lunes, mayo 28, 2007

El peligro de las riquezas

Fuente: Catholic.net
Autor: Andrés Pérez Apablaza Marcos 10, 17-27
En aquel tiempo cuando Jesús salía al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: Maestro bueno, ¿ qué he de hacer para tener en herencia vida eterna? Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre» Él, entonces, le dijo: Maestro, todo eso lo he guardado desde mi juventud Jesús, fijando en él su mirada, le amó y le dijo: Una cosa te falta: anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme Pero él, abatido por estas palabras, se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes. Jesús, mirando a su alrededor, dice a sus discípulos: ¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios!» Los discípulos quedaron sorprendidos al oírle estas palabras. Mas Jesús, tomando de nuevo la palabra, les dijo: ¡Hijos, qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de la aguja, que el que un rico entre en el Reino de Dios Pero ellos se asombraban aún más y se decían unos a otros: Y ¿quién se podrá salvar? Jesús, mirándolos fijamente, dice: Para los hombres, imposible; pero no para Dios, porque todo es posible para Dios.

Reflexión

Cuando Jesús fija la mirada en aquel joven, para nosotros hoy desconocido, mira a cada uno de los que ha llamado por el bautismo a la vida de cristianos. No mira tan sólo a los que llama a su pleno seguimiento. Llama más bien a todos aquellos que intuyen que la vida es más que diversión y pérdida de tiempo en naderías. Y es que quien entra dentro de su alma, descubre un vacío por llenar, un corazón por enardecer de amor, un ansia, un no sé qué de eterno, como ese joven, y que no estará tranquilos sino hasta llenarlo de lo único eterno: el amor de Jesucristo.Mirando bien esta escena contemplamos que Cristo nos ve a cada uno de nosotros. Porque cada uno de los que nos decimos cristianos tenemos de una u otra forma apegado el corazón a las cosas de la tierra y nos damos cuenta que ellas no llenan nuestra alma.Añoramos a Dios. Y por eso lo buscamos hasta donde pueda estar esperándonos. Este joven lo encontró en el desierto. Y no tuvo miedo de preguntarle qué tenía que hacer. Para eso iba, para conocer el secreto de su felicidad plena. ¡Lástima que fue poco generoso! Su amor a las cosas le impidió dejar volar su alma donde lo único necesario. Y es que cuando Cristo nos pide dejarlo todo, nos pide todo; cuando nos lo pide todo, no nos deja sin nada. ¡Nos da todo porque se da a Sí Mismo, Él todo! Cristo le siguió con la mirada. Lo vio triste marcharse con su corazón roto por el egoísmo. Los ricos, los que apegamos el corazón a las cosas, tengamos mucho o tengamos nada, tengamos palacios o tengamos harapos, en fin, tengamos algo a lo que no queramos desapegarnos, no podremos hallar jamás descanso, no podremos porque optamos por las pobre creaturas y rechazamos al Creador de las creaturas. En cambio los que han conocido a Cristo de veras Dios, les da la fuerza para dejarlo todo y seguirlo incondicionalmente. ¿Conocemos que somos los más miserables si no le tenemos a Él, la fuente de nuestra verdadera riqueza?

Benedicto XVI hace un balance de su viaje apostólico a Brasil

Queridos hermanos y hermanas:
En esta audiencia general quisiera recordar mi viaje apostólico a Brasil del 9 al 14 de este mes. Después de dos años de pontificado, finalmente he tenido la alegría de visitar América Latina, a la que tanto quiero, y donde vive, de hecho, una gran parte de los católicos del mundo. La meta fue Brasil, pero he querido abrazar a todo el gran subcontinente latinoamericano, pues el acontecimiento eclesial que me ha llamado para ir hasta allí ha sido la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Deseo renovar mi profunda gratitud por la acogida recibida a los hermanos obispos, en particular a los de Sao Paulo y de Aparecida. Doy las gracias al presidente de Brasil y a las demás autoridades civiles por su cordial y generosa colaboración. Con gran afecto, doy las gracias al pueblo brasileño por la calidez con la que me ha acogido --era verdaderamente conmovedora-- y por la atención que ha dedicado a mis palabras.Mi viaje ha tenido ante todo el valor de un acto de alabanza a Dios por las «maravillas» obradas en los pueblos de América Latina, por la fe que ha animado su vida y su cultura durante más de quinientos años.En este sentido, ha sido una peregrinación que ha tenido su momento culminante en el santuario de la Virgen Aparecida, patrona principal de Brasil. El tema de la relación entre fe y cultura ha sido siempre muy importante para mis venerados predecesores, Pablo VI y Juan Pablo II. He querido retomarlo confirmando a la Iglesia que está en América Latina y el Caribe en el camino de una fe que se ha hecho y se hace historia vivida, piedad popular, arte, en diálogo con las ricas tradiciones precolombinas además de con las múltiples influencias europeas y de otros continentes.Ciertamente el recuerdo de un pasado glorioso no puede ignorar las sombras que acompañaron la obra de evangelización del continente latinoamericano: no es posible olvidar los sufrimientos y las injusticias que infligieron los colonizadores a la población indígena, pisoteadas a menudo en sus derechos fundamentales. Pero el deber de mencionar esos crímenes injustificables, condenados ya entonces por misioneros como Bartolomé de las Casas y teólogos como Francisco de Vitoria de la Universidad de Salamanca, no debe impedir reconocer con gratitud la maravillosa obra que ha llevado a cabo la gracia divina entre esas poblaciones a lo largo de estos siglos.El Evangelio en el continente se ha transformado de este modo en el elemento clave de una síntesis dinámica que, con matices diversos según las naciones, expresa de todas formas la identidad de los pueblos latinoamericanos. Hoy, en la época de la globalización, esta identidad católica sigue presentándose como la respuesta más adecuada, a condición de que esté animada por una seria formación espiritual y por los principios de la doctrina social de la Iglesia.Brasil es un gran país que custodia valores cristianos profundamente arraigados, pero vive también enormes problemas sociales y económicos. Para contribuir a su solución la Iglesia debe movilizar a todas las fuerzas espirituales y morales de su comunidad, buscando convergencias oportunas con las energías sanas del país. Entre los elementos positivos hay que indicar ciertamente la creatividad y la fecundidad de esa Iglesia, en la que nacen continuamente nuevos movimientos y nuevos institutos de vida consagrada. También es de alabar la entrega generosa de tantos fieles laicos, que son sumamente activos en las diferentes actividades promovidas por la Iglesia.Brasil es también una nación que puede proponer al mundo un nuevo modelo de desarrollo: la cultura cristiana puede inspirar una «reconciliación» entre los seres humanos y la creación, a partir de la recuperación de la dignidad personal en la relación con Dios Padre.En este sentido, un ejemplo elocuente es la «Fazenda da Esperança», una red de comunidades de recuperación para jóvenes que quieren salir de túnel tenebroso de la droga. En la que visité, que me impresionó profundamente y que me ha dejado un vivo recuerdo en el corazón, es significativa la presencia de un monasterio de hermanas clarisas. Esto me ha parecido emblemático para el mundo de hoy, que necesita una «recuperación» ciertamente psicológica y social, pero sobre todo profundamente espiritual.Y emblemática ha sido también la canonización, celebrada en la alegría, del primer santo nativo del país: Fay Antonio de Santa Ana Galvão. Este sacerdote franciscano del siglo XVIII, devotísimo de la Virgen María, apóstol de la Eucaristía y de la Confesión, fue llamado mientras vivía «hombre de paz y de caridad». Su testimonio es una confirmación más de que la santidad es la verdadera revolución, que puede promover la auténtica reforma de la Iglesia y de la sociedad.En la catedral de Sao Paulo encontré a los obispos de Brasil, la conferencia episcopal más numerosa del mundo. Testimoniarles el apoyo del sucesor de Pedro era uno de los objetivos principales de mi misión, pues conozco los grandes desafíos que el anuncio del Evangelio tiene que afrontar en ese país. Alenté a mis hermanos a proseguir y reforzar el compromiso de la nueva evangelización, exhortándoles a difundir, de forma capilar y metódica, la Palabra de Dios para que la religiosidad innata difundida entre la población se haga más profunda y se transforme en fe madura y en adhesión personal y comunitaria al Dios de Jesucristo.Les alenté a recuperar por doquier el estilo de la primitiva comunidad cristiana, descrita en el libro de los Hechos de los Apóstoles: asidua en la catequesis, en la vida sacramental y en la caridad operante. Conozco la dedicación de estos fieles servidores del Evangelio, que lo quieren presentar sin cortapisas ni confusión, custodiando el depósito de la fe con discernimiento; y conozco también su preocupación constante por promover el desarrollo social, principalmente mediante la formación de laicos, llamados a asumir responsabilidades en el campo de la política y la economía. Doy las gracias a Dios por haberme permitido profundizar en la comunión con los obispos brasileños, que siguen estando siempre presentes en mi oración.Otro momento característico del viaje fue, sin duda, el encuentro con los jóvenes, esperanza no sólo para el futuro, sino fuerza vital también para el presente de la Iglesia y de la sociedad. Por este motivo, la vigilia que animaron en Sao Paulo de Brasil fue una fiesta de la esperanza, iluminada por las palabras de Cristo dirigidas al «joven rico», quien le había preguntado: «Maestro, ¿qué he de hacer de bueno para conseguir vida eterna?» (Mateo 19, 16). Jesús le indicó, ante todo, «los mandamientos», como el camino de la vida, y después le invitó a dejar todo para seguirle. Hoy la Iglesia sigue haciendo lo mismo: ante todo vuelve a presentar los mandamientos, auténtico camino de educación en la libertad y en el bien personal y social; y sobre todo propone el «primer mandamiento», el del amor, pues sin amor los mandamientos no darán pleno sentido a la vida ni procurarán la verdadera felicidad. Sólo quien encuentra en Jesús el amor de Dios emprende este camino para recorrerlo entre los hombres, se convierte en su discípulo y su misionero. Invité a los jóvenes a ser apóstoles de sus coetáneos; y por esto a cuidar siempre de su formación humana y espiritual; a tener gran estima del matrimonio y del camino que conduce a él, en la castidad y en la responsabilidad; a estar abiertos también a la llamada a la vida consagrada por el Reino de Dios. En definitiva, les alenté a hacer fecunda la gran «riqueza» de su juventud, para ser el rostro joven de la Iglesia.Cumbre del viaje fue la inauguración de la Quinta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, en el santuario de Nuestra Señora Aparecida. El tema de esta grande e importante asamblea, que se concluirá a finales de mes, es «Discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan vida. “Yo soy el camino, la verdad y la vida”». El binomio «discípulos y misioneros» corresponde a lo que el Evangelio de Marcos dice sobre la llamada de los apóstoles: «[Jesús] instituyó doce, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar» (Marcos 3, 14-15). La palabra «discípulos» hace referencia, por tanto, a la dimensión formativa y al seguimiento, a la comunión y a la amistad con Jesús; el término «misionero» expresa el fruto del discipulado, es decir el testimonio y la comunicación de la experiencia vivida, de la verdad y el amor conocidos y asimilados. Ser discípulos y misioneros implica un vínculo íntimo con la Palabra de Dios, con la Eucaristía y los demás sacramentos, vivir en la Iglesia en escucha obediente de sus enseñanzas. Renovar con alegría la voluntad de ser discípulos de Jesús, de «estar con Él», es la condición fundamental para ser misioneros «recomenzando desde Cristo», según el lema del Papa Juan Pablo II a toda la Iglesia tras el Jubileo del 2000.Mi venerado predecesor siempre insistió en una evangelización «nueva en su ardor, en sus métodos, en su expresión», como afirmó hablando precisamente a la asamblea del CELAM, el 9 de marzo de 1983, en Haití (Cf. «Insegnamenti» VI/1 [1983], 698). Con mi viaje apostólico, he querido exhortar a proseguir por este camino, ofreciendo como perspectiva de unificación la de la encíclica «Deus caritas est», una perspectiva inseparablemente teológica y social, que se resume en esta expresión: «es el amor quien da la vida». «La presencia de Dios, la amistad con el Hijo de Dios encarnado, la luz de su Palabra, son siempre condiciones fundamentales para la presencia y eficiencia de la justicia y del amor en nuestras sociedades» (Discurso inaugural de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, 4).A la materna intercesión de la Virgen María, venerada con el título de Nuestra Señora de Guadalupe, como patrona de toda América Latina, y al nuevo santo brasileño, Fray Antonio de Santa Ana Galvão, encomiendo los frutos de este inolvidable viaje apostólico. Al final de la audiencia, Benedicto XVI saludó a los peregrinos en varios idiomas. En español, dijo:
Queridos hermanos y hermanas:
En esta audiencia quisiera recordar con gratitud y alegría mi reciente viaje a Brasil para la inauguración de la Quinta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, en el gran centro mariano de Aparecida. Ha sido un encuentro muy enriquecedor, tanto con los pastores y fieles brasileños como con los representantes de la Iglesia que camina en esa querida tierra americana, en la que el Evangelio ha echado raíces muy hondas y donde vive, de hecho, la mayor parte de los católicos del mundo.Por eso he animado a todos a cultivar con esmero el tesoro de la fe en Cristo y a hacerlo fecundo tanto en la vida personal como en los diversos ámbitos de la vida social. He invitado a los jóvenes a que sean el rostro joven de la Iglesia; a los pastores a dar nuevo impulso a la evangelización, al estilo de la primitiva comunidad cristiana: perseverando en la catequesis, en la vida sacramental y en la práctica de la caridad; he señalado a todos la importancia de ser verdaderos discípulos de Cristo, de estar con Él y aprender siempre de Él, para ser sus testigos y misioneros del Evangelio en la sociedad, para que la luz de la Palabra de Dios abra en ella caminos de justicia, de paz y de amor verdadero.Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los venidos de España, México, El Salvador, Guatemala y otros países latinoamericanos. Deseo a todos que la estancia en Roma les ayude a reforzar la fe transmitida por los Apóstoles Pedro y Pablo, que aquí dieron su vida por Cristo.Muchas gracias por vuestra visita.

