martes, enero 30, 2007

Michel Quoist - Su Espiritualidad

Ahora Señor, voy a cerrar mis párpados: hoy ya han cumplido su oficio. Mi mirada ya regresa a mi alma tras de haberse paseado durante todo el día por el jardín de los hombres.
Gracias, Señor, por mis ojos, ventanales abiertos sobre el mundo; gracias por la mirada que lleva mi alma a los hombres como los buenos rayos de tu sol conducen el calor y la luz.
Yo te pido en la noche, que mañana, cuando abra mis ojos al claro amanecer, sigan dispuestos a servir a mi alma y a mi Dios.
Haz que mis ojos sean claros, Señor. Y que mi mirada, siempre recta, siembre afán de pureza. Haz que no sea nunca una mirada decepcionada, desilusionada, desesperada, sino que sepa admirar, extasiarse, contemplar.
Da a mis ojos el saber cerrarse para hallarte mejor, pero que jamás se aparten del mundo por tenerle miedo. Concede a mi mirada el ser lo bastante profunda como para conocer tu presencia en el mundo y haz que jamás mis ojos se cierren ante el llanto del hombre.
Que mi mirada, Señor, sea clara y firme, pero que sepa enternecerse y que mis ojos sean capaces de llorar.
Que mi mirada no ensucie a quien toque, que no intimide, sino que sosiegue, que no entristezca, sino que transmita alegría, que no seduzca para no apresar a nadie, sino que invite y arrastre al mejoramiento.Haz que moleste al pecador al reconocer en ella tu resplandor, pero que sólo reproche para despertar.
Haz que mi mirada conmueva las almas por ser un encuentro, un encuentro con Dios. Que sea una llamada, un toque de clarín que movilice a todos los parados en las puertas, y no porque yo paso, Señor, sino porque pasas Tú.Para que mi mirada sea todo esto Señor, una vez más en esta noche yo te doy mi alma y mi cuerpo y mis ojos. Para que cuando mire a mis hermanos los hombres sea Tú quien los mira y, desde dentro de mí, Tú les saludes.

Lección -2-
Si quieres influir en otro, ten presente esta regla de oro: No seas nunca destructivo, sino siempre constructivo. El otro es extremadamente sensible al juicio de los que lo rodean.
La indiferencia de éstos, su falta de confianza y más aún su desprecio lo paralizan y lo condenan al estancamiento.Si quieres influir en otro, comienza por amarlo sinceramente, de lo contrario, no lograrás hacerle avanzar ni un paso. Luego, pon en él tu confianza, no importa lo que suceda; finalmente admíralo, siempre hay algo que admirar en el otro. Ama, confía, admira concretamente.
No basta con tener esos sentimientos en tu corazón. Debes expresarlos. El otro interpreta siempre el silencio como una reprobación y cuanto más débil es, tanto más le invita ese silencio al desánimo.
El piensa: "soy poca cosa a sus ojos", "me juzga incapaz, sin reacciones", "me desprecia", "sin duda no le gusto", y muy rápidamente saca una amarga conclusión: "en el fondo, tiene razón".Frente al otro, no pienses nunca: soy superior, sino piensa: en tal punto me supera. Si piensas lo primero, lo aplastarás, si lo segundo, lo animarás y lo engrandecerás.
El otro siempre tiende a ser lo que tú piensas y dices que es. Si piensas muy mal de alguien, no vale la pena que trates de influir en él. Antes de abordarlo, empieza por esforzarte para rectificar tu juicio.
La alabanza sincera tiene un poder mágico. Si quieres que el otro progrese, felicítalo con sinceridad. Eso es siempre posible. Mira al otro, ve sus cualidades, sus dones, pónlos a plena luz; muchos están ocultos, por negligencia, por desaliento. Devolvérselos es revelárselos, es salvarlo, pues Dios condena al que entierra sus talentos.Si buscas las cualidades del otro y se las alabas, no eres un hipócrita adulador, sino un adorador del Padre.
Cuando en la Fe te acercas religiosamente a otro, estás en el camino de Dios, pues es El quien deposita sus dones en cada uno. Confía, confía siempre en el otro, a pesar de las apariencias, a pesar de los fracasos.Si dices al otro: "no se puede hacer nada contigo", el otro que ya tiene muchos problemas consigo, pensará "es verdad..." y no tratará de hacer nada. Si dices al otro: "con esfuerzos y paciencia, llegarás seguramente a alguna parte", el otro pensará "quizás tenga razón" y estará tentado a probar.Si a pesar de todo debes hacerle reproches, condenar una actitud, una acción, empieza felicitándole sinceramente por una cualidad, un progreso, un éxito.
El reproche sólo agria, entorpece o desanima. Si quieres que un reproche sea constructivo, el otro tendrá que estar preparado para recibirlo. No se trata de admitir lo malo, sino de estimular lo bueno.No remuevas indefinidamente las cenizas, inclínate inmediatamente sobre la brasa encendida, por poca que sea; aliméntala, sóplala y encenderás un brasero...
Es decir, enciende en el otro el esfuerzo más insignificante, el progreso más insignificante y alégrate sinceramente. Tu alegría, tu admiración revelarán a otro sus posibilidades. Creerá más en ellas, llegará más rápido y más lejos.¿Quieres influir en el otro? Olvídate de tí mismo. Si bien crees que puedes hacer algo, estorbas. Sólo puedes preparar el terreno, abrir el camino. Hace ya mucho tiempo que Dios salva y redime. Influir en el otro es ir al encuentro del Amor todopoderoso, que transforma el corazón.¿Estás desanimado ante el pecado que no puedes dejar de notar en el otro? Repítete las palabras de San Pablo: "donde abunda el pecado, sobreabunda la gracia".No existe nadie (ni jamás existirá sobre la tierra) que haya caído tan bajo como para escapar al amor infinito de Dios. No tienes derecho a no amar y a no confiar donde Dios ama y confía.

LECCION -3-
El hombre necesita hablar, contarse cosas, que lo compadezcan, que lo alienten, que lo guien. Escucha a los demás, escucha más, sin cansarte, con interés.Hablar con otro es ante todo escuchar.Si el otro calla ante tí, respeta su silencio, luego con dulzura ayúdalo a hablar. Pregúntale por su vida, sus preocupaciones, sus deseos, sus molestias; pues hablar con otro, a menudo es preguntar también.

