sábado, abril 28, 2007

Virgen de Medjugorje

El 24 de junio de 1981, en un pequeño pueblo de la ex-Yugoslavia (actualmente pertenece al estado independiente de Bosnia-Herzegovina) llamado Medjugorje, una villa rural ubicada dentro de las montañas, la Santísima Virgen María se apareció a seis jóvenes lugareños y dejando mensajes al mundo, y desde entonces les deja mensajes los 25 de cada mes. Ella nos dice que Dios la ha enviado a nuestro mundo y, que estos años que pasa entre nosotros son un tiempo de Gracia regalado por el Señor. En sus propias palabras, Ella nos dice:"He venido a decirle al mundo que Dios existe. El es la plenitud de vida, y para disfrutar esta plenitud y paz, ustedes deben volver a Dios..." La misión de Nuestra Señora es de paz y amor. ¡Que fantástica oportunidad tenemos ante nosotros! Es importante que comprendamos tanto la magnitud como la urgencia del llamado de María a la conversión y que respondamos plenamente y de corazón.
"¡Queridos hijos!También hoy los invito de nuevo a la conversión. ¡Abran sus corazones! Mientras estoy con ustedes, este es un tiempo de gracia; aprovéchenlo. Digan: "Este es el tiempo para mi alma". Yo estoy con ustedes y los amo con un amor inconmensurable. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!"Medjugorje,Mensaje del 25 de abril de 2007



Dios te salve, María,
llena eres de gracia,
el Señor es contigo,
bendita tú eres entre todas las mujeres
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amen.

viernes, abril 27, 2007

JAMAS UNA ALEGRIA

Vicente, cuando iba al colegio, se destacaba por suscualidades como alumno y como buen compañero. Siempre atento, prolijo y contodos los elementos necesarios para realizar correctamente sus tareas.
Y también, dispuesto a prestar, a compartir.Si algo le faltaba, presurosose lo solicitaba a sus padres quienes hacían los esfuerzos que fuerannecesarios para procurarle lo que necesitaba.Sin embargo, a pesar detodo esto, Vicente no era un niño feliz.
Siempre sentía que algo le faltaba para poder disfutar a pleno lo que era y lo que tenía.Cuando parecía que las cosas estaban perfectas, alguna nube negra, de esas que auguran tormentas ensombrecía el panorama: por ejemplo, un compañero a quien lehabían regalado algo mejor, otro a quien los demás admiraban por algún motivo o, incluso, un aviso de la televisión ofreciendo algo que él, aún,no poseía.
Pasó el tiempo y las cosas no cambiaron demasiado paraVicente.
En realidad, cambiaron en dimensión.
Fue un joven aplicado y estudioso, con muchos amigos y amigas, una buena novia y exitoso en los deportes y en el trabajo.
Pero también se acrecentó su codicia por lo que le faltaba o creía que le faltaba.
Por eso, Vicente no pudo ser un joven feliz.
Y pasó su juventud deseando aquello que no pudo conseguir; un auto mejor, algún viaje más extenso, otra oportunidad para progresar.Al llegar a la adultez su codicia se había convertido, también, en una codicia adulta.
Eso lo convirtió en un hombre amargado y angustiado, de rostro adusto y ceño fruncido.
Seguía teniendo lo que quería y acopiando bienes de todo tipo pero, al mismo tiempo, ansiando cada vez más y muy preocupado por cuidar lo que había logrado conseguir hasta ese Momento.
Vicente no fue un hombre feliz.
Y pasó su vida queriendo aquello que no tuvo.
Anciano ya, no sólo envidiaba los bienes ajenos sino que empezó a envidiar los bienes propios que él mismo había tenido; la fuerza, el vigor, la alegría, el entusiasmo, la creatividad.
Vicente no supo ser un viejito feliz y pasó los últimos años de su vida añorando imposibles.
Vicente, no fue feliz y en su infelicidad, codició tener el cielo, pero ya era tarde."No codiciarás los bienes de tu prójimo." Ex 20,17"
Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá.
Porque todo el que pide recibe; el que
busca, halla; y al que llama, se le abrirá." Mt 7,7-8

EL CIRCULO DEL 99

Había una vez un rey muy triste que tenía un sirviente que era muy feliz.
Todas las mañanas llegaba a traer el desayuno y despertaba al rey, cantando y tarareando alegres canciones de juglares.
Una sonrisa se dibujaba en su distendida cara y su actitud para con la vida era siempre serena y alegre.
Un día el rey lo mandó a llamar. - Paje, le dijo - ¿Cuál es el secreto?
- ¿Qué secreto, Majestad?
- ¿Cuál es el secreto de tu alegría? - No hay ningún secreto, Alteza.
- No me mientas, paje. He mandado a cortar cabezas por ofensas menores que una mentira.
- No le miento, Alteza, no guardo ningún secreto.
- ¿Por qué estás siempre alegre y feliz?
- Eh, ¿porqué?
- Majestad, no tengo razones para estar triste. Su Alteza me honra permitiéndome atenderlo. Tengo mi esposa y mis hijos viviendo en la casa que la Corte nos ha asignado, somos vestidos y alimentados y además, su Alteza me premia de vez en cuando con algunas monedas para darnos algunos gustos, ¿Cómo no estar feliz?
- Si no me dices ya mismo el secreto, te haré decapitar - dijo el rey. Nadie puede ser feliz por esas razones que has dado.
- Pero, Majestad, no hay secreto. Nada me gustaría más que complacerlo, pero no hay nada que yo esté ocultando...
- ¡Vete, vete antes de que llame al verdugo!
El sirviente sonrió, hizo una reverencia y salió de la habitación. El rey estaba como loco. No consiguió explicarse como el paje estaba feliz viviendo de prestado, usando ropa usada y alimentándose de las sobras de los cortesanos.
Cuando se calmó, llamó al más sabio de sus asesores y le contó su conversación de la mañana.
- ¿Porqué él es feliz?
- Ah, Majestad, lo que sucede es que él esta fuera del círculo.
- ¿Fuera del círculo?
- Así es.
- ¿Y eso es lo que lo hace feliz?
- No Majestad, eso es lo que no lo hace infeliz.
- A ver si entiendo, estar en el círculo te hace infeliz.
- Así es.
- ¿Y cómo salió?
- Nunca entró
- ¿Qué círculo es ese?
- El círculo del 99.
- Verdaderamente, no te entiendo nada.
- La única manera para que entendieras, sería mostrártelo en los hechos.
- ¿Cómo?
- Haciendo entrar a tu paje en el círculo.
- Eso, obliguémoslo a entrar.
- No, Alteza, nadie puede obligar a nadie a entrar en el círculo.
- Entonces habrá que engañarlo.
- No hace falta, Su Majestad. Si le damos la oportunidad, él entrará solito.
- ¿Solito? ¿Pero él no se dará cuenta de que eso es su infelicidad?
- Si se dará cuenta.
- ¡Entonces no entrará!
- No lo podrá evitar.
- ¿Dices que él se dará cuenta de la infelicidad que le causará entrar en ese ridículo círculo, y de todos modos entrará en él y no podrá salir?
- Tal cual Majestad; ¿está dispuesto a>perder un excelente sirviente para poder entender la estructura del círculo?
- Sí.
- Bien, esta noche te pasaré a buscar. Debes tener preparada una bolsa de cuero con 99 monedas de oro, ni una más ni una menos. - ¡99! ¿Qué más? ¿Llevo los guardias por si acaso?
- Nada más que la bolsa de cuero. Majestad, hasta la noche..
Así fue. Esa noche, el sabio pasó a buscar al rey. Juntos se escurrieron hasta los patios del palacio y se ocultaron, junto a la casa del paje. Allí esperaron el alba. Cuando dentro de la casa se encendió la primera vela, el hombre sabio agarró la bolsa y le pinchó un papel que decía: "Este tesoro es tuyo. Es el premio por ser un buen hombre. Disfrútalo y no cuentes a nadie como lo encontraste."
Cuando el paje salió, el sabio y el rey espiaban, para ver lo que sucedía. El sirviente vio la bolsa, leyó el papel, agitó la bolsa y al escuchar sonido metálico se estremeció, apretó la bolsa contra el pecho, miró hacia todos lados y cerró la puerta.
El rey y el sabio se arrimaron a la ventana para ver la escena. El sirviente había tirado todo lo que había sobre la mesa y dejado sólo la vela. Se había sentado y había vaciado el contenido en la mesa. Sus ojos no podían creer lo que veían. ¡Era una montaña de monedas de oro! Él, que nunca había tocado una de estas monedas, tenía hoy una montaña de ellas para él.
El paje las tocaba y amontonaba, las acariciaba y hacia brillar la luz de la vela sobre ellas. Las juntaba y desparramaba, hacía pilas de monedas. Así, jugando y jugando empezó a hacer pilas de 10 monedas. Una pila de diez, dos pilas de diez, tres pilas, cuatro, cinco...
y mientras sumaba 10, 20,30, 40, 50, 60... hasta que formó la última pila: ¡¡99>monedas!!. Su mirada recorrió la mesa primero, buscando una moneda más; luego en el piso y finalmente en la bolsa. "No puede ser", pensó. Puso la última pila al lado de las otras y confirmó que era mas baja.
- Me robaron -gritó- ¡¡me robaron, malditos!! Una vez más buscó en la mesa, en el piso, en la bolsa, en sus ropas, sus bolsillos, corrió los muebles, pero no encontró lo que buscaba. Sobre la mesa, como burlándose de él, una montañita resplandeciente le recordaba que había 99 monedas de oro...
sólo 99.
- "99 monedas. Es mucho dinero", pensó. - "Pero me falta una moneda. Noventa y nueve no es un número completo" -pensaba- "Cien es un número completo pero noventa y nueve, no."
El rey y su asesor miraban por la ventana. La cara del paje ya no era la misma, estaba con el ceño fruncido y los rasgos tiesos, los ojos se habían vuelto pequeños y arrugados y la boca mostraba un horrible rictus. El sirviente guardó las monedas en la bolsa y mirando para todos lados para ver si alguien de la casa lo veía, escondió la bolsa entre la leña.
Tomó papel y pluma y se sentó a hacer cálculos.
¿Cuánto tiempo tendría que ahorrar el sirviente para comprar su moneda número cien?. Todo el tiempo hablaba solo, en voz alta. Estaba dispuesto a trabajar duro hasta conseguirla. Después, quizás no necesitara trabajar más. Con cien monedas de oro, un hombre puede dejar de trabajar. Con cien monedas de oro un hombre es rico. Con cien monedas se puede vivir tranquilo. Sacó el cálculo. Si trabajaba y ahorraba su salario y algún dinero extra que recibía, en once o doce años juntaría lo necesario.
Sacó las cuentas: sumando su trabajo en el pueblo y el de su esposa, en siete años reuniría el dinero. ¡Era demasiado tiempo! Quizás pudiera llevar al pueblo lo que quedaba de comidas todas las noches y venderlo por unas monedas. De hecho, cuanto menos comieran, más comida habría para vender.
Vender... Vender... Estaba haciendo calor.
¿Para qué tanta ropa de invierno, para qué mas de un par de zapatos? Era un sacrificio, pero en cuatro años de sacrificios llegaría a su moneda cien.
El rey y el sabio volvieron al palacio.
El paje había entrado en el círculo del 99.
Durante los siguientes meses, el sirviente siguió sus planes tal como se le ocurrieron aquella noche.
Una mañana, el paje entró a la alcoba real golpeando las puertas, refunfuñando de pocas pulgas.
- ¿Qué te pasa?- preguntó el rey de buen modo.
- Nada me pasa, nada me pasa.
- Antes, no hace mucho, reías y cantabas todo el tiempo.
- Hago mi trabajo, ¿no? ¿Que querría su Alteza, que fuera su bufón y su juglar también? No pasó mucho tiempo antes de que el rey despidiera al sirviente. No era agradable tener un paje que estuviera siempre de mal humor.