domingo, mayo 27, 2007

PENTECOSTES

El Espíritu Santo sobre los apóstoles
Fuente: Catholic.net Autor: P. Sergio Cordova LC Juan 20, 19-23.
Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros». Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío». Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

Reflexión
En cierta ocasión se encontraba una maestra en clase de religión con sus alumnos de tercero de primaria. Y les pregunta: - "Quién de ustedes me sabe decir quién es la Santísima Trinidad?" Y uno de los niños, el más despierto, grita: - "¡Yo, maestra! La Santísima Trinidad son el Padre, el Hijo ¡y... la Paloma!"Para cuántos de nosotros el Espíritu Santo es precisamente eso:¡una paloma! De esa forma descendió sobre Cristo el día de su bautismo en el Jordán y así se le ha representado muchas veces en el arte sagrado. Pero ¡el Espíritu Santo no es una paloma! ¿Cómo se puede tener un trato humano, profundo y personal con un animalito irracional? La paloma es, a lo mucho, un bello símbolo de la paz, y nada más. Y, sin embargo, el Espíritu Santo es la tercera Persona de la Trinidad Santísima y Dios verdadero.En la solemnidad de hoy celebramos la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles el día de Pentecostés. Pero en las lecturas de la Misa de hoy nos volvemos a encontrar con la misma dificultad de antes: el problema del lenguaje. En el pasaje de los Hechos de los Apóstoles se nos narra que el Espíritu Santo bajó del cielo "en forma de un viento impetuoso que soplaba". ¡Otra imagen! Como el viento que mandó Dios sobre el Mar Rojo para secarlo y hacer pasar a los israelitas por en medio del mar, liberándolos de la esclavitud del faraón y de Egipto (Ex 14, 21-31); o como ese viento que el mismo Dios hizo soplar sobre un montón de huesos áridos para traerlos a la vida, según nos refiere el profeta Ezequiel (Ez 37, 1-14). El mismo Cristo en el Evangelio de hoy usa también la imagen del viento para hablarnos del Espíritu Santo: "Jesús sopló sobre ellos y les dijo: Reciban el Espíritu Santo". La misma palabra espíritu significa, etimológicamente, viento: procede del latín, spíritus (del verbo spiro, es decir soplar). El vocablo hebreo, ruah, tiene el mismo significado. Y la palabra latina que se usaba para decir alma era ánima, que a su vez viene del griego ánemos, viento.El libro del Génesis nos narra que, cuando Dios creó al hombre modelándolo del barro, "le sopló en las narices y así se convirtió en un ser vivo" (Gén 2,7). Por eso también Cristo, como el Padre, sopla su Espíritu sobre sus apóstoles para transmitirles la vida. Sin el alientovital nada existe. Así como el cuerpo sin el alma es un cadáver, el hombre sin el Espíritu Santo está muerto y se corrompe. Por eso, en la profesión de fe, decimos que "creemos en el Espíritu Santo, que es Señor y Dador de vida". ¿Y cómo nos comunica esa vida? Cristo lo dice a continuación: "a quienes les perdonen los pecados, les quedan perdonados..." Es la vida de la gracia santificante, que producen los sacramentos: el bautismo, la confesión, la Eucaristía y los otros cuatro. Él es el Espíritu Santificador, que da vida, alienta todo y "anima" todo. Es esto lo que Cristo nos quiere significar con esta imagen del viento.En la Sagrada Escritura se nos habla del Espíritu Santo a través de muchas otras imágenes, dada nuestra pobre inteligencia humana, incapaz de abarcar y de penetrar en el misterio infinito de Dios. En la primera lectura misma que acabamos de referir, se nos dice que descendió "como lenguas de fuego" que se posaban sobre cada uno de los discípulos.La imagen del fuego es también riquísima a lo largo de toda la Biblia. Es el símbolo de la luz, del calor, de la energía cósmica, de la fuerza. El Espíritu Santo es todo eso: el fuego de la fe, del amor, de la fuerza y de la vida.Pero, además de las mil representaciones, el Espíritu Santo es, sobre todo, DIOS. Es Persona divina, como el Padre y el Hijo. Es el Dios-Amor en Persona, que une al Padre y al Hijo en la intimidad de su vida divina por el vínculo del amor, que es Él mismo. Vive dentro de nosotros, como el mismo Cristo nos aseguró: "Si alguno me ama, guardará mi palabra y mi Padre lo amará, y vendremos a hacer en él nuestra morada" (Jn 14,23). Podemos decir que una persona que amamos vive dentro de nosotros por el amor. Y si esto es posible en el amor humano, con mucha mayor razón lo es para Dios. El Espíritu Santo y la Trinidad Santísima viven dentro de nosotros por el amor, la fe, la vida de gracia, los sacramentos y las virtudes cristianas. El "dulce Huésped del alma" es otro de sus nombres; y san Pablo nos recuerda: "¿No saben que son templos de Dios y que el Espíritu Santo habita dentro de ustedes?" (I Cor 3,16).Podríamos decir tantísimas cosas del Espíritu Santo y nunca acabaríamos. Pero lo más importante no es saber mucho, sino dejar que Él viva realmente dentro de nosotros. Y esto será posible sólo si le dejamos cabida en nuestro corazón a través de la gracia santificante: donde reina el pecado no hay vida. Es imposible que convivan juntos el día y la noche, o la vida y la muerte. Dios vivirá en nosotros en la medida en que desterremos el pecado y los vicios para que Él verdaderamente sea el único Señor de nuestra existencia. ¿Por qué no comienzas ya desde este mismo momento?


EL HIMNO AL ESPIRITU SANTO
Ven Espíritu Creador,
visita las almas de tus fieles,
Llena de gracia celestial
Los pechos que tu creaste.
Te llaman Paráclito,
Don de Dios altísimo,
Fuente viva, fuego, amor
Y unción espiritual.
Tú, don septenario,
Dedo de la diestra del Padre,
Por El prometido a los hombres
Con palabras solemnes.
Enciende luz a los sentidos
Infunde amor en los corazones,
Y las debilidades de nuestro cuerpo
Conviértelas en firme fortaleza.
Manda lejos al enemigo,
Y danos incesantemente la paz,
Para que con tu guía
Evitemos todo mal.
Danos a conocer al Padre,
Danos a conocer al Hijo
Y a Ti, Espíritu de ambos,
Creamos en todo tiempo.

Que la gloria sea para Dios Padre,
Y para el Hijo, de entre los muertos
Resucitado, y para el Paráclito,
Por los siglos de los siglos. Amén.

PURA GARZA PEDRAZA


Pura Garza Pedraza: Escúchanos, Espíritu Santo, Tú que eres nuestro amigo. Tú que estás siempre cerca de nosotros, llena nuestros corazones de tu amor.Te damos gracias, Oh Padre, porque, cuando Jesús volvió contigo, nos enviaste al Espíritu Santo para que ocupara su puesto.Aunque no podemos verle, sabemos que está actuando en el mundo, en todo lo que es bueno y santo, y en nuestras vidas para que cumplamos Tu Voluntad.Envíanos al Espíritu Santo, te rogamos, para que moldeé nuestras vidas y nos guíe siempre.Amén.
Pura Garza Pedraza: (tomado de la página de Parroquia San Miguel, Sta.Fe, Arg.)FELIZ PENTECOSTES..... VEN ESPIRITU SANTO; LLENA LOS CORAZONES DE TUS FIELES

viernes, mayo 25, 2007

Mensaje del 25 de mayo de 2007

"¡Queridos hijos! Oren conmigo al Espíritu Santo para que, en el camino de vuestra santidad, los conduzca en la búsqueda de la voluntad de Dios. Y ustedes que están lejos de la oración, conviértanse y busquen en el silencio de su corazón, la salvación de su alma; y aliméntenla con la oración. Yo los bendigo a cada uno con mi bendición maternal. Gracias por haber respondido a mi llamado!"



Dios te salve, María,
llena eres de gracia,
el Señor es contigo,
bendita tú eres entre todas las mujeres
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amen.

REFLEXIONES DE PENTECOSTÉS

En esta fiesta de Pentecostés, nuestra mirada se dirige instintivamente hacia María, ahora más que nunca, "la llena de gracia”. Podría parecer que después de los dones inmensos prodigados en su Concepción Inmaculada, después de los tesoros de santidad que derramó en Ella la presencia del Verbo Encarnado durante los nueve meses que lo llevó en su seno, después de los socorros especiales que recibió para obrar y sufrir unida a su Hijo en la obra de la Redención, después de los favores con que Jesús la enriqueció, después de la gloria de la Resurrección, el cielo había agotado la medida de los dones con que podía enriquecer a una simple creatura, por elevada que estuviese en los planes eternos de Dios.Todo lo contrario. Una nueva misión comienza ahora para María: en este momento nace de Ella la Iglesia; María acaba de dar a luz a la Esposa de su Hijo y nuevas obligaciones la reclaman. Jesús solo ha partido para el cielo; la ha dejado sobre la tierra para que inunde con sus cuidados maternales éste, su tierno fruto. ¡Qué gloriosa es la infancia de nuestra amada Iglesia, recibida en los brazos de María, alimentada por ella, sostenida por ella desde los primeros pasos de su carrera en este mundo! Necesita, pues, la nueva Eva, la verdadera "Madre de los vivientes", un nuevo aumento de gracias para responder a esta misión; por eso es el objeto primario de los favores del Espíritu Santo.Él fue quien la fecundó en otro tiempo para que fuese la Madre del Hijo de Dios; en este momento la hace Madre de los cristianos. "El río de la gracia, como dice David, inunda con sus aguas a esta Ciudad de Dios que la recibe con regocijo " (Salmo 45); el Espíritu de Amor cumple hoy el Oráculo de Cristo al morir sobre la Cruz. Había dicho señalando al hombre: "Mujer, he ahí a tu Hijo", ha llegado el tiempo y María ha recibido con una plenitud maravillosa esta gracia maternal que comienza a ejercer desde hoy y que la acompañará aún sobre su trono de Reina hasta que la Iglesia se haya desarrollado suficientemente y Ella pueda abandonar esta tierra, subir al cielo y ceñir la diadema esperada.Contemplemos la nueva belleza que aparece en el rostro de quien el Señor ha dotado de una segunda maternidad: esta belleza es la obra maestra que realiza en este día el Espíritu Santo. Un fuego celeste abrasa a María y un nuevo amor se enciende en su corazón: se halla por entero ocupada en la misión para la cual ha quedado sobre la tierra.La gracia apostólica ha descendido sobre ella. La lengua de fuego que ha recibido no hablará en predicaciones públicas; pero hablará a los apóstoles, los guiará y los consolará en sus fatigas. Se expresará con tanta dulzura como fuerza al oído, de los fieles que sentirán una atracción irresistible hacia Aquella a quien el Señor ha colmado de sus gracias. Como una leche generosa, dará a los primeros fieles de la Iglesia la fortaleza que les hará triunfar en los asaltos del enemigo, y arrancándose de su lado, irá Esteban a abrir la noble carrera de los mártires.Consideremos ahora al colegio apostólico. ¿Qué les ha sucedido, después de la venida del Espíritu Santo, a estos hombres a quienes encontrábamos ya tan diferentes de sí mismos después de las relaciones tenidas durante cuarenta días con su Maestro? Han sido transformados, pues un ardor divino los arrebata y dentro de breves instantes se lanzarán a la conquista del mundo. Ya se ha cumplido en ellos todo lo que les había anunciado su Maestro; realmente, ha descendido sobre ellos el poder del Altísimo a armarlos para el combate. ¿Dónde están los que temblaban ante los enemigos de Jesús, los que dudaban en su resurrección? La verdad que les ha predicado su Maestro aparece clara ante sus inteligencias; ven todo, comprenden todo. El Espíritu Santo les ha infundido la fe en el grado más sublime y arden en deseos de derramar esta fe por el mundo entero. Lejos de temer, en adelante estarán dispuestos a afrontar todos los peligros, predicando a todas las naciones el nombre y la gloria de Cristo, como Él se los había mandado.En segundo plano aparecen los discípulos, menos favorecidos en esta visita que los doce príncipes del Colegio Apostólico, pero inflamados como ellos del mismo fuego: también ellos se lanzarán a conquistar el mundo y fundarán numerosas cristiandades. El grupo de las santas mujeres también ha sentido la venida, de Dios manifestada bajo la forma de fuego. El amor que las detuvo al pie de la Cruz de Jesús y que las condujo las primeras al sepulcro la mañana de Pascua, ha aumentado con nuevo fervor. La lengua de fuego que se ha posado sobre ellas las hará elocuentes para hablar de su Maestro a los judíos y gentiles.La turba de los judíos que oyó el ruido que anunciaba la venida del Espíritu Santo se reunió ante el Cenáculo. El mismo Espíritu que obra en lo íntimo de la conciencia tan maravillosamente los obliga a rodear esta casa que contiene en sus muros a la Iglesia que acaba de nacer. Resuenan sus clamores y pronto el celo de los apóstoles no puede contenerse en tan estrechos límites. En un momento el Colegio Apostólico se lanza a la puerta del Cenáculo para poderse comunicar con una multitud ansiosa por conocer el nuevo prodigio que acaba de hacer el Dios de Israel.Pero he aquí que esa multitud compuesta de gente de todas las nacionalidades que espera oír hablar a galileos se queda estupefacta. No han hecho más que expresarse en palabras inarticuladas y confusas y cada uno los oye hablar en su propio idioma. El símbolo de la unidad aparece ahora en toda su magnificencia. La Iglesia cristiana se ha manifestado a todas las naciones representadas en esta multitud.Esta Iglesia será una; porque Dios ha roto las barreras que en otro tiempo puso, en su justicia, para separar a las naciones. He aquí que los mensajeros de Jesucristo están dispuestos para ir a predicar el Evangelio por todo el mundo.Entre los de la turba hay algunos que, insensibles al prodigio, se escandalizan de la embriaguez divina que ven en los Apóstoles: "Estos hombres, dicen, se han saturado de vino". Tal es el lenguaje del racionalismo que todo lo quiere explicar con las luces de la razón humana. Con todo eso los pretendidos embriagados de hoy verán postrados a sus pies a todos los pueblos del mundo, y con su embriaguez comunicarán a todas las razas del linaje humano el Espíritu que ellos poseen. Los Apóstoles creen llegado el momento; hay que proclamar el nuevo Pentecostés en el día aniversario del primero. ¿Pero quién será el Moisés que proclame la ley de la misericordia y del amor que reemplaza la ley de la justicia y del temor? El divino Emmanuel ya antes de subir al cielo lo había designado: será Pedro, el fundamento de la Iglesia. Ya es hora de que toda esa multitud lo vea y lo escuche; va a formarse el rebaño, pero es necesario que se muestre el pastor. Escucharemos al Espíritu Santo, que va a expresarse por su principal instrumento, en presencia de esta multitud asombrada y silenciosa; todas las palabras que profiere el Apóstol, aunque habla solamente una lengua, la escuchan sus oyentes de cualquier, idioma o país que sean. Solamente este discurso es una prueba inequívoca de la verdad y divinidad de la Nueva Ley. "Varones judíos, exclamó San Pedro, y habitantes todos de Jerusalén, oíd y, prestad atención a mis palabras. No están éstos borrachos, como vosotros suponéís, pues es la hora de Tercia, y esto es lo que predijo el profeta Joel: «Y sucederá en los últimos días, dice el Señor, que derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas, y vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños; y sobre mis siervos y sobre mis siervas derramaré mi Espíritu y profetizarán». Varones israelitas, escuchad estas palabras: Jesús de Nazaret, varón probado por Dios entre vosotros con milagros prodigios y señales que Dios hizo por El en medio de vosotros, como vosotros mismos sabéis a éste, entregado según los designios de la presciencia de Dios, lo alzasteis en la cruz y le disteis muerte por mano de infieles. Pero Dios, rotas las ataduras de la muerte, lo resucitó, por cuanto no era posible que fuese dominado por ella, pues David dice de Él: «Mi carne reposará en la esperanza, porque no permitirás que tu Santo experimente la corrupción del sepulcro». David no hablaba de sí propio, puesto que murió y su sepulcro permanece aún entre nosotros; anunciaba la resurrección de Cristo, el cual no ha quedado en el sepulcro ni su carne ha conocido la corrupción. A este Jesús lo resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. Exaltado a la diestra de Dios y recibida del Padre la promesa del Espíritu Santo, lo derramó sobre toda la tierra, como vosotros mismos veis y oís. Tened, pues, por cierto hijos de Israel, que Dios lo ha hecho Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado".Así concluyó la promulgación de la nueva ley por boca del nuevo Moisés. ¿No habrían de recibir las gentes el don inestimable de este segundo Pentecostés, que disipaba las sombras del antiguo y que realizaba en este gran día las divinas realidades? Dios se revelaba y, como siempre, lo hacia con un milagro. Pedro recuerda los prodigios con que Jesús daba testimonio de sí mismo, de los cuales no hizo caso la Sinagoga. Anuncia la venida del Espíritu Santo, y como prueba alega el prodigio inaudito que sus oyentes tienen ante sus ojos, en el don de lenguas concedido a todos los habitantes del Cenáculo.El Espíritu Santo que se cernía sobre la multitud continúa su obra, fecundando con su acción divina el corazón de aquellos predestinados. La fe nace y se desarrolla en un momento en estos discípulos del Sinaí que se habían reunido de todos los rincones del mundo para una Pascua y un Pentecostés que en adelante serán estériles. Llenos de miedo y de dolor por haber pedido la muerte del Justo, cuya resurrección y ascensión acaban de confesar, estos judíos de todo el mundo exclaman ante Pedro y sus compañeros: "Hermanos, ¿qué debemos hacer?" ¡Admirable disposición para recibir la fe!: el deseo de creer y la resolución firme de conformar sus obras con lo que crean. Pedro continúa su discurso: "Haced penitencia, les dice, y bautizaos todos en el nombre de Jesueristo, y también vosotros participaréis de los dones del Espíritu Santo. A vosotros se os hizo la promesa .y también a los gentiles; en una palabra: a todos aquellos a quienes llama el Señor".San Pedro habló más; pero el libro de los Hechos no recoge más que estas palabras que resonaron como el último llamamiento a la salvación: "Salvaos, hijos de Israel, salvaos de esta generación perversa". En efecto, tenían que romper con los suyos, merecer por el sacrificio la gracia del nuevo Pentecostés, pasar de la Sinagoga a la Iglesia. Más de una lucha tuvieron que soportar en sus corazones; pero el triunfo del Espíritu Santo fue completo en este primer día. Tres mil personas se declararon discípulos de Jesús y fueron marcados con el sello de la divina adopción. Mañana hablará Pedro en el mismo templo y a su voz se proclamarán discípulos de Jesús más de cinco mil personas.No es extraño que la Iglesia haya dado tanta importancia al misterio de Pentecostés como al de Pascua, dada la importancia de que goza en la economía del cristianismo. La Pascua es el rescate del hombre por la victoria de Cristo; en Pentecostés, el Espíritu Santo toma posesión del hombre rescatado; la Ascensión es el misterio intermediario: por una parte, consuma ésta el misterio de Pascua, constituyendo al Hombre-Dios vencedor de la muerte y cabeza de sus fieles, a la diestra de Dios Padre; por otra, determina el envío del Espíritu Santo sobre la tierra.Este envío no podía realizarse antes de la glorificación de Jesucristo, como nos dice San Juan (8, 39) y numerosas razones alegadas por los Santos Padres nos ayudan a comprenderlo. El Hijo de quien, en unión con el Padre, procede el Espíritu Santo en la esencia divina, debía enviar personalmente también a este mismo Espíritu sobre la tierra. La misión exterior de una de las Divinas Personas no es más que la consecuencia y manifestación de la producción misteriosa y eterna que se efectúa en el .seno de la divinidad. Así, pues, al Padre no lo envían ni el Hijo ni el Espíritu Santo, porque no procede de ellos. Al Hijo lo envía el Padre, porque Éste lo engendra desde la eternidad. El Padre y el Hijo envían al Espíritu Santo, porque Éste procede de ambos. Pero, para que la misión del Espíritu Santo sirviese para dar mayor gloria al Hijo, no podía realizarse antes de la entronización del Verbo Encarnado en la diestra de Dios, además era en extremo glorioso para la naturaleza humana que, en el momento de ejecutarse esta misión, estuviese indisolublemente unido a la naturaleza divina en la persona del Hijo de Dios, de modo que se pudiese decir con verdad que el Hombre-Dios envió al Espíritu Santo sobre la tierra.No se debía dar esta augusta misión al Espíritu Santo hasta que no se hubiese ocultado a los ojos de los hombres la humanidad de Jesús. Como hemos dicho, era necesario que los ojos y. el corazón de los fieles siguiesen al divino Ausente con un amor más puro y totalmente espiritual. Ahora bien, ¿a quién sino al Espíritu Santo correspondía traer a los hombres este amor nuevo, puesto que es el lazo que une en un amor eterno al Padre y al Hijo? Este Espíritu que abraza y une se llama en las Sagradas Escrituras "el don de Dios"; Éste es quien nos envían hoy el Padre y el Hijo. Recordemos lo que dijo Jesús a la Samaritana junto al pozo de Sicar: "Si conocieses el don de Dios". Aún no había bajado, hasta entonces no se había manifestado más que por algunos dones parciales. A partir de este momento, una inundación de fuego cubre toda la tierra: el Espíritu Santo anima todo, obra en todos los lugares. Nosotros conocemos el don de Dios; no tenemos más que aceptarlo y abrirle las puertas de nuestro corazón para que penetre como en el corazón de los tres mil que se han convertido por el sermón de San Pedro.
Tomado del libró de Dom Guéranger,OSB "El año litúrgico"
EL santo Cardenal Mercier, escribio:
“Te voy a revelar un secreto para ser santo y dichoso. Si todos los días, durante cinco minutos, sabes hacer callar tu imaginación, cierras los ojos a las cosas sensibles y los oídos a todos los rumores de la tierra, para penetrar en ti mismo, y allí, en el santuario de tu alma bautizada, que es templo del Espíritu Santo, hablas a este Espíritu Divino diciendo:
"Espíritu Santo..., alma de mi alma..., te adoro..., lluminame..., guíame..., fortaléceme..., consuélame... Dime qué debo hacer, dame tus órdenes; te prometo someterme a todo lo que desees de mí y aceptar todo lo que permitas que me suceda: hazme tan sólo conocer tu voluntad";
si esto haces, tu vida se deslizará feliz, serena y llena de consuelo, aun en medio de las penas, porque la gracia será en proporción a la prueba, dándote la fuerza de sobrellevarla, y llegarás así a la puerta del Paraíso cargado de méritos. Esta sumisión al Espíritu Santo es el secreto de la santidad”.

