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"Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan"(Lc.11, 27-28)No pocas veces la palabra humana ha causado en tí grave daño, la palabra humana que enardeció tu espíritu o soliviantó tu egoísmo o te desvió del recto camino... todo eso se lo debes a los efectos de la humana palabra, esa palabra que por ser humana, es falible, va cargada de pasiones y de discordia entre hermanos.En cambio ¡qué distinta es la Palabra de Dios!La Palabra de Dios no solamente dice, sino que también realiza. Dice lo que hace y hace lo que dice. La Palabra de Dios es de por sí eficiente y dinámica, tiende a la realización y si promete, da; si expone, ilumina; si corrige, santifica; si perdona, devuelve la gracia.La Palabra de Dios es una Palabra sin sonido, pero con eficiencia. Palabra que no se percibe con el oído, pero que se capta con el corazón. Palabra que no se grita, pero que se siente en la intimidad más recóndita de nuestro ser.La palabra de Dios es palabra que no sólo promete, sino que también cumple más de lo que ha prometido, que da y otorga aún mucho más de lo que ha mostrado. Palabra que responde aún antes de ser interrogada o sin necesidad de serlo; Palabra que se dirige más que a tu exterior, a lo interior de tu corazón.La Palabra de Dios te confortará y alentará, si estás desanimado; te moderará en tu excesivo entusiasmo; te volverá fervoroso y fiel en tus momentos de tibieza o frialdad; te calmará en tus arrebatos, te serenará en tus excitaciones, te infundirá valor en los momentos de miedo, te dará la luz que necesitas para los momentos de duda, te confirmará y te tranquilizará en tus horas de bien y de rectitud, te perdonará cuando caigas, te impulsará cuando permanezcas en el bien. Si la escuchas y la guardas, si la conoces y la vives, te dará la paz y la salvación, porque la Palabra de Dios salva a los que esperan en El.
Palabra de Dios que surge por encima de todos los engaños y falsedades que te rodean. Palabra de Dios que nunca engaña.
Palabra de Dios que lleva en sus entrañas la fecundidad de la vida.
Ese "oír" la Palabra tiene un sentido enfático que sobrepasa la pura audición, se trata de recibirla, aceptarla y practicarla.María Santísima profetizó de sí misma que todas las generaciones la proclamarían bienaventurada y esa profecía se ha ido cumpliendo en plenitud a través de los siglos y se seguirá cumpliendo hasta el final de los tiempos.Esto sucederá, tanto porque María fue elegida entre todas las mujeres para ser la Madre del Redentor y adornada con todas las gracias y privilegios que corresponden a la divina maternidad, como porque María, la esclava del Señor, prestó oído atento a la Palabra del Señor y ordenó su vida en conformidad con aquella divina Palabra.No seas tú una nota discordante en ese gran coral hímnico que canta las glorias de María; canta también tú a la Madre de Dios; cántala, reconociendo sus grandezas y privilegios; cántala, admirándola como llena de gracia con una plenitud que rebasa para los mismos cristianos; cántala, fomentando en tí una sincera y honda devoción hacia Ella; cántala, teniéndola como Madre, honrándola como Madre, invocándola como Madre, amándola como Madre; cántala, teniéndola e invocándola como "vida, dulzura y esperanza nuestra".Y cántala, imitándola en su fidelidad en oír y practicar la palabra de Dios.
Es la segunda vez que Jesús realiza el milagro de la multiplicación de los panes; la primera la trae San Mateo en 14,13-21; entre ambos milagros se hallan diferencia notables.Las gentes siguieron a Jesús sin preocuparse de sus necesidades más perentorias, como era el alimento; es que la palabra de Jesús les cautivaba y su poder las atraía irresistiblemente. La gente quedó maravillada, al ver las obras que Jesús realizaba y nosotros estamos obligados a presentar nuestras obras diarias con tal rectitud y santidad, que cuantos nos observen, no tengan más remedio que alabar a Dios, "glorificar al Dios de Israel", como dice el Evangelio.María Santísima confesaba de sí misma, que Dios había realizado en Ella maravillas y por eso alababa al Señor; tú tienes que reconocer con humildad, pero con verdad, que Dios también en tí realizó las obras de su poder y de su misericordia y por ello tú, como las gentes del Evangelio y como la Virgen de Nazaret, has de "glorificar", es decir:dar gracias al Señor y alabar su bondad para contigo.Este milagro de Jesús es una nueva manifestación del poder y de la misericordia de Jesús, que se compadece de aquellas gentes y socorre su necesidad.La verdadera compasión no se contenta con lamentar el mal; lo remedia, si está en su mano, y cuando no lo puede remediar, comparte el menos la aflicción y el dolor.Jesús pone toda su omnipotencia al servicio de su compasión y así realiza aquel estupendo milagro de la multiplicación de los panes y los peces.No puedes decir, que no se te presentan a tí cien y mil ocasiones de ejercer la compasión con tu prójimo que sufre; acepta voluntariamente y con sincero corazón el sacrificio que debas imponerte, para remediar las necesidades de tu prójimo, siente como tuyas sus penas y aflicciones y cumple así el mandamiento de la caridad, amando como dice San Juan: "No de palabra, ni de boca, sino con obras y según la verdad" (Jn 3,18)."Alegraos con los que se alegran, llorad con los que lloran" (Rom. 12,15), nos aconseja San Pablo; el que no se preocupa por las situaciones aflictivas de su prójimo, es porque no lo ama y "el que no ama a su prójimo, tampoco ama a Dios" (1Jn 4,20).
Vivencia:En algunas ocasiones seguramente Dios querrá servirse de tí, a pesar de tu pequeñez y miseria, para llegar hasta tus prójimos, a fin de llevarles el Pan de la divina Palabra y el pez de la Eucaristía.No te pide Dios que tú dispongas de grandes cosas, grandes talentos y cualidades para ser instrumento de su gracia; pero sí te pide que pongas a su disposición lo poco que posees, dejando lo demás para que lo socorra la Providencia del Señor.
LECCION N° 3
María Santísima es tu modelo y tu ejemplar; la vida deberá manifestarse en lo exterior, por el apostolado; pero la vida es algo íntimo. Tu apostolado resultará sin sentido, si no responde a una vida íntima sincera y profunda de Jesucristo en tí.La misión de María Santísima es esencialmente maternal; ha sido creada por Dios, para ser Madre del Salvador; esa maternidad es su razón de ser; pero es que Jesús se extiende y prolonga en cada uno de los bautizados.En consecuencia la función maternal de María debe también prolongarse en el tiempo y en el espacio, mientras haya un bautizado en cuyo espíritu deba ser formado Jesús.Dijo Jesús que su Madre Santísima era dichosa por haberle llevado en su seno, pero más aún por haber oído y cumplido la Palabra de Dios.No podemos separar lo que Dios ha unido: Jesús y María.Jesús llegó a nosotros por María; no será contrario a su voluntad y al plan trazado para nuestra salvación que nosotros vayamos a El por el mismo camino.Además Dios ha confiado a María una misión que cumplir: su misión es la maternidad de Jesucristo, ser madre de Jesucristo, por eso María es nuestra Madre y ésa es su misión: formar a Jesucristo en el corazón de todos los bautizados, en tu propio corazón.Por eso debes tener a María siempre como a tu Madre, tratarla como Madre, acudir a Ella y confiar en Ella, como se acude y se confía en una madre. Esta es la mejor manera de cumplir la Palabra y la voluntad de Dios.
Vivencia:¿Sientes a Dios en tí? ¿Está presente en tu mente y en tu corazón en cada momento de tu vida?El está pensando constantemente en tí, procurándote todo bien; ¿piensas tú en El, lo amas, te preocupas de El y de sus cosas?
En tu Rosario de hoy pídele a la Santísima Virgen, que te haga conocer más a Jesucristo.Virgen María, Madre de Jesucristo y Madre mía; dame a Jesucristo, porque así me darás la Vida y así cumplirás tu función de maternidad conmigo. Déjame, Señora y Madre mía, que te repita con sinceridad profunda la plegaria que durante siglos rezaron los cristianos: "Vida, dulzura y esperanza nuestra"
LECCION N° 4
Lucas 13,31-35"Cuántas veces quise reunir a tus hijos..."La imagen de la gallina extendiendo sus alas se usa ya en el antiguo testamento para simbolizar la protección divina. Con el ejemplo del ave, que congrega a sus polluelos bajo sus alas, para darle protección y calor, Jesús nos manifiesta en el Evangelio la predilección por Jerusalén primeramente y el amor y el tierno cuidado para con todos los fieles, que formamos su Iglesia.El Señor quiere nuestro bien y busca por todos los medios nuestra salvación, dándonos todas las gracias que necesitamos; nos cobija con su protección contra toda tentación; de parte de Dios no queda nunca ausente el auxilio; la imagen que emplea el Señor de la gallina cobijando y protegiendo a sus polluelos bajo sus alas, es muy expresiva del amor y de la solicitud con que la Providencia divina vela sobre nosotros. Esto tiene que movernos a la confianza filial en esa amorosa Providencia divina, incluso cuando no alcancemos nosotros a comprender los caminos de esa Providencia.Ahí radica nuestra responsabilidad; si nosotros queremos, aceptaremos la voluntad de Dios, realizando obras buenas, actos meritorios. Tú puedes adelantar ese momento de gloria para el Salvador, haciendo que en tí, en tu vida, en tus actos buenos se glorifique a Jesús; tienes que esforzarte para que cada uno de tus actos, de tus sentimientos, de tus pensamientos, de tus proyectos y realizaciones, estén en conformidad con la voluntad de Dios y formen como un himno de alabanzas a la Providencia de Dios, que en tí, como en María Santísima, "hizo en tu favor maravillas".Día tras día vas recibiendo de Dios innumerables favores, que por su cantidad e ininterrumpida sucesión ni siquiera los puedes contabilizar; no puedes imaginar un solo momento en tu vida en el que no estés siendo objeto de la predilección amorosa y providente de Dios.Jesús ha hecho todo lo posible para reunirnos, nos ha hablado y nos lo ha dicho con palabras terminantes e insistentes; nos ha rogado, nos ha pedido la unidad de todos los cristianos, la unidad en el amor y hasta nos ha dicho, que éste debería ser el distintivo o señal cierta de ser sus discípulos. Examina tu conciencia y mira, si en algo debes corregirte a este respecto.
