jueves, julio 17, 2014
lunes, julio 14, 2014
ENSEÑANZA DEL MAGISTERIO SOBRE EL GENESIS
Enseñanza del Magisterio sobre el Génesis
![Encuentro curas (11)](http://i1.wp.com/biblia.verboencarnado.net/wp-content/uploads/2014/06/Encuentro-curas-11-e1402408484741.jpg?resize=503%2C348)
La distinción entre ‘fondo’ y ‘forma’ en una historia, sea esta del Génesis o de otra narración bíblica, no puede ser considerada en sí misma una falsedad. En cualquier historia pueden distinguirse los contenidos (fondo) de aquello otro que hace las veces deforma, es decir, el modo de estructurar sus ideas o conceptos (forma interna) o las expresiones mismas y los términos utilizados (forma externa). En ambos tipos de forma, pueden darse también variaciones y matices diversos. El autor sagrado ohagiógrafo, es un hombre que ciertamente conserva todas sus facultades y características incluso cuando está inspirado por el Espíritu Santo para escribir la palabra de Dios, deja por lo tanto sus huellas en el escrito, distintas de las de otro.
El organismo conocido como Pontificia Comisión Bíblica (PCB) había sido constituido por León XIII mediante la carta apostólica Vigilantiae studiique del 30 de Octubre de 1902 (ASS 35 [1902-1903] 234-238).
El Sumo Pontífice asignó a la nueva institución una triple tarea: a) promover con eficacia entre los católicos los estudios bíblicos; b) contrastar con métodos científicos las opiniones erradas acerca de las sagradas escrituras; c) investigar e iluminar las cuestiones en discusión y los problemas emergentes en el campo bíblico. Dicha comisión se componía de cardenales, como los dicasterios romanos, y era un órgano de asistencia del Magisterio, con posibilidad de resolver las cuestiones planteadas.[1] San Pío X dio también amplias facultades a la Comisión, acerca de las cuestiones emergentes, y las controversias bíblicas causadas por la crítica moderna. Desde el 13 de febrero de 1905 hasta el 17 de noviembre de 1921 la Comisión Bíblica publicó 14 decretos (o decisiones) y 2 declaraciones bajo la forma de respuesta a las consultas o dudas propuestas. A éstas se agregaron otros dos decretos, en época del Papa Pío XI.[2]
Interviniendo en las cuestiones y problemas que se suscitaron acerca de la interpretación del Génesis, sea por causa de las teorías en boga como por las nuevas teorías científicas, la Iglesia emanó, por medio de la Comisión Bíblica, en 1909, un decreto que consta de ocho artículos, sobre el carácter histórico de los tres primeros capítulos del Génesis. Los documentos se redactaban en aquel período de un modo muy particular, formulando preguntas concretas que se respondían con un “si” o con un “no”, agregando eventualmente alguna mayor explicación. En el caso concreto de este documento, los tres primeros artículos declaraban inadmisibles los sistemas que negaban o reducían demasiado la historicidad del Génesis; los tres siguientes dejaban cierta libertad al exégeta en la interpretación (lo que es importante, porque demostraba que existía sin duda lugar para aquella); los últimos dos daban reglas especiales para la misma interpretación.
Hecha esta aclaración, podemos pasar a los artículos del documento:
1 – El primero respondía a la pregunta de si gozaban de sólido fundamento,los diversos sistemas exegéticos que estaban en boga en aquel momento, y que con apariencia de ciencia excluían el sentido histórico literal de los tres primeros capítulos del libro del Génesis. La respuesta era absolutamente negativa; o sea, se decía que estos sistemas no gozaban del necesario fundamento para excluir ‘a priori’ el sentido histórico.
2 – En el segundo se pasaba ya a los particulares: Habiendo entonces afirmado, el carácter y forma histórica de esos capítulos, el peculiar nexo de ellos con los capítulos siguientes, el múltiple testimonio de las Escrituras tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, el sentir casi unánime de los santos Padres y el sentido tradicional tanto hebreo como cristiano, se preguntaba si era posible que dichos tres capítulos no contuviesen narraciones de cosas realmente sucedidas, que respondan a la realidad objetiva y a la verdad histórica; sino fábulas tomadas de mitologías y cosmogonías de los pueblos antiguos, y acomodadas por el autor sagrado a la doctrina monoteísta, bajo apariencia de historia, o incluso leyendas, compuestas para edificación de las almas. La respuesta era negativa.
Este punto es muy importante, puesto que ponderaba el peso del ‘testimonio mismo de las Escrituras’ (testimonio interno) – más aún que aquel otro testimonio exterior de la tradición (judía y cristiana) y de los Padres-, en favor de la historicidad del Génesis, como superior y de más valor que las teorías – consideradas ya sin fundamento- que retenían esos capítulos sólo como una colección de mitos o leyendas, aunque fuera sólo parcialmente. Se declaraba también que no se podía enseñar contrariamente a lo que quedaba sentenciado en este artículo.
3 – El tercero enumeraba, en detalle, los hechos más relacionados con la Fe cristiana y narrados en dichos capítulos, acerca de los cuales no se podía en absoluto poner en duda su sentido histórico literal; a saber: La creación de todas las cosas hechas por Dios al principio del tiempo; la peculiar creación del hombre; la formación de la primera mujer del primer hombre; la unidad del linaje humano; la felicidad original de los primeros padres en el estado de justicia, integridad e inmortalidad; el mandamiento, impuesto por Dios al hombre, para probar su obediencia; la transgresión, por persuasión del diablo, bajo especie de serpiente, del mandamiento divino; la pérdida por nuestros primeros padres del primitivo estado de inocencia, así como la promesa del Redentor futuro.
4 – El cuarto introducía lo que ya se considera obra del exégeta; esto es, el trabajo de interpretación. Reconoció que incluso los Padres y los Doctores de la Iglesia habían sugerido diferentes interpretaciones sobre dichos capítulos, sin zanjar nada de modo definitivo. Se declara entonces que, salvo juicio de la iglesia (sobre esas cuestiones ya definidas u otras por definir) y guardada la analogía de la fe (la conexión y la no contradicción de las verdades bíblicas entre sí), es lícito a cada uno, seguir y defender la sentencia que cada uno juzgase como la más prudente. Vemos entonces cómo el magisterio distingue adecuadamente, entre aquello que es el texto y lo que es su interpretación.
5 – Otra regla de interpretación daba también libertad, en el sentido que advertía que no era necesario tomar, siempre y necesariamente, en sentido propio todas las palabras y frases que aparecen en los capítulos predichos, sobre todo cuando esos términos fueron utilizados claramente en un sentido impropio, metafórico o antropomórfico, obligando a la razón a sostener dicho sentido o cuando la necesidad obligaba a abandonarlo.
6 – El siguiente artículo declaraba entonces, como consecuencia del precedente, que era posible utilizar sabia y útilmente una interpretación alegórica o profética de algunos de esos capítulos, presuponiendo siempre el sentido literal histórico, siguiendo el ejemplo de los Santos Padres y de la misma Iglesia.
7 – El séptimo daba una regla muy precisa de interpretación: No había que buscar exactamente y siempre el rigor de la lengua científica en dichas narraciones, dado que no fue la intención del autor sagrado, al escribir el primer capítulo del Génesis, enseñar de modo científico la íntima constitución de las cosas visibles y el orden completo de la creación, sino confeccionar más bien una narración popular acomodada a los sentidos y a la capacidad de los hombres, tal como era uso en el lenguaje común del tiempo.
8 – La última regla se refería a la denominación y distinción de los seis días de que se habla en el capítulo 1 del Génesis. Se daba libertado para tomar el término Yôm (día), sea en sentido propio, como un día natural, o en sentido impropio, como un espacio indeterminado de tiempo, y se consideraba licito discutir libremente sobre esta cuestión entre los exégetas.
Vemos pues, como el Magisterio de la Iglesia reafirma, por un lado, la verdad de la Escritura, sobre todo lo que se es dado en llamar sentido literal e histórico (una discusión acerca de una supuesta oposición entre estos dos conceptos se suscitará históricamente con posterioridad, y trataremos de abordarla), y por otra concede un amplio grado de libertad de interpretación, siempre que se salve dicha verdad escrituraria. La guía más segura para la interpretación la dará el magisterio subsiguiente, cuando se comenzará a hablar de los llamados géneros literarios.
[1] En tiempos más modernos, Pablo VI, con el Motu proprio Sedula Cura (AAS 63 [1971] 665-669), estableció nuevas reglas para la organización y funcionamiento de la Comisión Bíblica. No estaría esta ya más formada por cardenales sino por especialistas, convirtiéndose así en un órgano consultivo. Pero debemos tener también en cuenta que el Motu proprio del Papa Pablo VI – como cualquier otro- no puede aplicarse retrospectivamente para las cuestiones doctrinales ya resueltas con anterioridad.
[2] Descripción de las tareas de la PCB:http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/pcb_documents/rc_con_cfaith_pro_14071997_pcbible_sp.html
domingo, julio 13, 2014
SEMBRAR
Sembrar
Publicado: 9 julio, 2014 en BIBLIAEtiquetas:Dios, Evangelio, Fe, Francisco, Humildad, Jesús, Reflexión
![sembrado](http://eclesalia.files.wordpress.com/2011/07/sembrado.jpg?w=111&h=150)
SEMBRARJOSÉ ANTONIO PAGOLA, lagogalilea@hotmail.com
SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).
ECLESALIA, 09/07/14.- Al terminar el relato de la parábola del sembrador, Jesús hace esta llamada: “El que tenga oídos para oír, que oiga”. Se nos pide que prestemos mucha atención a la parábola. Pero, ¿en qué hemos de reflexionar? ¿En el sembrador? ¿En la semilla? ¿En los diferentes terrenos?
Tradicionalmente, los cristianos nos hemos fijado casi exclusivamente en los terrenos en que cae la semilla, para revisar cuál es nuestra actitud al escuchar el Evangelio. Sin embargo es importante prestar atención al sembrador y a su modo de sembrar.
Es lo primero que dice el relato: “Salió el sembrador a sembrar”. Lo hace con una confianza sorprendente. Siembra de manera abundante. La semilla cae y cae por todas partes, incluso donde parece difícil que la semilla pueda germinar. Así lo hacían los campesinos de Galilea, que sembraban incluso al borde de los caminos y en terrenos pedregosos.
A la gente no le es difícil identificar al sembrador. Así siembra Jesús su mensaje. Lo ven salir todas las mañanas a anunciar la Buena Noticia de Dios. Siembra su Palabra entre la gente sencilla que lo acoge, y también entre los escribas y fariseos que lo rechazan. Nunca se desalienta. Su siembra no será estéril.
Desbordados por una fuerte crisis religiosa, podemos pensar que el Evangelio ha perdido su fuerza original y que el mensaje de Jesús ya no tiene garra para atraer la atención del hombre o la mujer de hoy. Ciertamente, no es el momento de “cosechar” éxitos llamativos, sino de aprender a sembrar sin desalentarnos, con más humildad y verdad.
No es el Evangelio el que ha perdido fuerza humanizadora, somos nosotros los que lo estamos anunciando con una fe débil y vacilante. No es Jesús el que ha perdido poder de atracción. Somos nosotros los que lo desvirtuamos con nuestras incoherencias y contradicciones.
El Papa Francisco dice que, cuando un cristiano no vive una adhesión fuerte a Jesús, “pronto pierde el entusiasmo y deja de estar seguro de lo que transmite, le falta fuerza y pasión. Y una persona que no está convencida, entusiasmada, segura, enamorada, no convence a nadie”.
Evangelizar no es propagar una doctrina, sino hacer presente en medio de la sociedad y en el corazón de las personas la fuerza humanizadora y salvadora de Jesús. Y esto no se puede hacer de cualquier manera. Lo más decisivo no es el número de predicadores, catequistas y enseñantes de religión, sino la calidad evangélica que podamos irradiar los cristianos. ¿Qué contagiamos? ¿Indiferencia o fe convencida? ¿Mediocridad o pasión por una vida más humana?
¿POR QUÉ NO VA ROUCO A MELILLA?
¿Por qué no va Rouco a Melilla?
Publicado: 11 julio, 2014 en DENUNCIA / ANUNCIOEtiquetas:Empobrecidos, Episcopado, Francisco
No planteo esta pregunta como exigencia. Y mucho menos como reproche. ¿Quién soy yo para exigir al Sr. Cardenal, Arzobispo de Madrid, que haga tal cosa? Y más aún, ¿qué autoridad o qué poder tengo yo para atreverme a llamar la atención -y menos todavía reprochar- a otro ser humano, sea quien sea, por lo que hace o por lo que deja de hacer? No, ¡por favor!, que nadie interprete lo que aquí digo como una forma de intromisión en algo en lo que no tengo que entrometerme.
Por lo demás, lo que digo del cardenal de Madrid, lo podría decir igualmente del presidente de la Conferencia Episcopal. O quizá de una comisión especial, nombrada “ad hoc”, por el episcopado español. Y lo digo (además, en un medio público) por una razón muy sencilla.
Si el papa Francisco, obispo de Roma, ha ido a Lampedusa, para estar siquiera unas horas, con los miles de criaturas que esperan poder entrar en Italia, ¿no sería igualmente un acto de generosidad y de bondad que el obispo de Madrid (o el presidente de los obispos españoles) hiciera en España algo semejante a lo que ha hecho en Italia el obispo de Roma, cabeza del Colegio Episcopal que gobierna toda la Iglesia?