LA CEBOLLA

"Había una vez una vieja muy mala y murió.
La mujer no había realizado en su vida ni una sola acción buena y la echaron en el lago de fuego. Pero el ángel de la guarda que estaba allí pensó: "¿Qué buena acción podría recordar para decírselo a Dios?" Entonces recordó algo y se lo manifestó: - Una vez arrancó de su huerto una cebolla y se la dio a un pobre.
Y Dios le respondió complacido: "Toma tú mismo esa cebolla y échasela al lago de forma que pueda agarrarse a ella. Si puedes lograr sacarla del fuego, irá al paraíso, pero si la cebolla se rompe tendrá que quedarse donde está".
El ángel corrió hasta donde estaba la mujer y le alargó la cebolla: "Toma, mujer, agárrate fuerte, vamos a ver si te puedo sacar".
Y comenzó a tirar con cuidado. Cuando ya casi la había sacado del todo, los demás pecadores que estaban en el lago de fuego se dieron cuenta y empezaron todos a agarrarse a ella para poder también salir de allí. Pero la mujer era mala, muy mala, y les daba patadas diciendo: "Me van a sacar sólo a mí, no a ustedes, es mi cebolla".
Pero apenas había pronunciado estas palabras, cuando la cebolla se rompió en dos y la mujer volvió a caer en el lago de fuego. Allí arde hasta el día de hoy. El ángel se echó a llorar y se fue". «No estamos destinados a salvarnos solos»

EL MINUTO DE MARIA

21 de abril - San Anselmo




La Madre de Dios es nuestra Madre
Dios es el Padre de las cosas creadas, María es la Madre de las cosas recreadas. Dios es el Padre de la Constitución de todo, María es la madre de la restitución de todo. Dios engendra a Quien por todo fue creado, María da a luz a Quien por todo fue salvado. ¡La bienaventurada confianza! ¡El refugio seguro! La Madre de Dios es nuestra Madre.


San Anselmo, doctor de la Iglesia (+1109

EL MINUTO DE MARIA

22 de abril - Se descubre « en un cofre », tal como había sido profetizado el “Tratado de la Verdadera Devoción” de San Luis-María Grignion de Monfort en 1842




La conversion de Robert Hossein
Si Roberto Hossein hoy día multiplica sus espectáculos de tema religioso, se debe al hecho que súbitamente descubriría la fe en San Damiano, una pequeña aldea de la Lombardía, donde la Virgen fue vista por primera vez el 16 de octubre de 1964. La “vidente” era una campesina de cincuenta y cuatro años, llamada “Mama Rosa”, que muere en 1984. La Virgen, asegura Rosa, le había encargado hacer de su jardín un lugar de oración e invitar al mayor número de personas a venir a rezar. Cada mes muchísimos franceses salían de París para pasar ahí 3 días. Robert Hossein no formaba parte de esos “viajes organizados”; pero estando de paso por Italia, decidió acercarse a San Damiano. Todavía lleva consigo, en su portafolio, la foto tomada en 1971 en la aldea. El cliché que muestra una deformación extraña del sol que parece elevarse, lo que los fieles de San Damiano no dudan en designar como una aparición de la Virgen, fue analizado por aquellos años por los técnicos de Leiz France y certificado como auténtico y sin trucos. Poco después Roberto Hossein se "rebaptisó" y desde entonces afirma vivir intensamente en la fe.


Según un artículo de Emmanuel Peze

EL MINUTO DE MARIA

23 de abril - Brasil. NS de la Peña

Un ardiente «Dios te salve » le salva la vida (I)
En una fragata, durante una misión, se descubre, sin duda a la salida de un combate, la ausencia reciente de un marinero miembro del equipaje. Como sucede siempre en estas circunstancias, la búsqueda fue organizada inmediatamente en dirección a todas las orillas hasta tener que aceptar la evidencia: el ausente había caído al mar. El comandante, entonces, anula la misión, manda dar media vuelta y rehacer el camino recorrido en las últimas horas, la zona explorada es cada vez mayor, tanto como la duda que invade a los centinelas desde la pasarela del barco y el desaliento del personal a bordo. Cadiou, responsable de maniobrar el torno de salvamento, desde su lugar posee una vista parcial del océano. Después de varias horas de búsqueda infructuosa, observa con consternación que el sol se acerca al horizonte, pues sabe muy bien que un hombre sin chaleco-salvavidas no puede resistir mucho tiempo en la superficie. Invadido por un sentimiento de impotencia y desesperanza, piensa súbitamente que lo que es imposible al hombre no lo es para Dios. Le dirige entonces una ardiente oración a la Virgen María, y en su interior formula un «Dios te Salve».


Relato de Jean-Louis Lefèvre, oficial de la marina de reserva

EL MINUTO DE MARIA

24 avril - Argentina. N.S. de Luján

Un ardiente «Dios te salve » le salva la vida (II)
Murmuraba las últimas palabras de la oración de los humildes, cuando un punto minúsculo entre dos olas le llama la atención. Sin mayor seguridad, le pide al piloto orientar el barco en esa dirección. A medida que avanzan en la dirección indicada, primero la duda, luego una esperanza loca se apodera del equipaje y pronto la realidad se impone, se trata ciertamente del náufrago, todavía vivo aunque muy extenuado. Rescatarlo no será una dificultad para el equipaje bien entrenado en estos asuntos. Las circunstancias de su rescate contadas en corro por Cadiou no suscitarían la burla de sus camaradas, pues el desafío que representó el increíble desenlace era demasiado inesperado.


Relato de Jean-Louis Lefèvre, oficial de la marina de reserva

EL MINUTO DE MARIA

25 de abril - Alemania. Marienfried. Apariciones de la Gran Mediadora de las gracias en Bärbel Ruess (1946)




Dame para Jesús, un corazón blanco como un lirio (I)
Oh, Virgen, mi tierna Madre, para Jesús que va a venir, dame un corazón como una violeta, blanco y puro como un lirio. Para él, Madre, llena de pureza y humildad todo mi ser. Y cuando los dolores son atrozmente insoportables, pienso que Dios que es tan bueno, me deja sufrir en proporción a lo que amo y a lo que él ama. Por eso sonrío y tengo siempre tanta paz. ¡Vivo para Jesús, unida a Jésus! Lo único que le pido es morir en su Amor.


Marta Robin

EL MINUTO DE MARIA

26 de abril - Italia. Roma, N.S. del Perpetuo Socorro dada a la Iglesia de los Redentoristas (1886)

Dame para Jesús, un corazón blanco como un lirio (II)
A la gente le sorprende oírme decir que vivo para morir, que la muerte es el sentido de mi vida. La muerte, es la gracia de las gracias, y la coronación de nuestra vida de cristianos. Ella no es un fin, como desdichadamente, todavía muchos piensan, sino el comienzo de un nuevo nacimiento. “Para mí, Jesús es mi vida”. Morir será, pues, una ventaja, porque la muerte será rasgar el velo de sombra detrás del que se esconde tan adorable maravilla. "Todo termina", sólo Dios y el alma son inmortales.


Marta Robin

EL BUEN PASTOR

CUARTO DOMINGO DE PASCUA -- LITURGIA DE LA PALABRA

Lectura Del Libro De Los Hechos De Los Apóstoles: 13, 14. 43-52

En aquellos días, Pablo y Bernabé prosiguieron su camino desde Perge hasta Antioquía de Pisidia, y el sábado entraron en la sinagoga y tomaron asiento. Cuando se disolvió la asamblea, muchos judíos y prosélitos piadosos acompañaron a Pablo y a Bernabé, quienes siguieron exhortándolos a permanecer fieles a la gracia de Dios.
El sábado siguiente casi toda la ciudad de Antioquía acudió a oír la palabra de Dios. Cuando los judíos vieron una concurrencia tan grande, se llenaron de envidia y comenzaron a contradecir a Pablo con palabras injuriosas. Entonces Pablo y Bernabé dijeron con valentía: "La palabra de Dios debía ser predicada primero a ustedes; pero como la rechazan y no se juzgan dignos de la vida eterna, nos dirigiremos a los paganos. Así nos lo ha ordenado el Señor, cuando dijo: Yo te he puesto como luz de los paganos, para que lleves la salvación hasta los últimos rincones de la tierra".
Al enterarse de esto, los paganos se regocijaban y glorificaban la palabra de Dios, y abrazaron la fe todos aquellos que estaban destinados a la vida eterna.
La palabra de Dios se iba propagando por toda la región. Pero los judíos azuzaron a las mujeres devotas de la alta sociedad y a los ciudadanos principales, y provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé, hasta expulsarlos de su territorio.
Pablo y Bernabé se sacudieron el polvo de los pies, como señal de protesta, y se marcharon a Iconio, mientras los discípulos se quedaron llenos de alegría y del Espíritu Santo. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

El apóstol de los gentiles irá descubriendo que la misión en Israel será cada vez más complicada. Ante tal situación, realizará un vuelco total: entregar el Evangelio a los gentiles.


Lectura Del Libro Del Apocalipsis Del Apóstol San Juan: 7, 9. 14-17

Yo, Juan, vi una muchedumbre tan grande, que nadie podía contarla. Eran individuos de todas las naciones y razas, de todos los pueblos y lenguas. Todos estaban de pie, delante del trono y del Cordero; iban vestidos con una túnica blanca y llevaban palmas en las manos.
Uno de los ancianos que estaban junto al trono, me dijo: "Éstos son los que han pasado por la gran persecución y han lavado y blanqueado su túnica con la sangre del Cordero. Por eso están ante el trono de Dios y le sirven día y noche en su templo, y el que está sentado en el trono los protegerá continuamente.
Ya no sufrirán hambre ni sed, no los quemará el sol ni los agobiará el calor. Porque el Cordero, que está en el trono, será su pastor y los conducirá a las fuentes del agua de la vida y Dios enjugará de sus ojos toda lágrima". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Los fieles que resistieron las pruebas y persecuciones disfrutan para siempre de los cuidados amorosos del Cordero, que se convierte en Pastor que los conduce a las fuentes de agua viva.

ACLAMACIÓN (Jn 10, 14) R/. Aleluya, aleluya.
Yo soy el buen pastor, dice el Señor; yo conozco a mis ovejas, y ellas me conocen a mí. R/.

Lectura (Proclamación) Del Santo Evangelio Según San Juan: 10, 27-30

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: "Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás; nadie las arrebatará de mi mano. Me las ha dado mi Padre, y Él es superior a todos y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. El Padre y yo somos uno". Palabra del Señor. Gloría a ti, Señor Jesús.

Más allá de las metáforas pastoriles, hemos de afirmar que cada creyente mantiene una relación personal, directa e intima con Jesús. Es un diálogo íntimo que nadie perturba.