Cuida que el otro no se vaya si haber dicho todo lo que quería decir. Si murmura: "lo encontré preocupado", quiere decir que no estabas disponible. Si suspira: "no insistí, parecía ausente", quiere decir que estabas en otro lado.Estás inquieto, preocupado por muchos problemas y se presenta alguien que quiere hablarte.
Sácate dulcemente las preocupaciones, el mal humor, el nerviosismo, la obsesión y ofrécelo todo al Señor. Comienza de nuevo tantas veces como sea necesario y entonces quedarás libre para escuchar, recibir, comunicar.Ve al encuentro del otro!En la entrada de tu casa hay algunos escalones, tiéndele la mano. Para levantar ese paquete hay que hacer un esfuerzo, tiéndele la mano.Para destapar esa herida no hay que temblar, tiéndele la mano. Tender la mano es sonreír, tomar del brazo; es preguntar: ¿Y como sigue su hijo?Y entonces... después ¿qué pasó amigo?¿Cómo se arregló el asunto del otro día?Y en cada uno de esas frases cortas, vuélcate por entero, vuelca todo el amor del Señor que invita eternamente.Si sabes escuchar, muchos irán a hablarte. Sé atento, silencioso, recogido.
Tal vez, antes que pronuncies una palabra constructiva, el otro se habrá ido, feliz, liberado, iluminado. Pues lo que inconscientemente esperaba no era un consejo, una receta de vida, sino a alguien en quien apoyarse.Si debes responder, no pienses qué decir mientras el otro habla, pues ante todo necesita atención, sólo luego palabras. Después ten confianza en el Espíritu Santo, lo que llega primero no es el fruto de un razonamiento, sino el fruto de la gracia.Sólo es verdadero el diálogo si haces en tí un profundo silencio, un silencio religioso para acoger al otro, --pues en él y por él Dios llega a tí.--

LECCION N° 4

Es fácil demoler una casa, es más difícil construir una. Es fácil concebir planes, pero es dificil realizarlos. Tus buenas intenciones de nada sirven si no se dirigen a la acción. Porque no puedes hacer mucho, más vale que hagas un poco.El miembro que no se usa se atrofia.
El hombre que no actúa, no sólo no progresa, sino que retrocede. Sólo puedes perfeccionarte actuando.
Mira a los hombres a tu alrededor. Se agitan mucho, se gastan, hablan, reaccionan, se pelean y finalmente se desaniman, pues el resultado es insignificante comparado con sus esfuerzos. No es la intensidad del movimiento quien da eficacia a tu acción, sino el peso del Espíritu que, gracias a tí, ella lleva consigo.Algunos hombres con poco tiempo, pocos gestos, poca acción harán mucho, otros con más tiempo, más gestos, más acción harán muy poco.
La diferencia radica en "el alma" de quienes actúan.Cuánto más mires tu acción y más reflexiones sobre ella, más "persona" humana te vuelves.Si quieres actuar seriamente, mira primero la realidad. Humanamente, es prudencia: mide con exactitud las necesidades, marca el punto preciso en el que has de insertarte, calcula las fuerzas que has de emplear...
Cristianamente, es evitar la ilusión: si preguntas a la realidad guiado por la fe, "Dios te contestará" y a través de la vida concreta, te invitará a la acción.En la fe someterse a la realidad es someterse a Dios.
No puedes actuar recta y cristianamente si primero no has visto y juzgado en la fe.La acción debe llegar a ser la puesta en marcha del designio del Padre, después de haberlo descifrado, con una mirada fiel a la vida.Quieres ser eficiente, te impacientas por el pobre resultado de tu acción, sufres al comprobar todo el trabajo que se te ofrece, oyes el llamado de tu ambiente y de toda la humanidad...
si quieres dar a tu vida su máxima eficacia, cambia tu voluntad limitada por la voluntad infinita de Dios. El cambiará tus débiles fuerzas por su Omnipotencia infinita. Dios hace grandes cosas con lo pequeño.Tu limitas tu eficacia creyendo aún en tu poder.
Si desapareces, Jesucristo podrá aparecer y perfeccionar el designio de Su Padre por tí.

LECCION N° 5
La fe recibida en el bautismo es una semilla, pero una semilla está hecha para producir una planta y la planta para dar frutos. Tu Fe puede crecer, pero no: buscando indefinidamente nuevas razones para creer, ni imaginando la bondad, el poder, el amor de Dios, ni tratando de sentir la presencia del Señor, ni convenciéndote que crees más.

Tu Fe crecerá si te comprometes a seguir a Cristo, no sólo en actos religiosos, sino en todo momento, durante toda tu vida: "Si alguno quiere ser mi discípulo, que me siga". Sólo tiene valor la fe que actúa por la caridad.
¿Tienes dificultades de Fe? ¿Cuáles?¿Obstáculos intelectuales?
No te pelees con las ideas, escuentra a Jesucristo, luego reflexionarás con más calma y eficacia sobre su Luz.
¿Obstáculos con la Iglesia? No tropieces con los estandartes, cirios, con la nueva liturgia, con las condenaciones... corre hacia Jesucristo.
El Señor que vive en el Evangelio, en la Eucaristía, te hará comprender que El es el mismo Señor que vive en la Iglesia.
¿Obstáculos morales? Implora a Jesucristo. El te ayudará y te perdonará mediante el Sacramento de la Penitencia.Tranquilízate, si eres leal y generoso, tus crisis de Fe son sólo crisis de crecimiento.
Los obstáculos son ocasiones de elevación, como el dique, que obliga al agua a elevarse para dar una nueva potencia. Pero cuanto más avances en la Fe, tanto más encontrarás oscuridad, pues en la tierra Dios será siempre un Dios oculto.
Desarróllate armoniosamente y no te contentes en la edad adulta con una fe adolescente... o aun de niño. Si vives con una fe adulta, ya no tendrás que tabicar tu existencia: en un lado la vida cristiana, en el otro, la vida a secas. Sólo habrá un gran esfuerzo pacífico de todo tu ser para adherirte por Cristo, con El y en El, a través de la más breve de tus palabras, y el más insignificante de tus gestos.Habrás triunfado cuando puedas decir con lealtad: "Mi vida es Cristo"·

LECCION N° 6
Estad atentos, no sea que se emboten vuestros corazones...Velad pues, en todo tiempo y orad para que podáis evitar todo esto que está por venir y comparecer ante el Hijo del Hombre."No puedes más, Señor, de nuevo estás en tierra.

Esta vez ya no es sólo el peso de la cruz quien provoca la caída, sino la fatiga acumulada, el cansancio. El sufrimiento repetido adormece la voluntad.
Mis pecados, Señor, son unos terribles adormecedores de la conciencia. Yo me habitúo rápidamente al mal: una falta de generosidad aquí, una infidelidad allá, una simple imprudencia más lejos.Y mi mirada se ensombrece, ya no veo los obstáculos, no vuelvo a ver a los demás en mi camino.
Y mis oídos se cierran. Y ya no oigo la queja de los hombres. Y me encuentro por tierra, en la llanura, lejos del Calvario que Tú me has trazado.Señor, yo te lo pido, guárdame joven en mis esfuerzos. Ahórrame la rutina que me adormece.

