martes, julio 31, 2007




Aquel poquito
Que sólo quede de mí, Señor aquel poquito con que pueda llamarte mi todo. Que sólo quede de mi voluntad aquel poquito con que pueda sentirte en todas partes, volver a ti cada cosa, ofrecerte mi amor en cada instante.Que sólo que de mí aquel poquito con que nunca pueda esconderte. Que sólo quede de mis cadenas aquel poquito que me sujete a tu deseo, aquel poquito con que lleve a cabo tu propósito en mi vida: la cadena del amor. Rabrindranaz Tagore



Que en este día en que termina el mes, podamos decir; “Señor, aquí estoy, para hacer Tu Voluntad” Y con cada semejante que nos toque compartir, lo hagamos mirando en él o en ella, el mismo Cristo que caminó con sus discípulos para Meaux. Una que damos, se transforma en sonrisa que vemos. El amor que con alegría sale de nuestro corazón y se convierte en dádiva, es bendición instantánea para nosotros, de parte de Dios. Feliz 31 de Julio, pidamos a San Ignacio de Loyola su intercesión por nosotros y por el mundo para su salvación. UN ABRAZO












COMIENZA EL MES DE AGOSTO




EL SABADO 4 DE AGOSTO IVONNE CUMPLE 61 AÑOS

FELIZ DIA, FELIZ CUMPLEAÑOS Y SOBRE TODO QUE DIOS TE BENDIGA EN ESTOS MOMENTOS TAN DIFICILES!!!

LA PALABRA, LA EUCARISTÍA Y LOS CRISTIANOS DESUNIDOS







1. En el programa de este Año jubilar (2000) no podía faltar la dimensión del diálogo ecuménico y del interreligioso, como ya señalé en la carta apostólica Tertio millennio adveniente (cf. nn. 53 y 55). La línea trinitaria y eucarística que hemos desarrollado en las anteriores catequesis nos lleva ahora a reflexionar en este otro aspecto, tomando en consideración ante todo el problema del restablecimiento de la unidad entre los cristianos. Lo hacemos a la luz de la narración evangélica sobre los discípulos de Emaús (cf. Lc 24, 13-35), observando el modo como los dos discípulos, que se alejaban de la comunidad, fueron impulsados a hacer el camino inverso y a volver a ella.



2. Los dos discípulos abandonaban el lugar en donde Jesús había sido crucificado, porque ese acontecimiento era para ellos una cruel desilusión. Por ese mismo hecho, se alejaban de los demás discípulos y volvían, por decirlo así, al individualismo. "Conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado" (Lc 24, 14), sin comprender su sentido. No entendían que Jesús había muerto "para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos" (Jn 11, 52). Sólo veían el aspecto tremendamente negativo de la cruz, que arruinaba sus esperanzas: "Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel" (Lc 24, 21). Jesús resucitado se les acerca y camina con ellos, "pero sus ojos no podían reconocerlo" (Lc 24, 16), porque desde el punto de vista espiritual se encontraban en las tinieblas más oscuras. Entonces Jesús, mediante una larga catequesis bíblica, les ayuda, con una paciencia admirable, a volver a la luz de la fe: "Empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras" (Lc 24, 27). Su corazón comenzó a arder (cf. Lc 24, 32). Pidieron a su misterioso compañero que se quedara con ellos. "Cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su lado" (Lc 24, 30-31). Gracias a la explicación luminosa de las Escrituras, habían pasado de las tinieblas de la incomprensión a la luz de la fe y se habían hecho capaces de reconocer a Cristo resucitado "al partir el pan" (Lc 24, 35).



El efecto de este cambio profundo fue un impulso a ponerse nuevamente en camino, sin dilación, para volver a Jerusalén y unirse a "los Once y a los que estaban con ellos" (Lc 24, 33). El camino de fe había hecho posible la unión fraterna.



3. El nexo entre la interpretación de la palabra de Dios y la Eucaristía aparece también en otros pasajes del Nuevo Testamento. San Juan, en su evangelio, relaciona esta palabra con la Eucaristía cuando, en el discurso de Cafarnaúm, nos presenta a Jesús que evoca el don del maná en el desierto reinterpretándolo en clave eucarística (cf. Jn 6, 32-58). En la Iglesia de Jerusalén, la asiduidad en la escucha de la didaché, es decir, de la enseñanza de los Apóstoles basada en la palabra de Dios, precedía a la participación en la "fracción del pan" (Hch 2, 42).En Tróade, cuando los cristianos se congregaron en torno a san Pablo para "la fracción del pan", san Lucas refiere que la reunión comenzó con largos discursos del Apóstol (cf. Hch 20, 7), ciertamente para alimentar la fe, la esperanza y la caridad. De todo esto se deduce con claridad que la unión en la fe es la condición previa para la participación común en la Eucaristía.Con la liturgia de la Palabra y la Eucaristía, como nos recuerda el concilio Vaticano II citando a san Juan Crisóstomo (In Joh. hom. 46), "los fieles unidos al obispo, al tener acceso a Dios Padre por medio de su Hijo, el Verbo encarnado, que padeció y fue glorificado, en la efusión del Espíritu Santo, consiguen la comunión con la santísima Trinidad, hechos "partícipes de la naturaleza divina" (2 P 1, 4). Consiguientemente, por la celebración de la Eucaristía del Señor en cada una de estas Iglesias, se edifica y crece la Iglesia de Dios, y mediante la concelebración se manifiesta la comunión entre ellas" (Unitatis redintegratio, 15). Por tanto, este nexo con el misterio de la unidad divina engendra un vínculo de comunión y amor entre los que participan en la única mesa de la Palabra y la Eucaristía. La única mesa es signo y manifestación de la unidad. "Por consiguiente, la comunión eucarística está inseparablemente unida a la plena comunión eclesial y a su expresión visible" (La búsqueda de la unidad Directorio ecuménico, 1993, n. 129).



4. A esta luz se comprende cómo las divisiones doctrinales existentes entre los discípulos de Cristo congregados en las diversas Iglesias y comunidades eclesiales limitan la plena comunión sacramental. Sin embargo, el bautismo es la raíz profunda de una unidad fundamental que vincula a los cristianos a pesar de sus divisiones. Por eso, aunque los cristianos aún divididos no pueden participar en la misma Eucaristía, es posible introducir en la celebración eucarística, en casos específicos previstos por el Directorio ecuménico, algunos signos de participación que expresan la unidad ya existente y van en la dirección de la comunión plena de las Iglesias en torno a la mesa de la Palabra y del Cuerpo y Sangre del Señor. Así, "en ocasiones excepcionales y por causa justa, el obispo diocesano puede permitir que un miembro de otra Iglesia o comunidad eclesial desempeñe la función de lector durante la celebración eucarística de la Iglesia católica" (n. 133).



Asimismo, "cuando una necesidad lo exija o lo aconseje una verdadera utilidad espiritual, con tal de que se evite el peligro de error o de indiferentismo", entre católicos y cristianos orientales es lícita cierta reciprocidad para los sacramentos de la penitencia, la Eucaristía y la unción de los enfermos (cf. nn. 123-131).



5. Con todo, el árbol de la unidad debe crecer hasta su plena expansión, como Cristo suplicó en la gran oración del Cenáculo, que hemos proclamado al inicio (cf. Jn 17, 20-26; Unitatis redintegratio, 22).