El tema del pastor es un tema muy tradicional, que aparece ya en el Antiguo Testamento. Allí Dios quiso presentarse como Pastor, y su pueblo lo reconoce por tal. Así en el salmo 76: "Tú guiaste a tu pueblo, como un rebaño, por la mano de Moisés y Aarón"; y en el salmo 22 el pueblo canta agradecido: "El Señor es mi pastor, nada me puede faltar". Este tema se encuentra también muy frecuentemente en la predicación de los profetas. La auto calificación de Cristo como "el buen pastor", se encuentra íntimamente ligada con su proclamación como Mesías e Hijo de Dios, y Dios como el Padre. La Iglesia primitiva mostró gran devoción por este nombre de Cristo, e iconográficamente lo representó a menudo llevando una oveja sobre sus hombros.
En el evangelio de hoy, el Señor nos dice que conoce a sus ovejas: "yo las conozco", afirma taxativamente. No se trata, por cierto, de un conocimiento frío, descarnado, sino de un conocimiento personal, ya que conoce a cada una de sus ovejas por su nombre, y las ama entrañablemente, cargándolas, si es menester, sobre sus propios hombros, con un amor sacrificado que lo lleva a cuidarlas, protegerlas, alimentarlas, y hasta a dar su vida por ellas.
Tal es la relación que el Pastor divino quiere tener con sus ovejas. Pero en el evangelio de hoy el Señor también nos quiere hacer entender cuál es el trato que deben tener las ovejas respecto de su Pastor, o en otras palabras, cuáles son las condiciones requeridas para pertenecer a su rebaño: "mis ovejas escuchan mi voz... y ellas me siguen" .
Como puede verse, dos son las condiciones que pone el Señor: escuchar su voz y seguirlo. También podríamos decir: oír su enseñanza y ponerla en práctica. Lo primero se dirige a la inteligencia y lo segundo a la voluntad. Conocerlo con nuestra inteligencia y así poder amarlo, tendiendo a Él con todo el impulso de nuestra voluntad.
Toda la Escritura es una reiterada invitación a escuchar. Así, cuando en el Antiguo Testamento el Señor se preparaba para dar a conocer sus mandamientos al pueblo elegido, comenzó diciendo: "Escucha, Israel". Sólo luego los enumeró uno por uno. Primero el pueblo tenía que disponerse a "escuchar". A menudo retornaría Dios aquella exhortación, como lo advertimos por ejemplo en uno de los salmos: "Ojalá escuchéis hoy mi voz, no endurezcáis vuestro corazón" . Dios bien sabe que quien se resiste a escucharlo, camina decididamente hacia su propia perdición.
También en el Nuevo Testamento, Dios nos sigue exhortando a lo mismo. Cuando Cristo se transfiguró en el monte Tabor, el Padre celestial dejó oír su voz diciendo: "Este es mi Hijo muy amado, escuchadlo" . Dios espera que nos pongamos en la actitud del "discípulo", del que aprende. Se trata de un mandato. Pertenecer al rebaño de Cristo implica, pues, oírlo con atención para poner por obra lo escuchado.
En la Sagrada Escritura varios son los personajes que nos dan ejemplo de esta actitud acogedora. Por ejemplo el profeta Samuel, que al ser llamado por Dios, le respondió: "Habla, Señor, que tu siervo escucha". En el Nuevo Testamento vemos cómo María, la hermana de Lázaro, estaba a los pies de Jesús escuchando al Maestro. El Señor elogió esa actitud acogedora y contemplativa y la puso por encima de la vida activa. Escuchar con atención la Palabra de Dios para luego llevarla a la práctica: he aquí la actitud requerida para pertenecer realmente al rebaño del Señor.
Tal actitud parece incluir tres exigencias ineludibles. Ante todo la humildad, para ser capaces de reconocer la Verdad divina, dejarse medir por ella, y acomodarse a sus requerimientos. Quien no la posea, no puede pertenecer al rebaño del Señor. Ese y no otro fue el pecado de los fariseos que clausuraron su corazón para no ver lo que veían. Su soberbia les impidió reconocer, a pesar de tantos milagros, que estaban en presencia del Hijo de Dios. Es el pecado contra la luz, del que habla nuestro Señor, el pecado contra el Espíritu Santo. En la primera lectura, hemos encontrado las dos actitudes opuestas, con motivo de la predicación de Pablo y Bernabé en Antioquia. La actitud propia del discípulo, según lo revelan los antioquenos que se reunieron "para escuchar la palabra de Dios" , y la de los judíos, que "instigaron a unas mujeres piadosas que pertenecían a la aristocracia y a los principales de la ciudad, provocando una persecución contra Pablo y Bernabé y los echaron de su territorio". Es la soberbia que les domina la inteligencia, los obnubila y no les permite ver.
Para escuchar la voz del Pastor y seguirlo se requiere, en segundo lugar, el silencio. Sólo así se estará en condiciones de percibir con mayor diafanidad la voz del maestro interior. El silencio parece pedir tanto serenidad de espíritu, como alejamiento del ruido, exterior e interior. No es ello fácil, ya que el mundo moderno vive en el ruido, volcado como está a las cosas exteriores para tapar su vacío interior. Cuán actual parece la recomendación del salmo: "aquietaos, y reconoced que Yo soy Dios". Mientras no le demos al silencio el tiempo que le corresponde en nuestra vida cotidiana, mientras no busquemos la quietud, el reposo, el sosiego, no podremos seguir de cerca al Pastor, no podremos encontrar a Dios, ya que allí es donde generalmente se manifiesta, como se mostró cuando el profeta Elías no halló a Dios en el terremoto ni en el viento huracanado, sino en la brisa apacible. Refiriéndose a Israel, su esposa infiel, que se había prostituido con los ídolos, dijo el Señor por el profeta Oseas: "Yo voy a seducirla, la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón". Allí es donde habla Dios, en el silencio del desierto, no en el ruido.
Finalmente, el seguimiento del Pastor exige docilidad, para dejarse moldear por su doctrina, volviéndose cera blanda en sus manos. Será preciso mostrarse sumisos a las inspiraciones y mociones del Espíritu Santo, que siempre está tratando de modelar en nosotros la imagen de Jesucristo, exhortándonos a salir de aquel vicio o pecado, de la mediocridad, de la tibieza, en fin, a desprendemos del hombre terreno y aspirar a las cosas celestiales.

Humildad, silencio, docilidad, he aquí las tres cosas que parecen imprescindibles si queremos oír la voz del Buen Pastor y poner en obra lo escuchado.

El texto del Apocalipsis que constituyó la segunda lectura de este domingo, nos muestra al rebaño en las praderas eternas, en el cielo. Allí se nos describe una enorme muchedumbre, imposible de contar, "formada por gente de todas las naciones, familias, pueblos y lenguas". Todos están de pie, ante el trono del Cordero, con túnicas blancas y palmas en las manos, alabándole de manera incesante. Dios ha secado toda lágrima de sus ojos. Ya no hay sufrimiento ni dolor, "ya no padecerán hambre ni sed, ni serán agobiados por el sol y el calor". Sólo habrá dicha, y ésta será indeficiente, eterna. Todos ellos oyeron la voz del Pastor y lo siguieron. Por eso ahora son felices por una eternidad. Ya el Señor lo había preanunciado: "Bienaventurados los que oyen la palabra de Dios y la practican".
No basta, pues, con exclamar "Señor, Señor", como nos lo advirtió el mismo Jesús. Es preciso seguir al Pastor, es preciso seguir al Cordero dondequiera que vaya, haciendo nuestras sus palabras. Si así lo hiciéramos, se cumplirá en nosotros lo que en el evangelio de hoy dijo el Señor de sus ovejas: "Yo les doy la vida eterna; ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y Yo somos uno". Si somos realmente ovejas del Señor, si oímos sus palabras y lo seguimos, Él nos dará la Vida eterna y nadie nos arrebatará de sus manos.
Dentro de algunos instantes recibiremos en la Eucaristía al Pastor de nuestras almas, que se hace alimento de sus propias ovejas. Pidámosle entonces que siempre escuchemos su voz y nunca dejemos de seguirlo, para que un día podamos ser acogidos en los pastos eternos. Que la Virgen Santísima, la Madre del Buen Pastor, nos obtenga esta gracia.

ORACIÓN

Dios omnipotente y misericordioso, guíanos a la felicidad eterna de tu Reino, a fin de que el pequeño rebaño de tu Hijo pueda llegar seguro a donde ya está su Pastor, resucitado, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos

miércoles, abril 25, 2007

UNA ALIANZA ETERNA CON MARÍA SANTÍSIMA, MADRE DE MISERICORDIA

¡Oh María! María, Templo de la Trinidad, María, hogar del fuego divino, María, Madre de Misericordia. Tú llevaste el fruto de vida; salvaste al género humano, pues ha sido con tu carne que Cristo nos redimió. Sí, Cristo nos redimió por su Pasión, y Tù, por los dolores de tu alma y de tu cuerpo¡

¡Oh María! Océano tranquilo, María, fuente de paz! María, vaso de humildad, donde brilla la luz de la verdadera ciencia que te elevó más allá de Ti misma. Tú encantaste al Padre celestial y El te raptó, te cautivó por el vínculo de un amor inefable, y por esa luz, el fuego de tu caridad, la llama de tu humildad, Tú misma lo subyugaste y forzaste Su divinidad a descender sobre Ti.

¡Oh María! El Señor Dios todopoderoso tocó a tu puerta y si Tú no le hubieras abierto con tu voluntad, no habría tomado naturaleza humana. Mi alma se alegra al ver que que Dios ha hecho contigo un pacto y una Alianza eterna.

¡Oh María! Bendita entre todas las mujeres, a través de los siglos, porque nos has dado tu esencia. La Divinidad tanto se unió e incorporó por Ti a nuestra humanidad, que nada ahora puede separarlas, incluso ni la muerte ni nuestra ingratitud. Ya que, como la Divinidad siguió unida al Cuerpo de Jesucristo en el Sepulcro, luego a su Alma y a su Cuerpo después de la Resurrección, nuestra alianza con Ella no se rompió nunca, y no lo será tampoco nunca durante toda la eternidad.
Santa Catalina de Siena (1347-1380). Primera mujer declarada Doctor de la Iglesia por Pablo VI en 1970. Oración en el día de la Anunciación Virgen.

MADRE ADMIRABLE


SAN MARCOS EVANGELISTA

25 DE ABRIL SAN MARCOS EVANGELISTA* 30 Fiesta

PRIMERA LECTURA
Os saluda Marcos, mi hijo
Lectura De La Primera Carta Del Apóstol San Pedro 5, 5b-14

Queridos hermanos: Tened sentimientos de humildad unos con otros, porque Dios resiste a los soberbios, pero da su gracia a los humildes. Inclinaos, pues, bajo la mano poderosa de Dios, para que, a su tiempo, os ensalce. Descargad en él todo vuestro agobio, que él se interesa por vosotros. Sed sobrios, estad alerta, que vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quién devorar. Resistidle firmes en la fe, sabiendo que vuestros hermanos en el mundo entero pasan por los mismos sufrimientos. Tras un breve padecer, el mismo Dios de toda gracia, que os ha llamado en Cristo a su eterna gloria, os restablecerá, os afianzará, os robustecerá. Suyo es el poder por los siglos. Amén. Os he escrito esta breve carta por mano de Silvano, al que tengo por hermano fiel, para exhortaros y atestiguaros que ésta es la verdadera gracia de Dios. Manteneos en ella. Os saluda la comunidad de Babilonia, y también Marcos, mi hijo. Saludaos entre vosotros con el beso del amor fraterno. Paz a todos vosotros, los cristianos.
Palabra de Dios.

Salmo Responsorial Sal 88, 2-3. 6-7. 16-17
R. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.

Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad por todas las edades. Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno, más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» R.
El cielo proclama tus maravillas, Señor, y tu fidelidad, en la asamblea de los ángeles. ¿Quién sobre las nubes se compara a Dios? ¿Quién como el Señor entre los seres divinos? R. Dichoso el pueblo que sabe aclamarte: caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro; tu nombre es su gozo cada día, tu justicia es su orgullo. R.

SEGUNDA LECTURA
EVANGELIO
Proclamad el Evangelio a toda la creación
Lectura Del Santo Evangelio Según San Marcos 16, 15-20

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: -«ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, tomarán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.» Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.
Palabra del Señor.