LECCION N° 5
"Cuando venga el Paráclito,que Yo enviaré de junto al Padre,el Espíritu de la Verdad, que procededel Padre, El dará testimonio de Mí"(Jn 15,26)Ser apóstol de Cristo, es una obra de arte, que sólo puede realizar y llevar a su meta el Espíritu Santo.El Espíritu Santo es el que va a descubrir al discípulo de Jesús el sentido de sus palabras y de toda su doctrina evangélica y le descubrirá también la nobleza del ideal de apostolado, que el apóstol de Cristo puede proponerse.El verdadero apóstol debe empaparse de Cristo, conocerle a fondo, amarle sin cortapisas, no perder ocasión de hacerle amar, gastar todas las horas del día y toda su vida para extender su Reino. No existe más noble ideal que éste; por eso el apóstol vive feliz con el gozo de la Pascua, sobre todo en las dificultades que encuentra.Es el Espíritu Santo, el encargado de ir moderando al apóstol primeramente en su realidad interior, haciéndolo verdadero hijo del Padre celestial, al que amará con sentimientos de verdadero hijo; el Espíritu Santo le hará vivir esa filiación divina con la ayuda de sus siete dones; con ellos moldeará al apóstol, para conformarlo con la imagen del Primogénito de todos los elegidos, que es Jesucristo. El Espíritu Santo moldeará también al apóstol en su actividad hacia afuera, en su proyección apostólico-misionera, acompañándolo en su acción apostólica evangelizadora.De todo esto debes deducir la necesidad de dejarse moldear por el Espíritu Santo, siendo siempre dócil a sus inspiraciones y a las mociones de su gracia.Los dones del Espíritu Santo son ciertas perfecciones sobrenaturales por las cuales el hombre se dispone a obedecer prontamente a la inspiración divina. Esta inspiración es un impulso y moción especial del Espíritu Santo, a saber: no una invitación sobrenatural común a hacer algún bien o evitar algún mal, sino una moción especial directiva, para ejecutar aquello a que aquí y ahora el mismo Dios mueve al alma.Los apóstoles de Jesús recibieron la venida sobre ellos del Espíritu Santo con sus dones el día de Pentecostés, estando alrededor de María Santísima y poniéndola a ella como intercesora ante su divino Hijo Jesús.Si quieres tú también recibir al Espíritu Santo, acude a la Santísima Virgen y pídele que sea ella la que te consiga la venida del Espíritu Santo; ni el Padre, ni el Hijo, ni el Espíritu Santo pueden negar nada a la Santísima Virgen, la que con razón y por ello ha sido apellidada "la Omnipotencia Suplicante".Si María ruega por tí, estás salvado; si María pide por tí, conseguirás lo que necesitas; si María se interesa por tí, no tienes por qué temer.
LECCION N° 6
"Mi madre y mis hermanos son aquellosque oyen la Palabra de Dios y la cumplen" (Lc 8,19-21)El verdadero parentesco de Jesús no radica en la carne, sino en el espíritu.La comunidad con Jesús más que en la sangre está en oír y hacer realidad la Palabra de Dios. María es Madre de Jesús por el SI total y absoluto, dado un día a la Palabra de Dios. "Hágase en mí según tu voluntad".El texto no es un rechazo de María, es más bien una alabanza. Ella fue un SI a la luz y dio a luz la Luz del mundo; no se la apropió, la entregó y esta misma donación la hace madre y hermana de todos los que siguiendo sus huellas son un Sí a la Palabra y un ejemplo para el hacer de la Iglesia.Jesucristo aprovecha aquella oportunidad, no para negar el afecto filial y de piedad hacia los suyos, sino para comparar el simple afecto familiar "humano", al otro afecto de la gran familia cristiana basado en lo "sobrenatural".Aquí tenemos un hermoso ejemplo que el mismo Jesús nos propone; a su Madre Santísima como ejemplo supremo de una escucha atenta de la Palabra de Dios.Podemos leer en el Evangelio de San Lucas: "María por su parte guardaba todas estas cosas y las meditaba en el corazón". "Su Madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón".Hermoso ejemplo el que te da tu Madre celestial; tú lo debes imitar:-escuchar la Palabra de Dios, prestarle atención, leerla con detención y con gusto, aprovechando todos los momentos que el Señor te depare ya en las homilías, ya en cualquier otro comentario escriturístico y-meditar la Palabra de Dios; no basta con escucharla, o leerla; es preciso meditar lo que se oye o lee; debes profundizar el sentido de la Palabra de Dios e irla aplicando a las diversas circunstancias de tu vida.-cumplir la Palabra de Dios; solamente así se convierte en vida; no basta, pues, que conozcas la Palabra de Dios, que la medites en tu corazón, si eso no lo haces en orden a llevarla a la práctica; a éstos precisamente, a los que cumplen la Palabra de Dios, se les promete la felicidad y éstos son los que en verdad pertenecen a la familia de Jesús y a éstos El ama con un amor entrañable.Después de leer el Evangelio de hoy será muy oportuno que te hagas algunas preguntas en orden a la práctica: ¿tienes en tu hogar la Sagrada Biblia? ¿la lees con frecuencia y la comentas con los tuyos? ¿has hecho algún Curso o algún estudio en particular, para poder interpretar debidamente la Biblia?
LECCION N° 7
He bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. (Juan 4,35-40)Pocas cosas hay en el Evangelio que el Señor repita con tanta insistencia, como ésta de que ha bajado del cielo para hacer la voluntad del Padre que lo ha enviado.Ya Isaías hablando del Mesías, el Siervo de Yahvé, afirma que lo que plazca a Yahvé, se cumplirá por su mano.Al hacer su oración en el huerto, le dice al Padre: Padre mío, si es posible que pase de Mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como quieras Tú. Jesús experimenta con toda su fuerza el miedo que la muerte inspira al hombre, siente y expresa el deseo natural de librarse de ella, pero sobre este deseo acepta plenamente la voluntad del Padre y así repite tres veces la misma oración y otras tantas expresa la aceptación de la voluntad del Padre: "Hágase tu voluntad". En otra oportunidad, Jesús dijo a sus discípulos: Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra . (Jn 4,34)¡Qué buen programa para tu espiritualidad! Dejar que el Padre celestial lleve a cabo su obra en tí; porque ciertamente el Padre tiene el plan y el proyecto de realizar en tí la obra de tu santificación, quiere posesionarte por su Espíritu; y que cosas tan santas surgirían de esa posesión.Santa Teresita escribió: ¡Qué cosas tan hermosas haría Dios en las almas, si las almas se dejaran hacer!Pareciera que nosotros preferimos hacer, sentir que somos nosotros los que hacemos, que todo se debe a nuestro esfuerzo y personal dedicación y todo lo planeamos así, casi sin tener en cuenta la acción del Espíritu Santo.En cambio si nosotros nos pusiéramos como blanca cera en las manos del divino artífice... "como la arcilla del alfarero está en su mano y todos los caminos en su voluntad, así los hombres en las manos de su Hacedor (Eccli 33,13) el Espíritu Santo nos moldearía según la imagen de Jesús Salvador.Al rezar el Padrenuestro, pedimos al Señor que se haga su voluntad; así como los ángeles cumplen la voluntad del Padre en el cielo, que nosotros los hombres la cumplamos en la tierra.Acostúmbrate a rezar con las mismas disposiciones con las que rezó Jesús, pidiendo que se cumpla la voluntad del Padre celestial. Que todas tus oraciones y peticiones terminen con aquella disposición interior de Tobías: "Haz conmigo ahora lo que te plazca" y que con frecuencia te dirijas al Señor y le expreses tu oración con las palabras del salmista: "Enséñame a cumplir tu voluntad, porque Tú eres mi Dios" (Salmo 143,10)."Dios mío, he aquí que vengo a hacer tu voluntad" (Heb 7).Dios nunca te deja!
"Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo" (Jn 16, 20)Jesús ha de subir al Padre y esta ausencia producirá lógica tristeza en sus discípulos; sin embargo el Señor, siempre solícito a los discípulos, les recuerda y les advierte que esa tristeza desembocará en la alegría, que no encontrará ya más motivos para oscurecerse.Y con el gozo la visión clara en la fe del plan y de la persona de Jesús, al que ya poseerán en la plenitud de la fe indestructible.La vida cristiana no puede ser sino la imitación de la vida de Jesús y en la vida de Jesús encontramos momentos amargos del viernes santo con toda su carga de humillación y sufrimiento y luego la luz alegre de la mañanita del domingo de Resurrección. Así la vida del cristiano está orientada a las alegrías pascuales, pero previamente deberá pasar por las tristezas y los sufrimientos de su Calvario. Jesús no se lo oculta a sus discípulos, más aún se lo repite una y varias veces con palabras distintas, pero siempre suficientemente claras:"Lloraréis y os lamentaréis"; "estaréis tristes"; sin embargo también les promete la alegría: "Vuestra tristeza se convertirá en gozo"; "volveré a veros y se alegrará vuestro corazón". "Lo que pidáis al Padreos lo dará en mi Nombre"(Jn 16,23)Jesús se queja de nuestra oración; no sabemos orar; casi no oramos, sino cuando tenemos alguna necesidad; en cambio cuando todo nos va bien, pensamos que ya no necesitamos de Dios. Y cuando algo nos sale bien, ni siquiera se nos ocurre dar gracias, como tampoco se nos ocurre la oración de alabanza y la oración de disponibilidad al plan que Dios se haya trazado sobre nosotros.En efecto hay varias clases de oración: la de petición por la que pedimos lo que necesitamos, la de purificación por la que suplicamos el perdón de nuestros pecados; la de ofrecimiento u oblación por la que pedimos al Señor, que se cumpla en nosotros su divina voluntad.Esta última es la más perfecta: ponerse a disposición de Dios, para que en nosotros se cumpla su voluntad y Dios pueda utilizarnos según sus planes, que siempre son la salvación de los hombres y nuestra propia santificación.Cuando Jesús se pone en oración se dirige al Padre y le dice: "No se haga mi voluntad, sino la tuya". Cuando nos enseña a orar, nos dice que le pidamos al Padre, que "se haga su voluntad" (Mt. 6,10)Cuando María Santísima ora al Señor, no tiene otra expresión: "Hágase en mi tu voluntad" (Lc 1,38)Son los modelos perfectos de oración, que se te presentan, para que los imites; aspira por lo tanto a esta oración más perfecta. ¿Hace mucho que no has orado con esta oración de disponibilidad u oblación?