Los límites en la intercomunión ante la mesa de la Palabra y de la Eucaristía deben transformarse en una llamada a la purificación, al diálogo y al camino ecuménico de las Iglesias. Son límites que nos hacen sentir con más intensidad, precisamente en la celebración eucarística, el peso de nuestras laceraciones y contradicciones. Así la eucaristía es un desafío y una provocación puesta en el corazón mismo de la Iglesia para recordarnos el extremo e intenso deseo de Cristo: "Que sean uno" (Jn 17, 11. 21).La Iglesia no debe ser un cuerpo de miembros divididos y doloridos, sino un organismo vivo y fuerte que avanza sostenido por el pan divino, como lo prefigura el camino de Elías (cf. 1 R 19, 1-8), hasta la cima del encuentro definitivo con Dios. Allí, finalmente, se llevará a cabo la visión del Apocalipsis: "Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia ataviada para su esposo" (Ap 21, 2).
Fuente: Juan Pablo II, Audiencia General del 15 de noviembre del 2000



Oración para después de la Santa Misa

Creo Señor, fortalece mi fe; espero, Señor, asegura mi esperanza; amo, Señor, inflama mi amor, me pesa; Señor, aumenta mi arrepentimiento.
Te adoro como a primer principio, te deseo como a último fin, te alabo como a bienhechor perpetuo, te invoco como a defensor propicio.
Dirígeme con tu sabiduría, contenme con tu justicia, consuélame con tu clemencia, protégeme con tu poder.
Te ofrezco, Señor mis pensamientos para pensar en ti, mis palabras para hablar de ti, mis obras para obrar conforme a ti, mis sufrimientos para padecerlos por ti.
Quiero lo que Tú quieres, lo quiero porque lo quieres, lo quiero como lo quieres, lo quiero en cuanto lo quieres.
Te ruego, Señor, que alumbres mi entendimiento, abrases mi voluntad, purifiques mi corazón, santifiques mi alma.
No me aficione a la soberbia, no me altere la adulación, no me engañe el mundo, no me prenda en sus redes el demonio.
Concédeme, Dios bueno, amor a ti, olvido de mí, celo del prójimo, desprecio del mundo.
Procure obedecer a los superiores, atender a los inferiores, favorecer a los amigos, perdonar a los enemigos.
Venza el deleite con la mortificación, la avaricia con la largueza, la ira con la mansedumbre, la tibieza con el fervor.
Hazme prudente en los consejos, constante en los peligros, paciente en las adversidades, humilde en las prosperidades.
Que procure tener inocencia interior, modestia exterior, conversación edificante, vida recta.
Que me aplique con diligencia a domar la naturaleza, a corresponder a la gracia, a guardar tu ley, merecer la salvación.
Que consiga la santidad con la confesión sincera de mis pecados, con la participación devota del cuerpo de Cristo, con el continuo recogimiento del espíritu, con la pura intención del corazón.
Aprenda de ti que frágil es lo terreno, que agradable lo divino, qué breve lo temporal, que duradero lo eterno.
Concédeme que me prepare a la muerte, que tema el juicio, que evite el infierno, que obtenga el paraíso.
Por Cristo Nuestro Señor. Amén

ACTO DE CONFIANZA EN DIOS




San Claudio de la Colombiere
Dios mío, estoy tan persuadido de que velas sobre todos los que en Vos esperan y de que nada puede faltar a quien de Vos aguarda toda las cosas, que he resuelto vivir en adelante sin cuidado alguno, descargando sobre Vos todas mis inquietudes. Mas yo dormiré en paz y descansaré; porque Tú ¡OH Señor! Y sólo Tú, has asegurado mi esperanza.
Los hombres pueden despojarme de los bienes y de la reputación; las enfermedades pueden quitarme las fuerzas y los medios de servirte; yo mismo puedo perder tu gracia por el pecado; pero no perderé mi esperanza; la conservaré hasta el último instante de mi vida y serán inútiles todos los esfuerzos de los demonios del infierno para arrancármela. Dormiré y descansaré en paz.
Que otros esperen su felicidad de su riqueza o de sus talentos; que se apoyen sobre la inocencia de su vida, o sobre el rigor de su penitencia, o sobre el número de sus buenas obras, o sobre el fervor de sus oraciones. En cuanto a mí, Señor, toda mi confianza es mi confianza misma. Porque Tú, Señor, solo Tú, has asegurado mi esperanza.
A nadie engañó esta confianza. Ninguno de los que han esperado en el Señor ha quedado frustrado en su confianza.
Por tanto, estoy seguro de que seré eternamente feliz, porque firmemente espero serlo y porque de Vos ¡OH Dios mío! Es de Quien lo espero. En Ti esperaré, Señor, y jamás seré confundido.
Bien conozco ¡ah! Demasiado lo conozco, que soy frágil e inconstante; sé cuanto pueden las tentaciones contra la virtud más firme; he visto caer los astros del cielo y las columnas del firmamento; pero nada de esto puede aterrarme. Mientras mantenga firme mi esperanza, me conservaré a cubierto de todas las calamidades; y estoy seguro de esperar siempre, porque espero igualmente esta invariable esperanza.
En fin, estoy seguro de que no puedo esperar con exceso de Vos y de que conseguiré todo lo que hubiere esperado de Vos. Así, espero que me sostengas en las más rápidas y resbaladizas pendientes, que me fortalezcas contra loas más violentos asaltos y que harás triunfar mi flaqueza sobre mis más formidables enemigos. Espero que me ames siempre; yo te amaré sin interrupción; y para llevar de una vez toda mi esperanza tan lejos como puedo llevarla, te espero a Vos mismo para caminar contigo


¡OH Creador mío! Para el tiempo y para la eternidad. Así sea.

DIOS SOLO DA TRES RESPUESTAS A LAS ORACIONES:


1. 'Si'

2. 'Todavía no'

3.- 'Yo he pensado en algo mejor para ti'


Podrás estar pasando por momentos difíciles ahora pero Dios se esta preparando para bendecirte de una forma que tu ni siquiera puedes empezar a imaginar.Mis instrucciones fueron que escogiera a cuatro personas a las que yo quisiera que Dios bendiga, y yo te he escogido a ti. Por favor pásale este mensaje a cuatro personas que te gustaría que Dios bendijera y una copia para mi. El poder de la oración es increíble y la oración es uno de los mejores regalos que podemos recibir.No tiene ningún costo pero si muchas recompensas. Continuemos orando
Los unos por los otros.
Aquí tienes una oración:


Padre, yo te ruego que bendigas a mis amigos, parientes, y contactospor correo electrónico ahora. Muéstrales una nueva revelación de tu amor y poder. Yo sé que le envié este mensaje a más de cuatro, puedes hacer tu lo mismo.Porque siempre es bueno dar gracias y quejarse menos......Señor y padre celestial, hoy por la mañana, mi cama estaba calientita y no me quería despertar. No me quería levantar, me quería quedar ahí, sin tener que preocuparme por nada pero entonces recordé, que no debería hacerlo porque existen millones de personas, que quisieran estar en mi lugar, levantarse y tener a donde ir, esas personas que están sin tener que comer, sin tener que vestir.
Hoy padre mío, agradezco por la noche maravillosa, por el cobertor

que me calienta, por mi alimento, por un día más de trabajo y Principalmente por un día más de vida. Bendice Señor Jesús a mis amigos y mis enemigos, porque también ellos necesitan de ti. Bendice señor a mi amigo que esta leyendo este mensaje ahora. Yo bendigo a aquel que me Lo envió.

En el nombre de Jesús... Amén.

Así sea, un abrazo y que dios te bendiga rica y abundantemente, pasa este

mensaje, bien rápido, a los mas que puedas y en un instante muchas personas estarán orando por ti.

Que Dios los bendiga!!

ORACION


Querido Dios,
Te agradezco por este día. Te agradezco por poder ver y oír esta mañana. Soy bendito porque eres un Dios comprensivo y de perdón. Tú has hecho tanto por mí y continúas bendiciéndome cada día.
Perdóname este día por todo lo que he hecho, dicho o pensado que no era agradable para ti.
Ahora pido tu perdón.
Por favor mantenme seguro, alejado de todo peligro o daño.
Ayúdame a comenzar este día con una nueva actitud y mucha gratitud.
Déjame hacer lo mejor de cada día para aclarar mi mente y así poder oírte.
Por favor expande mi mente para que pueda aceptar todos tus designios.
No permitas que me lamente de las cosas sobre las que no tengo ningún control, que pueda reconocer el mal.
Y cuando cometa pecado, permíteme arrepentirme, y confesar con mi boca mi mal procedimiento, y así recibir tu perdón.
Y cuando este mundo se cierre dentro de mí, déjame recordar el ejemplo de Jesús para irme lejos y encontrar un lugar apartado para orar.

Esta es la mejor respuesta cuando me empujan más allá de mis límites.
Sé que cuando no puedo orar, tú escuchas mi corazón.
Continúa utilizándome para hacer tu voluntad.
Continúa bendiciéndome para que pueda bendecir a otras personas.
Mantenme fuerte, que pueda ayudar al débil.
Mantenme con los ánimos levantados para que pueda tener palabras de aliento para otros.
Ruego por los que se pierden y no pueden encontrar su camino.
Ruego por los que sean mal juzgados y no los entiendan.
Ruego por los que no te conozcan íntimamente.
Ruego por los que borren este mensaje sin compartirlo con otros.
Ruego por los que no creen.
Ruego por todos mis hermanos y hermanas. Por cada miembro de la familia y sus hogares.
Ruego por la paz, el amor y la alegría en sus hogares, que estén fuera de deuda y todas sus necesidades estén resuelto.
Ruego que cada ojo que lea esto sepa que no hay problema, batalla, circunstancia, o situación mayor que tu Señor.
Ruego para que estas palabras sean recibidas en los corazones, que cada ojo que las vea y cada boca que las pronuncie, las confiese dispuesto.