2.- Puntos De Meditacion

- Colaborador De Pedro.
- Recomenzar Siempre Para Llegar A Ser Buenos Instrumentos Del Señor.
- El Mandato Apostólico.

I.- - Colaborador De Pedro.
Desde muy joven, San Marcos fue uno de aquellos primeros cristianos de Jerusalén que vivieron en torno a la Virgen y a los Apóstoles, a los que conoció con intimidad: la madre de Marcos fue una de las primeras mujeres que ayudaron a Jesús y a los Doce con sus bienes. Marcos era, además, primo de Bernabé, una de las grandes figuras de aquella primera hora, quien le inició en la tarea de propagar el Evangelio. Acompañó a Pablo y a Bernabé en el primer viaje apostólico (Hech 13, 5-13); pero al llegar a Chipre, Marcos, que quizá no se sintió con fuerzas para seguir adelante, los abandonó y se volvió a Jerusalén (Hech 13, 13). Esta falta de constancia disgustó a Pablo, hasta tal punto que, al planear el segundo viaje, Bernabé quiso llevar de nuevo a Marcos, pero Pablo se opuso por haberles abandonado en el viaje anterior. La diferencia fue tal que, a causa de Marcos, la expedición se dividió, y Pablo y Bernabé se separaron y llevaron a cabo viajes distintos.

Unos diez años más tarde, Marcos se encuentra en Roma, ayudando esta vez a Pedro, quien le llama mi hijo (1 Pdr 5, 13), señalando una íntima y antigua relación entrañable. Marcos está en calidad de intérprete del Príncipe de los Apóstoles, lo cual será una circunstancia excepcional que se reflejará en su Evangelio, escrito pocos años más tarde. Aunque San Marcos no recoge algunos de los grandes discursos del Maestro, nos ha dejado, como en compensación, la viveza en la descripción de los episodios de la vida de Jesús con sus discípulos. En sus relatos podemos acercarnos a las pequeñas ciudades de la ribera del lago de Genesaret, sentir el bullicio de sus gentes que siguen a Jesús, casi conversar con algunos de sus habitantes, contemplar los gestos admirables de Cristo, las reacciones espontáneas de los Doce...; en una palabra, asistir a la historia evangélica como si fuéramos uno más de los participantes en los episodios (...). Con esos relatos tan vivos el Evangelista consigue su propósito de dejar en nuestra alma el atractivo, arrollador y sereno a la vez, de Jesucristo, algo de lo que los mismos Apóstoles sentían al convivir con el Maestro. San Marcos, en efecto, nos transmite lo que San Pedro explicaba con la honda emoción que no pasa con los años, sino que se hace cada vez más profunda y consciente, más penetrante y entrañable. Se puede afirmar que el mensaje de Marcos es el espejo vivo de la predicación de San Pedro (SAGRADA BIBLIA, Santos Evangelios, EUNSA, Pamplona 1983, pp. 468-469).

San Jerónimo nos dice que «Marcos, discípulo e intérprete de Pedro, puso por escrito su Evangelio, a ruego de los hermanos que vivían en Roma, según lo que había oído predicar a éste. Y el mismo Pedro, habiéndolo escuchado, lo aprobó con su autoridad para que fuese leído en la Iglesia» (SAN JERONIMO, De script. eccl.). Fue sin duda la principal misión de su vida: transmitir fielmente las enseñanzas de Pedro. «Cuánto bien ha hecho a través de los siglos! ¡Cómo debemos agradecerle hoy el amor que puso en su trabajo y la correspondencia fiel a la inspiración del Espíritu Santo! También la fiesta que celebramos es una buena ocasión para examinar qué atención, qué amor prestamos a esa lectura diaria del Santo Evangelio, que es Palabra de Dios dirigida expresamente a cada uno de nosotros: «cuántas veces hemos hecho de hijo pródigo, o nos hemos servido de la oración del ciego Bartimeo - Domine, ut videam!, «Señor, que vea!- o de la del leproso - Domine, si vis, potes me mundare!, «Señor, si quieres, puedes limpiarme...! -«Cuántas veces hemos sentido en lo hondo del alma que Cristo nos miraba y nos invitaba a seguirle más de cerca, a romper con un hábito que nos alejaba de Él, a vivir mejor la caridad, como discípulos suyos, con esas personas que nos costaba un poco más...!

II.- - Recomenzar Siempre Para Llegar A Ser Buenos Instrumentos Del Señor.
Marcos permaneció varios años en Roma. Además de servir a Pedro, lo vemos como colaborador de Pablo en su ministerio (Fil, 24.- ). A aquel que no quiso que le acompañara en su segundo viaje apostólico, ahora le sirve de profundo consuelo (Col 4, 10-11), siéndole muy fiel. Todavía más tarde, hacia el año 66, el Apóstol pide a Timoteo que venga con Marcos, pues éste le es muy útil para el Evangelio (2 Tim 4, 11). El incidente de Chipre, de tanta resonancia en aquellos momentos primeros, está ya completamente olvidado. Es más, Pablo y Marcos son amigos y colaboradores en aquello que es verdaderamente lo importante, la extensión del Reino de Cristo. ¡Qué ejemplo para que nosotros no formemos nunca juicios definitivos sobre las personas! «Qué enseñanza para saber, si fuera preciso, reconstruir una amistad que parecía rota para siempre! La Iglesia nos lo propone hoy como modelo. Y puede ser un gran consuelo y un buen motivo de esperanza para muchos de nosotros contemplar la vida de este santo Evangelista, pues, a pesar de las propias flaquezas, podemos, como él, confiar en la gracia divina y en el cuidado de nuestra Madre la Iglesia. Las derrotas, las cobardías, pequeñas o grandes, han de servirnos para ser más humildes, para unirnos más a Jesús y sacar de Él la fortaleza que nosotros no tenemos.

Nuestras imperfecciones no nos deben alejar de Dios y de nuestra misión apostólica, aunque veamos en algún momento que no hemos correspondido del todo a las gracias del Señor, o que hemos flaqueado quizá cuando los demás esperaban firmeza... En esas y en otras circunstancias, si se dieran, no debemos sorprendernos, «pues no tiene nada de admirable que la enfermedad sea enferma, la debilidad débil y la miseria mezquina. Sin embargo -aconseja San Francisco de Sales-, detesta con todas tus fuerzas la ofensa que has hecho a Dios y, con valor y confianza en su misericordia, prosigue el camino de la virtud que habías abandonado» (SAN FRANCISCO DE SALES, Introducción a la vida devota, 3, 9.).

Las derrotas y las cobardías tienen su importancia, y por eso acudimos al Señor y le pedimos perdón y ayuda. Pero, precisamente porque Dios confía en nosotros, debemos recomenzar cuanto antes y disponernos a ser más fieles, porque contamos con una gracia nueva. Y junto al Señor aprenderemos a sacar fruto de las propias debilidades, precisamente cuando el enemigo, que nunca descansa, pretendía desalentarnos y, con el desánimo, que abandonáramos la lucha. Jesús nos quiere suyos a pesar, si la hubo, de una historia anterior de debilidades.

III.- El Mandato Apostólico.
Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación (Antífona de entrada. Mc 16, 15), leemos hoy en la Antífona de entrada. Es el mandato apostólico recogido por San Marcos. Y más adelante, el Evangelista, movido por el Espíritu Santo, da testimonio de que este mandato de Cristo ya se estaba cumpliendo en el momento en que escribe su Evangelio: los Apóstoles, partiendo de allí, predicaron por todas partes, y el Señor cooperaba y confirmaba la palabra con los milagros que la acompañaban (Mc 16, 20). Son las palabras finales de su Evangelio.

San Marcos fue fiel al mandato apostólico que tantas veces oiría predicar a Pedro: Id al mundo entero... Él mismo, personalmente y a través de su Evangelio, fue levadura eficaz en su tiempo, como lo debemos ser nosotros. Si ante su primera derrota no hubiera reaccionado con humildad y firmeza, quizá no tendríamos hoy el tesoro de las palabras y de los hechos de Jesús, que tantas veces hemos meditado, y muchos hombres y mujeres no habrían sabido nunca -a través de él- que Jesús es el Salvador de la humanidad y de cada criatura.

La misión de Marcos, como la de los Apóstoles, los evangelizadores de todos los tiempos, y la del cristiano que es consecuente con su vocación, no debió resultar fácil, como lo prueba su martirio. Debió estar lleno de alegrías, y también de incomprensiones, fatigas y peligros, siguiendo las huellas del Señor.

Gracias a Dios, y también a esta generación que vivió junto a los Apóstoles, ha llegado hasta nosotros la fuerza y el gozo de Cristo. Pero cada generación de cristianos, cada hombre, debe recibir esa predicación del Evangelio y a su vez transmitirlo. La gracia del Señor no faltará nunca: non est abbreviata manus Domini (Is 59, 1), el poder de Dios no ha disminuido. «El cristiano sabe que Dios hace milagros: que los realizó hace siglos, que los continuó haciendo después y que los sigue haciendo ahora» (ESCRIVA DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 50). Nosotros, cada cristiano, con la ayuda del Señor, haremos esos milagros en las almas de nuestros parientes, amigos y conocidos, si permanecemos unidos a Cristo mediante la oración.


*Marcos, aunque de nombre romano, era judío de nacimiento y era conocido también con el nombre hebreo de Juan. Conoció con toda probabilidad a Jesucristo, aunque no fue de los Doce Apóstoles. Muchos autores eclesiásticos ven, en el episodio del muchacho que soltó la sábana y huyó a la hora del prendimiento de Jesús en Getsemaní, una especie de firma velada del propio Marcos a su Evangelio, ya que sólo él lo relata. Este dato viene corroborado por el hecho de que Marcos era hijo de María, al parecer viuda de desahogada posición económica, en cuya casa se reunían los primeros cristianos de Jerusalén. Una antigua tradición afirma que ésa era la misma casa del Cenáculo, donde el Señor celebró la Ultima Cena e instituyó la Sagrada Eucaristía.

Era primo de San Bernabé, y acompañó a San Pablo en su primer viaje apostólico y estuvo a su lado a la hora de su muerte. En Roma fue también discípulo de San Pedro. En su Evangelio expuso con fidelidad, inspirado por el Espíritu Santo, la enseñanza del Príncipe de los Apóstoles. Según una antigua tradición recogida por San Jerónimo, San Marcos -después del martirio de San Pedro y San Pablo, bajo el emperador Nerón- se dirigió a Alejandría, cuya Iglesia le reconoce como su evangelizador y primer Obispo. De Alejandría, en el año 825, fueron trasladadas sus reliquias a Venecia, donde se le venera como Patrono.