Sólo conoces algunos pasajes que has escuchado muy por encima en la misa del domingo. ¿Has abierto el Evangelio, de vez en cuando y no has encontrado nada?
Si penetras en el Evangelio como en un libro humano, sólo encontrarás en él, ideas y recetas humanas. Si te acercas a él como a una obra dictada por el Espíritu Santo, sus palabras serán, en tí y en tu vida, semillas de eternidad.¿Quieres comulgar en forma auténtica con el Evangelio?
Has de acercarte religiosa y desinteresadamente a él... para ESCUCHAR Y VER (es decir contemplar) a Jesús VIVO que se dirige hoy a tí a través de su vida y sus palabras. Necesitas una palabra que resuene en el infinito.
Respeta esa hambre pues es, en tí, esa partícula de amor creador que llama al Amor, para conversar. Es el hambre de una Palabra viva e infinita, es el hambre de Evangelio.Dices: "Hablo a Dios y no me responde" Te equivocas. Desde siempre estás llamado al diálogo. Si te quejas del silencio de Dios, quiere decir que no escuchas el Evangelio. En él, Dios entabla la conversación contigo. Respóndele. Así puedes comunicarte con Jesucristo vivo. ¿Estás atento a las confidencias que te hace Jesucristo?
No puedes encontrar al Señor y comprender su Palabra si no has pedido al Padre que sea el guía que te conduzca y al Espíritu Santo, el Intérprete que te traduzca.Jesucristo no habla el mismo idioma que tú, por eso te cuesta comprenderlo.
Hablas de eficacia, El dice: por la cruz. Hablas de influencia en el mundo, El dice: siendo el último; hablar de poder, El dice: siendo un niño; hablas de riquezas, El dice: desposándote con la pobreza. Resulta difícil entenderse cuando no se habla el mismo idioma. Acepta que te cambien la manera de ver las cosas.
No huyas del Evangelio.
Proclamar el Evangelio durante toda tu vida, no es predicar sobre una mesa en la fábrica, en oficina, es estar tan disponible al Espíritu y lleno de Evangelio, que tus sentimientos, pensamientos, opiniones y mentalidad se convertirán en los de Cristo.
Así cuanto más medites el Evangelio, tanto más evangélico, más apostólico serás.Deja que el Espíritu Santo te inspire, cuando quiera, el papel que Cristo quiere desempeñar a través de tí. Si eres fiel y atento, te sorprenderás al verlo intervenir con frecuencia. Esto es el Evangelio en la vida.
En la meditación del Evangelio sois dos los que actuáis. Tú que recoges y te dispones a recibir a Cristo. El Espíritu Santo que te conduce al Señor y te transforma en El. No te desanimes nunca.Corre al Evangelio. No faltes a la cita de Dios.

LECCION N° 7
La Virgen María no es "moderna" a los ojos de nuestros contemporáneos, pero el mundo moderno necesita a la Virgen María para recordar los valores de la vida que olvida.María es testimonio de la fecundidad espiritual de la virginidad. Por obra del Espíritu Santo es Madre de Dios y de todos los hombres, en Cristo.

María, sin gestos deslumbrantes, sin prédicas, sin acción, sin lucha, sólo diciendo SI a Dios durante toda su vida, dio a Cristo al mundo y con El, salvó al mundo.
María te recuerda el poder infinito de la ofrenda pura, de la presencia en el amor, de la disponibilidad interior, del silencio...El sí de María es doble:
es el consentimiento a la Encarnación y el consentimiento a la Redención. Porque se entrega completamente al servicio del Reino, porque es absolutamente pura, en Ella nada se opone a esta encarnación y a esta redención.
A la cabeza de la enorme multitud de hombres, marchó al encuentro de Dios: fina aurora de pureza de la humanidad, corazón entregado al amor.Ella es la primer mujer que renovó definitivamente con Dios la Alianza del Amor infinito. En su alma y en su propia carne es lugar de encuentro:de lo natural y lo sobrenatural,de lo finito y lo infinito,del hombre y de Dios.Jesucristo, a través de María, introdujo en el amor trinitario el corazón de una madre de la tierra.Busca en el Evangelio a la "pequeña" Virgen María, madre de Jesús, fiel, discreta y dolorosa. ""Amala y rézale""María continúa su obra en el mundo. Esposa fiel del Espíritu Santo, jalona en su sí eterno los mínimos gestos de gracia de su Hijo.No puede aparecer vida si no hay una madre que la dé.
No puede surgir ninguna partícula de gracia divina en ti, sin el amor fecundo de María. Si luchas en el amor, para tener más paz, más justicia, María sostiene tus esfuerzos, pues Ella siempre está donde hay que dar la Vida en su Hijo.Si sufres, también María está, pues dondequiera que se eleve una cruz, Ella está de pie, lista para ofrecer, para que en su Hijo florezca la Redención.Ella se eclipsa, silenciosa...Ella calla pero está.Dile cada día, en cada instante de tu vida, en la forma más simple:Dios te salve, María!

Continúa siendo fiel y El te concederá privilegiosen retorno por todo lo que tú haces

No digas: es inútil que hable con Dios, sabe que lo amo. Tampoco digas: no tengo ni un minuto para rezar, no importa, ofrezco mi trabajo, es una plegaria.El amor exige que uno se detenga desinteresadamente. Si amas, debes encontrar el tiempo para amar.
Orar es detenerse. Regalar el tiempo a Dios, cada día, cada semana. Si ya no oras, no reconocerás ni oirás a Jesucristo cuando te hable durante tu vida, pues para verlo y comprenderlo, hay que mirarlo y escucharlo en las citas cotidianas.
Orar es ante todo dirigirse a Dios.
Si ya no oras te dirigirás a tí mismo. Si ya no rezas te quedarás solo, y como el hombre necesita un dios, te elegirás a tí mismo como Dios.Si vives lejos de Dios, poco a poco concluirás: "vivo bien sin El". Si vives sin El, lo olvidarás lentamente.
Si lo olvidas, acabarás por creer que no existe.Con mucha frecuencia para tí, orar es pedir. Ahora bien, orar es ante todo presentarse desinteresadamente ante Dios: Padre Nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Con mucha frecuencia para tí, orar es recibir. Ahora bien, orar es también ofrecer.
Ofrecer la vida del mundo, ofrecer la propia vida, ofrecerse.Con la plegaria, si no pretendes obtener "algo", deseas al menos experimentar una cierta satisfacción sensible. Pero, salvo una gracia especial, no puedes sentir nada durante la plegaria. Toda emoción proviene de los sentidos. Ahora bien, orar es ponerse en presencia, en contacto con Alguien que no es "sensible". No podrás orar en forma auténtica mientras esperas encontrar placeres sensibles en la plegaria.Orar es a menudo aceptar aburrirse frente al buen Dios. Cuando estás reventado de cansancio, harto de responsabilidades y preocupaciones, agobiado de trabajo, abatido por el horario cargado, solicitado en todos lados por los demás, obligarte a detenerte y ceder totalmente ante Dios, aceptar la ineficacia humana ante El, "perder el tiempo" desinteresadamente en Su presencia, es hacer un acto de fe, de adoración y de amor, que es la base de la plegaria.
Hay que querer orar y querer orar es orar.No digas nunca: no puedo orar, no sé orar, pues aceptar tratarlo siempre ya es orar. Por tu parte, tu plegaria vale por el esfuerzo que te exige. Por parte de Dios, por la acción del Espíritu en tí.¿Te distraes en tus plegarias? Lo contrario sería excepcional. ¿por qué dedicarte a expulsar tus distracciones? Volverán. Míralas de frente y cualquiera que sea su naturaleza, ofrécelas a Dios en un gesto de homenaje o de arrepentimiento. Poco importa tu situación, tu condición presente. Dios te espera.
Pecas con todo tu ser. Amas con todo tu ser. Sería bueno que rezaras con todo tu ser. Haz rezar a tu cuerpo, haz rezar a tu alma, pero respeta en tí la jerarquía de los valores y no disocies el gesto del Espíritu. A medida que el amor se hace más profundo, necesita cada vez de menos gestos y palabras y cada vez de más silencios.Te quejas a menudo de que no te atienden, significa que cambias los papeles. Reclamas de Dios que se haga tu voluntad, que ejecute tu plan, que se ponga a tu servicio.
Rezar es todo lo contrario: Es pedir a Dios, que se haga Su voluntad, que ejecute su plan, que nos ponga a Su servicio. Si quieres ponerte en contacto con Dios haz de rezar, es decir estar a su disposición y permitirle que te transmita su gracia y su amor.
Ten confianza. Ten siempre confianza. Sabes que el Padre sólo puede querer tu bien.
Sabes que si no accede a tu deseo, su amor responderá de todas maneras, pero en forma diferente.Dios necesita de tu plegaria. Sólo puede darte algo si se lo pides, pues respeta infinitamente tu libertad.
El te ruega en silencio sin cesar. Atiende a su Amor.Nada se llevará a cabo si no rezas, pues rezar es:permitir que la voluntad de Dios se instale poco a poco en tí, en lugar de la tuya; permitir que el Amor de Dios te invada en lugar del amor por tí; introducir con tu ayuda el Plan del Padre y su Amor todopoderoso entre los hombres.