SAN IGNACIO DE LOYOLA


31 de julio ---Haced todo a gloria de Dios.(1 Cor., 10, 31).
Confesor
San Ignacio de Loyola supo transmitir a los demás su entusiasmo y amor por defender la causa de Cristo. Nació y fue bautizado como Iñigo en 1491, en el Castillo de Loyola, España. De padres nobles, era el más chico de ocho hijos. Quedó huérfano y fue educado en la Corte de la nobleza española, donde le instruyeron en los buenos modales y en la fortaleza de espíritu. Quiso ser militar. Sin embargo, a los 31 años en una batalla, cayó herido de ambas piernas por una bala de cañón. Fue trasladado a Loyola para su curación y soportó valientemente las operaciones y el dolor. Estuvo a punto de morir y terminó perdiendo una pierna, por lo que quedó cojo para el resto de su vida. Durante su recuperación, quiso leer novelas de caballería, que le gustaban mucho. Pero en el castillo, los únicos dos libros que habían eran: Vida de Cristo y Vidas de los Santos. Sin mucho interés, comenzó a leer y le gustaron tanto que pasaba días enteros leyéndolos sin parar. Se encendió en deseos de imitar las hazañas de los Santos y de estar al servicio de Cristo. Pensaba: “Si esos hombres estaban hechos del mismo barro que yo, también yo puedo hacer lo que ellos hicieron”. Una noche, Ignacio tuvo una visión que lo consoló mucho: la Madre de Dios, rodeada de luz, llevando en los brazos a su Hijo, Jesús. Iñigo pasó por una etapa de dudas acerca de su vocación. Con el tiempo se dio cuenta que los pensamientos que procedían de Dios lo dejaban lleno de consuelo, paz y tranquilidad. En cambio, los pensamientos del mundo le daban cierto deleite, pero lo dejaban vacío. Decidió seguir el ejemplo de los santos y empezó a hacer penitencia por sus pecados para entregarse a Dios. A los 32 años, salió de Loyola con el propósito de ir peregrinando hasta Jerusalén. Se detuvo en el Santuario de Montserrat, en España. Ahí decidió llevar vida de oración y de penitencia después de hacer una confesión general. Vivió durante casi un año retirado en una cueva de los alrededores, orando. Tuvo un período de aridez y empezó a escribir sus primeras experiencias espirituales. Éstas le sirvieron para su famoso libro sobre “Ejercicios Espirituales”. Finalmente, salió de esta sequedad espiritual y pasó al profundo goce espiritual, siendo un gran místico. Logró llegar a Tierra Santa a los 33 años y a su regreso a España, comenzó a estudiar. Se dio cuenta que, para ayudar a las almas, eran necesarios los estudios. Convirtió a muchos pecadores. Fue encarcelado dos veces por predicar, pero en ambas ocasiones recuperó su libertad. Él consideraba la prisión y el sufrimiento como pruebas que Dios le mandaba para purificarse y santificarse. A los 38 años se trasladó a Francia, donde siguió estudiando siete años más. Pedía limosna a los comerciantes españoles para poder mantener sus estudios, así como a sus amigos. Ahí animó a muchos de sus compañeros universitarios a practicar con mayor fervor la vida cristiana. En esta época, 1534, se unieron a Ignacio 6 estudiantes de teología. Motivados por lo que decía San Ignacio, hicieron con él voto de castidad, pobreza y vida apostólica, en una sencilla ceremonia. San Ignacio mantuvo la fe de sus seguidores a través de conversaciones personales y con el cumplimiento de unas sencillas reglas de vida. Poco después, tuvo que interrumpir sus estudios por motivos de salud y regresó a España, pero sin hospedarse en el Castillo de Loyola. Dos años más tarde, se reunió con sus compañeros que se encontraban en Venecia y se trasladaron a Roma para ofrecer sus servicios al Papa. Decidieron llamar a su asociación la Compañía de Jesús, porque estaban decididos a luchar contra el vicio y el error bajo el estandarte de Cristo. Paulo II convirtió a dos de ellos profesores de la Universidad. A Ignacio, le pidió predicar los Ejercicios Espirituales y catequizar al pueblo. Los demás compañeros trabajaban con ellos. Ignacio de Loyola, de acuerdo con sus compañeros, resolvió formar una congregación religiosa que fue aprobada por el Papa en 1540. Añadieron a los votos de castidad y pobreza, el de la obediencia, con el que se comprometían a obedecer a un superior general, quien a su vez, estaría sujeto al Papa. La Compañía de Jesús tuvo un papel muy importante en contrarrestar los efectos de la Reforma religiosa encabezada por el protestante Martín Lutero y con su esfuerzo y predicación, volvió a ganar muchas almas para la única y verdadera Iglesia de Cristo. Ignacio pasó el resto de su vida en Roma, dirigiendo la congregación y dedicado a la educación de la juventud y del clero, fundando colegios y universidades de muy alta calidad académica. Para San Ignacio, toda su felicidad consistía en trabajar por Dios y sufrir por su causa. El espíritu “militar” de Ignacio y de la Compañía de Jesús se refleja en su voto de obediencia al Papa, máximo jefe de los jesuítas. Su libro de “Ejercicios Espirituales” se sigue utilizando en la actualidad por diferentes agrupaciones religiosas. San Ignacio murió repentinamente, el 31 de julio de 1556. Fue beatificado en 1609 y canonizado en 1622.
MEDITACIÓN SOBRE
LA VIDA DE SAN IGNACIO
I. San Ignacio, en la soledad de Manresa, había trazado el plano del edificio espiritual que debía edificar durante toda su vida. Su libro de los Ejercicios espirituales es un resumen de lo que debe hacerse y de lo que él mismo hizo para llegar a la perfección. Comenzó por llorar sus pecados y expiarlos mediante ruda penitencia. Es el primer paso: lavar nuestros pecados con lágrimas. Así procedieron todos los santos; ¿los imitamos nosotros? Aunque no hubiésemos cometido sino un solo pecado mortal, seria suficiente para llorar hasta la muerte.
II. El segundo paso hacia la perfecci6n, dice San Ignacio, es la imitaci6n de Jesús que obra y sufre para la gloria de Dios y la salvaci6n de los hombres. San Ignacio ha seguido paso a paso a este Modelo de los predestinados: después de su conversión llev6 primero una vida escondida como Él; después se consagró por entero a la salvaci6n del prójimo, sufriendo a causa de esto injurias, calumnias y prisi6n. ¿Cómo imitamos nosotros la vida oculta de Jesús, sus trabajos y sus sufrimientos? Sigamos la divisa de San Ignacio: Todo para la mayor gloria de Dios.
III. El tercer paso hacia la perfecci6n, que tan alto elevó la santidad de San Ignacio, es la uni6n perfecta con Dios. Para llegar a ella, hay que desasirse del temor de todo lo que no sea Dios, y darse enteramente a Él. Tenemos amor para las cosas de este mundo, y no lo tenemos para Dios. ¡Todo amamos, todo buscamos, sólo Dios nada vale ante nuestros ojos! (Salviano).
El celo por la gloria de Dios Orad por las órdenes religiosas.
ORACIÓN
Oh Dios, que, para la mayor gloria de vuestro Nombre, habéis dado por el bienaventurado Ignacio un nuevo socorro a vuestra Iglesia militante, haced, que después de haber combatido en la tierra, siguiendo su ejemplo y bajo su protecci6n, merezcamos ser coronados con él en el cielo. Por J. C. N. S. Amén.
Fuente: Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo III, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)

lunes, julio 30, 2007

MUY FELIZ CUMPLEAÑOS DANIEL!!!!!!!



















El dia 31/07/07 Daniel cumple años te deseo que seas muy feliz, tanto como lo buen amigo que sos. Un beso enorme de Maria Inés y mio.