Fuente: Hablar con Dios, del P.Francisco Fernandez Carvajal, Palabra1.-


ORACIÓN
Señor, tú que confiaste a san Marcos la misión de proclamar el Evangelio, concédenos aprovechar sus enseñanzas para seguir fielmente el ejemplo de Jesucristo, que vive y reina contigo .

lunes, abril 23, 2007

SAN JORGE

Mártir(+ 303)

El Megalomártir, el Gran Mártir, le llaman los griegos. El defensor de la Iglesia, el portaestandarte de la fe, el defensor de los perseguidos e inocentes, el Patrón de los Cruzados y de varias ciudades españolas... Todo esto es el glorioso mártir que hoy celebramos.
Poco es lo que los críticos historiadores nos narran de él. Bastante más ricas han sido las leyendas qué nos cuentan maravillas y milagros de su recia personalidad, desenmascarando al emperador y defendiendo a la joven inocente del terrible dragón que asolaba la ciudad.
Recorriendo los museos de Oriente y Países eslavos, queda el turista maravillado al contemplar cómo San Jorge ha sido uno de los temas, por no decir el tema, más llevado a los lienzos de aquellos países, lo que indica el fervor popular que siempre han sentido hacia él.
Parece que nació en Palestina, en la ciudad de Lidda o en Mitilene, allá por el año 280. Sus padres parece eran fervorosos cristianos y emparentados con la alta aristocracia del país. Era un joven bien plantado: alto, elegante, fuerte, simpático... Abrazó la carrera más noble de aquellos tiempos, la militar. El esperaba llegar a ser un ilustre militar bajo las órdenes de los emperadores romanos. Todo le sonreía. Hasta que un día... allá en los inicios del siglo IV llegó a Nicomedia el terriblemente duro emperador Diocleciano con la satánica idea de hacer desaparecer a la secta de los cristianos que se extendía de día en día por todo el vasto imperio. Dictó leyes terriblemente duras contra los seguidores de Jesús de Nazaret. El último edicto del emperador ordenaba que, porque habían llegado noticias de que hasta en los cargos más delicados del imperio se habían introducido seguidores de esta secta, había que acabar con ellos. Serían arrojados todos los militares, dignidades y cargos administrativos de cualquier clase que fueren si se podía probar que eran cristianos. Cuantos tuvieran conocimiento de alguno de estos cristianos tenía grave obligación de delatarlo. Este edicto se expuso en calles y plazas...
Los historiadores de la época nos refieren que un apuesto soldado en medio de la plaza de la ciudad de Nicomedia arrancó con furia el edicto y, delante de todos los presentes, lo hizo añicos despreciando así la orden del emperador.
Pronto llegó a los oídos de Diocleciano el hecho de este apuesto tribuno llamado Jorge. El emperador convocó a los grandes del reino y les expuso con severas palabras que había que llevar a la práctica y con la más rigurosa observancia lo establecido en este decreto. Cuando le tocó el orden de hablar a Jorge se dirigió con valentía al emperador, y le dijo: «Señor, ni he cumplido ni espero cumplir de ahora en adelante cuanto habéis ordenado por juzgarlo altamente injusto. ¿Por qué abusáis de los pobres y de las vírgenes? ¿Por qué, si hay libertad para adorar a dioses falsos, no debe haberla para adorar al único Dios verdadero?...».
El emperador quedó de piedra. No podía imaginarse cómo se atrevía a hablarle de modo tan enérgico y descarado a él que era el Emperador... Y le dijo: - «¿Te das cuenta, tribuno Jorge, lo que dices? ¿ Sabes que puedo darte la muerte o por lo menos privarte de cuanto tienes?» - «No me importa nada todo esto. Mi vida es de Cristo, mi Dios y Señor, y Él me ayudará... hasta que llegue a poseerle en el cielo a donde espero ir...» El emperador dictó que le atormentasen con toda clase de los más refinados instrumentos para hacerle claudicar de su fe. Pero por más que le hicieron sufrir, la fe crecía y el valor aumentaba en el tribuno Jorge, siendo la admiración de cuantos le contemplaban... Por fin viendo que ninguno de aquellos tormentos acababan con él, descargó el verdugo el golpe de gracia cortando su cabeza de un hachazo. Jorge será el Patrón de los militares valientes y de cuantos luchen por defender la fe. Era por el 303 cuando recibió la palma del martirio.

ORACIÓN
Señor, tú que hiciste fiel imitador de la pasión de tu Hijo al glorioso mártir San Jorge, muestra, por su intercesión, el poder de tu fuerza a quienes confesamos la propia debilidad. Por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo

BENEDICTO XVI

AUDIENCIA GENERAL Miércoles 18 de abril de 2007
Clemente de Alejandría Queridos hermanos y hermanas:


Después del tiempo de las fiestas, volvemos a las catequesis normales, aunque por lo que se ve la plaza está todavía de fiesta. Como decía, con las catequesis volvemos a la serie que habíamos comenzado. Hemos hablado de los doce Apóstoles, luego de los discípulos de los Apóstoles, ahora de las grandes personalidades de la Iglesia naciente, de la Iglesia antigua. La última catequesis la dedicamos a hablar de san Ireneo de Lyon; hoy hablamos de Clemente de Alejandría, un gran teólogo que nació probablemente en Atenas a mediados del siglo II. De Atenas heredó un notable interés por la filosofía, que lo convirtió en uno de los más destacados promotores del diálogo entre la fe y la razón en la tradición cristiana.
Siendo todavía joven, llegó a Alejandría, la "ciudad símbolo" de la fecunda encrucijada entre diferentes culturas que caracterizó la edad helenista. Allí fue discípulo de Panteno, y le sucedió en la dirección de la escuela catequística. Numerosas fuentes atestiguan que fue ordenado presbítero. Durante la persecución de los años 202-203 abandonó Alejandría para refugiarse en Cesarea, en Capadocia, donde falleció hacia el año 215.
Las obras más importantes que nos quedan de él son tres: el Protréptico, el Pedagogo, y los Stromata. Aunque al parecer no era esta la intención originaria del autor, esos escritos constituyen una auténtica trilogía, destinada a acompañar eficazmente la maduración espiritual del cristiano.
El Protréptico, como dice la palabra misma, es una "exhortación" dirigida a quienes comienzan y buscan el camino de la fe. O, mejor, el Protréptico coincide con una Persona: el Hijo de Dios, Jesucristo, que "exhorta" a los hombres a avanzar con decisión por el camino que lleva hacia la Verdad. Jesucristo es asimismo Pedagogo, es decir, "educador" de aquellos que, en virtud del bautismo, se han convertido en hijos de Dios. Y, por último, Jesucristo es también Didascalos, es decir, "Maestro", que propone las enseñanzas más profundas. Estas enseñanzas se recogen en la tercera obra de Clemente, los Stromata, palabra griega que significa: "tapicerías". No es una composición sistemática; aborda diferentes temas, fruto directo de la enseñanza habitual de Clemente.
En su conjunto, la catequesis de Clemente acompaña paso a paso el camino del catecúmeno y del bautizado para que, con las "alas" de la fe y la razón, llegue a un conocimiento profundo de la Verdad, que es Jesucristo, el Verbo de Dios. Sólo este conocimiento de la persona que es la Verdad, es la "auténtica gnosis", expresión griega que significa "conocimiento", "inteligencia". Es el edificio construido por la razón bajo el impulso de un principio sobrenatural. La fe misma construye la verdadera filosofía, es decir, la auténtica conversión al camino que hay que tomar en la vida. Por tanto, la auténtica "gnosis" es un desarrollo de la fe, suscitado por Jesucristo en el alma unida a él.
Clemente distingue después dos niveles de la vida cristiana. El primero: los cristianos creyentes que viven la fe de una manera común, pero siempre abierta a los horizontes de la santidad. Y el segundo: los "gnósticos", es decir, los que ya llevan una vida de perfección espiritual; en todo caso, el cristiano debe comenzar por la base común de la fe; a través de un camino de búsqueda debe dejarse guiar por Cristo, para llegar así al conocimiento de la Verdad y de las verdades que forman el contenido de la fe.
Este conocimiento, nos dice Clemente, se convierte para el alma en una realidad viva: no es sólo una teoría; es una fuerza de vida, es una unión de amor transformadora. El conocimiento de Cristo no es sólo pensamiento; también es amor que abre los ojos, transforma al hombre y crea comunión con el "Logos", con el Verbo divino que es verdad y vida. En esta comunión, que es el conocimiento perfecto y es amor, el cristiano perfecto alcanza la contemplación, la unificación con Dios.
Asimismo, Clemente retoma la doctrina según la cual el fin último del hombre consiste en llegar a ser semejantes a Dios. Hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, pero esto es también un desafío, un camino; de hecho, el objetivo de la vida, el destino último consiste verdaderamente en hacerse semejantes a Dios. Esto es posible gracias a la connaturalidad con él, que el hombre ha recibido en el momento de la creación, gracias a la cual ya es de por sí imagen de Dios.
Esta connaturalidad permite conocer las realidades divinas que el hombre acepta ante todo por la fe y, mediante la vivencia de la fe y la práctica de las virtudes, puede crecer hasta llegar a la contemplación de Dios. De este modo, en el camino de la perfección, Clemente da al requisito moral la misma importancia que al intelectual. Ambos están unidos, porque no es posible conocer sin vivir y no se puede vivir sin conocer. No es posible asemejarse a Dios y contemplarlo solamente con el conocimiento racional: para lograr este objetivo hay que vivir una vida según el "Logos", una vida según la verdad. En consecuencia, las buenas obras tienen que acompañar al conocimiento intelectual, como la sombra sigue al cuerpo.
Dos virtudes sobre todo adornan al alma del "auténtico gnóstico". La primera es la libertad de las pasiones (apátheia); la segunda es el amor, la verdadera pasión, que asegura la unión íntima con Dios. El amor da la paz perfecta, y permite al "auténtico gnóstico" afrontar los mayores sacrificios, incluso el sacrificio supremo en el seguimiento de Cristo, y le hace subir escalón a escalón hasta llegar a la cumbre de las virtudes. Así, Clemente vuelve a definir, y conjugar con el amor, el ideal ético de la filosofía antigua, es decir, la liberación de las pasiones, en el proceso incesante de asemejarse a Dios.
De este modo, Clemente de Alejandría propició la segunda gran ocasión de diálogo entre el anuncio cristiano y la filosofía griega. Sabemos que san Pablo en el Areópago de Atenas, donde nació Clemente, hizo el primer intento de diálogo con la filosofía griega -en gran parte fue un fracaso-, pero le dijeron: "Otra vez te escucharemos". Ahora Clemente retoma este diálogo y lo ennoblece al máximo en la tradición filosófica griega.
Como escribió mi venerado predecesor Juan Pablo II en la encíclica
Fides et ratio, Clemente de Alejandría llega a interpretar la filosofía como "una instrucción propedéutica a la fe cristiana" (n. 38). De hecho, Clemente llegó a afirmar que Dios dio la filosofía a los griegos "como un Testamento precisamente para ellos" (Stromata VI, 8, 67, 1). Para él la tradición filosófica griega, casi como sucede con la Ley para los judíos, es ámbito de "revelación"; son dos ríos que en definitiva confluyen en el mismo "Logos". Clemente sigue señalando con decisión el camino a quienes quieren "dar razón" de su fe en Jesucristo. Puede servir de ejemplo a los cristianos, a los catequistas y a los teólogos de nuestro tiempo, a los que Juan Pablo II, en esa misma encíclica, exhortaba "a recuperar y subrayar más la dimensión metafísica de la verdad para entrar así en diálogo crítico y exigente con el pensamiento filosófico contemporáneo" (n. 105).
Concluyamos con una de las expresiones de la famosa "oración a Cristo Logos", con la que Clemente termina su Pedagogo. Suplica así: "Muéstrate propicio a tus hijos"; "concédenos vivir en tu paz, trasladarnos a tu ciudad, atravesar las olas del pecado sin quedar sumergidos en ellas, ser transportados con serenidad por el Espíritu Santo y por la Sabiduría inefable: nosotros, que de día y de noche, hasta el último día elevamos un canto de acción de gracias al único Padre, ... al Hijo pedagogo y maestro, y al Espíritu Santo. ¡Amén!" (Pedagogo III, 12, 101).
Saludos
Saludo con afecto a los visitantes de lengua española. En especial, a los peregrinos venezolanos de Mérida con su arzobispo mons. Baltazar Porras Cardozo; a los grupos parroquiales de España y Venezuela, así como a los profesores y estudiantes españoles. Saludo igualmente a los demás peregrinos venidos de Argentina, Colombia, Puerto Rico y México. En este tiempo pascual reafirmemos nuestra fe en Cristo resucitado, que ha dado su vida por cada uno de nosotros, y seamos con nuestras obras testigos de su amor entre los demás. ¡Muchas gracias por vuestra visita!
(En portugués) Saludo con amistad y gratitud al grupo de Belo Horizonte y demás peregrinos de lengua portuguesa aquí presentes. Hace cuatrocientos años, el Papa Pablo V predispuso todo para una digna recepción de la embajada del reino del Congo —hoy Angola— guiada por el primo del rey Álvaro II, Dom António Emanuel de Vunda, que las crónicas romanas denominaron el "Negrita", primer embajador negro de un reino cristiano de África. El deseado encuentro tuvo lugar en la noche del 5 de enero de 1608, en el palacio vaticano, con mi predecesor que no dudó en ir personalmente a confortarlo, deteniéndose a la cabecera del lecho en que yacía, gravemente enfermo, este noble cristiano del Congo, cuya vida y reino encomendó a la protección del Sucesor de Pedro.
En la línea de este significativo y emblemático acontecimiento, tan importante en la historia del pueblo de Angola, invoco la benevolencia de Dios sobre toda la nación, para que cada uno contribuya a consolidar la paz firmada hace cinco años con la promesa de dar voz al pueblo y así instaurar una auténtica vida en democracia. A todos pido perseverancia en la obra de reconciliación de los corazones que todavía sangran con las heridas de la guerra; me alegra la obra de reconstrucción que se está llevando a cabo y recuerdo a las autoridades religiosas y civiles el deber que tienen de privilegiar a los pobres. ¡Que Dios bendiga a Angola!
(En italiano)
A los fieles de las diócesis de ToscanaQueridos amigos, también vuestras comunidades eclesiales están llamadas a proseguir con nuevo impulso su misión espiritual en la sociedad. Hoy más que nunca se necesita la aportación generosa de los discípulos de Cristo para afrontar los desafíos culturales, sociales y religiosos actuales. Por tanto, no os canséis de extraer con valor del Evangelio la luz y la fuerza para contribuir a la realización de un auténtico renacimiento moral y social de vuestra región. Sed testigos alegres del Señor resucitado y constructores incansables de su reino de justicia y de amor".
Me complace saludar con afecto a los numerosos muchachos y estudiantes, especialmente a los de la diócesis de Foligno, acompañados por el obispo mons. Arduino Bertoldo, aquí reunidos al concluir el sínodo diocesano de los jóvenes. Queridos jóvenes, como a los primeros discípulos, Jesús os dirige la invitación a ser sus amigos. Si respondéis con alegría a esta llamada, seréis sembradores de esperanza en el corazón de vuestros coetáneos.
Mi pensamiento va finalmente a los enfermos y a los recién casados. Que para vosotros, queridos enfermos, la resurrección de Cristo sea fuente inagotable de consuelo y esperanza. Y vosotros, queridos recién casados, sed testigos del Señor resucitado con vuestra fidelidad al amor conyugal. La audiencia se concluyó con el canto del paternóster y la bendición apostólica, impartida colegialmente por el Papa y los obispos presentes.