LECCION N° 8
"Si no veis señales y milagros..."San Juan 4,43-54Jesús vio que el corazón de aquel hombre poderoso no estaba del todo libre de resabios de su poder, que lleva casi siempre el orgullo del mando; Jesús antes de conceder su gracia milagrosa, quiere purificar aquel corazón y así reprender a aquel hombre: "Si no veis señales y milagros..."Dios permitirá en ocasiones que tu corazón se entristezca, pero buscando en esa tristeza tu bien. San Pablo lo advertía a los Corintios: "Me alegro no por haberos entristecido, sino porque aquella tristeza os movió a arrepentimiento". (II Cor 7,9)Aquel hombre del Evangelio supo aceptar la reprensión y confió en el Señor. Tú también debes exponer al Señor en tu oración tus personales problemas confiadamente, limpiando de orgullo tu corazón; así encontrarás a Cristo con facilidad y lo aceptarás sin reservas.La voz de Jesús infunde serenidad y paz. Su palabra, que continúa actual en la Iglesia, sana los corazones. Su palabra penetra, porque es palabra de amor; pero no hay salvación verdadera, hasta que pronunciemos el SI de nuestra aceptación de esa palabra de Dios.Cristo mismo es la Palabra de Dios; creer es aceptar esa Palabra, aceptar ese Cristo, adherirse a su Persona para siempre.Es verdad que la fe del hombre poderoso de que nos habla este Evangelio, fue imperfecta, pues creía que era necesaria la presencia física de Jesús para que pudiera realizar el milagro; pero consiguió lo que pedía, porque lo pidió con humildad. De la Virgen Santísima predicó Santa Isabel: "Feliz la que ha creído, que se cumplirán las cosas, que le fueron dichas de parte del Señor"; hazte tú merecedor de la misma alabanza.Vivencia:¿Tienes orgullo o desconfianza, que puedan impedirte tu encuentro personal con Cristo? Tu fe ¿es una verdadera adhesión o encuentro personal con Cristo?La oración es siempre atendida por el Señor, si es una oración humilde; procura entonces orar siempre con sentimientos de verdadera humildad y con perseverancia, confiado no en tus méritos personales, sino en la infinita ternura del Corazón de Jesús.
Maestro ¿qué he de hacer de bueno para conseguir la vida eterna?Mateo 19,16-22 Jesús está hablando ante una multitud que lo escucha con avidez, entre esa multitud se halla un joven de mirada pura y de corazón sencillo; este joven al terminar Jesús su alocución se presenta a El deseando algo más que el cumplimiento de los preceptos de la Ley. Este joven espera de Jesús una regla de vida más perfecta para asegurarse la vida eterna.¿qué he de hacer?Y Jesús le recuerda primeramente la observancia de los mandamientos, pero le abre el camino hacia una vida más perfecta:el desprendimiento voluntario que le permitirá seguir a Aquel que nada posee.Cada uno de nosotros en un determinado momento de nuestra vida, ha tenido que hacerle esa misma pregunta a Jesús: ¿qué he de hacer? ¿qué quieres que haga? ¿cuál es tu voluntad sobre mí?El primer paso que debemos dar para llegar a la perfección es desearla sinceramente y de todo corazón. El joven del Evangelio no tuvo ánimo para decidirse a seguir el plan que Jesús le proponía y así al oír su respuesta, el joven se entristeció “porque tenía muchos bienes”.Pregúntate a ti mismo, mira los impulsos del Espíritu y luego consulta con Jesús en el sagrario y haz lo que le parece a él, lo que a él le agrada, lo que él tiene en su plan sobre ti, en una palabra: lo que El espera de ti.
Yo les daré descanso (Mt. 11,28-30)El Señor ofrece paz y sosiego a cuantos se hallan oprimidos por las angustias de la vida. El Corazón compasivo de Jesucristo te ofrece el descanso para todas tus penas. Aquellas palabras de Jesús: "Venid a Mí" van dirigidas a todos sin excepción, a todos los que sufren y son las palabras que prometen el más real consuelo para nuestras penas y el alivio más eficaz para nuestros trabajos.Los trabajos y sufrimientos aceptados como venidos de la mano de Dios y mirados con criterio sobrenatural, abren las puertas del cielo. Que bien comprendieron todo esto los santos, para quienes solamente se reclinaban en Jesús y su más suave alivio era recurrir al Sagrario, buscando la compañía y conversación con el Señor Sacramentado! Por eso pasaban ratos muy prolongados en oración y de ella salían con renovado vigor y con fuerzas aumentadas para enfrentar la vida con todos sus dolores y humillaciones.Jesús nos invita a tomar su yugo y en realidad nadie puede ir a Jesucristo, ni seguirle como discípulo suyo, si no acepta y cumple sus mandamientos. No basta creer para salvarse, es preciso cumplir la voluntad del Padre expresada en sus mandamientos. En repetidas ocasiones Jesús manifestó que el camino del cielo era difícil y de renunciamientos y que la vida del hombre es una continua lucha y que la puerta del cielo es angosta; en cambio ahora nos advierte que todo eso se puede convertir en algo suave y fácil, "siempre que lo hagamos con El, ayudados por El."Escribe San Agustín que "el amor hace fáciles las cosas más difíciles y pesadas"; en efecto, eso es lo que Jesús nos da para suavizar nuestras penas y trabajos: Su Amor.Haz la prueba de vivir todas esas circunstancias por penosas que las quieras suponer con amor a Dios y por amor a Dios y verás como la fuerza e intensidad del amor "disminuye la intensidad del dolor" y aún llegarás, si así te lo propones, a la sublime paradoja evangélica, de sufrir con alegría, paradoja que se hace realidad en aquel que llegó a aprender de Jesús la lección de sufrir por amor a Dios y en beneficio de los hombres sus hermanos.
El tesoro escondido en un campo (Mt. 13,44-46)Aquí tenemos dos parábolas que nos trae San Mateo y que tienden a ilustrar una misma verdad: el valor inestimable del Reino de Dios. El que acierta a descubrir ese valor, renuncia con alegría a todo lo que posee, para adquirir ese tesoro y así realiza el mejor negocio, el mejor negocio de toda su vida.El que encuentra el Reino de los cielos debe dejarlo todo para entrar en el. Hay que desprenderse de todo lo de la tierra, pues la posesión de Dios es incompatible con el desmedido afán por los bienes de la tierra; nos dice el Señor: "No se puede servir a Dios y a las riquezas". Cuando Jesús nos pide que para poseer el tesoro de Dios lo dejemos todo, no te pide a tí, como se lo pide a los religiosos, que te despojes de todo lo terreno, ya que Dios mismo es el que te ha puesto en lo temporal; lo que te pide y exige es que no dejes que tu corazón quede aprisionado por lo terreno y que elimines de él todo lo que sea desordenado y excesivo.Pero si para poseer a Dios has de despojarte de todo lo que no eres tú, habrás de desprenderte sobre todo y antes que nada de todo lo que eres tú: tus pensamientos, tus afectos y quereres, tus inclinaciones y conveniencias, tus pasiones; si tu corazón no está vacío de tí mismo, no podrá ser ocupado por Dios. El que encuentra el Reino debe dejarlo todo para entrar en él. El que tiene fe en el valor del Reino no se concederá descanso, ni evitará esfuerzos por conseguir la vida del Reino, aún a costa de cualquier precio. Esto será lo más contrario al conformismo con un status de vida espiritual y con la mediocridad de una vida que paralizaría el Reino de Dios en sí y en el mundo. El tesoro de que se nos habla en esta parábola es la posesión de Dios, tesoro en cuya comparación nada son todos los bienes de la tierra. El Reino exige la renuncia total, la renuncia a lo material tiene su premio: la posesión de Dios..Guarda en tu alma la gracia del Señor, esa es la perla preciosa con la que podrás adquirir el Reino de los cielos. ¡Con cuánto afán buscaríamos el tesoro del Reino, si conociéramos su verdadero valor!Ten presente que tu corazón no lo podrás llenar con nada de este mundo, sólo Dios es capaz de colmar sus deseos y de calmar sus ansias. "Inquieto está nuestro corazón, decía San Agustín, y no tendrá paz hasta que descanse en Tí".Mira con sinceridad y examina con detención si vives en paz, contento, satisfecho en tu intimidad: y si no es así, analiza si es porque en tu interior no está Dios, o si está, no está con la debida profundidad de amor y de entrega.
Debemos cuestionarnos con sinceridad: ¿puede decirse de mí, que en determinado momento es tiempo de producir frutos de vida eterna?. Nosotros debemos estar en constante y permanente producción, no nos es lícito desperdiciar los bienes de Dios, el dinamismo de la gracia, la fecundidad del Espíritu.Y en determinado momento ¿no se le ocurrirá al Señor esperar de nosotros algún tiempo de superproducción? Un Año Santo, unos ejercicios espirituales, unas jornadas de espiritualidad, unas vivencias comunitarias, unas cursillos de profundización teológica. ¿no podrían ser apreciados por el Padre celestial, como tiempos de super-producción?Todo el mundo es en verdad casa de oración, lugar en el que debo ponerme en comunicación íntima con el Padre de los cielos. También en mi interior; si todo mi ser es un verdadero Templo del Espíritu Santo, debo vivir en mi interior en una constante actitud de oración... Sigue vigente aún el poder de la oración, la necesidad de la oración, la insustitubilidad de la oración.¿Estoy dando en mi vida la importancia que debo a la oración? El mensaje que el Señor quiere expresarnos, es que no hay imposibles para la fe, la fe mueve montañas, la fe realiza lo imposible, la fe obra verdaderos milagros. Todo es posible para la fe, todo es posible para quien cree.Hay momentos en que las circunstancias, que rodean a los hechos, pareciera que conspiraran contra la fe de los creyentes; mantener la fe en esos momentos, en esas circunstancias, cerrando los ojos a lo humano y abriéndolos a lo divino, eso es propiamente tener fe. Y cuando todos los medios humanos han resultado ineficaces y aún quizá contraproductivos, tener fe, eso es "tener más fe".Es entonces cuando Dios acude a nuestro auxilio.