Luchas, te aflijes, te peleas por alcanzar la felicidad; te pareces al corredor que quiere ganar una carrera sin conocer la meta. Deténte primero y busca tu camino.Estás hecho para la felicidad y ese llamado en tí es la invitación de Dios que te llega desde el fondo de la eternidad. Si quieres, serás feliz, pues Dios no siembra si no quiere la cosecha.
Escucha y da las gracias.Antes las dificultades de la vida, las adversidades, la muerte, tienes derecho a llorar, pero ni siquiera en el llanto tienes derecho a separarte de la alegría.
La alegría puede unirse a los dolores más grandes. El camino de tu felicidad no parte de las personas o de las cosas para llegar a tí, parte siempre de tí para ir a los demás.¿Por qué no estás contento hoy? No lo sabes.
Ofrece al Señor tu fatiga, tu cansancio y esas viejas preocupaciones, archivos sin catalogar que se pudren en el fondo de tu corazón. Y luego sonríe a los demás. Sonríe a tu mujer, a tu hermano, al vecino, al colega, sonríe a la portera, al comerciante... sonríe y tu sonrisa llamará a la alegría que se había alejado.La alegría comienza en el momento mismo en que dejas de buscar la felicidad, para intentar darla a los demás.
Entonces si estás triste, deténte y averigua la causa de tu tristeza, encontrarás siempre en el fondo de tu corazón la huella de un retorno a tí. No lo aceptes. Ofrece a Dios lo que celosamente guardabas, luego olvídate de tí mismo y piensa en tu prójimo más cercano.La alegría florece al cabo de la entrega, pero la entrega exige el olvido de sí mismo.
Por eso la alegría es la vida reencontrada cuando uno ha aceptado perderla.En Cristo y por Cristo, el misterio de la Alegría, es el misterio de la resurrección.¿qué grado de amistad tienes con Cristo?

El Sacerdote .
Oración del domingo por la tarde.
Los cristianos son muy exigentes con sus sacerdotes. Y hacen bien. Pero no pueden imaginar lo duro que es ser sacerdote... Quien dió su paso al frente con toda la generosidad de sus 24 años, sigue siendo un hombre. Y no hay día en que el hombre que sigue vivo dentro de él no intente recuperar lo que un día entregó a los demás. Es una lucha continua por permanecer totalmente disponible en favor de Cristo y del prójimo.
El sacerdote no necesita cumplidos o regalos complicados. Tiene en cambio necesidad de que los cristianos a cuyo cuidado está dedicado, le demuestren, con su amor cada día más entregado a sus hermanos, que él no ha ofrecido en vano su vida.Oración:Esta tarde, Señor, estoy sólo.
Poco a poco los ruidos en la iglesia se han callado, los fieles se han ido y yo he vuelto a casa, sólo. Me crucé con una pareja que volvía de su paseo, pasé ante el cine, bordeé las terrazas de los cafés, donde los paseantes cansados intentaban estirar la felicidad del domingo festivo; me tropecé con los pequeños que jugaban en la acera, los niños, Señor, los niños de los otros que jamás serán míos.Y heme aquí, Señor, solo.
El silencio es amargo, la soledad me aplasta.Señor, tengo... años, un cuerpo hecho como los demás cuerpos, unos brazos jóvenes para el trabajo, un corazón destinado al amor. Pero yo te lo he dado todo porque en verdad que a Tí te hacía falta.
Yo te lo he dado todo, Señor, pero no es fácil. Es duro dar su cuerpo: él querría entregarse a los otros. Es duro amar a todos sin reservarse nadie, es duro estrechar una mano sin querer retenerla, es duro hacer nacer un cariño tan sólo para dártelo, es duro no ser nada para sí mismo por serlo todo para ellos, es duro ser como los otros, estar entre los otros, y ser otro, es duro dar siempre sin esperar la paga, es duro ir adelante de los demás sin que nadie vaya jamás delante de uno, es duro sufrir los pecados ajenos sin poder rehusar el recibirlos y llevarlos a cuestas.
Es duro recibir secretos sin poder compartirlos, es duro arrastrar a los demás y no poder jamás, ni por un instante, dejarse arrastrar un poco, es duro sostener a los débiles sin poder apoyarse uno mismo sobre otro, es duro estar solo, solo ante todos, solo ante el mundo, solo ante el sufrimiento, la muerte, el pecado.Hijo mío, no estás solo. Yo estoy contigo. Yo soy tú, pues Yo necesitaba una humanidad de recambio para continuar mi Encarnación y mi Redención. Desde la eternidad te elegí: te necesito.Necesito tus manos para seguir bendiciendo, necesito tus labios para seguir hablando, necesito tu cuerpo para seguir sufriendo, necesito tu corazón para seguir amando, te necesito para seguir salvando: continúa conmigo, hijo.
Señor, esta tarde, mientras todo se calla y mi corazón siente la amarga mordedura de la soledad, mientras mi cuerpo aúlla largamente su hambre oscura, mientras los hombres me devoran el alma y me siento impotente para hartarlos, mientras en mis espaldas pesa el mundo entero con toda su carga de miseria y pecado, yo te vuelvo a decir mi sí, no en una explosión de entusiasmo, sino lenta, lúcida, humildemente, solo, Señor, ante Tí en la paz de la tarde...