Llamamiento del Papa al desarme nuclear




Intervención al rezar el Ángelus en Castel GandolfoCASTEL GANDOLFO, domingo, 29 julio 2007 (ZENIT.org).- Publicamos la intervención que pronunció Benedicto XVI a mediodía de este domingo al rezar la oración mariana del Ángelus en la residencia pontificia de Castel Gandolfo junto a varios miles de peregrinos.
* * * Queridos hermanos y hermanas:


Tras regresar antes de ayer de Lorenzago, me siento feliz de encontrarme nuevamente aquí, en Castel Gandolfo, en el ambiente familiar de esta bella localidad, en la que pienso permanecer, si Dios quiere, el resto del verano. Experimento el vivo deseo de dar gracias una vez más al Señor por habe r podido pasar días serenos entre las montañas de Cadore, y me siento agradecido a todos los que han organizado eficazmente mi estancia y velado por ella con atención. Con el mismo afecto quisiera saludar y expresaros mi agradecimiento a vosotros, queridos peregrinos, y sobre todo a vosotros, queridos habitantes de Castel Gandolfo, que me habéis acogido con vuestra típica cordialidad y me acompañáis siempre con discreción cuando estoy entre vosotros. El domingo pasado, al recordar la «Nota» que el 1 de agosto de hace noventa años dirigió el Papa Benedicto XVI a los países beligerantes en la primera guerra mundial, reflexioné sobre el tema de la paz. Una nueva ocasión me invita ahora a reflexionar sobre otro argumento importante, ligado a ese tema. Precisamente hoy, de hecho, se celebra el quincuagésimo aniversario de la entrada en vigor del Estatuto de la Ag encia Internacional para la Energía Atómica (AIEN), instituida con el mandato de «promover y aumentar la contribución de la energía atómica a las causas de la paz, de la salud y de la prosperidad en todo el mundo» (artículo II de su Estatuto).


La Santa Sede, que aprueba plenamente las finalidades de este organismo, es miembro desde su fundación y sigue apoyando su actividad. Los cambios históricos acaecidos en los últimos cincuenta años subrayan cómo, en el difícil cruce de caminos en el que se encuentra la humanidad, cada vez es más actual y urgente el compromiso por alentar la no proliferación de armas nucleares, promover un progresivo y compartido desarme nuclear y favorecer el uso pacífico y seguro de la tecnología nuclear a favor de un auténtico desarrollo, que respete el ambiente y que esté siempre atento a las poblaciones m&aac ute;s desfavorecidas.


Deseo, por tanto, que tengan éxito los esfuerzos de quienes trabajan para perseguir con determinación estos tres objetivos, con el objetivo de que «los recursos ahorrados de este modo puedan emplearse en proyectos de desarrollo en favor de todos los habitantes y, en primer lugar, de los más pobres» (Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2006, n.13).


Es útil recordar también en esta ocasión que «es preciso sustituir» «la carrera de armamentos, por un esfuerzo común para movilizar los recursos hacia objetivos de desarrollo moral, cultural y económico redefiniendo las prioridades y las escalas de valores» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2438).


Encomendemos nuevamente a la intercesión de María Santísima nuestra oración por la paz, en particular, para que los conocimientos científicos y técnicos se apliquen siempre con sentido de responsabilidad y por el bien común, en el pleno respeto del derecho internacional Recemos para que los hombres vivan en paz, y todos se sientan hermanos, hijos de un único Padre: Dios.[Después del Ángelus, el Papa saludó a los peregrinos en varios idiomas. En italiano, comenzó diciendo]. Y ahora hago un llamamiento por los rehenes coreanos en Afganistán.


Se va difundiendo entre grupos armados la práctica de servirse de personas inocentes para sus reivindicaciones partidistas.


Se trata de graves violaciones de la dignidad humana, que están en oposición con las normas más elementale s de la civilización y del derecho y que constituyen una grave ofensa a la ley divina. Dirijo mi llamamiento para que los autores de estos actos criminales desistan de hacer el mal y restituyen sanas y salvas a sus víctimas.


[A continuación, el Papa saludó en seis idiomas a los peregrinos. En español, dijo:] Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española que habéis venido hasta Castelgandolfo para rezar el Ángelus.


Que este tiempo de vacaciones sea también un momento propicio para alabar al Señor y poner en Él vuestra confianza.


Acudid siempre a Él, que nos ha dicho: "pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá". ¡Feliz domingo!

sábado, julio 28, 2007

"ÁMAME TAL COMO ERES"



Jesús nos dice a cada uno de nosotros:





Conozco tu pobreza, conozco las luchas y preocupaciones de tu alma, la fragilidad y las enfermedades de tu cuerpo; conozco tu cobardía, tus desfallecimientos. Pero a pesar de todo te digo: DAME TU CORAZÓN, ÁMAME TAL COMO ERES.
Si esperas ser perfecto para amar, no me amarás jamás. Aún cuando caigas a menudo en las mismas faltas que quisieras no cometer nunca, aún cuando fueras cobarde en la práctica de la virtud, NO ME NIEGUES TU AMOR.
Ámame tal como eres, a cada instante y en cualquier situación en que te encuentres: en el fervor o en la aridez espiritual, en la felicidad y hasta en la misma infelicidad. Ámame, tal como eres.


QUIERO EL AMOR DE TU CORAZÓN HUMILDE.
Si para amarme esperas ser perfecto no me amarías nunca. ¿No podría Yo hacer que cada grano de arena sea un ser radiante, lleno de pureza, de nobleza y de amor? ¿No podría Yo, con el menor designo de mi voluntad, hacer surgir de la nada miles de santos, mil veces más perfectos y más encendidos en amor que los que he creado? ¿No soy Yo, el Omnipotente? ¿Y si quisiera dejar para siempre en la nada a estos seres maravillosos, y preferir, a ellos, tu amor?

Hijo Mío, DÉJAME QUE TE AME.

Quiero tu corazón, quiero formarte, pero mientras tanto, TE AMO COMO ERES. Y anhelo que tú hagas lo mismo. Deseo ver, desde el fondo de tu ser, elevarse y crecer como tu amor.

AMO EN TI HASTA TU MISMA DEBILIDAD.

Amo el amor de tus imperfectos. Quiero que desde tu pobreza, se eleve continuamente este grito: "Señor, te amo". Es el canto de tu corazón el que más me agrada. ¿Necesito, acaso, de tu ciencia, de tus talentos? Es algo más que virtudes lo que busco. Si te las concediera, tu amor propio, pronto las debilitaría. Por ello no te inquietes. Acepto de ti lo poco que tienes porque te amo. Yo te he creado para el amor. ¡AMA! El amor te impulsará a hacer lo que tengas que hacer, aún sin que lo pienses. No pretendas otra cosa sino llenar de amor el momento presente. HOY ME TIENES A LA PUERTA DE TU CORAZÓN COMO UN MENDIGO. Llamo y espero. Apresúrate a abrirme. No te excuses de tu pobreza. Si la conocieras plenamente, morirías de dolor.

LO QUE MAS HIERE MI CORAZÓN ES VERTE DUDAR, CARECER DE MI CONFIANZA, Y RECHAZAR MI AMOR.

Quiero que pienses en Mí cada instante del día y de la noche. No hagas nada, ni la acción más insignificante, sino es por AMOR A MI. Cuando tengas que sufrir, Yo te daré mi gracia. Tú dame tu amor y conocerás un amor tan grande como jamás podrías soñar. Pero no te olvides: ÁMAME, TAL C0MO ERES. Y no esperes a ser santo para entregarte al amor. De lo contrario, no amarás jamás".
Jesús

SAN PANTALEÓN


27 de julio

PATRONO DE LOS ENFERMOS

Yo conozco tus obras, tienes nombre de vivo, pero estás muerto. (Apocalipsis, 3, I).

