Nuestra Señora de Almudena
Oh, Señora,
tú, que rompiste el muro de la Vida,
rompe ahora mi muro de dolor, mi antigua herida.
Que yo sea almudí, depósito del trigo celestial;
brille tu luz en mí, la luz que de tus velas fue inmortal;
ciudadela, que guarde la hornacina salvadora;
centinela del bien, de tu legado, mi Señora.
Con bondad, con amor, mira mis ruinas grises, desoladas.
Concédeme el favor de hacerlas catedrales consagradas.
Emma-Margarita R. A.-Valdés (Argentina) http:Universoliterario.net
viernes, noviembre 17, 2006
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