sábado, septiembre 15, 2007



Felices los que dan la vida por los demás.

Los que trabajan duro

por la justicia anhelada.

Los que construyen el Reino

desde lugares remotos.

Los que, anónimos y sin primeras planas,

entregan su vida para que otros

vivan más y mejor.

Los que con su diario sacrificio

abren huellas de humanidad nueva

en un mundo mellado

por el egoísmo neoliberal

del "dios-mercado".

Felices los que caminan juntos,

en búsqueda comunitaria

del Reino de Vida Nueva

y Fraternidad Realizada.

Los que se ayudan en las buenas

y en las malas,

los que aprenden

que más pueden dos juntos que uno solo.

Felices TODOS los que piensan primero

en el hermano

y que encuentran su alegría

y el gozo

y el sentido de la vida

en trabajar por los demás

y por el Reino

y por el Señor vivo en medio nuestro.

Olvidado,marginado,solo y abandonado

en los rostros de jóvenes,

de indígenas, de ancianos,

de mujeres solas,

de desempleados

y de tantos otros

(como nos dicen Pueblay los obispos latinoamericanos).

Felices los que aman al hermano concreto.

Los que no se van en palabras

sino que muestran su amor verdadero

en obras de vida, de compañía

y de entrega sincera.

Felices los que enseñan,

los que intentan que todos aprendan

sin distinciones de color, piel o dinero.

Felices los que comparten sus bienes

Dones-regalos del Buen Dios

para vivir como hermanos

y demostrarlo en la práctica.

Los que no guardan con egoísmo

sino que brindan y comparten.

FELICES , SEÑORES,

- y alzo la voz para que escuchen todos

-LOS QUE VIVEN EL MANDAMIENTO PRIMERO

QUE ES AMOR A DIOS EN EL HERMANO.
Y en estos días de final de siglo

por tanto egoísmo e indiferencia signados,

felices los que encuentran

que este amor, hoy,

se revela en un camino:ser solidario,

SER SOLIDARIO.
Marcelo A. Murúa

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