Los dos ciegos piden su curación a Jesús y le siguen reiterando su petición; Jesús les pregunta si realmente creían que El les podía curar: esta pregunta tenía por objeto mostrar a los mismos ciegos y a los que se hallaban presentes, que para conseguir una gracia de Dios se requiere como condición previa una ""fe llena de confianza""; ellos responden afirmativamente, con lo que demuestran tener las condiciones que Cristo les pide para recibir su curación.Así tú debes perseveran en la oración, solamente así, podrás alcanzar lo que pides, pues no pocas veces Dios, para probar nuestra fe, dilata el concedernos sus gracias.Jesús tocó los ojos de los ciegos y al instante ellos vieron; frecuentemente los evangelistas describen a Cristo tocando a los enfermos, al tiempo que los cura. Es una señal de imperio o mandato sobre la enfermedad y quiere hacer patente la virtud de su santísima humanidad, para curar las enfermedades de los hombres.Hoy también quién más, quién menos todos necesitamos que se abran nuestros ojos, para poder ver mejor las cosas de Dios. Nuestros ojos con frecuencia o se cierran, o se dificultan para las cosas del Espíritu. Y Jesús nos advierte en otro lugar del Evangelio que para ver las cosas de Dios se necesita tener el corazón limpio (Sal 27, 34).Limpieza de ojos, limpieza de corazón, rectitud de conciencia para poder ver a Dios y llegar al conocimiento de los secretos divinos. En tu oración diaria, no dejes de pedirle al Señor que te descubra y te haga conocer los secretos del Reino.También has de esforzarte para conseguir las condiciones de fe, humildad y perseverancia, que necesitas para que tu oración sea escuchada, porque no basta orar: "es preciso orar con las condiciones o disposiciones de espíritu requeridas".La liturgia te ofrece aquella oración repetida en el Sacrificio Eucarístico y que es tan sencilla, pero al mismo tiempo tan expresiva:Señor ten piedad de nosotros; Cristo ten piedad de nosotros!Repítela con el corazón y los labios y no dudes de que la misericordia e infinita bondad de Jesús vendrá sobre tí.
"Maestro ¿no te importa que perezcamos?"Nos dice el Evangelio que las olas irrumpían en la barca. Muchas veces las olas de la agitación y de la turbación invaden nuestra alma y amenazan hundirla. Como las olas que aplastan y demuelen son a veces las cosas de la tierra, las obligaciones de estado, del trabajo: esas olas arrastran todo, hasta las ganas de vivir, de practicar el bien, hasta el deseo de mejorarse, de irse superando y perfeccionándose.Todos esos gozos y temores, deseos y dolores, ilusiones y desengaños sacan al alma de su interior, le hacen perder su vida de intimidad con Dios y dedicarse a las preocupaciones y problemas de orden natural.Cuántas veces sentimos que Dios permanece dormido en el fondo del alma: días de prueba, de tentación, de soledad, sequedad... las olas de las contradiciones azotan despiadadamente los flancos de la barca de nuestro espíritu; todo nos sale mal, todo nos contradice, en todo fracasamos.En esos momentos y en esas circunstancias tan adversas acudimos a Dios por medio de la oración, nos refugiamos en El para ver si al menos nos entiende, pero tropezamos con que ese Dios que llevamos dentro parece dormido o no escucha nuestros requerimientos.No desfallecer!, sino permanecer en la esperanza del Señor porque no abandona nunca a sus fieles, simplemente quiere probar la fe y la constancia, quiere que su Iglesia se purifique en el crisol de la adversidad y cuando humanamente ya se ha perdido toda esperanza, ES ENTONCES CUANDO INTERVIENE EL PODER DE DIOS Y VUELVE LA CALMA. No dejes entonces de extrañarte de que Dios en ocasiones permita alguna tempestad espiritual, alguna situación desagradable, alguna molesta contradicción, alguna persistente tentación.Dios no quiere hacerte caer sino fortificarte en la virtud, quiere que aumentes tus méritos superando esas dificultades.Para superarlas, acude al Señor aunque te parezca que no te oye: persiste y lograrás lo que pides. Cuando Santa Catalina de Siena se quejó al Señor de que la había abandonado en la hora de la prueba, el Señor le respondió: NUNCA ESTUVE MAS CERCA DE TI EN ESE MOMENTO.Dios nunca te deja!
La semilla crece en nosotros, pero es tan pequeña...Sólo Dios puede dar fuerza a la debilidad y nosotros nos dispondremos a la fecundidad de esa semilla en nuestro espíritu, si sabemos decir sí a la Palabra de Dios.La Palabra lleva escondida en sí la dinámica vital; a veces esa fuerza de la Palabra golpea violentamente nuestro espíritu y fruto de ese golpe, surge la vida que lleva en su interior la Palabra de Dios.Pero ordinariamente es preciso esperar las sucesivas etapas por las que debe pasar la Palabra de Dios, hasta que llegue a convertirse en vida.Será preciso en primer lugar leer u oír la Palabra, luego conservar esa Palabra en nuestro interior, para meditarla con detención y en profundidad, tratando de descubrir todo su alcance y toda su potencialidad; finalmente llegará la etapa en la que habrá que convertir en vida esa Palabra, ya que éste es el término y la finalidad de la Palabra.Inicia tú entonces, tu vida de íntima comunicación con el Corazón de Jesús; mantén estrechas relaciones con El, comunícale tu interior, ábrela tu espíritu, no le guardes secretos, acostúmbrate a hablar con El con sencillez, con confianza, volcando en El todas tus preocupaciones, tus deseos, tus planes.La semilla crece por sí sola, en su interior lleva la fuerza que la hace germinar. La semilla de la Palabra de Dios tiene de por sí una fuerza vital, pero va a requerir de tu parte tu cuidado, tu colaboración.La Palabra de Dios, la inspiración del Espíritu Santo, las mociones de la gracia podrán comenzar por ser poca cosa en tí, pero si tú secundas esas inspiraciones y esos impulsos, que te llevan al bien y a la práctica de la virtud, podrán llegar a hacer de tí un hombre todo de Dios, un apóstol de Jesucristo.Deja que el Espíritu Santo obre en tí. El tiene sus métodos y sus formas, algunas de ellas quizá algo dolorosas, no las rechaces, acéptalas y al fin el Espíritu realizará en tí la obra maestra de la gracia, que hace tiempo El va buscando.
"En el mundo tendréis tribulación, pero ¡ánimo! Yo he vencido al mundo" Con estas palabras cierra Jesús su discurso de antes de la Pasión y con estas palabras abre ahora el evangelista Juan el relato de la Pasión del Señor.Con ellas Jesús advierte a todos los que habrán de ser sus discípulos sobre la necesidad del sufrimiento; pero les da una palabra de aliento, para que no desfallezcan en medio de las tribulaciones y se propone a sí mismo como ejemplo para todos.Si somos discípulos de Jesús, será imprescindible que estemos dispuestos al sufrimiento, pues todos tendremos que llevar la cruz, como la llevó el Maestro.Sufriremos por nuestros propios defectos, que en no pocas ocasiones nos dolerán y nos humillarán; nos harán sufrir el prójimo, las enfermedades, los disgustos y sinsabores y molestias del trabajo y de la vida diaria, las humillaciones en el trato con los demás y en cien y mil otras ocasiones.Sufriremos dolores en el cuerpo y penas en el alma; sufriremos en nosotros mismos y en las personas que queremos; sufriremos de parte de Dios, que nos quiere probar y purificar y de parte del demonio que pretende hacernos perder la paciencia y rebelarnos contra la Providencia de Dios.Pues bien, por muchos y dolorosos que sean nuestros sufrimientos, Jesucristo sufrió más que nosotros y está junto a nosotros, sobre todo cuando sufrimos. Si esto lo tuviéramos presente, nuestros sufrimientos se nos harían más llevaderos, porque las penas repartidas con Jesucristo se alivian y suavizan.En cambio, si pretendemos llevar la cruz nosotros solos, resulta muy pesada y difícil de soportar. En medio de nuestros sufrimientos, cualesquiera que ellos sean, no nos alejemos del Señor y no olvidemos buscar su compañía. Cristo ha vencido al dolor, tú también tienes que vencerlo y se lo vence aprendiendo a ver en él a Cristo crucificado; quien ha aprendido a unir su dolor personal al dolor redentivo de Cristo, ése es el que ha vencido el dolor, porque le ha dado un sentido de redención de sí mismo y de los demás hombres.El dolor es una etapa amarga, pero no es el fin, es solamente eso, una etapa. Luego vendrá la gloria, que se ha merecido por el dolor bien sufrido y eso sí que será lo definitivo. Solamente dejándonos clavar en la cruz, se llega a la resurrección En el fondo del corazón queda una felicidad indecible, cuando uno se ha decidido a pasar por el dolor con paciencia, con aceptación y con amor. Es triste sufrir, pero es más triste no saber sufrir; aprende a sufrir postrándote a los pies de Jesús crucificado; allí aprenderás lo que Jesús ha sufrido por tí y lo que tú deberás sufrir por El.
"Se fue al monte a orar..." Jesús después de la multiplicación de los panes, despidió a las gentes y aún se apartó de sus discípulos y "se fue al monte a orar"; claro ejemplo para tí, que quizás descuidas la oración, atareado con tantas cosas, preocupado por tanto problemas, tironeado por aquí y por allí con interminables tensiones, te preocupas de todo, <
Tú también debes obrar siempre y en todo impulsado por las mociones del Espíritu Santo y en algunas ocasiones convendrá que invoques al Divino Espíritu de un modo explícito; cuanto hagas movido por el Espíritu Santo, o si prefieres, cuanto el Espíritu Santo obre en tí, será beneficioso para tí y para la Iglesia.Deja que el Espíritu Santo obre en tí, descienda sobre tí y actúe por tí para lo que El quiera, aunque en algunas cosas y en algunos casos no siempre lo que el Espíritu quiere de tí y en tí, coincida con lo que tú quieras de tí y en tí. Olvídate de tí mismo y entrégate plenamente al Espíritu.El hace eficaz la palabra de Dios, cuando cae en corazones sencillos y dóciles; es la primera condición, la primera obligación que tenemos respecto de la palabra de Dios: escucharla, abrirle el corazón, recibirla, meditarla y profundizarla.El Señor Jesús llama dichosos y felices, no a los que solamente escuchan la palabra de Dios, sino a los que la escuchan y la cumplen. He aquí entonces lo que debes hacer: debes dar testimonio de Jesucristo con tus obras, con tu vida; tú debes ser testimonio viviente del Señor, ya que tú eres ahora el que escucha la palabra del Señor.Además de dar testimonio, no dejes tú también de admirarte y de regocijarte en lo íntimo de tu corazón de lo que lees que dijo Jesús; las palabras del Señor que ahora tú lees en el Evangelio, son las mismas palabras que golpearon los oídos y el corazón de los que escucharon al Señor. También deben salir de tu boca palabras saturadas de gracia, palabras de comprensión, palabras de fe y de amor; ahora eres tú el que tiene que hablar, Jesucristo te ha cedido el lugar y compartes su misión.El mundo de hoy espera oír de tí palabras llenas de gracia, llenas de luz y para todo esto te ha ungido el Señor y cuando realices todo esto, debes sentir sobre tí al Espíritu Santo, actuando en tí y actuando a través de tí. Ponte a su disposición como dócil instrumento para que por tí realice su obra salvadora y santificadora.
