viernes, abril 27, 2007

JAMAS UNA ALEGRIA

Vicente, cuando iba al colegio, se destacaba por suscualidades como alumno y como buen compañero. Siempre atento, prolijo y contodos los elementos necesarios para realizar correctamente sus tareas.
Y también, dispuesto a prestar, a compartir.Si algo le faltaba, presurosose lo solicitaba a sus padres quienes hacían los esfuerzos que fuerannecesarios para procurarle lo que necesitaba.Sin embargo, a pesar detodo esto, Vicente no era un niño feliz.
Siempre sentía que algo le faltaba para poder disfutar a pleno lo que era y lo que tenía.Cuando parecía que las cosas estaban perfectas, alguna nube negra, de esas que auguran tormentas ensombrecía el panorama: por ejemplo, un compañero a quien lehabían regalado algo mejor, otro a quien los demás admiraban por algún motivo o, incluso, un aviso de la televisión ofreciendo algo que él, aún,no poseía.
Pasó el tiempo y las cosas no cambiaron demasiado paraVicente.
En realidad, cambiaron en dimensión.
Fue un joven aplicado y estudioso, con muchos amigos y amigas, una buena novia y exitoso en los deportes y en el trabajo.
Pero también se acrecentó su codicia por lo que le faltaba o creía que le faltaba.
Por eso, Vicente no pudo ser un joven feliz.
Y pasó su juventud deseando aquello que no pudo conseguir; un auto mejor, algún viaje más extenso, otra oportunidad para progresar.Al llegar a la adultez su codicia se había convertido, también, en una codicia adulta.
Eso lo convirtió en un hombre amargado y angustiado, de rostro adusto y ceño fruncido.
Seguía teniendo lo que quería y acopiando bienes de todo tipo pero, al mismo tiempo, ansiando cada vez más y muy preocupado por cuidar lo que había logrado conseguir hasta ese Momento.
Vicente no fue un hombre feliz.
Y pasó su vida queriendo aquello que no tuvo.
Anciano ya, no sólo envidiaba los bienes ajenos sino que empezó a envidiar los bienes propios que él mismo había tenido; la fuerza, el vigor, la alegría, el entusiasmo, la creatividad.
Vicente no supo ser un viejito feliz y pasó los últimos años de su vida añorando imposibles.
Vicente, no fue feliz y en su infelicidad, codició tener el cielo, pero ya era tarde."No codiciarás los bienes de tu prójimo." Ex 20,17"
Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá.
Porque todo el que pide recibe; el que
busca, halla; y al que llama, se le abrirá." Mt 7,7-8

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