Yo sé que los obispos españoles se preocupan por los que sufren. Pero, si además de preocuparse, van a estar con ellos, al menos unas horas, ¿no harían, en definitiva, lo mismo que hizo Jesús cuando, abandonando Jerusalén, se fue a Galilea (Mc 1, 14 par), la región más pobre y seguramente la más abandonada en los lejanos tiempos en que el Señor andaba por el mundo? Me limito a indicar la importancia que tendría hacer una visita. Aunque, la verdad, recordando algo que solía decir el recordado José María Díez Alegría, cuando los cristianos leemos los evangelios, encontramos dos relatos que dan pie a pensar en dos “misterios”: el misterio de la visitación (Lc 1, 39-56) y el misterio de la encarnación (Lc 1, 26-38).
Y digo yo: ejemplar es visitar a los últimos de este mundo. Pero, ¿no sería más evangélico dejarse la propia instalación y llegar incluso a encarnarse en los pobres y con los pobres? Y conste que yo no lo he hecho. Pero, por lo menos, ¿no nos vendría bien a todos pensar seriamente en este asunto, es decir, en que nuestra sociedad sea más igualitaria? Al menos, pensar en esto, aunque nos deje el lastre de la mala conciencia.
Culturas, creencias e increencias en el aula
Publicado: 30 junio, 2014 en cuatro líneas![culturas y colores](http://eclesalia.files.wordpress.com/2001/09/culturas-y-colores.jpg?w=150&h=55)
“Materia de ‘Culturas’“, César Rollán (Escuela Ideo) escuelaideo.edu.es
JULIO, PEDRO Y PABLO
Julio, Pedro y Pablo
Publicado: 30 junio, 2014 en ACTUALIDADEtiquetas:Alegría, Comunidad, Familia, Fiesta, Sacramentos
ECLESALIA, 30/06/14.- Hace unas semanas nos llamaron por teléfono para invitarnos a una fiesta sorpresa que estaba preparando la familia del homenajeado sin que él lo supiera. Organizar una fiesta sorpresa lleva tiempo, creatividad, originalidad y, sobre todo, cariño.
Así que el día señalado participamos toda la familia en la fiesta donde había mucha gente y mucha emoción porque el protagonista no se esperaba nada, le habían hecho creer que tenía una reunión urgente en la parroquia mientras se ultimaban los preparativos y llegábamos los invitados.
Cuando ha entrado en la sala se ha quedado atónito. Le hemos recibido con un gran aplauso mientras él nos miraba a los allí reunidos, observaba el cartel que adornaba una de las paredes donde aparecían dibujados momentos cruciales de su vida y no sabía qué hacer o a quién dirigirse. Ha comprendido entonces que la reunión era una tapadera y ha confesado que no se imaginaba nada de nada. Pasado este primer momento se ha colocado en la cabecera de la mesa que estaba llena gracias a todo lo que habíamos llevado todos los invitados y ha hablado. Los que le conocemos sabemos que tiene el don de la palabra, que habla, entusiasma, convence y se alarga… así que ha hablado hasta que la emoción le ha embargado y hemos visto entonces una emotiva presentación de fotos donde se recogía su vida: sus orígenes, su paso por el seminario, su ordenación, sus primeras parroquias en tierras castellanas, su llegada a Madrid, su vinculación a Vallecas, su entrada al mundo obrero, su vida en familia, su vida en comunidad… Hasta hoy. Todo acompañado por una selección de canciones muy personales llenas de recuerdos para Julio.
Hemos celebrado en la festividad de san Pedro y san Pablo las bodas de oro de la ordenación sacerdotal de Julio Pérez Pinillos. Ha sido una celebración sencilla, con gente sencilla, de la parroquia, del barrio, amigos, compañeros sacerdotes… La han organizado su mujer y sus hijas y han convocado a mucha gente para quienes Julio es alguien importante en sus vidas, alguien con quien han compartido momentos inolvidables y que no podían faltar hoy.
Celebrar 50 años de sacerdocio es algo grande que suele acompañarse de una Eucaristía con muchos compañeros concelebrando en el altar y una gran fiesta.
Nosotros hoy hemos celebrado algo grande donde ha predominado la sencillez y el cariño, la emoción y la cotidianeidad. Hemos podido expresarlo en el libro de firmas de recuerdo que estaba allí preparado y también hemos podido transmitir a Julio y a su familia, presentes en nuestra propia vida familiar desde hace tiempo, nuestro cariño y admiración por abrir caminos y creer que otra Iglesia es posible.
Julio, muchas felicidades, seguimos caminando al aire del Espíritu…(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
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