"Pedid y se os dará..."Eficacia de la oración: Dios no se hace sordo a las súplicas del hombre y eso no por egoísmo, porque lo dejen en paz, sino por amor a nosotros. Son pues, tres las afirmaciones que en mayor o menor grado se nos presentan aquí: - La oración o petición de las necesidades que tengamos; - la perseverancia para obtener las gracias que pidamos; - la seguridad de la bondad de Dios en la concesión de los bienes pedidos.Es decir que con este evangelio se nos propone la necesidad de orar para obtener los favores del cielo y a esta oración se le garantiza su eficacia. Las tres formas o expresiones binarias: "pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá" son expresiones de tipo paralelístico y no vienen a expresar más que la idea fundamental: la necesidad de orar, para alcanzar los favores del cielo.En tu vida cristiana seguramente tienes un orden de tus cosas, de tus obligaciones, de tus trabajos, de tus tiempos libres; en ese ordenamiento y reglamentación de tu tiempo y aún de tu interés por las cosas, no puedes olvidar el destinar algún tiempo para la oración, en la que pedirás a Dios cuanto necesites. Cada mañana debes destinar unos pocos minutos para ponerte en la presencia de Dios y ofrecerle todas las obras del día. A lo largo del día, en medio de tus ocupaciones cotidianas y sin necesidad de apartarte de ellas, acostúmbrate a recordar frecuentemente al Señor y elevarle tu corazón. Al atardecer sería muy hermoso y para ti muy provechoso , que le reces el Rosario a la Santísima Virgen, pidiendo su bendición a la buena Madre. Antes de acostarte dedica unos pocos minutos a la lectura espiritual, a la meditación de la Palabra de Dios, para luego terminar tu día purificándote con un acto de arrepentimiento, un examen de tu conciencia y una breve oración, para ponerte en los brazos de Dios, tu Padre celestial y descansar en ellos durante la noche.Dios no solamente nos concede lo que le pidamos; va más allá y se nos da a Sí mismo, nos da su propio Don, que es el Don de su divino espíritu. San Mateo cambia aquí la palabra "Espíritu" y formula más bien de esta manera: "Dios dará cosas buenas a quien se las pide". Como las "cosas buenas" en esta perspectiva religiosa son los bienes espirituales mesiánicos, San Lucas los ha sintetizado en lo que es el gran don mesiánico: la efusión del Espíritu Santo, dispensador de todo bien. Pero es muy propicia para tu reflexión la alusión al Espíritu Santo.El Espíritu Santo es el mayor don que el Padre puede concederte, porque el Espíritu Santo es el mismo Dios que el Padre y que el Hijo; y esa tercera Persona de la Santísima Trinidad es el Amor sustancial y personal que se tienen el Padre y el Hijo, de suerte que al venir a nosotros el Espíritu Santo, vienen también el Padre y el Hijo; la donación del Espíritu es la donación del mismo Dios Uno y Trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo.No impidas la realización en tí de los planes de Dios, no coartes la acción del Espíritu. Cuando sientas en tí las inspiraciones para ser mejor, es la inspiración del Espíritu Santo. Cuando sientas el deseo de una propia superación, es el Espíritu Santo el que está obrando en ti; no tienes más que seguir esos impulsos. Cuando te sientas inclinado a una vida más perfecta, a una vida de acción apostólica más intensa, no dudes de que todo eso viene del Espíritu Santo y que en consecuencia debes seguir y secundar esos deseos.No te dejes engañar por el pensamiento de que la espiritualidad laical propia tuya no exige esos medios de espiritualidad. Esta misma vocación te obligará a no dejar las cosas temporales, pero no menos te obligará a cristianizar y santificar esas cosas materiales y nada más efectivo para ello, que una vida de intensa espiritualidad.Un cristiano es un hombre que está en continua tensión hacia Dios; esa tensión lo aparta de lo terreno y lo acerca a lo celeste, lo aleja de la materia terrena y lo aproxima al espíritu; por eso un cristiano auténtico es un hombre, que es cada vez menos hombre, porque es cada vez más Dios. Aunque en realidad, cuanto el hombre se aproxima más a Dios, se hace más hombre, un hombre más perfecto, porque es un hombre enraizado en Dios, proyectado a la perfección infinita que es Dios.Por eso, a fin de llegar a ser más hombre y llegar a ser más Dios, debes llevar una vida en constante contacto con Dios nuestro Señor; y ese contacto se realiza por medio de la oración, que te hace hablar con Dios, que te dispone para escuchar a Dios y en ese hablar y escuchar a Dios se fundamenta tu vida de oración. Porque a Dios no solamente le debes pedir lo que tú necesitas, sino también lo que El necesita de ti; El necesita de tu colaboración personal para tu salvación y santificación, como dice San Agustín: "Aquel que te hizo sin ti, no te salvará sin ti"
Jesús se ve rodeado de la gente, ansiosa de oír la Palabra de Dios, aquella gente tenía hambre y sed de justicia, hambre y sed de la Palabra de Dios.Lo rodea de tal forma, que casi le impide sus indispensables movimientos y así Jesús ordena a Pedro que se dirija con la barca mar adentro.“Boga mar adentro”.Adentro de ti, no fuera de ti; en tus profundidades, en tu intimidad no en lo que te rodea, no en lo que no eres tú, en el silencio de tus profundidades y no en la agitación y el bullicio de tu actividad exterior.Para llegar a ese tu interior, deberás alejarte de muchas cosas que rozan tu exterior; para ubicarte en ese fecundo silencio deberás hacer callar muchas voces, muchas conversaciones, muchos ruidos, mucho bullicio y agitación; ""Dios habla en el silencio""; la Biblia dice que Dios habla en el desierto, si no en el desierto físico de ausencia de población, sí en el desierto del corazón, ese corazón que se halla despojado de todo. Pueda ser que por razón de tus deberes de estado debas hallarte entre los ruidos de la plaza, pero te digo que aún entre esos ruidos tu corazón debe estar en silencio delante de Dios y te digo también que por más que por tu vocación debas estar en el bullicio del mundo, es imprescindible que haya en tu vida momentos en los que te alejes de todo y de todos y te dediques única y exclusivamente al silecio, al recogimiento, a la oración, a tu intimidad con Dios.Habrá entonces que echar las redes en el Nombre de Jesús, confiados en su Palabra, pero esa Palabra solamente se hace oír, cuando hemos bogado mar adentro, cuando hemos penetrado en la soledad de nuestro interior.La hora de echar las redes es cuando el corazón ya penetró dentro de sí. En el profeta Oseas el Señor habla así: La llevaré al desierto y le hablaré al corazón..., en el silencio, en el alejamiento, todo ello significado por el desierto, es donde Dios suele hablar al hombre; es que hay silencios que son muy propicios para captar la voz del Espíritu, hay silencios que son muy elocuentes, has silencios en los que se aprenden muchas cosas.Esos son los silencios que debes buscar y a ellos debes retirarte con frecuencia. Trabaja con Cristo, echa las redes en su Nombre. Sin Cristo, cuántas fatigas inútiles, cuántos trabajos sin fruto, cuántos esfuerzos vanos.Pero si lejos de separarnos de Jesús, nos unimos estrechamente con El, -todo cambiará-. Pedro echó las redes en Nombre de Jesús y “pescaron gran cantidad de peces”.Es el fruto del trabajo con Jesús, cuando se trabaja estando en gracia de Dios, cuando todo se hace con rectitud de intención.Trabaja en el apostolado no por ser visto por los hombres, sino para agradar a Dios y para salvar a los hombres, tus hermanos. Hazlo todo por Dios y únicamente por Dios; es el único que puede dar sentido a tus obras.En lo más íntimo de tu conciencia debes estar de continuo escuchando aquel “echad las redes” que te debe mover al ejercicio del apostolado. No tengas las redes recogidas e inactivas; las redes están hechas para lanzarse a la pesca y tú estás hecho para colaborar con Jesús el divino Maestro en el trabajo de la pesca de los hombres.Si en la vida de Jesús la gente se agolpaba sobre El para oír la Palabra de Dios, hoy también se aglomerará a tu alrededor, si lo que le ofreces es la Palabra de Dios y no otra cosa.De ahí la importancia y la necesidad de que tú oigas y medites la Palabra de Dios, para luego saberla transmitir; boga mar adentro y no te quedes en la orilla de tus comodidades y de tu inacción; boga mar adentro, métete entre los hombres y en Nombre de Jesús echa las redes y comienza a pescar.
Dios mismo es el sembrador y El mismo ha sembrado su propia semilla dentro de tu corazón, por eso Dios está en ti.Sí, dentro de ti y a tu alrededor está Dios.El está dentro de ti, en lo más íntimo de tu ser, en la luz de tu fe, en el ardor de tus afectos, en cada una de tus ideas, en cada uno de los latidos de tu corazón.Todo lo llena Dios, lo invade con su presencia, le da sentido su Amor.Dios está contigo.Hoy tratarás de descubrir esa semilla de Dios que hay en ti, en todos y en todo, en el agua que limpia, en la luz que te inunda, en el alimento que te fortalece, en el descanso que te renueva, en la amistad que te da fuerzas.Cuando menos sospechabas que Dios estaba tan cerca de ti, en aquel Cursillo, en aquel retiro... en aquel momento:Dios te buscó, Dios te llamó, Dios te impelió a buscar algo, que diera un sentido a tu vida.Tus ojos vieron la salvación.Tu fuiste el objeto del amor de Dios.Salvaste Señor a tu pueblo y me salvaste porque me amas y buscaste mi salvación por todos los medios, aún por aquellos medios ignorados por mí o aunque yo no llegara a comprender cómo esos medios eran expresión de tu Amor.Y me amaste, Señor, hasta en mis propias caídas y tu Amor me ofreció el perdón.Gracias Señor!
""Otras semillas cayeron en tierra buena y dieron fruto, una ciento, otra sesenta y otra treinta... (Mt. 13,1-9)""En las parábolas se enseña alguna verdad de orden sobrenatural. En toda parábola hay una imagen material y una enseñanza espiritual, fundada en alguna semejanza que se encuentra entre una y otra. Como la gente sencilla conocía bien las tareas del campo, las empleaba Jesús como comparaciones para hacer más fácilmente inteligible las verdades espirituales.En esta parábola del sembrador dice Jesús que parte de la semilla echada a voleo sobre el campo, fue comida por los pájaros. Como aclara Jesús, que la semilla es la Palabra de Dios, debemos pensar que en algunos cristianos en cuyos corazones cae la semilla de la Palabra divina, no llega a echar raíces, porque los pájaros de las preocupaciones no dejan al cristiano el reposo suficiente para poderla meditar.Otras semillas fueron pisadas por los caminantes. Cuando en el humano corazón hay mucho ir y venir, por cosas que distraen, la Palabra de Dios no halla el ambiente que requiere para su fecundación.La tierra rocosa impide que la semilla pueda echar fuertes raíces y termina por ser quemada por el ardor del sol. Los cardos y los espinos, que en Palestina alcanzan la altura de cerca de un metro, ahoga también la semilla que cae cerca de ellos. Pero luego la semilla que cayó en tierra fértil y libre de impedimentos, dio fruto en mayor o menor abundancia, según la preparación del terreno.Es decir, que con esta parábola pretende el Señor describir la diferente actitud y disposición, que se puede tener frente a su doctrina, esto es, la diversidad de los efectos de la Palabra de Dios, según las distintas disposiciones, con que se la recibe. La suerte de los granos de trigo, que caen de las manos del sembrador, es muy diversa, según el sitio donde cayeron, y la eficacia de la Palabra de Dios que cae en nuestros corazones, dependerá de como sea aceptada por nosotros.Por más que la Palabra de Dios o la palabra de los hermanos, llegue hasta nosotros cargada de sentido y espiritualidad, si nosotros nos cerramos con la coraza, nada conseguirá en nosotros la misma Palabra de Dios, aunque sea el mismo Jesús quien nos la diga. Es preciso preparar el terreno, abrir nuestro surco para que El pueda sembrar su Palabra y luego es preciso presentar un espíritu sensible a esa Palabra."El que tenga oídos, que oiga", es la seria advertencia con que termina el Señor la explicación de la parábola. Quizás también nos diga a cada uno de nosotros, "el que tenga oídos...", el que tenga buena voluntad de oir, el que esté dispuesto cuanto a recibir lo que Dios quiera ofrecerle, como para merecer que el Espíritu de Dios lo ilumine, ése entenderá la Palabra de Dios.-
(Mt 1,29-39) El Evangelio de hoy nos presenta a Jesús, realizando numerosas curaciones; después de todo este trabajo apostólico nos dice: "salió y fue a un lugar solitario donde se puso a orar. Con esto nos enseña que el poder de Jesús sobre las enfermedades y los demonios proviene de su constante e ininterrumpida comunión con el Padre a través de la oración, de la conversación personal con El.Giovanni Papini pudo escribir: "Tú sabes cuan grande es, precisamente en estos tiempos, la necesidad de tu mirada y de tu Palabra. Tú sabes bien que una mirada tuya puede conmover y cambiar nuestras almas, que tu voz puede sacarnos del estiércol de nuestra infinita miseria. Tú sabes mejor que nosotros, mucho más profundamente que nosotros, que tu presencia es urgente e inaplazable en esta época. Queremos oír tu voz, tan fuerte que espanta a los demonios y tan suave que encanta a los niños."Busca tú a Jesús y búscalo en todos los momentos de tu vida; busca conocer más a Jesús, busca servirle cada vez con mayor entrega, para amarlo con toda tu alma, pues si lo buscas, encontrarás con El y en El la gracia, la paz, la alegría del corazón, la infinita felicidad.Aprende de Jesús a retirarte con frecuencia a la soledad, al silencio, a la oración; sobre todo cuando tengas entre manos algún asunto serio o debas tomar alguna decisión que gravite en tu vida o en la de los demás. Y no olvides que siempre tienes entre manos el asunto extremadamente grave y decisivo de tu propia santificación; por eso te urge la necesidad de frecuentar esos momentos de soledad y silencio, para poder conocer cual es la voluntad de Dios sobre tí. Ciertas realidades espirituales solamente se las "ve" en toda su verdadera dimensión en el silencio y en la soledad, porque solamente en esas circunstancias se revela Dios al hombre.
Advierte el Señor, que el camino que conduce a la salvación no es nada fácil y que en consecuencia será preciso esforzarse, actuar con energía, incluso hacerse violencia a sí mismo. Hay que poner en tensión todas las energías; en ninguna parte del Evangelio se dice, que el Reino de Dios sea para los cobardes o los cómodos, sino para los esforzados y valientes.Lucha contra tus inclinaciones y tus instintos que son los que pueden apartarte del recto camino, que conduce hasta Dios. Lucha contra tus deseos inmoderados, que pueden desviarte de la meta del Reino de Dios. Lucha contra tus egoísmos y contra tu amor propio, que pueden hacerte perder de vista lo elevado de tus miras, que no son otras, que la instauración del Reino de Dios en tí mismo y los demás. Lucha contra tu comodidad y pereza, contra tus pocas ganas y contra la falta de aliciente o desilusión; todo eso te hace perder energías y fuerza y nos dice Jesús, que para entrar en el Reino, son necesarios muchos esfuerzos y muchas negaciones de sí mismo.El Reino de Dios es el único lugar donde no hay acomodos o lugares reservados; hay sí lugares de privilegio, pero esos lugares no están reservados para los que compren, sino para los que ganen. Los lugares de privilegio no se consiguen con el dinero; más bien son los pobres y humildes de corazón los que con mayor facilidad tienen acceso a ellos; no es tampoco la ciencia o la humana sabiduría, la erudición, la cultura, los humanos conocimientos los que nos facilitan y aun posibilitan el conocimiento de Dios, que es la verdadera Sabiduría, como don del Espíritu Santo, tampoco se llega a los primeros puestos en el Reino de Dios, por las influencias, por el poder, por los altos mandos, por los puestos honoríficos y de jerarquía. Hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos.Si tú eres de esos a quienes les ha tocado los primeros puestos aquí en esta vida, no dejes de vivir con un santo temor y no te fijes tanto en el honor, que esos puestos llevan consigo, cuanto en la mayor santidad que suponen y exigen; la respuesta a esta santidad exigida es lo que te podrá dar un puesto de preferencia en el Reino de Dios. Vive en santidad, en la santidad propia de tu condición y lugar que ocupes y lo demás déjalo en las manos de Dios.El leproso se hallaba en circunstancias muy poco halagadoras, eran considerados en el pueblo judío como estigmatizados por Dios; a la lepra, se le denomina en la Biblia, como "azote de Dios". Socialmente los leprosos no podían acercarse a nadie, ni les era permitido convivir en las ciudades. Pero aquí tenemos una enseñanza que puede ser de utilidad para nuestra vida espiritual.Primeramente sobresale el atrevimiento del leproso, movido por su vivo deseo de ser curado. Así se acerca al Señor y adopta una posición de acuerdo a la petición, que quiere presentar. San Mateo dice que "se postró"; San Marcos afirma que "se puso de rodillas", mientras que San Lucas es aún más expresivo y dice, que se puso "rostro en tierra", según la común actitud de los orientales.El leproso comienza reconociendo su necesidad, está enfermo, seriamente enfermo. El primer paso para acercarse a Dios, es el reconocimiento de la propia miseria, de la propia debilidad, de la impotencia del Yo. Reconocerse a sí mismo, en lo que uno es y lo que uno necesita, sentirse pobre de sí mismo, destruído en sí mismo, es el pre-requisito para que el Espíritu de Dios inicie su obra en nosotros. Reconociendo su necesidad, el leproso se acerca al Señor y adopta ante El una posición, una actitud de humildad, de fe y de confianza ilimitada.Todo lo que toca Jesús queda limpio; tú lo tocas a El diariamente, cuando lo recibes en la santa comunión.
El comunica limpieza y santidad; es muy apropiada esta oración del leproso, para cuando recibas a Jesús en tu comunión: Señor, si Tú quieres puedes limpiarme, purifícame pues de mis culpas, preséntame a tu Padre celestial, limpio, sin mancha y sin arrugas.Haz así tu oración, pero con las mismas disposiciones del leproso: fe, humildad, confianza, instancia perseverante y conseguirás los mismos frutos de curación.
"A quien se le dio mucho se le reclamará mucho"Con las primeras palabras de este Evangelio se nos vuelve a repetir, que debemos estar preparados porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del Hombre. La preparación que se recomienda no consiste solamente en la vigilancia, sino en el cumplimiento constante del deber; por eso habla luego Jesús del "administrador fiel y prudente", imagen nueva que inculca la fidelidad en el servicio más que la vigilancia.Con estas palabras pretende el Señor llamar la atención de todos, pero de un modo particular de quienes por haber recibido gracias y dones especiales, deben recordar de continuo, que todo cuanto recibieron no lo han recibido porque lo consideren como propio, sino como algo que deben administrar en provecho de la "comunidad"Lo que Dios te ha dado, no te lo ha dado como un elemento decorativo de tu personalidad, te lo ha dado como un elemento de trabajo, como un factor de perfeccionamiento, como un medio para mejor ejercer el apostolado; Dios ha puesto en tus manos la antorcha de tus cualidades y talentos, no para que los levantes en alto, a fin de que los demás puedan admirar el pedestal de la misma, sino para que caminando siempre adelante y llevando el alto la antorcha, puedas iluminar el camino de los que siguen detrás de tí.¿Qué has hecho hasta el presente con esa antorcha y esa luz de tus talentos? ¿la has sepultado bajo las cenizas? ¿ha permanecido tu voluntad inactiva, sin ponerla al servicio de la luz de la fe?El Señor te ha distinguido entre el común de los hombres, dándote la vocación a la fe y de entre el común de los cristianos, dándote la vocación a tal o cual apostolado en concreto. ¡Dios te ha dado mucho y no puedes contentarte con una virtud común y sin relieves!
El sentido general o el nervio central de las parábolas que siguen, es en todas lo mismo: hay que estar preparado por medio de una vida recta, por la práctica de las buenas obras. En esta parábola Jesús exhorta a los suyos a permanecer en vigilancia; no sabemos exactamente ni el día, ni la hora de su venida. Esto nos debe mover a permanecer activos y en perpetua vigilancia y en una prudente y confiada espera.Velar, estar atentos, hallarse siempre prontos acompañando la vigilancia con la continua oración. Vigilancia sobre todo aquello que de una u otra forma, nos pueda apartar de Dios, del cumplimiento de nuestros deberes; vigilancia para responder adecuadamente a nuestra vocación al apostolado. Vigilancia para que nada haya en tu vida, que sujete demasiado tu entendimiento, absorba tus pensamientos o entorpezca tu corazón. Vigilancia para que no se ofusque tu corazón, apartándose del camino del buen obrar.Vigilancia para que las ocupaciones cotidianas, los deberes de cada día no lleguen a ocupar embarazosamente tu corazón, no lo abatan por un lado o no lo encanten por otro, engañándolo o inutilizándolo.No basta nuestra vigilancia, ni basta nuestro interés, ni nuestro esfuerzo; sin la ayuda de Dios nada conseguiríamos y no podríamos perseverar en la práctica del bien, en el camino de la virtud y como la gracia de Dios, la ayuda de Dios, se nos concede por la oración, por eso nos exhorta Jesús a que oremos y oremos sin intermisión.Estad preparados, es decir procurad que no os dominen las cosas materiales o las obligaciones de orden temporal, que si bien es necesario cumplirlas, pero no hay que permitir que el corazón quede aprisionado entre ellas sin deseos, sin fuerzas, ni entusiasmo para dedicarse a las cosas del Espíritu.
