Oficio de Lecturas - Lectura bíblica y Responsorio
V/. Escucharás una palabra de mi boca.
R/. Y les darás la alarma de mi parte.
IICor 10,1-11,6
Hermanos:
Yo, Pablo en persona, ese tan cobarde de cerca y tan valiente de lejos, os voy a dar un aviso con la suavidad y mesura de Cristo. Ahorradme, por favor, tener que hacer el valiente cuando vaya, porque soy muy capaz de descararme con esos que me achacan proceder con miras humanas. Aunque soy hombre y procedo como tal, no milito con miras humanas; las armas de mi servicio no son humanas, es Dios quien les da potencia para derribar fortalezas: derribamos sofismas y cualquier torreón que se yerga contra el conocimiento de Dios. Con esas armas cautivamos los entendimientos, para que obedezcan a Cristo, y estamos equipados para castigar toda desobediencia cuando vuestra obediencia sea completa.
Os fijáis sólo en apariencias. Si alguno está convencido de ser de Cristo, reflexione y verá que nosotros somos tan de Cristo como él. Aunque alardease un poco más de mi autoridad -y me la dio el Señor para construir vuestra comunidad, no para destruirla-, no pienso echarme atrás, no quiero dar la impresión de que os meto miedo sólo con cartas. Dicen ésos: «Las cartas, sí, son duras y severas, pero su aspecto es raquítico y su hablar detestable.» El individuo que dice eso, sepa que cuando lleguemos vamos a ser en los hechos lo que somos de palabra en nuestras cartas.
No nos atrevemos a compararnos o a equipararnos con algunos de esos que se hacen la propaganda. ¡Qué estúpidos! Se miden con su propia medida y luego se comparan consigo mismos. No nos pasamos de la raya, nos atenemos a la medida y al radio de acción que Dios nos ha asignado, y que incluye también a Corinto. No hemos tenido que estirarnos como si no llegáramos hasta ahí: fuimos los primeros en ir a Corinto para predicar el Evangelio de Cristo. Tampoco rebasamos la medida porque alardeamos de sudores ajenos; nuestra esperanza era que, al crecer vuestra fe, pudiéramos ampliar aún más nuestro radio de acción y predicar el Evangelio en las regiones más allá de Corinto; y esto tampoco será alardear de territorio ajeno, entrando en campo ya labrado. El que se gloría que se gloríe del Señor, porque no está aprobado el que se recomienda él solo; sino el que está recomendado por el Señor.
Ojalá me toleraseis unos cuantos desvaríos; bueno, ya sé que me los toleráis. Tengo celos de vosotros, los celos de Dios; quise desposaros con un solo marido, presentándoos a Cristo como una virgen intacta.Pero me temo que, igual que la serpiente sedujo a Eva con su astucia, se pervierta vuestro modo de pensar y abandone la entrega y fidelidad a Cristo. Se presenta cualquiera predicando un Jesús diferente del que yo predico, os propone un espíritu diferente del que recibisteis, y un Evangelio diferente del que aceptasteis, y lo toleráis tan tranquilos. ¿En qué soy yo menos que esos superapóstoles? En el hablar soy inculto, de acuerdo; pero en el saber no, como os lo he demostrado siempre y en todo.
R/. Aunque soy hombre y procedo como tal, no milito con miras humanas; las armas de mi servicio no son humanas.
V/. Tened embrazado el escudo de la fe, tomad por espada la del Espíritu, es decir, la palabra de Dios.
R/. Las armas de mi servicio no son humanas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario