martes, marzo 20, 2007

EL. CAMINO DE LA ESPERANZA

El camino de la esperanza comienza con el temor de los castigos eternos, con el temor de verse privado y excluido del amor de Dios, y con el aprecio de los bienes sobrenaturales que Dios nos ofrece. Luego tiene que libertarse el alma de los falsos goces y falsos bienes que la cautivan, para poder así despertar la confianza en la bondad y el auxilio divinos : así es como el hombre anda por el camino de la divina esperanza; es el camino hacia la alegría y el camino de la alegría; pero camino que va siempre marcado por la cruz de Cristo, pues es la vía de la paciencia en los sufrimientos: "¿No era conveniente que Cristo padeciese todas estas cosas y entrase así en su gloria?" (Lc 24, 26; 1 Petr 4, 1; 5, 10; cf. Sap 3, 4). Cristo probó su obediencia en la pasión (Hebr 5, 8) : los sufrimientos que Dios nos envía son también para nosotros el punto culminante de la prueba de la obediencia. El camino de la esperanza sigue también el camino de los preceptos, cuya quintaesencia es el precepto del amor. "Si quieres entrar en la vida observa los mandamientos" (Mt 19, 17). El cristiano ha de considerar la realiiación de su esperanza como recompensa por la prueba de fidelidad a los preceptos. El camino de la esperanza, en sentido pleno, es Cristo. Él es la nueva ley de gracia en nosotros. Y su precepto es que permanezcamos en Él, y que obremos según su espíritu. También Él será nuestra recompensa (cf. Apoc 22, 12 ; Is 40, 10).
Se trata, empero, de una recompensa del todo gratuita, que sólo se concede a la perseverancia en el bien, y ésta no puede merecerse, sino sólo pedirse ; de ahí que el camino de la esperanza sea el camino de la súplica, al mismo tiempo que el de la obediencia amorosa.
El temor, aliado de la esperanza, viene a sacudir la somnolencia del cristiano. Pero para que este temor no lo precipite en una inquietud angustiosa, se le da el apoyo de la oración.
La oración perseverante, animada por la confianza, nos hará ver que nuestra debilidad y nuestra inclinación al pecado no son tan temibles, y estaremos seguros de que, con la súplica, obtendremos el auxilio divino, y de que, si humildemente lo pedimos, siempre podremos orar. La oración es expresión de la esperanza, afianzamiento de la esperanza, garantía de alcanzar lo que promete la esperanza.
Fuente: BERNHARD HÄRING,LA LEY DE CRISTO I,Herder - Barcelona 1961,Págs. 642-653

SECUENCIA DE PASCUA

Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.
—¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?
—A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.



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