Juan había conseguido mucho fruto con su predicación, una multitud se congregaba frente a él. Pero Juan no quería ganar a los hombres para sí, sino para Cristo. Por eso, cuando aparece Jesús se alegra de que su influencia sobre ellos vaya desapareciendo, para que se acerquen directamente a Jesucristo. Quiere menguar, hasta desaparecer, para que crezca Jesús.Es verdad que el apóstol en el ejercicio de su apostolado debe presentarse con todos aquellos rasgos, que lo hagan atrayente, para de esa manera penetrar más fácilmente en el ánimo y estima de los hombres a quienes tiene que evangelizar; pero el apóstol ha de tener presente, que es imprescindible que él vaya desapareciendo, para dar lugar a que sea Jesucristo quien se apodere del espíritu de los hombres; que vaya desapareciendo el factor humano, que al principio es una necesidad, pero después se puede convertir en obstáculo.Si lo piensas bien, con serenidad y fidelidad, tendrás que convencerte de que Dios a tí te ha dado mucho; a veces te quejas porque constatas, que te ha negado alguna cosa y el hecho de mirar lo que te ha negado te impide la vista de lo mucho que te ha concedido y que quizá ahora mismo estás gozando y usufructuando.El apóstol Santiago nos lo recuerda: "Toda dádiva buena y todo don perfecto viene de lo alto, desciende del Padre de las Luces". Agradece pues, a Dios lo que te ha concedido y empléalo para el bien tuyo y de los demás.
El fortalece a los que se encuentran cansados y agotados y da fuerzas al débil (Isaías 40:29)No tengas temor porque Yo estoy contigo. No desmayes porque Yo soy Dios. Te daré las fuerzas. Yo te ayudaré (Isaías 41:10)En paz me acostaré y dormiré, pues aunque estoy solo oh Señor, tú me haces vivir seguro (Salmo 4:8)Dios es nuestro refugio y fortaleza, siempre listo a ayudarnos en los tiempos de necesidad (Salmo 46:1)Cuando la duda invada mi mente, tú me darás consuelo renovando mi esperanza y gozo (Salmo 94:19)Cuando oro, tú me contestas, me fortaleces y me das las fuerzas que necesito (Salmo 138:3)El Señor está cerca de quienes le llaman, sí, de todos aquellos que le llaman sinceramente. (Salmo 145:18)El sana a los quebrantados de corazón y les venda sus heridas. ( Salmo 147:3)Dios bendice a los que lloran, pues ellos serán consolados (Mateo 5:4)Jesús dijo: Vengan a mí, todos los que estén cansados y afligidos y yo les haré descansar. (Mateo 11:28)Porque Dios ha dicho: No te desempararé. Nunca te dejaré. (Hebreos 13:5)Dale todas tus ansiedades y cuidados a Dios, porque El siempre cuida de tí. (1Pedro 5:7)
Lo que Jesucristo refiere es una pobreza efectiva, en especial para aquellos de sus discípulos que desean seguirle más de cerca, aquellos que habiendo abandonado todo para seguirlo, tienen el espíritu desasido de los bienes terrenos.A todos esos pobres el Señor les promete un Reino y nada menos que el reino de los cielos; no ya un reino terreno lleno de zozobras y de temores, sino el Reino de Dios, donde todo abunda, donde no hay dolor ni lágrimas, sino donde todo es paz, tranquilidad y alegría.Así es como paga Dios; tú le entregas tus pocas y pobres cosas, tus breves sufrimientos de la vida, tu corazón despojado de todo lo terreno y El en cambio, te sacia abundantemente con las riquezas de sus dones, con la alegría de su Reino y de su eterna posesión. No te apene demasiado el hecho de verte despojado de los bienes de la tierra, pero trata con todas tus fuerzas de conseguir los bienes del cielo.Bienaventurados los que lloran por sus penas, a veces con amargas lágrimas, pero que supieron hacerlo con paciencia y sin rebelarse; bienaventurado el que ha sabido llorar por Dios, ofreciendo a Dios sus lágrimas y aceptándolas con resignación y por amor a Dios.Indudablemente que es triste el sufrir, pero es mucho más triste el no saber sufrir, ni saber porqué se sufre, ni para que se sufre; el mundo todavía no ha descubierto el sentido del dolor. Jesús en el Evangelio nos descubre un doble sentido del dolor:- un sentido de propia purificación; si el oro se purifica en el fuego, el espíritu cristiano se purifica en el fuego de la tribulación, el dolor nos va haciendo más desprendidos de nosotros mismos; toda esa escoria se va desprendiendo de nosotros merced a los golpes del sufrimiento, pero para que el sufrimiento produzca efecto, es preciso saber sufrir, sufrir por Dios.- pero el dolor tiene también otro sentido de redención; cuando nosotros unimos nuestro dolor con el dolor redentor de Jesús es entonces también nuestro propio y personal sufrimiento un dolor redentivo.Y ésta es precisamente la causa de la verdadera alegría de nuestro sufrimiento; porque no nos fijamos en que sufrimos, sino que prestamos atención al hecho de que redimimos a la humanidad al unir nuestro dolor con el dolor de Jesucristo clavado en la cruz.
El Evangelio dice que esta simiente es más pequeña que cualquiera otra de las simientes; en la estimación popular el grano de mostaza era considerado como el término ordinario de comparación con las cosas pequeñas. Así se decía:: pequeño como grano de mostaza. El Señor Jesús no hace sino emplear la popular expresión.De todas formas lo que aquí se quiere expresar, es que el Reino de Dios tiene comienzos modestos y luego se expande con vigor. Dios emplea medios sencillos para llegar al hombre. Dios siempre busca la sencillez y pobreza de espíritu aun en las obras de mayor trascendencia; piensa si no en la humildad de la Virgen en la Encarnación, en la pequeñez de los signos sacramentales: vino, pan... en la Eucaristía, en la rudeza de los apóstoles para la fundación de la Iglesia.Los hombres no entienden los caminos de Dios y por eso pretenden grandes comienzos y preparativos para sus obras, mientras que la fe nos enseña, que cuanto mayor es la obra pretendida por Dios, más insignificantes suelen ser los comienzos y los instrumentos de los que se sirve su Divina Providencia. Así es el Reino de Dios, así comienza a fundamentarse en el corazón del hombre.Da, pues, gracias a Dios que para que su Reino eche raíces en tu corazón, no será necesario hacer grandes cosas, o emprender llamativas empresas, sino serle fiel en las cosas de cada día.La semilla debe esconderse bajo tierra, para que germine y produzca fruto. No debemos extrañarnos de que el Reino de Dios con frecuencia pase por momentos difíciles y molestos. Son necesarios para su propia purificación. De lo mínimo se hará lo máximo, de los comienzos tan sencillos y humildes llegará la Iglesia a la grandeza de su universalidad.Has de cobrar conciencia de la misión que Dios te ha encomendado de ser levadura para el bien, para que con tu vida influyas a tu alrededor, creando un ambiente de espiritualidad, de elevación, de pensamientos santos y nobles aspiraciones, de obras perfumadas con la santidad. Haz que en tu alma esté siempre la levadura del Amor de Dios.
El Señor ofrece paz y sosiego a cuantos se hallan oprimidos por las angustias de la vida. El corazón compasivo de Jesucristo te ofrece el descando para todas tus penas. Los trabajos y los sufrimientos aceptados como venidos de la mano de Dios y mirados con criterio sobrenatural, lejos de ser una carga son un beneficio y abren las puertas del cielo.Que bien comprendieron todo esto los santos, para quienes la mejor almohada eran las manos de Jesús, la mejor medicina y el más suave alivio era recurrir al Sagrario, buscando la compañía y la conversación con el Señor Sacramentado. Por eso pasaban ratos muy prolongados en oración y de ella salían con renovado vigor y con fuerzas aumentadas, para enfrentar la vida con todos sus dolores y humillaciones.San Agustín escribe, que el amor hace fáciles las cosas más difíciles y pesadas; en efecto, eso es lo que Jesús nos da para suavizar nuestras penas y trabajos: su Amor.Haz la prueba de vivir todas estas circunstancias por penosas que las quieras suponer con amor a Dios y verás como la fuerza e intensidad del amor, disminuye la intensidad del dolor y aún llegarás, si así te lo propones, a la sublime paradoja evangélica: Sufrir con alegría...
Seguramente que los ojos de Jesús se llenaron de lágrimas al ver alejarse a aquel joven a quien había invitado a su seguimiento; por eso se expresa Jesús con un grafismo oriental: Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja.... Jesús la utiliza por ser ampliamente conocida en el lenguaje popular y para aclarar el grave obstáculo que ofrecen las riquezas para la salvación.Al oír las enseñanzas de Jesús sobre las riquezas, los apóstoles que eran pobres y aún lo poco que tenían lo habían dejado por seguir a Jesús, le preguntan: Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido ¿que recibiremos?Jesús les responde, diciéndoles cual será su recompensa, pero alterando el orden señalado por los apóstoles; ellos exponen que lo han dejado todo y por eso esperan la recompensa; Jesús en cambio se fija en que lo dejaron todo por seguirle a El y por ese seguimiento alcanzarán el premio. El dejar las riquezas no es más que una condición para seguir al Maestro; la perfección consiste en seguirle.Lo que Jesús enseña es que puede suceder, que los que recibieron la gracia y el llamado primeramente, no merezcan tanto como los llamados a última hora; no es el tiempo del llamado, sino la generosidad de la respuesta lo que nos va a acercar a Dios, consiguiéndonos la salvación y la santificación; no basta por otra parte comenzar, si no se persevera en la práctica del bien y la virtud, no basta responder, sino que es preciso responder con generosidad a las gracias recibidas.Vivencia:Despega el corazón de las riquezas terrenas, si no te quieres alejar de Dios y si están en algún puesto de honor o de superioridad, que te haga ser el primero, vive con tal humildad y en tanta actitud de servicio a los demás, que parezcas ser el último, ya que en el Reino de Dios los últimos, es decir, los humildes serán los primeros.Y si Dios te ha puesto en un lugar oscuro y sin brillo ante el mundo, ignorado por muchos, anímate y ten confianza, porque si vives en ese puesto con humildad de corazón, podrás llegar a ser de los primeros en el Reino.
