sábado, octubre 27, 2007

10.4 Nuevos areópagos y centros de decisión

1. Queremos felicitar e incentivar a tantos discípulos y misioneros de Jesucristo que, con su presencia ética coherente, siguen sembrando los valores evangélicos en los ambientes donde tradicionalmente se hace cultura y en los nuevos areópagos: el mundo de las comunicaciones, la construcción de la paz, el desarrollo y la liberación de los pueblos, sobretodo de las minorías, la promoción de la mujer y de los niños, la ecología y la protección de la naturaleza. Y “el vastísimo areópago de la cultura, de la experimentación científica, de las relaciones internacionales”[1]. Evangelizar la cultura, lejos de abandonar la opción preferencial por los pobres y el compromiso con la realidad, nace del amor apasionado a Cristo, que acompaña al Pueblo de Dios en la misión de inculturar el Evangelio en la historia, ardiente e infatigable en su caridad samaritana.
2. Una tarea de gran importancia es la formación de pensadores y personas que estén en los niveles de decisión. Para eso, debemos emplear esfuerzo y creatividad en la evangelización de empresarios, políticos y formadores de opinión, el mundo del trabajo, dirigentes sindicales, cooperativos y comunitarios.
3. En la cultura actual, surgen nuevos campos misioneros y pastorales que se abren. Uno de ellos es, sin duda, la pastoral del turismo
[2] y del entretenimiento, que tiene un campo inmenso de realización en los clubes, en los deportes, salas de cine, centros comerciales y otras opciones que a diario llaman la atención y piden ser evangelizadas.
4. Ante la falsa visión, tan difundida en nuestros días, de una incompatibilidad entre fe y ciencia, la Iglesia proclama que la fe no es irracional. “Fe y razón son dos alas por las cuales el espíritu humano se eleva en la contemplación de la verdad”
[3]. Por esto valoramos a tantos hombres y mujeres de fe y ciencia, que aprendieron a ver en la belleza de la naturaleza las señales del Misterio, del amor y de la bondad de Dios, y son señales luminosas que ayudan a comprender que el libro de la naturaleza y la Sagrada Escritura hablan del mismo Verbo que se hizo carne.
5. Queremos valorar siempre más los espacios de diálogo entre fe y ciencia, incluso en los medios de comunicación. Una forma de hacerlo es a través de la difusión de la reflexión y la obra de los grandes pensadores católicos, especialmente del siglo XX, como referencias para la justa comprensión de la ciencia.
6. Dios no es sólo la suma Verdad. Él es también la suma Bondad y la suprema Belleza. Por eso, “la sociedad tiene necesidad de artistas, de la misma manera como necesita de científicos, técnicos, trabajadores, especialistas, testigos de la fe, profesores, padres y madres, que garanticen el crecimiento de la persona y el progreso de la comunidad, a través de aquella forma sublime de arte que es el ‘arte de educar’”
[4].
7. Es necesario comunicar los valores evangélicos de manera positiva y propositiva. Son muchos los que se dicen descontentos, no tanto con el contenido de la doctrina de la Iglesia, sino con la forma como ésta es presentada. Para eso, en la elaboración de nuestros planes pastorales queremos:
a) Favorecer la formación de un laicado capaz de actuar como verdadero sujeto eclesial y competente interlocutor entre la Iglesia y la sociedad, y la sociedad y la Iglesia.
b) Optimizar el uso de los medios de comunicación católicos, haciéndolos más actuantes y eficaces, sea para la comunicación de la fe, sea para el diálogo entre la Iglesia y la sociedad.
c) Actuar con los artistas, deportistas, profesionales de la moda, periodistas, comunicadores y presentadores, así como con los productores de información en los medios de comunicación, con los intelectuales, profesores, líderes comunitarios y religiosos.
d) Rescatar el papel del sacerdote como formador de opinión.
8. Aprovechando las experiencias de los Centros de Fe y Cultura o Centros Culturales Católicos, trataremos de crear o dinamizar los grupos de diálogo entre la Iglesia y los formadores de opinión de los diversos campos. Convocamos a nuestras Universidades Católicas para que sean cada vez más lugar de producción e irradiación del diálogo entre fe y razón y del pensamiento católico.
9. Les cabe también a las Iglesias de América Latina y de El Caribe crear oportunidades para la utilización del arte en la catequesis de niños, adolescentes y adultos, así como en las diferentes pastorales de la Iglesia. Es necesario también que las acciones de la Iglesia en ese campo sean acompañadas por un mejoramiento técnico y profesional exigido por la propia expresión artística. Por otro lado, es también necesaria la formación de una conciencia crítica que permita juzgar con criterios objetivos la calidad artística de lo que realizamos.
10. Es fundamental que las celebraciones litúrgicas incorporen en sus manifestaciones elementos artísticos que puedan transformar y preparar a la asamblea para el encuentro con Cristo. La valorización de los espacios de cultura existente, donde se incluyen los propios templos, es una tarea esencial para la evangelización por la cultura. En esa línea, también se debe incentivar la creación de centros culturales católicos, necesarios especialmente en las áreas más carentes, donde el acceso a la cultura es más urgente y reclama mejorar el sentido de lo humano.
[1] RM 37
[2] Cf. “Orientaciones para la Pastoral del Turismo”, L’Osservatore Romano, Ed. Italiana, Suppl. n. 157, 12 de julio de 2001.
[3] FR Preámbulo
[4] Juan Pablo II, Carta a los artistas, n. 4, 4 de abril de 1999.

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