Hecho cristiano, San Pantaleón, médico rico de Nicomedia, no abandonó su profesión; no hizo sino ejercerla con más éxito: sanaba a los enfermos invocando el nombre de Jesús. Los médicos paganos, envidiosos de sus curaciones maravillosas que de este mod9 efectuaba, lo denunciaron al emperador Maximiano. Éste le hizo sufrir los más crueles tormentos; pero el santo, alentado por la aparición del Salvador mismo, los soportó con invencible valor. Fue por fin decapitado, hacia el año 305.
MEDITACIÓN SOBRE LAS ENFERMEDADES DE NUESTRA ALMA
I. El pecador está ciego: no ve ni las recompensas del paraíso ni las penas del infierno, ni la belleza de la virtud ni la fealdad del vicio; no considera sino el falso brillo de las riquezas, los encantos fa- laces de los placeres, y el vano aparato de la gloria mundana. Pecador, abre por fin tus ojos; considera que esos tesoros te abandonarán a tu muerte, que esos placeres yesos honores se desvanecerán como un sueño. Di a la vanagloria: adiós, eres sólo falsía, y, en partiendo, eres nada. (San Clemente de Alejandría).
II. El pecador está enfermo. El desorden de los humores es la causa de las enfermedades del cuerpo; el desorden de las pasiones es la fuente de las enfermedades del alma; ellas turban nuestra razón y le impiden dirigirse a Dios. ¿De dónde provienen tus pecados? Del desorden de tus pasiones: amas lo que deberías odiar, te horroriza lo que deberías amar. Pasa revista a tus pasiones, examina tus deseos, tus inclinaciones y tus aversiones; y, después que hayas conocido su desorden, di a Dios: Señor, el que no os ama está enfermo.
III. El pecador no sólo está enfermo, sino que está muerto, puesto que ha perdido la gracia; es más difícil convertir a un pecador que resucitar aun muerto. ¡Oh supremo Médico de nuestras almas, Vos que habéis dado vuestra vida para librarnos de la muerte del pecado, resucitadnos! Hagamos todo lo que podamos para salir del pecado, y pidamos a Dios que tenga piedad de nosotros. Estoy enfermo, llamo al médico; estoy ciego, corro a la luz; estoy muerto, suspiro por la vida. Vos sois el Médico, la Luz y la Vida, ¡oh Dios de Nazaret! (San Agustín).
El conocimiento de sí mismoOrad por los enfermos.
ORACIÓN
Haced, os lo rogamos, Dios omnipotente, que la intercesión de San Pantaleón, vuestro mártir, libre nuestro cuerpo de toda adversidad y purifique nuestras almas de todo mal pensamiento. Por J. C. N. S. Amén.

La intercesión celestial de la Madre de la divina gracia


1. María es madre de la humanidad en el orden de la gracia. El concilio Vaticano II destaca este papel de María, vinculándolo a su cooperación en la redención de Cristo.
Ella, «por decisión de la divina Providencia, fue en la tierra la excelsa Madre del divino Redentor, la compañera más generosa de todas y la humilde esclava del Señor» (Lumen gentium, 61).
Con estas afirmaciones, la constitución Lumen gentium pretende poner de relieve, como se merece, el hecho de que la Virgen estuvo asociada íntimamente a la obra redentora de Cristo, haciéndose «la compañera» del Salvador «más generosa de todas».
A través de los gestos de cada madre, desde los más sencillos hasta los más arduos, María coopera libremente en la obra de la salvación de la humanidad, en profunda y constante sintonía con su divino Hijo.
2. El Concilio pone de relieve también que la cooperación de María estuvo animada por las virtudes evangélicas de la obediencia, la fe, la esperanza y la caridad, y se realizó bajo el influjo del Espíritu Santo. Además, recuerda que precisamente de esa cooperación le deriva el don de la maternidad espiritual universal: asociada a Cristo en la obra de la redención, que incluye la regeneración espiritual de la humanidad, se convierte en madre de los hombres renacidos a vida nueva.
Al afirmar que María es «nuestra madre en el orden de la gracia» (ib.), el Concilio pone de relieve que su maternidad espiritual no se limita solamente a los discípulos, como si se tuviese que interpretar en sentido restringido la frase pronunciada por Jesús en el Calvario: «Mujer, ahí tienes a tu hijo» (Jn 19, 26). Efectivamente, con estas palabras el Crucificado, estableciendo una relación de intimidad entre María y el discípulo predilecto, figura tipológica de alcance universal, trataba de ofrecer a su madre como madre a todos los hombres.
Por otra parte, la eficacia universal del sacrificio redentor y la cooperación consciente de María en el ofrecimiento sacrificial de Cristo, no tolera una limitación de su amor materno.
Esta misión materna universal de María se ejerce en el contexto de su singular relación con la Iglesia. Con su solicitud hacia todo cristiano, más aún, hacia toda criatura humana, ella guía la fe de la Iglesia hacia una acogida cada vez más profunda de la palabra de Dios, sosteniendo su esperanza, animando su caridad y su comunión fraterna, y alentando su dinamismo apostólico.
3. María, durante su vida terrena, manifestó su maternidad espiritual hacia la Iglesia por un tiempo muy breve. Sin embargo, esta función suya asumió todo su valor después de la Asunción, y está destinada a prolongarse en los siglos hasta el fin del mundo. El Concilio afirma expresamente: «Esta maternidad de María perdura sin cesar en la economía de la gracia, desde el consentimiento que dio fielmente en la Anunciación, y que mantuvo sin vacilar al pie de la cruz, hasta la realización plena y definitiva de todos los escogidos» (Lumen gentium, 62).
Ella, tras entrar en el reino eterno del Padre, estando más cerca de su divino Hijo y, por tanto, de todos nosotros, puede ejercer en el Espíritu de manera más eficaz la función de intercesión materna que le ha confiado la divina Providencia.
4. El Padre ha querido poner a María cerca de Cristo y en comunión con él, que puede «salvar perfectamente a los que por él se llegan a Dios, ya que está siempre vivo para interceder en su favor » (Hb 7, 25): a la intercesión sacerdotal del Redentor ha querido unir la intercesión maternal de la Virgen. Es una función que ella ejerce en beneficio de quienes están en peligro y tienen necesidad de favores temporales y, sobre todo, de la salvación eterna: «Con su amor de Madre cuida de los hermanos de su Hijo que todavía peregrinan y viven entre angustias y peligros hasta que lleguen a la patria feliz. Por eso la santísima Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora» (Lumen gentium, 62).
Estos apelativos, sugeridos por la fe del pueblo cristiano, ayudan a comprender mejor la naturaleza de la intervención de la Madre del Señor en la vida de la Iglesia y de cada uno de los fieles.
5. El título de «Abogada» se remonta a san Ireneo. Tratando de la desobediencia de Eva y de la obediencia de María, afirma que en el momento de la Anunciación «La Virgen María se convierte en Abogada» de Eva (Adv. haer. V, 19, 1: PG VII, 1.175-1.176). Efectivamente, con su «sí» defendió y liberó a la progenitora de las consecuencias de su desobediencia, convirtiéndose en causa de salvación para ella y para todo el género humano.
María ejerce su papel de «Abogada», cooperando tanto con el Espíritu Paráclito como con Aquel que en la cruz intercedía por sus perseguidores (cf. Lc 23, 34) y al que Juan llama nuestro «abogado ante el Padre» (cf. 1 Jn 2, 1). Como madre, ella defiende a sus hijos y los protege de los daños causados por sus mismas culpas.
Los cristianos invocan a María como «Auxiliadora», reconociendo su amor materno, que ve las necesidades de sus hijos y está dispuesto a intervenir en su ayuda, sobre todo cuando está en juego la salvación eterna.
La convicción de que María está cerca de cuantos sufren o se hallan en situaciones de peligro grave, ha llevado a los fieles a invocarla como «Socorro». La misma confiada certeza se expresa en la más antigua oración mariana con las palabras: «Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos siempre de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita» (Breviario romano).
Como mediadora maternal, María presenta a Cristo nuestros deseos, nuestras súplicas, y nos transmite los dones divinos, intercediendo continuamente en nuestro favor.
Juan Pablo II, Audiencia General del 24 de septiembre de 1997

La Santísima Virgen es Corredentora



El título de Corredentora, que viene aplicándose a la Virgen desde antiguo, aparece con más claridad y mayor frecuencia en el Magisterio reciente, desde el Papa Pío IX hasta Juan Pablo II en su Encíclica Redemptoris Mater.

Virgen María puede llamarse con propiedad Corredentora en virtud del designio divino de asociarla plenamente a la Persona y a la Obra redentora de su Hijo.

María cooperó a nuestra redención:

lo) creyendo en las palabras del Arcángel Gabriel;

2o) consintiendo libremente en el misterio de la Encarnación;

3o) aceptando todos los sufrimientos que entrañaban, para su Hijo y para Ella, los dolores de la Cruz,

4o) porque abdicó de sus derechos de Madre;

5o) porque inmoló a su Hijo ofreciéndolo voluntariamente por la salvación de los hombres.De este modo ? por la asociación tan íntima como misteriosa a la obra salvífica de su Hijo? puede afirmarse que Ella verdaderamente ha redimido a todos los hombres y se le puede llamar Corredentora del género humano.