Santa María egipciaca

22 de abril Santa María egipciaca Penitente(siglo V)

Historia:Una hermosa tradición muy antigua cuenta que en el siglo V un santo sacerdote llamado Zózimo después de haber pasado muchos años de monje en un convento de Palestina dispuso irse a terminar sus días en el desierto de Judá, junto al río Jordán. Y que un día vio por allí una figura humana, que más parecía un esqueleto que una persona robusta. Se le acercó y le preguntó si era un monje y recibió esta respuesta: "Yo soy una mujer que he venido al desierto a hacer penitencia de mis pecados". Segun la tradición quella mujer le narró la siguiente historia: Su nombre era María. Era de Egipto. Desde los 12 años llevada por sus pasiones sensuales y su exagerado amor a la libertad se fugó de la casa. Cometió toda clase de impurezas y hasta se dedicó a corromper a otras personas. Después se unió a un grupo de peregrinos que de Egipto iban al Santo Sepulcro de Jerusalén. Pero ella no iba a rezar sino a divertirse y a pasear.Y sucedió que al llegar al Santo Sepulcro, mientras los demás entraban fervorosos a rezar, ella sintió allí en la puerta del templo que una mano la detenía con gran fuerza y la echaba a un lado. Y esto le sucedió por tres veces, cada vez que ella trataba de entrar al santo templo. Y una voz le dijo: "Tú no eres digna de entrar en este sitio sagrado, porque vives esclavizada al pecado". Ella se puso a llorar, pero de pronto levantó los ojos y vio allí cerca de la entrada una imagen de la Sma. Virgen que parecía mirarla con gran cariño y compasión. Entonces la pecadora se arrodilló llorando y le dijo: "Madre, si me es permitido entrar al templo santo, yo te prometo que dejaré esta vida de pecado y me dedicaré a una vida de oración y penitencia. Y le pareció que la Virgen Santísima le aceptaba su propuesta. Trató de entrar de nuevo al templo y esta vez sí le fue permitido. Allí lloró largamente y pidió por muchas horas el perdón de sus pecados. Estando en oración le pareció que una voz le decía: "En el desierto más allá del Jordán encontrarás tu paz".María egipciaca se fue al desierto y allí estuvo por 40 años rezando, meditando y haciendo penitencia. Se alimentaba de dátiles, de raíces, de langostas y a veces bajaba a tomar agua al río. En el verano el terrible calor la hacía sufrir muchísimo y la sed la atormentaba. En invierno el frío era su martirio. Durante 17 años vivió atormentada por la tentación de volver otra vez a Egipto a dedicarse a su vida anterior de sensualidad, pero un amor grande a la Sma. Virgen le obtenía fortaleza para resistir a las tentaciones. Y Dios le revelaba muchas verdades sobrenaturales cuando ella estaba dedicada a la oración y a la meditación.La penitencia le hizo prometer al santo anciano que no contaría nada de esta historia mientras ella no hubiera muerto. Y le pidió que le trajera la Sagrada Comunión. Era Jueves Santo y San Zózimo le llevó la Sagrada Eucaristía. Quedaron de encontrarse el Día de Pascua, pero cuando el santo volvió la encontró muerta, sobre la arena, con esta inscripción en un pergamino: "Padre Zózimo, he pasado a la eternidad el Viernes Santo día de la muerte del Señor, contenta de haber recibido su santo cuerpo en la Eucaristía. Ruegue por esta pobre pecadora, y devuélvale a la tierra este cuerpo que es polvo y en polvo tiene que convertirse".El monje no tenía herramientas para hacer la sepultura, pero entonces llegó un león y con sus garras abrió una sepultura en la arena y se fue. Zózimo al volver de allí narró a otros monjes la emocionante historia, y pronto junto a aquella tumba empezaron a obrarse milagros y prodigios y la fama de la santa penitente se extendió por muchos países.San Alfonso de Ligorio y muchos otros predicadores narraron muchas veces y dejaron escrita en sus libros la historia de María Egipciaca, como un ejemplo de lo que obra en un alma pecadora, la intercesión de la Sma. Madre del Salvador, la cual se digne también interceder por nosotros pecadores para que abandonemos nuestra vida de maldad y empecemos ya desde ahora una vida de penitencia y santidad.
Fuente: EWTN


Oracion
Oh Señor, Padre Misericordioso, que siempre estas oteando el horizonte a la espera de que los hijos prodigos volvamos a la casa paterna, te pedimos por intersecion de esta gran pecadora y mayor santa, María de Egipto, que imitemos su espiritu de penitencia para que alcancemos de Ti, Oh, Señor el perdon de nuestros pecados y la gracia de seguirte en Jesucristo Tu Hijo que es el Camino la Verdad y la Vida Amen.

La Madre de Dios es nuestra Madre

Dios es el Padre de las cosas creadas, María es la Madre de las cosas recreadas. Dios es el Padre de la Constitución de todo, María es la madre de la restitución de todo. Dios engendra a Quien por todo fue creado, María da a luz a Quien por todo fue salvado. ¡La bienaventurada confianza! ¡El refugio seguro! La Madre de Dios es nuestra Madre
San Anselmo de Canterburry


Dios te salve, María,
llena eres de gracia,
el Señor es contigo,
bendita tú eres entre todas las mujeres
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amen.

sábado, abril 21, 2007

SAN ANSELMO - DOCTOR DELA IGLESIA

«No busco entender para creer, pero creo para entender. Pues quien no cree no experimenta, y quien no experimenta, no cree».