María Auxiliadora

Los cristianos de la Iglesia de la antigüedad en Grecia, Egipto, Antioquía, Efeso, Alejandría y Atenas acostumbraban llamar a la Santísima Virgen con el nombre de Auxiliadora.-En griego, se dice con la palabra "Boetéia", que significa "La que trae auxilios venidos del cielo".-

Ya San Juan Crisóstomo, arzobispo de Constantinopla nacido en 345, la llama "Auxilio potentísimo" de los seguidores de Cristo. Los dos títulos que más se leen en los antiguos monumentos de Oriente (Grecia, Turquía, Egipto) son: Madre de Dios y Auxiliadora. (Teotocos y Boetéia).-En el año 476 el gran orador Proclo decía: "La Madre de Dios es nuestra Auxiliadora porque nos trae auxilios de lo alto".

San Sabas de Cesarea en el año 532 llama a la Virgen "Auxiliadora de los que sufren" y narra el hecho de un enfermo gravísimo que llevado junto a una imagen de Nuestra Señora recuperó la salud y que aquella imagen de la "Auxiliadora de los enfermos" se volvió sumamente popular entre la gente de su siglo.-

El gran poeta griego Romano Melone, año 518, llama a María "Auxiliadora de los que rezan, exterminio de los malos espíritus y ayuda de los que somos débiles" e insiste en que recemos para que Ella sea también "Auxiliadora de los que gobiernan" .-

En las iglesias de las naciones de Asia Menor la fiesta de María Auxiliadora se celebra el 1º de octubre, desde antes del año mil (En Europa y América se celebre el 24 de mayo). San Sofronio, Arzobispo de Jerusalén dijo en el año 560: "María es Auxiliadora de los que están en la tierra y la alegría de los que ya están en el cielo".-

San Juan Damasceno, es el primero en propagar esta jaculatoria: "María Auxiliadora rogad por nosotros". Y repite: "La "Virgen es auxiliadora para conseguir la salvación. Auxiliadora para evitar los peligros, Auxiliadora en la hora de la muerte".-

San Germán, Arzobispo de Constantinopla, año 733, dijo en un sermón: "Oh María Tú eres Poderosa Auxiliadora de los pobres, valiente Auxiliadora contra los enemigos de la fe. Auxiliadora de los ejércitos para que defiendan la patria. Auxiliadora de los gobernantes para que nos consigan el bienestar, Auxiliadora del pueblo humilde que necesita de tu ayuda".-

El emperador Napoleón llevado por la ambición y el orgullo se atrevió a poner prisionero al Sumo Pontífice, el Papa Pío VII. Varios años llevaba en prisión el Vicario de Cristo y no se veían esperanzas de obtener la libertad, pues el emperador era el más poderoso gobernante de ese entonces. Hasta los reyes temblaban en su presencia, y su ejército era siempre el vencedor en las batallas. El Sumo Pontífice hizo entonces una promesa: "Oh Madre de Dios, si me libras de esta indigna prisión, te honraré decretándote una nueva fiesta en la Iglesia Católica".-

Napoleón que había dicho: "Las excomuniones del Papa no son capaces de quitar el fusil de la mano de mis soldados", vio con desilusión que, en los frios campos de Rusia, helaba las manos de sus soldados, y el fusil se les iba cayendo, y él que había ido deslumbrante, con su famoso ejército, volvió humillado con unos pocos y maltrechos hombres.-

Fue luego expulsado de su país y el que antes se atrevió a aprisionar al Papa, se vio obligado a pagar en triste prisión el resto de su vida.-

El Papa pudo entonces volver a su sede pontificia y el 24 de mayo de 1814 regresó triunfante a la ciudad de Roma. En memoria de este noble favor de la Virgen María, Pío VII decretó que en adelante cada 24 de mayo se celebrara en Roma la fiesta de María Auxiliadora en acción de gracias a la madre de Dios.-

El 9 de junio de 1868, se consagró en Turín, Italia, la Basílica de María Auxiliadora. La historia de esta Basílica es una cadena de favores de la Madre de Dios. su constructor fue San Juan Bosco, humilde campesino nacido el 16 de agosto de 1815, de padres muy pobres. A los tres años quedó huérfano de padre. Para poder ir al colegio tuvo que andar de casa en casa pidiendo limosna.-

La Sma. Virgen se le había aparecido en sueños mandándole que adquiriera "ciencia y paciencia", porque Dios lo destinaba para educar a muchos niños pobres. Nuevamente se le apareció la Virgen y le pidió que le construyera un templo y que la invocara con el título de Auxiliadora.-


María Auxiliadora
Los cristianos de la Iglesia de la antigüedad en Grecia, Egipto, Antioquía, Efeso, Alejandría y Atenas acostumbraban llamar a la Santísima Virgen con el nombre de Auxiliadora.-En griego, se dice con la palabra "Boetéia", que significa "La que trae auxilios venidos del cielo".-
Ya San Juan Crisóstomo, arzobispo de Constantinopla nacido en 345, la llama "Auxilio potentísimo" de los seguidores de Cristo. Los dos títulos que más se leen en los antiguos monumentos de Oriente (Grecia, Turquía, Egipto) son: Madre de Dios y Auxiliadora. (Teotocos y Boetéia).-En el año 476 el gran orador Proclo decía: "La Madre de Dios es nuestra Auxiliadora porque nos trae auxilios de lo alto".