La unión de la Madre con el Hijo en la obra de la salvación se manifiesta desde el momento de la concepción virginal de Cristo hasta su muerte.

El Concilio Vaticano II señala los siguientes momentos característicos:

lo) En la Visitación;

2o) en la Natividad (también junto a los pastores y los magos);

3o) en el Templo (ante el, anciano Simeón);

4o) otra vez en el Templo Jesús perdido y hallado);

5o) en Caná de Galilea (las bodas);

6o) en el decurso de la predicación del Señor;

7o) al pié de la Cruz y,

8o) desde la Asunción a los cielos (cfr. Const. dogm. Lumen gentium, nn.57?58).

SENTIDO DE LA CORREDENCIÓN MARIANA

Para poder afirmar correctamente la corredención mariana debe entenderse ésta como una función subordinada, especial y extraordinaria de la Virgen en la obra salvadora de su Hijo. Bien entendido esto se puede decir que aún siendo Cristo el único Mediador, no obsta el que haya otros mediadores con mediación secundaria subordinada a la de Cristo (cfr.S. Th. III, q.26, a.1).

"La Iglesia sabe y enseña con San Pablo que uno solo es nuestro Mediador Tim. 2,5?6) ... Ahora bien, la misión maternal de María para con los hombres no oscurece ni disminuye en modo alguno esta mediación única de Cristo, antes bien sirve para demostrar su poder, es mediación de Cristo ...

El influjo salvífico de la Santísima Virgen sobre los hombres dimana del divino beneplácito y de la superabundancia de los méritos de Cristo; se apoya en la mediación de éste, depende totalmente de ella y de la misma saca todo su poder.

Y lejos de impedir la unión inmediata de los creyentes con Cristo, la fomenta...

Por tanto, se trata de una participación de la única fuente que es la mediación de Cristo mismo" (Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, n.38).

Los teólogos ilustran el misterio de la corredención del siguiente modo:

Si la Virgen María fue predestinada por Dios libremente para que constituyera juntamente con su Hijo un solo principio de salvación, de reparación del género humano, entonces, en el momento de la Anunciación, el término inmediato del consentimiento de María no era solamente Cristo en sí mismo, sino Cristo como Redentor y Cabeza del género humano.

Ahora bien, según los designios de Dios, la Redención debía llevarse a cabo mediante la Pasión y muerte de Cristo en la Cruz; así también, la asociación de María a la obra del Hijo debía completarse mediante su compasión en el Calvario.

Por tanto, si Cristo reparó al género humano mediante su obra de Redención, también la Virgen María asociada estrechamente, llevó a cabo juntamente con Cristo y con subordinación a El y con virtud recibida de Él, la obra de la Redención.

MAGISTERIO DE LA IGLESIA

Textos pontificios"De tal modo, juntamente con su Hijo paciente y muriente, padeció y casi murió; de tal modo, por la salvación de los hombres, abdicó de los derechos maternos sobre su Hijo, y se vinculó, en cuanto de Ella dependía, para aplacar la justicia de Dios, que puede con razón decirse que Ella redimió al género humano juntamente con Cristo" (Benedicto XV, Carta apostólica Inter soladicia)./1 ... si María fue asociada por voluntad de Dios a Cristo Jesús, principio de la salud, en la obra de la salvación espiritual, Y lo fue de modo semejante a aquel que Eva fue, asociada a Adán, principio de la muerte, así se puede afirmar que nuestra Redención se efectuó según cierta recapitulación, por la cual el género humano, sujeto a la muerte por causa de una virgen, se salva también por medio de una Virgen"« (Pío XII, Enc. Ad coeli reginam).El Concilio Vaticano II dice que:

"María mantuvo fielmente su unión con el Hijo hasta la Cruz, junto a la cual, no sin un designio divino, se mantuvo erguida, sufriendo profundamente con su Unigénito y asociándose con entrañas de madre a su sacrificio, consintiendo amorosamente en la inmolación de la Víctima que Ella misma había engendrado" (Vat.II, Lumen gentium, n.58).

Pueden confrontarse también los siguientes textos:Pío IX, Bula Inefabilis Deus; León XIII, Enc. Iucunda semper; San Pío X, Enc. Ad diem illum; Pío XII, Enc. Mystici corporis; Haurietis aquas; Munificientíssimus Deus y,. Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater.Sagrada EscrituraPueden consultarse los siguientes textos: Gén. 3,15; Luc. 1,26?38; Jn. 19,16?27; Apoc. 12,1?5.Textos de Padres y Doctores de la Iglesia"...una virgen, un árbol y la muerte eran los símbolos de nuestra derrota ... Ved pues ahora, cómo los mismos son causa de nuestro triunfo ... En vez de Eva, María; en vez del árbol de la ciencia del bien y del mal, el árbol de la Cruz; en vez de la muerte de Adán, la muerte del Señor..." (San Juan Cri sóstomo, PG. 52,768)."Aquella engendró a todos para la muerte, ésta para el cielo ... ; aquella fue principio de muerte, ésta de resurrección ... ; aquella fue para su esposo ocasión de perdición, ésta fue para su Hijo ayuda de redención" (Mariale, q.29, par.3; atribuído a San Alberto Magno)." ¿No son Jesús y María los dos amores sublimes del pueblo cristiano? ¿No son el nuevo Adán y la nueva Eva a quienes el árbol de la Cruz une en el amor y en el dolor, a fin de satisfacer por la culpa de nuestros primeros padres en el Edén?" (Pío XII, 22?1V?1940).

LA VIRGEN MARIA SUFRIO EL DOLOR INTENSAMENTE

María sufrió en la medida de su amor por su Hijo crucifi cado a causa de los pecados de los hombres; estuvo unida a El en perfecta conformidad de voluntad por la humildad, pobreza, sufrimientos y lágrimas; sobre todo en el Calvario, en proporción también a la crueldad de los verdugos y a la atrocidad del suplicio inflijido a Aquel que era la inocencia misma.

Así pues, Santa María sufrió y padeció el dolor más que ninguna otra criatura porque era absolutamente pura. Por la plenitud de gracia que poseía, lejos de sustraerse al dolor, aumentó en Ella la capacidad de sufrir por el mayor de los males que es el pecado.lo)

Su corazón estaba abrazado por la más alta caridad, y así sufrió excepcionalmente los mayores tormentos por el pecado que crucificaba a su Hijo;2o) sufría por los pecados en la medida de su amor a Dios, a Quien por el pecado se ofende;3o) Sufría en la medida de su amor por las almas, a quienes el pecado asola y mata, por las que murió su Hijo.

EL DOLOR DE MARIA EN LA LITURGIA

El pueblo cristiano siempre ha tenido una gran devoció a los dolores y padecimientos de la Santísima Virgen; y la Iglesia, en el transcurso del tiempo, ha fomentado y aprobado múltiples formas en las que se manifiesta esta piedad.a)

En honor de Nuestra Señora de los Dolores hay esparcidas por todo el Orbe: iglesias, ermitas, cofradías, imágenes oraciones para honrarla. La Dolorosa es patrona de muchas ciudades y emplos.b)

En el Calendario romano para la Iglesia universal existe la memoria obligatoria de N.S. de los Dolores, el 15 de septiembre.

En la oración colecta de esa Misa se dice: "Tú que has querido, Señor, que la Madre de tu Hijo lo acompañara ante el madero de la Cruz, y fuera asociada a su sufrimiento; concede a tu Iglesia participar también en la pasión de Cristo para llegar un día a la gloria de su Resurrección".

En la Secuencia facultativa de esa Misa se recoge el HimnoStabat Mater:

"La Madre Dolorosa estaba de pié llorando junto a la Cruz de la que pendía su Hijo...Vio a Jesús tortutado y flageladoa causa de los pecados de su pueblo...vió a su dulce Hijo muriendo abandonado de todoshasta que expiró...Madre fuente del amorHaz que arda mi corazónEn el amor de Cristo mi DiosPara que así le agrade...( Himno compuesto por Giacopone di Todi, 1228-1306)
Dios te salve, María,
llena eres de gracia,
el Señor es contigo,
bendita tú eres entre todas las mujeres
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amen.



