domingo, noviembre 12, 2006

MEDITACIONES

Las indicaciones del Papa BENEDICTO XVI eran claras:

El cristiano debe estar atento en la escucha de la Palabra del Señor, en la oración, en la participación íntima en los sacramentos, en aprender los sentimientos de Dios en el rostro y en los sufrimientos de los seres humanos, para contagiarnos de esta manera de su alegría, de su entrega, de su amor y para mirar con El, y partiendo de El, todo el mundo.

Fuente: HOLOCAUSTO DE AMOR

Autor: P. Angel Peña Benito, misionero agustino recoleto

PRIMERA PARTE

A) LA POBREZA

La pobreza religiosa supone un desprendimiento TOTAL de las criaturas y de los bienes materiales. Y llevar "un estilo de vida humilde y austero, tanto personal como comunitariamente" (VC 82).

Significa no apegarse a las cosas de este mundo para estar anclados solamente en Dios.
Lo cual quiere decir no crearse necesidades superfluas y saber compartir lo que tenemos, incluso de lo necesario.
Como decía S. Agustín: "Es mejor necesitar poco que tener mucho" (Regla 3,5). Y Cristo nos dice: "El que no renuncia a todos sus bienes no puede ser mi discípulo" (Le 14,33) "Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos" (Mt 5,3).
Precisamente, las bienaventuranzas son un himno a la esperanza, un llamado al desprendimiento total, a la entrega sin reservas. En las bienaventuranzas, Dios nos quiere decir que no importa todo lo que uno tenga que sufrir en este mundo por amor a Dios, porque, al final, tiene la esperanza de una gran recompensa en el cielo.

Debemos vivir con la confianza puesta en Dios, trabajando sin aferrarnos al dinero o a las cosas de este mundo. Dios es nuestro Padre y vela por nosotros. En este contexto, podemos leer el relato de la viuda pobre que es alabada por Jesús.

Ella tiene solamente unos centavitos y los echa en la alcancía del templo.
Echa TODO lo que tenía para vivir.

Un ejemplo de desprendimiento y de confianza en Dios.

Leamos este pasaje en Lc 21,1-4.
"Esta viuda se echa en los brazos amorosos de la providencia de Dios. No sabe si va a comer al día siguiente o no. Sin embargo, se lanza al vacío y confía sin reservas en Dios y se lo entrega TODO. No sabemos lo que pasó después con esta pobre viuda, pero sí sabemos que Dios la bendijo y que aquella acción mereció las alabanzas de Jesús, que quiso que fuera escrita en los Evangelios para ejemplo de las generaciones venideras".

Jesús mismo nos enseña esta lección de la confianza plena en Dios:
"no andéis ansiosos, buscando qué comeréis y qué beberéis... Vuestro Padre celestial sabe que de todo eso tenéis necesidad.. Mirad los lirios cómo crecen y no trabajan ni hilan y yo os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos. Pues, si a la hierba así la viste Dios ¡Cuánto más a vosotros hombres de poca fe!... Buscad primero el reino de Dios y su justicia, que todo lo demás se os dará por añadidura" (Lc 12 27-3 l). "No os inquietéis por el mañana, porque el día de mañana ya tendrá sus propias inquietudes, bástale a cada día su afán" (Mt 6,34).

Esto no quiere decir que no tengamos que trabajar, sino todo lo contrario, pues Dios quiere que nos ganemos el pan con el sudor de la frente ( Gén 3,19), y "el que no quiera trabajar que no coma" (2 Tes 3,11).

Los religiosos deben imitar a la viuda pobre en el desprendimiento para darlo TODO. Y Dios los bendecirá, pues "todo el que dejare hermanos o hermanas o padre o madre o hijos o campos por amor de mi nombre, recibirá cien veces más en esta vida y heredará la vida eterna" (Mt 19,29).

Hay que darlo todo al TODO, darlo todo por el TODO. Vivir del TODO para todos. Vaciar nuestro corazón de todo para llenarnos del TODO. Y así ser inmensamente ricos al darlo todo, porque tenemos al TODO y para siempre. Como diría Sta. Teresa: "Quien a Dios tiene, nada le falta, sólo Dios basta".

B) OBEDIENCIA - DISPONIBILIDAD

Obedecer es estar siempre totalmente disponibles para Dios y los demás, es decirle siempre SI a TODO sin condiciones.

La religiosa obediente es la mujer que busca insistentemente la voluntad de Dios y está atenta y abierta a cualquier posible manifestación de su voluntad para cumplirla. Es la mujer que está en marcha, con la alforja al hombro y el bastón en la mano hacia la tierra que Dios le indicará.
Es la que está dispuesta a levantar la tienda e ir a otro lugar para cumplir una misión determinada. Es la que puede volar alto, porque tiene una disponibilidad absoluta, pues no está atada a las cosas de la tierra.
Es una mujer con un corazón universal, siempre abierto hacia el futuro con esperanza.

En cambio, la religiosa anclada, inamovible, es la que es "vieja" de corazón, encerrada en sí misma, egoísta, que sólo piensa en su propia seguridad.
No está disponible y no acepta los planes de Dios, porque está demasiado ocupada en otras cosas, de tal manera que está obstruida para el amor.
La indisponible es la que está centrada en sí misma, la que es incapaz de responder a la voz de Dios, el cual quiere llenar su vida de nuevas aventuras del espíritu.
Por eso, una de las mayores tentaciones de las religiosas(os) es instalarse, aferrarse a cosas, personas o lugares, perdiéndose así la libertad para seguir los caminos de Dios. Lo cual significa, de algún modo, hacerse inútil para Dios y para los demás.

Por eso, la obediencia se mide cuando nos enfrentamos ante el reto del amor a Dios y a los demás, que nos pide un cambio o una decisión imprevista por el bien común.
Si somos capaces de decir SI al Superior, que transmite la voluntad de Dios, estamos diciendo también: "Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad" ( Heb 10,5-7).
De estas religiosas se puede esperar grandes cosas, pues el único camino a la santidad es el amor obediente. Y Dios da el Espíritu Santo a los que le obedecen ( Hech 5,32). Ser obediente es estar disponible en TODO y para TODO por amor a Dios.

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