San Sabas de Cesarea en el año 532 llama a la Virgen "Auxiliadora de los que sufren" y narra el hecho de un enfermo gravísimo que llevado junto a una imagen de Nuestra Señora recuperó la salud y que aquella imagen de la "Auxiliadora de los enfermos" se volvió sumamente popular entre la gente de su siglo.-El gran poeta griego Romano Melone, año 518, llama a María "Auxiliadora de los que rezan, exterminio de los malos espíritus y ayuda de los que somos débiles" e insiste en que recemos para que Ella sea también "Auxiliadora de los que gobiernan" .-En las iglesias de las naciones de Asia Menor la fiesta de María Auxiliadora se celebra el 1º de octubre, desde antes del año mil (En Europa y América se celebre el 24 de mayo). San Sofronio, Arzobispo de Jerusalén dijo en el año 560: "María es Auxiliadora de los que están en la tierra y la alegría de los que ya están en el cielo".-San Juan Damasceno, es el primero en propagar esta jaculatoria: "María Auxiliadora rogad por nosotros". Y repite: "La "Virgen es auxiliadora para conseguir la salvación. Auxiliadora para evitar los peligros, Auxiliadora en la hora de la muerte".-San Germán, Arzobispo de Constantinopla, año 733, dijo en un sermón: "Oh María Tú eres Poderosa Auxiliadora de los pobres, valiente Auxiliadora contra los enemigos de la fe. Auxiliadora de los ejércitos para que defiendan la patria. Auxiliadora de los gobernantes para que nos consigan el bienestar, Auxiliadora del pueblo humilde que necesita de tu ayuda".-El emperador Napoleón llevado por la ambición y el orgullo se atrevió a poner prisionero al Sumo Pontífice, el Papa Pío VII. Varios años llevaba en prisión el Vicario de Cristo y no se veían esperanzas de obtener la libertad, pues el emperador era el más poderoso gobernante de ese entonces. Hasta los reyes temblaban en su presencia, y su ejército era siempre el vencedor en las batallas. El Sumo Pontífice hizo entonces una promesa: "Oh Madre de Dios, si me libras de esta indigna prisión, te honraré decretándote una nueva fiesta en la Iglesia Católica".-Napoleón que había dicho: "Las excomuniones del Papa no son capaces de quitar el fusil de la mano de mis soldados", vio con desilusión que, en los frios campos de Rusia, helaba las manos de sus soldados, y el fusil se les iba cayendo, y él que había ido deslumbrante, con su famoso ejército, volvió humillado con unos pocos y maltrechos hombres.-Fue luego expulsado de su país y el que antes se atrevió a aprisionar al Papa, se vio obligado a pagar en triste prisión el resto de su vida.-El Papa pudo entonces volver a su sede pontificia y el 24 de mayo de 1814 regresó triunfante a la ciudad de Roma. En memoria de este noble favor de la Virgen María, Pío VII decretó que en adelante cada 24 de mayo se celebrara en Roma la fiesta de María Auxiliadora en acción de gracias a la madre de Dios.-El 9 de junio de 1868, se consagró en Turín, Italia, la Basílica de María Auxiliadora. La historia de esta Basílica es una cadena de favores de la Madre de Dios. su constructor fue San Juan Bosco, humilde campesino nacido el 16 de agosto de 1815, de padres muy pobres. A los tres años quedó huérfano de padre. Para poder ir al colegio tuvo que andar de casa en casa pidiendo limosna.-La Sma. Virgen se le había aparecido en sueños mandándole que adquiriera "ciencia y paciencia", porque Dios lo destinaba para educar a muchos niños pobres. Nuevamente se le apareció la Virgen y le pidió que le construyera un templo y que la invocara con el título de Auxiliadora.-"Cada ladrillo de este templo corresponde a un milagro de la Santísima Virgen". Desde aquel santuario empezó a extenderse por el mundo la devoción a la Madre de Dios bajo el título de Auxiliadora, y son tantos los favores que Nuestra Señora concede a quienes la invocan con ese título, que ésta devoción ha llegado a ser una de las más populares.-


San Juan Bosco decía: "Propagad la devoción a María Auxiliadora y veréis lo que son milagros" y recomendaba repetir muchas veces esta pequeña oración: "María Auxiliadora, rogad por nosotros".


Himno
Salve, del mar Estrella,
Salve, Madre sagrada
De Dios y siempre virgen,
Puerta del cielo santa.-
Tomando de Gabriel
El “Ave”,Virgen alma,
Mudando el nombre de Eva,Paces divina trata.-
La vista restituye,Las cadenas desata,
Todos los males quita,
Todos los bienes causa.-
Muéstrate madre, y llegue
Por ti nuestra esperanza
A quien, por darnos vida,
Nació de tus entrañas.-
Entre todas piadosa,
Virgen, en nuestras almas,
Libres de culpa, infunde
Virtud humilde y casta.-
Vida nos presta pura,
Camino firme allana,
Que quien a Jesús llega
Eterno gozo alcanza.-
Al Padre, al Hijo, al Santo
Espíritu alabanzas;
Una a los tres demos,
Y siempre eternas gracias. Amén

Oración
Dios todopoderoso,
que derramaste el Espíritu Santo
sobre los apóstoles, reunidos en oración
con María la Madre de Jesús,
concédenos, por intercesión de la Virgen,
entregarnos fielmente a tu servicio y
proclamar la gloria de tu nombre con
testimonio de palabra y de vida.
Por nuestro Señor Jesucristo.-

10 claves del Papa Benedicto XVI

para América Latina


Su discurso ante los obispos de la CELAM en Apecida marca diez puntos esenciales en el camino de la Iglesia iberoamericana Presentamos aquí algunas ideas que nos han parecido esenciales en las exposiciones del Papa ante los obispos de América Latina reunidos en la CELAM. Es una especie de hoja de ruta para la Iglesia en los años por venir y un análisis de nuestra situación actual.

1-El cristianismo fecundó y mejoró las culturas indígenas
No tiene sentido querer volver al pasado pagano por la vía del indigenismo. Las culturas latinoamericanas son fruto de un mestizaje entre el Evangelio y muchos elementos precolombinos. Hay una religiosidad popular sincera y auténtica, por ejemplo ante santos patronales o la Virgen (Guadalupe, Aparecida, etc...) que la Iglesia ha de "proteger, promover y en casos necesarios, purificar". Va ligado a un amor a la Iglesia Universal.
2 - Ni regímenes autoritarios ni una economía tan liberal que genere pobreza
Vuelven ideologías autoritarias que se creían superadas (el Papa no menciona cuáles, pero todo el mundo piensa en autoritarismos como el de Cuba, Venezuela o Bolivia, de trasfondo post-comunista). Pero hay otro peligro: se aplica una economía liberal en algunos países sin tener en cuenta la equidad, y en muchos ambientes crece la pobreza.
3 - Entre las sectas y el secularismo
"Se percibe un cierto debilitamiento de la vida cristiana en el conjunto de la sociedad y de la propia pertenencia a la Iglesia católica debido al secularismo, al hedonismo, al indiferentismo y al proselitismo de numerosas sectas, de religiones animistas y de nuevas expresiones seudoreligiosas."
4 - Sólo Dios nos mostrará la realidad: los sistemas sin Dios fracasaron
"Sólo quien reconoce a Dios, conoce la realidad y puede responder a ella de modo adecuado y realmente humano. La verdad de esta tesis resulta evidente ante el fracaso de todos los sistemas que ponen a Dios entre paréntesis."
5 - Hay que priorizar la misa, y mejor si van los padres con los hijos
"La Eucaristía es el alimento indispensable para la vida del discípulo y misionero de Cristo. De aquí la necesidad de dar prioridad, en los programas pastorales, a la valorización de la Misa dominical. Hemos de motivar a los cristianos para que participen en ella activamente y, si es posible, mejor con la familia. La asistencia de los padres con sus hijos a la celebración eucarística dominical es una pedagogía eficaz para comunicar la fe y un estrecho vínculo que mantiene la unidad entre ellos."
6 - El marxismo y el capitalismo hicieron promesas falsas y lo sufren las personas
"Tanto el capitalismo como el marxismo prometieron encontrar el camino para la creación de estructuras justas y afirmaron que éstas, una vez establecidas, funcionarían por sí mismas; afirmaron que no sólo no habrían tenido necesidad de una precedente moralidad individual, sino que ellas fomentarían la moralidad común. Y esta promesa ideológica se ha demostrado que es falsa. Los hechos lo ponen de manifiesto. El sistema marxista, donde ha gobernado, no sólo ha dejado una triste herencia de destrucciones económicas y ecológicas, sino también una dolorosa destrucción del espíritu. Y lo mismo vemos también en occidente, donde crece constantemente la distancia entre pobres y ricos y se produce una inquietante degradación de la dignidad personal con la droga, el alcohol y los sutiles espejismos de felicidad."
7 - La Iglesia no debe hacer política, pero sí formar conciencias y enseñar los grandes criterios
"Si la Iglesia comenzara a transformarse directamente en sujeto político, no haría más por los pobres y por la justicia, sino que haría menos, porque perdería su independencia y su autoridad moral, identificándose con una única vía política y con posiciones parciales opinables. La Iglesia es abogada de la justicia y de los pobres, precisamente al no identificarse con los políticos ni con los intereses de partido. Sólo siendo independiente puede enseñar los grandes criterios y los valores inderogables, orientar las conciencias y ofrecer una opción de vida que va más allá del ámbito político. Formar las conciencias, ser abogada de la justicia y de la verdad, educar en las virtudes individuales y políticas, es la vocación fundamental de la Iglesia en este sector."
8 - Los laicos tienen la responsabilidad de combatir las injusticias sociales, económicas y políticas
"Los laicos católicos deben ser concientes de su responsabilidad en la vida pública; deben estar presentes en la formación de los consensos necesarios y en la oposición contra las injusticias".
9 - La familia está atacada por el secularismo, la emigración y el machismo
La familia, "patrimonio de la humanidad", constituye uno de los tesoros más importantes de los pueblos latinoamericanos. Ella ha sido y es escuela de la fe, palestra de valores humanos y cívicos, hogar en el que la vida humana nace y se acoge generosa y responsablemente. Sin embargo, en la actualidad sufre situaciones adversas provocadas por el secularismo y el relativismo ético, por los diversos flujos migratorios internos y externos, por la pobreza, por la inestabilidad social y por legislaciones civiles contrarias al matrimonio que, al favorecer los anticonceptivos y el aborto, amenazan el futuro de los pueblos. En algunas familias de América Latina persiste aún por desgracia una mentalidad machista, ignorando la novedad del cristianismo que reconoce y proclama la igual dignidad y responsabilidad de la mujer respecto al hombre.
10 - Que el Estado apoye a las madres "full time" y que los padres ejerzan de padres
"Las madres que quieren dedicarse plenamente a la educación de sus hijos y al servicio de la familia han de gozar de las condiciones necesarias para poderlo hacer, y para ello tienen derecho a contar con el apoyo del Estado. En efecto, el papel de la madre es fundamental para el futuro de la sociedad. El padre, por su parte, tiene el deber de ser verdaderamente padre, que ejerce su indispensable responsabilidad y colaboración en la educación de sus hijos. Los hijos, para su crecimiento integral, tienen el derecho de poder contar con el padre y la madre, para que cuiden de ellos y los acompañen hacia la plenitud de su vida. Es necesaria, pues, una pastoral familiar intensa y vigorosa. Es indispensable también promover políticas familiares auténticas que respondan a los derechos de la familia como sujeto social imprescindible. La familia forma parte del bien de los pueblos y de la humanidad entera
Fuente: Forum Libertas

Para la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe

Señor Jesucristo,Camino, Verdad y vida,

rostro humano de Dios y rostro divino del hombre,
enciende en nuestros corazones
el amor al Padre que está en el cielo
y la alegría de ser cristianos.
Ven a nuestro encuentro

y guía nuestros pasos
para seguirte y amarte
en la comunión de tu Iglesia,
celebrando y viviendo
el don de la Eucaristía,
cargando con nuestra cruz,
y urgidos por tu envío.
Danos siempre el fuego

de tu Santo Espíritu,
que ilumine nuestras mentes
y despierte entre nosotros
el deseo de contemplarte,
el amor a los hermanos,
sobre todo a los afligidos,y el ardor por anunciarte
al inicio de este siglo.
Discípulos y misioneros tuyos,

queremos remar mar adentro,
para que nuestros pueblos tengan
en Ti vida abundante,
y con solidaridad construyan
la fraternidad y la paz.
Señor Jesús, ¡Ven y envíanos!
María, Madre de la Iglesia,

ruega por nosotros.
Amén.