No me dí cuenta. Ya pasará. Eso tenía que pasar. No puedo hacer nada. Así son las cosas. Es el destino.No tienes derecho a hablar así. Nada de cuanto existe y de cuanto te sucede es profano.
El guijarro más pequeño, la planta más minúscula, son preciosos, pues Dios está allí presente con su acción. La partícula más pequeña de vida tiene un valor inestimable, pues está llena de todo el Misterio de Cristo.
La importancia del acontecimiento no reside en la extensión y brillo de su superficie humana, sino en su profundidad infinita. Tu pan de cada día, de cada instante es el acontecimiento. En la Eucaristía, Jesús te invita a comulgar con Su propio Cuerpo. En el Evangelio, con Su Palabra.
En el acontecimiento, con Su Acción.Escucha el acontecimiento, te murmurará el deseo del Señor con respecto a tí.En el acontecimiento, Dios traduce para tí Su Evangelio al idioma de vida. Con tu respuesta al acontecimiento comprometes la felicidad o la desdicha de toda la humanidad. El acontecimiento es llamado de los hombres, seña de los hombres, invitación de los hombres, es llamado de Dios, seña de Dios, invitación de Dios.
Con tu mirada al acontecimiento, estás atento a los hombres y a Dios. Con tu presencia en el acontecimiento te vuelves disponible a los hombres y a Dios. Con tu acción en el acontecimiento das a los hombres y a Dios una respuesta de amor en la vida.Si no estás unido a los hombres y a Cristo de manera muy estrecha, si tu acción no está penetrada de la eficacia infinita de Dios, es porque no comulgas con El en el acontecimiento; y quizás porque ni siquiera ves el "misterio oculto en el acontecimiento".Para responder a éste como cristiano, debes entrenarte a leer el acontecimiento a la luz de la fe. Sólo el cristiano que posee fe, puede descubrirlo. Aún falta ejercitar esa fe y mostrarse listo para responder a sus exigencias

No hay más que dos amores, Señor: el amor a mí mismo, el amor a Tí y al prójimo.Y cada vez que yo me amo es un poco menos de amor para Tí y los demás, una fuga de amor, una pérdida de amor.Pues el amor ha sido hecho para salir de mí y volar hacia los otros.Cada vez que el amor retorna a mí se marchita, se pudre y muere.
El amor propio, Señor, es un veneno que absorbo cada día.El amor propio se queda con la mejor porción y se guarda el mejor sitio.El amor propio habla mucho de mí y me hace sordo a la palabra de los demás.El amor propio elige por su cuenta e impone lo elegido al amigo.El amor propio me disfraza y engalana, quiere hacerme brillar oscureciendo al prójimo.El amor propio está lleno de compasión hacia mí y menosprecia el sufrimiento ajeno.
El amor propio encomia mis ideas e ignora las de los demás.El amor propio me encuentra virtuoso, me llama hombre de bien.El amor propio está satisfecho de mí, me adormece gentilmente.Y lo más grave es que el amor a mí mismo es un amor robado, estaba destinado a los demás, ellos lo necesitaban para vivir, para crecer y yo lo he desviado y así mi amor va creando el sufrimiento humano, así el amor de los hombres hacia sí mismos crea la miseria humana, todas las miserias humanas, todos los dolores humanos.
Todos los sufrimientos, todas las injusticias, las amarguras, las humillaciones, las penas, los odios, las desesperaciones, todos los sufrimientos son un hambre insatisfecha, un hambre de amor.Así los hombres han ido construyendo lentamente, egoísmo tras egoísmo, un mundo desnaturalizado que aplasta a sus hermanos, así los hombres sobre la tierra gastan su tiempo en hartarse de su amor marchito, mientras a su alrededor los demás mueren de hambre tendiendo hacia ellos sus brazos.Hemos malgastado el amor y Tu Amor.Esta tarde sólo te pido que me ayudes a amar.Ayúdame a amar, Señor, a no malgastar mi torrente de amor, a amarme cada vez menos para amar cada vez más a los otros. Y que en torno mío nadie sufra o muera, por haberle robado yo el amor que a él le hacía falta para seguir viviendo.

Si quieres descubrir tu vida concreta a la luz de la Fe, juzgarla y organizarla en la paz y en la realidad sobrenatural de la Esperanza, vivirla en unión con Jesucristo y tus hermanos, debes entrenarte todos los días a revisarla desde un ángulo distinto del de la eficacia humana: El deportista se entrena, el obrero aprende su oficio, el artista hace muchos "ejercicios" antes de producir una obra maestra. ¿Por qué no tratas de vivir una auténtica vida cristiana? La re-visión de vida no es: un examen de conciencia, un control de tus resoluciones, un ejercicio de atención, ni un medio de discernir tus acciones.
El "acontecimiento" es la materia prima de tu revisión de vida, es el lugar donde Jesucristo te invita a colaborar con El, el lugar donde debes reunirte con El, hacerle preguntas y comprometerte en función de su deseo con respecto a tí y a tus hermanos. Frente al acontecimiento, empieza pues a adorar a Jesucristo vivo en tu vida y en la vida del Mundo.Con el acontecimiento Dios te hace señas. Te hace descubrir las intenciones del Señor en cuanto a tí y a tu ambiente.
No siempre comprenderás lo que te pide Dios, pues su voz algunas noches no atravesará la espesura de lo humano ni el grosor del pecado. Pide perdón y en la noche de la fe, adóralo en silencio. En el Evangelio Dios te habla, El espera tu respuesta: En la vida, se dirige a tí, invitándote al diálogo. Tu revisión de vida debe desembocar en la plegaria: plegaria de adoración: ¡es maravilloso, Señor! plegaria de agradecimiento: ¡gracias, Señor! plegaria de arrepentimiento: ¡perdón, Señor! plegaria de súplica: ¡concédeme, Señor! Si Dios te habla por medio del acontecimiento, es para invitarte a la acción con El y en El. Con la revisión de vida, tu acción ya no es para tí, aplicación de técnicas humanas, búsqueda de medios de apostolado, sino, a partir de la vida, respuesta a un deseo de Dios. Hay que obedecer al Señor a través del acontecimiento. Si revisas fielmente tu vida: descubrirás al Cristo total, cuyo gran cuerpo místico crece a través de la historia humana; te entrenarás para estar disponible mediante la búsqueda permanente del deseo de Dios en cuanto a tí; entrarás con tus hermanos, mediante la acción, en la realidad del designio creador y redentor. Entonces, serás cada día más cristiano adulto.

