes son la sal de la tierra… Ustedes son la luz del mundo…No se puede ocultar una ciudad situada sobre la montaña” Mt 5,11-14). Ante las reacciones recibidas, intentaré una reflexión. Vale lo que vale. La ofrezco con humildad y libertad. La amnesia argentina: una septicemia peligrosa.
32. Me resulta significativo que todo el mundo mire lo que hizo o no hizo la jerarquía eclesiástica. Y que, en cambio, nadie objete el desastre del breve gobierno del presidente Héctor Cámpora, que comenzó abriendo la cárcel y terminó prácticamente con la masacre de Ezeiza. Que casi nadie recuerde la debacle del gobierno de Isabel Perón y su incapacidad para reprimir la guerrilla conforme a ley y la justicia. Que menos cuestione el disparate histórico del general Perón de haberla llevado a la fórmula presidencial. “¡Con Perón no se jode!”, es lo que hoy se escucha. Que nadie se acuerde que el Partido Justicialista, con Italo Luder a la cabeza, por la simple idolatría a un apellido, se negó a promover la remoción de Isabel Perón por la vía legal del juicio político. Que nadie se acuerde cómo ante la inminencia del golpe desertaron los máximos dirigentes sindicales. Que nadie se acuerde que el Partido Comunista aplaudió el golpe del 24 de marzo del 76. Que nadie recuerde que, excepto el diario La Prensa, ningún medio publicó la lista documentada de los desaparecidos. Que nadie recuerde que muchos medios (diarios, revistas, radios, TV), que hoy continúan existiendo con el mismo nombre, no sólo aplaudieron el golpe, sino que sostuvieron activamente al régimen militar. Que nadie recuerde que muchos acusadores actuales eran en esos años jóvenes exitosos ocupados sólo en labrar su fortuna. En la Argentina nadie se acuerda de nada. Sólo se recuerda lo que no hizo la Iglesia jerárquica en cuanto cuerpo episcopal: un ente compuesto por pocas personas que, humanamente hablando, era débil, - y lo sigue siendo -, pues no disponía de ninguno de los enormes recursos que, para oponerse a la locura de la dictadura militar, tenían los demás grupos sociales: partidos políticos, sindicatos, empresas, universidades, medios de comunicación. Esta amnesia y el falso diagnóstico de lo que sucedió en la Argentina es como una septicemia muy peligrosa, que sigue poniendo en peligro la salud de la República.A la búsqueda de una medicina eficaz.
33. Sin embargo, ante esta amnesia, me surge una pregunta: ¿esta actitud de negar las propias responsabilidades en la hecatombe sufrida, y acusar por ella a la jerarquía eclesiástica, es sólo expresión de la hipocresía tan difundida en el mundo de la política, de la cultura y de los medios de comunicación? ¿O, a pesar de todo, esconde algo válido, que los cristianos, y especialmente los pastores, deberíamos saber rescatar para el futuro? Aunque muchos de los acusadores no crean en el Evangelio, ¿no habría en su acusación un secreto reconocimiento que esperaban encontrar en la Iglesia algo que falta en la Argentina, muy necesario para ser Nación, y que es muy difícil hallar? Esto es lo que pienso. Y esto tan difícil de hallar es la virtud de la “parresía”, la total confianza en Dios, la fortaleza y libertad de espíritu, tan apreciada en la predicación y accionar de los Apóstoles y en el testimonio de los mártires cristianos. Estos sabían respetar a la autoridad, de corazón, así fuese Nerón. Pero, con la fuerza del Espíritu Santo, sabían resistir pacífica y firmemente sus abusos, aunque les costase la cárcel y la muerte. De este modo, aunque no sabían decir la palabra “democracia”, plantaron sus mejores semillas. Tendremos que revisar si este doble enunciado – respeto sincero a la autoridad y resistencia firme a sus abusos - está bien formulado en nuestros Catecismos y tratados de Teología Moral.
Y en qué medida inspira nuestro accionar cristiano. Una misión para el futuro.
34. ¡Muchachos! Mucha gente no cree en Dios. Es probable que haya cada vez más ateos confesos. Pero sin duda los ateos siempre querrán que los cristianos les mostremos por nuestro testimonio de vida que creemos de veras que Dios existe, que para nosotros es el único, a quien amamos por sobre todas las cosas, y que por amor a él amamos a todos los hombres que él creó, y que, por defender su dignidad y sus derechos fundamentales, somos capaces, con la fuerza divina, de soportar la cárcel y la muerte.Tarea a diseñar35. Una Pastoral de los Derechos Humanos, por la que abogó Juan Pablo II, supone algunos supuestos teóricos y líneas prácticas de acción. Pero bosquejar esto lo dejo para mejor ocasión.
+ Carmelo Juan Giaquinta17 octubre 1007,
memoria de San Ignacio de Antioquia, Obispo y Mártir
Seminario Metropolitano Inmaculada Concepción
José Cubas 3543 – 1419 Buenos Aires
Mail: carmelojuangiaquinta@gmail.com
jueves, noviembre 22, 2007
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