ORACION DE SAN BERNARDO


“Si se levantan los vientos de las tentaciones, si tropiezas con los escollos de la tentación, mira a la estrella, llama a María. Si te agitan las olas de la soberbia, de la ambición o de la envidia, mira a la estrella, llama a María. Si la ira, la avaricia o la impureza impelen violentamente la nave de tu alma, mira a María. Si turbado con la memoria de tus pecados, confuso ante la fealdad de tu conciencia, temeroso ante la idea del juicio, comienzas a hundirte en la sima sin fondo de la tristeza o en el abismo de la desesperación, piensa en María.

“En los peligros, en las angustias, en las dudas, piensa en María, invoca a María. No se aparte María de tu boca, no se aparte de tu corazón; y para conseguir su ayuda intercesora no te apartes tú de los ejemplos de su virtud. No te descaminarás si la sigues, no desesperarás si la ruegas, no te perderás si en Ella piensas. Si Ella te tiene de su mano, no caerás; si te protege, nada tendrás que temer; no te fatigarás si es tu guía; llegarás felizmente al puerto si Ella te ampara” (SAN BERNARDO, Hom. 2 sobre el “missus est ).
Dios te salve, María,
llena eres de gracia,
el Señor es contigo,
bendita tú eres entre todas las mujeres
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amen.

sábado, mayo 19, 2007

NO DEJES DE SOÑAR


la Sociedad de los poetas muertos.

No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.

No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.

No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras
y las poesías sí pueden cambiar el mundo.

Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.

La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima, nos enseña,
nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia.

Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tú puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.

No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.

No te resignes.
Huye.
"Emito mis alaridos por los techos de este mundo",
dice el poeta.

Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.

Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.

Vívela intensamente, sin mediocridad.
iensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.

Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros "poetas muertos",
te ayudan a caminar por la vida.

La sociedad de hoy somos nosotros
Los "poetas vivos".
No permitas que la vida te pase a ti
sin que la vivas .

EL ABRAZO



CUANTAS VECES NECESITAMOS UN ABRAZO. UN AFECTO, ASI DE SIMPLE, UNA MUESTRA DE CARIÑO, DE AFECTO, DE SENTIRNOS PROTEGIDOS Y QUERIDOS.

EL HUMOR Y LA TERNURA, PUEDEN SER MUY BUENOS PUNTOS DE PARTIDA PARA IR MODIFICANDO MUCHAS CONDUCTAS ¿POR QUÉ NO UN ABRAZO?...ES AGRADABLE, AHUYENTA LA SOLEDAD, AQUITA LOS MIEDOS, ABRE LAS PUERTAS DE LOS SENTIMIENTOS, ALIVIA TENSIONES, COMBATE EL CANSANCIO Y EL INSOMNIO. ADEMAS ES DEMOCRATICO, TODOS SOMOS CANDIDATOS A UN ABRAZO.

PARA DAR UN ABRAZO, NO SE NECESITAN MAS QUE GANAS, Y A VECES UN PERMISO PREVIO, ES IMPORTANTE RESPETAR LA NECESIDAD AJENA DE PRIVACIDAD Y ESPACIO.

EL ABRAZO ES EL MOMENTO EN QUE LAS CABEZAS SE JUNTAN Y SE ESTABLECE UN CONTACTO FISICO TOTAL.

EL ABRAZO ES FIRME, PERO SUAVE, ES EL MOMENTO IDEAL PARA ENTREGAR UN AMOR PURO E INCONDICIONAL.

EN ALGUN MOMENTO DEL DIA NECESITAMOS UN ABRAZO. ES PARTE DE LA VIDA.

SUFRIMOS Y MORIMOS UN POCO TODOS


Caminamos por la vida. A lo largo del sendero vamos encontrando miles de objetos, plantas, insectos, animales más complejos, hombres y mujeres. Cada uno nos dice algo distinto.

Algunos seres, como las baldosas del suelo, apenas sí entran un instante en el ángulo visual de nuestra retina para desaparecer, humildemente, tras las pisadas de nuestros zapatos. Otros seres, como un mosquito molesto en una noche de bochorno, nos impacientan y nos inquietan, nos despiertan y nos hacen estallar en palabras de queja o de rabia desesperada. Otros seres, simplemente, parecen callar, y pasamos junto a ellos casi sin percibir su existencia... Sin embargo, ninguno de nosotros puede pasar ante un enfermo o un pobre arrojado en un blanco lecho de hospital o en una sucia esquina de la calle sin notar que algo se mueve en nuestro interior.

Cada persona que sufre nos interpela y nos llama a algo. No podemos ser indiferentes a su dolor. Sus heridas y sus muecas de angustia, en cierto sentido, se marcan en nuestro corazón y nos gritan de modo constante. Los ojos de los enfermos, especialmente de los más graves, tienen una luz especial. Hay algo de crepúsculo, de viola y de gris, de océano agitado por el viento, de borrasca marinera o de paz de llano fresco, tras esas pupilas que se fijan en un punto desconocido de la habitación o de la calle. El enfermo llama como nadie a nuestras vidas. Parece que necesita algo, si es que no tenemos que decir que necesita a alguien... No se contenta ni con una caricia, ni con una palabra, ni con un beso. Nos necesita enteros, sin partes. Estar con él, ser suyos, dejarnos poseer por quien, en el fondo, nos pide sólo amor y cercanía.

Se habla mucho del dolor humano. Se gradúan cada año miles de médicos.

Se construyen nuevos hospitales. Pero la soledad de un enfermo sólo puede apagarse con la esperanza de que la puerta se abra para dejar pasar un rostro sonriente de un amigo sincero, de un familiar fiel y constante, de un médico que hable con claridad y afecto, de un sacerdote que traiga un poco de fe y de esperanza. Se habla mucho del deseo de la muerte y de la desesperación de muchos enfermos terminales. No se habla tanto, en cambio, de la desesperación y la amargura de quien ve sufrir y morir al ser amado. La muerte no puede ser nunca un asunto estrictamente personal: cuando uno muere morimos un poco todos. Su partida es nuestra partida. Pero mientras comparta nuestro mismo aire y pueda mirarnos con sus ojos quietos no podremos dejarlo solo. Su sufrir es también nuestro: sufrimos con él, y su vida doliente entra en nuestro corazón y se hace herida abierta. Herida que es suya y que es nuestra. Quien se da a un enfermo no pierde. Gana, porque el enfermo ha sido abrazado con afecto. El amor puede curar más que muchos antibióticos dados, a veces, con la frialdad de la técnica. Puede curarle a él y curarnos a nosotros mismos, porque entonces, y sólo entonces, podremos construir un mundo más humano.

TE DESEO LO SUFICIENTE

Hace poco tiempo cuando estaba en el aeropuerto escuché por casualidad a una madre e hija que se estaban despidiendo. Cuando anunciaron la partida del vuelo ellas se abrazaron y la madre dijo:
"Te amo y te deseo lo suficiente".

La hija respondió:
"Madre, nuestra vida juntas ha sido más que suficiente. Tu amor es todo lo que he necesitado. También te deseo lo suficiente". Ellas se saludaron con un beso y la hija partió.
La madre pasó muy cerca de donde yo estaba sentada y noté que ella necesitaba llorar. Traté de no observarla para no invadir su privacidad pero ella se dirigió hacia mí y me preguntó: "¿Alguna vez se ha despedido de alguien sabiendo que era para siempre?".

- Sí, lo he hecho - respondí.
- Perdón por preguntar - contesté -,
pero ¿por qué ésta despedida es para siempre?
- Yo soy una mujer vieja, y ella vive muy lejos de aquí. La realidad es que su próximo viaje será para mi funeral
- Cuando se despidió de ella escuché que le dijo "te deseo lo suficiente". ¿A qué se refiere? Comenzó a sonreír. "Eso es un deseo que hemos transmitido de generación en generación. Mis padres solían decirlo.
Ella hizo una pausa y miró hacia arriba como si tratara de recordarlo en detalle, luego sonrió aún más.

- Cuando decimos "Te deseo lo suficiente", es que deseamos que la otra persona tenga una vida llena de sólo lo suficientemente bueno para vivir. - Entonces, dirigiéndose hacia mí, ella compartió lo siguiente como si lo estuviera recitando de memoria:
Te deseo que tengas suficiente sol para mantener tu espíritu brillante,
Te deseo suficiente lluvia para que aprecies aún más el sol
Te deseo suficiente felicidad para que tu alma esté viva
Te deseo suficiente dolor para que las pequeñas alegrías de la vida parezcan más grandes
Te deseo que tengas suficientes ganancias que satisfagan tus necesidades
Te deseo suficientes pérdidas para que aprecies todo lo que posees
Te deseo suficientes bienvenidas para que logres soportar las despedidas Luego ella comenzó a llorar y se alejó
Se dice que toma un minuto encontrar a una persona especial, una hora en apreciarla, un día para amarla, pero una vida para olvidarla . Toma el tiempo necesario para vivir TE DESEO LO SUFICIENTE

Día a Día con María

Un saludo cristiano a todos ustedes, cuando estamos a punto de comenzar el mes de Mayo, mes que tiene el gran honor de ser dedicado íntegramente a la Santísima Virgen María, Madre de Dios y Madre Nuestra. Quiero invitarles para que le rindamos un merecido homenaje durante estos 31 días, haciendo un recorrido por una selección de sus advocaciones, pero eso si, teniendo siempre presente, como diría el P. Jordi Rivero: No hay más que una Virgen Santísima. Se trata de María de Nazaret, una mujer escogida por Dios para ser Su Madre. La Virgen María, sin embargo, se ha querido dar a conocer en cada pueblo de una manera muy íntima, asumiendo en muchas instancias características de la cultura y hasta de la raza. Así nos enseña que ella, siendo Madre de Dios es también madre de todos. No se trata de una encarnación de la Virgen. Mas bien la Virgen, que está en cuerpo y alma en el cielo, se aparece o nos obsequia con una imagen en la que se adapta a cada pueblo para que la veamos como madre que es. Es un gesto de gran delicadeza y cariño que nos revela su entrañable amor maternal. La Virgen es de todos y a todos llama a renunciar al pecado y abrir el corazón a Jesucristo, única esperanza de la humanidad. Recibamos pues, la bendición de Dios y de la Santísima Virgen en todos los aspectos de nuestra vida. Paz y bien.