Por el mero hecho de estrechar la mano a muchar personas, de abrazarlas, de vivir, de hablar, discutir con ellas, algunos hombres piensan: "Estoy muy relacionado, conozco a mucha gente". Se equivocan: el hombre puede estar solo en medio de una multitud, si no tiene los ojos abiertos para ver y el corazón disponible para acoger al prójimo.Si quieres entrenarte a relacionarte, entrénate primero a mirar.
Para mirar camina despacio, deténte y sé inteligentemente curioso de todo lo que te permita conocer más a los hombres, su vida profesional, familiar, en los momentos libres, en el barrio, sus gustos, aspiraciones, dificultades, luchas... Hay que tener hambre de conocer para comprender y amar. Para relacionarse, no basta con ver al otro. Hay que acogerlo.Sé una casa abierta, con entrada libre:Sin perros mordedores que alejan: carácter, orgullo, celos. Que nadie se aleje diciendo: No me atreví, tenía miedo de que no me comprendiera, de que me mandara de paseo...Sin esperas que hacen vacilar: libre enseguida (aunque sólo sea para estrechar la mano o sonreír.
Con un minuto de completa atención basta para acoger al otro.Sin muebles que molesten: el departamento está vacío, disponible. No impongas tus gustos, tus ideas, tus puntos de vista.Sin traspasos que cuestan caros: si ofreces algo, que sea gratuito, no esperes nada a cambio. Sin contratos que atan: uno entra y sale cuando quiere, sin formalidades, sin compromisos.¿Que te dirá Cristo un día: Gracias por este lugar en la hostería de tu corazón o desventurado porque no encontré en tí ni siquiera una piedra para apoyar la cabeza?El valor profundo de un hombre se mide, entre otras cosas por su poder de relación, pero el poder de relación no es esencialmente un conjunto de cualidades exteriores: amabilidad, jovialidad, facilidad de palabra y de gestos...Esencialmente el poder de relación se mide por el desprendimiento interior, por el vacío de uno mismo.
Si quieres relacionarte con tus semejantes, sé un desierto y acepta que los demás vayan a poblarlo. Haz silencio y acepta que los demás vayan y hagan ruido.
¿qué encontrará el otro al entrar en tu casa? Si gracias a tí se encuentra frente a Dios, que habita en tí, se irá apaciguado, fortificado, alegre, animado, pues en el fondo, la verdadera relación debe poner en presencia de Dios.
Todas las mañanas, durante algunos instantes, ve al encuentro del Señor y en El, en la noche de la FE, sin reconocer rostros, ni oir palabras, acoge a todos los que te van a rodear en el día; en El ámalos y luego sigue tu camino, en paz, disponible, con la mirada más pura, el oído más fino para captar las invitaciones de Dios, con el corazón más ancho.
Llaman,golpean,préstame el cepillo de carpintero,Señora Pérez ¿está usted en casa?Señor González ¡un momento por favor!o quizás
un libro, el diario,o quizás una sonrisa, un silencio
Ese es el Señor que te hace señas. Estas son invitaciones a que te relaciones con el otro. Porque el otro es aquel que encuentras en tu camino,el que crece a tu lado,trabaja, se regocija o llora a tu lado; aquel a quien dices "no puedo verlo" o "me encanta" aquel de quien no dices nada, de quien no piensas nada, porque pasas sin mirar y no los has visto.
El otro es aquel a quien debes unirte para llegar a ser un hombre total, el hermano universal.
El otro es tu prójimo, a quien debes amar con todo el corazón, con todas tus fuerzas, con toda tu alma.
El otro es aquel frente al cual serás juzgado.
El otro es aquel que te engrandece, es un regalo de amor de Cristo.
El otro es el enviado del Padre, una pregunta de amor de Cristo.
El otro es aquela través de quien Dios se expresa,a través de quien Dios invita,a través de quien Dios enriquece,a través de quien Dios mide nuestro amor.
El otro es tu pan de cada día,tu hostia cotidiana.
El otro se llama Juan, Pedro, Luisa,Señor García, Señora Pérez.Vive en la misma casa que tú,trabaja en la misma oficina,toma el mismo colectivose sienta a tu lado en el cine...
El otro se llama Jesucristo.Jesucristo vive en la misma casa que tú,trabaja en la misma oficina,toma el mismo colectivo,se sienta a tu lado en el cine...
¡EL OTRO!...
Mientras no aceptes verdaderamente tus límites, no podrás construir nada sólido, pues te pasas el tiempo deseando los instrumentos que están en manos de los demás, sin darte cuenta que tú también posees otros, diferentes pero igualmente útiles.

No niegues tus límites, sería desastroso. Negarlos no los suprime. Si existen, ignorarlos sería darles una fuerza misteriosa de destrucción contra tu vida. Por el contrario, míralos de frente, sin exagerarlos, pero sin minimizarlos tampoco. Si puedes cambiarlos en algo ¿qué esperas para hacerlo con calma y perseverancia? Si no puedes hacer nada, acéptalos. No se trata de resignarte, inclinando la cabeza, sino de decir SI levantándola. No se trata de dejarse aplastar, sino de soportar y ofrecer.
Tranquilízate. Dios te observa y a sus ojos, no eres ni menos grande ni menos amado que cualquier otro hombre. Ofrécele tus preocupaciones, tus penas, tus pesares... y cree más en Su poder que en tu eficacia.En la medida en que compruebes, aceptes y ofrezcas tus limitaciones a Dios, descubrirás que tu pobreza se convierte en una inmensa riqueza.No es humildad creerse el más desprovisto de todo.
El humilde auténtico nada teme, ni siquiera a sí mismo, ni sus cualidades, ni sus límites, ni a los demás, ni las cosas. Teme a Dios. Cuando recibes un regalo de un amigo, abres el paquete, lo miras, lo admiras y se lo agradeces. El Padre del Cielo te ha hecho muchos regalos. A menudo no osas mirarlos ni alegrarte de ellos. Los regalos del Padre no son para tu uso personal. Son para los demás y para El. Cuanto más hayas recibido para ser y tener, tanto más responsable eres. De modo que, si algo hay que temer, no es el reconocimiento de tus cualidades, sino el no emplearlas.Acéptate a ti mismo, pero acéptate también frente al otro. Sé tu mismo. Los demás te necesitan, tal como el Señor ha querido que fueras. Dite a ti mismo: voy a llevarle algo, pues nunca se encontró con alguien como yo y nunca se encontrará, pues soy una persona única salida de las manos de Dios.En cierto sentido somos incompletos.
Todos los hombres reunidos forman la humanidad y en Cristo, el cuerpo místico. Tus límites son una invitación a la unión con todos los demás, en el amor. Sólo desea lo siguiente: ser plenamente, sin tachaduras, aquel que Dios quiere que seas... y serás perfecto.Una franca lucidez, un acto leal de ofrenda en la Fe te liberará definitivamente de tus ataduras y por fin serás tú mismo. Sólo con esta condición triunfarás y podrás ayudar a los demás.

Allí donde no ves más que una gota de agua, el científico a través del microscopio ve un mundo de seres vivos que se mueven.Allí donde no ves más que una cosa, el poeta y el artista ven los indicios de una realidad más grande y más bella.Allí donde el hombre no ve más que personas vivientes y acontecimientos producidos por el azar, el cristiano ve Hijos de Dios y el Reino del Padre que se construye.Tus sentidos te dan una mirada de carne.Tu inteligencia, una mirada de razón.Tu Fe, una mirada de Cristo.Con la mirada de Cristo injertada en la tuya, puedes conocer a Dios, el universo, a los hombres y a tí mismo, como El los conoce y como se conoce a Sí mismo. Creer es encontrar siempre a Jesucristo para unirse con su manera de VER.La Fe no es:una impresión o un sentimiento,una forma de optimismo frente a la vida,la satisfacción de una necesidad de seguridad.Tampoco es:una opinión,una regla de vida moral,una convicción fundada en un razonamiento,una evidencia científica.La Fe es ante todo una Gracia, es decir un Don de Dios. Esta gracia nos ayuda a encontrar una persona viviente, Jesucristo, nos permite adquirir la certeza de que esta Persona dijo la verdad, y que su testimonio -palabra y vida- es exacto.
Fuerte con esta certeza, la Fe consiste entonces en proyectar Su mirada sobre nosotros mismos, sobre la Humanidad y sobre la Historia, sobre Dios mismo y en comprometerse en función de esta mirada.La imaginación y la sensibilidad son todavía más incapaces de hacerte creer o de aumentarte la Fe.
No te alarmes por no sentir nada. Por el contrario, sólo cuando hayas por fin aceptado no comprender ya nada al modo humano, no sentir ya nada, entrarás de verdad en la Fe.La Fe depende de la plegaria y como es una respuesta personal del hombre a Dios, exige plena libertad.Para ayudar a tu hermano, no hay que demostrar, sino amar y orar; no hay que persuadir, sino transmitir la Palabra y dar Testimonio. Unete a Cristo, únete a El y procura pensar como El, reaccionar como El, ver como El, vivir como El. El te dará Su mirada, conocerás el verdadero sentido de la vida y más tarde con El y en El serás un VIDENTE eterno.