Señor Jesús:Perdona mis pecados, Te amo mucho, te necesito para siempre.Estás en lo más profundo de mi corazón, Cubre con tu sangre preciosa a mi familia, mi casa, mi hogar, mi empleo, mis finanzas, mis sueños, mis proyectos y a mis amigos".Pasa esta oración a 7 personas (mínimo), excepto a mí. Recibirás un milagro mañana.No lo ignores. Yo lo envié a más de 7 .

viernes, julio 27, 2007




QUIERO SEGUIRTE, SEÑOR: A pesar de las incomprensiones de los demás. A pesar de mis momentos débiles. A pesar de las horas de cansancio
QUIERO SER GENEROSO CON LOS QUE TE SIGUENCON CORAZÓN SENCILLO: Con los pobres que sienten necesidad de Ti. Con los que sufren en su caminar por la vida. Con los que trabajan por implantar la justicia. Con los de corazón puro. Con los que llevan consigo la paz y la transmiten
SEÑOR HAGO OPCIÓN POR LA ALTERNATIVA CRISTIANA: Opto por desterrar de mí, la hipocresía, la ostentación y el lujo... Opto por tener un corazón abierto para dar y recibir perdón. Opto por atesorar en el Cielo, gastando mi vida por los demás.



HOY 27 DE JULIO HACE 4 MESES QUE ME OPERARON
ALABADO SEA EL SEÑOR Y SU SANTA MADRE
llevo bajados 30 kilos y un poco más
me siento un poco mejor

YO TE SIGO: He querido poner la mano en el arado y emprender Tu camino. Haz de mí un hombre recio. Haz de mí un hombre decidido a no dejar rincones de mi vida sin abrirlos al juicio de Tu Palabra.
HE DECIDIDO NO VOLVER LA MIRADA ATRÁS: Porque es la tentación del que cree que ya hizo bastante. Porque es el pecado del que pudo hacer y no hizo
¡AYUDAME, SEÑOR, A SER FIEL A MI OPCIÓN POR TI!
(Desconozco el autor)

miércoles, julio 25, 2007

ORACION


De San Bernardo para honrar a la Santísima Virgen.

Acordáos.. Oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que alguno que a vos se acogiese y pidiese socorro y protección, haya sido desamparado.

Yo, animado con tan dulce confianza, acudo a vos oh Virgen de las vírgenes; a vos vengo y con temor me postro en vuestra presencia, no queráis oh Madre del Divino Verbo menospreciar mis súplicas, sino dignáos propicia de verme y favorecerme.
Amén.


Oración.

Dulce Madre no nos dejes, tu vista de nosotros no apartes, ven con nosotros a todas partes y solos nunca nos dejes; y ya que nos proteges tanto, como verdadera Madre, cúbrenos con tu Manto y haz que nos bendiga el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo.
Amén.


"Muestra que eres Madre y que por ti nos atienda el que tomó sangre en tus venas para redimirnos"(Himno Ave Maris Stella)

sólo cuando el último árbol sea cortado
sólo cuando el último río sea envenenado
sólo cuando el último pez sea atrapado...
sólo entonces... sabremos que el dinero, no se puede comer...
Proverbio Indios Creel,

martes, julio 24, 2007





Hoy cumple años DON JAVIER MALASPINA

24 de Agosto

PEQUE QUE DIOS TE COLME DE BENDICIONES COMO HASTA AHORA.

Con una familia que vale oro y vos tan buena persona.

Te lo desea de todo corazón Ma. Inés, Okito y tu Tia Ivonne


"Dadme, Dios mío, entendimiento con que os conozca, diligencia con que os sepa buscar, saber con que os halle, conversación con que os plazca, perseverancia firme que con fidelidad os espere y confianza con que os abrace y goce de vuestros gozos en vuestra celestial Patria... todo mi interés, Señor, es tenerte contento; dame mi Dios, que yo acierte a hablar, pensar y obrar lo que más te ha de agradar... que yo contigo me entienda y tú me enseñes y yo aprenda a entregarte el corazón".
(Sierva de Dios M. Mariana de S. José, 1568-1638)

lunes, julio 23, 2007


Ella me ha arrebatado injustamente el alma que comparece ante Vos (I)


Después de la muerte de su hijo, Santa Brígida fue llevada a un palacio magnífico. Ahí vio a Jesús sentado en su tribunal y rodeado de una corte innumerable de ángeles y santos. A su lado estaba la Santísima Virgen, que seguía con atención el juicio. A los pies del Juez, vio bajo la forma de un recién nacido, el alma del difunto, quien temblaba y no lograba ver ni oír lo que ocurría. A la derecha del Juez, cerca del alma, estaba un ángel, el demonio estaba a su izquierda, pero ninguno de los dos tocaba al alma. El demonio, entonces, se puso a gritar:«Escucha, Juez todopoderoso, yo debo quejarme de una mujer que es a la vez mi Soberana y Vuestra Madre, a quien vuestro amor le ha dado todo poder sobre el cielo y sobre la tierra, y sobre nosotros, los demonios del infierno. Ella me ha injustamente arrebatado el alma que comparece ante Vos, pues en verdad, a mí me correspondía apoderarme de ella al momento de separarse del cuerpo y de llevarla con mis compañeros ante Vuestro tribunal. Ahora bien, Juez Justo, el alma no había terminado de salir del cuerpo, cuando Vuestra Madre, la tomó consigo y la cubrió con su poderosa protección hasta presentarla ante Vos.»

Ella me ha arrebatado injustamente el alma que comparece ante Vos (II)

La bienaventurada Virgen María, le respondió así: «Escucha, Satanás, cuando saliste de las manos del Creador, tenías la inteligencia de la justicia que vive en Dios por la eternidad. Tuviste la libertad de actuar a tu voluntad y aunque hayas preferido odiar a Dios antes que entregarle tu corazón, sabes bien lo que la justicia exige. Yo te digo que a mí me corresponde más que a ti presentar esta alma ante Dios, su Juez; ya que durante su estancia en la tierra, ella me demostró un gran afecto, ella se complacía en recordarse que Dios se dignó escogerme como su Madre y que quiso exaltarme por encima de todas las criaturas.» « Tù has visto, Satanás, en qué condiciones ha muerto este hombre. ¿Qué te parece, entonces? ¿No era justo que yo la tomara bajo mi protección ante el tribunal de Dios, antes que dejarla entre tus manos para compartir sus suplicios?» Y Satanás preguntó de nuevo: «Por qué, Oh Reina, a la hora de la agonía de esta alma, nos has mandado huir de manera que ninguno de nosotros pudo ni asustarla ni perturbarla? La Virgen replica: «Yo lo hice por el amor ardiente que en vida ella me había dedicado.»


