sábado, noviembre 10, 2007


¡ALABANZA Y HONOR A TI, OH CRISTO!
Para el Encuentro de este mes hemos seleccionado textos de la Catequesis del Siervo de Dios Juan Pablo II que nos ayudarán a reflexionar sobre LA REALEZA DE CRISTO.
El tercer Domingo de noviembre, último del año litúrgico, celebraremos la Solemnidad de Jesucristo, Rey del universo. Esta fiesta fue instaurada por el Papa Pío XI el 11 de Marzo de 1925. Posteriormente se movió la fecha de la celebración dándole un nuevo sentido. Al cerrar el año litúrgico con esta fiesta se quiso resaltar la importancia de Cristo como centro de toda la historia universal. Es el Alfa y el Omega, el principio y el fin. Cristo reina en las personas con su mensaje de amor, justicia y servicio. El Reino de Cristo es eterno y universal, es decir, para siempre y para todos los hombres.
Desde el anuncio de su Nacimiento, el Hijo Unigénito del Padre, nacido de la Virgen María, es definido "rey", en el sentido mesiánico, es decir, heredero del trono de David, según las promesas de los profetas, para un Reino que no tendrá fin (cf. Lc 1, 32-33). La realeza de Cristo permaneció del todo escondida, hasta sus treinta años, transcurridos en una existencia ordinaria en Nazaret.Después, durante su vida pública, Jesús inauguró el nuevo reino, que "no es de este mundo" (Jn 18, 36), y al final lo realizó plenamente con su Muerte y Resurrección. Apareciendo resucitado a los Apóstoles, les dijo: "Me ha sido dado todo poder en el Cielo y en la tierra" (Mt 28, 18): este poder brota del Amor que Dios manifestó plenamente en el sacrificio de su Hijo.
El Reino de Cristo es don ofrecido a los hombres de todos los tiempos, para que el que crea en el Verbo encarnado "no perezca, sino que tenga vida eterna" (Jn 3, 16). Por eso, precisamente en el último libro de la Biblia, el Apocalipsis, Él proclama: "Yo soy el alfa y la omega, el primero y el último, el principio y el fin" (Ap 22, 13).
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