"Todo lo pintas negro, mascullas lamentos, te desentiendes de todo. Ya no crees en el esfuerzo, ¿para qué luchar? -no lo lograré nunca- -siempre ocurre lo mismo-.

El desaliento te inmoviliza, te paraliza, te impide reaccionar. Ya no eres tú quien dirige tu vida. ¡Ya no vives!¿Estás desanimado? Es porque confiabas en tí y compruebas con dolor que no puedes contar contigo. Si tienes confianza en Dios, sufrirás con tu falta, pero no te desanimarás.
Pues Dios es tan poderoso y te ama tanto después de la falta como antes. El desaliento es siempre una prueba de demasiada confianza en sí mismo y de muy poca confianza en Dios. No trates de escapar de un modo artificial a tus dificultades, tus malas costumbres, tus pecados inesperados. "Si hubiese podido no hacer eso." "Si fuera posible volver atrás." "Si se pudiera volver a empezar." "No es normal que yo tenga tantas dificultades." "No es justo." "Es una cuestión de temperamento, no lo puedo evitar."Si quieres triunfar frente al pecado, tu primera actitud ha de ser la de reconocer el mal que habita en tí. No andes con rodeos, no te disculpes, no trates de borrar, olvidar, negar, así no lo vas a destruir.
Acepta esta falta de hoy, acepta también la tentación de mañana, la tiranía de esa costumbre, esas ocasiones de pecado que no puedes evitar. Jesucristo no vino para quitarnos las tentaciones, ni para suprimir la posibilidad de pecar, sino para perdonarnos los pecados.Tranquilízate, los Santos tampoco fueron dispensados de la lucha contra el mal. San Pablo escribía a los Romanos:"...no hago lo que quiero, sino que hago lo que aborrezco... no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero... queriendo hacer el bien, es el mal que se me presenta...Pues me complazco en la ley de Dios según el hombre interior, pero advierto otra ley en mis miembros que lucha contra la ley de mi razón y me esclaviza a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Pobre de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo que me lleva a la muerte?..."A los ojos de Dios, el valor profundo de un hombre no se mide por la debilidad de sus tentaciones, ni por el escaso número de sus caídas, ni siquiera por la ausencia de culpa materialmente grave, sino ante todo por su confianza total en la omnipotencia del Salvador, por su amor y por su voluntad de esfuerzo constante.Mientras permanezca en tí una partícula de agotamiento, de tristeza, de duda en el alma, quiere decir que no crees suficientemente en el perdón del Señor, pues ese perdón debe darte la paz, la alegría. Cuando el hijo pródigo vuelve a su casa, el padre quiere que todos olviden el pasado. Ordena un festín para invitar a la Alegría. "Hay más Alegría en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que perseveran".Jesucristo es severo con el pecado, pero bueno con el pecador. Si eres víctima del pecado, el Señor llega a tí para amarte más y para salvarte. Misterio infinito del amor. Deja que llegue, estarás más unido al Señor después del pecado que antes. De este modo toda falta es una seña, una invitación para ofrecerse a Jesucristo Salvador.Te sientes cada vez más débil, a merced de la primera tentación. Descubres que hay en tí cada vez más egoísmo y orgullo. Ves con mayor claridad en tu vida la falta de amor, las dudas, las negativas. No te desanimes, alégrate, el Señor vino por tí. Si te arrojas en sus brazos, podrá perdonarte, salvarte; Pues, ¿como quieres que te perdone si no encuentras nada que tenga que serte perdonado? ¿Cómo quieres que te salve si no te entregas para que te salve?No pienses en conseguir la paz mientras estés cada vez más seguro de tí mismo, de tu vida honesta, de tu cómoda virtud. Esa tranquilidad sería la peor ilusión, puesto que entonces no necesitarías del Señor y estarías solo, terriblemente solo y vulnerable, sin El."No vine por el justo, sino por el pecador". "Vine para salvar lo que estaba perdido". "No son los sanos quienes necesitan de un médico, sino los enfermos".Desconfía del desaliento característico que acarrean las faltas contra la castidad. La vida física que éstas crean, el malestar psicológico que las acompaña, la impresión de tiranía del instinto todopoderoso confunden tu juicio, deformando tu culpabilidad. Las faltas contra la carne no son las más graves, sino las faltas contra la fe, la esperanza y la caridad. La costumbre limita tu libertad, limita también tu responsabilidad frente al pecado. Si la costumbre te paraliza con sus lazos, debes reconquistar tu libertad con paciencia y perseverancia.Comprobar tu debilidad no es desalentador si paralelamente vas descubriendo la omnipotencia del Amor divino. El Amor no te fallará nunca, eres tú quien no cree suficientemente en el Amor.Es grave quedarse en el suelo cuando uno se cae, pero también lo es quedarse sentado a la vera del camino creyendo haber llegado. Tus faltas deben convencerte de la verdad de tu fragilidad, te permiten convertirte en un niño y a reemprender la marcha de la mano del Padre."Pongo al Señor ante mí sin cesar; porque él está a mi diestra no vacilo. Por eso se me alegra el corazón, mis entrañas retozan y hasta mi carne en seguro descansa"