El relato de la vida de San Anselmo ha llegado hasta nosotros de la manera más auténtica y fidedigna, por medio de un discípulo suyo, compañero en sus viajes y testigo de la mayor parte de las cosas que cuenta u oyó contar a su maestro. Tal es Eadmero. Su biografía es un modelo, porque no se contenta con narrar los hechos externos o los milagros del Santo al estilo de un San Gregorio Magno en su Vida de San Benito, o del monje Grimaldo en su Vida de Santo Domingo de Silos, sino que, adelantándose a su época, se adentra en su alma, nos describe su carácter, sus costumbres, su modo de gobierno, sus virtudes, en una palabra, su psicología, resultando una biografía amena al par que instructiva y edificante, y realizando el aforismo de Horacio: Miscuit utile dulci.
Nació nuestro Santo el año 1034 en Aosta, ciudad de Toscana, situada en un valle muy ameno, rodeado de montañas y colinas, en cuyas faldas crecen viñedos y frutales, y que en aquel entonces pertenecía al reino de Borgoña. Aún se conserva una casa con una habitación llamada de San Anselmo.
Su padre, Gondulfo, que era pariente de la gran condesa Matilde, era vivo, apasionado, amante del boato y derrochador. Su madre, por nombre Emerbenga, más pobre quizá pero más piadosa y distinguida, era el prototipo de la madre cristiana, instruida y consciente de su misión, que supo instruir y elevar el corazón de su hijo con auxilio de imágenes encantadoras. Así, para enseñarle lo bueno que es Dios, cuán grande y poderoso, le mostraba las cumbres de los Alpes en el punto en que recortaban el azul del cielo, y le decía: "¿Ves? Ahí comienza el reino de Dios". (Entonces, para el niño, Dios se convertía en el "Señor de los cielos", mientras que los compañeros turbulentos y sin corazón, de los desórdenes paternos, son los señores de "este mundo perverso".)
Muy pronto sintió deseos de aprender. Se le confió a un maestro austero, arisco, que le encerró en una fría soledad y le inculcó sus sombrías lecciones. Anselmo enfermó, se le volvió a casa, y, ante su fisonomía pálida, sus ojos distraídos y sus movimientos nerviosos, sus padres cayeron en la cuenta de que estaba como embrutecido. Había que proporcionarle distracciones, juegos, rostros amables, libertad de movimientos. En efecto, muy pronto volvió a ser el niño alegre, amable y expansivo de siempre. Entonces su madre le puso en manos de otros maestros más comprensivos, los benedictinos, que acababan de fundar una casa en Aosta, los cuales comprendieron muy bien su naturaleza tan amante y tan inteligente, y en ella desarrollaron la piedad y la ciencia hasta el punto de dejarles admirados por sus progresos. Con razón dirá él más tarde: "Todo lo que soy se lo debo a mi madre y a los monjes benedictinos".
A los quince años intentó entrar en el noviciado de San Benigno de Fruttuaria, cerca de Aosta, pero la oposición de su padre y el haber caído enfermo se lo impidieron. Obligado a volver al mundo, es en él admirado y amado, "y, aunque nunca ha faltado a la modestia ni por una sola mirada", dice Eadmero, sin embargo, se siente atraído por los esplendores engañosos de sus fiestas. Pero su madre vela por él y le impide que se deje fascinar. Muy pronto, sin embargo, Dios la llama a sí, cuando sus consejos le eran más necesarios.
Después de esta muerte prematura, dice Eadmero, "El navío de su corazón, como si hubiera perdido su gobernante, vino a ser el juguete de las olas". Quizá hubiera naufragado sin la dureza de la autoridad paterna, que contuvo ásperamente sus desórdenes nacientes. Esa dureza se convirtió muy pronto en exasperación, lo que obligó a Anselmo a abandonar la casa paterna (renunciando a su patria y a sus bienes).
Toma consigo un criado, y, acompañado de un asno que le lleva su bagaje y algunas provisiones, atraviesa el monte Cenis en camino hacia Francia. Durante tres años recorre la Borgoña, llega a Avranches, allí oye hablar del célebre Lanfranco de Pavía, su compatriota, que (después de haber explicado allí admirables lecciones) se ha hecho monje en la abadía de Bec en Normandía, recién fundada por el venerable Herluino. Allí se dirige y, ganado por sus explicaciones luminosas no menos que por su bondad paternal, se decide a hacerse religioso, siendo muy pronto el modelo de todos. Tenía entonces veintisiete años (1061). Tres años más tarde Lanfranco era nombrado abad de San Esteban de Caen por el duque de Normandía, Guillermo el Conquistador, y entonces Herluino confió a Anselmo el cargo de prior. Finalmente, a la muerte de Herluino, el fundador, fue elegido abad de Bec (1078).
Una diligente administración, una dirección sabia, una vida de caridad y de estudio llevada a alto grado, fueron las tareas de su nuevo cargo. A causa de los intereses que su comunidad poseía en Inglaterra tuvo que visitar esta nación, y con tal motivo fue conocido y estimado por los reyes Guillermo el Conquistador y su hijo Guillermo el Rojo, el cual había de causar a nuestro Santo grandes disgustos, como veremos.
Entretanto, su amigo Lanfranco, que en 1071 había sido elevado a la sede primacial de Cantorbery, moría en 1087, amargado por los disgustos que le causara Guillermo el Rojo, y Anselmo, que parecía predestinado por la Providencia para seguir sus pasos, fue nombrado para sucederle. "Cuando llegó al Santo la noticia faltó poco para que se desmayase, pero de nada le sirvió su resistencia; por unanimidad fue aclamado y llevado en triunfo, aunque no sin violencia por su parte, hasta la próxima iglesia. Ocurría esto en el año 1093 el 6 de marzo, primer domingo de Cuaresma."
Muy pronto sus temores e inquietudes se convirtieron en realidad. La lucha con el rey comenzó por la cuestión de las investiduras. Es sabido que en los primeros siglos el clero y el pueblo designaban los obispos, mientras que el rey no gozaba más que de un simple derecho de confirmación. En el siglo X esta confirmación se transformó en un nombramiento puro y simple, la investidura laica reemplaza a la eclesiástica. Tal innovación llevaba consigo consecuencias graves. Con frecuencia los reyes y señores, poseedores de obispados y abadías, los consideraban como bienes de alquiler y no los daban mas que al mejor postor. El prelado designado se compensaba vendiendo a su vez los cargos inferiores, sin tener en cuenta las cualidades de los candidatos, Es la simonía con todas sus consecuencias. Gregorio VII quiso cortar el mal por lo sano con su famoso decreto dado en el sínodo romano del 24 de febrero de 1075. "Todo el que en lo sucesivo reciba de la mano de un laico un obispado o una abadía no será contado entre los obispos y abades. Igualmente, si un emperador, duque, marqués, conde, se atreviese a dar la investidura de un obispado o cualquiera otra dignidad eclesiástica, sepa que le prohibimos la comunión con el bienaventurado Pedro."
Hay que advertir que, bajo el reinado del primer Guillermo, este decreto apenas tuvo aplicación, pero con su sucesor cambió la situación. Locamente derrochador, buscaba llenar las arcas vacías con bienes eclesiásticos. Como durante la vacancia las rentas del obispado pertenecían legalmente al rey, dejaba inocupadas durante largos años las sedes, y cuando por fin las cubría las entregaba al mejor postor. Finalmente, según él, la investidura real colocaba a los prelados en tal sujeción que no podían dar un solo paso, y menos comunicar con Roma, sin su permiso. En estos dos últimos puntos Guillermo entró en conflicto con Anselmo. Le echaba aquél en cara el no haber querido darle un obsequio suficiente por la confirmación al ser nombrado arzobispo; por otra parte, con pretexto de que él no se había decidido aún entre Urbano II y su rival, quiso prohibir al primado su viaje a Roma para pedir el pallium. Traicionado por las asambleas de Rockinghara y Winchester, que no se atrevieron a enfrentarse con el rey, San Anselmo abandonó Inglaterra. Asistió a los concilios de Bari y de Roma, y a la muerte de su perseguidor volvió a Inglaterra.
El nuevo rey Enrique Beauclerc era en el fondo más peligroso que su predecesor. Exigió que San Anselmo le rindiese homenaje y consagrase los obispos nombrados por él. Ambos acudieron a Roma, pero los acontecimientos se volvieron contra el rey. Roma le excomulgó, su hermano Roberto se rebeló. Entonces creyó conveniente reconciliarse con Anselmo, terminándose con un arreglo cuyos términos fueron dictados por el Papa. Los antiguos beneficiarios nombrados por el rey no serían inquietados, pero en lo futuro los obispos habían de ser elegidos libremente. De esta manera San Anselmo retardó en cinco siglos la separación de Inglaterra con la Santa Sede. Murió el 21 de abril de 1109, extendido sobre un cilicio y ceniza, como había pedido.
Pero esta semblanza de San Anselmo quedaría incompleta si no dijésemos que, además de un gran santo y defensor de los derechos de la Iglesia, fue un gran sabio como filósofo y teólogo. A él pertenece el mérito de haber inaugurado la ciencia teológica propiamente dicha. Hasta entonces la teología se contentó con apoyar las verdades en la revelación y en los textos de los Padres. San Anselmo las organiza, las somete al análisis, las diseca por decirlo así, y busca nuevos argumentos en la metafísica y en la dialéctica, creando el sistema escolástico y la filosofía del dogma, que Santo Tomás había de llevar dos siglos más tarde a su perfección. El es quien rompió el fuego y preparó el camino a la gran síntesis que es la Suma Teológica. Si San Anselmo no la realizó ya es porque no entraba en su intento, pues su teología es más bien afectiva, pero, a pesar de todo, en sus obras aparecen las principales cuestiones filosóficas y teológicas. Para darse cuenta de ello bastará con analizar brevemente esas obras.
El Monologio y el Proslogio, que viene a ser como su complemento, son como el primer tratado de Deo uno et Trino. En ellos se encuentra el famoso argumento ontológico para demostrar la existencia de Dios, y que puede resumirse así: Desde el momento en que es considerado como posible un ser al cual no puede haber nada superior, ese ser tiene que existir, porque, de lo contrario, ya no sería el ser por encima del cual no puede existir nada superior, puesto que le faltaría la existencia. Luego tiene que existir. Ahora bien, ese ser es Dios.
De grammatico es un tratado de pura dialéctica. De veritate tiene páginas muy hermosas sobre la verdad de los sentidos. De libero arbitrio es más bien de carácter teológico y considera a la libertad en su relación con el acto moral. Casu Diaboli fue compuesto, como los anteriores, en el tiempo de su profesorado en Bec. En él estudia el origen del mal. La Epístola de Incarnatione Verbi va dirigida contra el nominalista Roscelin. El Cur Deus homo es su obra maestra, en la que pretende demostrar la necesidad, por lo menos relativa, de la Encarnación. De conceptu virginal et originali peccato tiene como tema básico la concepción virginal del Salvador, quien no hubiera sido concebido en el pecado aun cuando su madre, siempre virgen, hubiera sido manchada por el pecado original. Pero para que su origen humano fuese digno de Dios era necesario que su madre fuese tal que no se pueda concebir una criatura mayor fuera de Dios. En estas palabras va incluida implícitamente su creencia en la Inmaculada Concepción. De processione Spiritus Sancti es como el discurso en el que defendió contra los representantes de la Iglesia griega la procesión del Espíritu Santo también del Hijo, en el concilio de Barl. De concordia praescientiae, praedestinationis et gratiae cum libero arbibitrio es de los primeros que trataron esta cuestión a fondo. Finalmente, han llegado hasta nosotros Oraciones y meditaciones, así como numerosas Cartas, que nos permiten conocer los diversos aspectos de su vida y de su doctrina espiritual.
Esto nos lleva a decir unas palabras sobre algunas de las características de su santidad o espiritualidad. Entre sus virtudes destaquemos únicamente, para no pasar los límites de esta semblanza, su humildad y su caridad. Ante todo su humildad. Ya hablamos de la resistencia que opuso a su nombramiento como arzobispo de Canterbury. No fue menor la que presentó al ser elegido abad de Bec, como se ve por estas palabras que nos cuenta Eadmero: "Viendo Anselmo que con sus palabras no podía cambiar el parecer de sus monjes, acudió a los ruegos y, reunida la comunidad, les pidió de rodillas, con lágrimas y gemidos, por el nombre de Dios omnipotente, que, si conservaban un poco de misericordia, tuviesen compasión de él y desistiesen de sus pretensiones".
Admirable es también su bondad y caridad en el gobierno de sus monjes, que le llevó a hacer de enfermero con un anciano paralítico. "Se le veía sentado a su lado con un racimo en la mano, apretando las uvas para hacer caer su jugo gota a gota sobre los labios secos del enfermo."
Su alma estaba tan llena de Dios y tan acostumbrada a leer sus perfecciones en la naturaleza, que desbordaba y hacía convergir todo para provecho de las almas. Servíase para ello de símiles, comparaciones y analogías entre lo visible y lo invisible, lo corporal y lo espiritual. La vista de unas mariposas le hace pensar en los que buscan los honores del mundo, que son como niños que caen en el precipicio por seguir tras de bagatelas. La vista de un castillo le sugiere una hermosa alegoría: es el cristianismo. En lo más alto del castillo está el torreón, que es la vida religiosa. La llama de un incendio le recuerda la del amor de Dios. La contemplación de un jardinero, el jardín del alma donde debemos plantar las flores de las virtudes, El cazador que va por los montes en busca de su presa, al demonio a caza de almas que perder, y otros muchos ejemplos que pueden verse en el libro De similitudinibus, atribuido a Eadmero, pero que recoge las enseñanzas y muchas veces hasta las palabras del mismo San Anselmo.
Este deseo del conocimiento y del amor de Dios es el que explica todas sus obras y el que vibra a través de sus páginas, convirtiéndolas en efusiones ardientes de su corazón. Para dar una idea de ello al lector creemos que no hay nada mejor que poner ante sus ojos algunos ejemplos, siquiera sea a trueque de transcribir algunos párrafos. Véase con qué magníficos arranques místicos se eleva hasta Dios en el Proslogio: "Excita, pues, alma mía, y levanta todo tu pensamiento, y medita cuanto puedas en lo grande que es aquel bien [Dios]. Porque, si todos los bienes son agradables, cuánto más no lo será aquel que contiene el placer de todos los bienes... Porque, si buena es la vida creada, ¿cuánto más lo será la creadora? Si es amable la sabiduría por el conocimiento que da de las cosas creadas, ¿cuánto más amable es la sabiduría que todo lo creó de la nada?... El que disfrute de este bien, ¿qué tendrá y qué no tendrá? Con toda certeza tendrá lo que quiera, y lo que no quiera no tendrá, porque allí estarán los bienes del cuerpo y del alma. Y entonces ¿por qué andas ansioso, hombrecillo, buscando por doquiera los bienes del cuerpo y del alma? Ama el verdadero bien, en el cual están todos los bienes, y basta. Desea el bien absoluto, que es el bien total, y basta. Porque ¿qué es lo que amas, cuerpo mío, alma mía? Ahí está, sí; ahí está lo que amáis, lo que deseáis."
Al principio del mismo libro se excita al conocimiento de Dios con estas palabras: "Vamos, hombrecillo, huye algún tanto de tus ocupaciones, apártate un instante de tus engorrosos asuntos, deja detrás de ti esos cuidados que te rinden, ocúpate un poco de Dios y descansa en Él. Di ahora, ¡oh corazón mío!, di ahora a Dios: Busco tu rostro, Señor, ¿dónde te buscaré, oh Dios ausente? ¿Qué hará este servidor tuyo atormentado por el amor y alejado lejos de tu rostro?... Arde en deseos de encontrarte y no sabe dónde estás, quisiera encontrarte y no conoce tu rostro. Señor, Tú eres mi Dios y mi Señor, y nunca te vi. Tú me has hecho y rehecho, me has concedido todos los bienes que poseo, y aún no te conozco. En fin, he sido hecho para verte y todavía no he hecho aquello para lo cual he sido hecho. ¡Oh, qué desgracia la del hombre en haber perdido aquello para lo cual fue hecho! ¡Oh dura y cruel caída! ¿Qué ha perdido y qué ha encontrado, qué se le ha quitado y qué le ha quedado?
Enséñame a buscarte y muéstrate a mí cuando te busco, porque no puedo buscarte si no me instruyes, que te busque deseándote, que te desee buscándote, que te encuentre amándote, que te ame encontrándote."
Estos extractos nos ponen de manifiesto una de las características más peculiares de la espiritualidad anselmiana, fuertemente apoyada en los principios teológicos y en la aplicación de la razón al estudio y análisis de las verdades de la fe, de donde le venía espontáneamente la admiración, el deseo, el amor y la unión con Dios, al contrario del método empleado por los místicos del siglo XII, que apoyaban su contemplación en la autoridad y enseñanzas de la Sagrada Escritura más bien que en los discursos de la propia razón (como el mismo San Bernardo, que gustaba poco de la especulación y daba sus preferencias a la ciencia práctica, al arte de conocer a Dios y a la práctica de la virtud.)
Fuente: Año Cristiano, T.II, BAC, Julian Alameda OSB