Vida de Santa Brígida, tomo II cap. XXXI

Benedicto XVI

«¡Nunca más la guerra!», «matanza inútil»
Palabras con motivo del Angelus.
la oración mariana del CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 22 julio 2007 (ZENIT.org).- Publicamos las palabras que pronunció Benedicto XVI este domingo al rezar la oración mariana del Ángelus en Lorenzago de Cadore, la localidad de los Dolomitas italianos en la que transcurre las vacaciones de verano.
Queridos hermanos y hermanas:En estos días de descanso que, gracias a Dios, estoy disfrutando aquí, en Cadore, experimento aún más intensamente el impacto de las noticias que me llegan sobre enfrentamientos sangrientos y episodios de violencia que se verifican en muchas partes del mundo. Esto me lleva a refle xionar una vez más sobre el drama de la libertad humana en el mundo. La belleza de la naturaleza nos recuerda que Dios nos ha puesto para «cultivar y custodiar» este «jardín», la Tierra (Cf. Génesis 2, 8-17). Si los hombres vivieran en paz con Dios y entre sí, la Tierra se parecería verdaderamente a un «paraíso». El pecado, por desgracia, ha arruinado este proyecto divino, engendrando divisiones y haciendo que entre la muerte en el mundo. De este modo, los hombres ceden a las tentaciones del Maligno y se hacen la guerra mutuamente. La consecuencia es que, en este estupendo «jardín», que es el mundo, se abren espacios de «infierno».La guerra, con su estela de luto y destrucción, es considerada siempre y con razón una calamidad que atenta contra el proyecto de Dios, quien lo creó todo para que exista y que, en particular, quiere hacer del g&eacu te;nero humano una familia. En este momento, no puedo dejar de recordar una fecha significativa: el 1 de agosto de 1917 --hace 90 años-- mi venerado predecesor, el Papa Benedicto XVI, publicó su famosa «Nota a las potencias beligerantes», pidiendo que acabaran con la primera guerra mundial (Cf. AAS 9 [1917], 417-420). Cuando arreciaba aquel enorme conflicto, el Papa tuvo el valor de afirmar que se trataba de una «matanza inútil». Esta expresión suya se ha grabado en la historia. Estaba justificada por la situación concreta de aquel verano de 1917, especialmente en este frente véneto. Pero aquellas palabras, «matanza inútil», tienen también un valor más amplio, profético, y se pueden aplicar a otros muchos conflictos que han desgajado innumerables vidas humanas. Precisamente estas tierras en las que nos encontramos, que de por sí hablan de paz y de armonía, fueron escenario de la primera guerra mundial, como siguen evocando muchos testimonios y algunos conmovedores cantos de los alpinos. ¡Son hechos que no hay que olvidar! Es necesario aprender de las experiencias negativas que por desgracia sufrieron nuestros padres para no repetirlas. La «Nota» del Papa Benedicto XVI no se limitaba a condenar la guerra; indicaba, a nivel jurídico, los caminos para construir una paz justa y duradera: la fuerza moral del derecho, el desarme balanceado y controlado, el arbitraje en las controversias, la libertad de los mares, la condonación recíproca de los gastos bélicos, la restitución de los territorios ocupados y negociaciones justas para dirimir las cuestiones. La propuesta de la Santa Sede estaba orientada al futuro de Europa y del mundo, según un proyecto de inspiración cristiana, pero que puede ser compartido por todos, pues se funda menta en el derecho de gentes. Este es el mismo planteamiento que siguieron los siervos de Dios Pablo VI y Juan Pablo II en sus memorables discursos ante la Asamblea de las Naciones Unidas, repitiendo en nombre de la Iglesia: «¡Nunca más la guerra!». Desde este lugar de paz, en el que se experimentan más aún como inaceptables los horrores de las «matanzas inútiles», renuevo el llamamiento a seguir con tenacidad el camino del derecho, a rechazar con determinación la carrera de armamentos, a oponerse más en general a la tentación de afrontar nuevas situaciones con viejos sistemas. Con estos pensamientos y auspicios en el corazón, elevemos ahora una oración especial por la paz en el mundo, encomendándola a María santísima, reina de la paz.[Traducción del original italiano realizada por Zenit. © Copyright 2007 - Libreria Editrice Vaticana]
Oracion por la Paz del Mundo

Señor Jesús, tú guías sabiamente
la historia de tu Iglesia y de las naciones,
escucha ahora nuestra súplica.
Nuestros idiomas se confunden
como antaño en la torre de Babel.
Somos hijos de un mismo Padre
que tú nos revelaste
y no sabemos ser hermanos,
y el odio siembra más miedo y más muerte.
Danos la paz que promete tu Evangelio,
aquella que el mundo no puede dar.
Enséñanos a construirla como fruto
de la Verdad y de la Justicia.
Escucha la imploración de María Madre
y envíanos tu Espíritu Santo,
para reconciliar en una gran familia
a los corazones y los pueblos.
Venga a nosotros el Reino del Amor,
y confírmanos en la certeza
de que tú estás con nosotros
hasta el fin de los tiempos. Amén.

domingo, julio 22, 2007

EL ESCAPULARIO DE TELA


El 16 de julio pasado fue la memoria de la Virgen del Carmen, cuyo Escapulario es muy necesario que lo llevemos puesto para ser especialmente protegidos por la Santísima Virgen.
Este Escapulario de tela puede ser reemplazado por la medalla-escapulario pero debe haber una razón seria para hacerlo.
Es muy conveniente que llevemos siempre el Escapulario de tela, como lo recomiendan los entendidos en el tema.
Aquí le envío un ejemplo en que la misma Virgen corrobora esta afirmación:

La revista RC (febrero 1990, págs. 33-34), traía este precioso testimonio de fe y amor al “Vestido de María”, que escribía una suscriptora:
“Mis padres eran buenos cristianos, amaban mucho a Dios; en casa de mi marido eran “buenas personas”, no hacían daño a nadie, pero se lo hacían a sí mismos al vivir alejados de Dios. Al casarnos, en lo único que no estábamos de acuerdo mi marido y yo era en el amor a Dios y a su Iglesia; pero yo amaba a mi esposo y también él me quería, y yo me apoyaba en Dios, que es amor.
Muchas veces fue motivo de algún pequeño enfado el que yo fuera entre semana a Misa, pero necesitaba pedir mucho a Dios por los dos. Empecé a pedir al Corazón de Jesús y a su Santísima Madre la gracia de que mi esposo los amara a ellos por encima de todo amor, más que a mí y más que a mis hijos. Y Dios, que es Amor y rico para todos los que le invocan, hizo que, al mismo tiempo que mi esposo conocía mejor a Dios, me quisiera mucho más a mí. Así nos íbamos entendiendo mejor.
Un día le dije a mi esposo, que llevaba una medalla escapulario, que la cambiara por un escapulario de tela; le dije que por su trabajo –conductor de camión, casi siempre en la carretera- corría mucho peligro, y estaría más protegido con el Escapulario de tela; él se negó de todas las maneras que se puede decir “no”, aduciendo que sudaba mucho con su trabajo, y que era lo mismo el Escapulario de tela que la medalla. Yo le insistía que el metal es como un adorno frío, en cambio el Escapulario de tela es como un pedacito del manto de una Madre que ama mucho a sus hijos y quiere darles el calor y protección. Pero una vez más el dijo “no”, y yo entonces acudí a la Santísima Virgen: “Madre, tú verás, yo nada puedo hacer”.
Pasaron los días. En uno de sus viajes estaba mi esposo descargando el camión y sintió prisa por terminar, ansias de ir a la Iglesia y rezar a la Virgen. Al terminar su trabajo era ya el atardecer y aún no había comido y estaba cansado; pero se fue a los pies de la Virgen y, de rodillas, empezó a rezar el rosario, contando con los dedos; se acercó una señora y, sin hablar, le da un rosario, que él pensó le dejaba para que rezara con él. Mientras seguía rezando, vio que de la Virgen del Carmen se movía el Escapulario que llevaba en la mano, hacia delante y hacia atrás. La imagen estaba dentro de una hornacina de cristal, y él pensó: “estoy cansado y veo lo que no existe; debe ser por la debilidad de no haber comido”.
Siguió rezando, y por segunda vez vio que se movía el Escapulario de la imagen y se salía por el cristal. Mirando fijamente y sin comprender lo que pasaba, le dijo a la Virgen:
– “Madre mía, si quieres decirme algo, haz que yo lo entienda”.
Por tercera vez se movió el Escapulario; y entonces, sí, mi esposo recordó las veces que yo le decía que llevara el Escapulario de tela, y comprendió que era la Virgen misma quien ahora se lo decía.
– “Madre mía, si tú lo quieres, tan pronto como encuentre un Escapulario o vaya a casa me lo pondré el tuyo de tela”.
Lleno de alegría y muy emocionado, terminó de rezar y fue a devolver el rosario a la señora que se lo había dejado. Pero ésta, señalando a la imagen y sin hablar, se lo dio otra vez, como indicando que era la Virgen quien quería que mi esposo tuviera un rosario.
– “Señora –dice él-, he terminado, y ya me voy, tengo que irme a trabajar…”.
De nuevo ella, sin hablar y señalando a la imagen, y de la imagen a mi marido, le da el rosario.
Pueden imaginarse cómo se sentía mi esposo: primero el escapulario y luego el rosario… Salió de la iglesia con una alegría como jamás antes había sentido; no esperó llegar a casa para decírmelo. Me llamó por teléfono, y casi sin poder hablar por la emoción, me lo comunicó.
Han pasado catorce años. Para él, el Escapulario de tela es el mejor de los tesoros; no le importa que en verano, cuando está trabajando, se vea el Escapulario y algunos se sonrían y lo miren como algo raro. Él lo luce como el mejor regalo. Todos los días reza el rosario a nuestra Madre; si va en la carretera, con un rosario de aro en el dedo; en el camión lleva la estampa de la mejor de las Madres.
Desde que nos casamos han pasado veintisiete años. El amor a Dios, que en un principio nos separaba, hoy es el lazo que más nos une; es más, si se puede decir de alguna forma, yo diría que mi esposo está más cerca de Dios.
Doy gracias por su infinita misericordia y el inmenso amor que tiene a toda mi familia, sin merecerlo”.