"Señor, Tú me has cautivado y no he podido resistirte. Largo tiempo escapé, pero me perseguías, yo corría en zigzags, pero Tú lo sabías. Me alcanzaste. Y yo me debatí. ¡Me venciste!Y hoy heme aquí, Señor: he dicho <> cansado y sin aliento, a pesar mío casi. Yo estaba allí, temblando, como un vencido a merced del vencedor, cuando Tú pusiste sobre mí tu mirada de Amor.Ya está hecho, Señor, ya no podré olvidarte, en un instante Tú me has conquistado, en un instante Tú me has cautivado, has barrido mis dudas, mis temores volaron. Te reconocí sin verte, te sentí sin tocarte, te comprendí sin oírte. Ya estoy marcado con el fuego de tu amor, ya está hecho: nunca podré olvidarte.Ahora yo te sé presente junto a mí y trabajo en paz bajo tu mirada de Amor, ya no he vuelto a saber lo que es tener que hacer esfuerzos para orar: me basta con levantar los ojos de mi alma hacia Tí para encontrar tus ojos y no hace falta más: nos comprendemos, todo está claro, todo es paz.En algunos momentos -oh, gracias Señor- vienes irresistible a invadirme como un brazo de mar que lento inunda la playa. O bruscamente me coges como el amante estrecha a la esposa que se abandona a él. Y yo no evito nada: cautivo como estoy, te dejo hacer, seducido, contengo la respiración y todo el mundo se desvanece, Tú detienes el tiempo. ¡Ah, como quisiera que estos minutos durasen horas y horas! Cuando Tú te retiras dejándome encendido, trastornado de gozo, yo no sé cosas nuevas, pero sé que Tú me posees más aún, alguna nueva fibra de mi ser queda herida, la quemadura ha crecido y yo estoy un poco más cautivo de tu amor.Señor, sigues haciendo el vacío en torno a mí, pero ahora de un modo muy distinto: es que Tú eres demasiado grande y eclipsas todas las cosas. Todo cuanto yo amaba ahora me parece bagatela, mis deseos humanos se funden como cera bajo el fuego de tu Amor. ¡Qué me importan las cosas! ¡Qué me importa mi bienestar! ¡Qué me importa mi vida! Ya no deseo más que a Tí. Tan sólo a Tí te quiero.Los demás van diciendo <>. Pero son ellos, Señor, los que lo son. Ellos no te conocen, ellos no saben de Dios, ellos no saben que no se le puede resistir. Pero a mi... a mí me ha cautivado, Señor y yo estoy seguro de Tí. Tú estás aquí y yo salto de gozo, el sol lo invade todo y mi vida resplandece como una joya, todo es fácil, todo es luminoso, todo es puro, ¡todo canta!Gracias, Señor, gracias.¿Por qué a mí, por qué me has escogido a mí?¡Oh, alegría, alegría, lágrimas de alegría!"

"Me da miedo decir <>. ¿Adónde me acabarás llevando? Me da miedo sacar la paja más larga, me da miedo firmar la hoja en blanco, me da miedo decir un <> que traerá cola. Y con todo no puedo vivir en paz. Tú me sigues, me cercas por todos lados. Y yo busco el ruido porque me da miedo oírte, pero Tú te deslizas en el menor silencio. Yo cambio de camino cuando te veo venir pero al fin de este nuevo sendero Tú me estás esperando. ¿Dónde me esconderé? En todas partes te encuentro: ¡ No hay modo de escaparse de Tí !Y yo tengo miedo de decir <>, Señor. Tengo miedo de darte la mano: te quedarías con ella. Tengo miedo de cruzarme con tu mirada: eres un seductor. Tengo miedo de tu exigencia: eres un Dios celoso. Estoy acorralado y trato de esconderme. Estoy cautivo, pero me debato y lucho sabiéndome vencido. Tú eres más fuerte, Señor. Tú posees el mundo y me lo quitas. Cuando extiendo la mano para coger a una persona o una cosa, todas se desvanecen delante de mis ojos. Y no, no es agradable eso de no poder cogerse nada para uno: si corto una flor se me marchita entre los dedos, si lanzo una carcajada se me hiela en los labios, si danzo un vals me quedo jadeante y nervioso. Y todo me parece vacío, todo se me hace hueco. En torno a mí Tú has hecho el desierto. Y tengo hambre y sed y el mundo no podría alimentarme.¡Pero si yo te amaba, Señor! ¿Qué es, entonces, lo que yo te he hecho? Yo trabajaba por Tí y yo me entregaba. Oh gran Dios terrible, ¿qué más quieres?

Hijo mío, Yo quiero más de tí y del mundo. Antes tú me dabas tu acción y eso no me sirve para nada. Tú me invitabas a bendecirla, me invitabas a sostenerla, querías interesarme en tu trabajo. Pero fíjate bien, al hacerlo hijo mío, tú invertías el juego. Yo antes veía tu buena voluntad, te seguía con los ojos, pero ahora quiero más: no se trata de que tú hagas tu acción, sino la voluntad de tu Padre del cielo. Di <> hijo mío. Necesito tu <> como necesité antaño el de María para venir al mundo, porque soy Yo quien debe meterse en tu trabajo, entrar en tu familia, en tu barrio, Yo, y no tú. Porque es mi mirada la que penetra y no la tuya, es mi palabra la que arrastra y no la tuya, es mi vida la que transforma y no la tuya. Dame todo, ponlo todo en mis manos. Yo necesito tu <> para desposarme contigo y descender a la tierra, necesito tu <> para seguir salvando al mundo.Oh, Señor, tus exigencias me dan miedo, pero ¿quién puede resistirte? Para que tu Reino llegue y no el mío, para que se cumpla tu voluntad y no la mía, ayúdame a decir <>"

Mi mejor invento, dice Dios, es mi madre.Me faltaba una madre y me la hice. Hice Yo a mi madre antes que ella me hiciese. Así era más seguro. Ahora sí que soy hombre como todos los hombres. Ya no tengo nada que envidiarles, porque tengo una madre, una madre de veras. Sí, eso me faltaba. Mi madre se llama María, dice Dios.Su alma es absolutamente pura y llena de gracia. Su cuerpo es virginal y habitado de una luz tan espléndida, que cuando Yo estaba en el mundo no me cansaba nunca de mirarla, de escucharla, de admirarla. ¡Qué bonita es mi madre! Tanto, que dejando las maravillas del cielo nunca me sentí desterrado junto a ella.Y fijaos si sabré Yo lo que es eso de ser llevado por los ángeles..., pues bien: eso no es nada junto a los brazos de una madre, creedme. Cuando me fui al cielo Yo la echaba de menos. Y ella a mí. Ahora me la he traído a casa, con su alma, con su cuerpo, bien entera. Yo no podía portarme de otro modo. Debía hacerlo así. Era lo lógico.¿Cómo iban a secarse los dedos que habían tocado a Dios? ¿Cómo iban a cerrarse los ojos que lo vieron? Y los labios que lo besaron ¿creéis que podrían marchitarse? Y yo no fui capaz. ¿Cómo iba a hacerlo? Habría sido horrible para mí. Además dice Dios, también lo hice por mis hermanos los hombres: para que tengan una madre en el cielo, una madre de veras, como las suyas, en cuerpo y alma. La mía.Bien. Hecho está. La tengo aquí, conmigo. La madre ha vuelto a encontrar a su Hijo, y el Hijo a la madre, el uno junto al otro, eternamente. Ah, si los hombres adivinasen la belleza de este misterio...Da gusto, dice Dios, ver que se aprecian los dones que uno hace! Y ahora que se aprovechen. En el cielo tienen una madre que les sigue con sus ojos, con sus ojos de carne. En el cielo tienen una madre que los ama con todo su corazón, con su corazón de carne. ¿Cómo no se darán cuenta de que Yo a ella no puedo negarle nada? ¡Qué queréis! ¡Es mi madre! Yo lo quise así. Uno junto al otro, cuerpo y alma, eternamente Madre e Hijo...

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