Una mano seca es una mano inútil, sino que aún positivamente molesta. Jesús se compadeció de aquel enfermo y con su infinita bondad y poder de Dios cura aquella mano, le da vida y movimiento, le da utilidad y agilidad y devuelve a aquel cuerpo la plenitud de la actividad y la facilidad de los movimientos.Ahora de la parte y el aspecto físico podemos pasar a la parte espiritual. Porque también en lo espiritual hay quienes padecen de enfermedades que secan el espíritu e impiden que el hombre realice una positiva actividad espiritual: también en lo espiritual hay quienes están inactivos, despojados de toda inquietud de obrar, sumidos en una pasividad alarmante, sin preocuparse no sólo de mejorar su vida, sino aun sin inquietarse por no ser mejores de lo que son; su organismo espiritual está seco, incapaz de obrar, sin preocuparse por nada, por nadie.Todo esto debe hacerte pensar en tí mismo, no sea que en tí se cumpla lo que acabas de leer.Piensa por lo tanto no solamente si vives con la vida de la gracia, sino que también debes examinarte sobre esa misma vida de gracia. ¿no te parece que también en tí la gracia puede estar, pero inactiva, sin proyección, sin exuberancia de vida, sin manifestaciones de su dinamismo, sino atrofiada, una vida de gracia que es vida, porque no se tiene pecado mortal, pero que es una vida con el minimum vital?Otras veces la sequedad, la aridez en la oración, en tus relaciones con Dios pueden no ser culpables de tu parte, sino permisión de Dios, prueba de Dios; quizás hayas experimentado en tí días y aún épocas en las que al ponerte en oración, te sentías sin gusto, sin ganas, mejor dicho no sentías nada; ningún atractivo por la oración, Dios no te atraía, no te tiraba, parecía como que estuviera sordo a tus requerimientos y quien sabe si en esas circunstancias dejaste de orar, de tratar con Dios, te alejaste de la vida espiritual.No era eso lo que debías haber hecho; si Dios te quitó el gusto de la oración, debías orar sin gusto, pero con fidelidad a tu obligación, porque si oras solamente cuando tienes y sientes gusto, es prueba fehaciente de que oras no por Dios, sino por tu gusto: mientras que si oras, aun cuando nada sientas, aun cuando no experimentes ningún gusto de tu parte, señal evidente es de que no te buscas a tí mismo, sino que buscas a Dios en la oración
Retírate a tu soledad interior, pues allí escucharás la voz de Dios.El siempre está presente en tu interior y a El lo puedes encontrar en todo, en las luces del alba y en los colores del atardecer, cuando todo duerme en el silencio de la noche y cuando todo se agita con el ritmo del día, en el silencio cargado de respeto que respiras en el templo y en la apartada soledad de tu dormitorio, en lo más íntimo de tu alma, que canta o que llora y en las demás criaturas que gritan por su Creador.En la soledad encuentras a Dios si lo has perdido y lo gozas, si ya lo estás viviendo. Mira a tu alrededor y verás cuántos y cuántos hay necesitados de Dios, de alguien que les hable de Dios, que les de el pan de la divina palabra.
"Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo"Traducimos "alégrate" más que el común "salve", que empleamos en el "Dios te salve María...", el salve tiene un sentido muy latino, pero no castellano; en nuestra lengua expresa mejor la idea por el "alégrate", enhorabuena por haber sido favorecida por Dios con la plenitud de su gracia y del favor divino por lo que Dios ha obrado en María.Otro motivo de la enhorabuena que el ángel da a María es el "bendita, tú entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre", que tomamos del versículo 42 de este mismo lugar. De María ya no se dice, como de Zacarías e Isabel, que era una fiel cumplidora de la ley; se da un paso muy adelante, cuando el ángel la llama "llena de gracia", favorecida con la plenitud del don de Dios, plenitud de gracia, que incluye no solamente la inmunidad del pecado original, sino también el conjunto de todas las virtudes y dones, que nos hacen agradables a Dios. Esta plenitud de gracia que hallamos en María Santísima, nos concederá cuantas gracias necesitemos, para cumplir con la misión que la Divina Providencia nos haya encomendado en nuestra vida; eso sí, nuestro esfuerzo por aumentar de continuo la gracia ha de ser permanente y sostenido.Al repetir las palabras del Ave María, recuerda que Ella está llena de gracia para concederte a tí lo que necesitas."He aquí la esclava del Señor,hágase en Mí según tu Palabra"El Evangelio nos dice que la Virgen se conturbó por las palabras tan honoríficas que el ángel le dirigía; era la profundísima humildad de María, que se juzgaba indigna de tales elogios; pero fue precisamente esta humildad de María la que le atrajo las miradas de Dios.Si queremos atraer las miradas de Dios, practiquemos la humildad.La humildad de María la llevó a aceptar incondicionalmente la voluntad de Dios, aún considerándose indigna de ser la Madre de Dios; "hágase en mí según tu palabra", cúmplase en mí tu voluntad, realícese en mí el plan que tienes para la salvación del mundo.Este es el verdadero modelo de nuestra oración, en la que más que pedir a Dios que haga nuestra voluntad, hemos de ofrecernos para que el Señor realice en nosotros su plan de salvación y santificación.La maternidad divina exigía en María Santísima una plenitud de gracia, una santidad adecuada a su misión maternal; tú estás llamado a ser, ya eres por tu bautismo, "hijo de Dios" y esta filiación divina también exige un grado de santidad y de gracia nada común; no puedes menos de ser santo y grato a los ojos de Dios; de ahí que debas apartar de tu vida todo cuanto se pueda oponer a la santidad exigida por tu cualidad de hijo de Dios. Llama a María Madre de Dios, venérala como a tal, alégrate de que así sea, pero no te olvides de que tú eres hijo y que debes vivir con la santidad que corresponde a tan dulce filiación. Recuerda esto cada vez que rezas el Ave María.
Toda la vida de la Iglesia y del cristiano debe estar conducida por la caridad. Esta caridad tendrá dos expresiones: la corrección fraterna y la oración comunitaria.Una manifestación de la caridad es la reunión de los hermanos para orar juntos, si se reúnen "estando de acuerdo". Estar de acuerdo para orar, quiere decir poseer un mismo espíritu de unidad, siendo uno por el amor de un mismo Espíritu, obrando todos movidos por la caridad, por el sincero deseo de agradar al Padre celestial y de ser de provecho para el prójimo. Si los cristianos se ponen de acuerdo, no solamente en cuanto a las metas a conseguir, sino sobre todo en la unidad del amor al Padre en Jesucristo por el Espíritu, entonces el Señor promete su presencia misteriosa, dinámica y santificadora entre ellos.Y con esta presencia de Jesús, todo lo bueno se puede esperar y todos los éxitos espirituales y apostólicos vendrán sin demora.Esta presencia activa de Jesús entre nosotros será la que hará, que nuestra oración esté bien hecha; la oración privada y personal es necesaria y nada la puede suplir, pero la oración colectiva o en comunidad eclesial tiene ventajas que no podemos desconocer y con estas palabras quiere Jesús fomentar entre nosotros la oración hecha en común y debidamente hecha, con el debido espíritu.Para que se cumpla la promesa de Jesús, es preciso que se den dos condiciones:- que estén "reunidos" pero no podrán estar reunidos, si previamente no están "unidos".- que estén reunidos "en el Nombre del Señor"; lo que reúna a los discípulos del Señor no puede ser nada humano, nada material o temporal. Reunirse en nombre de Jesús es reunirse por El, a causa de El, convocados por su Palabra y animados por un mismo Espíritu, impulsados por su mismo amor; si esto se da ya estamos en el plano sobrenatural y si todos los unidos en un mismo espíritu nos unimos en una misma oración, allí entre nosotros se ubica Jesús, presente entre nosotros como verdadero Dios, animando, orientando y vivificando desde adentro a ese grupo de sus discípulos.Si constatas que no siempre tus oraciones son escuchadas ¿no será porque no están hechas en comunidad, en comunión con otros, en unión y reunión con otros?No basta, pues, orar, es preciso disponerse a orar bien, a orar en unidad de corazón, en unidad de sentimientos, en unidad de espíritu, para conseguir que Jesús se ubique en medio de nosotros y así nuestra oración, sea escuchada infaliblemente por el Padre de los cielos.
Marcos 5.21-43. Impón tu mano sobre ella para que se salve y viva.En este evangelio damos un paso adelante: el poder de Jesús se manifiesta incluso ante la misma muerte, que se somete a su palabra imperativa: la resurrección de la hija de Jairo significa el poder de Jesús sobre la vida humana.Por un lado vemos a Jairo orando con las debidas condiciones, que requiere toda oración:-ora con humildad: el evangelio dice que cayó a los pies de Jesús postrándose ante El.-ora con perseverancia: el evangelio dice que le suplica con insistencia. -ora con fe en el poder de Jesús: ven, impón tu mano sobre ella.Sin embargo la oración de Jairo no es del todo perfecta, pues su fe no es total; piensa que Jesús no puede curar a distancia, con solo el mandato de su palabra, sino que necesita la presencia y el contacto físico; necesitó que Jesús le auxiliara y así cuando notificaron a Jairo, que ya no tenía por qué molestar al Maestro, pues su hija había muerto, Jesús le dice: No temas, solamente ten fe.A veces pensamos que en el mundo necesitamos muchas cosas, muchos bienes, muchas comodidades, que se juzgan verdaderas necesidades, mucha preparación, mucha cultura, mucho dinero, mucho trabajo; en realidad nos dice el Señor, que lo que propiamente necesitamos es mucha FE; estamos indigentes de fe, faltos de fe, despreocupados de la fe.Muchas veces no podremos llegar a ver o comprender cómo y de dónde nos vendrá el auxilio de Dios, en esos momentos debemos avivar nuestra fe y aumentar nuestra confianza, sabiendo que Dios nunca falla.Vivencia:Un modo de levantarte a una vida más activa espiritual y apostólica es tomar la decisión de hacer cada día alguna acción que te cueste, algo que vaya contra tus inclinaciones, algo que para hacerlo debas vencerte. Y luego comienza a ensayar a ver si logras hacerlo todo con amor y por amor; si llegas a esto, ya estás en el camino de la santidad.
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