jueves, mayo 17, 2007

SAN ISIDRO

15 de mayo

El culto de los santos tiene en la Iglesia católica una función específica de ejemplaridad. La perfección obliga a todos y cada uno según su estado y condición. De ahí que la Iglesia presente a sus santos como hombres llamados a la santidad que correspondieron heroica y generosamente a este llamamiento divino. Precisamente porque son ejemplares de vida auténticamente cristiana, la Iglesia no se prodiga en admitir y canonizar toda esa serie incalculable de prodigios que los hagiógrafos de épocas pasadas han atribuido, y no pocas veces piadosamente inventado, en favor de sus héroes divinos. La Iglesia no confunde la santidad con los portentos; no teme decir que sus santos tenían todas las características de los hombres corrientes, si bien insiste en que han calado en toda su realidad el imperativo evangélico de "Niégate a ti mismo... y sígueme".
Porque la misión específica de los santos es de ejemplaridad y la urgencia de "Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial" es de tanta actualidad hoy como ayer, en el santoral católico aparecen santos de todas las edades y de todas las condiciones, santos de sotana y santos de hábito, santos con cogulla y santos de cabeza descubierta, trajeados a la antigua y con pantalón y chaqueta, militares y civiles, profesionales y artesanos, mantos reales y abarcas polvorientas. Aparecen santos de carácter fuerte y enérgico, santos de carácter dulce y apacible, solitarios y metidos en sociedad, con marcado sentido del humor y retraídos, santos de ciencia y santos iletrados. Cada uno con su idiosincrasia, con sus formas sociales y sus cualidades intelectuales y temperamentales; pero, a la vez, todos ellos con un denominador común: vocación decidida a la santidad. Quisieron y fueron santos.
El equilibrado y sereno criterio de la Iglesia los presentará con sus legítimos sentimientos de seres humanos y sus notas de hombres comunes. Hablará de santos que, cansados de recorrer tierras extrañas, casi resulta imposible fijarles una patria política. Son ciudadanos del mundo, pero auténticos patriotas, con un patriotismo inspirado en su fidelidad a la tierra que les vio nacer. Fieles a su patria, el patriotismo de estos hombres de Dios y voceros de Cristo resulta ser el mejor antídoto para curar nuestras miopes concepciones de la patria. Su patriotismo no podrá ofrecerse como mercancía política ni enarbolarse como bandera de resentimientos nacionales, porque se alimenta de la sangre divina de Cristo y está iluminado por su eterna Verdad, que fue dada gratuitamente como patrimonio a la humanidad, sin distinción de razas ni limitación de fronteras. Estriba en el dogma de la comunión de los santos, por el que todos los hijos de Dios se sienten unidos por los vínculos sagrados de la caridad.
Presentará también la Iglesia a sus hijos viadores santos que nunca traspasaron los límites de su aldea, santos de "un solo paisaje", pero que en el candor de sus ojos llevarán inconfundible a sus semejantes "el Camino, la Verdad y la Vida de Cristo". Presentará a santos que sienten la nostalgia del terruño, encariñados con sus pobres instrumentos de labor, que sufren habiendo de abandonar su aldea forzados por las circunstancias. Entre éstos aparece, algún tanto difuminado por la hagiografía, tal vez en demasía piadosa, pero real e histórico en sus rasgos fundamentales, San Isidro, labrador, celestial patrono de la capital y de las Hermandades de Labradores y Ganaderos de toda España.
De no haberse dejado llevar sus historiadores por esa tendencia, piadosa, pero muy poco objetiva, de presentar a los santos como seres de especie superior, nimbados con el halo del portento, no resultaría tan difícil trazar hoy su semblanza conforme a la realidad y a la Historia. Con lo eficaz y provechoso que sería presentar a los trabajadores del campo de nuestra edad un colega suyo, de su mismo oficio, ganando el pan de cada día con el sudor ,de su frente y el esfuerzo de sus brazos, sufriendo con entereza varonil y fortaleza cristiana los golpes de la envidia, "poniendo amor donde había odio, perdón donde había ofensa, unión donde había discordia, esperanza donde había desesperación, alegría donde había tristeza". Acaso el ejemplo de un santo con hábito talar lo miren con indiferencia y gesto de ironía los hombres de hoy. Esos hombres a quienes anima un espíritu excesivamente crítico, para quienes los valores espirituales, si cuentan, son sometidos a la balanza de los intereses humanos, para quienes la santidad es una actividad exclusiva de una profesión que casi no se diferencia de otras ocupaciones humanas. Sin embargo, el de un santo con abarcas rotas, con la aguijada en la mano, delante de sí una yunta y un arado y ante sus ojos un campo que no es propio, sino ajeno, no podrá menos de impresionar y, en su muda elocuencia, de llevar a esas inteligencias, incultas unas y nubladas otras, destellos de luz divina, y a esos corazones triturados y sedientos el agua pura de la esperanza y de la resignación.
Ocupaba el trono de Castilla don Alfonso el Bravo cuando en la villa de Madrid, diócesis entonces de Toledo, nació San Isidro. Se ignora a punto fijo el año de su nacimiento, pero parece ser que tuvo lugar entre 1080 y 1082. Tampoco se sabe la parroquia donde recibió el agua del bautismo, si bien se cree que fue en la parroquia de San Andrés. Seguramente que le pusieron Isidro, síncopa de Isidoro, en memoria del gran arzobispo de Sevilla.
Sus padres, pobres en bienes de fortuna pero ricos en virtud, inculcaron desde los primeros años en su hijo el santo temor de Dios y la práctica de las virtudes cristianas. La precaria situación económica en que los progenitores de Isidro se encontraban obligó a éste a dedicarse desde muy joven a las rudas faenas del campo. Gregorio XV afirma que “nunca salió para su trabajo sin antes oír, muy de madrugada, la Santa Misa y encomendarse a Dios y a su Madre Santísima". Asegura a su vez que, a pesar de su labor fatigosa, jamás dejó de cumplir con los ayunos y vigilias de la Iglesia.
Huérfano y solo en el mundo, el joven Isidro se alquiló como bracero de un señor de Madrid apellidado Vera. Su fidelidad y nada vulgar espíritu de trabajo le mereció muy pronto la preferencia y simpatía de su amo. Envidiosos sus compañeros de la estima en que su común señor le tenía, acudieron a la censura y a la intriga, acusándole de que, en vez de trabajar, se dedicaba a la oración. Con elegancia cristiana perdonó el pobre huérfano "cumplidamente" a sus acusadores.
Cuando Alí, rey de los almorávides, venció a Alfonso el Bravo y penetró con un formidable ejército por tierras de Toledo, apoderándose de Madrid, el miedo obligó a huir a aquellos pacíficos y laboriosos campesinos. Isidro corrió entonces la suerte de los emigrados. Se detuvo en Torrelaguna, donde tenía algunos lejanos parientes. Allí se puso al servicio de uno de los grandes terratenientes de la localidad. No tardaron sus compañeros de labor en volver a hacerle blanco de injustas acusaciones, hasta el extremo que su amo, fácil a la intriga e ignorante de la virtud de su nuevo criado, hubo de someterle a la humillación de la prueba y a exigir de él más rendimiento que de los otros. Isidro soportó paciente y con humildad la vileza de las acusaciones y la injusticia de la prueba; pero defendió su honradez con entereza y dignidad. Era costumbre en Castilla que el señor entregase, en concepto de salario, a sus criados una porción de tierra, que se decía pegujal, a fin de que con sus frutos pudiesen decorosamente vestirse. Isidro trabajó su pegujal con tan buena fortuna, que obtuvo de su campo cuantioso grano. Esta circunstancia agravó la ya mala disposición de su patrono, trabajada por la maldad de los envidiosos. Advirtiólo el Santo y sin animosidad, pero con noble gesto, calmó sus iras, diciéndole: "Tomad, señor, todo el grano. Yo me quedaré con la paja." Dios se encargó de confundir la envidia de los unos y la codicia del otro, multiplicando milagrosamente el poco trigo que entre la paja había quedado.
Estando en Torrelaguna, Isidro contrajo matrimonio con una joven del pueblo de Uceda. La historia la conoce con el nombre de Santa María de la Cabeza, no porque éste fuese su apellido, sino porque, después de su muerte, su cabeza fue trasladada a una ermita de Nuestra Señora, situada no muy lejos de Torrelaguna.
Acaso por la incomprensión de su amo y, a su vez, llevado por la nostalgia de su pueblo natal, nuestro Santo labrador, acompañado de su joven esposa, hubo de trasladarse definitivamente a Madrid. De nuevo en la villa que le vio nacer, trabajó las tierras que Juan de Vargas tenía en una localidad vecina, donde se dice que le nació su primero y único hijo. Satisfecho Vargas de la laboriosidad y honradez de su colono, le puso muy pronto al frente de toda su hacienda, en su mayor parte encuadrada en el término de la villa madrileña. Ya San Isidro no volvió a abandonar su tierra hasta que murió a la edad avanzada de noventa años.
En esta época es cuando sus biógrafos colocan el tan conocido milagro de los ángeles. Sus émulos no cejaban en la persecución, y Vargas hubo de cerciorarse de la inocencia y santidad de su mayoral, viendo con sus propios ojos que, mientras Isidro oraba, dos ángeles vestidos de blanco conducían la yunta con que él araba.
San Isidro es la personificación de las virtudes populares. Su vida, sencilla y metódica, podría escribirse en muy pocas líneas, de no ser tantos los milagros que se le atribuyen. Si bien es cierto que todos los biógrafos lo presentan nimbado con esa aureola de portento difuminada entre rasgos de piadosa leyenda, la realidad histórica y humana de su vida no puede precisarse, ya que no existe, por desgracia, ninguna crítica; con todo, a la luz de la bula de su canonización pueden fijarse como características y virtudes culminantes del Santo la fidelidad a sus amos, el espíritu de trabajo armonizado con una intensa vida de oración, la humildad y la fortaleza en sufrir las injustas acusaciones y defender su honradez y su gran caridad para con los pobres necesitados, a quienes diariamente hacía partícipes de su sencilla y frugal mesa. Todo ello habla muy alto de la nobleza de su alma y de la reciedumbre de su espíritu castellano y profundamente evangélico.
Próximo a expirar "hizo humildísima confesión de sus faltas, recibió el Viático y exhortó a los suyos al amor de Dios y del prójimo". Su cuerpo fue sepultado en el cementerio de San Andrés, y, a pesar de permanecer allí expuesto a las inclemencias del tiempo durante cuarenta años, se conservó incorrupto, exhalando suavísimo olor, dice el documento pontificio. Un amigo suyo lo trasladó, a expensas propias, del cementerio común a la iglesia donde se dice fuera bautizado.
Por los años de 1163 fue visto y examinado su sepulcro por delegados de la Sede Apostólica, y dieron fe, según testimonio de la misma bula, de su incorrupción. A instancias del rey Felipe III, cuya milagrosa curación la atribuía al Santo, fue beatificado por el papa Paulo V. Tres años más tarde, Gregorio XV lo canonizó.
Goya dejó a la posteridad un hermoso cuadro de San Isidro, que se conserva en la Biblioteca Nacional. El gremio de plateros de Madrid costeó la rica urna de plata que guarda sus preciosos restos, expuesta a la veneración del público en la catedral madrileña.
Fuente: Año Liturgico,T.II, BAC, Salvador Baltar,OFM

Oremos
Señor Dios todopoderoso, que de entre tus fieles elegiste a San Isidro Labrador, simple campesino, para que manifestara con su trabajo a sus hermanos el camino que conduce a ti, concédenos que su ejemplo de humildad, de entrega y confianza en Vos nos ayude a seguir a Jesucristo, nuestro maestro, para que logremos así alcanzar un día, junto con nuestros hermanos, la gloria de tu reino eterno. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo

Homilía del Papa en la misa

de canonización de Frei Galvão
Que pronunció Benedicto XVI el viernes en el Campo de Marte de Sao Paulo en la misa de canonización del beato Antônio de Sant’Ana Galvão, O.F.M., presbítero, fundador del Monasterio de las Concepcionistas «Recolhimento da Luz», (1739-1822), primer santo nacido en Brasil.
Sao Paulo, viernes, 11 mayo 2007


Señores Cardenales
Señor Arzobispo de São Paulo y Obispos de Brasil y de América Latina Distinguidas autoridades Hermanas y Hermanos en Cristo,
«Bendeciré continuamente al Señor su alabanza no dejará mis labios» (Sal 33, 2)
1. Alegrémonos en el Señor, en este día en el que contemplamos otra de las maravillas de Dios que, por su admirable providencia, nos permite saborear un vestigio de su presencia, en este acto de entrega de Amor representado en el Santo Sacrificio del Altar.
Sí, no dejemos de alabar a nuestro Dios. Alabemos todos nosotros, pueblos de Brasil y de América, cantemos al Señor sus maravillas, porque hizo en nosotros grandes cosas. Hoy, la Divina sabiduría permite que nos encontremos alrededor de su altar en acción de alabanza y de agradecimiento por habernos concedido la gracia de la Canonización de Fray Antonio de Sant’Anna Galvão.
Quiero agradecer las cariñosas palabras del Arzobispo de São Paulo, que fue la voz de todos vosotros. Agradezco la presencia de cada uno y de cada una, quiera que sean moradores de esta gran ciudad o venidos de otras ciudades y naciones. Me alegro de que a través de los medios de comunicación, mis palabras y las expresiones de mi afecto puedan entrar en cada casa y en cada corazón. Tengan certeza: el Papa os ama, y os ama porque Jesucristo os ama.
En esta solemne celebración eucarística fue proclamado el Evangelio en el cual Cristo, en actitud de gran arrobamiento, proclama: «Yo tebendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas a los sabios y entendidos y las revelaste a los pequeños» (MT 11,25). Por eso, me siento feliz porque la elevación de Fray Galvão a los altares quedará para siempre enmarcada en la liturgia que hoy a Iglesia nos ofrece.
Saludo con afecto, a toda la comunidad franciscana y, de modo especial a las monjas concepcionistas que, desde el Monasterio de la Luz, de la capital paulista, irradian la espiritualidad y el carisma del primer brasileño elevado a la gloria de los altares.
2. Dimos gracias a Dios por los continuos beneficios alcanzados por el poderoso influjo evangelizador que el Espíritu Santo imprimió en tantas almas a través de Fray Galvão. El carisma franciscano, evangélicamente vivido, produjo frutos significativos a través de su testimonio de fervoroso adorador de la Eucaristía, de prudente y sabio orientador de las almas que lo buscaban y de gran devoto de la Inmaculada Concepción de María, de quien él se consideraba «hijo y perpetuo esclavo».
Dios viene a nuestro encuentro, «busca conquistarnos - hasta la Última cena, hasta al Corazón traspasado en la cruz, hasta las apariciones y las grandes obras por las cuales Él, a través de la acción de los Apóstoles, guió el camino de la Iglesia naciente» (Carta encl. «Deus caritas est», 17). Él se revela a través de su Palabra, en los Sacramentos, especialmente de la Eucaristía. Por eso, la vida de la Iglesia es esencialmente eucarística.
El Señor, en su amorosa providencia nos dejó una señal visible de su presencia. Cuando contemplemos en la Santa Misa al Señor, levantado en el alto por el sacerdote, después de la Consagración del pan y del vino, o lo adoramos con devoción expuesto en la Custodia renovamos con profunda humildad nuestra fe, como hacía Fray Galvão en «laus perennis», en actitud constante de adoración. En la Sagrada Eucaristía está contenido todo el bien espiritual de la Iglesia, o sea, el mismo Cristo, nuestra Pascua, el Pan vivo que bajó del Cielo vivificado por el Espíritu Santo y vivificante porque da Vida a los hombres. Esta misteriosa e inefable manifestación del amor de Dios por la humanidad ocupa un lugar privilegiado en el corazón de los cristianos. Deben poder conocer la fe de la Iglesia, a través de sus ministros ordenados, por la ejemplaridad con que éstos cumplen los ritos prescritos que están siempre indicando en la liturgia eucarística el centro de toda obra de evangelización. Por su parte, los fieles deben buscar recibir y reverenciar el Santo Sacramento con piedad y devoción, queriendo acoger al Señor Jesús con fe y siempre, cuando fuese necesario, sabiendo recurrir a Sacramento de la reconciliación para purificar el alma de todo pecado grave.
3. Significativo es el ejemplo de Fray Galvão por su disponibilidad para servir el pueblo siempre que le era pedido. Consejero de fama, pacificador de las almas y de las familias, dispensador de la caridad especialmente de los pobres y de los enfermos. Muy buscado para las confesiones, pues era celoso, sabio y prudente. Una característica de quien ama de verdad es no querer que el Amado sea agraviado, por eso la conversión de los pecadores era la grande pasión de nuestro Santo. La Hermana Helena María, que fue la primera «recogida» destinada a dar inicio al «Recogimiento de Nuestra Señora de la Concepción», testimonió aquello que Fray Galvão dijo: «Rezad para que Dios Nuestro Señor levante a los pecadores con su potente brazo del abismo miserable de las culpas en las que se encuentran».
Pueda esa delicada advertencia servirnos de estímulo para reconocer en la misericordia divina el camino para la reconciliación con Dios y con el prójimo y para la paz de nuestras conciencias.
4. Unidos en comunión suprema con el Señor en la Eucaristía y reconciliados con Dios y con nuestro prójimo, seremos portadores de aquella paz que el mundo no puede dar. ¿Podrán los hombres y las mujeres de este mundo encontrar la paz si no se concientizan acerca de la necesidad de reconciliarse con Dios, con el prójimo y consigo mismos? De elevado significado fue, en este sentido, aquello que la Cámara del Senado de São Paulo escribió al Ministro Provincial de los Franciscanos al final del siglo XVIII, definiendo a Fray Galvão cómo «hombre de paz y de caridad». ¿Qué nos pide el Señor?: «amaos unos a otros como yo os amo». Pero luego a continuación añade: que «deis fruto y vuestro fruto permanezca» (cf. Jn 15, 12.16). ¿Y qué fruto nos pide Él, sino que sepamos amar, inspirándonos en el ejemplo del Santo de Guaratinguetá?
La fama de su inmensa caridad no tenía límites. Personas de todo la geografía nacional iban a ver a Fray Galvão que a todos acogía paternalmente. Eran pobres, enfermos en el cuerpo y en el espíritu que le imploraban ayuda.
Jesús abre su corazón y nos revela el pilar de todo su mensaje redentor: «Nadie tiene mayor amor que aquél que da la vida por sus amigos» (ib.v.13). Él mismo amó hasta entregar su vida por nosotros sobre la Cruz. También a acción de la Iglesia y de los cristianos en la sociedad debe poseer esta misma inspiración. Las pastorales sociales si son orientadas para el bien de los pobres y de los enfermos, llevan en sí mismas este sello divino. El Señor cuenta con nosotros y nos llama amigos, pues solo a los que se ama de esta manera, se es capaz de dar la vida proporcionada por Jesús con su gracia.
Como sabemos la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano tendrá como tema básico: «Discípulos y misioneros de Jesucristo, para que en Él nuestros pueblos tengan vida». ¿Cómo no ver entonces la necesidad de acudir con renovado ardor a la llamada, a fin de contestar generosamente a los desafíos qué la Iglesia en Brasil y en América Latina está llamada a enfrentar?
5. «Venid a mí, os que estáis aflictos bajo el fardo, y yo os aligeraré», dice el Señor en el Evangelio, (MT 11,28). Ésta es la recomendación final que el Señor nos dirige. Cómo no ver aquí este sentimiento paterno y, al mismo tiempo materno, ¿de Dios por todos sus hijos? María, la Madre de Dios y Madre nuestra, se encuentra particularmente ligada a nosotros en este momento. Fray Galvão, asumió con voz profética la verdad de la Inmaculada Concepción. Ella, la Tota Pulchra, la Virgen Purísima que concibió en su seno al Redentor de los hombres y fue preservada de toda mancha original, quiere ser el sello definitivo de nuestro encuentro con Dios, nuestro Salvador. No hay fruto de la gracia en la historia de la salvación que no tenga como instrumento necesario la mediación de Nuestra Señora.
De hecho, éste nuestro Santo se entregó de modo irrevocable a la Madre de Jesús desde su juventud, queriendo pertenecerle para siempre y escogiendo la Virgen María como Madre y Protectora de sus hijas espirituales.
¡Queridos amigos y amigas, qué bello ejemplo a continuación nos dejó Fray Galvão! Como son actuales para nosotros, que vivimos en una época tan llena de hedonismo, las palabras que aparecen en la cédula de consagración de su castidad: «quitadme antes la vida que ofender a tu bendito Hijo, mi Señor». Son palabras fuertes, de un alma apasionada, que deberían hacer parte de la vida normal de cada cristiano, sea él consagrado o no, y que despiertan deseos de fidelidad a Dios dentro o fuera del matrimonio. El mundo necesita de vidas limpias, de almas claras, de inteligencias simples que rechacen ser consideradas criaturas objeto de placer. Es necesario decir no a aquellos medios de comunicación social que ridiculizan la santidad del matrimonio y la virginidad antes del casamiento.
Es en este momento que tendremos en Nuestra Señora la mejor defensa contra los males que afligen la vida moderna; la devoción mariana es garantía cierta de protección maternal y de amparo en la hora de la tentación. ¿No será esta misteriosa presencia de la Virgen Purísima cuándo invoquemos protección y auxilio a la Señora Aparecida? Vamos a depositar en sus manos santísimas la vida de los sacerdotes y laicos consagrados, de los seminaristas y de todos los vocacionados para la vida religiosa.
6. Queridos amigos, permitidme concluir evocando la Vigilia de Oración de Marienfeld en Alemania: delante de una multitud de jóvenes, quise definir a los Santos de nuestra época como verdaderos reformadores. Y añadía: «solo de los Santos, solo de Dios proviene la verdadera revolución, el cambio decisivo del mundo» (Homilía, 25/08/2005). Ésta es la invitación que hago hoy a todos vosotros, del primero al último, en esta inmensa Eucaristía. Dios dijo: «Sed santos, como Yo soy Santo» (Lv 11,44). Agradezcamos a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo, de los cuales nos vienen, por intercesión de la Virgen María, todas las bendiciones del cielo; este don que, juntamente con la fe es la mayor gracia que el Señor puede conceder a una criatura: el firme deseo de alcanzar la plenitud de la caridad, en la convicción de qué no solo es posible, como también necesaria la santidad, cada cuál en su estado de vida, para revelar al mundo el verdadero rostro de Cristo, nuestro amigo!