ORACION

Señor Dios, Tú que suscitaste en san Anselmo un deseo ardiente de encontrarte en la oración y la contemplación en medio del ajetreo de las ocupaciones cotidianas, ayúdanos a buscar tiempo en el ritmo frenético de nuestra época, entre las preocupaciones y trabajos de la vida moderna, para conversar contigo, que eres nuestra única esperanza y salvación, como pedia tu siervo:"Haz, te lo ruego, Señor que yo sienta con el corazón lo que toco con la inteligencia". Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

viernes, abril 20, 2007

LA DIVINA MISERICORDIA LLEGA A LOS HOMBRES

LA DIVINA MISERICORDIA LLEGA A LOS HOMBRES A TRAVÉS DEL CORAZÓN DE CRISTO CRUCIFICADO Y RESUCITADO


"...La Misericordia Divina llega a los hombres a través del Corazón de Cristo Crucificado y Resucitado: "Hija mía, di que soy el Amor y la Misericordia en persona", pedirá Jesús a Sor Faustina (Diario, 374). Cristo derrama esta Misericordia sobre la humanidad mediante el envío del Espíritu que, en la Trinidad, es la Persona-Amor. Y ¿acaso no es la Misericordia un "segundo nombre" del Amor (cf.
Dives in Misericordia, 7), entendido en su aspecto más profundo y tierno, en su actitud de aliviar cualquier necesidad, sobre todo en su inmensa capacidad de perdón?

Hoy es verdaderamente grande mi alegría al proponer a toda la Iglesia, como don de Dios a nuestro tiempo, la vida y el testimonio de sor Faustina Kowalska. La Divina Providencia unió completamente la vida de esta humilde hija de Polonia a la historia del siglo XX, el siglo que acaba de terminar. En efecto, entre la primera y la segunda guerra mundial, Cristo le confió Su Mensaje de Misericordia. Quienes recuerdan, quienes fueron testigos y participaron en los hechos de aquellos años y en los horribles sufrimientos que produjeron a millones de hombres, saben bien cuán necesario era el Mensaje de la Misericordia.Jesús dijo a sor Faustina: "La humanidad no encontrará paz hasta que no se dirija con confianza a la Misericordia Divina" (Diario, 132). A través de la obra de la religiosa polaca, este mensaje se ha vinculado para siempre al siglo XX, último del segundo milenio y puente hacia el tercero. No es un mensaje nuevo, pero se puede considerar un don de iluminación especial, que nos ayuda a revivir más intensamente el Evangelio de la Pascua, para ofrecerlo como un rayo de luz a los hombres y mujeres de nuestro tiempo..." (Siervo de Dios Juan Pablo II.
Homilía durante la Canonización de la Beata María Faustina Kowalska, punto 2)

MARIA SANTISIMA ES LA MADRE QUE NOS ALCANZA LA MISERICORDIA DIVINA

"...María es también Madre de Misericordia porque Jesús le confía su Iglesia y toda la humanidad. A los pies de la Cruz, cuando acepta a Juan como hijo; cuando, junto con Cristo, pide al Padre el perdón para los que no saben lo que hacen (cf. Lc 23, 34), María, con perfecta docilidad al Espíritu, experimenta la riqueza y universalidad del Amor de Dios, que le dilata el Corazón y la capacita para abrazar a todo el género humano. De este modo, se nos entrega como Madre de todos y de cada uno de nosotros. Se convierte en la Madre que nos alcanza la Misericordia Divina.
María es signo luminoso y ejemplo preclaro de vida moral: «su vida es enseñanza para todos», escribe San Ambrosio, que, dirigiéndose en especial a las vírgenes, pero en un horizonte abierto a todos, afirma: «El primer deseo ardiente de aprender lo da la nobleza del maestro. Y ¿quién es más noble que la Madre de Dios o más espléndida que Aquella que fue elegida por el mismo Esplendor?». Vive y realiza la propia libertad entregándose a Dios y acogiendo en Sí el Don de Dios. Hasta el momento del nacimiento, custodia en su Seno Virginal al Hijo de Dios hecho hombre, lo nutre, lo hace crecer y lo acompaña en aquel gesto supremo de libertad que es el sacrificio total de su propia vida. Con el don de Sí misma, María entra plenamente en el designio de Dios, que se entrega al mundo. Acogiendo y meditando en Su Corazón acontecimientos que no siempre puede comprender (cf. Lc 2, 19), se convierte en el Modelo de todos aquellos que escuchan la palabra de Dios y la cumplen (cf. Lc 11, 28) y merece el título de «Sede de la Sabiduría». Esta Sabiduría es Jesucristo mismo, el Verbo eterno de Dios, que revela y cumple perfectamente la Voluntad del Padre (cf. Hb 10, 5-10).
María invita a todo ser humano a acoger esta Sabiduría. También nos dirige la orden dada a los sirvientes en Caná de Galilea durante el banquete de bodas: «Haced lo que Él os diga» (Jn 2, 5).
María comparte nuestra condición humana, pero con total transparencia a la gracia de Dios. No habiendo conocido el pecado, está en condiciones de compadecerse de toda debilidad. Comprende al hombre pecador y lo ama con amor de Madre. Precisamente por esto se pone de parte de la verdad y comparte el peso de la Iglesia en el recordar constantemente a todos las exigencias morales. Por el mismo motivo, no acepta que el hombre pecador sea engañado por quien pretende amarlo justificando su pecado, pues sabe que, de este modo, se vaciaría de contenido el sacrificio de Cristo, su Hijo. Ninguna absolución, incluso la ofrecida por complacientes doctrinas filosóficas o teológicas, puede hacer verdaderamente feliz al hombre: sólo la Cruz y la Gloria de Cristo Resucitado pueden dar paz a su conciencia y salvación a su vida." (Carta Encíclica
"VERITATIS SPLENDOR", n. 120)

MARIA Y LA MISERICORDIA DIVINA DE SU HIJO

18 de abril - Beatificación de Sor Faustina (1993)
Debes hablarle al mundo de Su misericordia
Sor Faustina Kowalska registra en su Diario unas veinte apariciones de la Virgen y más de treinta visiones de Cristo, de ángeles y difuntos. El 25 de marzo de 1936: Vi de pronto a la Madre de Dios que me dijo: “Yo le he dado al mundo el Salvador. Tú, debes hablarle al mundo de Su misericordia y prepararlo para Su segunda venida, pues ya no vendrá como Salvador Misericordioso, sino como un Juez Justo (…). No tengas miedo de nada, sé fiel hasta el final.”» (Diario, 295). Algunos meses más tarde: «La vi tan bella que las palabras me faltan para describir su belleza. Estaba vestida toda de azul y con una corona en la cabeza. De su cuerpo se desprendía una luz inconcebible. “Yo soy la Reina del Cielo y de la Tierra, pero ante todo tu Madre” y cerrándome contra su pecho, me dijo: “Yo tengo compasión por ti”» (Diario, 295).


Visiones de Sor Faustina

MARIA CUYA VIDA HA SIDO UNA ASCENSION PERPETUA DE AMOR

20 de abril - España. Quito. Nuestra Señora de los Dolores

Tú, cuya vida ha sido una ascensión perpetua de amor…
Madre mía, Virgen María inmaculada, Tú cuya vida (…) ha sido una ascensión perpetua de amor, ayúdame a subir sin cesar por la vía de la divina perfección, no de una vez, ni en una visión de éxtasis, ni según mis deseos, sino día a día, conforme al designio de la Providencia. Y así, conducida por ti por el camino de la claridad hasta alcanzar la Luz, yo pueda ver en toda su cautivante belleza la Caridad divina, tal como los más humildes tienen necesidad de conocerla para encontrar en ella, con la saciedad de mis deseos, el secreto de vivir y de morir consumida por el Amor. Virgen Santa tú que has conquistado y cautivado mi alma, guárdame ahora plenamente y para siempre en el amor a tu divino Hijo.


Marta Robin

¡QUE TU PASO INMACULADO ME ABRA EL CAMINO DE LA PUREZA Y DE LA PAZ!

19 de abril - Matrimonio virginal del Beato Bartolo Longo con la condesa de Fusco en 1885
¡Que tu paso inmaculado me abra el camino de la pureza y de la paz!
María, Madre Inmaculada de Jesús, mi tierna Madre, Reina del Santo Rosario, que te has dignado escoger como morada el valle desolado de Pompeya para iluminar el mundo con tus gracias y misericordias, dígnate posar sobre mí tus ojos llenos de compasión y acéptame como tu servidor y como tu hijo que te ama y te dice en voz alta: ¡Madre de misericordia! Escucha mis quejas: que tu paso inmaculado me abra el camino de la pureza y de la paz. Que suene en mis oídos la dulzura de tu voz, mi dulce Señora, pues tus palabras son vida. Ábreme tus manos llenas de gracias, socorre a este indigno servidor que te implora y líbralo de las trampas de sus enemigos. Haz que lleguen hasta mí las dulces cadenas de tu Corona con las que atraes a los corazones más rebeldes y q mi corazón cautiva para que no se aleje jamás de ti. Oh, Rosa de toda pureza, que la aroma de tu perfume me lleve al amor del Paraíso. Amén.
Beato Bartolo Longo (1841-1926

SAN EXPEDITO


RUEGA POR NOSOTROS Y NO NOS OLVIDES